El pensamiento heterodoxo en el período 1976-2001: del estructuralismo al neoestructuralismo cepalino y la problemática del desarrollo desde un conjunto de aproximaciones heterodoxas retomando tanto aportes de la escuela clásica como postulados keynesianos, en un contexto de transformaciones estructurales. La influencia del pensamiento heterodoxo sobre el debate y las propuestas de política económica en Argentina en las décadas de 1980 y 1990.
Bibliografía:
53. Bielschowsky, Ricardo: "60 años de la CEPAL : estructuralismo y neoestructuralismo", en Revista de la CEPAL Nro. 97, abril 2009.
54. Porta, Fernando y Bianco, Carlos: "Las visiones sobre el desarrollo argentino: consensos y disensos", Centro REDES, DT Nro.13, 2004.
Fuentes:
55. Daniel Azpiazu y Hugo Nochteff, El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadorismo y elite económica en la Argentina, FLACSO-Norma, 1994, Selección.
56. CEPAL, “Equidad, desarrollo y ciudadanía, 2000. Disponible en: http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/2686/S2006536_es.pdf;jsessionid=A359F3A4BF5DDDDB334C362ED6C7F275?sequence=2 Obligatorios: presentación, caps. 1 y 2.
57. Claudio Katz, “El desafío crítico a los economistas ortodoxos”, 2001. Disponible en: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/ec/jec8/Datos/documentos/comunicaciones/Fundamentos/Katz%20Claudio%201.PDF
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Aporte de Marina:
Aporte de Gonzalo:
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Aporte de Emilio:
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Aporte de Pablo:
Aporte de Santiago:
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Aporte de Marina:
BIELCHOWSKY, Ricardo (2009): “Sesenta años de la CEPAL: estructuralismo y
neostructuralismo”
El texto analiza y describe las etapas por las
que transitó la CEPAL desde su creación en 1948 hasta el 2008. Asimismo, distingue
entre la etapa estructuralista (1948-1980) y la neoestructuralista (desde 1990
en adelante), ambas desde un enfoque analítico “histórico-estructural”.
El autor destaca la “capacidad mutante” de este organismo
para aggiornarse a la coyuntura política, económica y social de la época y
adecuar sus contribuciones a la nueva realidad cuando, a partir de los noventa,
se formularon políticas y estrategias a la hegemonía neoliberal que imperó
desde ese entonces: apertura comercial, libre movilidad internacional de
capitales, privatización y desregulación.
Así fue como la CEPAL impulsó las ideas de Fernando
Fajnzylber para diseñar las nuevas estrategias de desarrollo a través del crecimiento
con equidad distributiva y progreso técnico basado en la acumulación de
conocimientos; al tiempo que flexibilizaba sus postulados sobre desarrollo para
no romper con el neoliberalismo pero con un análisis crítico de “sus recetas”.
Así pues, entre 1998 y 2008 se consolida el
análisis neoestructuralista en un programa heterodoxo en materia
macroeconómica, desarrollista en cuanto a asignación de recursos e intervención
del Estado, universalista en el campo social y conservacionista en materia
ambiental.
Como aspecto novedoso se señala la fusión del
enfoque estructuralista y schumpeteriano quienes reivindican el papel de la innovación,
la política científico-tecnológica y el progreso técnico como condición
necesaria para desarrollar las estructuras productivas de los países de Latinoamérica.
PORTA, Fernando y BIANCO,
Carlos (2004): “Las visiones sobre el desarrollo argentino. Consensos y disensos.
Plan Estratégico de Mediano Plazo de Ciencia, Tecnología e Innovación
Productiva”.
Los autores analizan las contribuciones y
recomendaciones en materia de política económica de diversos intelectuales a
partir de las distintas visiones y enfoques del desarrollo argentino
contemporáneo, analizando 15 propuestas de diversas corrientes ideológicas.
Asimismo, afirman que todas las corrientes
coinciden con que los problemas estructurales de desarrollo de la Argentina se
sintetizan en: estructura productiva desequilibrada, problemas de restricción
externa y fragilidad macroeconómica; sin
embargo, no sucede hay disensos respecto a la jerarquía que se la da a cada uno
de ellas y a las causas que lo generaron, lo que deriva en formulación de propuestas diversas.
Así pues, basan su análisis en los principales
consensos y disensos en torno a cuatro ejes: las fuentes de crecimiento; el
tipo de especialización productiva; las formas de regulación y coordinación del
proceso de asignación de recursos; la
naturaleza de agentes económicos líderes.
Autárquica (CTA, EDI)
Para ellos la fuente de crecimiento es el
consumo interno, estimulado por una política de redistribución del ingreso con
sustitución de importaciones,
recomposición del tejido industrial (fundamentalmente en bienes commoditizados), con un Estado fuertemente
interventor en el que los agentes principales tendrían que ser el Estado y las
PyMEs.
Neodesarrollista de base industrial (FENIX,
FIDE, Nochteff, López, Lo Vuolo, UIA)
La fuente de crecimiento es tanto la inversión
como el consumo, la producción debe ser en bienes diferenciados industriales,
la intervención del Estado orientada a través de políticas activas y los
agentes empresariales conformados en redes de aprovisionamiento,
preferentemente las PyMEs.
Neodesarrollista de base agraria (Forteza, CEO,
Redrado, OKITA)
La fuente de crecimiento debe ser la
diversificación de exportaciones, la producción tiene que estar en manos de
sistemas agroindustriales para la obtención de bienes agrícolas de mayor valor
agregado, la intervención estatal a través de políticas activas de promoción y
competencia, mientras que los agentes del proceso de acumulación deberían ser
redes lideradas por empresas de gran tamaño, nacionales o extranjeras.
Neoliberal (FIEL, IERAL, Arriazu)
Fuente de crecimiento basado en la apertura al
mercado mundial - para colocar exportaciones y recibir IED - los productos
deben ser aquellos que poseen ventajas comparativas estáticas, sin
intromisiones del Estado la regulación debe estar en manos del mismo mercado,
los agentes de acumulación deben ser escogidos por el mismo mercado.
Otro aspecto a destacar del texto es la
importancia con que los autores abordan el progreso técnico y la política
científico-tecnológica.
AZPIAZU,
Daniel y NOCHTEFF, Hugo: El desarrollo ausente
El libro escrito en el año
2001 consta de 3 ensayos en los cuales se analizan, a partir del caso
argentino, las recomendaciones y los resultados de las políticas
noeconservadoras. Ya desde la introducción queda de manifiesto que a pesar de
haber cumplido con las “recetas ortodoxas” que llevarían a un desarrollo, lo
que se produjo en nuestro país es un proceso de subdesarrollo.
En primer lugar Nechteff enfatiza en que si bien desde
1976 las cuestiones de crecimiento, la distribución e inversión
siguieron en el centro del debate, lo que cambió fue el diagnóstico sobre las
restricciones al desarrollo y las recomendaciones para superarlas. Lo hace a
través del comportamiento de las elites, ya que entiende que el comportamiento
de los actores sociales son decisivos para el desarrollo. Incluyen el concepto
de “economías de adaptación” en que el desarrollo tecnológico se da por la
copia de las oportunidades creadas por otras economías. De esta manera la elite
no invierte en novedades tecnológicas - que a fin y al cabo son las que
conducen al desarrollo según la visión shumpeteriana - , sino que se apropian
del conocimiento de otras economías creando monopolios de conocimiento y
burbujas de crecimiento. Concluyendo, que ello no sería tan malo si el
comportamiento de las elites económicas de América Latina incluyendo a la de
Argentina- fuese el motor del desarrollo. Pero, ni siquiera está claro si es
motor o freno del desarrollo.
Enumera cuatro hipótesis: La primera es que la Argentina no siguió
senderos de desarrollo, sino que siguió fases de crecimiento adaptativo; la
segunda es que en la Argentina habría existido una insuficiencia de monopolios
transitorios basados en la innovación (los monopolios típicos del desarrollo
schumpeteriano), y que en cambio la elite económica obtuvo, o bien rentas
basadas en la explotación simple de recursos naturales, o bien cuasi rentas
sustentadas fundamentalmente en ventajas monopólicas basadas en barreras al
ingreso creadas y mantenidas por las políticas gubernamentales y no por la innovación
(especialmente a partir de los cincuenta); la tercera estaría explicada por el
comportamiento de la elite que incidió en el resto de los agentes económicos; y
la cuarta la falta de demanda de esas políticas e innovaciones.
El tercer ensayo es el de Azpiazu parte de que la hegemonía de la
elite económica hace cada más difícil superar las restricciones históricas al
desarrollo, sumado al contexto de apertura irrestricta y descentralización que
comienza en los noventa que incidieron fuertemente sobre el sector industrial y
cómo interactúa con las políticas de privatizaciones, lo que derivó en un acelerado
proceso de concentración y centralización del capital.
CEPAL: Equidad, desarrollo y ciudadanía
De acuerdo al análisis que realiza Bielchowsky, efectivamente este
texto emitido por la Cepal en 2000 se adecúa al contexto de política económica
internacional que atravesaba el mundo globalizado poniendo énfasis en la
necesidad de “desarrollo en función de las posibilidades” y teniendo en
consideración la heterogeneidad de las naciones de América Latina, las
soluciones serán distintas. Hacen hincapié en que la vara para medir el
desarrollo es la equidad, es decir que hay que establecer una estrategia
integral de desarrollo y equidad sostenido.
Las estrategias y las políticas que se adopten deben ser
consistentes con el nuevo contexto externo e interno considerando: la
articulación de las economías de la región con la economía mundial; equilibrio
entre iniciativas individuales (decisivo para generar procesos de innovación) y
el desarrollo de sistemas de coordinación e incentivos públicos; la
articulación público-privada; y un entorno macroeconómico que incentive la
inversión productiva.
Es decir que las recomendaciones de política de la Cepal siguen
estando orientadas al desarrollo pero le agrega el aspecto social con fuerte énfasis en el concepto de
desarrollo integral al decir que el desarrollo debe ir acompañado de empleos
productivos, acceso a los factores de producción y comercialización y ello
derivará en una redistribución del ingreso: “se debe buscar simultáneamente un
crecimiento económico más estable y dinámico y, por ende, competitivo, con un
desarrollo más integrador en términos sociales y sostenible en el plano
ambiental”
KATZ, Claudio: El desafío crítico a los economistas ortodoxos
El autor basa su escrito (publicado en 2001) con duras críticas
hacia el perfil de los economistas que abordan el capitalismo. Critica a la
corriente ortodoxia (neoclásica) por apoyarse en supuestos y realidades
utópicas. A la corriente institucionalista (heterodoxa) porque no analiza el
capitalismo como un sistema históricamente transitorio de origen definido
sujeto a contradicciones que socavan su continuidad, omitiendo la explotación
del trabajador. Sin embargo, se siente cómodo con el Marxismo (dentro de la
corriente de economistas críticos) ya que son estructurados y consecuentes con
lo que dicen y hacen y su abordaje es “superador”.
Luego hace un racconto de las tres modalidades en América Latina
poniendo énfasis en el logro de la ortodoxia en dicha región que según el autor
se consolida tras desplazar a los economistas de la Cepal, a quién denomina “la
nueva Cepal” diciendo que sus autores tienen una amnesia generalizada ya que
“renuncia al desarrollo autónomo y acepta el proceso de racionalización” que
antes criticaba.
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Aportes de Juan Pablo:
Bielschowsky,
Ricardo: "60 años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo",
en Revista de la CEPAL Nro. 97, abril 2009.
El texto de Bielschowsky, publicado en la revista
n°97 de la CEPAL en 2009, es un estudio muy estilizado sobre la evolución del
pensamiento cepalino a lo largo de sus sesenta años de existencia. El documento
se aborda en tres grandes ejes. Primero una síntesis de la etapa
estructuralista que dominó el pensamiento de la institución entre 1948 y 1990,
en dónde se destaca las contribuciones al pensamiento en cada una de las
décadas. Desde la idea prebischiana de desequilibrio estructural de la balanza
de pagos, los aportes respecto a la inflación estructural ocasionados por esos
desajustes y la vulnerabilidad externa durante la decida del ’50, pasando por
las propuestas en torno a las reformas institucionales en el ámbito agrario,
fiscal y financiero, la incorporación del subempleo como una nueva unidad de análisis,
la heterogeneidad estructural y el análisis de la pobreza y la distribución
desigual del ingreso durante los años ’60; los avances en torno al crecimiento
económico, el desarrollo industrial y la distribución del ingreso en un contexto
de inicio de endeudamiento en gran parte de los países latinoamericanos durante
la década del ’70, hasta los análisis de estabilidad macroeconómica y sobre
todo de la trilogía deuda-inflación-ajuste, dando al enfoque un giro de
prioridades durante los ’80. Todos aportes cuyo denominador común, que
distingue al estructuralismo, es la industrialización como vía para el crecimiento
de largo plazo.
El segundo eje del documento es una breve reseña de
la evolución del neoestructralismo desde 1990 en adelante, cuando según el
autor urge la necesidad de adaptar el pensamiento a la nueva realidad
económica, de globalización, volatilidad de capitales y de nuevas políticas
industriales, tecnológicas y comerciales, de manera tal de “tender un puente
con los gobiernos latinoamericanos y caribeños que habían adherido a las
reformas” (Bielschowsky, 2008: 179). El autor sostiene que en este contexto la
institución flexibiliza el concepto de políticas de desarrollo que había
acompañado al estructuralismo en la etapa anterior, pero que al mismo tiempo
que la institución admite que es inevitable cambiar el marco regulatorio marca
los aciertos y desaciertos que contienen las reformas. Así el documento hace
especial énfasis en las novedades introducidas durante la consolidación del
neoestructuralismo entre 1998 y 2008. Se destaca en esta etapa la evaluación de
los efectos de las reformas dónde se presentan ‘luces’ y ‘sombras’ de las
políticas neoliberales como el control de la inflación y la reducción del
déficit fiscal en el caso del primero, y para el segundo caso el crecimiento
inestable, la escasa diversificación exportadora y gran cantidad de estrategias
defensivas que decantó en mediocres esfuerzos de ahorro e inversión, desempleo,
informalidad y acentúo la heterogeneidad estructural. Por otro lado se
incorpora en la institución una nueva agenda para la era de la globalización
como el suministro de bienes públicos de carácter global como la democracia,
paz y seguridad, y la incorporación de una agenda social basado en los
derechos. En este sentido se incorporan también nuevas unidades de análisis a
las que se suman los enfoques en materia de derechos, ciudadanía y cohesión
social. También en esta etapa se fusiona el enfoque estructuralista con el
schsumpeteriano y se establecen dimensiones que analizan la necesidad de
políticas macroeconómicas anticíclicas frente a la volatilidad financiera.
Por último, el tercer eje del texto, analiza cambios
y rupturas de las dos etapas que caracterizo el pensamiento de la CEPAL en sus
seis decenios de existencia. El texto destaca más continuidades que rupturas. Entre
las rupturas se distingue: un modelo de desarrollo cuyo eje no es más la
industrialización por sustitución de importaciones sino la búsqueda de la
competitividad a nivel sistémico y la inserción internacional a nivel nacional
y regional se hace más relevante a diferencia del proteccionismo caracterizado
por la etapa anterior. Entre las continuidades, sigue presente la noción de
centro-periferia sin embargo no con la misma atención que antes, políticas
macroeconómicas y financieras heterodoxas, los conceptos de heterogeneidad
estructural y subempleo, insuficiente diversificación de la producción, la
necesidad de acumular capital tecnológico y de intervención estatal. En materia
de desarrollo social si bien se comparte la necesidad prioritaria de enfrentar
la pobreza y la desigualdad, las causas en las diferentes etapas son
diferentes. Por último la sustentabilidad ambiente siguió siendo otra
continuidad.
Porta,
Fernando y Bianco, Carlos: "Las visiones sobre el desarrollo argentino:
consensos y disensos", Centro REDES, DT Nro.13, 2004.
Se trata de un documento publicado en 2004 en el
centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación Superior (REDES), y
que fue preparado para la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación
Productiva (SETCIP). El trabajo es una síntesis de las diferentes visiones
sobre el desarrollo en la que se sistematizan consensos y disensos en torno a los
enfoques descriptos. El trabajo puede dividirse en dos grandes secciones.
En la primera sección se presentan los principales
problemas del desarrollo y las causas, siguiendo una estructura teórica y
esbozando consensos y disensos que es lo que ha determinado formulaciones de
propuestas radicalmente opuestas en las diferentes concepciones del desarrollo.
Se presenta así un primer diagnóstico del problema del desarrollo argentino en
el que coinciden todas las vertientes. Son la desigualdad de ingreso, de acceso
a bienes públicos, de insuficiente empleo y desarrollo regional desigual, como
desequilibrios internos y la restricción de tipo comercial, acceso al financiamiento
en momentos de crisis de balanza de pagos y una fuerte espiral de endeudamiento,
como desequilibrios externos. El corolario de estos desajustes es una economía con
una dinámica de crecimiento no sustentable comúnmente conocida como ciclos
‘stop and go’. Pero también se sostiene el consenso en las causas de estos
problemas: 1) la estructura
productiva desequilibrada con enclaves de escaza capacidad de derrame, 2) serios déficits de competitividad en
firmas y sectores y a nivel sistémico que califican el tipo de inserción
internacional y 3) una macroeconomía
frágil muy vulnerable frente a shocks externos y responsable de comportamientos
cortoplacistas. Lo que el autor sostiene en la sección, es que los disensos se
dan en torno a la determinación de la jerarquía de los problemas y las
secuencias de causalidad.
Sin embargo antes de entrar de lleno en esos
disensos, expone desde un marco teórico y un enfoque ‘eclético’ un diagnóstico
más profundo de las causas. Para el caso del desequilibrio en la estructura
productiva destaca que por un lado surge de problemas de articulación o
relacionamiento como puede ser las debilidades en las relaciones
intrasectoriales, los desarticulados sistemas de innovación, la lógica de
racionalización microeconómica que precariza procesos de trabajo y la
degradación de la oferta de bienes públicos que lesiona la competitividad
sistémica. Por otro lado la estructura productiva desequilibrada es impulsada
también por problemas de configuración en la estructura social de control y
decisión sobre el aparato productivo como la concentración de mercado, las
desigualdades de acceso a instituciones de apoyo y a los instrumentos de
política monetaria, y el predominio de prácticas rentistas y de valorización
financiera que reducen los recursos disponibles para la ampliación de la oferta
sumado a que generan inestabilidad y volatilidad. Por último el autor sostiene
que el desequilibrio en la estructura productiva también proviene de un elevado
grado de trasnacionalización básicamente porque las modalidades de inserción no
promueven externalidades positivas.
Para el análisis de la segunda causa, el de la
competitividad, el autor pone a la restricción externa como punto de partida. En
este sentido notable el nivel del diagnóstico que hace al respecto con por un
lado los problemas originados en los movimientos de capitales que devienen de
las condiciones de acceso al financiamiento internacional por recurrentes
problemas de solvencia externa y fiscal, y de la naturaleza y la estrategia de
los flujos de la IED, y por otro lado los problemas de competitividad que
afectan el flujo de bienes y deviene de restricciones muy diversas como el
viejo proteccionismo de mercados mundiales, debilidades del modelo productivo y
escasez desarrollo de productos dinámicos con alto valor agregado. Pero también
el predominio de sectores no transables con baja productividad sistémica,
debilidades en la calificación de los recursos humanos, los procesos de
innovación, la constitución de redes productivas y hasta en el desarrollo
empresarial.
En el caso de la tercera causa, la fragilidad
macroeconómica, las causas son también diversas. Por un lado el peso de la
deuda, el nivel y modalidad del gasto con transferencias no convalidadas
socialmente, y la estructura tributaria regresiva y de fuertes distorsiones
perjudican la sustentabilidad fiscal y promueven la fragilidad macro. Y por
otro lado, los problemas de volatilidad generados por la misma situación de no
sustentabilidad fiscal que pone presión sobre la demanda de divisas y debilita
la confianza de la moneda doméstica, la formación de expectativas
inflacionarias facilitado por la concentración de la oferta y que estimula la
huida de la moneda domestica y los ataques especulativos favorecidos por la
liberalización de los movimientos de capital, son otros de los elementos que
promueven la fragilidad macroeconómica.
Así la primera sección finaliza exponiendo los
disensos según la jerarquía de los problemas presentados, la dinámica de
causalidad que explica la aparición de los problemas y la responsabilidad del
‘desarrollo ausente’. Y a partir de ello identifica tres grandes corrientes
explicativas, una que pone el centro en los problemas de fragilidad macro en
especial de la sustentabilidad fiscal, otra que focaliza en los problemas de
competitividad de la economía y una tercera que se centra en los desequilibrios
de la estructura productiva, principalmente en las desigualdades entre diversos
agentes. El siguiente cuadro resume estas corrientes.
En esta sección también se estudia el impacto en el
sector productivo de las transformaciones ocurridas en la década del ’90 y las
tendencias post-convertibilidad[1].
En la segunda gran sección se estilizan cuatro
visiones normativas del desarrollo en función de su posicionamiento en torno a
las fuentes del crecimiento (mercado interno vs exportaciones) y factores que
la orientan (consumo, inversión nacional o IED, acuerdos bilaterales, MERCOSUR,
apertura unilateral), el tipo de especialización productiva (ventajas naturales
con commodities o productos diferencias vs ventajas dinámicas con productos
diferenciados), los modos de regulación y coordinación del proceso de
asignación de recursos (políticas activas con incentivos específicos o reglas
generales, vs ordenamiento macroeconómico con la intervención en la asignación
de bienes públicos y de ‘entorno’) y la
naturaleza de los agentes económicos líderes (firmas vs redes, empresas
trasnacionales, grandes empresas nacionales o PYMES). A partir de estos ejes el
autor señala que existen cuatro grandes visiones con propuestas y ejes de
debate diferentes: la autárquica dónde la fuente de crecimiento es el consumo
interno por shocks de redistribución del ingreso con una especialización
productiva basada en la sustitución de importaciones, un activo papel del
estado y en dónde los agentes del proceso de acumulación son el Estado y las
PYMES; la neodesarrollista de base industrial cuya fuente de crecimiento es la
inversión y el consumo, la estructura productiva debe ser especializada en
bienes diferenciados con políticas activas y redes de empresas que incluya a
las PYMES. La neodesarrollista de base agraria cuya fuente de crecimiento es la
diversificación exportadora con orientación al mercado mundial, una
especialización productiva basado en un sistema agroindustrial, políticas
también activas y con redes y cadenas de valor lideradas por empresas de gran
tamaño como agentes del proceso de acumulación. Por ultimo una visión
neoliberal cuya apertura al mercado mundial y las IED son las fuentes del
crecimiento, una estructura productiva basada en las ventajas naturales que
tiene el país, una regulación en manos del mercado y en dónde el mismo
mecanismo de mercado seleccione los agentes del proceso de acumulación.
Daniel Azpiazu
y Hugo Nochteff, El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo,
neoconservadorismo y elite económica en la Argentina, FLACSO-Norma, 1994,
Selección.
El libro publicado en 1995, se cuestiona el diagnóstico
de la economía argentina dado por el neoconservadurismo y contribuye a la
búsqueda de un diagnostico alternativo. El documento se divide en tres grandes
ensayos.
