lunes, 12 de diciembre de 2016

Clase 11: Aportes, debates y corrientes del pensamiento heterodoxo en el período 1976-2001

El pensamiento heterodoxo en el período 1976-2001: del estructuralismo al neoestructuralismo cepalino y la problemática del desarrollo desde un conjunto de aproximaciones heterodoxas retomando tanto aportes de la escuela clásica como postulados keynesianos, en un contexto de transformaciones estructurales. La influencia del pensamiento heterodoxo sobre el debate y las propuestas de política económica en Argentina en las décadas de 1980 y 1990.

Bibliografía:
53. Bielschowsky, Ricardo: "60 años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo", en Revista de la CEPAL Nro. 97, abril 2009. 
54. Porta, Fernando y Bianco, Carlos: "Las visiones sobre el desarrollo argentino: consensos y disensos", Centro REDES, DT Nro.13, 2004. 

Fuentes:

55. Daniel Azpiazu y Hugo Nochteff, El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadorismo y elite económica en la Argentina, FLACSO-Norma, 1994, Selección.
56. CEPAL, “Equidad, desarrollo y ciudadanía, 2000. Disponible en: http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/2686/S2006536_es.pdf;jsessionid=A359F3A4BF5DDDDB334C362ED6C7F275?sequence=2 Obligatorios: presentación, caps. 1 y 2.
57. Claudio Katz, “El desafío crítico a los economistas ortodoxos”, 2001. Disponible en: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/ec/jec8/Datos/documentos/comunicaciones/Fundamentos/Katz%20Claudio%201.PDF

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Aporte de Marina:



BIELCHOWSKY, Ricardo (2009): “Sesenta años de la CEPAL: estructuralismo y neostructuralismo”

El texto analiza y describe las etapas por las que transitó la CEPAL desde su creación en 1948 hasta el 2008. Asimismo, distingue entre la etapa estructuralista (1948-1980) y la neoestructuralista (desde 1990 en adelante), ambas desde un enfoque analítico “histórico-estructural”.
El autor destaca la “capacidad mutante” de este organismo para aggiornarse a la coyuntura política, económica y social de la época y adecuar sus contribuciones a la nueva realidad cuando, a partir de los noventa, se formularon políticas y estrategias a la hegemonía neoliberal que imperó desde ese entonces: apertura comercial, libre movilidad internacional de capitales, privatización y desregulación.
Así fue como la CEPAL impulsó las ideas de Fernando Fajnzylber para diseñar las nuevas estrategias de desarrollo a través del crecimiento con equidad distributiva y progreso técnico basado en la acumulación de conocimientos; al tiempo que flexibilizaba sus postulados sobre desarrollo para no romper con el neoliberalismo pero con un análisis crítico de “sus recetas”.
Así pues, entre 1998 y 2008 se consolida el análisis neoestructuralista en un programa heterodoxo en materia macroeconómica, desarrollista en cuanto a asignación de recursos e intervención del Estado, universalista en el campo social y conservacionista en materia ambiental. 
Como aspecto novedoso se señala la fusión del enfoque estructuralista y schumpeteriano quienes reivindican el papel de la innovación, la política científico-tecnológica y el progreso técnico como condición necesaria para desarrollar las estructuras productivas de los países de Latinoamérica.

PORTA, Fernando y BIANCO, Carlos (2004): “Las visiones sobre el desarrollo argentino. Consensos y disensos. Plan Estratégico de Mediano Plazo de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva”.
Los autores analizan las contribuciones y recomendaciones en materia de política económica de diversos intelectuales a partir de las distintas visiones y enfoques del desarrollo argentino contemporáneo, analizando 15 propuestas de diversas corrientes ideológicas.
Asimismo, afirman que todas las corrientes coinciden con que los problemas estructurales de desarrollo de la Argentina se sintetizan en: estructura productiva desequilibrada, problemas de restricción externa y  fragilidad macroeconómica; sin embargo, no sucede hay disensos respecto a la jerarquía que se la da a cada uno de ellas y a las causas que lo generaron, lo que deriva  en formulación de propuestas diversas.
Así pues, basan su análisis en los principales consensos y disensos en torno a cuatro ejes: las fuentes de crecimiento; el tipo de especialización productiva; las formas de regulación y coordinación del proceso de asignación de recursos;  la naturaleza de agentes económicos líderes.
Autárquica (CTA, EDI)
Para ellos la fuente de crecimiento es el consumo interno, estimulado por una política de redistribución del ingreso con sustitución de importaciones,  recomposición del tejido industrial (fundamentalmente en bienes commoditizados), con un Estado fuertemente interventor en el que los agentes principales tendrían que ser el Estado y las PyMEs.
Neodesarrollista de base industrial (FENIX, FIDE, Nochteff, López, Lo Vuolo, UIA)
La fuente de crecimiento es tanto la inversión como el consumo, la producción debe ser en bienes diferenciados industriales, la intervención del Estado orientada a través de políticas activas y los agentes empresariales conformados en redes de aprovisionamiento, preferentemente las PyMEs.
Neodesarrollista de base agraria (Forteza, CEO, Redrado, OKITA)
La fuente de crecimiento debe ser la diversificación de exportaciones, la producción tiene que estar en manos de sistemas agroindustriales para la obtención de bienes agrícolas de mayor valor agregado, la intervención estatal a través de políticas activas de promoción y competencia, mientras que los agentes del proceso de acumulación deberían ser redes lideradas por empresas de gran tamaño, nacionales o extranjeras.
Neoliberal (FIEL, IERAL, Arriazu)
Fuente de crecimiento basado en la apertura al mercado mundial - para colocar exportaciones y recibir IED - los productos deben ser aquellos que poseen ventajas comparativas estáticas, sin intromisiones del Estado la regulación debe estar en manos del mismo mercado, los agentes de acumulación deben ser escogidos por el mismo mercado.

Otro aspecto a destacar del texto es la importancia con que los autores abordan el progreso técnico y la política científico-tecnológica.

AZPIAZU, Daniel y NOCHTEFF, Hugo: El desarrollo ausente
                                                                                                                              
El libro escrito en el año 2001 consta de 3 ensayos en los cuales se analizan, a partir del caso argentino, las recomendaciones y los resultados de las políticas noeconservadoras. Ya desde la introducción queda de manifiesto que a pesar de haber cumplido con las “recetas ortodoxas” que llevarían a un desarrollo, lo que se produjo en nuestro país es un proceso de subdesarrollo.
En primer lugar Nechteff enfatiza en que si bien desde  1976 las cuestiones de crecimiento, la distribución e inversión siguieron en el centro del debate, lo que cambió fue el diagnóstico sobre las restricciones al desarrollo y las recomendaciones para superarlas. Lo hace a través del comportamiento de las elites, ya que entiende que el comportamiento de los actores sociales son decisivos para el desarrollo. Incluyen el concepto de “economías de adaptación” en que el desarrollo tecnológico se da por la copia de las oportunidades creadas por otras economías. De esta manera la elite no invierte en novedades tecnológicas - que a fin y al cabo son las que conducen al desarrollo según la visión shumpeteriana - , sino que se apropian del conocimiento de otras economías creando monopolios de conocimiento y burbujas de crecimiento. Concluyendo, que ello no sería tan malo si el comportamiento de las elites económicas de América Latina incluyendo a la de Argentina- fuese el motor del desarrollo. Pero, ni siquiera está claro si es motor o freno del desarrollo.
Enumera cuatro hipótesis: La primera es que la Argentina no siguió senderos de desarrollo, sino que siguió fases de crecimiento adaptativo; la segunda es que en la Argentina habría existido una insuficiencia de monopolios transitorios basados en la innovación (los monopolios típicos del desarrollo schumpeteriano), y que en cambio la elite económica obtuvo, o bien rentas basadas en la explotación simple de recursos naturales, o bien cuasi rentas sustentadas fundamentalmente en ventajas monopólicas basadas en barreras al ingreso creadas y mantenidas por las políticas gubernamentales y no por la innovación (especialmente a partir de los cincuenta); la tercera estaría explicada por el comportamiento de la elite que incidió en el resto de los agentes económicos; y la cuarta la falta de demanda de esas políticas e innovaciones.
El tercer ensayo es el de Azpiazu parte de que la hegemonía de la elite económica hace cada más difícil superar las restricciones históricas al desarrollo, sumado al contexto de apertura irrestricta y descentralización que comienza en los noventa que incidieron fuertemente sobre el sector industrial y cómo interactúa con las políticas de privatizaciones, lo que derivó en un acelerado proceso de concentración y centralización del capital.

CEPAL: Equidad, desarrollo y ciudadanía
De acuerdo al análisis que realiza Bielchowsky, efectivamente este texto emitido por la Cepal en 2000 se adecúa al contexto de política económica internacional que atravesaba el mundo globalizado poniendo énfasis en la necesidad de “desarrollo en función de las posibilidades” y teniendo en consideración la heterogeneidad de las naciones de América Latina, las soluciones serán distintas. Hacen hincapié en que la vara para medir el desarrollo es la equidad, es decir que hay que establecer una estrategia integral de desarrollo y equidad sostenido.
Las estrategias y las políticas que se adopten deben ser consistentes con el nuevo contexto externo e interno considerando: la articulación de las economías de la región con la economía mundial; equilibrio entre iniciativas individuales (decisivo para generar procesos de innovación) y el desarrollo de sistemas de coordinación e incentivos públicos; la articulación público-privada; y un entorno macroeconómico que incentive la inversión productiva.
Es decir que las recomendaciones de política de la Cepal siguen estando orientadas al desarrollo pero le agrega el aspecto social  con fuerte énfasis en el concepto de desarrollo integral al decir que el desarrollo debe ir acompañado de empleos productivos, acceso a los factores de producción y comercialización y ello derivará en una redistribución del ingreso: “se debe buscar simultáneamente un crecimiento económico más estable y dinámico y, por ende, competitivo, con un desarrollo más integrador en términos sociales y sostenible en el plano ambiental”
KATZ, Claudio: El desafío crítico a los economistas ortodoxos
El autor basa su escrito (publicado en 2001) con duras críticas hacia el perfil de los economistas que abordan el capitalismo. Critica a la corriente ortodoxia (neoclásica) por apoyarse en supuestos y realidades utópicas. A la corriente institucionalista (heterodoxa) porque no analiza el capitalismo como un sistema históricamente transitorio de origen definido sujeto a contradicciones que socavan su continuidad, omitiendo la explotación del trabajador. Sin embargo, se siente cómodo con el Marxismo (dentro de la corriente de economistas críticos) ya que son estructurados y consecuentes con lo que dicen y hacen y su abordaje es “superador”.


Luego hace un racconto de las tres modalidades en América Latina poniendo énfasis en el logro de la ortodoxia en dicha región que según el autor se consolida tras desplazar a los economistas de la Cepal, a quién denomina “la nueva Cepal” diciendo que sus autores tienen una amnesia generalizada ya que “renuncia al desarrollo autónomo y acepta el proceso de racionalización” que antes criticaba.

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Aportes de Juan Pablo:

Bielschowsky, Ricardo: "60 años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo", en Revista de la CEPAL Nro. 97, abril 2009.
El texto de Bielschowsky, publicado en la revista n°97 de la CEPAL en 2009, es un estudio muy estilizado sobre la evolución del pensamiento cepalino a lo largo de sus sesenta años de existencia. El documento se aborda en tres grandes ejes. Primero una síntesis de la etapa estructuralista que dominó el pensamiento de la institución entre 1948 y 1990, en dónde se destaca las contribuciones al pensamiento en cada una de las décadas. Desde la idea prebischiana de desequilibrio estructural de la balanza de pagos, los aportes respecto a la inflación estructural ocasionados por esos desajustes y la vulnerabilidad externa durante la decida del ’50, pasando por las propuestas en torno a las reformas institucionales en el ámbito agrario, fiscal y financiero, la incorporación del subempleo como una nueva unidad de análisis, la heterogeneidad estructural y el análisis de la pobreza y la distribución desigual del ingreso durante los años ’60; los avances en torno al crecimiento económico, el desarrollo industrial y la distribución del ingreso en un contexto de inicio de endeudamiento en gran parte de los países latinoamericanos durante la década del ’70, hasta los análisis de estabilidad macroeconómica y sobre todo de la trilogía deuda-inflación-ajuste, dando al enfoque un giro de prioridades durante los ’80. Todos aportes cuyo denominador común, que distingue al estructuralismo, es la industrialización como vía para el crecimiento de largo plazo.
El segundo eje del documento es una breve reseña de la evolución del neoestructralismo desde 1990 en adelante, cuando según el autor urge la necesidad de adaptar el pensamiento a la nueva realidad económica, de globalización, volatilidad de capitales y de nuevas políticas industriales, tecnológicas y comerciales, de manera tal de “tender un puente con los gobiernos latinoamericanos y caribeños que habían adherido a las reformas” (Bielschowsky, 2008: 179). El autor sostiene que en este contexto la institución flexibiliza el concepto de políticas de desarrollo que había acompañado al estructuralismo en la etapa anterior, pero que al mismo tiempo que la institución admite que es inevitable cambiar el marco regulatorio marca los aciertos y desaciertos que contienen las reformas. Así el documento hace especial énfasis en las novedades introducidas durante la consolidación del neoestructuralismo entre 1998 y 2008. Se destaca en esta etapa la evaluación de los efectos de las reformas dónde se presentan ‘luces’ y ‘sombras’ de las políticas neoliberales como el control de la inflación y la reducción del déficit fiscal en el caso del primero, y para el segundo caso el crecimiento inestable, la escasa diversificación exportadora y gran cantidad de estrategias defensivas que decantó en mediocres esfuerzos de ahorro e inversión, desempleo, informalidad y acentúo la heterogeneidad estructural. Por otro lado se incorpora en la institución una nueva agenda para la era de la globalización como el suministro de bienes públicos de carácter global como la democracia, paz y seguridad, y la incorporación de una agenda social basado en los derechos. En este sentido se incorporan también nuevas unidades de análisis a las que se suman los enfoques en materia de derechos, ciudadanía y cohesión social. También en esta etapa se fusiona el enfoque estructuralista con el schsumpeteriano y se establecen dimensiones que analizan la necesidad de políticas macroeconómicas anticíclicas frente a la volatilidad financiera.
Por último, el tercer eje del texto, analiza cambios y rupturas de las dos etapas que caracterizo el pensamiento de la CEPAL en sus seis decenios de existencia. El texto destaca más continuidades que rupturas. Entre las rupturas se distingue: un modelo de desarrollo cuyo eje no es más la industrialización por sustitución de importaciones sino la búsqueda de la competitividad a nivel sistémico y la inserción internacional a nivel nacional y regional se hace más relevante a diferencia del proteccionismo caracterizado por la etapa anterior. Entre las continuidades, sigue presente la noción de centro-periferia sin embargo no con la misma atención que antes, políticas macroeconómicas y financieras heterodoxas, los conceptos de heterogeneidad estructural y subempleo, insuficiente diversificación de la producción, la necesidad de acumular capital tecnológico y de intervención estatal. En materia de desarrollo social si bien se comparte la necesidad prioritaria de enfrentar la pobreza y la desigualdad, las causas en las diferentes etapas son diferentes. Por último la sustentabilidad ambiente siguió siendo otra continuidad. 