El primero ensayo se titula “Subdesarrollo y
hegemonía neoconservadora. ¿Veinte años no es nada?”. Se trata de un documento
que al comenzar revela el consenso implícito y explicito predominante en las
ciencias sociales sobre el termino de desarrollo entendido como crecimiento
económico, distribución equitativa del ingreso y la disminución de la pobreza,
y con la inversión como medio para alcanzarlo, y que a pesar de la pérdida de
prestigio del término a partir de 1976 esas cuestiones que involucran el
desarrollo siguieron siendo centro de escena en debates políticos y académicos
durante en neoconservadurismo. Lo que cambió fue el diagnóstico sobre las
restricciones al desarrollo y las recomendaciones para superarles: menos
intervención estatal y más mercado porque la iniciativa privada impide
desplegar la vocación de creatividad e inversión, menos despilfarro en consumo
y más austeridad para que aumente el ahorro y la inversión, privatización,
apertura, desregulación, sacrificio fueron el amplio abanico de conceptos que
giraron en el nuevo diagnóstico de la economía.
En este contexto el ensayo recuerda una gran cantidad
de frases que formaban el discurso hegemónico. “Primero hay que crecer para
después poder distribuir”, “hay que sacrificar el bienestar presente para
aumentar el bienestar futuro” y “hay que invertir para crecer y podés
distribuir” son sólo algunas de esas frases. Pero también circulaban otras como
“la inversión se retrae porque los salarios son excesivos”, “no puede haber
inversión con aumentos irresponsables de salarios” y “nadie está dispuesto a
invertir cuando los salarios crecen demasiado”. Así con el fin de cuestionar
este diagnóstico, es que el ensayo le dedica una parte extensa a contrastar
empíricamente las premisas sentadas por el neoconsevadurismo, y concluye que la
realidad muestra que en los 20 años que se analizan del período neoconservador,
la inversión cayó, también lo hizo el producto por habitante e incluso los
salarios. Por otro lado hubo pérdida de productividad del conjunto de la
sociedad, atraso tecnológico, creciente oligopolización, concentración del
poder económico, mas desempleo, peor distribución y más pobreza. De manera tal
que no se cumplió ninguno de los vaticinios que giró en torno al discurso, y el
resultado no ha sido desarrollo sin subdesarrollo.
El segundo ensayo, titulado “Los senderos perdidos
del desarrollo. Elite económico y restricciones al desarrollo en la Argentina”,
cuyo autor es Hugo Nochteff, analiza si en la Argentina que se subdesarrollo
durante gran parte del período neconservador, las políticas de privatización,
desregulación y apertura fueron políticas que transfirieron poder de regulación
al mercado o más bien políticas que transfirieron poder de regulación a la
elite económica y políticas que eliminaron restricciones al desarrollo o que erigieron
nuevas restricciones. El análisis se realiza desde un enfoque neoshumpeteriano,
que tiene especial énfasis en el progreso técnico y la innovación, pero con una
importancia muy grande del concepto de políticas científicas, tecnológicas e industriales,
y los sistemas nacionales de innovación, que es lo que caracteriza este nuevo
enfoque respecto a quienes ya habían introducido el progreso tecnológico en las
teorías de desarrollo durante los ’50 y ’60. Así el texto no sólo hace un buen
resumen conceptual de este pensamiento, sino que lo aplica al caso argentino
analizando cuatro hipótesis. La primera
hipótesis es que la Argentina no siguió senderos de desarrollo, y que se
comportó cambiando sólo por adaptación a los cambios de los datos externos,
inducidos por el desarrollo de otras economías y por las consecuentes
mutaciones de la economía internacionales, lo que generó ‘burbujas’ de
crecimiento vistas como fases de crecimiento adaptativo tecnológicamente
tardío. La segunda hipótesis es que
en la Argentina habría habido una insuficiencia de monopolios transitorios
basados en la innovación y que en cambio, la elite habría obtenido o bien
rentas basadas en la explotación simple de recursos naturales o bien rentas
sustentadas en ventajas monopólicas basadas en barreras al ingreso creadas y
mantenidas por las políticas gubernamentales y no por la innovación. La tercera hipótesis es que la causa
fundamental de la persistencia de la economía de adaptación (o ausencia de senderos
sostenidos de desarrollo) habría sido el comportamiento de la elite económica
entendida como el conjunto de empresarios indifiduales o de organizaciones
empresarias de mayor peso económico y político que moldean el sendero del resto
de los agentes. Este sector habría logrado adoptar en cada período de la
Argentina ‘opciones blandas’ en términos de sus esfuerzos de innovación e
inversión. Y por último la cuarta
hipótesis que se desprende de las anteriores, es que la mayor restricción a
las innovaciones (entendidas como algo más que la adaptación tecnológica
tardía) y al diseño e implementación de políticas científicas, tecnológicas e
industriales ha sido la falta de demanda de dichas innovaciones y políticas de
parte de la elite económica. Con estas cuatro hipótesis se analiza las tres
grandes ‘burbujas’ de la economía argentina: la impulsada por las exportaciones
primarias durante la fase expansiva iniciada en 1880; la provocada por la
primera etapa de sustitución de importaciones que se inicia con la gran
depresión de los treinta, y la generada por la oferta de crédito abundante a
partir de 1976.
El tercer ensayo titulado “La industria Argentina
ante la privatización, la desregulación y la apertura asimetría de la economía.
La creciente polarización del poder económico” y escrito por Daniel Azpiazu,
hace un análisis exhaustivo del impacto que tuvieron las políticas de apertura,
desregulación y privatización en la inversión, los agentes y estrategias
empresarias, la estructura de precios relativos y más especialmente en la
actividad manufacturera. Se destaca la consolidación y transferencia de
mercados monopólicos u oligopólicos, escaza atención a la necesidad de regular
determinadas áreas privatizadas, bruscas alteraciones en la estructura de
precios relativos en detrimento de los bienes transables, libertad en la
fijación de los cuadros tarifarios de diversos servicios públicos, fuerte
impulso a la profundización del proceso de concentración y centralización del
capital, entre otros.
CEPAL,
“Equidad, desarrollo y ciudadanía, 2000
Se trata de un extenso documento de la CEPAL publicado
en el año 2000 que presenta en forma muy integral el pensamiento de la
institución sobre los retos del desarrollo de la región luego de las políticas
neoliberales y en la nueva era de la globalización. Trabajar sobre los logros
de las políticas neoliberales en materia de inflación y déficit fiscal a través
de ‘reformar las reformas’, incorporar como objetivos principales del
desarrollo los derechos económicos, sociales y culturales y aplicar políticas sociales
universales, solidarias y eficientes, con especial énfasis en la educación y el
empleo, son los nuevos desafíos que el documento plantea. Pero también
fortalecer la ciudadanía y garantizar la estabilidad macroeconómica frente a la
volatilidad de los capitales con políticas anticíclicas, gestión macroeconómica
que evite endeudamientos excesivos, normas estrictas en la regulación del
sistema financiero y una política de pasivos. El documento está dividido en 14 capítulos,
de los cuales los primeros dos son parte de las fuentes bibliográficas.
En el capítulo 1 se analiza estilizadamente los
legados de los años ’90 en los países de la región en materia de comportamiento
macro, inserción externa, estructura productiva y en materia social. Algunos de
los resultados son: 1) disminución del déficit fiscal y la inflación 2)
crecimiento económico, pero que en promedio sigue siendo inferior para cerrar
la brecha con los países desarrollados, 3) tasas de inversión que han tendido a
recuperarse pero que se mantuvo a niveles inferiores a los de la década de
1970, con excepción de algunos años, 4) dependencia de la actividad económico a
los ciclos de financiamiento y las crisis financieras, 5) avances en la
inserción de economías latinoamericanas a la economía mundial con un
crecimiento del volumen de exportaciones, sin embargo la diversificación de las
exportaciones avanzó a ritmos muy diferentes en los países, 6) se consolidaron
en la región dos patrones básicos de especialización en la estructura
productiva, uno de exportaciones manufactureras con altos componentes de
insumos importados y otro de exportaciones primarias o industriales de uso
intensivo de recursos naturales; 7) predominio de estrategias defensivas al
nuevo contexto; 8) fuertes procesos ‘destructivos’ y poca debilidad de procesos
‘creativos’, 9) mayor participación en la actividad económica de bienes no
transables en desmedro de los transables; 10) concentración, transferencia
regresiva de la riqueza 11) lento crecimiento de la productividad a excepción
del sector agropecuario, 11) en el marco institucional se constituyeron
controles múltiples y discrecionales por reglas generales, 12) débil generación
de empleo y aumento de la brecha en las remuneración de calificados y no
calificados, 13) aumento del gasto social que se acompaño de criterios de
asignación más selectivos, pero no universales y solidarios y con problemas de
eficiencia y calidad en los servicios sociales, 14) reducción de los elevados
niveles de pobreza heredados de la década del ’80, básicamente por el
crecimiento económico pero que siguió siendo alta e incluso se comportó de
forma muy heterogénea en la región. Por otro lado el informe sostiene que se
dieron avances incompletos en materia de equidad de género, la democracia y el
desarrollo sostenible.
En el capítulo 2 resume el todo el conjunto del
documento, proporcionando una visión global y un cierto grado de detalle sobre
las propuestas que se presentan. Se destaca el concepto de globalización y sus
implicancias en la extensión de derechos, las cadenas de valor, el movimiento
de capitales, en los mecanismos que garantizan las políticas macro, y en los
problemas de gobernabilidad ya que la globalización acentúa las tensiones que
enfrenta la nación entre las demandas. Por otro lado se destaca el desafío de
la ética que involucra brindar derechos económicos, sociales y culturales,
logrando más equidad, rompiendo las estructuras intergeneracionales de la
pobreza a través del empleo y la educación y actuando sobre los canales
patrimoniales que determinan la desigualdad en particular mediante el fomento
de acceso a la vivienda en hogares pobres y a los mercados de factores en las
PYMES (tecnología, capacitación laboral, crédito, tierra, etc). También se
destaca el desafío de una macro más estable, el de la flexibilidad laboral,
asignaciones sociales más progresivas, el carácter procíclico del gasto social
y el de garantizar a todos los ciudadanos protección en calidad y cantidad
suficiente para participar plenamente de la sociedad lo que significa aplicar a
las políticas sociales el principio de universalidad, pero también de
solidaridad y sin perder de vista la eficiencia desde el punto de vista de
maximizar los objetivos sociales.
En definitiva es un texto que si bien es interesante
porque aborda nuevas dimensiones del desarrollo como la de los derechos, el
documento durante los dos primeros capítulos es muy repetitivo y sigue una
estructura poco eficiente.
Claudio Katz,
“El desafío crítico a los economistas ortodoxos”, 2001.
“El desafío critico a los economistas ortodoxos” es
un texto publicado en 2001 y presentado en el año 2002 en la VIII Jornada de
Economía Política en España. Se trata de un documento que presenta tres tipos
de economistas: los ortodoxos que ocupan una posición dominante y se basan en
la concepción neoclásica de la economía, los institucionalistas que rechazan la
teoría neoliberal revelando la existencia de intereses contrapuestos en la
economía y se apoyan en teorías heterodoxas, y los críticos que descreen en la
posibilidad de actuar como técnicos del bienestar, por eso objetan ambos
modelos y cuestionan el sistema de mercado. Así el texto se divide en cinco
grandes ejes. El primer eje estudia el avance de los economistas ortodoxos en
los ámbitos políticos y académicos, su función y pensamiento ideológico. Se
resalta el reclutamiento de este tipo de economistas en organismos financieros
para actuar en cualquier rincón del planeta, desplazar cargos políticos,
fomentar la tecnocracia y oponiéndose a las reivindicaciones de los
trabajadores; la homogeneización de la profesión con el uso de técnicas y
prácticas semejantes que crearon un código excluyente de comunicación; en el
contexto ideológico plantean la inevitabilidad de las desigualdades sociales,
la subordinación de los principios democráticos y revindican la supremacía del
mercado y si bien reconocen el carácter incierto de la economía, la
imperfección de la racionalidad individual y la incertidumbre de la inversión
no plantean la necesidad de regular los mercados. En síntesis el primer eje es
una crítica a como los economistas ortodoxos han modificado los entornos y la
forma de pensar para ampliar su marco de acción y a su vez restringir el
accionar de otras disciplinas y también de las falsedades de su pensamiento
ideológico. En un segundo eje se estudia como los institucionalistas, en que se
insertan varias escuelas, intentan escaparle a la concepción neoclásica con las
teorías heterodoxas reivindicando la determinación institucional de la
economía, la existencia de imperfecciones del mercado y la gravitación de la
incertidumbre. Así retoman la tradición de la economía política clásica y
también se oponen a separar tajantemente la economía de otras disciplinas. Sin
embargo estos economistas no explican las causas, tendencias y
direccionalidades del desarrollo capitalista. En un tercer eje se estudia el
caso de los economistas críticos que rechazan fuertemente la economía de
mercado, desenmascaran su realidad y por eso buscan desarrollar su actividad en
el seno de las organizaciones populares, cuyo sector más estructurado son los
marxistas. Su enfoque esta centrado no sólo en la defensa o recuperación de las
conquistas sociales, sino en la construcción de una sociedad libre de
explotación y desigualdades. Proponen un abordaje del objeto de la economía
distinto y superador que el de la heterodoxia, sostiene el autor. Busca
esclarecer el origen, las contradicciones y la evolución histórica del
capitalismo, explicando porque la dinámica de este sistema es diferente de
otros modos de producción y analizando sus leyes como tendencias y
contra-tendencias. Por otro lado, el un cuarto eje el documento analiza como se
insertan estas tres modalidades en América Latina. Por un lado los ortodoxos
han avanzado en la región y en las decisiones de política económica a través de
diversas instituciones nacionales e internacionales como la fundación Ford y
Getulio Vargas en Brasil, Unam y Cide en Mexico, CEMA y FIEL en Argentina. Por
otro lado el desplazamiento de la heterodoxia inspirado principalmente en el
estructuralismo de la CEPAL que durante décadas habían apuntado el proyecto
industrializador de la Argentina y una nueva heterodoxia o ‘nueva cepal’ que
con el pensamiento neoestructuralista renuncia al desarrollo autónomo y acepta
las críticas que tradicionalmente formuló la ortodoxia contra la CEPAL
(proteccionismo, desconfianza del mercado, estatismo). Y por ultimo economistas
críticos que han si bien en los años ’60 y ’70 estaban en fuerte apogeo,
durante estos años han perdido grandes posiciones.
Observaciones
No hay dudas que muchos de los textos buscan iluminar
aspectos que en otros textos se olvidan o se relegan. Por ejemplo el texto
“Equidad, desarrollo y ciudadanía” de la CEPAL, ilumina nuevas dimensiones del desarrollo
desde un enfoque de derechos, que no están presentes en los textos de Porta y
Bianco y de Azpiazu y Nocheteff que analizan la concepción del desarrollo desde
un enfoque más económico. En este sentido es importante destacar que durante
los ’90 se avanzó mucho en la concepción del desarrollo vistos en forma de
derechos y superando el tradicional triangulo del desarrollo entendido como
reducción de la pobreza, crecimiento económico y mejora en la distribución de
los recursos. Pero también los textos revelan tensiones. Es el caso del
documento de Katz con el de Bielschowsky, que mientras el primero marca una
fuerte ruptura entre el estructuralismo y el neoestructuralismo, el segundo
revela más continuidades que rupturas.
[1] Entre los resultados de estas transformaciones el autor destaca el
insuficiente aumento de la productividad, restricción externa creciente,
degradación del mercado de trabajo, coexistencia de sobre-inversión y
sub-inversión, debilitamiento de la trama productiva y escasos efectos
derrames. Y entre las tendencias post-convertibilidad se destaca la
reactivación de la capacidad instalada, sustitución en productos livianos y
maduros, ausencia de un patrón sustentable de financiamiento y elevada
elasticidad producto empleo. Es importante destacar que algunas de estas
tendencias se revirtieron en el trascurso de la post-convertibilidad y que no
fueron abordados en el trabajo por el horizonte temporal.
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Aporte de Gonzalo:
La selección de textos para esta clase intenta dar
cuenta del desarrollo del pensamiento heterodoxo en un contexto de auge y
hegemonía del paradigma ortodoxo neoliberal. En este sentido, la producción y
los aportes que se incluyen como lectura obligatoria resultan bastante
heterogéneos, lo que muestra la dificultad que se tiene a la hora de definir al
enfoque heterodoxo, más allá de su posicionamiento antagónico con la ortodoxia.
El texto de Ricardo Bielschowsky “60 años de la CEPAL: estructuralismo
y neoestructuralismo” de 2009 resulta una extensión de su texto “Evolución
de las ideas de la CEPAL” del año 1998 (analizado
en la clase 8). Toma como base la aproximación metodológica que
realiza hacia las ideas y desarrollos del pensamiento estructuralista (su
periodización junto con el mensaje transformador que responde a las condiciones
estructurales de cada momento), y avanza sobre el desarrollo del cuerpo teórico
del “neoestructuralismo”.
Según
el autor, dicho enfoque surge como una respuesta de la CEPAL ante las reformas
neoliberales implementadas en toda Latinoamérica desde fines de la década del
’80, en un contexto mundial de apertura, globalización y de consolidación del
pensamiento neoliberal. En este sentido, busca legitimizar el accionar de la
CEPAL ante la crítica que sostiene que dicha institución se rindió ante el
paradigma dominante y olvidó por completo sus raíces teóricas. Este punto es
bien destacado por Claudio Katz en su texto “El desafío crítico a los
economistas ortodoxos” de 2001, donde destaca que la diferenciación
que busca establecer la “nueva CEPAL” (como la define el autor) con la
ortodoxia resulta artificial, no sólo han sustituido la elaboración de
conceptos propios por la absorción de las modas neoclásicas[1],
sino que claramente poseen objetivos en común. Pareciese ser que a partir del
uso de una retórica más vinculada al viejo estructuralismo, se encubre un diagnóstico
y un set de recomendaciones de políticas muy semejantes a las neoliberales. Es
en este sentido que al leer el texto de “60
años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo”, se percibe la constante necesidad del autor de
establecer lazos y vínculos entre el neoestructuralismo
y el estructuralismo (justamente destina toda una sección para ello).
A
partir de la década del ’00 la CEPAL introduce dentro de su cuerpo teórico
nuevos conceptos y categorías que, no resultan innovaciones teóricas a escala
global como las que se introdujeron en su nacimiento en los ’50, sino que
resulta como un “aggiornamiento” al nuevo contexto mundial influenciado por el
pensamiento ortodoxo. Bielschowsky recalca, como primer aporte del
neoestructuralismo, un análisis crítico de las reformas impuestas durante los
noventa. Donde se señala una falta de crecimiento económico sustentable, escasa
diversificación de las exportaciones, reestructuración regresiva del sector
industrial, déficits externos, una mayor vulnerabilidad externa ante la
inestabilidad de los flujos de capital, y aumentos de desempleo y una
distribución regresiva del ingreso en contra de los trabajadores. Aunque se
reconoce el control inflacionario, la reducción del déficit fiscal, el auge de
la IED, el aumento de la productividad, el reconocimiento de la cuestión
ambiental y los avances en materia de democracia y derechos humanos.
A su
vez, se incorpora la cuestión de la era global al paradigma de transformación
productiva con equidad propuesto por Fernando Fajnzylber en los ’90 y
luego profundizado por Ocampo. Básicamente se reconoce el nuevo contexto de
apertura y globalización y los desafíos que esto implica en materia de la
transformación productiva, el desarrollo social, la estabilidad macroeconómica y
financiera y la sostenibilidad ambiental de los países de la región. El tercer
aporte se relaciona con los derechos, la ciudadanía y la cohesión social, si en
los análisis estructuralistas el conflicto capital-trabajo ocupaba un lugar
marginal, en este nuevo enfoque el mismo se encuentra anulado completamente.
Este aspecto fue desarrollado en el documento del periodo de sesiones de la
CEPAL del año 2000, “Equidad, desarrollo y ciudadanía: una visión global”,
donde la noción de ciudadanía y la necesidad de lograr una cohesión social
implica desconocer por completo las relaciones sociales de producción. Entre
este tipo de lectura de la estructura social y la sostenida por la ortodoxia (a
través de la noción de agentes representativos) no se perciben grandes diferencias.
Por
último se produce una fusión entre los análisis schumpeterianos y
estructuralistas, y se incorpora la noción de políticas anticíclicas para hacer
frente a las volatilidades financieras. Se le brinda un lugar central al tema
de la innovación y cambio tecnológico como medio para modificar la
heterogeneidad estructural (ya sea mejorando las formas de producción
existentes como incorporando nuevas actividades) y así poder cambiar la forma
de inserción en el plano internacional. En este sentido se reconoce al comercio
exterior (en especial aquel especializado en productos con contenido
tecnológico y agregado de valor, no necesariamente vinculado al sector
industrial sino que se pone el foco en otros sectores que sean capaces de
incorporar nuevas tecnologías) como factor determinante para lograr un
crecimiento sostenible en el mediano y largo plazo. Es decir que se propone
crecer a partir de un modelo “export-led”. En relación a la
cuestión de la volatilidad financiera, producto del movimiento de los flujos de
capitales especulativos, se proponía crear mecanismos que regulen el ingreso y
la salida de dichos capitales, y la necesidad de aplicar políticas
contracíclicas con la intención de lograr una macroeconomía estable que
garantice el crecimiento sostenido y el pleno empleo.
El eje
central del texto de Claudio Katz[i] radica en la
crítica hacia los economistas ortodoxos y heterodoxos (denominados por el autor
como “institucionalistas”), destaca que la hegemonía mundial de la ortodoxia
económica absorbió a los institucionalistas y limitó la influencia de los
pensadores más críticos. Particularmente critica la cooptación que sufrió el
pensamiento cepalino (siendo el neoestructuralismo una expresión regional del
neoliberalismo) y ciertos sectores del dependentismo (Cardoso). En este sentido
el autor revindica a los pensadores críticos, en especial aquellos vinculados
al análisis marxista, ya que no sólo desarrollan un pensamiento cuestionador
del orden vigente (con rigurosidad científica) sino también participan
activamente en la militancia política. Lo interesante del texto resulta de su
claridad expositiva, que debe estar vinculado al hecho que el mismo no fue
pensado para el ámbito académico, sino que es una reflexión propia del autor
pensada (o dirigida) para un lector no especializado en un momento de gran
convulsión política, económica y social en la Argentina (Enero 2001).
Katz
destaca que el avance de los economistas ortodoxos, a partir de la década
setenta, resultó funcional para el proyecto de las clases dominantes centrado
en el avance feroz sobre los trabajadores, como forma de recomponer sus tasas
de ganancia. A diferencia de los institucionalistas keynesianos que se
configuraron como administradores del “estado de bienestar”, durante la
vigencia de la “edad de oro” del capitalismo. Otro aspecto funcional resulta
del fortalecimiento de la tecnocracia a partir del posicionamiento en altos
cargos políticos por parte de los economistas ortodoxos, ante el vaciamiento de
la democracia, la pérdida de representatividad del sistema constitucional y el
debilitamiento de las instancias deliberativas y electivas. Este tipo de economista
se presenta como un técnico, un profesional fiel a la ciencia e independiente
de cualquier partido político, que pertenece a un élite cosmopolita mundial que
trabaja en empresas transnacionales y organismos internacionales (FMI, Banco
Mundial, OMC, etc.).
La
“colonización” que ha tenido esta corriente de pensamiento por sobre el campo
de las ciencias sociales, se basa en el uso de criterios analíticos
maximizadores formalizados a partir de sofisticados modelos matemáticos que
lejos están de aprehender lo que ocurre en la realidad (pero que intentan darle
mayor rigurosidad científica al asimilar a la economía a una ciencia dura).
Este fenómeno está vinculado con la notable reducción que sufrió el objeto de
estudio de la economía a partir de la consolidación del neoclasicismo, se dejó
de estudiar las relaciones sociales de producción y las leyes de acumulación en
cada periodo histórico (“economía clásica”) para centrarse en el estudio de
mecanismos de elección racional maximizadora.