Porta, Fernando y Bianco, Carlos: "Las visiones sobre el desarrollo argentino: consensos y disensos", Centro REDES, DT Nro.13, 2004.
Se trata de un documento publicado en 2004 en el centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación Superior (REDES), y que fue preparado para la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (SETCIP). El trabajo es una síntesis de las diferentes visiones sobre el desarrollo en la que se sistematizan consensos y disensos en torno a los enfoques descriptos. El trabajo puede dividirse en dos grandes secciones.
En la primera sección se presentan los principales problemas del desarrollo y las causas, siguiendo una estructura teórica y esbozando consensos y disensos que es lo que ha determinado formulaciones de propuestas radicalmente opuestas en las diferentes concepciones del desarrollo. Se presenta así un primer diagnóstico del problema del desarrollo argentino en el que coinciden todas las vertientes. Son la desigualdad de ingreso, de acceso a bienes públicos, de insuficiente empleo y desarrollo regional desigual, como desequilibrios internos y la restricción de tipo comercial, acceso al financiamiento en momentos de crisis de balanza de pagos y una fuerte espiral de endeudamiento, como desequilibrios externos. El corolario de estos desajustes es una economía con una dinámica de crecimiento no sustentable comúnmente conocida como ciclos ‘stop and go’. Pero también se sostiene el consenso en las causas de estos problemas: 1) la estructura productiva desequilibrada con enclaves de escaza capacidad de derrame, 2) serios déficits de competitividad en firmas y sectores y a nivel sistémico que califican el tipo de inserción internacional y 3) una macroeconomía frágil muy vulnerable frente a shocks externos y responsable de comportamientos cortoplacistas. Lo que el autor sostiene en la sección, es que los disensos se dan en torno a la determinación de la jerarquía de los problemas y las secuencias de causalidad. 
Sin embargo antes de entrar de lleno en esos disensos, expone desde un marco teórico y un enfoque ‘eclético’ un diagnóstico más profundo de las causas. Para el caso del desequilibrio en la estructura productiva destaca que por un lado surge de problemas de articulación o relacionamiento como puede ser las debilidades en las relaciones intrasectoriales, los desarticulados sistemas de innovación, la lógica de racionalización microeconómica que precariza procesos de trabajo y la degradación de la oferta de bienes públicos que lesiona la competitividad sistémica. Por otro lado la estructura productiva desequilibrada es impulsada también por problemas de configuración en la estructura social de control y decisión sobre el aparato productivo como la concentración de mercado, las desigualdades de acceso a instituciones de apoyo y a los instrumentos de política monetaria, y el predominio de prácticas rentistas y de valorización financiera que reducen los recursos disponibles para la ampliación de la oferta sumado a que generan inestabilidad y volatilidad. Por último el autor sostiene que el desequilibrio en la estructura productiva también proviene de un elevado grado de trasnacionalización básicamente porque las modalidades de inserción no promueven externalidades positivas.
Para el análisis de la segunda causa, el de la competitividad, el autor pone a la restricción externa como punto de partida. En este sentido notable el nivel del diagnóstico que hace al respecto con por un lado los problemas originados en los movimientos de capitales que devienen de las condiciones de acceso al financiamiento internacional por recurrentes problemas de solvencia externa y fiscal, y de la naturaleza y la estrategia de los flujos de la IED, y por otro lado los problemas de competitividad que afectan el flujo de bienes y deviene de restricciones muy diversas como el viejo proteccionismo de mercados mundiales, debilidades del modelo productivo y escasez desarrollo de productos dinámicos con alto valor agregado. Pero también el predominio de sectores no transables con baja productividad sistémica, debilidades en la calificación de los recursos humanos, los procesos de innovación, la constitución de redes productivas y hasta en el desarrollo empresarial.
En el caso de la tercera causa, la fragilidad macroeconómica, las causas son también diversas. Por un lado el peso de la deuda, el nivel y modalidad del gasto con transferencias no convalidadas socialmente, y la estructura tributaria regresiva y de fuertes distorsiones perjudican la sustentabilidad fiscal y promueven la fragilidad macro. Y por otro lado, los problemas de volatilidad generados por la misma situación de no sustentabilidad fiscal que pone presión sobre la demanda de divisas y debilita la confianza de la moneda doméstica, la formación de expectativas inflacionarias facilitado por la concentración de la oferta y que estimula la huida de la moneda domestica y los ataques especulativos favorecidos por la liberalización de los movimientos de capital, son otros de los elementos que promueven la fragilidad macroeconómica.
Así la primera sección finaliza exponiendo los disensos según la jerarquía de los problemas presentados, la dinámica de causalidad que explica la aparición de los problemas y la responsabilidad del ‘desarrollo ausente’. Y a partir de ello identifica tres grandes corrientes explicativas, una que pone el centro en los problemas de fragilidad macro en especial de la sustentabilidad fiscal, otra que focaliza en los problemas de competitividad de la economía y una tercera que se centra en los desequilibrios de la estructura productiva, principalmente en las desigualdades entre diversos agentes. El siguiente cuadro resume estas corrientes.
En esta sección también se estudia el impacto en el sector productivo de las transformaciones ocurridas en la década del ’90 y las tendencias post-convertibilidad[1].  
En la segunda gran sección se estilizan cuatro visiones normativas del desarrollo en función de su posicionamiento en torno a las fuentes del crecimiento (mercado interno vs exportaciones) y factores que la orientan (consumo, inversión nacional o IED, acuerdos bilaterales, MERCOSUR, apertura unilateral), el tipo de especialización productiva (ventajas naturales con commodities o productos diferencias vs ventajas dinámicas con productos diferenciados), los modos de regulación y coordinación del proceso de asignación de recursos (políticas activas con incentivos específicos o reglas generales, vs ordenamiento macroeconómico con la intervención en la asignación de bienes públicos y de ‘entorno’)  y la naturaleza de los agentes económicos líderes (firmas vs redes, empresas trasnacionales, grandes empresas nacionales o PYMES). A partir de estos ejes el autor señala que existen cuatro grandes visiones con propuestas y ejes de debate diferentes: la autárquica dónde la fuente de crecimiento es el consumo interno por shocks de redistribución del ingreso con una especialización productiva basada en la sustitución de importaciones, un activo papel del estado y en dónde los agentes del proceso de acumulación son el Estado y las PYMES; la neodesarrollista de base industrial cuya fuente de crecimiento es la inversión y el consumo, la estructura productiva debe ser especializada en bienes diferenciados con políticas activas y redes de empresas que incluya a las PYMES. La neodesarrollista de base agraria cuya fuente de crecimiento es la diversificación exportadora con orientación al mercado mundial, una especialización productiva basado en un sistema agroindustrial, políticas también activas y con redes y cadenas de valor lideradas por empresas de gran tamaño como agentes del proceso de acumulación. Por ultimo una visión neoliberal cuya apertura al mercado mundial y las IED son las fuentes del crecimiento, una estructura productiva basada en las ventajas naturales que tiene el país, una regulación en manos del mercado y en dónde el mismo mecanismo de mercado seleccione los agentes del proceso de acumulación.

Daniel Azpiazu y Hugo Nochteff, El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadorismo y elite económica en la Argentina, FLACSO-Norma, 1994, Selección.
El libro publicado en 1995, se cuestiona el diagnóstico de la economía argentina dado por el neoconservadurismo y contribuye a la búsqueda de un diagnostico alternativo. El documento se divide en tres grandes ensayos.
El primero ensayo se titula “Subdesarrollo y hegemonía neoconservadora. ¿Veinte años no es nada?”. Se trata de un documento que al comenzar revela el consenso implícito y explicito predominante en las ciencias sociales sobre el termino de desarrollo entendido como crecimiento económico, distribución equitativa del ingreso y la disminución de la pobreza, y con la inversión como medio para alcanzarlo, y que a pesar de la pérdida de prestigio del término a partir de 1976 esas cuestiones que involucran el desarrollo siguieron siendo centro de escena en debates políticos y académicos durante en neoconservadurismo. Lo que cambió fue el diagnóstico sobre las restricciones al desarrollo y las recomendaciones para superarles: menos intervención estatal y más mercado porque la iniciativa privada impide desplegar la vocación de creatividad e inversión, menos despilfarro en consumo y más austeridad para que aumente el ahorro y la inversión, privatización, apertura, desregulación, sacrificio fueron el amplio abanico de conceptos que giraron en el nuevo diagnóstico de la economía.
En este contexto el ensayo recuerda una gran cantidad de frases que formaban el discurso hegemónico. “Primero hay que crecer para después poder distribuir”, “hay que sacrificar el bienestar presente para aumentar el bienestar futuro” y “hay que invertir para crecer y podés distribuir” son sólo algunas de esas frases. Pero también circulaban otras como “la inversión se retrae porque los salarios son excesivos”, “no puede haber inversión con aumentos irresponsables de salarios” y “nadie está dispuesto a invertir cuando los salarios crecen demasiado”. Así con el fin de cuestionar este diagnóstico, es que el ensayo le dedica una parte extensa a contrastar empíricamente las premisas sentadas por el neoconsevadurismo, y concluye que la realidad muestra que en los 20 años que se analizan del período neoconservador, la inversión cayó, también lo hizo el producto por habitante e incluso los salarios. Por otro lado hubo pérdida de productividad del conjunto de la sociedad, atraso tecnológico, creciente oligopolización, concentración del poder económico, mas desempleo, peor distribución y más pobreza. De manera tal que no se cumplió ninguno de los vaticinios que giró en torno al discurso, y el resultado no ha sido desarrollo sin subdesarrollo.
El segundo ensayo, titulado “Los senderos perdidos del desarrollo. Elite económico y restricciones al desarrollo en la Argentina”, cuyo autor es Hugo Nochteff, analiza si en la Argentina que se subdesarrollo durante gran parte del período neconservador, las políticas de privatización, desregulación y apertura fueron políticas que transfirieron poder de regulación al mercado o más bien políticas que transfirieron poder de regulación a la elite económica y políticas que eliminaron restricciones al desarrollo o que erigieron nuevas restricciones. El análisis se realiza desde un enfoque neoshumpeteriano, que tiene especial énfasis en el progreso técnico y la innovación, pero con una importancia muy grande del concepto de políticas científicas, tecnológicas e industriales, y los sistemas nacionales de innovación, que es lo que caracteriza este nuevo enfoque respecto a quienes ya habían introducido el progreso tecnológico en las teorías de desarrollo durante los ’50 y ’60. Así el texto no sólo hace un buen resumen conceptual de este pensamiento, sino que lo aplica al caso argentino analizando cuatro hipótesis. La primera hipótesis es que la Argentina no siguió senderos de desarrollo, y que se comportó cambiando sólo por adaptación a los cambios de los datos externos, inducidos por el desarrollo de otras economías y por las consecuentes mutaciones de la economía internacionales, lo que generó ‘burbujas’ de crecimiento vistas como fases de crecimiento adaptativo tecnológicamente tardío. La segunda hipótesis es que en la Argentina habría habido una insuficiencia de monopolios transitorios basados en la innovación y que en cambio, la elite habría obtenido o bien rentas basadas en la explotación simple de recursos naturales o bien rentas sustentadas en ventajas monopólicas basadas en barreras al ingreso creadas y mantenidas por las políticas gubernamentales y no por la innovación. La tercera hipótesis es que la causa fundamental de la persistencia de la economía de adaptación (o ausencia de senderos sostenidos de desarrollo) habría sido el comportamiento de la elite económica entendida como el conjunto de empresarios indifiduales o de organizaciones empresarias de mayor peso económico y político que moldean el sendero del resto de los agentes. Este sector habría logrado adoptar en cada período de la Argentina ‘opciones blandas’ en términos de sus esfuerzos de innovación e inversión. Y por último la cuarta hipótesis que se desprende de las anteriores, es que la mayor restricción a las innovaciones (entendidas como algo más que la adaptación tecnológica tardía) y al diseño e implementación de políticas científicas, tecnológicas e industriales ha sido la falta de demanda de dichas innovaciones y políticas de parte de la elite económica. Con estas cuatro hipótesis se analiza las tres grandes ‘burbujas’ de la economía argentina: la impulsada por las exportaciones primarias durante la fase expansiva iniciada en 1880; la provocada por la primera etapa de sustitución de importaciones que se inicia con la gran depresión de los treinta, y la generada por la oferta de crédito abundante a partir de 1976.
El tercer ensayo titulado “La industria Argentina ante la privatización, la desregulación y la apertura asimetría de la economía. La creciente polarización del poder económico” y escrito por Daniel Azpiazu, hace un análisis exhaustivo del impacto que tuvieron las políticas de apertura, desregulación y privatización en la inversión, los agentes y estrategias empresarias, la estructura de precios relativos y más especialmente en la actividad manufacturera. Se destaca la consolidación y transferencia de mercados monopólicos u oligopólicos, escaza atención a la necesidad de regular determinadas áreas privatizadas, bruscas alteraciones en la estructura de precios relativos en detrimento de los bienes transables, libertad en la fijación de los cuadros tarifarios de diversos servicios públicos, fuerte impulso a la profundización del proceso de concentración y centralización del capital, entre otros.