En lo
que respecta a la heterodoxia, si bien se distancia de la ortodoxia al rechazar
la lógica del mercado y de los criterios individualistas optimizadores, y
aunque reconoce la existencia del conflicto social (que propone armonizarlo a
través del consenso institucional), no interpreta adecuadamente cómo se genera
y distribuye el beneficio. Ya que naturaliza las relaciones sociales de
producción al diluir el rasgo central del capitalismo: la apropiación del valor
excedente generado por los asalariados por parte de los capitalistas.
Justamente es en este punto que Katz distancia a los economistas más críticos,
particularmente los marxistas, de la heterodoxia, y revindica al marxismo no
sólo por tener un abordaje del objeto de la economía distinto y superador de la
heterodoxia, sino por que defienden un proyecto emancipador. Es por ello que no
debe incorporarse el cuerpo teórico marxista a la heterodoxia, más allá que
compartan ciertas preocupaciones.
En “Las
visiones sobre el desarrollo argentino. Consenso y disenso” del año
2004, los autores Fernando Porta y Carlos Bianco[ii] proponen
una sistematización de las distintas visiones y enfoques que existen en torno a
las perspectivas de desarrollo en el largo plazo de la Argentina, destacando
las causas de su errática evolución. En primer lugar exponen los principales
problemas que obturan el desarrollo y sus causas estructurales, donde existe un
consenso entre las distintas visiones, para luego presentar los distintos
enfoques normativos que se diferencian entre sí tanto en el origen de los
problemas como en la dinámica de vinculación entre causas y efectos. Estas
diferencias remiten, en última instancia, a la concepción sobre los objetivos
del desarrollo y las vías para lograrlo. Por último vinculan, de forma
preliminar y secundaria, las distintas visiones del desarrollo con el sistema
nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI).
Los
problemas que atañen a la dinámica de crecimiento de largo plazo son:
desequilibrios internos que se plasman a partir de la existencia de
distribuciones desiguales del ingreso; desigualdades en el acceso a bienes
públicos; problemas de empleo y escasa sustentabilidad de las economías
regionales. Estas cuatro dimensiones se retroalimentan y existe un consenso
acerca de que dichas dimensiones han empeorado significativamente a partir de
la disolución del modelo sustitutivo de importaciones. En el frente externo se
combinan dos dimensiones: una restricción externa y otra de tipo financiera. La
primera de ellas alude a la incapacidad que posee la economía para generar las
divisas necesarias vía exportaciones con el objeto de financiar los
requerimientos de la estructura productiva en la fase ascendente del ciclo. La
segunda se presenta cuando, como consecuencia del desenlace final de una crisis
de balanza de pagos ante una severa restricción externa, el Estado encuentra
dificultades para acceder a nuevas corrientes de financiamiento internacional.
Estas limitaciones, de carácter interno y externo, que posee la economía
argentina traen como consecuencia un crecimiento no sustentable en el largo
plazo que se expresa a partir de una dinámica de “stop and go”.
En lo
que respecta a las causas estructurales se reconocen tres grandes dimensiones
que involucran diversos aspectos: una estructura productiva desequilibrada;
déficits en términos de competitividad y una macroeconomía frágil. En la
estructura productiva desequilibrada se reconocen problemas de articulación,
configuración y un elevado grado de extranjerización de la economía. Al
interior de los problemas de articulación se identifican insuficiencias en la
trama de relaciones intersectoriales y empresariales (caracterizada por la
imagen de “islas de modernidad”), deficiencias en el sistema de innovación, una
lógica microeconómica de aumento de productividad vía intensificación y
precarización laboral, y una degradación en la oferta de bienes públicos.
Dentro
de los problemas de configuración se percibe un elevado grado de concentración
en la mayoría de los sectores (que permite la apropiación de rentas
extraordinarias), desigualdades de acceso a las instituciones de apoyo y a los
instrumentos de políticas públicas (en contra de las pequeñas unidades
productivas) y el predominio de prácticas rentistas y de valorización
financiera. El elevado grado de transnacionalización afecta a la estructura
productiva por la lógica que adquiere el capital extranjero en la Argentina. La
débil orientación exportadora que poseen las filiales de las ET’s (salvo en el
caso del sector automotriz y en la explotación de recursos naturales), sumado a
su alta propensión importadora y a su decisión de endeudarse con fuentes
internacionales, agravan la restricción externa. Además el hecho de que en la
división de tareas entre filiales la Argentina tenga un lugar marginal, al no
incorporarse funciones estratégicas en términos de I+D, debilita el desarrollo
de capacidades tecnológicas locales.
En
cuanto a los problemas de competitividad se debe diferenciar entre los que
afectan a los sectores “tradicionales” (vinculados a la explotación de recursos
naturales), y los que derivan de la escasa creación de nuevas ventajas
dinámicas. Aunque en el primero de los sectores se produjeron significativos
aumentos en los volúmenes de producción y en los niveles de productividad (a
partir de la incorporación de cambios tecnológicos y organizativos) que
reforzaron la “tradicional” ventaja comparativa de la economía argentina
durante los noventa, existen restricciones que afectan al desempeño del sector:
la vigencia del viejo y nuevo proteccionismo a escala global, debilidades en el
modelo productivo en términos de sustentabilidad ambiental, y el escaso desarrollo
de productos con alto valor agregado. La generación de nuevas ventajas
dinámicas enfrenta problemas en el sistema de calificación de recursos humanos,
en el proceso innovativo y en la constitución de redes productivas y en el
desarrollo empresarial.
La fragilidad
macroeconómica, entendida como una situación de fuerte vulnerabilidad externa y
generadora de una elevada incertidumbre estructural, se deriva de la ausencia
de un cuadro fiscal sustentable y la existencia de una latente volatilidad
cambiaria. Los factores problemáticos que inciden sobre el cuadro fiscal son:
el peso de los servicios de la deuda pública, la ineficiencia en la
implementación del gasto público, y una estructura tributaria altamente
regresiva. Por el lado de la volatilidad cambiaria se reconocen tres factores
que la perjudican: la no sustentabilidad fiscal, que pone presión sobre la
demanda de divisas, la formación de expectativas inflacionarias, y los ataques
especulativos facilitados en los noventa por la amplia liberalización de los
mercados de capitales.
Para la
estructuración y presentación de las distintas estrategias de desarrollo los
autores utilizan cuatros ejes: las fuentes de crecimiento y los factores que lo
orientan, el tipo de especialización, los modos de regulación y coordinación
del proceso de asignación de recursos y la naturaleza de los agentes económicos
líderes. En este sentido distinguen cuatro visiones que son encabezadas por
determinadas instituciones: la autárquica, la neo-desarrollista (de base
industrial), la neo-desarrollista (de base agraria), y la neoliberal.
La
visión autárquica sintetiza las propuestas de la Central de los Trabajadores
Argentinos (CTA) y de los Economistas de Izquierda (EDI). Reconocen al mercado
interno como fuente de crecimiento de la demanda pregonando por un shock
redistributivo de los ingresos en favor de los trabajadores y un aumento del
poder adquisitivo de los asalariados. Proponen una recomposición del tejido
industrial, en especial en la producción de bienes salarios intensivos en mano
de obra, aumentando el valor agregado. El Estado (socialista, EDI o benefactor,
CTA) no sólo debe planificar y regular los mercados sino que debe participar
activamente en la producción de bienes y servicios. Si bien el Estado es el
agente por excelencia en liderar el proceso de desarrollo, se pone un énfasis
en la promoción de empresas nacionales, en especial de PyMes.
Para
los neo-desarrollistas de base industrial la principal fuente de demanda para
los productos industriales es el mercado interno (a través del consumo y de la
inversión productiva), pero no sólo acotado al ámbito nacional sino ampliado
hacia el regional de modo de aprovechar economías de escala y de
especialización. El tipo de especialización productiva debe basarse en el
desarrollo de cadenas integradas de valor industriales (tanto “aguas arriba”
como “aguas abajo”) de modo de fortalecer y darle mayor densidad al sistema
nacional de innovación. En la forma de llevar a cabo dicha cuestión existen
diferencias. Mientras que los autores del Grupo Fénix y Rubén Lo Vuolo (CIEPP)
proponen un desarrollo armónico de todos los sectores, con prioridad en los
tecnológicamente más complejos, la UIA y la Fundación de investigaciones para
el Desarrollo (FIDE) prioriza el desarrollo de sectores productivos
industriales, y Hugo Notcheff y Andrés López destacan la importancia de
desarrollar “nuevos” sectores tecnológicamente más avanzados y con estructuras
de mercado poco consolidadas. En términos de regulación y coordinación es el
Estado el encargado de cumplir funciones rectoras y orientar de forma
estratégica la movilización y asignación de recursos. Por último serán las
PyMES las encargadas en liderar la dinámica de acumulación.
Según
los neo-desarrollistas de base agraria la Argentina debe plantear un modelo de
desarrollo “orientado hacia afuera”, en donde las exportaciones y la IED sean
las encargadas de estimular la economía. Para ellos el mercado interno no debe
dejarse de lado ya que sirve de complemento de la demanda y como plataforma
para la exportación de bienes con mayor valor agregado. En términos de destinos
de exportación, el Grupo de Consultores en Economía y Organización (CEO) y
Jorge Fortaleza no especifican un destino en particular, mientras que el
economista Martín Redrado propone profundizar los vínculos con el MERCOSUR para
lograr un mayor poder de negociación en la apertura de mercados externos, y la
Fundación OKITA vincularse con los países del sudeste asiático. Dentro de esta
visión se propone una especialización en bienes agrícolas con alto agregado de
valor, a través de la constitución de sistemas agroindustriales. Mientras que
para Redrado y CEO es la interacción entre lo público y lo privado lo encargado
de asignar los recursos productivos, para Fortaleza y la Fundación OKITA ese
papel lo cumple el mercado. Para Fortaleza los actores fundamentales en llevar
a cabo la estrategia productiva deben ser las diez empresas extranjeras de
mayor tamaño a nivel mundial, que se relacionarán con los capitales nacionales
y las ET’s. Por otro lado la Fundación OKITA destaca que son las ET’s las
líderes en el proceso de desarrollo, vinculándose con las PyMES y las empresas
nacionales.
Por
último para la visión neoliberal las fuentes de crecimiento vendrán de la mano
de la apertura comercial y de la desregulación, incrementando las exportaciones
en sectores donde se cuenta con ventajas comparativas y promoviendo la llegada
de IED hacia dichos sectores. Si bien dentro de esta visión se entiende que el
óptimo al que se debe aspirar para ampliar la demanda externa y maximizar el
bienestar es el libre comercio mundial, existen distintas estrategias de
penetración de mercados foráneos. Para el Instituto sobre Estudios Económicos
de la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) se deben establecer acuerdos
preferenciales con otros países y bloques ante la falta de un multilateralismo
genuino a nivel global. Para Arriazu la apertura unilateral es la mejor forma
de mejorar la demanda de exportaciones, ante la falta de acuerdos de
liberalización comercial. Mientras que para (FIEL) el regionalismo abierto
aparece como una solución temporaria a la liberalización comercial. La
regulación y coordinación del proceso productivo quedará en manos del mercado,
el Estado sólo debe promover un entorno competitivo que genere un buen clima de
negocios que incentive la actividad privada. En este sentido, será el mercado
el que elija cual será el agente más idóneo para liderar el proceso de
crecimiento y acumulación.
Por
último, en el libro “El desarrollo ausente, neoconservadorismo y elite
económica en la Argentina” publicado en 1994, los autores
Hugo Nochteff y Daniel Azpiazu brindan un diagnóstico distinto y original
acerca de la problemática del desarrollo en la Argentina, en un contexto de
plena consolidación hegemónica del pensamiento ortodoxo neoliberal. No sólo se
limitan a identificar las causas que obturan el desarrollo sino que avanzan
sobre la formulación de estrategias y políticas a seguir. El libro se compone
de tres ensayos. En el primero de ellos, titulado Subdesarrollo y
hegemonía Neoconservadora. ¿Veinte Años no es Nada?, Azpiazu busca
demostrar como a partir de la disolución del modelo sustitutivo de
importaciones y la posterior consolidación del neoconservadorismo (como el
autor lo denomina) la economía argentina retrocedió en las dimensiones que
comprenden al desarrollo (crecimiento económico, distribución progresiva del
ingreso y reducción de la pobreza). En este sentido, se pregunta si las
reformas estructurales implementadas (apertura, desregulación y privatizaciones)
tuvieron como fin brindarle un mayor poder de regulación al mercado para que
sea la institución que guíe el desarrollo, o si fueron pensadas para
transferirle el poder regulación a la elite económica. En relación a lo
anterior abre el interrogante si dichas reformas buscaban eliminar las
restricciones al desarrollo, o más bien eregir nuevas, y en este sentido, qué
papel desempeñaba la elite económica: promotora del desarrollo u obturadora.
Las
últimas reflexiones de Azpiazu dan el punta pie inicial al segundo ensayo
redactado por Nochteff, titulado Los senderos perdidos del desarrollo,
elite económica y restricciones al desarrollo en la. Argentina. El
autor destaca que hacia mediados de la década del ’90 se consolidó un paradigma
distinto al del “Consenso de Washington”, impulsado por las corrientes
neoschumpeterianas, neoinstitucionalistas, o la llamada “nueva teoría comercio
internacional”. Este consenso se formó a partir de las investigaciones sobre
las formas de aceleración y difusión del cambio tecnológico; la llamada tercera
revolución industrial; la experiencia de las economías más exitosas de la
posguerra y el funcionamiento del comercio internacional de bienes y de
tecnología en las últimas dos décadas. La principal diferencia entre el “viejo”
y el “nuevo” enfoque de las relaciones entre el cambio tecnológico y el
crecimiento no es tanto una diferencia sobre la importancia de la ciencia y la
tecnología para el crecimiento, sino acerca de la importancia de las políticas
científicas, tecnológicas e industriales, y la interrelación entre ellas. Los
participantes en este "nuevo consenso" han vinculado la importancia
que tienen en cada economía las políticas científicas, tecnológicas e
industriales, y en última instancia, la formación de sistemas nacionales de
innovación, con el comportamiento del Estado, de la elite económica y de los
factores sociales. El ensayo cuenta con una exhaustiva revisión de los autores
(Dosi, Amsden y Esser, entre otros) que participan de este consenso y un
buen resumen conceptual de sus pensamientos.
En
relación a lo anterior el autor destaca que las políticas científicas y
tecnológicas nunca fueron prioritarias ni para la agenda del Estado ni para la
sociedad civil. El comportamiento tecnológico de la economía argentina fue
fundamentalmente adaptativo y no buscó colocarse en la frontera de las mejoras
prácticas internacionales. Para corroborar lo anterior, el autor esboza cuatro
hipótesis que explican las razones de los fenómenos mencionados a lo largo de
etapas económicas muy distintas entre sí. La primera de las hipótesis es que la
Argentina no siguió senderos de desarrollo, cambiando sólo por adaptación a los
cambios de los datos externos, dándose sólo fases de crecimiento adaptativo
(tecnológicamente tardío).
La
segunda hipótesis es que en la Argentina habría existido una insuficiencia de
monopolios transitorios basados en la innovación (los monopolios típicos del
desarrollo schumpeteriano), y que en cambio la elite económica obtuvo, o bien
rentas basadas en la explotación simple de recursos naturales, o bien cuasi
rentas sustentadas fundamentalmente en ventajas monopólicas basadas en barreras
al ingreso creadas y mantenidas por las políticas gubernamentales y no por la
innovación (especialmente a partir de los cincuenta). En este punto el autor
destaca que el comportamiento adaptativo tardío no debe confundirse con la
“imitación creativa”. La evidencia empírica sugiere que los “imitadores
creativos” pueden crecer más que los innovadores. Los empresarios y los países
que hace un imitación rápida, y generalmente mejorada o más barata, de
productos y procesos desarrollados por otros pueden ser asimilados a los
empresarios innovadores. La imitación creativa tiene de ese modo potencial para
conducir a procesos de desarrollo tan o incluso más dinámicos que la
innovación.
La
tercera hipótesis es que la causa fundamental de la persistencia de la economía
de adaptación o la ausencia de senderos sostenidos de desarrollo, habría sido
el comportamiento de la elite económica (entendida como el conjunto de
empresarios individuales o de organizaciones empresarias de mayor peso
económico y político) que moldea el sendero del resto de los agentes
económicos. Este sector económico dominante habría logrado adoptar en cada
período las “opciones blandas”.
La
cuarta hipótesis argumenta que la mayor restricción a las innovaciones y al
diseño e implementación de políticas científicas, tecnológicas e industriales
ha sido la falta de demanda de dichas innovaciones y políticas por parte de los
empresarios componentes de la elite. A partir de estas hipótesis centrales se
analiza lo que se consideran los tres periodos principales de expansión, o las tres
grandes “burbujas” de la economía argentina: 1) La impulsada por las
exportaciones primarias, 2) La motorizada por la industrialización sustitutiva
de importación, liderada por empresas transnacionales, y 3) La formada en torno
al crecimiento del endeudamiento externo.
El
tercer ensayo se titula La Industria Argentina ante la Privatización,
la Desregulación y la Apertura Asimétricas de la Economía. La creciente
polarización del poder económico y en él Azpiazu a partir del supuesto
que la hegemonía de la elite económica hace cada más difícil superar las
restricciones históricas al desarrollo, analiza los efectos de las políticas de
apertura, desregulación y privatización sobre el perfil y la actividad
industrial en su conjunto. Como conclusión el autor sostiene, en un contexto de
reciente implementación de las reformas estructurales, que la consolidación y
difusión de formas oligopólicas de mercado y el acelerado proceso de
concentración y centralización del capital en un número acotado de grandes
conglomerados de capital nacional y extranjero son, tanto en el área industrial
como en la economía en su conjunto, resultados de las reformas neoliberales
adoptadas.
Bibliografía:
Bielschowsky,
Ricardo: "60 años de la CEPAL: estructuralismo y
neoestructuralismo", en Revista de la CEPAL Nro. 97, abril 2009.
Porta,
Fernando y Bianco, Carlos: "Las visiones sobre el desarrollo argentino:
consensos y disensos", Centro REDES, DT Nro.13, 2004.
Fuentes:
Daniel
Azpiazu y Hugo Nochteff, El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo,
neoconservadorismo y elite económica en la Argentina, FLACSO-Norma, 1994,
Selección.
CEPAL,
“Equidad, desarrollo y ciudadanía, 2000. Disponible en: http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/2686/S2006536_es.pdf;jsessionid=A359F3A4BF5DDDDB334C362ED6C7F275?sequence=2
Claudio
Katz, “El desafío crítico a los economistas ortodoxos”, 2001. Disponible en:
http://pendientedemigracion.ucm.es/info/ec/jec8/Datos/documentos/comunicaciones/Fundamentos/Katz%20Claudio%201.PDF.
[1] Katz destaca la asimilación de la “teoría del
crecimiento endógeno”, que justifica la intervención del estado para facilitar
la innovación y la inversión a través de incentivos impositivos al capital,
cuando las “fallas de mercado” generan “sub-óptimos”. Y el uso de los modelos
evolucionistas para ilustrar la multiplicidad de “trayectorias posibles” hacia
la economía competitiva y abierta. Este punto es destacado por Bielschowsky
como uno de los grandes aportes que nutren al pensamiento cepalino, la idea de
la fusión entre el estructuralismo y el análisis schumpeteriano.
[i] Claudio Katz es
un economista argentino, militante y activista de los derechos humanos. Nació
en 1954. Curso sus estudios de grado de Economía en la Universidad de Buenos
Aires (UBA), en donde también se doctoró. Ha publicado en medios de Argentina,
Brasil, México y países europeos. Es profesor asociado regular de la cátedra
"Economía para historiadores" de la Facultad de Filosofía y Letras
(en donde también dirige cursos de posgrado) y profesor regular adjunto de la
cátedra "Economía II" de la Facultad de Ciencias Sociales. Dirige
proyectos en la UBA y es investigador del Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología. Coordinó grupo de trabajo de CLACSO y es miembro del Instituto de
Investigaciones Económicas de Argentina. Es autor de numerosos textos de
interpretación del capitalismo contemporáneo y de la crisis económica global.
Participa activamente en los foros continentales de impugnación del
neoliberalismo, el libre-comercio, el endeudamiento externo y la
militarización. Trabaja junto a varias organizaciones de izquierda de América
Latina. Recibió tres menciones honoríficas del Premio Libertador al Pensamiento
Crítico por sus libros “Bajo el Imperio del Capital” (2011), “Las disyuntivas de
la izquierda en América Latina” (2008) y el "El porvenir del
socialismo" (2004). También circulan varias ediciones de su ensayo “El
rediseño de América Latina. ALCA, MERCOSUR Y ALBA (2006) y de su trabajo
"La economía marxista, hoy. Seis debates teóricos (2010)
[ii] Fernando Porta es
licenciado en Economía Política (Universidad de Buenos Aires, 1970), con
estudios de especialización de posgrado (Universidad de Sussex, Inglaterra,
1980). Especialista en economía internacional y economía industrial. Profesor
titular de las universidades nacionales de Quilmes y Buenos Aires, consejero
superior de la UNQ por el claustro docente (2008-2012), e investigador
principal de redes (Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación
Superior). Profesor de posgrado en las universidades nacionales de Buenos
Aires, General Sarmiento y Quilmes, en FLACSO y la Universidad Di Tella
(Argentina) y en la Universidad de Paris-Nord (Francia). Consultor de la CEPAL,
el BID, el PNUD y la UNCTAD. Miembro del Comité Editorial de las revistas Desarrollo
Económico y CTS. Dirige la colección Administración y
economía de la Editorial de la UNQ. Ha publicado libros y artículos sobre
patrón de especialización y desarrollo, competitividad internacional,
integración económica, Mercosur, reestructuración industrial y estrategias de
empresas transnacionales
Carlos Bianco es Licenciado en Comercio Internacional de la
Universidad de Quilmes (UNQ), con estudios de posgrado en Economías
Latinoamericanas en la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y
candidato al Doctorado de la UNQ con mención en Ciencias Sociales y Humanas. Se
ha desempeñado en el ámbito académico, en actividades de gestión e
investigación.
Aporte de Emilio:
Los cinco textos seleccionados se escribieron entre 1994 y 2009. El
más antiguo de ellos es el de Azpiazu y Notcheff, mientras que el más reciente
es el documento de Bielschowsky. Las fechas de publicación demuestran la
vigencia de los textos para analizar el período y temática en estudio.
A través de las fuentes propuestas se observan las diferentes
orientaciones ideológicas de cada autor a pesar de que el contenido de los
documentos alternen distintas temáticas. Claudio Katz es la posición más
crítica y de izquierda. Aspiazu y Notcheff son economistas de corte heterodoxo,
mientras que la CEPAL se autodenomina neo estructuralista con un perfil más
cercano a la ortodoxia económica.
Por su parte, la bibliografía seleccionada
cuenta con dos textos: uno de Porta y Bianco que investigan sobre el desarrollo
argentino bajo distintas categorías de análisis y que ofrece diversas
propuestas estratégicas de acuerdo a las alineaciones más características de
las corrientes económicas argentinas. El otro artículo trata sobre el
pensamiento cepalino en sus 60 años de trabajo, con la mirada particular de un
economista de este organismo como Ricardo Bielschowsky.
Los textos seleccionados reconocen en
diversos pasajes la influencia neo schumpeterania para la heterodoxia de la
época y se observa también el camino recorrido por la CEPAL en los últimos años,
que reconfiguró su visión estructuralista de corte heterodoxo hacia su perfil
neo estructuralista con una orientación liberal como bien indica Katz.