CEPAL, “Equidad, desarrollo y ciudadanía, 2000
Se trata de un extenso documento de la CEPAL publicado en el año 2000 que presenta en forma muy integral el pensamiento de la institución sobre los retos del desarrollo de la región luego de las políticas neoliberales y en la nueva era de la globalización. Trabajar sobre los logros de las políticas neoliberales en materia de inflación y déficit fiscal a través de ‘reformar las reformas’, incorporar como objetivos principales del desarrollo los derechos económicos, sociales y culturales y aplicar políticas sociales universales, solidarias y eficientes, con especial énfasis en la educación y el empleo, son los nuevos desafíos que el documento plantea. Pero también fortalecer la ciudadanía y garantizar la estabilidad macroeconómica frente a la volatilidad de los capitales con políticas anticíclicas, gestión macroeconómica que evite endeudamientos excesivos, normas estrictas en la regulación del sistema financiero y una política de pasivos. El documento está dividido en 14 capítulos, de los cuales los primeros dos son parte de las fuentes bibliográficas.
En el capítulo 1 se analiza estilizadamente los legados de los años ’90 en los países de la región en materia de comportamiento macro, inserción externa, estructura productiva y en materia social. Algunos de los resultados son: 1) disminución del déficit fiscal y la inflación 2) crecimiento económico, pero que en promedio sigue siendo inferior para cerrar la brecha con los países desarrollados, 3) tasas de inversión que han tendido a recuperarse pero que se mantuvo a niveles inferiores a los de la década de 1970, con excepción de algunos años, 4) dependencia de la actividad económico a los ciclos de financiamiento y las crisis financieras, 5) avances en la inserción de economías latinoamericanas a la economía mundial con un crecimiento del volumen de exportaciones, sin embargo la diversificación de las exportaciones avanzó a ritmos muy diferentes en los países, 6) se consolidaron en la región dos patrones básicos de especialización en la estructura productiva, uno de exportaciones manufactureras con altos componentes de insumos importados y otro de exportaciones primarias o industriales de uso intensivo de recursos naturales; 7) predominio de estrategias defensivas al nuevo contexto; 8) fuertes procesos ‘destructivos’ y poca debilidad de procesos ‘creativos’, 9) mayor participación en la actividad económica de bienes no transables en desmedro de los transables; 10) concentración, transferencia regresiva de la riqueza 11) lento crecimiento de la productividad a excepción del sector agropecuario, 11) en el marco institucional se constituyeron controles múltiples y discrecionales por reglas generales, 12) débil generación de empleo y aumento de la brecha en las remuneración de calificados y no calificados, 13) aumento del gasto social que se acompaño de criterios de asignación más selectivos, pero no universales y solidarios y con problemas de eficiencia y calidad en los servicios sociales, 14) reducción de los elevados niveles de pobreza heredados de la década del ’80, básicamente por el crecimiento económico pero que siguió siendo alta e incluso se comportó de forma muy heterogénea en la región. Por otro lado el informe sostiene que se dieron avances incompletos en materia de equidad de género, la democracia y el desarrollo sostenible.
En el capítulo 2 resume el todo el conjunto del documento, proporcionando una visión global y un cierto grado de detalle sobre las propuestas que se presentan. Se destaca el concepto de globalización y sus implicancias en la extensión de derechos, las cadenas de valor, el movimiento de capitales, en los mecanismos que garantizan las políticas macro, y en los problemas de gobernabilidad ya que la globalización acentúa las tensiones que enfrenta la nación entre las demandas. Por otro lado se destaca el desafío de la ética que involucra brindar derechos económicos, sociales y culturales, logrando más equidad, rompiendo las estructuras intergeneracionales de la pobreza a través del empleo y la educación y actuando sobre los canales patrimoniales que determinan la desigualdad en particular mediante el fomento de acceso a la vivienda en hogares pobres y a los mercados de factores en las PYMES (tecnología, capacitación laboral, crédito, tierra, etc). También se destaca el desafío de una macro más estable, el de la flexibilidad laboral, asignaciones sociales más progresivas, el carácter procíclico del gasto social y el de garantizar a todos los ciudadanos protección en calidad y cantidad suficiente para participar plenamente de la sociedad lo que significa aplicar a las políticas sociales el principio de universalidad, pero también de solidaridad y sin perder de vista la eficiencia desde el punto de vista de maximizar los objetivos sociales.
En definitiva es un texto que si bien es interesante porque aborda nuevas dimensiones del desarrollo como la de los derechos, el documento durante los dos primeros capítulos es muy repetitivo y sigue una estructura poco eficiente.

Claudio Katz, “El desafío crítico a los economistas ortodoxos”, 2001.
“El desafío critico a los economistas ortodoxos” es un texto publicado en 2001 y presentado en el año 2002 en la VIII Jornada de Economía Política en España. Se trata de un documento que presenta tres tipos de economistas: los ortodoxos que ocupan una posición dominante y se basan en la concepción neoclásica de la economía, los institucionalistas que rechazan la teoría neoliberal revelando la existencia de intereses contrapuestos en la economía y se apoyan en teorías heterodoxas, y los críticos que descreen en la posibilidad de actuar como técnicos del bienestar, por eso objetan ambos modelos y cuestionan el sistema de mercado. Así el texto se divide en cinco grandes ejes. El primer eje estudia el avance de los economistas ortodoxos en los ámbitos políticos y académicos, su función y pensamiento ideológico. Se resalta el reclutamiento de este tipo de economistas en organismos financieros para actuar en cualquier rincón del planeta, desplazar cargos políticos, fomentar la tecnocracia y oponiéndose a las reivindicaciones de los trabajadores; la homogeneización de la profesión con el uso de técnicas y prácticas semejantes que crearon un código excluyente de comunicación; en el contexto ideológico plantean la inevitabilidad de las desigualdades sociales, la subordinación de los principios democráticos y revindican la supremacía del mercado y si bien reconocen el carácter incierto de la economía, la imperfección de la racionalidad individual y la incertidumbre de la inversión no plantean la necesidad de regular los mercados. En síntesis el primer eje es una crítica a como los economistas ortodoxos han modificado los entornos y la forma de pensar para ampliar su marco de acción y a su vez restringir el accionar de otras disciplinas y también de las falsedades de su pensamiento ideológico. En un segundo eje se estudia como los institucionalistas, en que se insertan varias escuelas, intentan escaparle a la concepción neoclásica con las teorías heterodoxas reivindicando la determinación institucional de la economía, la existencia de imperfecciones del mercado y la gravitación de la incertidumbre. Así retoman la tradición de la economía política clásica y también se oponen a separar tajantemente la economía de otras disciplinas. Sin embargo estos economistas no explican las causas, tendencias y direccionalidades del desarrollo capitalista. En un tercer eje se estudia el caso de los economistas críticos que rechazan fuertemente la economía de mercado, desenmascaran su realidad y por eso buscan desarrollar su actividad en el seno de las organizaciones populares, cuyo sector más estructurado son los marxistas. Su enfoque esta centrado no sólo en la defensa o recuperación de las conquistas sociales, sino en la construcción de una sociedad libre de explotación y desigualdades. Proponen un abordaje del objeto de la economía distinto y superador que el de la heterodoxia, sostiene el autor. Busca esclarecer el origen, las contradicciones y la evolución histórica del capitalismo, explicando porque la dinámica de este sistema es diferente de otros modos de producción y analizando sus leyes como tendencias y contra-tendencias. Por otro lado, el un cuarto eje el documento analiza como se insertan estas tres modalidades en América Latina. Por un lado los ortodoxos han avanzado en la región y en las decisiones de política económica a través de diversas instituciones nacionales e internacionales como la fundación Ford y Getulio Vargas en Brasil, Unam y Cide en Mexico, CEMA y FIEL en Argentina. Por otro lado el desplazamiento de la heterodoxia inspirado principalmente en el estructuralismo de la CEPAL que durante décadas habían apuntado el proyecto industrializador de la Argentina y una nueva heterodoxia o ‘nueva cepal’ que con el pensamiento neoestructuralista renuncia al desarrollo autónomo y acepta las críticas que tradicionalmente formuló la ortodoxia contra la CEPAL (proteccionismo, desconfianza del mercado, estatismo). Y por ultimo economistas críticos que han si bien en los años ’60 y ’70 estaban en fuerte apogeo, durante estos años han perdido grandes posiciones.

Observaciones
No hay dudas que muchos de los textos buscan iluminar aspectos que en otros textos se olvidan o se relegan. Por ejemplo el texto “Equidad, desarrollo y ciudadanía” de la CEPAL, ilumina nuevas dimensiones del desarrollo desde un enfoque de derechos, que no están presentes en los textos de Porta y Bianco y de Azpiazu y Nocheteff que analizan la concepción del desarrollo desde un enfoque más económico. En este sentido es importante destacar que durante los ’90 se avanzó mucho en la concepción del desarrollo vistos en forma de derechos y superando el tradicional triangulo del desarrollo entendido como reducción de la pobreza, crecimiento económico y mejora en la distribución de los recursos. Pero también los textos revelan tensiones. Es el caso del documento de Katz con el de Bielschowsky, que mientras el primero marca una fuerte ruptura entre el estructuralismo y el neoestructuralismo, el segundo revela más continuidades que rupturas. 




[1] Entre los resultados de estas transformaciones el autor destaca el insuficiente aumento de la productividad, restricción externa creciente, degradación del mercado de trabajo, coexistencia de sobre-inversión y sub-inversión, debilitamiento de la trama productiva y escasos efectos derrames. Y entre las tendencias post-convertibilidad se destaca la reactivación de la capacidad instalada, sustitución en productos livianos y maduros, ausencia de un patrón sustentable de financiamiento y elevada elasticidad producto empleo. Es importante destacar que algunas de estas tendencias se revirtieron en el trascurso de la post-convertibilidad y que no fueron abordados en el trabajo por el horizonte temporal.

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Aporte de Gonzalo:

La selección de textos para esta clase intenta dar cuenta del desarrollo del pensamiento heterodoxo en un contexto de auge y hegemonía del paradigma ortodoxo neoliberal. En este sentido, la producción y los aportes que se incluyen como lectura obligatoria resultan bastante heterogéneos, lo que muestra la dificultad que se tiene a la hora de definir al enfoque heterodoxo, más allá de su posicionamiento antagónico con la ortodoxia. El texto de Ricardo Bielschowsky “60 años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo” de 2009 resulta una extensión de su texto “Evolución de las ideas de la CEPAL” del año 1998 (analizado en la clase 8). Toma como base la aproximación metodológica que realiza hacia las ideas y desarrollos del pensamiento estructuralista (su periodización junto con el mensaje transformador que responde a las condiciones estructurales de cada momento), y avanza sobre el desarrollo del cuerpo teórico del “neoestructuralismo”. 
Según el autor, dicho enfoque surge como una respuesta de la CEPAL ante las reformas neoliberales implementadas en toda Latinoamérica desde fines de la década del ’80, en un contexto mundial de apertura, globalización y de consolidación del pensamiento neoliberal. En este sentido, busca legitimizar el accionar de la CEPAL ante la crítica que sostiene que dicha institución se rindió ante el paradigma dominante y olvidó por completo sus raíces teóricas. Este punto es bien destacado por Claudio Katz en su texto “El desafío crítico a los economistas ortodoxos” de 2001, donde destaca que la diferenciación que busca establecer la “nueva CEPAL” (como la define el autor) con la ortodoxia resulta artificial, no sólo han sustituido la elaboración de conceptos propios por la absorción de las modas neoclásicas[1], sino que claramente poseen objetivos en común. Pareciese ser que a partir del uso de una retórica más vinculada al viejo estructuralismo, se encubre un diagnóstico y un set de recomendaciones de políticas muy semejantes a las neoliberales. Es en este sentido que al leer el texto de “60 años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo”, se percibe la constante necesidad del autor de establecer lazos y vínculos entre el neoestructuralismo y el estructuralismo (justamente destina toda una sección para ello).
A partir de la década del ’00 la CEPAL introduce dentro de su cuerpo teórico nuevos conceptos y categorías que, no resultan innovaciones teóricas a escala global como las que se introdujeron en su nacimiento en los ’50, sino que resulta como un “aggiornamiento” al nuevo contexto mundial influenciado por el pensamiento ortodoxo. Bielschowsky recalca, como primer aporte del neoestructuralismo, un análisis crítico de las reformas impuestas durante los noventa. Donde se señala una falta de crecimiento económico sustentable, escasa diversificación de las exportaciones, reestructuración regresiva del sector industrial, déficits externos, una mayor vulnerabilidad externa ante la inestabilidad de los flujos de capital, y aumentos de desempleo y una distribución regresiva del ingreso en contra de los trabajadores. Aunque se reconoce el control inflacionario, la reducción del déficit fiscal, el auge de la IED, el aumento de la productividad, el reconocimiento de la cuestión ambiental y los avances en materia de democracia y derechos humanos.
A su vez, se incorpora la cuestión de la era global al paradigma de transformación productiva con equidad propuesto por Fernando Fajnzylber en los ’90 y luego profundizado por Ocampo. Básicamente se reconoce el nuevo contexto de apertura y globalización y los desafíos que esto implica en materia de la transformación productiva, el desarrollo social, la estabilidad macroeconómica y financiera y la sostenibilidad ambiental de los países de la región. El tercer aporte se relaciona con los derechos, la ciudadanía y la cohesión social, si en los análisis estructuralistas el conflicto capital-trabajo ocupaba un lugar marginal, en este nuevo enfoque el mismo se encuentra anulado completamente. Este aspecto fue desarrollado en el documento del periodo de sesiones de la CEPAL del año 2000, “Equidad, desarrollo y ciudadanía: una visión global”, donde la noción de ciudadanía y la necesidad de lograr una cohesión social implica desconocer por completo las relaciones sociales de producción. Entre este tipo de lectura de la estructura social y la sostenida por la ortodoxia (a través de la noción de agentes representativos) no se perciben grandes diferencias.
Por último se produce una fusión entre los análisis schumpeterianos y estructuralistas, y se incorpora la noción de políticas anticíclicas para hacer frente a las volatilidades financieras. Se le brinda un lugar central al tema de la innovación y cambio tecnológico como medio para modificar la heterogeneidad estructural (ya sea mejorando las formas de producción existentes como incorporando nuevas actividades) y así poder cambiar la forma de inserción en el plano internacional. En este sentido se reconoce al comercio exterior (en especial aquel especializado en productos con contenido tecnológico y agregado de valor, no necesariamente vinculado al sector industrial sino que se pone el foco en otros sectores que sean capaces de incorporar nuevas tecnologías) como factor determinante para lograr un crecimiento sostenible en el mediano y largo plazo. Es decir que se propone crecer a partir de un modelo “export-led”. En relación a la cuestión de la volatilidad financiera, producto del movimiento de los flujos de capitales especulativos, se proponía crear mecanismos que regulen el ingreso y la salida de dichos capitales, y la necesidad de aplicar políticas contracíclicas con la intención de lograr una macroeconomía estable que garantice el crecimiento sostenido y el pleno empleo.
El eje central del texto de Claudio Katz[i] radica en la crítica hacia los economistas ortodoxos y heterodoxos (denominados por el autor como “institucionalistas”), destaca que la hegemonía mundial de la ortodoxia económica absorbió a los institucionalistas y limitó la influencia de los pensadores más críticos. Particularmente critica la cooptación que sufrió el pensamiento cepalino (siendo el neoestructuralismo una expresión regional del neoliberalismo) y ciertos sectores del dependentismo (Cardoso). En este sentido el autor revindica a los pensadores críticos, en especial aquellos vinculados al análisis marxista, ya que no sólo desarrollan un pensamiento cuestionador del orden vigente (con rigurosidad científica) sino también participan activamente en la militancia política. Lo interesante del texto resulta de su claridad expositiva, que debe estar vinculado al hecho que el mismo no fue pensado para el ámbito académico, sino que es una reflexión propia del autor pensada (o dirigida) para un lector no especializado en un momento de gran convulsión política, económica y social en la Argentina (Enero 2001).
Katz destaca que el avance de los economistas ortodoxos, a partir de la década setenta, resultó funcional para el proyecto de las clases dominantes centrado en el avance feroz sobre los trabajadores, como forma de recomponer sus tasas de ganancia. A diferencia de los institucionalistas keynesianos que se configuraron como administradores del “estado de bienestar”, durante la vigencia de la “edad de oro” del capitalismo. Otro aspecto funcional resulta del fortalecimiento de la tecnocracia a partir del posicionamiento en altos cargos políticos por parte de los economistas ortodoxos, ante el vaciamiento de la democracia, la pérdida de representatividad del sistema constitucional y el debilitamiento de las instancias deliberativas y electivas. Este tipo de economista se presenta como un técnico, un profesional fiel a la ciencia e independiente de cualquier partido político, que pertenece a un élite cosmopolita mundial que trabaja en empresas transnacionales y organismos internacionales (FMI, Banco Mundial, OMC, etc.).
La “colonización” que ha tenido esta corriente de pensamiento por sobre el campo de las ciencias sociales, se basa en el uso de criterios analíticos maximizadores formalizados a partir de sofisticados modelos matemáticos que lejos están de aprehender lo que ocurre en la realidad (pero que intentan darle mayor rigurosidad científica al asimilar a la economía a una ciencia dura). Este fenómeno está vinculado con la notable reducción que sufrió el objeto de estudio de la economía a partir de la consolidación del neoclasicismo, se dejó de estudiar las relaciones sociales de producción y las leyes de acumulación en cada periodo histórico (“economía clásica”) para centrarse en el estudio de mecanismos de elección racional maximizadora. 
En lo que respecta a la heterodoxia, si bien se distancia de la ortodoxia al rechazar la lógica del mercado y de los criterios individualistas optimizadores, y aunque reconoce la existencia del conflicto social (que propone armonizarlo a través del consenso institucional), no interpreta adecuadamente cómo se genera y distribuye el beneficio. Ya que naturaliza las relaciones sociales de producción al diluir el rasgo central del capitalismo: la apropiación del valor excedente generado por los asalariados por parte de los capitalistas. Justamente es en este punto que Katz distancia a los economistas más críticos, particularmente los marxistas, de la heterodoxia, y revindica al marxismo no sólo por tener un abordaje del objeto de la economía distinto y superador de la heterodoxia, sino por que defienden un proyecto emancipador. Es por ello que no debe incorporarse el cuerpo teórico marxista a la heterodoxia, más allá que compartan ciertas preocupaciones.
En “Las visiones sobre el desarrollo argentino. Consenso y disenso” del año 2004, los autores Fernando Porta y Carlos Bianco[ii] proponen una sistematización de las distintas visiones y enfoques que existen en torno a las perspectivas de desarrollo en el largo plazo de la Argentina, destacando las causas de su errática evolución. En primer lugar exponen los principales problemas que obturan el desarrollo y sus causas estructurales, donde existe un consenso entre las distintas visiones, para luego presentar los distintos enfoques normativos que se diferencian entre sí tanto en el origen de los problemas como en la dinámica de vinculación entre causas y efectos. Estas diferencias remiten, en última instancia, a la concepción sobre los objetivos del desarrollo y las vías para lograrlo. Por último vinculan, de forma preliminar y secundaria, las distintas visiones del desarrollo con el sistema nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI).
Los problemas que atañen a la dinámica de crecimiento de largo plazo son: desequilibrios internos que se plasman a partir de la existencia de distribuciones desiguales del ingreso; desigualdades en el acceso a bienes públicos; problemas de empleo y escasa sustentabilidad de las economías regionales. Estas cuatro dimensiones se retroalimentan y existe un consenso acerca de que dichas dimensiones han empeorado significativamente a partir de la disolución del modelo sustitutivo de importaciones. En el frente externo se combinan dos dimensiones: una restricción externa y otra de tipo financiera. La primera de ellas alude a la incapacidad que posee la economía para generar las divisas necesarias vía exportaciones con el objeto de financiar los requerimientos de la estructura productiva en la fase ascendente del ciclo. La segunda se presenta cuando, como consecuencia del desenlace final de una crisis de balanza de pagos ante una severa restricción externa, el Estado encuentra dificultades para acceder a nuevas corrientes de financiamiento internacional. Estas limitaciones, de carácter interno y externo, que posee la economía argentina traen como consecuencia un crecimiento no sustentable en el largo plazo que se expresa a partir de una dinámica de “stop and go”.
En lo que respecta a las causas estructurales se reconocen tres grandes dimensiones que involucran diversos aspectos: una estructura productiva desequilibrada; déficits en términos de competitividad y una macroeconomía frágil. En la estructura productiva desequilibrada se reconocen problemas de articulación, configuración y un elevado grado de extranjerización de la economía. Al interior de los problemas de articulación se identifican insuficiencias en la trama de relaciones intersectoriales y empresariales (caracterizada por la imagen de “islas de modernidad”), deficiencias en el sistema de innovación, una lógica microeconómica de aumento de productividad vía intensificación y precarización laboral, y una degradación en la oferta de bienes públicos.
Dentro de los problemas de configuración se percibe un elevado grado de concentración en la mayoría de los sectores (que permite la apropiación de rentas extraordinarias), desigualdades de acceso a las instituciones de apoyo y a los instrumentos de políticas públicas (en contra de las pequeñas unidades productivas) y el predominio de prácticas rentistas y de valorización financiera. El elevado grado de transnacionalización afecta a la estructura productiva por la lógica que adquiere el capital extranjero en la Argentina. La débil orientación exportadora que poseen las filiales de las ET’s (salvo en el caso del sector automotriz y en la explotación de recursos naturales), sumado a su alta propensión importadora y a su decisión de endeudarse con fuentes internacionales, agravan la restricción externa. Además el hecho de que en la división de tareas entre filiales la Argentina tenga un lugar marginal, al no incorporarse funciones estratégicas en términos de I+D, debilita el desarrollo de capacidades tecnológicas locales.
En cuanto a los problemas de competitividad se debe diferenciar entre los que afectan a los sectores “tradicionales” (vinculados a la explotación de recursos naturales), y los que derivan de la escasa creación de nuevas ventajas dinámicas. Aunque en el primero de los sectores se produjeron significativos aumentos en los volúmenes de producción y en los niveles de productividad (a partir de la incorporación de cambios tecnológicos y organizativos) que reforzaron la “tradicional” ventaja comparativa de la economía argentina durante los noventa, existen restricciones que afectan al desempeño del sector: la vigencia del viejo y nuevo proteccionismo a escala global, debilidades en el modelo productivo en términos de sustentabilidad ambiental, y el escaso desarrollo de productos con alto valor agregado. La generación de nuevas ventajas dinámicas enfrenta problemas en el sistema de calificación de recursos humanos, en el proceso innovativo y en la constitución de redes productivas y en el desarrollo empresarial.
La fragilidad macroeconómica, entendida como una situación de fuerte vulnerabilidad externa y generadora de una elevada incertidumbre estructural, se deriva de la ausencia de un cuadro fiscal sustentable y la existencia de una latente volatilidad cambiaria. Los factores problemáticos que inciden sobre el cuadro fiscal son: el peso de los servicios de la deuda pública, la ineficiencia en la implementación del gasto público, y una estructura tributaria altamente regresiva. Por el lado de la volatilidad cambiaria se reconocen tres factores que la perjudican: la no sustentabilidad fiscal, que pone presión sobre la demanda de divisas, la formación de expectativas inflacionarias, y los ataques especulativos facilitados en los noventa por la amplia liberalización de los mercados de capitales.
Para la estructuración y presentación de las distintas estrategias de desarrollo los autores utilizan cuatros ejes: las fuentes de crecimiento y los factores que lo orientan, el tipo de especialización, los modos de regulación y coordinación del proceso de asignación de recursos y la naturaleza de los agentes económicos líderes. En este sentido distinguen cuatro visiones que son encabezadas por determinadas instituciones: la autárquica, la neo-desarrollista (de base industrial), la neo-desarrollista (de base agraria), y la neoliberal.
La visión autárquica sintetiza las propuestas de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) y de los Economistas de Izquierda (EDI). Reconocen al mercado interno como fuente de crecimiento de la demanda pregonando por un shock redistributivo de los ingresos en favor de los trabajadores y un aumento del poder adquisitivo de los asalariados. Proponen una recomposición del tejido industrial, en especial en la producción de bienes salarios intensivos en mano de obra, aumentando el valor agregado. El Estado (socialista, EDI o benefactor, CTA) no sólo debe planificar y regular los mercados sino que debe participar activamente en la producción de bienes y servicios. Si bien el Estado es el agente por excelencia en liderar el proceso de desarrollo, se pone un énfasis en la promoción de empresas nacionales, en especial de PyMes.
Para los neo-desarrollistas de base industrial la principal fuente de demanda para los productos industriales es el mercado interno (a través del consumo y de la inversión productiva), pero no sólo acotado al ámbito nacional sino ampliado hacia el regional de modo de aprovechar economías de escala y de especialización. El tipo de especialización productiva debe basarse en el desarrollo de cadenas integradas de valor industriales (tanto “aguas arriba” como “aguas abajo”) de modo de fortalecer y darle mayor densidad al sistema nacional de innovación. En la forma de llevar a cabo dicha cuestión existen diferencias. Mientras que los autores del Grupo Fénix y Rubén Lo Vuolo (CIEPP) proponen un desarrollo armónico de todos los sectores, con prioridad en los tecnológicamente más complejos, la UIA y la Fundación de investigaciones para el Desarrollo (FIDE) prioriza el desarrollo de sectores productivos industriales, y Hugo Notcheff y Andrés López destacan la importancia de desarrollar “nuevos” sectores tecnológicamente más avanzados y con estructuras de mercado poco consolidadas. En términos de regulación y coordinación es el Estado el encargado de cumplir funciones rectoras y orientar de forma estratégica la movilización y asignación de recursos. Por último serán las PyMES las encargadas en liderar la dinámica de acumulación.
Según los neo-desarrollistas de base agraria la Argentina debe plantear un modelo de desarrollo “orientado hacia afuera”, en donde las exportaciones y la IED sean las encargadas de estimular la economía. Para ellos el mercado interno no debe dejarse de lado ya que sirve de complemento de la demanda y como plataforma para la exportación de bienes con mayor valor agregado. En términos de destinos de exportación, el Grupo de Consultores en Economía y Organización (CEO) y Jorge Fortaleza no especifican un destino en particular, mientras que el economista Martín Redrado propone profundizar los vínculos con el MERCOSUR para lograr un mayor poder de negociación en la apertura de mercados externos, y la Fundación OKITA vincularse con los países del sudeste asiático. Dentro de esta visión se propone una especialización en bienes agrícolas con alto agregado de valor, a través de la constitución de sistemas agroindustriales. Mientras que para Redrado y CEO es la interacción entre lo público y lo privado lo encargado de asignar los recursos productivos, para Fortaleza y la Fundación OKITA ese papel lo cumple el mercado. Para Fortaleza los actores fundamentales en llevar a cabo la estrategia productiva deben ser las diez empresas extranjeras de mayor tamaño a nivel mundial, que se relacionarán con los capitales nacionales y las ET’s. Por otro lado la Fundación OKITA destaca que son las ET’s las líderes en el proceso de desarrollo, vinculándose con las PyMES y las empresas nacionales.
Por último para la visión neoliberal las fuentes de crecimiento vendrán de la mano de la apertura comercial y de la desregulación, incrementando las exportaciones en sectores donde se cuenta con ventajas comparativas y promoviendo la llegada de IED hacia dichos sectores. Si bien dentro de esta visión se entiende que el óptimo al que se debe aspirar para ampliar la demanda externa y maximizar el bienestar es el libre comercio mundial, existen distintas estrategias de penetración de mercados foráneos. Para el Instituto sobre Estudios Económicos de la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) se deben establecer acuerdos preferenciales con otros países y bloques ante la falta de un multilateralismo genuino a nivel global. Para Arriazu la apertura unilateral es la mejor forma de mejorar la demanda de exportaciones, ante la falta de acuerdos de liberalización comercial. Mientras que para (FIEL) el regionalismo abierto aparece como una solución temporaria a la liberalización comercial. La regulación y coordinación del proceso productivo quedará en manos del mercado, el Estado sólo debe promover un entorno competitivo que genere un buen clima de negocios que incentive la actividad privada. En este sentido, será el mercado el que elija cual será el agente más idóneo para liderar el proceso de crecimiento y acumulación.
Por último, en el libro “El desarrollo ausente, neoconservadorismo y elite económica en la Argentina” publicado en 1994, los autores Hugo Nochteff y Daniel Azpiazu brindan un diagnóstico distinto y original acerca de la problemática del desarrollo en la Argentina, en un contexto de plena consolidación hegemónica del pensamiento ortodoxo neoliberal. No sólo se limitan a identificar las causas que obturan el desarrollo sino que avanzan sobre la formulación de estrategias y políticas a seguir. El libro se compone de tres ensayos. En el primero de ellos, titulado Subdesarrollo y hegemonía Neoconservadora. ¿Veinte Años no es Nada?, Azpiazu busca demostrar como a partir de la disolución del modelo sustitutivo de importaciones y la posterior consolidación del neoconservadorismo (como el autor lo denomina) la economía argentina retrocedió en las dimensiones que comprenden al desarrollo (crecimiento económico, distribución progresiva del ingreso y reducción de la pobreza). En este sentido, se pregunta si las reformas estructurales implementadas (apertura, desregulación y privatizaciones) tuvieron como fin brindarle un mayor poder de regulación al mercado para que sea la institución que guíe el desarrollo, o si fueron pensadas para transferirle el poder regulación a la elite económica. En relación a lo anterior abre el interrogante si dichas reformas buscaban eliminar las restricciones al desarrollo, o más bien eregir nuevas, y en este sentido, qué papel desempeñaba la elite económica: promotora del desarrollo u obturadora.
Las últimas reflexiones de Azpiazu dan el punta pie inicial al segundo ensayo redactado por Nochteff, titulado Los senderos perdidos del desarrollo, elite económica y restricciones al desarrollo en la. Argentina. El autor destaca que hacia mediados de la década del ’90 se consolidó un paradigma distinto al del “Consenso de Washington”, impulsado por las corrientes neoschumpeterianas, neoinstitucionalistas, o la llamada “nueva teoría comercio internacional”. Este consenso se formó a partir de las investigaciones sobre las formas de aceleración y difusión del cambio tecnológico; la llamada tercera revolución industrial; la experiencia de las economías más exitosas de la posguerra y el funcionamiento del comercio internacional de bienes y de tecnología en las últimas dos décadas. La principal diferencia entre el “viejo” y el “nuevo” enfoque de las relaciones entre el cambio tecnológico y el crecimiento no es tanto una diferencia sobre la importancia de la ciencia y la tecnología para el crecimiento, sino acerca de la importancia de las políticas científicas, tecnológicas e industriales, y la interrelación entre ellas. Los participantes en este "nuevo consenso" han vinculado la importancia que tienen en cada economía las políticas científicas, tecnológicas e industriales, y en última instancia, la formación de sistemas nacionales de innovación, con el comportamiento del Estado, de la elite económica y de los factores sociales. El ensayo cuenta con una exhaustiva revisión de los autores (Dosi, Amsden  y Esser, entre otros) que participan de este consenso y un buen resumen conceptual de sus pensamientos.
En relación a lo anterior el autor destaca que las políticas científicas y tecnológicas nunca fueron prioritarias ni para la agenda del Estado ni para la sociedad civil. El comportamiento tecnológico de la economía argentina fue fundamentalmente adaptativo y no buscó colocarse en la frontera de las mejoras prácticas internacionales. Para corroborar lo anterior, el autor esboza cuatro hipótesis que explican las razones de los fenómenos mencionados a lo largo de etapas económicas muy distintas entre sí. La primera de las hipótesis es que la Argentina no siguió senderos de desarrollo, cambiando sólo por adaptación a los cambios de los datos externos, dándose sólo fases de crecimiento adaptativo (tecnológicamente tardío). 
La segunda hipótesis es que en la Argentina habría existido una insuficiencia de monopolios transitorios basados en la innovación (los monopolios típicos del desarrollo schumpeteriano), y que en cambio la elite económica obtuvo, o bien rentas basadas en la explotación simple de recursos naturales, o bien cuasi rentas sustentadas fundamentalmente en ventajas monopólicas basadas en barreras al ingreso creadas y mantenidas por las políticas gubernamentales y no por la innovación (especialmente a partir de los cincuenta). En este punto el autor destaca que el comportamiento adaptativo tardío no debe confundirse con la “imitación creativa”. La evidencia empírica sugiere que los “imitadores creativos” pueden crecer más que los innovadores. Los empresarios y los países que hace un imitación rápida, y generalmente mejorada o más barata, de productos y procesos desarrollados por otros pueden ser asimilados a los empresarios innovadores. La imitación creativa tiene de ese modo potencial para conducir a procesos de desarrollo tan o incluso más dinámicos que la innovación. 
La tercera hipótesis es que la causa fundamental de la persistencia de la economía de adaptación o la ausencia de senderos sostenidos de desarrollo, habría sido el comportamiento de la elite económica (entendida como el conjunto de empresarios individuales o de organizaciones empresarias de mayor peso económico y político) que moldea el sendero del resto de los agentes económicos. Este sector económico dominante habría logrado adoptar en cada período las “opciones blandas”.
La cuarta hipótesis argumenta que la mayor restricción a las innovaciones y al diseño e implementación de políticas científicas, tecnológicas e industriales ha sido la falta de demanda de dichas innovaciones y políticas por parte de los empresarios componentes de la elite. A partir de estas hipótesis centrales se analiza lo que se consideran los tres periodos principales de expansión, o las tres grandes “burbujas” de la economía argentina: 1) La impulsada por las exportaciones primarias, 2) La motorizada por la industrialización sustitutiva de importación, liderada por empresas transnacionales, y 3) La formada en torno al crecimiento del endeudamiento externo.
El tercer ensayo se titula La Industria Argentina ante la Privatización, la Desregulación y la Apertura Asimétricas de la Economía. La creciente polarización del poder económico y en él Azpiazu a partir del supuesto que la hegemonía de la elite económica hace cada más difícil superar las restricciones históricas al desarrollo, analiza los efectos de las políticas de apertura, desregulación y privatización sobre el perfil y la actividad industrial en su conjunto. Como conclusión el autor sostiene, en un contexto de reciente implementación de las reformas estructurales, que la consolidación y difusión de formas oligopólicas de mercado y el acelerado proceso de concentración y centralización del capital en un número acotado de grandes conglomerados de capital nacional y extranjero son, tanto en el área industrial como en la economía en su conjunto, resultados de las reformas neoliberales adoptadas.
Bibliografía
Bielschowsky, Ricardo: "60 años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo", en Revista de la CEPAL Nro. 97, abril 2009. 
Porta, Fernando y Bianco, Carlos: "Las visiones sobre el desarrollo argentino: consensos y disensos", Centro REDES, DT Nro.13, 2004. 
Fuentes:
Daniel Azpiazu y Hugo Nochteff, El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadorismo y elite económica en la Argentina, FLACSO-Norma, 1994, Selección.
Claudio Katz, “El desafío crítico a los economistas ortodoxos”, 2001. Disponible en: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/ec/jec8/Datos/documentos/comunicaciones/Fundamentos/Katz%20Claudio%201.PDF.