Análisis Bibliográfico en detalle
60 años de
la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo, en Revista de la CEPAL Nro. 97,
abril 2009.
Ricardo
Bielschowsky
Brasileño. Doctor en Economía por la Universidad de
Leicester. Master Economía Universidad Brasilia. Economista UFRJ. Oficial de
Asuntos Económicos de la Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Profesor UFRJ.
Este artículo presenta una síntesis de
las ideas de la CEPAL desde su nacimiento en 1948 hasta 2008. En este período
el autor clasifica el análisis en dos etapas clave: estructuralismo (1950-1990)
y neoestructuralismo (1990-2008). Se revistan las características de cada etapa
y se realizan comparaciones analíticas para explicar puntos de encuentro y de
diferencia.
Según Bielchowsky, en los 90 ‘la CEPAL
“actualiza” su pensamiento para adecuarlo a la nueva realidad política
económica en Latinoamérica, es decir, aggiornarse
bajo los nuevos preceptos del neoliberalismo. De acuerdo a su análisis esta
transformación se hizo conservando los elementos centrales del enfoque
estructuralista y fue de carácter “inevitable”, ya que mutaron sus prioridades
con centro en la producción-distribución hacia las variables macroeconómicas.
Esta transición fue comandada en el Organismo por Fernando Fajnzylber.
A partir de 1990 la institución flexibiliza sus concepto de políticas de
desarrollo y comienza a darle mayor énfasis a los paradigmas de época:
equilibrio macroeconómico, orden fiscal, optimización del Estado, mayor
apertura comercial, entre otros elementos.
En el texto se presentan cinco nuevas categorías analíticas:
evaluación de las reformas de los 90’; agenda para la era global; enfoque en
derechos, ciudadanía, y cohesión social; fusión de los enfoques estructuralista
y schumpeteriano; políticas macroeconómicas anti cíclicas.
En resumen la nueva etapa promueve nuevas
categorías de análisis y adapta su pensamiento a las necesidades de la visión
neo liberal. Más allá de la capacidad de adaptación de la CEPAL, destaco que en
su nuevo ciclo de pensamiento la industrialización ya no es prioridad para el
desarrollo ya que actualmente pregona la transformación productiva con equidad
sin tener como eje central necesariamente
a las manufacturas. Aquí se subraya el acercamiento con la escuela
schumpeteriana. También se observa como elemento novedoso el enfoque de
derechos y de cuidado del medio ambiente.
Las
visiones sobre el desarrollo argentino: consensos y disensos, Centro REDES, DT
Nro.13, 2004.
Fernando Porta
Licenciado en Economía Política (Universidad de Buenos
Aires, 1970), con estudios de especialización de posgrado (Universidad de
Sussex, Inglaterra, 1980). Especialista en economía internacional y economía industrial.
Profesor titular de las universidades nacionales de Quilmes y Buenos Aires.
Investigador principal de redes (Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y
Educación Superior).
Director del Doctorado en Desarrollo Económico UNQUI.
Profesor de posgrado en las universidades nacionales de Buenos Aires, General
Sarmiento y Quilmes, en FLACSO y la Universidad Di Tella (Argentina) y en la
Universidad de Paris-Nord (Francia). Consultor de la CEPAL, el BID, el PNUD y
la UNCTAD. Miembro del Comité Editorial de las revistas Desarrollo Económico y
CTS.
Carlos Bianco
Licenciado en Comercio Internacional por la Universidad
Nacional de Quilmes (UNQ). Estudios de posgrado en Economías Latinoamericanas
en la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y candidato al Doctorado
de la UNQ con mención en Ciencias Sociales y Humanas. Fue investigador del
Centro REDES y del Instituto de Estudios Sociales en Ciencia y Tecnología de la
UNQ.
Fue Secretario de Relaciones Económicas Internacionales
MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO (2013- 2015). Se desempeña como
docente de grado y posgrado en la UNQ y en la Universidad de Buenos Aires (UBA)
en asignaturas vinculadas a la economía internacional, el cambio tecnológico y
el desarrollo económico.
El presente documento sistematiza diversas visiones del desarrollo
económico argentino, presenta sus consensos y disensos y finalmente ofrece
cuatro alternativas a futuro en base a los lineamientos propuestos por
distintas instituciones del arco político, social y académico del país.
Así en una primera parte se presenta el diagnóstico sobre el
desarrollo argentino, que se caracteriza por desequilibrios internos y externos
recurrentes, tesis compartida por distintas orientaciones ideológicas, y sus
causas estructurales. En paralelo, se muestran los puntos de desencuentro
respecto a esta temática. En una segunda parte, se exhiben las tendencias de
transformación de los años 90’ en la estructura productiva argentina, para dar
lugar en la última sección a una clasificación de cuatro alternativas, con sus
respectivas líneas ideológicas, para encaminar a nuestro país en el marco del
desarrollo y crecimiento sostenido. Estas propuestas son:
1) Visión autárquica. CTA-EDI; 2) Visión Neo-desarrollista base
industrial. Fénix-Fide-UIA-Notcheff-Lo Vuolo; 3) Visión Neo-desarrollista base
agraria. Forteza-Redrado-CEO-OKITA; 4) Visión Neoliberal. FIEL-IERAL-Arriazu.
En general
el texto es muy útil para ordenar y clasificar las posiciones respecto a al
pasado histórico económico argentino y las visiones para encauzar el desarrollo
de la Argentina. Por momentos los esquemas y las categorías analíticas resultan
tediosas para la lectura, no obstante comparto su utilización para organizar la
materia investigada.
A su vez se
hace notorio el papel destacado que se le confiere al plano científico
tecnológico que indudablemente es necesario abordar dado el marco en el que se
realiza la investigación.
Seguramente las propuestas pueden incorporar matices, nuevas
categorías (desarrollo base agro industrial?) o categorías unificadas (base
agraria neoliberal?), visiones regionales (neo-estructuralismo?), sin embargo
comparto que es preciso delimitar y acotar la realidad con clasificaciones tipo
que faciliten el análisis.
El
desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadorismo y elite
económica en la Argentina, FLACSO-Norma, 1994, Selección.
Daniel Azpiazu
Licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires.
Investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET) y del Área de Economía y Tecnología de la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Sede Argentina. Profesor en
cursos de posgrado en la FLACSO y en otras universidades nacionales. Es autor
de varios libros y artículos en revistas especializadas. Fue consultor externo
del PNUD, CEPAL, ILPES, OEA, OIT, GTZ (de Alemania), JICA (Japón).
Hugo Nochteff
Economista. Master en Ciencias Sociales FLACSO (primer
egresado). Investigador del CONICET en el Área de Economía y Tecnología de la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede Argentina. Docente en
cursos de posgrado.
Este libro
contiene dos ensayos que tienen como núcleo
de análisis al desarrollo argentino en el período 1975-1994. El primero de ello,
escrito por Nochteff, trata sobre el sub desarrollo argentino en este período y
la implicancia de las elites en el comportamiento de la economía. En el segundo
texto, Azpiazu problematiza el subdesarrollo argentino en vínculo con las
reformas implementadas en los 90’ y sus efectos sobre el mercado y las elites
económicas locales.
La primera sección
parte del diagnóstico de que en este período el país ingresó en una etapa de
sub desarrollo económico. Esto se verifica mediante la observación de las
principales variables macroeconómicas: cayó el PBI per cápita (medida de productividad), decreció la inversión, se
deprimió el salario real, aumentó la desocupación y el sub empleo, se
incrementó la pobreza y se concentró la riqueza. Los resultados desacreditan la
tesis ortodoxa de liberar al mercado y ajustar el rol regulador del Estado, para
que los agentes económicos actúen sin restricciones y de esta manera alcanzar
el desarrollo económico social.
Ante este
escenario el autor despliega una serie de conceptos teóricos “schumpeterianos”
para comprender el campo del desarrollo. En este sentido, “el comportamiento
económico y tecnológico de una economía de desarrollo está impulsado por
innovaciones que buscan rentas cuasi tecnológicas o por procesos de imitación,
adaptación tecnológica temprana, aprendizaje acelerado e innovaciones
menores”. Para la élite económica, esta
es una “opción dura” en términos de cambio técnico, de inversión y de cambio
social.
En contraste con
la economía de desarrollo, en términos schumpeterianos, en la economía de
adaptación no hay desarrollo sino limitadas fases expansivas. En lugar de
ciclos duraderos de crecimiento se producen “burbujas” que no brindan bases
firmes para el desarrollo. Asimismo, plantea la problemática de la “Enfermedad
Holandesa”.
En este contexto,
el autor indica que en la Argentina, y en gran parte de América Latina,
sucedieron estos fenómenos económicos con lo cual la élite económica y las
políticas gubernamentales fomentaron la consolidación de monopolios no
innovadores y reforzaron la tendencia de una economía de adaptación. La
elección de la “opción blanda” versus alternativas de industrialización más
dinámica (opción dura), se explica por las características de la élite local.
Ya en la
dictadura, la industria entró en un ciclo regresivo frente al avance del
proceso de valorización financiera. Los lineamientos del Consenso de Washington
no hicieron más que reforzar el patrón de comportamiento de la élite económica
reproduciendo monopolios no innovadores con base en la comercialización de
bienes no transables y transables protegidos. Parte de estos factores son
finalmente los que impiden la formación y consolidación de un camino de
reestructuración económica progresiva y dinámica.
En la
segunda sección, Azpiazu indaga sobre la evolución de la industria en el
proceso de reformas sucedidas en la década del 90’. En este período las privatizaciones de las
Empresas Públicas, la desregulación de los mercados y la apertura comercial
constituyeron ejes centrales de la política económica nacional. Más allá de que
estas acciones influyeran en todo el campo económico también hicieron mella en
el sector manufacturero. En esta etapa se consolidaron los mercados
monopólicos-oligopólicos no innovadores, se profundizó la concentración del
capital, se incrementó la exposición a la competencia externa, se ampliaron las
asimetrías intra sectoriales y al mismo tiempo ciertas ramas, como la
automotriz, y regímenes especiales de promoción industrial, no fueron
afectados. En síntesis, en el plano industrial se vivenció un proceso de
reestructuración sectorial heterogéneo y regresivo.
Equidad, desarrollo y ciudadanía, 2000. Disponible en:
CEPAL
Comisión Económica para América Latina. Fue establecida el
25 de febrero de 1948. Es una de las cinco comisiones regionales de las
Naciones Unidas y su sede está en Santiago de Chile. Se fundó para contribuir
al desarrollo económico de América Latina, coordinar las acciones encaminadas a
su promoción y reforzar las relaciones económicas de los países entre sí y con
las demás naciones del mundo. Posteriormente, su labor se amplió a los países
del Caribe y se incorporó el objetivo de promover el desarrollo social.
Este informe fue
escrito en el año 2000 para presentar el pensamiento de este Organismo frente a
los desafíos económicos y sociales de América Latina. Consta de cuatro partes:
el legado de los 90’ y equidad, desarrollo, ciudadanía; política social;
desarrollo económico; ciudadanía y cohesión social.
El texto se
inscribe en el marco de la globalización que comprende, según la publicación,
una serie de oportunidades pero a su vez implica serios riesgos para el
desarrollo económico, ya que surgen nuevas fuentes de inestabilidad, exclusión
y desigualdad. Asimismo, el beneficio de este fenómeno recae en las potencias
centrales y las empresas multinacionales y no se implementan mecanismos
regulatorios distributivos a nivel global.
Según la CEPAL, la
región latinoamericana finaliza la década del 90’ con resultados “mixtos”.
Resalta positivamente los avances logrados en materia de corrección de los
desequilibrios macro económicos (fiscal, inflación, incremento de las
exportaciones y de la IED) y en sentido contrario subraya el limitado
crecimiento económico y de la productividad, inestabilidad económica y
financiera, aumento del desempleo y sub empleo, escaso retroceso de la pobreza,
concentración de la riqueza. En este sentido cabe preguntarse, es un balance
verdaderamente “mixto” como presupone el pensamiento cepalino de este período?
O más bien la institución en su giro a la ortodoxia pondera en mayor proporción
el ordenamiento de la variables macroeconómicas vis à vis el bienestar de la sociedad?
En la segunda
parte del texto, se pone foco en la equidad como objetivo primordial en la
construcción de sociedades desarrolladas. Es decir, lograr procesos de
crecimiento económico estables y competitivos con equidad en términos sociales
y sostenible en el plano ambiental. En esta sección retoma la importancia de
sostener el equilibrio de las variables macroeconómicas para que no afecten
negativamente a la sociedad. También resalta que para alcanzar mayores niveles
de bienestar general es preciso consolidar economías dinámicas y competitivas.
En la tercera
parte, aborda la política social bajo los principios de universalidad,
solidaridad y eficiencia. Para ello entiende fundamental dos “llaves maestras”:
la educación y el empleo. Nuevamente atiende la importancia de una “sana”
política fiscal para que el gasto social sea eficaz.
Luego, en la
cuarta parte, se describe que uno de los mayores logros de la época fue la
mayor credibilidad en las autoridades macroeconómicas, definido como un activo
público en paralelo con la reducción de la inflación y la consolidación de los
pactos fiscales. A su vez, remarca la
necesidad de converger en políticas anti cíclicas ante la inestabilidad
recurrente acaecida en la región. Señala asimismo la importancia de
“incorporar” como objetivo tasas de crecimiento igual o mayor al 6 %
interanual. Esta expresión de deseos contrasta claramente con la realidad y
conlleva a la falta de rigurosidad analítica.
En
conclusión, el texto sintetiza el pensamiento cepalino de los 90’ donde las
ideas del desarrollo económico sostenible con equidad social se contraponen con
el giro ortodoxo de la institución donde aparentemente lograr el equilibrio de
las variables macro ocupa cada vez mayor lugar en su escala de valores.
El desafío crítico a los
economistas ortodoxos, 2001. Disponible en:
Claudio Katz
Es licenciado en Economía (1987) y Doctor en
Geografía (1997). Dirige proyectos de la Universidad de Buenos Aires y es
investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Coordinó grupo de
trabajo de CLACSO y es miembro del Instituto de Investigaciones Económicas de
Argentina.
Se desempeña como profesor de las cátedras
Economía para Historiadores y Economía II en las Facultades de Filosofía y
Letras y Ciencias Sociales de la UBA. Es docente de seminarios de doctorado y
pos-grado y ha sido profesor invitado en universidades de varios países.
Integrante del colectivo Economistas de Izquierda (EDI).
El autor realiza un análisis de la actividad de los economistas de
acuerdo a tres categorías de clasificación: ortodoxa, institucionalista y
crítica. Los primeros adscriben a la concepción neo clásica y comparten la idea
de la asignación óptima de los recursos de los agentes económicos para lograr
el progreso social. Sostienen las prácticas neoliberales y defienden como punto
de partida el beneficio del capital para alcanzar el desarrollo económico.
Los institucionalistas se basan en teorías heterodoxas para definir
qué tipo de instituciones políticas inducen a los mercados a promover el bien
común. Tratan de ajustar las distintas alternativas económicas de acuerdo al
marco de elección de la ciudadanía en cada circunstancia.
Por último, los economistas críticos objetan ambos modelos, porque
entienden que no es posible lograr el bienestar general de la sociedad bajo la
preeminencia de las clases dominantes. Descreen del capitalismo y participan en
organizaciones populares y académicas con pensamiento crítico.
El autor realiza un estudio interesante de las tres corrientes desde
su sesgo ideológico de izquierda aunque sin perder rigor crítico y analítico.
Repasa el avance ortodoxo desde la segunda posguerra y su rol funcional a la
clase dominante, como también remarca su costado naturalista y mecanicista.
A los heterodoxos también les achaca su rol funcional a las clases
dominantes aunque reconocen el conflicto social e intentan armonizar a través
del consenso institucional. Plantea que los institucionalistas “suponen que la
ciudadanía puede resolver a través de su voto el rumbo del proceso económico”,
afirmación que resulta sumamente cuestionable. Katz afirma que esta línea de
pensamiento no interpreta adecuadamente como se distribuye el beneficio, ya que
no cuestiona la explotación ni la plusvalía.
Los críticos son contrarios a las relaciones de poder que plantea el
capitalismo y son férreos opositores a la dominación del capital. Su corriente
de pensamiento más representativa es el marxismo. Orientan su trabajo intelectual
hacia los problemas de la clase trabajadora y promueven un proyecto socialista
emancipatorio.
La evaluación que hace de los economistas críticos es por momentos notablemente
imparcial: “desenmascaran la cruda realidad del capitalismo” y “ubican su
acción en el bando de los oprimidos” son frases que le hacen perder rigurosidad
a un análisis con muy buen desarrollo.
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Aporte de Magdalena:
Bibliografía:
Bielschowsky, Ricardo[1]:
"60 años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo", en
Revista de la CEPAL Nro. 97, abril 2009.
En este
trabajo se reproduce el análisis del pensamiento cepalino a lo largo de sus
primeros 5 decenios, expuestos en el artículo anterior de Bielschowsky (1998),
y se agrega la última década. Asimismo, se distinguen las etapas
estructuralistas (decenios de 1950,
1960, 1970 y 1980) de la neoestructuralista (desde 1990).
El autor
sostiene que durante la década de 1990 la Cepal actualizó su pensamiento para
adecuarlo a la nueva realidad de apertura comercial, movilidad internacional de
capitales, privatización y desregulación, aunque preservando los elementos
centrales del enfoque estructuralista inaugural y formulando estrategias y
políticas alternativas en buena medida discrepantes con las de la agenda
neoliberal.
Bielschowsky afirma
que el pensamiento de la institución se caracteriza por la continuidad y el
cambio. Por continuidad refiere a que la CEPAL ha mantenido el mismo enfoque
metodológico y analítico. En relación con los cambios, el autor destaca que el
análisis se fue actualizando en forma permanente, a fin de adaptarse a los
nuevos contextos históricos. Así, de acuerdo con este autor, en la década de 1990,
la CEPAL se dedicó a la formulación de estrategias y
políticas alternativas a la agenda reformista ortodoxa para el desarrollo de la
región. Sin embargo, a partir de 1990, la CEPAL flexibiliza el concepto de “políticas
de desarrollo” que había acompañado al estructuralismo clásico en las décadas
anteriores.
Algunas de
las novedades analíticas introducidas durante el último decenio: a) un amplio
balance del desempeño de los países en el ámbito económico y social tras las
reformas liberalizadoras, b) la perspectiva de agenda para la era global, como
la corrección de las asimetrías mundiales y la incorporación de una agenda
social internacional basada en los derechos, c) los conceptos sociopolíticos de
ciudadanía y cohesión social, d) la fusión de los enfoques estructuralista y
schumpeteriano y e) el acento en las políticas macroeconómicas anticíclicas
frente a la volatilidad financiera.
Como puntos
en común de ambas etapas se pueden señalar: las relaciones “centro-periferia”,
la vulnerabilidad externa y a los ciclos económicos, y la visión acerca de la
contribución del Estado, como necesaria para promover el desarrollo. Las
dificultades para alcanzar el desarrollo radican en ambas visiones en: la falta
de diversidad productiva; la heterogeneidad productiva con oferta ilimitada de
mano de obra, combinada con baja productividad media, ingresos medios cercanos
a los de subsistencia, concentración de la propiedad; y el tejido institucional
es poco propenso a la acumulación de capital y al progreso técnico, lo que
reforzaría la tendencia a la falta de inversión.
Bibliografía:
Porta, Fernando[2]
y Bianco, Carlos[3]:
"Las visiones sobre el desarrollo argentino: consensos y disensos",
Centro REDES, DT Nro.13, 2004.
Lo autores reconstruyen
el debate de diversos trabajos de investigación que involucran diversas
posturas y propuestas.
En la primera
sección se exponen los principales problemas identificados y el análisis de sus
causas. Los autores identifican que hay consenso acerca de que la economía
argentina presenta profundos desequilibrios internos y externos que han
acarreado como consecuencia un crecimiento no sustentable. Como causas
identifican: una estructura productiva desequilibrada; déficit de
competitividad; y una macroeconomía frágil vulnerable a shocks externos.
Las
diferencias en la interpretación de las causales de estos fenómenos es lo que
lleva a disensos en la formulación de propuestas. En relación con los disensos,
una de las concepciones, a las que hacen referencia los autores, ubica como
problema central a las inconsistencias del sistema fiscal y la causalidad se
encuentra ligada a las intervenciones distorsivas, por lo que la
responsabilidad principal estaría en las fallas del gobierno. De esta manera,
la solución sería la desregulación de los mercados.
Otra
concepción pone énfasis en la insuficiencia de capacidad competitiva de la
estructura económica y su causa radica en la fragilidad macroeconómica e
incapacidad de la estructura económica de utilizar plenamente los recursos
disponibles. Por lo cual, la responsabilidad principal estaría en diversas
fallas de mercado, imperfecciones competitivas, barreras, externalidades, etc.
La solución sería intervenir en el esquema de asignación de recursos para
corregir aquellas fallas estructurales.
La última
concepción encuentra como problema principal los desequilibrios de la
estructura económica y social. Este enfoque puede dividirse en aquellos autores
que entienden que la causa del problema radica en asimetrías de acceso y
acumulación y otros que consideran como causa principal a la asimetría en la
relación capital trabajo. En la primera visión, la responsabilidad recae en las
fallas de mercado y en la segunda, recae en el sistema social.
En la segunda
sección, se analiza el impacto de las transformaciones de los años 90. Como
rasgos generales del proceso de reestructuración productiva que se dio durante
la convertibilidad, los autores destacan la apertura de la función de
producción y oferta, por la incorporación de insumos y productos finales
importados; la racionalización y el achicamiento de los planteles de personal;
la intensificación de los procesos de trabajo.
En la tercera
sección, se analizan las macro-visiones alternativas de diferentes propuestas
analizadas, en las cuales se advierten mayor énfasis en determinados caminos de
crecimiento y desarrollo que otros. Las fuentes de crecimiento (mercado interno
o exportaciones), la especialización productiva (ventajas naturales o creación
de nuevas ventajas dinámicas, las formas de regulación y coordinación
(políticas activas u ordenamiento macroeconómico), los agentes del proceso de
acumulación (firmas o construcción de redes), son algunos de los ejes de debate
seleccionados por los autores.
De esa forma,
de acuerdo con las posiciones que se toman en los diversos ejes de debate, los
autores dividieron a las visiones en: autárquica, neodesarrollista de base
industrial (en la cual se incluye a Nochteff, autor de una de las fuentes
bibliográficas), neodesarrollista de base agraria y neoliberal.
En este
sentido, las propuestas de los neodesarrollistas de base industrial se basan en
la fuente de crecimiento es el estímulo a la inversión y al consumo en un
mercado interno ampliado hacia el MERCOSUR. Asimismo, la especialización
productiva es industrial basada en el desarrollo de cadenas de valor
industriales, sistemas locales de innovación y producción de bienes
diferenciados. Consideran necesaria la intervención del Estado a través de
políticas activas, de promoción competencia e ingreso. Seleccionan como agentes
del proceso de acumulación redes de aprovisionamiento, en donde se incluya a
las PYMES.
En la cuarta
sección se agregan los requerimientos del sistema científico y tecnológico para
cada una de las visiones anteriores.
Fuente:
Daniel Azpiazu[4]
y Hugo Nochteff [5],
El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadorismo y elite
económica en la Argentina, FLACSO-Norma, 1994.
En el primer
capítulo del libro se realiza una amplia crítica al enfoque ortodoxo. Entre
otros elementos, se critica la recomendación de que primero hay invertir, y para
atraer a la inversión es necesario reducir la intervención del Estado; después,
la inversión provocará crecimiento y, por último, se podrá distribuir. Los
autores muestran la inefectividad de estas políticas, ya que a partir de la
aplicación de las mismas, desde 1976, el producto por habitante y la tasa de
inversión cayeron. Los neoclásicos sostienen que la inversión se retrae si los
salarios son excesivos. Aunque, los autores sostienen que desde 1976 los
salarios fueron cayendo y también el desempleo fue aumentando. Esto resultó en
una redistribución regresiva del ingreso, donde el 10% más rico de la población
aumentó su participación en el ingreso y el 60% de la población de clase media,
disminuyó participación y, a su vez, el 30% más pobre decreció más aún.
A su vez, los
autores destacan que los neoconservadores a pesar de criticar la intervención
estatal, utilizaron al Estado para corregir “las imperfecciones del mercado”.
La tesis del
neoconservadorismo es que la restricción al desarrollo es la restricción al
funcionamiento del mercado y a la iniciativa privada.
Los autores
citan a Paul Samuelson para explicar que en la economía moderna los individuos
están sujetos a la coacción del Estado y a la coacción del mercado. Desde 1976
hasta 1993, los autores muestran que se redujo la coacción del Estado en favor
de la libertad de la elite económica, pero el resultado no fue el desarrollo
sino el subdesarrollo. En definitiva, los autores sostienen que el comportamiento
de las elites de Argentina no fue un motor de desarrollo sino más bien una
restricción al desarrollo.
Nochteff, en
el capítulo “Los Senderos perdidos del desarrollo”, sostiene que se conformó un
consenso alternativo al consenso de Washington, que se basó principalmente en
la importancia de la innovación y la difusión de la tecnología para el
dinamismo tecnológico. Sostiene que la economía argentina ha sido una economía
de adaptación (tardía desde el punto de vista tecnológico), la elite argentina
se ajustó a estas oportunidades sin competir por cuasi rentas tecnológicas, y
se protegieron de la competencia a través de la consolidación de monopolios no innovadores
ni transitorios sostenidos por políticas estatales. Asimismo, se advierte que
las elites toman opciones blandas, en lugar de opciones duras en cuanto a
riesgo, innovación y cambio social. Este comportamiento resulta en booms o
burbujas de crecimiento que deja sólo algunos elementos aislados de capacidad
tecnológica y productiva.
Así, Nochteff
desarrolla una hipótesis basada en que la Argentina no habría tenido períodos
significativos de desarrollo, sino fases de expansión del tipo “burbuja” que
tienen similitudes con las fases de flujo circular de Schumpeter, durante las
cuales se produjeron fases de crecimiento adaptativo (tecnológicamente tardío)
ajustándose a impulsos exógenos, inducidos por el desarrollo de otras
economías. La segunda hipótesis se basa en que la elite económica obtuvo rentas
sustentadas en ventajas monopólicas o basadas en la explotación de recursos
naturales. La tercera hipótesis refiere a que la causa fundamental de la
ausencia de desarrollo se debe al comportamiento de la elite económica.
Por último,
Daniel Azpiazu en el capítulo “La industria argentina ante la privatización, la
desregulación y la apertura asimétricas de la economía”, analiza los efectos de
las privatizaciones, la desregulación de los mercados, y la apertura comercial
desde el inicio de la convertibilidad.
Fuente:
CEPAL (2000) “Equidad, desarrollo y ciudadanía”.
El texto de
la CEPAL muestra con claridad el paso del estructuralismo al neo
estructuralismo, con una fuerte tendencia hacia la visión neoliberal, dejando
atrás a la visión institucionalista.
Desde la
CEPAL se sostiene una visión favorable a que las estrategias de desarrollo de
los países de la región sean diseñadas en función de una mayor incorporación a
la economía mundial, aunque destacan los riesgos asociados a la globalización.
El balance de
la CEPAL en relación con la década del 90 es calificado como “mixto”. Se
observa una visión muy optimista en relación con los resultados económicos,
sociales e institucionales. Se menciona de manera muy superficial que aumentó
el desempleo y el empleo informal.
Se busca
reorientar los patrones del desarrollo hacia la equidad, intentando lograr un crecimiento
económico más estable y dinámico, pero al mismo tiempo un desarrollo más integrador
en términos sociales y sostenible en términos ambientales. Desde esta
perspectiva, se coloca en el primer plano del “desarrollo” los derechos
económicos, sociales y culturales (DESC).
Si bien no se
considera a la flexibilización de la contratación laboral como una solución a
los problemas, se impulsa los “…acuerdos entre empresarios y trabajadores para
crear formas alternativas de flexibilidad para propiciar una mayor
adaptabilidad de las empresas y de sus trabajadores al cambio tecnológico y al
ciclo económico”.
De la misma
manera, el texto muestra una postura a favor de la privatización de la
seguridad social, ya que desde su perspectiva han permitido una mayor presencia
del sector privado en su gestión, la libertad de elección de los afiliados y, por
ende, una mayor competencia entre las entidades prestadoras de servicios.
Uno de los
logros que destacan como más relevantes de la década del 90 es la mayor
credibilidad en las autoridades macroeconómicas.
El manejo de
la volatilidad de la cuenta de capitales exige una combinación de tres
elementos de políticas: 1) evitar sobreendeudamiento de los agentes públicos y
privados y desajustes en los precios macroeconómicos más importantes (las tasas
de cambio e interés) y en los precios de los activos fijos y financieros; 2) la
adopción de normas estrictas de regulación y supervisión prudencial de los
sistemas financieros, con claro contenido anticíclico; 3) una “política de pasivos”, destinada a
inducir un perfil temporal adecuado de la deuda pública y privada.
La parte 1 se
divide en dos capítulos. El capítulo 1 hace referencia al legado de los años 90,
donde, entre otras cosas, se destaca el mejor desempeño en el crecimiento del
PIB en comparación con la década previa, la recuperación de la tasa de inversión
(aunque insuficiente) y avances en la incorporación de las economías latinoamericanas
en la economía mundial. Por otro lado, en el capítulo 2 se profundiza en las
visiones ya expuestas acerca de equidad, desarrollo y ciudadanía.
Fuente:
Claudio Katz[6],
“El desafío crítico a los economistas ortodoxos”, 2001.
De la lectura
del documento se desprende que el autor adhiere a la tradición marxista.
En primer
lugar, el autor realiza una crítica de la profesión de economista, ya que
advierte la internacionalización de la profesión bajo la hegemonía
norteamericana, y que la ortodoxia económica logró absorber al
institucionalismo y redujo la influencia de los críticos.
El autor
destaca el rol del FMI y el Banco Mundial, como centros de referencia laboral y
cómo usinas de las ideas neoliberales prevalecientes en la profesión. Así como,
el rol de Estados Unidos es preponderante y el inglés es el “idioma natural”
entre profesionales.
El autor
clasifica en economistas: 1) ortodoxos, a aquellos que se apoyan en la
concepción neoclásica; 2) institucionalistas, a aquellos se basan en teorías
heterodoxas, reconocen la existencia de intereses sociales contrapuestos y
conflictos, y estudian el marco social y cultural del proceso económico, y se
desempeñan como consultores o gerentes en el ámbito privado; 3) heterodoxos
interpretan a las instituciones como creaciones histórico-sociales, pero
rehuyen investigar la fuente del beneficio y omiten siempre analizar el
problema de la explotación; y 4) críticos, a aquellos que objetan ambos
modelos, cuestionan el capitalismo y se desempeñan en organizaciones populares
o en entidades que fomentan el pensamiento crítico.
El autor considera
que dentro de la visión crítica, el marxismo propone un abordaje superador del
objeto de la economía que la heterodoxia. Este enfoque busca esclarecer el
origen, las contradicciones y la evolución histórica del capitalismo. El análisis marxista no se
limita a analizar el conflicto social, sino que resalta el protagonismo de las
clases oprimidas, como el único sujeto capacitado para modificar y sustituir al
capitalismo por otro régimen social.
Un aspecto
interesante es que el autor resalta que la ortodoxia ha logrado cooptar a los
intelectuales de la Cepal y ha logrado una preeminencia en el plano teórico
gracias a la conversión del neoestructuralismo en una variante del
neoliberalismo. Asimismo indica que los hombres de la “nueva Cepal” han
asimilado el estilo de los neoliberales, especialmente cuando asumen cargos
gubernamentales o integran el staff de negociadores con el FMI.
[1] Ricardo Bielschowsky es Doctor en Economía por la
Universidad de Leicester. Oficial de Asuntos Económicos de la Comisión para
América Latina y el Caribe (CEPAL). Ha ejercido la docencia en la Universidade
Federal do Rio de Janeiro. Es autor de numerosos libros y artículos sobre el
Brasil y sobre América Latina, en temas relacionados con el desarrollo
económico, historia de las ideas económicas, pensamiento de la CEPAL,
crecimiento e inversión, y desarrollo y política tecnológica. Entre sus
principales obras destacan O pensamento econômico brasileiro
(1930-1964) – o ciclo ideológico do desenvolvimentismo y Cincuenta años de
pensamiento en la CEPAL.
[2] Fernando Porta es Premio
Konex 2016: Desarrollo Económico. Nació el 6/10/1947. Licenciado en Economía
Política en la UBA (1970), cursó estudios de posgrado en la Universidad de
Sussex (1980). Profesor-Investigador Titular de las Universidades Nacionales de
Quilmes y de Buenos Aires, es actualmente Director del Doctorado en Desarrollo
Económico de la UNQ y Director Académico del Centro Interdisciplinario de
Estudios sobre Ciencia, Tecnología e Innovación (CIECTI). Especializado en
Economía Internacional y Economía Industrial, ha sido profesor en programas de
posgrado de diversas Universidades de
Argentina y el exterior y ha publicado libros y artículos sobre
Estructura Productiva y Desarrollo, Distribución del Ingreso, Competitividad
Internacional, Política Industrial y Tecnológica, Integración Económica y
Estrategias de Empresas Transnacionales. Miembro del Comité Editorial de Desarrollo
Económico - Revista de Ciencias Sociales, Voces en el Fénix y CTS 1 - Revista
Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad.
[3] Carlos
Bianco, ex Secretario de Relaciones Económicas Internacionales, ex
Subsecretario de Desarrollo de Inversiones y Promoción Comercial de la
Cancillería Argentina. Licenciado en Comercio Internacional (UNQ). Investigador
de la UNQ, el Centro REDES (Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y
Educación Superior) y el CENDA (Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino).
Docente de grado de la UNQ y la UBA y de posgrado en la UNQ, la UBA y la UNGS.
[4] Daniel
Azpiazu, fue licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires.
Investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET) y del Área de Economía y Tecnología de la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Sede Argentina. Profesor en
cursos de posgrado en la FLACSO y en otras universidades nacionales. Es autor
de varios libros y artículos en revistas especializadas. Fue consultor externo
del PNUD, CEPAL, ILPES, OEA, OIT, GTZ (de Alemania), JICA (Japón).
[5] Hugo
Nochteff fue el primer egresado de la maestría de Ciencias Sociales de FLACSO
Argentina e investigador de la misma casa de estudios. Además fue investigador del CONICET.
[6] Claudio Katz es un
economista argentino, militante y activista de los derechos humanos. Nació en
1954. Curso sus estudios de grado de Economía en la Universidad de Buenos Aires
(UBA), en donde también se doctoró. Ha publicado en medios de Argentina,
Brasil, México y países europeos. Es profesor asociado regular de la cátedra
"Economía para historiadores" de la Facultad de Filosofía y Letras
(en donde también dirige cursos de posgrado) y profesor regular adjunto de la
cátedra "Economía II" de la Facultad de Ciencias Sociales. Dirige
proyectos en la UBA y es investigador del Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología. Coordinó grupo de trabajo de CLACSO y es miembro del Instituto de
Investigaciones Económicas de Argentina. Es autor de numerosos textos de
interpretación del capitalismo contemporáneo y de la crisis económica global.
Participa activamente en los foros continentales de impugnación del
neoliberalismo, el libre-comercio, el endeudamiento externo y la
militarización. Trabaja junto a varias organizaciones de izquierda de América
Latina.
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Aporte de Iñaki:
Los textos que se incorporaron para el debate de la clase como
bibliografía son aportes de Bielschowsky, Ricardo en "60 años de la CEPAL:
estructuralismo y neoestructuralismo", en Revista de la CEPAL Nro. 97,
abril 2009. Éste es Doctor en Economía por la Universidad de Leicester. Oficial
de Asuntos Económicos de la Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL).En
segundo lugar se encontró el texto “Las visiones sobre el desarrollo argentino:
consensos y disensos" (Centro REDES, DT Nro.13, 2004) de Porta, Fernando y
Bianco, Carlos, quien en primer lugar Porta es Profesor Titular de las
Universidades Nacionales de Quilmes y de Buenos Aires, actualmente Director del
Doctorado en Desarrollo Económico de la UNQ, Coordinador del Centro
Interdisciplinario de Estudios sobre Ciencia, Tecnología e Innovación
(CIECTI-MINCyT) y Profesor de posgrado en diversas universidades de Argentina,
del exterior y en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN).
Especialista en Economía Internacional y Economía Industrial, es consultor de
la CEPAL, el BID, el PNUD y la UNCTAD y miembro del Comité Editorial de las
Revistas “Desarrollo Económico” e “Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y
Sociedad”. Ha publicado libros y artículos sobre Patrón de Especialización y
Desarrollo, Competitividad Internacional, Integración Económica, Mercosur,
Reestructuración Industrial y Estrategias de Empresas Transnacionales. Carlos
Bianco es Licenciado en Comercio Internacional por la Universidad Nacional de
Quilmes (UNQ). Para complementar los análisis bibliográficos, además se cuenta
con fuentes primarias tanto de un informe institucional de la CEPAL del 2004
(Equidad, desarrollo y ciudadanía, 2000) junto con aportes de autores como
Daniel Azpiazu y Hugo Nochteff (Daniel Azpiazu fue investigador del CONICET y
de FLACSO. Además, se desempeñó como consultor externo del PNUD, CEPAL, OEA,
OIT entre otros organismos, mientras que Hugo Nochteff fue el primer egresado
de la maestría de Ciencias Sociales de FLACSO Argentina e investigador de la
misma casa de estudios. Además, fue
investigador del CONICET., en El desarrollo ausente. Restricciones al
desarrollo, neoconservadorismo y elite económica en la Argentina,
(FLACSO-Norma, 1994); junto con “El desafío crítico a los economistas
ortodoxos”, de Claudio Katz (economista argentino, militante y activista de los
derechos humanos, docente y doctorado de la Universidad de Buenos Aires e
investigador del CONICET. Actualmente es profesor de las Facultades de
Economía, Filosofía y Sociología de la UBA. Doctor de la Universidad de Buenos
Aires. Facultad de Filosofía y Letras, área Geografía).
En el primer texto, Ricardo Bielschowsky,
realiza un recorrido por los 60 años de existencia de la CEPAL, en donde plasma
su ideal centra de que se mantiene una coherencia de la institución a lo largo
de la mutación de sus planteos estructuralistas hacia el neo-estructuralismo.
Esgrime cómo fue que la institución migró sus análisis del binomio
producción-distribución en donde se caminaba por dos carriles: crecimiento
económico y desarrollo-distribución, hacia la década del ´80 en análisis
macroeconómicos, y luego en los ´90 se ubicó en la transformación productiva
con equidad (aumento de la productividad e inserción internacional
competitiva). En último lugar, propone el autor para la última década una
postura por parte de la CEPAL (a priori parecería impecable) de un “programa
heterodoxo en materia económica, desarrollista en asignación de recursos e
intervención del Estado, universalista en el campo social y conservacionista en
materia ambiental”.
Luego, a medida que detalla ciclo por
ciclo, realiza una primer gran subdivisión entre 1948-1990 denominada como “La
etapa estructuralista”, mientras que en el segundo gran periodo entre 1990-2008
lo denomina como “La etapa neo estructuralista”. Como reflexión general es
interesante ver que considera que la diferencia entre el neoestructuralismo y
el estructuralismo viene dada por (el contexto) “la adaptación a los tiempos de
apertura y desregulación, pero la base analítica de la nueva etapa sigue siendo
la estructuralista”. Para el autor lo que fueron los análisis centro-periferia,
en la actualidad se pueden analizar como inserción internacional desfavorable,
entre otros análisis posibles. Otro aspecto importante que empieza a marcar una
línea de análisis del conjunto de los textos es la incorporación de un análisis
neo-schumpeteriano a la estructura económica y al desarrollo latinoamericano,
que el autor denomina como “fusión schumpeteriana-estructuralista”.
El segundo texto bibliográfico es la
contribución de Porta y Bianco, desde redes en 2004. Es un texto en donde los
autores estructuran mucho la discusión, y proponen un eje articulador entre
problemas estructurales y modelos de desarrollo, entre los que se destacan
desequilibrios internos, externos, problemas de fragilidad macroeconómica,
competitividad y estructura productiva desequilibrada. En base a estos, se
realiza una descripción detallada en donde articula entre los tres problemas
estructurales y sus principales implicancias, y con detalle de la época
histórica en donde han impactado de manera directa.
Los autores, parten de lo denominado
por ellos como “consensos”, en donde en un esquema simple se podría decir que,
con respecto a la estructura productiva desequilibrada, hay consenso frente a
los problemas de articulación, configuración y la transnacionalización; así
como de la restricción externa destaca la restricción financiera y los
problemas de competitividad; mientras que en último lugar, encuentra la
fragilidad macroeconómica asociada a la sustentabilidad fiscal y la volatilidad
cambiaria. En segundo lugar, los autores proponen los “disensos”, los cuales
ordenan por jerarquía, casualidad y responsabilidad –llama a esta última como
la explicación para cada ideología del “desarrollo ausente”-. Los autores elaboran un cuadro de doble
entrada en donde casi por escuela (llama concepciones) de pensamiento se
comienza por sustentabilidad fiscal, o problemas de competitividad o, en último
lugar, por desequilibrios estructurales; en donde según qué entrada al cuadro
(la realidad argentina) se haga, se avanza en la causalidad (intervenciones
distorsivas, estructura de precios relativos inadecuada, asimetrías de
información + asimetrías en relación capital trabajo) y por último en el
determinante del “desarrollo ausente”: fallas de Gobierno, fallas de mercado o
del sistema social.
En último lugar, luego de la
descripción de las principales fallas del modelo implementado en la década de
los ´90, los autores ordenan y esquematizan –acá es donde sobresale que haya
sido redactado en 2004-, los posibles modelos de desarrollo lo más articulado
posibles entre fuentes de crecimiento, especialización productiva, formas de
regulación y coordinación, y agentes del proceso de acumulación. Una vez detallada los factores a determinar,
realiza una esquematización acerca de las visiones que describen como
Autárquica, Neo-desarrollista de base industrial, Neo-desarrollista de base
agraria, y Neo-Liberal. Los autores conjugan los 4 ejes del debate, con el
modelo (visiones) que se proponen, y autores que lo justifican. Ejemplo,
postulan que el modelo de Autarquía lo sostiene la CTA, el neo-desarrollista
industrial lo sostiene la UIA, López, Notcheff, Fénix; neo-desarrollista de
base agraria, Redrado; y el Neo-liberal, FIEL. Además de esta marca que realizo
de “color” sobre quien promulga por cada modelo, los autores marcan el sendero
principal de crecimiento y el complementario de cada esquema, así como la
oferta, demanda, y los 4 ejes en cada caso. Un texto que contribuye y ordena
mucho el debate.
Como primera fuente se encuentra “El
desarrollo ausente (…)”, que es un texto escrito en 1994 por Notcheff y
Azpiazu, en donde exponen una discusión sobre la visión hegemónica de la
economía, y el vínculo con la noción de desarrollo, basado en el caso argentino
entre 1976 y 1993. Un aspecto importante conceptual es que denominan al texto
“Subdesarrollo y Hegemonía Neconservadora (…)” en donde ya denota su
caracterización de la versión neoliberal de los últimos años de doctrina
económica, que sintetizan en el Consenso de Washington. Los autores eligen dos
ensayos –uno de Hugo y otro de Daniel- sobre la base de que en las últimas dos
décadas la Argentina se subdesarrollo.
Del texto conjunto se puede encontrar
tesis de que desde 1976, en Argentina se realizó una mutación en los objetivos
sociales, políticos y económicas hacia el aumento de la productividad, mientras
que antes el desarrollo estaba puesto en crecimiento económico, distribución
del ingreso y disminución de la pobreza. Conciben que se instaló la secuencia:
primero invertir para luego crecer y después distribuir. Muestran cómo desde
1976 hasta 1993 cae el PBI per cápita y la tasa de inversión –y el salario
real-, a pesar de la “catarata” de medidas neoliberales que desregulaban y
creaban “condiciones” de “ahorro-inversión”. Además, se hacen un festín entre
las contrastaciones empíricas de la economía argentina frente a las “verdades”
que se fueron instalando desde el paradigma dominante en argentina. Sobre todo,
lo relacionado entre salarios (que caen), inversión (que cae) y productividad
(que cae). También realizan un buen análisis de que se propuso una distribución
del ingreso: regresiva. En general elaboran una crítica a que la restricción al
desarrollo que elaboran las principales instituciones, como el BM y FMI, son la
restricción al mercado y a la iniciativa privada
Por otro lado, describen cómo a la
hora de intervenir para las imperfecciones del mercado el Estado
neo-conservador no dudó, sino que creó la “promoción industrial”, sobreprecios
en las compras del Estado, “socialización” de la deuda externa, entre otras. Es
interesante cómo a lo largo del texto utiliza autores clásicos del marginalismo
(del utilitarismo también), para argumentar malos diagnósticos y conclusiones
enunciadas en la economía argentina (como parte de un paradigma hegemónico que los
economistas denominamos “mainstream”).
Del texto de Hugo Notcheff, titulado
“Los senderos perdidos del desarrollo”. Elite económica y restricciones al
desarrollo en la Argentina”, destaco que selecciona los objetivos de política
económica en: privatización, apertura comercial y financiera, desregulación y
la estabilidad (no inflación). En este texto Hugo describe la “nueva teoría del
comercio internacional” a teorías neo-schumpeterianas, la cual se enfoca en la
nueva adscripción de la tecnología desde la denominada “tercera revolución
industrial”. Objetivos de esta: innovación + difusión de la tecnología, que se
sintetizaron como PTICs (políticas científicas, tecnológicas e industriales
relacionadas entre sí). El autor critica la base del planteo del Consenso, que
considera que este (sobre todo el segundo) se cimienta para describir la
falencia en el camino al desarrollo de América Latina, en dos conceptos /
supuestos, por un lado, que estas economías están definidas por su
comportamiento adaptativo tecnológicamente tardío; en conjunto con falencia en
las economías dinámicas líderes (innovadoras) y dinámicas competidoras
(aprendizaje acelerado).
Esgrime argumentos principales: las
economías latinoamericanas se ajustaron a las posibilidades creadas por otras
economías, las elites no se esforzaron por obtener cuasi rentas tecnológicas,
las elites se protegieron de la competencia formando monopolios no innovadores
ni transitorios (MNINT) sostenidos por políticas estatales; las elites
eligieron la “opción blanda” a la innovación que conjugó MNINT con imitación
tecnológica (opción de menor riesgo, inversión y cambio social). Este conjunto
de características determinó que la innovación sea bajo la forma aislada (de
burbuja) que deja gotas aisladas de capacidad tecnológica y productiva. Elabora
que la ISI llevada adelante por Empresas Transnacionales produjo una estructura
productiva desequilibrada (y enfermedad holandesa), que creó las condiciones
perversas para una economía de adaptación. Sin embargo, argumenta que se generó
un “empate social” que acotó el comportamiento de la elite, y agrega que en la
última década se logró un proceso industrial relativamente dinámica. Luego,
postula que la dictadura quebró el empate social, y la elite económica logró
recuperar el poder económico, político y social, yendo a una “opción blanda”
básicamente de financiarización (especulación).