[1] Katz destaca la asimilación de la “teoría del crecimiento endógeno”, que justifica la intervención del estado para facilitar la innovación y la inversión a través de incentivos impositivos al capital, cuando las “fallas de mercado” generan “sub-óptimos”. Y el uso de los modelos evolucionistas para ilustrar la multiplicidad de “trayectorias posibles” hacia la economía competitiva y abierta. Este punto es destacado por Bielschowsky como uno de los grandes aportes que nutren al pensamiento cepalino, la idea de la fusión entre el estructuralismo y el análisis schumpeteriano.



[i] Claudio Katz es un economista argentino, militante y activista de los derechos humanos. Nació en 1954. Curso sus estudios de grado de Economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA), en donde también se doctoró. Ha publicado en medios de Argentina, Brasil, México y países europeos. Es profesor asociado regular de la cátedra "Economía para historiadores" de la Facultad de Filosofía y Letras (en donde también dirige cursos de posgrado) y profesor regular adjunto de la cátedra "Economía II" de la Facultad de Ciencias Sociales. Dirige proyectos en la UBA y es investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Coordinó grupo de trabajo de CLACSO y es miembro del Instituto de Investigaciones Económicas de Argentina. Es autor de numerosos textos de interpretación del capitalismo contemporáneo y de la crisis económica global. Participa activamente en los foros continentales de impugnación del neoliberalismo, el libre-comercio, el endeudamiento externo y la militarización. Trabaja junto a varias organizaciones de izquierda de América Latina. Recibió tres menciones honoríficas del Premio Libertador al Pensamiento Crítico por sus libros “Bajo el Imperio del Capital” (2011), “Las disyuntivas de la izquierda en América Latina” (2008) y el "El porvenir del socialismo" (2004). También circulan varias ediciones de su ensayo “El rediseño de América Latina. ALCA, MERCOSUR Y ALBA (2006) y de su trabajo "La economía marxista, hoy. Seis debates teóricos (2010)
[ii] Fernando Porta es licenciado en Economía Política (Universidad de Buenos Aires, 1970), con estudios de especialización de posgrado (Universidad de Sussex, Inglaterra, 1980). Especialista en economía internacional y economía industrial. Profesor titular de las universidades nacionales de Quilmes y Buenos Aires, consejero superior de la UNQ por el claustro docente (2008-2012), e investigador principal de redes (Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación Superior). Profesor de posgrado en las universidades nacionales de Buenos Aires, General Sarmiento y Quilmes, en FLACSO y la Universidad Di Tella (Argentina) y en la Universidad de Paris-Nord (Francia). Consultor de la CEPAL, el BID, el PNUD y la UNCTAD. Miembro del Comité Editorial de las revistas Desarrollo Económico y CTS. Dirige la colección Administración y economía de la Editorial de la UNQ. Ha publicado libros y artículos sobre patrón de especialización y desarrollo, competitividad internacional, integración económica, Mercosur, reestructuración industrial y estrategias de empresas transnacionales

Carlos Bianco es Licenciado en Comercio Internacional de la Universidad de Quilmes (UNQ), con estudios de posgrado en Economías Latinoamericanas en la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y candidato al Doctorado de la UNQ con mención en Ciencias Sociales y Humanas. Se ha desempeñado en el ámbito académico, en actividades de gestión e investigación.

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Aporte de Emilio:


Los cinco textos seleccionados se escribieron entre 1994 y 2009. El más antiguo de ellos es el de Azpiazu y Notcheff, mientras que el más reciente es el documento de Bielschowsky. Las fechas de publicación demuestran la vigencia de los textos para analizar el período y temática en estudio.
A través de las fuentes propuestas se observan las diferentes orientaciones ideológicas de cada autor a pesar de que el contenido de los documentos alternen distintas temáticas. Claudio Katz es la posición más crítica y de izquierda. Aspiazu y Notcheff son economistas de corte heterodoxo, mientras que la CEPAL se autodenomina neo estructuralista con un perfil más cercano a la ortodoxia económica.
Por su parte, la bibliografía seleccionada cuenta con dos textos: uno de Porta y Bianco que investigan sobre el desarrollo argentino bajo distintas categorías de análisis y que ofrece diversas propuestas estratégicas de acuerdo a las alineaciones más características de las corrientes económicas argentinas. El otro artículo trata sobre el pensamiento cepalino en sus 60 años de trabajo, con la mirada particular de un economista de este organismo como Ricardo Bielschowsky.
Los textos seleccionados reconocen en diversos pasajes la influencia neo schumpeterania para la heterodoxia de la época y se observa también el camino recorrido por la CEPAL en los últimos años, que reconfiguró su visión estructuralista de corte heterodoxo hacia su perfil neo estructuralista con una orientación liberal como bien indica Katz.
Análisis Bibliográfico en detalle
60 años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo, en Revista de la CEPAL Nro. 97, abril 2009.
Ricardo Bielschowsky
Brasileño. Doctor en Economía por la Universidad de Leicester. Master Economía Universidad Brasilia. Economista UFRJ. Oficial de Asuntos Económicos de la Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL).  Profesor UFRJ.
Este artículo presenta una síntesis de las ideas de la CEPAL desde su nacimiento en 1948 hasta 2008. En este período el autor clasifica el análisis en dos etapas clave: estructuralismo (1950-1990) y neoestructuralismo (1990-2008). Se revistan las características de cada etapa y se realizan comparaciones analíticas para explicar puntos de encuentro y de diferencia.
Según Bielchowsky, en los 90 ‘la CEPAL “actualiza” su pensamiento para adecuarlo a la nueva realidad política económica en Latinoamérica, es decir, aggiornarse bajo los nuevos preceptos del neoliberalismo. De acuerdo a su análisis esta transformación se hizo conservando los elementos centrales del enfoque estructuralista y fue de carácter “inevitable”, ya que mutaron sus prioridades con centro en la producción-distribución hacia las variables macroeconómicas.
Esta transición fue comandada en el Organismo por Fernando Fajnzylber. A partir de 1990 la institución flexibiliza sus concepto de políticas de desarrollo y comienza a darle mayor énfasis a los paradigmas de época: equilibrio macroeconómico, orden fiscal, optimización del Estado, mayor apertura comercial, entre otros elementos.
En el texto se presentan cinco nuevas categorías analíticas: evaluación de las reformas de los 90’; agenda para la era global; enfoque en derechos, ciudadanía, y cohesión social; fusión de los enfoques estructuralista y schumpeteriano; políticas macroeconómicas anti cíclicas.
En resumen la nueva etapa promueve nuevas categorías de análisis y adapta su pensamiento a las necesidades de la visión neo liberal. Más allá de la capacidad de adaptación de la CEPAL, destaco que en su nuevo ciclo de pensamiento la industrialización ya no es prioridad para el desarrollo ya que actualmente pregona la transformación productiva con equidad sin tener como eje central  necesariamente a las manufacturas. Aquí se subraya el acercamiento con la escuela schumpeteriana. También se observa como elemento novedoso el enfoque de derechos y de cuidado del medio ambiente.
Las visiones sobre el desarrollo argentino: consensos y disensos, Centro REDES, DT Nro.13, 2004.
Fernando Porta
Licenciado en Economía Política (Universidad de Buenos Aires, 1970), con estudios de especialización de posgrado (Universidad de Sussex, Inglaterra, 1980). Especialista en economía internacional y economía industrial. Profesor titular de las universidades nacionales de Quilmes y Buenos Aires. Investigador principal de redes (Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación Superior).
Director del Doctorado en Desarrollo Económico UNQUI. Profesor de posgrado en las universidades nacionales de Buenos Aires, General Sarmiento y Quilmes, en FLACSO y la Universidad Di Tella (Argentina) y en la Universidad de Paris-Nord (Francia). Consultor de la CEPAL, el BID, el PNUD y la UNCTAD. Miembro del Comité Editorial de las revistas Desarrollo Económico y CTS.
Carlos Bianco
Licenciado en Comercio Internacional por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Estudios de posgrado en Economías Latinoamericanas en la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y candidato al Doctorado de la UNQ con mención en Ciencias Sociales y Humanas. Fue investigador del Centro REDES y del Instituto de Estudios Sociales en Ciencia y Tecnología de la UNQ.
Fue Secretario de Relaciones Económicas Internacionales MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO (2013- 2015). Se desempeña como docente de grado y posgrado en la UNQ y en la Universidad de Buenos Aires (UBA) en asignaturas vinculadas a la economía internacional, el cambio tecnológico y el desarrollo económico.
   
El presente documento sistematiza diversas visiones del desarrollo económico argentino, presenta sus consensos y disensos y finalmente ofrece cuatro alternativas a futuro en base a los lineamientos propuestos por distintas instituciones del arco político, social y académico del país.
Así en una primera parte se presenta el diagnóstico sobre el desarrollo argentino, que se caracteriza por desequilibrios internos y externos recurrentes, tesis compartida por distintas orientaciones ideológicas, y sus causas estructurales. En paralelo, se muestran los puntos de desencuentro respecto a esta temática. En una segunda parte, se exhiben las tendencias de transformación de los años 90’ en la estructura productiva argentina, para dar lugar en la última sección a una clasificación de cuatro alternativas, con sus respectivas líneas ideológicas, para encaminar a nuestro país en el marco del desarrollo y crecimiento sostenido. Estas propuestas son:
1) Visión autárquica. CTA-EDI; 2) Visión Neo-desarrollista base industrial. Fénix-Fide-UIA-Notcheff-Lo Vuolo; 3) Visión Neo-desarrollista base agraria. Forteza-Redrado-CEO-OKITA; 4) Visión Neoliberal. FIEL-IERAL-Arriazu.

En general el texto es muy útil para ordenar y clasificar las posiciones respecto a al pasado histórico económico argentino y las visiones para encauzar el desarrollo de la Argentina. Por momentos los esquemas y las categorías analíticas resultan tediosas para la lectura, no obstante comparto su utilización para organizar la materia investigada.

A su vez se hace notorio el papel destacado que se le confiere al plano científico tecnológico que indudablemente es necesario abordar dado el marco en el que se realiza la investigación.

Seguramente las propuestas pueden incorporar matices, nuevas categorías (desarrollo base agro industrial?) o categorías unificadas (base agraria neoliberal?), visiones regionales (neo-estructuralismo?), sin embargo comparto que es preciso delimitar y acotar la realidad con clasificaciones tipo que faciliten el análisis. 