Utiliza la categoría de flujo circular
y flujo de desarrollo de Schumpeter, en donde concibe que en el primero de
estos los empresarios no innovan, y por ende la economía no crece sino más bien
adaptaciones a datos externos. Entre las principales hipótesis del trabajo se
encuentra que en la Argentina no hubo senderos de desarrollo, sino que fue de
sendero de flujo circular, y parte de que no hubo búsqueda de cuasi rentas
tecnológicas. Después incorpora como hipótesis que en la Argentina no hubo
monopolios transitorios de innovación, sino más bien una búsqueda de las elites
de rentas de recursos naturales y de monopolios dados por la barrera a la
entrada de la competencia. En último
lugar, realiza dos hipótesis de que las elites económicas se ubicaron en
posiciones de “opciones blandas” y gran parte de esta posición fue por falta de
demanda de innovación.
En el texto de Daniel, titulado como
“La Industria Argentina ante la privatización, la desregulación y la apertura
asimétrica de la economía. La creciente polarización del poder económico”;
propone un análisis de los impactos en la industria manufacturera de lo que él
denomina como una línea de continuidad de las políticas por parte del
Menemismo, en la orientación de las políticas de la dictadura. Destaca que el
Programa de Convertibilidad es un punto máxime en la definición de políticos,
sustentado en tres pilares: privatizaciones, desregulación de determinados
mercados; y la apertura externa.
Distingue entre algunos impactos
logrados al inicio de la convertibilidad (mejora fiscal, apoyo y sostén de la
paridad cambiaria, estabilidad de precios y recuperación económica parcial), y
sus impactos en el largo plazo. Plantea una detallada descripción de las
privatizaciones, y sus efectos sobre la inversión (efecto muy moderado), sobre
la concentración empresarial y centralización del capital (formación de
oligopolios y monopolios), impactos en los precios relativos (precios de los
servicios y sobre-pecios en general). Por otro lado, plantea acerca de la
desregulación de los mercados desde la implementación de desregulación de
precios, liberalización para las inversiones externas, liberalización del mercado
de cambios y flujos internacionales, desregulación del petróleo, entre otras.
En este último aspecto resalta que fue perjudicial a su vez la apertura con una
apreciación cambiaria y la permisión de dumping como estrategia de inserción en
el mercado local. A su vez, no deja de remarcar que se ha consolidado en
paralelo la protección de determinadas actividades, que atenta contra el
proceso de inversión. Destaca una realidad muy distinta para los sectores
productores de transables no protegidos, respecto de los que cuentan con
protección natural o reguladas normativamente, que en el efecto agregado tiende
a destruir el tejido industrial.
La siguiente fuente es el texto de la
CEPAL, “equidad, desarrollo y ciudadanía, 2000”, del 2004. En el mismo, se
realiza una “herencia” (legado) de la década de los noventa, en donde se
describen aspectos positivos de la misma como desequilibrios fiscales, en la
reducción de la inflación (más de lo mismo), entre otros, pero faltó el
crecimiento y el aumento de la productividad. Le incorpore un eje de análisis
al contexto de discusión, que es la equidad; en un intento –a priori- de
acercar posiciones con el desarrollo de la CEPAL a lo largo de su historia. De
todas maneras, no atribuye equidad en el sentido de igualdad de posiciones, o
de distribución del ingreso, sino más bien en el sentido de un desarrollo
sostenible (economías dinámicas y competitivas).
En segundo
lugar, la introducción atraviesa temas como “política universal, solidaria y
eficiente” o “un desarrollo más estable, dinámico, integrador y sostenible” y
“ciudadanía y sociedad”. Como eje transversal, se puede decir que pregonan por
visiones “de modé” como la educación como la mejor política social, o la
credibilidad en las autoridades macroeconómicas, o el deber de crear “empleos
productivos”, el “desarrollo sostenible”, y en el último eje, insiste desde
varios enfoques en aumentar la participación ciudadana.
En el
primer apartado, propiamente sobre el legado de “los noventa”, considera que es
una década en donde se ha crecido, pero menos de lo necesario, e incorpore cómo
se ha incrementado el déficit externo (en realidad, aumento del comercio exterior)
en las economías a la par de que también haya aumentado la inversión extranjera
directa. A su vez, también se encuentra en el texto una línea como si fuese de
“buen camino, pero no alcanzó” en lo que respecta a la transformación
productiva, institucional. Lo que sí se encuentra una crítica a la creciente
brecha entre ingresos, como así a la evolución del empleo en general (baja
productividad) que se encontró en la década, y sí destaca la incorporación de
la mujer al mercado de trabajo casi como único logro del periodo en este
aspecto. Luego, continúa con una visión del gasto social que, si bien no es
asistencialista, consta de un elevado de grado de eficiencia como criterio de
asignación (a la par de que es parte de un aumento del desempleo), como así
también inicia destacando la reducción de la pobreza, pero remarcando que esto
ha sido muy heterogéneo y revertido en parte con las crisis del fin de la
década. Por otro lado, en referencia a los desafíos, son ejes importantes y por
fuera a veces de la literatura, como la igualdad de género, desarrollo
sostenible, hasta incluso “avance parcial de la democracia”.
En la
última sección seleccionada para la lectura, atraviesa las características y
los desafíos de la equidad, desarrollo y ciudadanía; en donde los enfoca desde
dos perspectivas generales, “el marco externo, constituido por el proceso de
globalización, y el marco ético, configurado por los derechos humanos, en su
acepción más amplia, que abarca los derechos económicos, sociales y culturales”.
En último
lugar, se encuentra el texto de Claudio Katz, en donde –sin ocultar su enojo-
intenta ordenar el aporte de los economistas entre ortodoxos,
institucionalistas y críticos, en donde en los últimos años han avanzado los
primeros de estos. Parte del diagnóstico de que, en América Latina por las
privatizaciones y la negociación de la deuda, los economistas ortodoxos han
cooptado las instituciones y a la mayoría de los economistas de la CEPAL y la
teoría de la dependencia.
Esboza que
los ortodoxos se han homogeneizado a la par de un proceso de aceleración,
resultando que ahora priman entre los recibidos de las facultades, que ocupan
lugares relevantes en los gobiernos, etc. Los describe como los encargados de
realizar los atropellos del capital sobre los trabajadores, y otro adjetivo
relevante que les asigna es “incapaces de formular diagnósticos de largo
plazo”. Retoma la discusión sobre el rol tecnocrático de la función pública
como un sujeto despolitizado, sino técnico.
Otra
caracterización que realiza es que se da una migración metodológica –y luego,
epistemológica- de los economistas ortodoxos a otras ciencias sociales,
generando un impacto de “colonización” de la distancia propia de la economía
entre sujeto, objeto de análisis e investigador. En segundo lugar, describe a
los institucionalistas, en donde reivindican la concepción del Estado y la
Ciudadanía, en lugar del mercado. El autor los categoriza como que caen en una
“ilusión” de considerar que, mediante el voto, la ciudadanía va a poder resolver
el proceso económico (es decir, la disputa de clases). En último lugar, como economistas
heterodoxos considera que reúnen varias escuelas que reivindican y se nutren
del estudio neo-schumpeteriano de la innovación, el análisis regulacionista y
analogía evolucionista. Él critica a estas últimas tres escuelas de que ninguna
analiza el régimen social como un sistema –de manera resumida- desde un punto
de vista del materialismo histórico (incluso critica que no hablan de
plusvalía). En último lugar, describe a los economistas críticos, que no
dividen con las mismas categorías, sino que analizan entre opresores y
oprimidos. Los mismos vienen de escuelas ricardianas, y los marxistas son el
sector “más estructurado y consecuente”.
En
último lugar, elabora este análisis para los últimos años en América Latina,
describiendo algunas instancias de autores que cambiaron su mirada, pero es
interesante cómo apunta al estructuralismo y neo-estructuralismo como un
replanteo conceptual de la CEPAL, y sentencia diciendo que “han sustituido la
elaboración de conceptos originales por la absorción pasiva de las modas
neoclásicas”, y que han eliminado la palabra imperialismo del
lenguaje.
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Aporte de Celeste:
Bielschowsky, Ricardo:
"60 años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo", en
Revista de la CEPAL Nro. 97, abril 2009.
Economista brasilero que se doctoró en Leicester, Inglaterra. Trabaja para la CEPAL y fue
docente en varias universidades brasileras.
El autor realiza un repaso de los principales aportes e ideas que
realizo la CEPAL a lo largo de su existencia. El foco esta puesto en el paso
del estructuralismo al neoestructuralismo que se dio de lleno a partir de la
década del 90 de la mano de Fajzsylber quien renovó la matriz de pensamiento
cepalino “reconociendo las reformas
institucionales pero oponiéndose a una serie de elementos centrales de la
liberalización orientada por el Consenso de Washington”. Según Bielschowsky,
la CEPAL se vio forzada a “actualizar” su pensamiento para adecuarlo a las nuevas
condiciones económicas que regían en Latinoamérica: apertura comercial, movilidad
internacional de capitales, desregulación y privatizaciones, como así también
una nueva manera de relacionarse con el mundo y de mayor integración regional
pero formulando políticas y estrategias
que discrepaban con las políticas neoliberales vigentes en la región. Como este
proceso se dio conservando los elementos centrales del enfoque estructuralista,
se lo llamo neoestructuralismo. El
autor deja en claro que este viraje no fue bien recibido por todos “si bien para algunos ello significó rendirse
al neoliberalismo, para otros fue una alternativa que permitiría seguir
incidiendo en los destinos de la región desde la perspectiva teórica y
metodológica clásica de la CEPAL”.
Se pueden ver similitudes entre ambas etapas “los aspectos desfavorables de las relaciones “centro-periferia” que
caracterizaban a la etapa estructuralista, eran el deterioro de los términos
del intercambio, el desequilibrio externo y la inflación estructural, la
dinámica de sustitución de importaciones, la integración regional y la
dependencia, mientras que en la etapa neoestructuralista se destacan las ideas
relativas a la inserción internacional desfavorable y las asimetrías en la era
de la globalización, la vulnerabilidad externa y a los ciclos económicos, el
regionalismo abierto y las agendas global, regional y nacional”. Ambas
etapas consideran como actores clave al Estado y a la movilización social para
afrontar problemas y promover el desarrollo.
Porta, Fernando y
Bianco, Carlos: "Las visiones sobre el desarrollo argentino: consensos y
disensos", Centro REDES, DT Nro.13, 2004
Bianco es docente-investigador de la Universidad
Nacional de Quilmes en donde se licenció en Comercio Internacional. Investigó
en el Centro REDES y en CENDA. Durante el último gobierno se desempeñó como
Secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería
Argentina.
Los autores comienzan realizando un diagnóstico
sobre los consensos que hay sobre los problemas que afectan al desarrollo
argentino, como causas estructurales destacan la estructura productiva
desequilibrada, los problemas de competitividad y la fragilidad macroeconómica,
que terminan afectando la dinámica de crecimiento de largo plazo, repercutiendo
en serios desequilibrios internos y externos, generando un crecimiento no
sustentable que además afecta regresivamente al ingreso. Pero al entrar al
plano de las causas “hay fuertes disensos
en la evaluación de la situación y de las responsabilidades causales en el
punto de partida y en la selección del camino para transitar”, es
justamente “en la determinación de la
jerarquía y de la secuencia de causalidad donde se manifiestan las diferencias
de interpretación, lo que obviamente lleva a la formulación de propuestas
radicalmente diversas”. El texto prosigue estableciendo las tendencias de
cambio que se dieron en los ‘90 que terminaron repercutiendo en contra de la
producción de bienes transables, que en conjunción con el abaratamiento del
capital favorecieron el desarrollo de actividades más intensivas en este último
y relativamente protegidas o ligadas a recursos naturales. Esto cambia
radicalmente con el estallido de la crisis y la devaluación, donde se modifican
fuertemente los precios relativos en favor de los bienes y servicios transables
y de los procesos trabajo-intensivos.
Luego los autores realizan una interesante síntesis
de las principales corrientes económicas, especificando que fuentes privilegian
a la hora de pensar en el crecimiento, siendo las exportaciones o el mercado
interno (dando prioridad al consumo o a la inversión); el tipo de
especialización productiva, si se pretende fomentar las actividades con
ventajas naturales o ya adquiridas, o se piensa promover la creación de nuevas
ventajas dinámicas. Luego especifican que formas de regulación y coordinación
sustentan cada enfoque teórico, privilegiando al Estado y/o al mercado como el
mejor asignador de recursos, para finalmente establecer cuáles serán los
agentes que deberán ser beneficiados en pos de viabilizar el proceso de
acumulación, esta configuración empresarial
puede establecerse en firmas, siendo nacionales o extranjeras o promover
la creación de redes empresariales. Los autores utilizan este enfoque para
encuadrar cuatro visiones formuladas por diferentes instituciones y autores
representativos de distintos posicionamientos políticos, sociales y académicos
del país: “autárquica”, “neo-desarrollista de base industrial”; “neo
desarrollista de base agraria” y “neoliberal”.
Prestan especial atención al modelo
“neo-desarrollista de base industrial”, (justamente remarcando aportes de
Nochteff) cuya base de crecimiento se sustenta en la demanda del mercado
interno, promoviendo tanto el consumo como la inversión, creando nuevos
sectores e incorporando tecnología en los sectores tradicionales promoviendo el
escalonamiento hacia ventajas competitivas dinámicas. El modelo implica ir
hacia la producción de bienes diferenciados, con alto valor agregado que incorporen
mano de obra calificada de salarios altos. El énfasis esta puesto en el
desarrollo de nuevos sectores tecnológicamente más avanzados y por sobre todo,
con estructuras de competencia poco consolidadas, busca romper con la
dependencia de la elite económica de las ventajas naturales que opera
explotando monopolios no innovadores y no transitorios. Aquí el Estado debe
articular políticas activas a nivel macro, micro y meso destinadas a transitar
hacia el tipo de especialización propuesto, pero la intervención pública no
debe frenar al mercado, sino intervenir para lograr su funcionamiento de manera
eficiente. Para finalizar, los agentes que deban propulsar este proceso de
acumulación son las pymes, ya que fomentan mayor creación de empleo y presentan
mayor flexibilidad para responder ante demandas específicas de series cortas de
bienes diferenciados.
Daniel Azpiazu y Hugo
Nochteff, El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo,
neoconservadurismo y elite económica en la Argentina, FLACSO, Norma, 1994,
Selección
Nochteff destaca que en paralelo al acatamiento de
las políticas promovidas por el consenso de Washington, se venía gestando un
consenso muy distinto entre las corrientes más nuevas y menos ortodoxas del
pensamiento económico, las cuales hacían énfasis en la importancia de la
innovación y la difusión de la tecnología como factor clave del dinamismo
económico. Al poner el énfasis en las políticas científicas, tecnológicas e
industriales se deben considerar explícitamente los comportamientos de los
actores sociales, y en especial, el rol de las elites económicas y del Estado,
ya que resultan decisivos para el desarrollo. No es una novedad, que para 1994,
las políticas científicas y tecnológicas no habían sido prioritarias en la
agenda del Estado ni de la sociedad civil, de hecho, su formulación fue tardía
y débil según el autor, y no existió una articulación firme entre la demanda y
la oferta interna de tecnológica. Además, el comportamiento tecnológico fue “fundamentalmente adaptativo y no busco, en
general, colocarse en la frontera de las mejores prácticas internacionales”.
Esto perjudicó la transición hacia sistemas económicos más dinámicos y
restringió el desarrollo económico.
Según el autor la economía argentina se caracterizó
por la adaptación en sentido schumpeteriano (y tardío desde el punto de vista
tecnológico), cuyo “comportamiento básico
ha sido el ajuste a las oportunidades creadas por otras economías externas”
(imitación tecnológica tardía), y las elites económicas forzaron el ajuste de
toda la economía a estas oportunidades sin competir por “cuasi rentas
tecnológicas”. Las elites económicas se
protegieron de la competencia a través de la consolidación de monopolios no
innovadores ni transitorios (MNINT) sostenidos por las políticas
gubernamentales, el autor caracteriza a este proceso como “opción blanda”, ya
que este comportamiento no lleva al desarrollo sino a una serie de burbujas,
que cuando se terminan dejan solo algunas “islas” de capacidad tecnológica y
productiva y no “un nuevo estadio de
capacidades sobre la cual pueda generarse un ciclo de desarrollo”, esta
sería la razón del bajo crecimiento a largo plazo del país. Argentina atravesó
tres burbujas, la primera impulsada por la exportación de bienes primarios, la
segunda fue por la ISI liderada por empresas trasnacionales y la tercera fue el
endeudamiento externo impulsado por la última dictadura militar. El autor
realiza una analogía entre estas fases de expansión de tipo burbuja, con las fases
de flujo circular de Schumpeter, durante las cuales “no habría habido transformaciones y expansiones movidas
fundamentalmente por impulsos endógenos generados por innovaciones propias o
por procesos de competencia innovadora o imitación rápida, sino fases de
crecimiento adaptativo (tecnológicamente tardío), a impulsos exógenos,
inducidos por los cambios en los datos producidos por el desarrollo de otras
economías”.
Para cerrar, la tesis del autor se centra en que
las elites económicas obtuvieron rentas basadas en la explotación simple de
recursos naturales, o cuasi rentas sustentadas en ventajas monopólicas basadas
en barreras al ingreso, creadas y mantenidas por las políticas gubernamentales,
y no por la innovación. La falta de políticas integrales científicas y
tecnológicas, son fruto de la escasa demanda de las mismas por parte de la
elite económica, que terminan condicionando el sendero de desarrollo y las
posibilidades de mejoras genuinas para el resto de la sociedad.
Claudio Katz, “El desafío crítico a los economistas ortodoxos”,
2001
El autor
pone énfasis en el papel preponderante que han adquirido los economistas como
sujeto social y realiza una descripción de tres corrientes de pensamiento que
considera centrales en el funcionamiento económico, los ortodoxos, los institucionalistas
y los críticos.
Critica fuertemente a los ortodoxos, siendo
la corriente que gano mayor peso y poder relativo dentro del sistema. Los acusa
de ser funcionales a los capitales concentrados y que operan en distintos
niveles justificando la dominación capitalista. Remarca como el pensamiento
económico norteamericano llego a ser hegemónico, expandiendo la lógica de
mercado a nivel mundial y empoderando a esta corriente de pensamiento a tal
punto que los mayores reconocimientos y premios terminan en mano de
estadounidenses. Los organismos internacionales también tuvieron un rol
esencial al permitir internacionalizar la profesión y darle un mayor status.
Remarca el rol de la corriente austriaca como predecesora y madre del
neoliberalismo que repunta en los ‘70 con el fin de terminar con el estado de
bienestar y garantizar transferencias al gran capital en detrimento del trabajo
asalariado.
Destaca las trayectorias profesionales de estos
economistas y como fueron promovidos por los sucesivos gobiernos
norteamericanos para reducir la influencia de la CEPAL en la región. Hayek y
Friedman supervisando el experimento chileno, Sachs llevando adelante el shock
antiinflacionario en Bolivia y los reconocidos autores de manuales de
macroeconomía, Fisher y Dornbusch dirigieron el ensayo privatizador en
Argentina.
CEPAL, “Equidad, desarrollo y ciudadanía, 2000
Este texto de la CEPAL tiene como objetivo mostrar
la visión de la CEPAL sobre los retos que afronta la región en su camino al
desarrollo en el mundo globalizado.
La primer parte del informe analiza el legado de la
década de los ‘90, donde gran parte de las económicas latinoamericanas llevaron
adelante políticas neoliberales llevando a una fragilidad social creciente. El
segundo capítulo muestra el abanico de propuestas de la CEPAL, enfatizando el
carácter integral del desarrollo, donde se establezca y lleve adelante un marco
ético que garantice los derechos humanos y la equidad, que apele a la
construcción de una ciudadanía y una sociedad más justas. Para ello establece
las pautas para llevar adelante una política social eficiente, de carácter
universal.
En la segunda parte del informe ahonda en los
principios que se deben promover para llevar adelante una política social
universal y eficiente, luchando contra la pobreza, promoviendo el gasto público
social, generando empleo, promoviendo la educación, generando empleo y
garantizando la seguridad social.
En la tercera parte, ahonda en temas económicos,
abordando el desarrollo productivo, la estabilidad y el crecimiento económico,
entre otros. Finalmente, a modo de reflexión cierra el informe con un capitulo
titulado “ciudadanía, igualdad y cohesion social: la ecuación pendiente”
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Aporte de Pablo:
Ricardo
Bielschowsky “Sesenta
años de la cepal: estructuralismo y neoestructuralismo”
Bielschowsky es economista graduado en la Universidad Federal de Rio de
Janeiro, y realizo estudios de maestría en la Universidad de Brasilia y un
doctorado en Leicester Inglaterra. Es profesor universitario y miembro de la
CEPAL.
El trabajo de Bielschowsky realiza un recorrido de los sesenta años del
pensamiento cepalino, distinguiendo dos grandes etapas, la etapa
estructuralista que abarca desde 1950 a 1980 y la etapa neoestructuralista a
partir de los años ’80.
Tomando de modo sintético el recorrido del texto, podemos observar que
los grandes ejes temáticos que dieron nacimiento al pensamiento de la CEPAL
conformados por el enfoque “histórico-estructural”[1] de la realidad
latinoamericana y la necesidad de una construcción teórica propia para
comprender el proceso económico; la noción de centro y periferia basada en una
inserción desigual en la división internacional del trabajo; y el deterioro de los términos de intercambio
como base de la restricción externa se
presentan como base explicativa de la dificultad de desarrollo industrial y
salto cualitativo en la estructura productiva del continente. Estos ejes
centrales, no mutaran de forma significativa durante el desarrollo del
pensamiento cepalino sino que se producirán, dado los cambios a nivel global y
local, cambios en el diagnostico coyuntural que modificaran las estrategias y
ampliaran prioridades conservando el esquema fundamental de pensamiento y la
búsqueda de vías propias de desarrollo.
A grandes rasgos, el predominio del paradigma industrializador fue la base del nacimiento de la CEPAL en los
años ’50, agregando hacia los ‘60 un conjunto de ideas donde predomino la
necesidad de reformas fiscales, financieras y agrarias como ejes centrales para
lograr la industrialización. El crecimiento industrial relativamente exitoso de
estos años, implico un aumento notorio de la pobreza urbana, esto sumo a las
formulaciones de la CEPAL condiciones de empleo y la centralidad de la
distribución del ingreso, relacionando de este modo equidad y desarrollo
productivo. La expansión exportadora de bienes industriales, como el caso de
Brasil, se presentó como idea contrapuesta al endeudamiento y a la necesidad de
capital extranjero como motorizador industrial.
Bielchowsky destaca la importancia de
la incorporación de la concepción distributiva, observando que el
crecimiento de los años ’60 no logro romper las desigualdades en el seno de la
sociedad latinoamericana y no encontró formas de enfrentar la pobreza. De esta
forma, comienza a revisarse la noción de la estructura de la demanda interna
respecto a la oferta como motorizador de la acumulación y el progreso técnico.
En el decenio de
1990, la cepal actualizó su pensamiento para adecuarlo a la nueva realidad de
apertura comercial, movilidad internacional de capitales, privatización y
desregulación, en un contexto de relaciones más estrechas con el resto del
mundo y de mayor integración regional. Se conservaron los elementos centrales
del enfoque estructuralista inaugural pero se formularon estrategias y
políticas alternativas en buena medida discrepantes con las de la agenda
neoliberal. Es en esta nueva etapa que se utilizó la expresión
“neoestructuralismo”.