El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadorismo y elite económica en la Argentina, FLACSO-Norma, 1994, Selección.
Daniel Azpiazu
Licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires. Investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Área de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Sede Argentina. Profesor en cursos de posgrado en la FLACSO y en otras universidades nacionales. Es autor de varios libros y artículos en revistas especializadas. Fue consultor externo del PNUD, CEPAL, ILPES, OEA, OIT, GTZ (de Alemania), JICA (Japón).
Hugo Nochteff
Economista. Master en Ciencias Sociales FLACSO (primer egresado). Investigador del CONICET en el Área de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede Argentina. Docente en cursos de posgrado.

Este libro contiene dos ensayos que tienen como  núcleo de análisis al desarrollo argentino en el período 1975-1994. El primero de ello, escrito por Nochteff, trata sobre el sub desarrollo argentino en este período y la implicancia de las elites en el comportamiento de la economía. En el segundo texto, Azpiazu problematiza el subdesarrollo argentino en vínculo con las reformas implementadas en los 90’ y sus efectos sobre el mercado y las elites económicas locales.
La primera sección parte del diagnóstico de que en este período el país ingresó en una etapa de sub desarrollo económico. Esto se verifica mediante la observación de las principales variables macroeconómicas: cayó el PBI per cápita (medida de productividad), decreció la inversión, se deprimió el salario real, aumentó la desocupación y el sub empleo, se incrementó la pobreza y se concentró la riqueza. Los resultados desacreditan la tesis ortodoxa de liberar al mercado y ajustar el rol regulador del Estado, para que los agentes económicos actúen sin restricciones y de esta manera alcanzar el desarrollo económico social.
Ante este escenario el autor despliega una serie de conceptos teóricos “schumpeterianos” para comprender el campo del desarrollo. En este sentido, “el comportamiento económico y tecnológico de una economía de desarrollo está impulsado por innovaciones que buscan rentas cuasi tecnológicas o por procesos de imitación, adaptación tecnológica temprana, aprendizaje acelerado e innovaciones menores”.  Para la élite económica, esta es una “opción dura” en términos de cambio técnico, de inversión y de cambio social.
En contraste con la economía de desarrollo, en términos schumpeterianos, en la economía de adaptación no hay desarrollo sino limitadas fases expansivas. En lugar de ciclos duraderos de crecimiento se producen “burbujas” que no brindan bases firmes para el desarrollo. Asimismo, plantea la problemática de la “Enfermedad Holandesa”.
En este contexto, el autor indica que en la Argentina, y en gran parte de América Latina, sucedieron estos fenómenos económicos con lo cual la élite económica y las políticas gubernamentales fomentaron la consolidación de monopolios no innovadores y reforzaron la tendencia de una economía de adaptación. La elección de la “opción blanda” versus alternativas de industrialización más dinámica (opción dura), se explica por las características de la élite local.
Ya en la dictadura, la industria entró en un ciclo regresivo frente al avance del proceso de valorización financiera. Los lineamientos del Consenso de Washington no hicieron más que reforzar el patrón de comportamiento de la élite económica reproduciendo monopolios no innovadores con base en la comercialización de bienes no transables y transables protegidos. Parte de estos factores son finalmente los que impiden la formación y consolidación de un camino de reestructuración económica progresiva y dinámica.
En la segunda sección, Azpiazu indaga sobre la evolución de la industria en el proceso de reformas sucedidas en la década del 90’.  En este período las privatizaciones de las Empresas Públicas, la desregulación de los mercados y la apertura comercial constituyeron ejes centrales de la política económica nacional. Más allá de que estas acciones influyeran en todo el campo económico también hicieron mella en el sector manufacturero. En esta etapa se consolidaron los mercados monopólicos-oligopólicos no innovadores, se profundizó la concentración del capital, se incrementó la exposición a la competencia externa, se ampliaron las asimetrías intra sectoriales y al mismo tiempo ciertas ramas, como la automotriz, y regímenes especiales de promoción industrial, no fueron afectados. En síntesis, en el plano industrial se vivenció un proceso de reestructuración sectorial heterogéneo y regresivo.

Equidad, desarrollo y ciudadanía, 2000. Disponible en:
CEPAL
Comisión Económica para América Latina. Fue establecida el 25 de febrero de 1948. Es una de las cinco comisiones regionales de las Naciones Unidas y su sede está en Santiago de Chile. Se fundó para contribuir al desarrollo económico de América Latina, coordinar las acciones encaminadas a su promoción y reforzar las relaciones económicas de los países entre sí y con las demás naciones del mundo. Posteriormente, su labor se amplió a los países del Caribe y se incorporó el objetivo de promover el desarrollo social.
Este informe fue escrito en el año 2000 para presentar el pensamiento de este Organismo frente a los desafíos económicos y sociales de América Latina. Consta de cuatro partes: el legado de los 90’ y equidad, desarrollo, ciudadanía; política social; desarrollo económico; ciudadanía y cohesión social.
El texto se inscribe en el marco de la globalización que comprende, según la publicación, una serie de oportunidades pero a su vez implica serios riesgos para el desarrollo económico, ya que surgen nuevas fuentes de inestabilidad, exclusión y desigualdad. Asimismo, el beneficio de este fenómeno recae en las potencias centrales y las empresas multinacionales y no se implementan mecanismos regulatorios distributivos a nivel global.
Según la CEPAL, la región latinoamericana finaliza la década del 90’ con resultados “mixtos”. Resalta positivamente los avances logrados en materia de corrección de los desequilibrios macro económicos (fiscal, inflación, incremento de las exportaciones y de la IED) y en sentido contrario subraya el limitado crecimiento económico y de la productividad, inestabilidad económica y financiera, aumento del desempleo y sub empleo, escaso retroceso de la pobreza, concentración de la riqueza. En este sentido cabe preguntarse, es un balance verdaderamente “mixto” como presupone el pensamiento cepalino de este período? O más bien la institución en su giro a la ortodoxia pondera en mayor proporción el ordenamiento de la variables macroeconómicas vis à vis el bienestar de la sociedad?
En la segunda parte del texto, se pone foco en la equidad como objetivo primordial en la construcción de sociedades desarrolladas. Es decir, lograr procesos de crecimiento económico estables y competitivos con equidad en términos sociales y sostenible en el plano ambiental. En esta sección retoma la importancia de sostener el equilibrio de las variables macroeconómicas para que no afecten negativamente a la sociedad. También resalta que para alcanzar mayores niveles de bienestar general es preciso consolidar economías dinámicas y competitivas.
En la tercera parte, aborda la política social bajo los principios de universalidad, solidaridad y eficiencia. Para ello entiende fundamental dos “llaves maestras”: la educación y el empleo. Nuevamente atiende la importancia de una “sana” política fiscal para que el gasto social sea eficaz.
Luego, en la cuarta parte, se describe que uno de los mayores logros de la época fue la mayor credibilidad en las autoridades macroeconómicas, definido como un activo público en paralelo con la reducción de la inflación y la consolidación de los pactos fiscales.  A su vez, remarca la necesidad de converger en políticas anti cíclicas ante la inestabilidad recurrente acaecida en la región. Señala asimismo la importancia de “incorporar” como objetivo tasas de crecimiento igual o mayor al 6 % interanual. Esta expresión de deseos contrasta claramente con la realidad y conlleva a la falta de rigurosidad analítica.
En conclusión, el texto sintetiza el pensamiento cepalino de los 90’ donde las ideas del desarrollo económico sostenible con equidad social se contraponen con el giro ortodoxo de la institución donde aparentemente lograr el equilibrio de las variables macro ocupa cada vez mayor lugar en su escala de valores.

El desafío crítico a los economistas ortodoxos, 2001. Disponible en:
Claudio Katz
Es licenciado en Economía (1987) y Doctor en Geografía (1997). Dirige proyectos de la Universidad de Buenos Aires y es investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Coordinó grupo de trabajo de CLACSO y es miembro del Instituto de Investigaciones Económicas de Argentina.
Se desempeña como profesor de las cátedras Economía para Historiadores y Economía II en las Facultades de Filosofía y Letras y Ciencias Sociales de la UBA. Es docente de seminarios de doctorado y pos-grado y ha sido profesor invitado en universidades de varios países. Integrante del colectivo  Economistas de Izquierda (EDI).
El autor realiza un análisis de la actividad de los economistas de acuerdo a tres categorías de clasificación: ortodoxa, institucionalista y crítica. Los primeros adscriben a la concepción neo clásica y comparten la idea de la asignación óptima de los recursos de los agentes económicos para lograr el progreso social. Sostienen las prácticas neoliberales y defienden como punto de partida el beneficio del capital para alcanzar el desarrollo económico.
Los institucionalistas se basan en teorías heterodoxas para definir qué tipo de instituciones políticas inducen a los mercados a promover el bien común. Tratan de ajustar las distintas alternativas económicas de acuerdo al marco de elección de la ciudadanía en cada circunstancia.
Por último, los economistas críticos objetan ambos modelos, porque entienden que no es posible lograr el bienestar general de la sociedad bajo la preeminencia de las clases dominantes. Descreen del capitalismo y participan en organizaciones populares y académicas con pensamiento crítico.
El autor realiza un estudio interesante de las tres corrientes desde su sesgo ideológico de izquierda aunque sin perder rigor crítico y analítico. Repasa el avance ortodoxo desde la segunda posguerra y su rol funcional a la clase dominante, como también remarca su costado naturalista y mecanicista.
A los heterodoxos también les achaca su rol funcional a las clases dominantes aunque reconocen el conflicto social e intentan armonizar a través del consenso institucional. Plantea que los institucionalistas “suponen que la ciudadanía puede resolver a través de su voto el rumbo del proceso económico”, afirmación que resulta sumamente cuestionable. Katz afirma que esta línea de pensamiento no interpreta adecuadamente como se distribuye el beneficio, ya que no cuestiona la explotación ni la plusvalía.
Los críticos son contrarios a las relaciones de poder que plantea el capitalismo y son férreos opositores a la dominación del capital. Su corriente de pensamiento más representativa es el marxismo. Orientan su trabajo intelectual hacia los problemas de la clase trabajadora y promueven un proyecto socialista emancipatorio.

La evaluación que hace de los economistas críticos es por momentos notablemente imparcial: “desenmascaran la cruda realidad del capitalismo” y “ubican su acción en el bando de los oprimidos” son frases que le hacen perder rigurosidad a un análisis con muy buen desarrollo. 


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Aporte de Magdalena:

Bibliografía: Bielschowsky, Ricardo[1]: "60 años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo", en Revista de la CEPAL Nro. 97, abril 2009. 
En este trabajo se reproduce el análisis del pensamiento cepalino a lo largo de sus primeros 5 decenios, expuestos en el artículo anterior de Bielschowsky (1998), y se agrega la última década. Asimismo, se distinguen las etapas estructuralistas (decenios de  1950, 1960, 1970 y 1980) de la neoestructuralista (desde 1990).
El autor sostiene que durante la década de 1990 la Cepal actualizó su pensamiento para adecuarlo a la nueva realidad de apertura comercial, movilidad internacional de capitales, privatización y desregulación, aunque preservando los elementos centrales del enfoque estructuralista inaugural y formulando estrategias y políticas alternativas en buena medida discrepantes con las de la agenda neoliberal.
Bielschowsky afirma que el pensamiento de la institución se caracteriza por la continuidad y el cambio. Por continuidad refiere a que la CEPAL ha mantenido el mismo enfoque metodológico y analítico. En relación con los cambios, el autor destaca que el análisis se fue actualizando en forma permanente, a fin de adaptarse a los nuevos contextos históricos. Así, de acuerdo con este autor, en la década de 1990, la CEPAL se dedicó a la formulación de estrategias y políticas alternativas a la agenda reformista ortodoxa para el desarrollo de la región. Sin embargo, a partir de 1990, la CEPAL flexibiliza el concepto de “políticas de desarrollo” que había acompañado al estructuralismo clásico en las décadas anteriores.
Algunas de las novedades analíticas introducidas durante el último decenio: a) un amplio balance del desempeño de los países en el ámbito económico y social tras las reformas liberalizadoras, b) la perspectiva de agenda para la era global, como la corrección de las asimetrías mundiales y la incorporación de una agenda social internacional basada en los derechos, c) los conceptos sociopolíticos de ciudadanía y cohesión social, d) la fusión de los enfoques estructuralista y schumpeteriano y e) el acento en las políticas macroeconómicas anticíclicas frente a la volatilidad financiera.
Como puntos en común de ambas etapas se pueden señalar: las relaciones “centro-periferia”, la vulnerabilidad externa y a los ciclos económicos, y la visión acerca de la contribución del Estado, como necesaria para promover el desarrollo. Las dificultades para alcanzar el desarrollo radican en ambas visiones en: la falta de diversidad productiva; la heterogeneidad productiva con oferta ilimitada de mano de obra, combinada con baja productividad media, ingresos medios cercanos a los de subsistencia, concentración de la propiedad; y el tejido institucional es poco propenso a la acumulación de capital y al progreso técnico, lo que reforzaría la tendencia a la falta de inversión.

Bibliografía: Porta, Fernando[2] y Bianco, Carlos[3]: "Las visiones sobre el desarrollo argentino: consensos y disensos", Centro REDES, DT Nro.13, 2004. 
Lo autores reconstruyen el debate de diversos trabajos de investigación que involucran diversas posturas y propuestas.
En la primera sección se exponen los principales problemas identificados y el análisis de sus causas. Los autores identifican que hay consenso acerca de que la economía argentina presenta profundos desequilibrios internos y externos que han acarreado como consecuencia un crecimiento no sustentable. Como causas identifican: una estructura productiva desequilibrada; déficit de competitividad; y una macroeconomía frágil vulnerable a shocks externos.
Las diferencias en la interpretación de las causales de estos fenómenos es lo que lleva a disensos en la formulación de propuestas. En relación con los disensos, una de las concepciones, a las que hacen referencia los autores, ubica como problema central a las inconsistencias del sistema fiscal y la causalidad se encuentra ligada a las intervenciones distorsivas, por lo que la responsabilidad principal estaría en las fallas del gobierno. De esta manera, la solución sería la desregulación de los mercados.
Otra concepción pone énfasis en la insuficiencia de capacidad competitiva de la estructura económica y su causa radica en la fragilidad macroeconómica e incapacidad de la estructura económica de utilizar plenamente los recursos disponibles. Por lo cual, la responsabilidad principal estaría en diversas fallas de mercado, imperfecciones competitivas, barreras, externalidades, etc. La solución sería intervenir en el esquema de asignación de recursos para corregir aquellas fallas estructurales.
La última concepción encuentra como problema principal los desequilibrios de la estructura económica y social. Este enfoque puede dividirse en aquellos autores que entienden que la causa del problema radica en asimetrías de acceso y acumulación y otros que consideran como causa principal a la asimetría en la relación capital trabajo. En la primera visión, la responsabilidad recae en las fallas de mercado y en la segunda, recae en el sistema social.
En la segunda sección, se analiza el impacto de las transformaciones de los años 90. Como rasgos generales del proceso de reestructuración productiva que se dio durante la convertibilidad, los autores destacan la apertura de la función de producción y oferta, por la incorporación de insumos y productos finales importados; la racionalización y el achicamiento de los planteles de personal; la intensificación de los procesos de trabajo.
En la tercera sección, se analizan las macro-visiones alternativas de diferentes propuestas analizadas, en las cuales se advierten mayor énfasis en determinados caminos de crecimiento y desarrollo que otros. Las fuentes de crecimiento (mercado interno o exportaciones), la especialización productiva (ventajas naturales o creación de nuevas ventajas dinámicas, las formas de regulación y coordinación (políticas activas u ordenamiento macroeconómico), los agentes del proceso de acumulación (firmas o construcción de redes), son algunos de los ejes de debate seleccionados por los autores.
De esa forma, de acuerdo con las posiciones que se toman en los diversos ejes de debate, los autores dividieron a las visiones en: autárquica, neodesarrollista de base industrial (en la cual se incluye a Nochteff, autor de una de las fuentes bibliográficas), neodesarrollista de base agraria y neoliberal.
En este sentido, las propuestas de los neodesarrollistas de base industrial se basan en la fuente de crecimiento es el estímulo a la inversión y al consumo en un mercado interno ampliado hacia el MERCOSUR. Asimismo, la especialización productiva es industrial basada en el desarrollo de cadenas de valor industriales, sistemas locales de innovación y producción de bienes diferenciados. Consideran necesaria la intervención del Estado a través de políticas activas, de promoción competencia e ingreso. Seleccionan como agentes del proceso de acumulación redes de aprovisionamiento, en donde se incluya a las PYMES.
En la cuarta sección se agregan los requerimientos del sistema científico y tecnológico para cada una de las visiones anteriores.

Fuente: Daniel Azpiazu[4] y Hugo Nochteff [5], El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadorismo y elite económica en la Argentina, FLACSO-Norma, 1994.
En el primer capítulo del libro se realiza una amplia crítica al enfoque ortodoxo. Entre otros elementos, se critica la recomendación de que primero hay invertir, y para atraer a la inversión es necesario reducir la intervención del Estado; después, la inversión provocará crecimiento y, por último, se podrá distribuir. Los autores muestran la inefectividad de estas políticas, ya que a partir de la aplicación de las mismas, desde 1976, el producto por habitante y la tasa de inversión cayeron. Los neoclásicos sostienen que la inversión se retrae si los salarios son excesivos. Aunque, los autores sostienen que desde 1976 los salarios fueron cayendo y también el desempleo fue aumentando. Esto resultó en una redistribución regresiva del ingreso, donde el 10% más rico de la población aumentó su participación en el ingreso y el 60% de la población de clase media, disminuyó participación y, a su vez, el 30% más pobre decreció más aún.
A su vez, los autores destacan que los neoconservadores a pesar de criticar la intervención estatal, utilizaron al Estado para corregir “las imperfecciones del mercado”.
La tesis del neoconservadorismo es que la restricción al desarrollo es la restricción al funcionamiento del mercado y a la iniciativa privada.
Los autores citan a Paul Samuelson para explicar que en la economía moderna los individuos están sujetos a la coacción del Estado y a la coacción del mercado. Desde 1976 hasta 1993, los autores muestran que se redujo la coacción del Estado en favor de la libertad de la elite económica, pero el resultado no fue el desarrollo sino el subdesarrollo. En definitiva, los autores sostienen que el comportamiento de las elites de Argentina no fue un motor de desarrollo sino más bien una restricción al desarrollo.
Nochteff, en el capítulo “Los Senderos perdidos del desarrollo”, sostiene que se conformó un consenso alternativo al consenso de Washington, que se basó principalmente en la importancia de la innovación y la difusión de la tecnología para el dinamismo tecnológico. Sostiene que la economía argentina ha sido una economía de adaptación (tardía desde el punto de vista tecnológico), la elite argentina se ajustó a estas oportunidades sin competir por cuasi rentas tecnológicas, y se protegieron de la competencia a través de la consolidación de monopolios no innovadores ni transitorios sostenidos por políticas estatales. Asimismo, se advierte que las elites toman opciones blandas, en lugar de opciones duras en cuanto a riesgo, innovación y cambio social. Este comportamiento resulta en booms o burbujas de crecimiento que deja sólo algunos elementos aislados de capacidad tecnológica y productiva.
Así, Nochteff desarrolla una hipótesis basada en que la Argentina no habría tenido períodos significativos de desarrollo, sino fases de expansión del tipo “burbuja” que tienen similitudes con las fases de flujo circular de Schumpeter, durante las cuales se produjeron fases de crecimiento adaptativo (tecnológicamente tardío) ajustándose a impulsos exógenos, inducidos por el desarrollo de otras economías. La segunda hipótesis se basa en que la elite económica obtuvo rentas sustentadas en ventajas monopólicas o basadas en la explotación de recursos naturales. La tercera hipótesis refiere a que la causa fundamental de la ausencia de desarrollo se debe al comportamiento de la elite económica.
Por último, Daniel Azpiazu en el capítulo “La industria argentina ante la privatización, la desregulación y la apertura asimétricas de la economía”, analiza los efectos de las privatizaciones, la desregulación de los mercados, y la apertura comercial desde el inicio de la convertibilidad.

Fuente: CEPAL (2000) “Equidad, desarrollo y ciudadanía”.
El texto de la CEPAL muestra con claridad el paso del estructuralismo al neo estructuralismo, con una fuerte tendencia hacia la visión neoliberal, dejando atrás a la visión institucionalista.
Desde la CEPAL se sostiene una visión favorable a que las estrategias de desarrollo de los países de la región sean diseñadas en función de una mayor incorporación a la economía mundial, aunque destacan los riesgos asociados a la globalización.
El balance de la CEPAL en relación con la década del 90 es calificado como “mixto”. Se observa una visión muy optimista en relación con los resultados económicos, sociales e institucionales. Se menciona de manera muy superficial que aumentó el desempleo y el empleo informal.
Se busca reorientar los patrones del desarrollo hacia la equidad, intentando lograr un crecimiento económico más estable y dinámico, pero al mismo tiempo un desarrollo más integrador en términos sociales y sostenible en términos ambientales. Desde esta perspectiva, se coloca en el primer plano del “desarrollo” los derechos económicos, sociales y culturales (DESC).
Si bien no se considera a la flexibilización de la contratación laboral como una solución a los problemas, se impulsa los “…acuerdos entre empresarios y trabajadores para crear formas alternativas de flexibilidad para propiciar una mayor adaptabilidad de las empresas y de sus trabajadores al cambio tecnológico y al ciclo económico”.
De la misma manera, el texto muestra una postura a favor de la privatización de la seguridad social, ya que desde su perspectiva han permitido una mayor presencia del sector privado en su gestión, la libertad de elección de los afiliados y, por ende, una mayor competencia entre las entidades prestadoras de servicios.
Uno de los logros que destacan como más relevantes de la década del 90 es la mayor credibilidad en las autoridades macroeconómicas.
El manejo de la volatilidad de la cuenta de capitales exige una combinación de tres elementos de políticas: 1) evitar sobreendeudamiento de los agentes públicos y privados y desajustes en los precios macroeconómicos más importantes (las tasas de cambio e interés) y en los precios de los activos fijos y financieros; 2) la adopción de normas estrictas de regulación y supervisión prudencial de los sistemas financieros, con claro contenido anticíclico;  3) una “política de pasivos”, destinada a inducir un perfil temporal adecuado de la deuda pública y privada.
La parte 1 se divide en dos capítulos. El capítulo 1 hace referencia al legado de los años 90, donde, entre otras cosas, se destaca el mejor desempeño en el crecimiento del PIB en comparación con la década previa, la recuperación de la tasa de inversión (aunque insuficiente) y avances en la incorporación de las economías latinoamericanas en la economía mundial. Por otro lado, en el capítulo 2 se profundiza en las visiones ya expuestas acerca de equidad, desarrollo y ciudadanía.

Fuente: Claudio Katz[6], “El desafío crítico a los economistas ortodoxos”, 2001.
De la lectura del documento se desprende que el autor adhiere a la tradición marxista.
En primer lugar, el autor realiza una crítica de la profesión de economista, ya que advierte la internacionalización de la profesión bajo la hegemonía norteamericana, y que la ortodoxia económica logró absorber al institucionalismo y redujo la influencia de los críticos.
El autor destaca el rol del FMI y el Banco Mundial, como centros de referencia laboral y cómo usinas de las ideas neoliberales prevalecientes en la profesión. Así como, el rol de Estados Unidos es preponderante y el inglés es el “idioma natural” entre profesionales.
El autor clasifica en economistas: 1) ortodoxos, a aquellos que se apoyan en la concepción neoclásica; 2) institucionalistas, a aquellos se basan en teorías heterodoxas, reconocen la existencia de intereses sociales contrapuestos y conflictos, y estudian el marco social y cultural del proceso económico, y se desempeñan como consultores o gerentes en el ámbito privado; 3) heterodoxos interpretan a las instituciones como creaciones histórico-sociales, pero rehuyen investigar la fuente del beneficio y omiten siempre analizar el problema de la explotación; y 4) críticos, a aquellos que objetan ambos modelos, cuestionan el capitalismo y se desempeñan en organizaciones populares o en entidades que fomentan el pensamiento crítico.
El autor considera que dentro de la visión crítica, el marxismo propone un abordaje superador del objeto de la economía que la heterodoxia. Este enfoque busca esclarecer el origen, las contradicciones y la evolución histórica del  capitalismo. El análisis marxista no se limita a analizar el conflicto social, sino que resalta el protagonismo de las clases oprimidas, como el único sujeto capacitado para modificar y sustituir al capitalismo por otro régimen social.
Un aspecto interesante es que el autor resalta que la ortodoxia ha logrado cooptar a los intelectuales de la Cepal y ha logrado una preeminencia en el plano teórico gracias a la conversión del neoestructuralismo en una variante del neoliberalismo. Asimismo indica que los hombres de la “nueva Cepal” han asimilado el estilo de los neoliberales, especialmente cuando asumen cargos gubernamentales o integran el staff de negociadores con el FMI.





[1] Ricardo Bielschowsky es Doctor en Economía por la Universidad de Leicester. Oficial de Asuntos Económicos de la Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL). Ha ejercido la docencia en la Universidade Federal do Rio de Janeiro. Es autor de numerosos libros y artículos sobre el Brasil y sobre América Latina, en temas relacionados con el desarrollo económico, historia de las ideas económicas, pensamiento de la CEPAL, crecimiento e inversión, y desarrollo y política tecnológica. Entre sus principales obras destacan O pensamento econômico brasileiro (1930-1964) – o ciclo ideológico do desenvolvimentismo y Cincuenta años de pensamiento en la CEPAL.

[2] Fernando Porta es Premio Konex 2016: Desarrollo Económico. Nació el 6/10/1947. Licenciado en Economía Política en la UBA (1970), cursó estudios de posgrado en la Universidad de Sussex (1980). Profesor-Investigador Titular de las Universidades Nacionales de Quilmes y de Buenos Aires, es actualmente Director del Doctorado en Desarrollo Económico de la UNQ y Director Académico del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Ciencia, Tecnología e Innovación (CIECTI). Especializado en Economía Internacional y Economía Industrial, ha sido profesor en programas de posgrado de diversas Universidades de  Argentina y el exterior y ha publicado libros y artículos sobre Estructura Productiva y Desarrollo, Distribución del Ingreso, Competitividad Internacional, Política Industrial y Tecnológica, Integración Económica y Estrategias de Empresas Transnacionales. Miembro del Comité Editorial de Desarrollo Económico - Revista de Ciencias Sociales, Voces en el Fénix y CTS 1 - Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad.

[3] Carlos Bianco, ex Secretario de Relaciones Económicas Internacionales, ex Subsecretario de Desarrollo de Inversiones y Promoción Comercial de la Cancillería Argentina. Licenciado en Comercio Internacional (UNQ). Investigador de la UNQ, el Centro REDES (Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación Superior) y el CENDA (Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino). Docente de grado de la UNQ y la UBA y de posgrado en la UNQ, la UBA y la UNGS.
[4] Daniel Azpiazu, fue licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires. Investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Área de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Sede Argentina. Profesor en cursos de posgrado en la FLACSO y en otras universidades nacionales. Es autor de varios libros y artículos en revistas especializadas. Fue consultor externo del PNUD, CEPAL, ILPES, OEA, OIT, GTZ (de Alemania), JICA (Japón).
[5] Hugo Nochteff fue el primer egresado de la maestría de Ciencias Sociales de FLACSO Argentina e investigador de la misma casa de estudios.  Además fue investigador del CONICET.
[6] Claudio Katz es un economista argentino, militante y activista de los derechos humanos. Nació en 1954. Curso sus estudios de grado de Economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA), en donde también se doctoró. Ha publicado en medios de Argentina, Brasil, México y países europeos. Es profesor asociado regular de la cátedra "Economía para historiadores" de la Facultad de Filosofía y Letras (en donde también dirige cursos de posgrado) y profesor regular adjunto de la cátedra "Economía II" de la Facultad de Ciencias Sociales. Dirige proyectos en la UBA y es investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Coordinó grupo de trabajo de CLACSO y es miembro del Instituto de Investigaciones Económicas de Argentina. Es autor de numerosos textos de interpretación del capitalismo contemporáneo y de la crisis económica global. Participa activamente en los foros continentales de impugnación del neoliberalismo, el libre-comercio, el endeudamiento externo y la militarización. Trabaja junto a varias organizaciones de izquierda de América Latina.