La última década
analizada de 1998 al 2008 perfecciono los análisis y propuestas
neoestructuralistas, configurándose así una agenda de políticas que abarca los
cuatro campos analíticos fundamentales de la cepal: macroeconomía y finanzas,
desarrollo productivo y comercio internacional, desarrollo social y
sostenibilidad ambiental.
La etapa neo-estructuralista (1990-2008)
El final de los
años ’80 donde las reformas neoliberales comenzarán a ejercer su predominio en
todo el continente con bases fundamentales en la apertura comercial y
financiera, privatizaciones y reducción general, o mejor dicho, cambio en el
tipo de intervención estatal, llevaron a un nuevo contexto, donde la
volatilidad de los capitales financieros implico la necesidad de reorientar el
foco de las ideas.
La productividad y
competitividad “autentica” en base a un tipo de cambio real elevado y estable,
pero en función del fortalecimiento de la capacidad productiva y la innovación,
aparición como un eje central, en pos de la incorporación de nueva tecnología,
calificación del capital humano y logro de mayor equidad. Mientras que las
políticas neoliberales limitadas en la apreciación cambiaria se basan en
ventajas salariales y el predominio en los recursos naturales exportables,
siendo esto una competitividad “espuria”. El control ante el predominio del
capital financiero, llevo a incorporar la necesidad de mayores controles del
mercado financiero en pos de equilibrar rentabilidades que no condicionen el
ahorro interno en pos del desarrollo, y se incopora fuertemente la agenda
“sociológica” en la CEPAL, incoporando los conceptos de ciudadanía y cohesión
social, en base a la integración, los derechos políticos y sociales y la
democracia, incoporada fuertemente en la agenda desde inicio de los años ’80.
Carlos Bianco-Fernando
Porta “Las visiones sobre el desarrollo argentino consensos
y disensos”
Fernando Porta es el actual Director del
Doctorado de Desarrollo Económico de la Universidad Nacional de Quilmes y
coordinador del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Ciencia, Tecnología
e Innovación. Carlos Bianco, es
licenciado en Comercio Internacional por la Universidad Nacional de Quilmes.
El texto de Bianco y Porta, intenta ordenar las
temáticas centrales de discusión sobre el desarrollo económico argentino,
colocando de forma metódica los enfoques centrales de las diversas redes de
pensamiento. Esta sistematización busca,
de cierto modo, romper con el paradigma que aduce una constante
interpretación cortoplacista de los problemas centrales de la economía
argentina en pos de su desarrollo, y para lograrlo, los autores contraponen los
puntos en común y las confrontaciones de cada subgrupo de pensamiento,
considerando cuestiones coyunturales del momento histórico pero focalizando en
los problemas centrales que enmarcan el desarrollo. El esquema del texto pasa
de los puntos centrales mediante los cuales se realiza el “diagnostico”
económico, las modificaciones que implicaron los años ’90, y una segunda parte
el conjunto de hipótesis para sistematizar la discusión actual respecto al
crecimiento y desarrollo.
Respecto a los diagnósticos y mapa problemático los
autores identifican 1) Causas estructurales en referencia al desequilibrio de
la estructura productiva, problemas de competitividad y fragilidad
microeconómica 2) Dinámica a largo plazo refiriendo a los desequilibrios
internos, como desigualdad del ingreso y acceso a bienes públicos, la
insuficiencia de empleo y la escasa sustentabilidad de las económicas
regionales. 3) Desequilibrios externos, como restricción comercial, financiera
y endeudamiento 4) Los ciclos de “stop and go” que representan una estructura
de crecimiento no sustentable. Todos estos puntos, refieren a la incapacidad
distributiva que genera la estructura productiva desequilibrada, los déficit de
competitividad respecto a la inserción internacional de la económica; y una macroeconomía,
por lo tanto, vulnerable a los shocks externos que implica una visión
cortoplacista y conservadora de los actores económicos en pos del desarrollo.
Estos problemas centrales que fuimos desarrollando a lo largo de la materia
encuentran una sistematización que permite ingresar en los problemas actuales
de forma relativamente ordenada.
Al respecto los autores destacan que en la
actualidad las visiones de desarrollo se enfrentan con problemas centrales como
la trazabilidad y la segregación; la necesidad de contemplar los problemas
ambientales del uso tecnológico en la región pampeana (transgénicos y
semillas); y la creciente dependencia basada en la exportación de commodities y
un esquema productivo dependiente de insumos y tecnología proveniente del
exterior. La oportunidad potencial de participación en el mercado internacional
de materias primas y el agregado de valor chocan con la escasa productividad y
promoción al entramado de pequeñas y medianas empresas, así como la escasa
asistencia técnica en la producción de no-tradicionales. Los autores observan
cierto consenso respecto a la necesidad de fortalecer ventajas comparativas
dinámicas.
Las fuentes de crecimiento, tienen como eje
central la disputa entre quienes consideran que respecto a la demanda es
central el mercado interno o el énfasis exportador. En los ejes que consideran
el mercado interno como factor dinamizante, la discusión se centra en la
demanda a través del consumo o de la inversión de capital. Es decir, respecto a
la demanda de bienes de consumo, la extensión horizontal de la demanda implica
una redistribución hacia los sectores de menores ingresos. Mientras que una
profundización vertical, implica mercados segmentados y diferenciación de
productos.
Otra cuestión central que observan los autores y,
tal como los otros puntos, nos adentra en las discusiones actuales, refiere al
tipo de especialización. Tenemos por un lado del debate se considera que la
especialización debe estar fundada en la dotación de recursos y ventajas
adquiridas a lo largo del desarrollo (trunco, “ausente” o no) y por otro lado
quienes consideran la necesidad de crear nuevas ventajas dinámicas, obviamente
considerando la posibilidad de coordinar ambas. Es claro que el costo inicial
de un proyecto de especialización innovadora es mucho más alto que en el caso
de asentarse sobre ventajas adquiridas, siempre considerando el detrimento de
valor posible que implica la no-innovación.
Hugo Notcheff - Daniel Azpiazu “El desarrollo
ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadurismo y elite económica en
la Argentina”.
Azpiazu fue investigador del CONICET y miembro
de FLACSO, por su parte Nochteff también investigador del CONICET, par de
FLACSO y egresado de esta misma escuela como Master en Ciencias Sociales.
El desarrollo ausente fue escrito en 1994, y
centralmente el texto pone en discusión respecto al desarrollo argentino y la
visión económica hegemónica. Cabe destacar el proceso de auge neoliberal en el
que se enmarca el texto. El paradigma “productivista” fue predominante frente a
la noción de crecimiento económico y distribución funcional del ingreso. Una
cuestión central es la evidencia empírica respecto a las condiciones económicas
creadas por el proyecto neoliberal, la carencia de inversión como eje central
de la ausencia de crecimiento en el contexto global de predominio del capital
frente al trabajo. Las promesas “no cumplidas” del proyecto neoliberal y el
esquema productivista.
El texto de Notcheff, presenta fundamentalmente
un diagnóstico y análisis sobre las políticas implementadas por el
neoliberalismo predominante en los años ’90. Pero su esquema de desarrollo
critica también, y esto nos permite retomar la discusión, al desarrollismo de
la segunda ISI y la política dominada por las transnacionales. El esquema de
base, que sustenta el desarrollo tecnológico como factor central del desarrollo
y argumenta que los países periféricos latinoamericanos no pudieron acompañar
el proceso de innovación tecnológica de los países centrales se debió a causas
internas en el vínculo creado entre la elite económica local, el estado y las
empresas transnacionales. Por lado la creación de mercados monopólicos
protegidos, y por otro lado la incoporación de tecnología obsoleta en el camino
hacia la vanguardia internacional de innovación, dejando de este modo el
problema central de competitividad y detrimento de los términos de intercambio,
de cierto modo, intacto. La necesidad de innovación (relativa) basada en la
alianza mercado internista de demanda de bienes salarios, termina por romperse
con el inicio de la dictadura militar y da pie al paso al modelo de acumulación
financiera de las elites locales.
Por parte del apartado de Azpiazu “La industria
Argentina ante la privatización, la desregulación y la apertura asimétrica de
la economía. La creciente polarización del poder económico”, se central
fundamentalmente en los cambios experimentados a nivel industrial y la
continuidad de un esquema de desregulación asimétrica de los mercados y
reconfiguración del esquema productivo local mediante las privatizaciones como
base de un cambio sustancial en la configuración de los precios relativos.
Para Azpiazu el “shock institucional” de los ‘90
se compone de los siguientes elementos: Apertura y desregulación,
privatizaciones, liberalización financiera, ajuste y precarización laboral y
restructuración del mercado de trabajo.
El proceso de desregulación se basó en la
eliminación del régimen de precios, la supresión de la regulación específica
para la inversión extranjera, la desregulación del mercado petrolero y la
liberalización del flujo de divisas. El decreto 2294/91 elimino la
restricciones de venta y los límites de ingreso a ciertos mercados, por otra
parte a nivel comercio exterior elimino la intervención estatal sobre las
exportaciones y flexibilizo el ingreso de importaciones. Una cuestión central
señalada por Azpiazu, es que nos e trato de una pura desregulación, sino más
bien de un proceso de “re-regulación”, es decir que se realizó una
implementación asimétrica tanto del control de importación como en la reducción
de los subsidios y tarifas. A su vez, el esquema de transferencias si bien se
detuvo en aspectos generales, en realidad cambio de mecanismo, la reducción de
los aportes patronales y las reducciones vinculadas a la transferencia de los
aportes jubilatorios, implicaron una transferencia de 52.331 millones de
dólares. Esta re-regulación estuvo condicionada por el poder de “lobby” de
ciertos grupos empresariales, que permitió la transferencia de poder
regulatorio a las posiciones oligopólicas, por esto el proceso de apertura
respondió y profundizo el proceso de centralización y concentración del
capital. Incluso fuera de la intencionalidad directa, el esquema desregulador
ignoraba las asimetrías de origen en la estructura económica.
Cabe destacar que en la visión de Azpiazu
respecto a las privatizaciones la subvaluación de los activos públicos y la
participación de ciertos grupos en la comunidad de negocios conformada con los
acreedores externos en las privatizaciones fue la clave de aquellos sectores
que fueron los ganadores de la convertibilidad. Este proceso determino que
estos grupos pasen a integrar el grupo predominante de la cúpula.
[1] El autor destaca tres puntos centrales de este análisis. En primer
lugar la especialización en bienes del sector primario y baja diversidad
productiva (complementariedad intersectorial e integración vertical reducidas);
segundo los niveles muy dispares de productividad sectorial y oferta ilimitada
de mano de obra con ingresos próximos a la subsistencia; y tercero una
estructura institucional (Estado, sector agrario y composición empresarial,
entre otros) poco inclinada a la inversión y al progreso técnico.
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Aporte de Tomás:
Bielschowsky, Ricardo: "60 años de la CEPAL:
estructuralismo y neoestructuralismo", en Revista de la CEPAL Nro. 97,
abril 2009.
El autor realiza un recorrido histórico por los aportes e ideas más
relevantes generadas por la CEPAL en sus 60 años de existencia, señalando las
contribuciones que caracterizaron a cada década. Asimismo, demuestra la
continuidad en cuanto a líneas generales de producción entre la etapa
estructuralista y la neoestructuralista, para ello primero sintetiza los
aportes de cada etapa para luego contrastarlos. Destaca como el pensamiento
cepalino se fue adaptando a los nuevos escenarios generados por la apertura
comercial y financiera, y la globalización. Así también describe los nuevos
enfoques conceptuales a los que se ha abierto la investigación de dicha
institución.
Por ultimo rescata las principales contribuciones que caracterizaron al
último decenio de la CEPAL.
Porta, Fernando y Bianco, Carlos: "Las visiones
sobre el desarrollo argentino: consensos y disensos", Centro REDES, DT
Nro.13, 2004.
El autor compila y sintetiza diferentes visiones sobre el problema del
desarrollo económico argentino. En la primera parte el texto se centra en los
diagnósticos sobre los problemas del desarrollo argentino, en el cual se
describen los desequilibrios internos y externos, y las causas estructurales
que son las fuentes de permanencia y recreación, de los desequilibrios
mencionados, en el largo plazo. Los desequilibrios internos se pueden dividir
en: desigualdades de ingreso; desigualdades de acceso a bienes públicos;
insuficiencias de empleo; no sustentabilidad de economías regionales. Los
desequilibrios externos se pueden resumir en: restricción comercial;
restricción financiera; espiral de endeudamiento. Mientras que las causas
estructurales que originan los anteriores, serían: una estructura productiva
desequilibrada; problemas de competitividad; fragilidad macroeconómica. El
autor realiza un análisis detallado de las raíces de dichos problemas
estructurales los cuales desnudan las falencias de la estructura económica
argentina. Por ejemplo: las debilidades del sistema de innovación, la
existencia de “islas de modernidad emergente”; el aumento de la productividad a
través de la intensificación y precarización del empleo; el elevado grado de
concentración y de poder de mercado en la mayoría de sectores y regiones; las
desigualdades de acceso a las instituciones de apoyo y a los instrumentos de
política pública para los variados agentes económicos; el predominio de
prácticas rentistas y de valorización financiera; el elevado grado de
transnacionalización de la economía argentina; el déficit estructural de la
cuenta corriente de la balanza de pagos el cual se agrava por la “espiral de
endeudamiento”; la naturaleza y la estrategia de los flujos de IED que tienden
a ser utilizadores netos de divisas por orientarse al mercado interno y una
débil contribución a las exportaciones; los serios problemas de competitividad
que obstaculizan la generación de divisas principalmente en los sectores que
derivan de la débil creación de nuevas ventajas dinámicas; nuestra escasa
participación en el dinámico comercio mundial de productos agrícolas de alto
valor agregado dada nuestra especialización en commodities oleaginosas; las
debilidades del proceso innovativo y de constitución de redes productivas; las
debilidades del desarrollo empresarial; el tipo de especialización heredado de
los 90’s, fuera del sector agrícola, con un
predominio de bienes no transables con baja productividad sistémica; el
peso de la deuda pública; una estructura tributaria regresiva, inequitativa y
facilitadora de la evasión para los grandes contribuyentes; el proceso de
dolarización vivido por la economía argentina; la vulnerabilidad a los shocks externos
principalmente a la volatilidad cambiaria; las siempre presentes expectativas
inflacionarias junto con los ataques especulativos producto de la amplia
liberalización de los movimientos de capital; entre otros.
Hasta ahí los puntos en los que las diferentes visiones recolectadas
coinciden, luego el autor describe los disensos sobre el diagnostico de los
problemas del desarrollo económico argentino los cuales se centran en la
jerarquía, causalidad y responsabilidad de los problemas presentados. Cada una
de las visiones hace énfasis en alguno de los problemas, detallando las causas
del mismo y de quien es la responsabilidad del mismo.
A continuación, el autor realiza un análisis de las tendencias de cambio
sucedidas a lo largo de la década de 1990, el cual no difiere de lo visto en
EPA III.
Luego el autor se centra en el nódulo central del texto el cual es el
modelo de desarrollo a aplicar al país, siempre analizando las diferentes
visiones recolectadas, seleccionando cuatro ejes constitutivos para el mismo:
fuentes de crecimiento y factores que lo orientan; tipo de especialización
productiva; modos de regulación y coordinación del proceso de asignación de
recursos; naturaleza de los agentes económicos líderes. Lo cual lleva a
posicionarse en que distribución del ingreso realizar, en como insertar
internacionalmente, en qué tipo de empleo fomentar, en que configuración
empresarial promover, y en la distribución de funciones entre el Estado y el
mercado.
Sintéticamente se puede resumir las posiciones según los siguientes
criterios:
·
Fuente
de crecimiento: mercado interno o exportaciones.
·
Especialización
productiva: ventajas naturales (productos agropecuarios) o creación de nuevas
ventajas dinámicas (productos industriales).
·
Formas
de regulación y coordinación: políticas activas (estado y mercado asignadores
de recursos) u ordenamiento macroeconómico (mercado asignador de recursos)
·
Agentes
del proceso de acumulación: determinadas firmas (nacionales o extranjeras) o
redes
Del cruce de todas las opciones propuestas, las cuales se amplifican en el
texto, se describe cada visión, mencionando las instituciones y/o autores que
las proponen, según los ejes anteriormente planteados. Las mismas son:
autárquica; neodesarrollista de base industrial; neodesarrollista de base
agraria; y neoliberal.
Por último, se reseña que lugar le da cada visión al sistema de ciencia,
tecnología e innovación, enumerando las políticas para el sector propuestas por
cada una.
Daniel Azpiazu y Hugo
Nochteff, El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo,
neoconservadorismo y elite económica en la Argentina, FLACSO-Norma, 1994,
Selección.
En el primer texto se describe la nueva teoría del comercio internacional,
en la que se da una posición central a la innovación tecnológica en lo que el
autor llama la tercera revolución industrial. Sobre esta base critica el camino
de desarrollo recorrido por América Latina, el cual se caracterizó por un
comportamiento adaptativo tecnológicamente tardío. Culpa por ello
principalmente a las elites que no se esforzaron por conseguir rentas
tecnológicas, protegiéndose de la competencia a través de la conformación de
monopolios no innovadores ni transitorios los cuales se sustentaron por
políticas estatales afines a sus intereses. Por ejemplo en la Argentina es
sabido que los sectores dominantes buscaron maximizar sus ganancias a través de
las ventajas comparativas que posee nuestro país por sus recursos naturales,
asimismo los mismos se concentraron en monopolios como consecuencia de las
barreras de entrada para la competencia.
El siguiente texto de Azpiazu, se concentra en analizar los impactos
sufridos por la industria manufacturera producto de las reformas estructurales
llevadas a cabo por el gobierno justicialista de Menem, el cual, como se ha
visto en EPA II, comparte la orientación económica inaugurada por la última
dictadura militar.
CEPAL, “Equidad, desarrollo
y ciudadanía, 2000
El texto comienza haciendo una revisión de lo acontecido en la década de
los noventa para toda América Latina, destacando los puntos positivos como los
negativos causados por las reformas estructurales llevadas a cabo. Como ya
señalo Bielschowsky en el primer texto reseño, la Cepal incorpora el concepto
de equidad sumado a los ejes históricos de la institución, crecimiento y
desarrollo.
En cuanto a la revisión del legado obtenido a lo largo de la década
mencionada, se destaca el crecimiento insuficiente, el significativo aumento de
la inversión extranjera directa, la creciente extensión en la brecha de
ingresos, la evolución del empleo (que en nuestro país fue negativa), la baja
productividad del mismo, la heterogénea reducción de la pobreza (escasamente
significativa en nuestro país), entre otros.
Claudio Katz, “El desafío
crítico a los economistas ortodoxos”, 2001
El autor realiza una crítica a las diferentes escuelas económicas
contemporáneas. Para ello primero reseña brevemente a los economistas
ortodoxos, institucionalistas, y críticos. Denuncia la hegemonía dentro de la
disciplina económica de los economistas ortodoxos en los últimos 30 años,
criticando sus principales falencias. Diferencia la corriente walrasiana de la
corriente austriaca, pero remarca que las mismas son el sustento ideológico del
neoliberalismo, en el cual el mercado y su “eficiente” asignación de recursos
son norma “divina”.
Tal vez el aporte más llamativo del autor no sea su denuncia a la economía
ortodoxa, ya harta conocida, sino el desenmascaramiento de la trayectoria
tomada por la corriente institucionalista, y su máxima institución, la CEPAL.
Su denuncia se centra en un copamiento del pensamiento económico ortodoxo de la
CEPAL, a través de los neoestructuralistas, los cuales “han sustituido la
elaboración de conceptos originales por la absorción pasiva de las modas
neoclásicas”. Lisa y llanamente pasa a decir que “la nueva Cepal comparte los
objetivos de la ortodoxia” renunciando a su origen histórico de denuncia del
intercambio desigual y la relación centro-periferia.
Aunque es verdad que las críticas del autor hacia las diferentes escuelas
de pensamiento parten directamente de la crítica hacia el sistema capitalista
todo, con una posición claramente marxista.
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Aporte de Santiago:
EL DESAFÍO CRÍTICO A LOS ECONOMISTAS ORTODOXOS. Claudio Katz. 2001
El autor analiza
las razones por las cuales los economistas ortodoxos “alcanzaron el poder en
América Latina. Valiéndose de una clave de análisis parangonable a la planteada
por Dumenill-Levy en su caracterización de una tercera clase conformada por
cuadros intermedios o gerenciales, Katz describe de qué manera el economista ortodoxo cumple actualmente
todas las funciones del nuevo personal requerido por la clase dominante para
llevar adelante la ofensiva contra los trabajadores iniciada a mitad de los 70.
También afirma que en su avance en la región, la hegemonía ortodoxa supo
cooptar a la mayoría heterodoxa de la Cepal, convirtiendo el declamado neoestructuralismo
cepalino en una variante del
neoliberalismo. Estos cambios condujeron
a la asimilación actual de todos los economistas con el perfil de los ortodoxos, asociación falaz según la visión de Katz.
Refiriéndose
puntualmente al caso latinoamericano, el autor describe el ascenso de los
economistas ortodoxos como un proceso motorizado por los Estados Unidos en su
intento por reducir la influencia de la Cepal, a través de una campaña de “profesionalización”
de la enseñanza de economía, que se inició en los años 50 con el convenio suscripto
por la Universidad de Chicago con la Universidad Católica de Chile. El personal
surgido de esta iniciativa nutrió al pinochetismo y se transformó luego en el
grupo que afianzó el perfil neoliberal de ese país. Este modelo sería luego
exportado al resto de la región, como parte de una exitosa contraofensiva de la
ortodoxia concebida para desplazar en el
plano teórico al estructuralismo, que fue la concepción heterodoxa desarrollada
por la Cepal para analizar el intercambio desigual, la heterogeneidad
estructural y la relación centro-periferia. De esta manera, los llamados “neoestructuralistas”
comenzarían a incorporar principios tales como equilibrio macroeconómico,
competitividad, disciplina fiscal e inserción externa y aceptarían en última instancia
los ajustes antipopulares que impone el FMI.
El autor también
da cuanta de la potencia demostrada por la teoría neoclásica al momento de
colonizar toda la teoría social, merced a la reducción del objeto de la
economía a la indagación de los mecanismos de elección racional maximizadora, que
no obstante es presentada como generadora de múltiples incongruencias y
razonamientos solamente coherentes bajo estrictos supuestos y modelizaciones
cerradas.
A continuación
llega la impugnación crítica de la ideología neoliberal y ya de los supuestos
propios de la economía clásica, inmediatamente acometiendo contra los rasgos
más radicales de la escuela austríaca, a saber, el carácter natural del orden
mercantil y la necesidad de un darwinismo social competitivo para el progreso
de la sociedad. Estas tesis ocultan que el mercado no es un ente atemporal sino
un instrumento social e históricamente construido, basado en la propiedad
privada de los medios de producción y la explotación del trabajo asalariado, y
que la competencia compulsiva prevaleciente en el capitalismo de marcadono solo
no facilita por necesidad el progreso colectivo sino que periódicamente
desemboca en situaciones de sobreprodución, desempleo, la pobreza y la
explotación,
El
neoliberalismo, según Katz, no es más que una teoría vulgar que cierra los ojos
frente a cualquier episodio indicativo de los desequilibrios que genera la
competencia, pero que constituye el principal pilar de la ortodoxia contemporánea.
“El neoliberalismo es el fundamento de la
exigencia monetarista de recortar la emisión para aumentar el disciplinamiento
social y asegurar la libre movilidad del capital financiero. Es el pilar del
ofertismo impositivo, que exige a los pobres hacerse cargo del financiamiento
del estado para incentivar a los empresarios a crear nuevos puestos de trabajo”.
Luego viene el
turno de los economistas institucionalistas, cuya propia naturaleza, antes que
sus intenciones, es puesta en cuestión, desde el momento en que si bien rechazan
la fantasía neoclásica del individuo soberano optimizador, caen en una ilusión
equivalente cuándo suponen que la ciudadanía puede resolver a través de su voto
el rumbo del proceso económico. Olvidan que en el capitalismo contemporáneo la
“opinión de los mercados” opera cómo el determinante efectivo de las decisiones
económicas.
Finalmente, Katz
da cuenta de la naturaleza y el rol ejercido por los economistas críticos, los
cuales esencialmente uclean a los
adversarios frontales de la ortodoxia, pero también a los opositores de las
ilusiones conciliatorias del institucionalismo. Los críticos son conscientes
que el economista no puede situarse por encima de los antagonismos sociales,
sino que debe ubicar su acción en el bando de los oprimidos o de los opresores.
Partiendo de esta definición, en vez de actuar como consultores de organismos, asesores
de inversiones o funcionarios del ajuste buscan su lugar entre los oprimidos. Encaran
la investigación descartando la actitud de observador positivista neutral y reconociendo
los intereses sociales que subyacen en la confrontación de ideas económicas.
El sector más
estructurado y consecuente de la economía crítica son los marxistas, porque
además de tomar partido en favor de los asalariados y orientar su trabajo intelectual
hacia los problemas de la clase trabajadora defienden un proyecto socialista emancipatorio.
Su enfoque está centrado no sólo en la defensa o recuperación de las conquistas
sociales, sino en la construcción de una sociedad libre de explotación y desigualdades.
LAS
VISIONES SOBRE EL DESARROLLO ARGENTINO: CONSENSOS Y DISENSOS Plan Estratégico
de Mediano Plazo de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Fernando Porta
y Carlos Bianco. 2004
En este trabajo de 2004, Fernando Porta y Carlos
Bianco analizan los modelos de desarrollo en pugna que atraviesan la historia
del pensamiento y la praxis económica en la Argentina. A este respecto, los
autores postulan que dichos modelos parten en principio de un diagnóstico
común, basado en una combinación de desequilibrios
internos y externos, que explican la expansión espasmódica del nivel de
actividad y su estancamiento en el largo plazo.
Hasta los
años ‘80 los desequilibrios internos, provocados por el crecimiento con
redistribución del ingreso, daban lugar a un desequilibrio externo por una
crisis de balanza de pagos que se saldaba con devaluación, recesión y una nueva
etapa de crecimiento (stop & go). Durante los ’90, con un esquema de
economía abierta se buscó contrarrestar el estrangulamiento externo por la vía
del endeudamiento, lo que llevó a la gran crisis de 2001-2002.
Porta
y Bianco describen la existencia de
visiones nuevamente consensuadas en torno a las causas de este patrón
evolutivo. Éstas serían tres: La existencia de una estructura productiva
desequilibrada; serios déficits de competitividad general; y por último, el
problema de la macroeconomía frágil, vulnerable frente a eventuales shocks externos
y responsable de una elevada incertidumbre estructural que alienta la vocación
cortoplacista y conservadora de los agentes económicos.
Terminado
el consenso del diagnóstico, los autores abordan los disensos al interior de
las distintas visiones normativas, y en consecuencia los distintos modelos. Aparecen en principio tres dimensiones. “La primera remite a la jerarquía con que los problemas son
presentados La segunda dimensión a considerar es la dinámica de causalidad que explicaría tanto la
aparición de los problemas principales como su reproducción: aquí es donde
suelen definirse las modalidades de intervención. La tercera alude a la responsabilidad última en la
explicación del “desarrollo ausente”: esta dimensión remite a las teorías más
generales que fundamentan el análisis, diagnóstico y las propuestas de acción”.
A partir de
estos criterios, Porta y Bianco identifican tres grandes corrientes explicativas,
alineadas: una que pone el centro de la problemática en los aspectos de
fragilidad macroeconómica, especialmente en los problemas de sustentabilidad
fiscal; otra que focaliza los déficit principales en los problemas de competitividad de la economía; y una tercera
que se centra en los desequilibrios de la estructura productiva y social. Estos
tres focos diferentes se configuran en torno a determinados ejes de debate, que
se podrían sintetizar en algunas preguntas estructurantes:
- ¿Cuál
es la locomotora del crecimiento y cómo se distribuye el ingreso entre los
distintos sectores de la economía? Un crecimiento basado en el mercado interno,
supone en principio un aumento del consumo y distribución progresiva del
ingreso. Por otro lado, un desarrollo más de tipo exportador implicará discernir
los énfasis sobre una eventual profundización del MERCOSUR, o sobre la
negociación de acuerdos preferenciales de comercio con otros países o bloques, o bien sobre una estrategia más general de
apertura unilateral e indiscriminada.
- ¿Qué
tipo de especialización productiva se está busca? Por un lado, una
especialización en sectores en los que el país cuenta con ventajas comparativas
–sean éstas ventajas naturales relacionadas a la dotación de recursos o
ventajas ya adquiridas a lo largo del proceso de desarrollo-, o en una dinámica
de especialización fundada en la creación de nuevas ventajas dinámicas, por el
otro, sin excluir una opción que fusione ambas. El nivel de salarios no será el
mismo en uno u otro caso, al igual que preferencias emanadas respecto de las
políticas de ciencia, tecnología e innovación.
-¿Cuál es el tipo de interacción entre Estado y mercado?
¿Políticas activas o Estado mínimo? ¿Sofisticada ingeniería de intervención
sectorial o sólo ordenamiento macroeconómico (baja inflación, “clima” de
negocios)?
-¿Quién debería conducir el proceso de acumulación? Empresas
nacionales, extranjeras, transnacionales, grandes, pymes, redes, cooperativas?
De la
respuesta dada a estas preguntas, se estructuran las cuatro visiones estilizadas.
- La
visión “Autárquica” supone desenganchar la dinámica local de la dinámica
internacional y una fuerte administración de los movimientos y la inserción
financiera y comercial en el mercado mundial, a la vez que se erige una reserva
de mercado a favor de los agentes económicos internos (públicos o privados),
para que sean éstos los encargados de liderar el proceso de acumulación. En
este marco, el centro de la preocupación está en la modificación de las
condiciones de distribución y apropiación del excedente económico. Dentro de
esta visión se sintetizan las propuestas de la Central de los Trabajadores
Argentinos (CTA) y de los Economistas de Izquierda (EDI).
- Las
llamadas visiones “Neo-desarrollistas” –de base industrial o agraria-
heredan de los programas desarrollistas puestos en práctica, entre las décadas
de los cincuenta y los ochenta, la preocupación por fortalecer el proceso de
inversión, la recurrencia a la financiación externa como estrategia
complementaria del ahorro nacional y la atracción de inversiones extranjeras
directas, orientadas hacia la realización de transformaciones estructurales que
permitan diversificar la base exportadora Se asemejan también en el énfasis
dedicado al desarrollo tecnológico, la sustitución de importaciones, la
modernización del aparato productivo y la adecuada explotación de los recursos
naturales. Sus diferencias más sustanciales con el marco de políticas original
del desarrollismo están en la incorporación de criterios de economía abierta y
en la priorización del desarrollo de cadenas de valor en torno a los bienes
finales y los servicios.
En el
caso de la primera de ellas, la industria debería ser la fuerza motriz del
crecimiento económico. Se incluyen dentro de esta visión las propuestas del Grupo
FÉNIX, de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE),
de la Unión Industrial Argentina (UIA) y de los autores Hugo Nochteff,
Rubén Lo Vuolo y Andrés López. En el caso de la segunda, sería el crecimiento
de los sectores basados en ventajas naturales en general y el agropecuario en
particular, a través de la adición de una mayor cuota de valor agregado a sus
productos, el sendero hacia mayores niveles de desarrollo. Están comprendidas
en esta visión las propuestas del Grupo Consultores en Economía y Organización
(CEO), de la Fundación OKITA.
- La
visión “Neoliberal” se basa en la integración plena del aparato productivo
doméstico a las tendencias y dinámica de la economía internacional y comparte
en lo sustantivo el modelo de crecimiento y las instituciones económicas predominantes
en la Argentina en la década de los noventas. En general, los actores e
instituciones cuyas propuestas dan forma a esta visión (Fundación de Investigaciones
Económicas Latinoamericanas -FIEL; Instituto de Estudios Económicos
sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana -IERAL, de la Fundación
Mediterránea; y Ricardo Arriazu, han tenido una presencia relevante en el
diseño intelectual y en la misma operatoria de las reformas y los programas
económicos aplicados en ese período. Esta visión comparte los postulados del
llamado “Consenso de Washington” y propone la apertura franca a la economía
mundial, la reducción de la esfera económica pública, la desregulación de los
mercados de productos y factores y la profundización de las funciones de
asignación por parte del mercado como las vías sistémicas inductoras de
crecimiento y desarrollo.
EL DESARROLLO AUSENTE. Restricciones al desarrollo, neoconservadorismo
y elite económica en la Argentina. Ensayos de Economía Política. Daniel Azpiazu
y Hugo Nochteff. Flacso. Tesis Grupo Editorial Norma, Edición Noviembre 1994.
El libro se integra con tres
ensayos. Como lo señalan los autores, en ellos se cuestiona, a partir del caso
argentino, el diagnóstico y las recomendaciones del neoconservadorismo
encarnado en el decálogo propuesto por Consenso de Washington
En el primer ensayo, titulado “Subdesarrollo y hegemonía Neoconservadora.
¿Veinte Años no es Nada?”. En un minucioso careo entre verdades consabidas
e indicadores de la economía real, uno a uno son cuestionados los silogismos
del saber neoconservador que colocan a la inversión, el ahorro y el
disciplinamiento del salario como motores excluyentes del crecimiento
económico, demostrando en forma contundente que la caída del salario no empujó
la productividad ni la inversión, lejos estuvo de prevenir la desocupación, y
que las recetas ortodoxas condujeron a una caída del producto que en su
pendiente negativa además profundizó la regresividad en materia distributiva.
La fuerza de esta evidencia parece no haber alterado la vigencia del
diagnóstico ortodoxo, que coloca en el impulso de la oferta vía eliminación de
“restricciones al mercado” el único horizonte posible si se busca el
crecimiento económico. Horizonte que en los 20 años de hegemonía
neoconservadora sirvió para caminar, sí, pero hacia una distopía de subdesarrollo e
inequidad. Pero no hubo sólo perdedores. Una minoría privilegiada debió
usufructuar la ingente transferencia de recursos operada en esos dos decenios,
ni más ni menos que la elite económica que la ortodoxia consagra perversamente
como el motor por excelencia del desarrollo.
En el segundo ensayo titulado «Los senderos perdidos del desarrollo,
elite económica y restricciones al desarrollo en la. Argentina», Hugo Nochteff
inicia el capítulo caracterizando en clave shumpeteriana a la economía
argentina como de “adaptación”, en tanto dependiente de impulsos exógenos, responsable
a la vez de la creación y reproducción de monopolios no innovadores ni
transitorios. El autor considera que la creación de cuasirentas a partir de
medidas de protección arancelaria durante la etapa de la ISI, impidieron
discurrir senderos de industrialización más dinámicos, con mayor potencial
exportador. El régimen de valorización financiera inaugurado en 1976 no hizo
más que profundizar este esquema de coacción y restricción al desarrollo
liderado por la elite económica. Esta última lograría en el último cuarto del
siglo XX una casi plena subordinación de las políticas gubernamentales a sus
designios rentísticos y de aversión por el riesgo: desregulación, apertura
asimétrica, subsidios, endeudamiento, etc. Todas ellas en desmedro de
prácticamente cualquier tipo de iniciativa en materia científico, tecnológica o
industrial conducente a un verdadero proceso de desarrollo, y orientadas a
promover una estructura productiva basada en bienes no transables y transables
protegidos. Esta matriz explica porque la evolución socioeconómica en nuestro
país y en otros de la región no se acompaña de un crecimiento sostenido sino de
“burbujas” de expansión en el marco de un estancamiento prolongado.
En el
tercer ensayo, “La Industria Argentina
ante la privatización, la desregulación y la apertura asimétrica de la
economía. La creciente polarización del poder económico”, Daniel Azpiazu,
analiza los principales efectos sobre la industria manufacturera que se
derivan de los procesos de
privatización, de desregulación de determinados mercados y de apertura
asimétrica de la economía. En su trabajo, Azpiazu da cuenta de la manera en que
los esquemas neoliberales
instrumentados desde la última dictadura militar, decidieron enfrentar las
presuntas precariedades de la industrialización existente por vía de cuestionar
su propia existencia.
-Normativa
de los programas de desregulación. Su implementación trajo aparejada una amplia y
heterogénea gama de efectos sobre los distintos sectores industriales. Los principales efectos sobre el sector manufacturero se
manifestaron como una conjunción inédita de desestatización, desregulación y
apertura asimétrica de la economía. En
ese marco, una serie de asimetrías como las atinentes a los diversos regímenes
de promoción industrial o el tratamiento privilegiado de la industria
automotriz, acabaron configurando una nueva fase destrucción del tejido
industrial y de reestructuración regresiva del sector, con sus consiguientes
implicancias en términos de la redistribución e inequidad del ingreso.
-
Apertura económica asimétrica. La política de apertura de la economía constituye otro de los pilares
básicos del programa, En general, las políticas arancelarias aplicadas desde
mediados de los años setenta se caracterizan por su escasa articulación con las
igualmente marginales políticas industriales, constituyéndose en realidad en
políticas centrales del ajuste externo y/o fiscal, en instrumento de la
política de estabilización de corto plazo, en pieza clave del desplazamiento de
la industria del modelo de acumulación y del disciplinamiento de vastos
sectores sociales. La
política arancelaria desplegada quedó inscripta en un sesgo estratégico
marcadamente negativo para los sectores industriales, con la excepción de unas
pocas actividades y de ciertos oligopolios que contaron con protecciones
naturales o normativas. Existieron diversas excepciones, en las que
determinadas restricciones cuantitativas o la elevación de los aranceles
limitan las importaciones de bienes competitivos a los producidos localmente.
El ejemplo más significativo y de mayor relevancia fue la industria automotriz,
qué contó con un régimen especial por el que prácticamente se le asignaba una
cuasi reserva de mercado a las industrias terminales radicadas en el país. Se
trata, en términos del contexto de desregulación de los mercados y de apertura
de la economía, de un ejemplo de las profundas asimetrías en el tratamiento de
otros sectores manufactureros. Subyace una clara contradicción entre las
argumentaciones en favor de la liberalización de los mercados y el rechazo
frontal de las políticas proteccionistas ----aplicadas en un solo sector
industrial.
-
Concentración y centralización del capital. Como resultado de la desregulación y apertura
asimétricas, se produjo una creciente oligopolización de la economía argentina,
en definitiva, una polarización del poder económico en un núcleo acotado de
conglomerados empresarios y preservación de reservas de mercado con cuasirentas
oligopólicas –para nada derivadas de la incorporación de progreso tecnológico y
muchos menos de la innovación. Todo ello devino
en un acentuado grado de concentración de la propiedad de las empresas y las
áreas desestatizadas en un muy reducido,
comprometiendo seriamente las posibilidades de la industria local de
inscribirse en un sendero de crecimiento sostenido con niveles crecientes de
equidad distributiva.
Sesenta
años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo. Ricardo Bielschowsky. 2009
El autor comienza afirmando que el pensamiento de la
institución se caracteriza porla continuidad y el cambio.Bielchowsky postula que
a lo largo de su historia, laCEPALmantuvo un mismo enfoque metodológico, pero
actualizando los análisis en forma permanente. Puntualmente, señala dos
inflexiones, una generada por lainestabilidad macroeconómica que se instaló en
los añossetenta tras la falencia del sistema de Bretton Woods y la otra, desde
fines de los años ochenta, producto de la reorientación delas economías de la región
hacia la desregulación y laglobalización. En la visión del autor, ambascondujeron
a la CEPAL a revisar su posturaanalítica y proposicional. En primer lugar,
redujeron la importancia relativa delos dos temas en torno a los cuales se
habían estructurado el trabajo intelectual y los niveles analíticos de la
institución—desarrolloproductivo e igualdad—. En segundo lugar, reorientaron las prioridadesa un campo en que
la institución no había intervenidomayormente en los decenios anteriores, a
saber, el análisis de la estabilidad macroeconómica y sobre todo dela trilogía
deuda-inflación-ajuste.
Según el autor, elcontexto político e ideológico
internacional instalado desde finales de los 70 era muy desfavorable para la
heterodoxia y hostil a las formulaciones clásicas de la CEPAL,debido a su
escepticismo y prudencia en relación con la liberalización del comercio y otras
desregulaciones. Ante la sensación de “irreversibilidad
histórica” de tales reformas y la necesidad de dialogar con los países
miembros de la organización, la CEPAL incorporó a su matriz analítica aportes
de Fajnzylber como base para diseñar una nueva estrategia de desarrollo
productivo, social y de inserción internacional.
Si en la etapa estructuralista se habían puesto de relieve la
baja propensión de los agentes productivos a la inversión y al progreso técnico,
así como la necesidad de enfrentar esta insuficiencia con una fuerte intervención
estatal, a partir de 1990 se empezó a reconocer la necesidad de revisar la participación
del Estado en la vida económica y los instrumentos y mecanismos de intervención.
En el marco de esta última fase la CEPAL se permitió promover el fomento de la inversión en bienes públicos en forma
selectiva, y las asociaciones publico-privadas como sustituto del apoyo
generalizado del Estado a este proceso.
Si en la etapa estructuralista se señalaba que, salvo en caso
de éxito total de la industrialización, la inserción internacional continuaría
siendo insatisfactoria y que se mantendrían los estrangulamientos externos, en
el documento más reciente sobre el tema esta idea se renueva al plantear la
posibilidad de abrir oportunidades en numerosos senderos sectoriales y no solo
el manufacturero, en que resulta potencialmente factible generar y aprovechar
el progreso técnico.
Si en los años cincuenta se sostuvo que en América Latina la
inflación no se debía necesariamente a la expansión monetaria, sino a los
desajustes en que los estrangulamientos externos cumplían un papel esencial.
Este análisis fue conceptuado como “inflación estructural”. A partir de los años
ochenta, la CEPAL se referiría reiteradamente a su convicción de que era
fundamental luchar contra la inflación y buscar el equilibrio fiscal.
El autor concluye que si bien se produjo una adaptación a los
tiempos de apertura y globalización, se conservaron los fundamentos del análisis
estructuralista del subdesarrollo en América Latina y el Caribe, el pensamiento
generado después de 1990 tiene gran proximidad analítica con el que fue
elaborado en las primeras cuatro décadas.
CEPAL. Equidad, Desarrollo y ciudadanía.
2000
“Un
balance “mixto” de la década del 90”
La CEPAL
interpreta como uno de los logros década a la mayor credibilidad en las autoridades
macroeconómicas, junto con las ganancias significativas en materia de reducción
de la inflación, y con el continuo desarrollo y consolidación de “pactos
fiscales” viables.En esa línea, postula que los principios de equidad,
desarrollo y ciudadanía que dan título al informe, han de ser compatible con “el “pacto fiscal” que prevalece en cada
sociedad, evitando que se traduzcan en expectativas insatisfechas o en
desequilibrios macroeconómicos que afecten, por otras vías, a los sectores
sociales que se busca proteger”.Asimismo, se destacan los avances registrados
en la incorporación de las economías latinoamericanas y caribeñas a la economía
mundial.
El documento
reconoce necesidad de visualizar “lo público” en un sentido amplio, y de avanzar en la resolución de una crisis de
los Estados no plenamente superada, de corregir tanto “fallas del mercado” como
“fallas del gobierno”. Justamente al referirse a estas “fallas de gobierno”, el
análisis cepalino postula que los cambios operados en la década del 90
apuntaron a sustituir controles múltiples y discrecionales por reglas
generales: menores en número, “más amigables” con la operación del mercado.
Junto con ello, se propendió a una más nítida distribución de funciones, –entre
las autoridades fiscales y monetarias, entre otros casos– apuntando a
establecer un sistema de controles recíprocos. Sobre esta cuestión, afirma que
“los cambios introducidos lograron fortalecer la confianza de los agentes
económicos en la gestión macroeconómica”.
Si bien
desestima la opción por la flexibilización de la contratación laboral como
una solución mágica a los problemas de
demanda de trabajo, no plantea dudas respecto a la necesidad de crear “formas
alternativas” de flexibilidad para propiciar una mayor adaptabilidad de las
empresas y de sus trabajadores al cambio tecnológico y al ciclo económico.
Alertando sobre la necesidad subsiguiente de desarrollar mecanismos adecuados
de protección social, aboga por una reforma de las entidades públicas
correspondientes, sobre las cuales “el Estado mantiene una presencia
considerable”.
Al momento de abordar
los aspectos negativos de la década, el informe empieza por señalar que el
avance en términos de estabilidad de
precios y reducción de los déficit fiscales no ha estado acompañado de una
estabilidad del ritmo de crecimiento económico y se han agregado nuevos focos
de inestabilidad, especialmente la mayor frecuencia de crisis financieras
internas.
Agrega que laheterogeneidad
estructural de los sectores productivosaumentó, lo cual pone de relieve que las
reestructuraciones no han sido “neutrales” en términos de sus efectos sobre los
distintos agentes económicos. Las principales ganadoras han sido las empresas
multinacionales y algunas grandes empresas nacionales, dando lugar a un proceso
de concentración económica. La incapacidad de los distintos sectores de
enfrentar la competencia externa y la ruptura de cadenas productivas,
especialmente en el sector manufacturero. Entre los sectores de bienes
transables, la industria manufacturera ha sido, en general, la más afectada.Como
consecuencia, elmercado de trabajo ha experimentado un deterioro enmuchos
países, lo que en varios de ellos se refleja en unaumento del desempleo abierto
o de la informalidad.
El
comportamiento de la actividad económica refleja, además, un patrón de
dependencia acentuada frente a los altibajos del financiamiento externo la
tendencia a sustituir ahorro interno por ahorro externo que caracteriza las
fases de reactivación del crecimiento asociada al ingreso de capitales. La
tendencia a adoptar políticas monetarias y crediticias procíclicas, que
permiten auges crediticios y fuertes disminuciones de las tasas de interés
durante los períodos de expansión y marcadas contracciones monetarias y altas
tasas de interés durante las crisis, ha sido en muchos países la causa básica
de las crisis financieras nacionales y de la inestabilidad del crecimiento
económico.
El informe
concluye con una serie de recomendaciones: “Estrategias
y las políticas que se adopten apartir de ellas deben ser consistentes con el
nuevocontexto externo e interno, cumpliendo con cuatroconsideraciones básicas.
En primer término, el énfasisdebe recaer fundamentalmente sobre la articulación
delas economías de la región a la economía mundial. En segundo lugar, debe
existir un adecuado equilibrio entrela iniciativa individual de los agentes,
que es decisivapara generar un proceso dinámico de innovaciones, y eldesarrollo
de sistemas de coordinación e incentivospúblicos, vinculados al desempeño.
Tercero, laspolíticas públicas no deben entenderse necesariamentecomo
estatales; al contrario, es deseable desarrollar unvariado abanico de
combinaciones público-privadas quecada país debe explorar a partir de su propio
senderoevolutivo. Por último, como lo hemos señalado, dichaspolíticas deben
contar con un entorno macroeconómicoy financiero que contribuya a la inversión
productiva”.