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Aporte de Iñaki:


Los textos que se incorporaron para el debate de la clase como bibliografía son aportes de Bielschowsky, Ricardo en "60 años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo", en Revista de la CEPAL Nro. 97, abril 2009. Éste es Doctor en Economía por la Universidad de Leicester. Oficial de Asuntos Económicos de la Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL).En segundo lugar se encontró el texto “Las visiones sobre el desarrollo argentino: consensos y disensos" (Centro REDES, DT Nro.13, 2004) de Porta, Fernando y Bianco, Carlos, quien en primer lugar Porta es Profesor Titular de las Universidades Nacionales de Quilmes y de Buenos Aires, actualmente Director del Doctorado en Desarrollo Económico de la UNQ, Coordinador del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Ciencia, Tecnología e Innovación (CIECTI-MINCyT) y Profesor de posgrado en diversas universidades de Argentina, del exterior y en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN). Especialista en Economía Internacional y Economía Industrial, es consultor de la CEPAL, el BID, el PNUD y la UNCTAD y miembro del Comité Editorial de las Revistas “Desarrollo Económico” e “Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad”. Ha publicado libros y artículos sobre Patrón de Especialización y Desarrollo, Competitividad Internacional, Integración Económica, Mercosur, Reestructuración Industrial y Estrategias de Empresas Transnacionales. Carlos Bianco es Licenciado en Comercio Internacional por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Para complementar los análisis bibliográficos, además se cuenta con fuentes primarias tanto de un informe institucional de la CEPAL del 2004 (Equidad, desarrollo y ciudadanía, 2000) junto con aportes de autores como Daniel Azpiazu y Hugo Nochteff (Daniel Azpiazu fue investigador del CONICET y de FLACSO. Además, se desempeñó como consultor externo del PNUD, CEPAL, OEA, OIT entre otros organismos, mientras que Hugo Nochteff fue el primer egresado de la maestría de Ciencias Sociales de FLACSO Argentina e investigador de la misma casa de estudios.  Además, fue investigador del CONICET., en El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadorismo y elite económica en la Argentina, (FLACSO-Norma, 1994); junto con “El desafío crítico a los economistas ortodoxos”, de Claudio Katz (economista argentino, militante y activista de los derechos humanos, docente y doctorado de la Universidad de Buenos Aires e investigador del CONICET. Actualmente es profesor de las Facultades de Economía, Filosofía y Sociología de la UBA. Doctor de la Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras, área Geografía).
En el primer texto, Ricardo Bielschowsky, realiza un recorrido por los 60 años de existencia de la CEPAL, en donde plasma su ideal centra de que se mantiene una coherencia de la institución a lo largo de la mutación de sus planteos estructuralistas hacia el neo-estructuralismo. Esgrime cómo fue que la institución migró sus análisis del binomio producción-distribución en donde se caminaba por dos carriles: crecimiento económico y desarrollo-distribución, hacia la década del ´80 en análisis macroeconómicos, y luego en los ´90 se ubicó en la transformación productiva con equidad (aumento de la productividad e inserción internacional competitiva). En último lugar, propone el autor para la última década una postura por parte de la CEPAL (a priori parecería impecable) de un “programa heterodoxo en materia económica, desarrollista en asignación de recursos e intervención del Estado, universalista en el campo social y conservacionista en materia ambiental”.
Luego, a medida que detalla ciclo por ciclo, realiza una primer gran subdivisión entre 1948-1990 denominada como “La etapa estructuralista”, mientras que en el segundo gran periodo entre 1990-2008 lo denomina como “La etapa neo estructuralista”. Como reflexión general es interesante ver que considera que la diferencia entre el neoestructuralismo y el estructuralismo viene dada por (el contexto) “la adaptación a los tiempos de apertura y desregulación, pero la base analítica de la nueva etapa sigue siendo la estructuralista”. Para el autor lo que fueron los análisis centro-periferia, en la actualidad se pueden analizar como inserción internacional desfavorable, entre otros análisis posibles. Otro aspecto importante que empieza a marcar una línea de análisis del conjunto de los textos es la incorporación de un análisis neo-schumpeteriano a la estructura económica y al desarrollo latinoamericano, que el autor denomina como “fusión schumpeteriana-estructuralista”.
El segundo texto bibliográfico es la contribución de Porta y Bianco, desde redes en 2004. Es un texto en donde los autores estructuran mucho la discusión, y proponen un eje articulador entre problemas estructurales y modelos de desarrollo, entre los que se destacan desequilibrios internos, externos, problemas de fragilidad macroeconómica, competitividad y estructura productiva desequilibrada. En base a estos, se realiza una descripción detallada en donde articula entre los tres problemas estructurales y sus principales implicancias, y con detalle de la época histórica en donde han impactado de manera directa. 
Los autores, parten de lo denominado por ellos como “consensos”, en donde en un esquema simple se podría decir que, con respecto a la estructura productiva desequilibrada, hay consenso frente a los problemas de articulación, configuración y la transnacionalización; así como de la restricción externa destaca la restricción financiera y los problemas de competitividad; mientras que en último lugar, encuentra la fragilidad macroeconómica asociada a la sustentabilidad fiscal y la volatilidad cambiaria. En segundo lugar, los autores proponen los “disensos”, los cuales ordenan por jerarquía, casualidad y responsabilidad –llama a esta última como la explicación para cada ideología del “desarrollo ausente”-.  Los autores elaboran un cuadro de doble entrada en donde casi por escuela (llama concepciones) de pensamiento se comienza por sustentabilidad fiscal, o problemas de competitividad o, en último lugar, por desequilibrios estructurales; en donde según qué entrada al cuadro (la realidad argentina) se haga, se avanza en la causalidad (intervenciones distorsivas, estructura de precios relativos inadecuada, asimetrías de información + asimetrías en relación capital trabajo) y por último en el determinante del “desarrollo ausente”: fallas de Gobierno, fallas de mercado o del sistema social.
En último lugar, luego de la descripción de las principales fallas del modelo implementado en la década de los ´90, los autores ordenan y esquematizan –acá es donde sobresale que haya sido redactado en 2004-, los posibles modelos de desarrollo lo más articulado posibles entre fuentes de crecimiento, especialización productiva, formas de regulación y coordinación, y agentes del proceso de acumulación.  Una vez detallada los factores a determinar, realiza una esquematización acerca de las visiones que describen como Autárquica, Neo-desarrollista de base industrial, Neo-desarrollista de base agraria, y Neo-Liberal. Los autores conjugan los 4 ejes del debate, con el modelo (visiones) que se proponen, y autores que lo justifican. Ejemplo, postulan que el modelo de Autarquía lo sostiene la CTA, el neo-desarrollista industrial lo sostiene la UIA, López, Notcheff, Fénix; neo-desarrollista de base agraria, Redrado; y el Neo-liberal, FIEL. Además de esta marca que realizo de “color” sobre quien promulga por cada modelo, los autores marcan el sendero principal de crecimiento y el complementario de cada esquema, así como la oferta, demanda, y los 4 ejes en cada caso. Un texto que contribuye y ordena mucho el debate.
Como primera fuente se encuentra “El desarrollo ausente (…)”, que es un texto escrito en 1994 por Notcheff y Azpiazu, en donde exponen una discusión sobre la visión hegemónica de la economía, y el vínculo con la noción de desarrollo, basado en el caso argentino entre 1976 y 1993. Un aspecto importante conceptual es que denominan al texto “Subdesarrollo y Hegemonía Neconservadora (…)” en donde ya denota su caracterización de la versión neoliberal de los últimos años de doctrina económica, que sintetizan en el Consenso de Washington. Los autores eligen dos ensayos –uno de Hugo y otro de Daniel- sobre la base de que en las últimas dos décadas la Argentina se subdesarrollo.
Del texto conjunto se puede encontrar tesis de que desde 1976, en Argentina se realizó una mutación en los objetivos sociales, políticos y económicas hacia el aumento de la productividad, mientras que antes el desarrollo estaba puesto en crecimiento económico, distribución del ingreso y disminución de la pobreza. Conciben que se instaló la secuencia: primero invertir para luego crecer y después distribuir. Muestran cómo desde 1976 hasta 1993 cae el PBI per cápita y la tasa de inversión –y el salario real-, a pesar de la “catarata” de medidas neoliberales que desregulaban y creaban “condiciones” de “ahorro-inversión”. Además, se hacen un festín entre las contrastaciones empíricas de la economía argentina frente a las “verdades” que se fueron instalando desde el paradigma dominante en argentina. Sobre todo, lo relacionado entre salarios (que caen), inversión (que cae) y productividad (que cae). También realizan un buen análisis de que se propuso una distribución del ingreso: regresiva. En general elaboran una crítica a que la restricción al desarrollo que elaboran las principales instituciones, como el BM y FMI, son la restricción al mercado y a la iniciativa privada
Por otro lado, describen cómo a la hora de intervenir para las imperfecciones del mercado el Estado neo-conservador no dudó, sino que creó la “promoción industrial”, sobreprecios en las compras del Estado, “socialización” de la deuda externa, entre otras. Es interesante cómo a lo largo del texto utiliza autores clásicos del marginalismo (del utilitarismo también), para argumentar malos diagnósticos y conclusiones enunciadas en la economía argentina (como parte de un paradigma hegemónico que los economistas denominamos “mainstream”).
Del texto de Hugo Notcheff, titulado “Los senderos perdidos del desarrollo”. Elite económica y restricciones al desarrollo en la Argentina”, destaco que selecciona los objetivos de política económica en: privatización, apertura comercial y financiera, desregulación y la estabilidad (no inflación). En este texto Hugo describe la “nueva teoría del comercio internacional” a teorías neo-schumpeterianas, la cual se enfoca en la nueva adscripción de la tecnología desde la denominada “tercera revolución industrial”. Objetivos de esta: innovación + difusión de la tecnología, que se sintetizaron como PTICs (políticas científicas, tecnológicas e industriales relacionadas entre sí). El autor critica la base del planteo del Consenso, que considera que este (sobre todo el segundo) se cimienta para describir la falencia en el camino al desarrollo de América Latina, en dos conceptos / supuestos, por un lado, que estas economías están definidas por su comportamiento adaptativo tecnológicamente tardío; en conjunto con falencia en las economías dinámicas líderes (innovadoras) y dinámicas competidoras (aprendizaje acelerado). 
Esgrime argumentos principales: las economías latinoamericanas se ajustaron a las posibilidades creadas por otras economías, las elites no se esforzaron por obtener cuasi rentas tecnológicas, las elites se protegieron de la competencia formando monopolios no innovadores ni transitorios (MNINT) sostenidos por políticas estatales; las elites eligieron la “opción blanda” a la innovación que conjugó MNINT con imitación tecnológica (opción de menor riesgo, inversión y cambio social). Este conjunto de características determinó que la innovación sea bajo la forma aislada (de burbuja) que deja gotas aisladas de capacidad tecnológica y productiva. Elabora que la ISI llevada adelante por Empresas Transnacionales produjo una estructura productiva desequilibrada (y enfermedad holandesa), que creó las condiciones perversas para una economía de adaptación. Sin embargo, argumenta que se generó un “empate social” que acotó el comportamiento de la elite, y agrega que en la última década se logró un proceso industrial relativamente dinámica. Luego, postula que la dictadura quebró el empate social, y la elite económica logró recuperar el poder económico, político y social, yendo a una “opción blanda” básicamente de financiarización (especulación).
Utiliza la categoría de flujo circular y flujo de desarrollo de Schumpeter, en donde concibe que en el primero de estos los empresarios no innovan, y por ende la economía no crece sino más bien adaptaciones a datos externos. Entre las principales hipótesis del trabajo se encuentra que en la Argentina no hubo senderos de desarrollo, sino que fue de sendero de flujo circular, y parte de que no hubo búsqueda de cuasi rentas tecnológicas. Después incorpora como hipótesis que en la Argentina no hubo monopolios transitorios de innovación, sino más bien una búsqueda de las elites de rentas de recursos naturales y de monopolios dados por la barrera a la entrada de la competencia.  En último lugar, realiza dos hipótesis de que las elites económicas se ubicaron en posiciones de “opciones blandas” y gran parte de esta posición fue por falta de demanda de innovación.
En el texto de Daniel, titulado como “La Industria Argentina ante la privatización, la desregulación y la apertura asimétrica de la economía. La creciente polarización del poder económico”; propone un análisis de los impactos en la industria manufacturera de lo que él denomina como una línea de continuidad de las políticas por parte del Menemismo, en la orientación de las políticas de la dictadura. Destaca que el Programa de Convertibilidad es un punto máxime en la definición de políticos, sustentado en tres pilares: privatizaciones, desregulación de determinados mercados; y la apertura externa.
Distingue entre algunos impactos logrados al inicio de la convertibilidad (mejora fiscal, apoyo y sostén de la paridad cambiaria, estabilidad de precios y recuperación económica parcial), y sus impactos en el largo plazo. Plantea una detallada descripción de las privatizaciones, y sus efectos sobre la inversión (efecto muy moderado), sobre la concentración empresarial y centralización del capital (formación de oligopolios y monopolios), impactos en los precios relativos (precios de los servicios y sobre-pecios en general). Por otro lado, plantea acerca de la desregulación de los mercados desde la implementación de desregulación de precios, liberalización para las inversiones externas, liberalización del mercado de cambios y flujos internacionales, desregulación del petróleo, entre otras. En este último aspecto resalta que fue perjudicial a su vez la apertura con una apreciación cambiaria y la permisión de dumping como estrategia de inserción en el mercado local. A su vez, no deja de remarcar que se ha consolidado en paralelo la protección de determinadas actividades, que atenta contra el proceso de inversión. Destaca una realidad muy distinta para los sectores productores de transables no protegidos, respecto de los que cuentan con protección natural o reguladas normativamente, que en el efecto agregado tiende a destruir el tejido industrial.
La siguiente fuente es el texto de la CEPAL, “equidad, desarrollo y ciudadanía, 2000”, del 2004. En el mismo, se realiza una “herencia” (legado) de la década de los noventa, en donde se describen aspectos positivos de la misma como desequilibrios fiscales, en la reducción de la inflación (más de lo mismo), entre otros, pero faltó el crecimiento y el aumento de la productividad. Le incorpore un eje de análisis al contexto de discusión, que es la equidad; en un intento –a priori- de acercar posiciones con el desarrollo de la CEPAL a lo largo de su historia. De todas maneras, no atribuye equidad en el sentido de igualdad de posiciones, o de distribución del ingreso, sino más bien en el sentido de un desarrollo sostenible (economías dinámicas y competitivas).
En segundo lugar, la introducción atraviesa temas como “política universal, solidaria y eficiente” o “un desarrollo más estable, dinámico, integrador y sostenible” y “ciudadanía y sociedad”. Como eje transversal, se puede decir que pregonan por visiones “de modé” como la educación como la mejor política social, o la credibilidad en las autoridades macroeconómicas, o el deber de crear “empleos productivos”, el “desarrollo sostenible”, y en el último eje, insiste desde varios enfoques en aumentar la participación ciudadana.
En el primer apartado, propiamente sobre el legado de “los noventa”, considera que es una década en donde se ha crecido, pero menos de lo necesario, e incorpore cómo se ha incrementado el déficit externo (en realidad, aumento del comercio exterior) en las economías a la par de que también haya aumentado la inversión extranjera directa. A su vez, también se encuentra en el texto una línea como si fuese de “buen camino, pero no alcanzó” en lo que respecta a la transformación productiva, institucional. Lo que sí se encuentra una crítica a la creciente brecha entre ingresos, como así a la evolución del empleo en general (baja productividad) que se encontró en la década, y sí destaca la incorporación de la mujer al mercado de trabajo casi como único logro del periodo en este aspecto. Luego, continúa con una visión del gasto social que, si bien no es asistencialista, consta de un elevado de grado de eficiencia como criterio de asignación (a la par de que es parte de un aumento del desempleo), como así también inicia destacando la reducción de la pobreza, pero remarcando que esto ha sido muy heterogéneo y revertido en parte con las crisis del fin de la década. Por otro lado, en referencia a los desafíos, son ejes importantes y por fuera a veces de la literatura, como la igualdad de género, desarrollo sostenible, hasta incluso “avance parcial de la democracia”.
En la última sección seleccionada para la lectura, atraviesa las características y los desafíos de la equidad, desarrollo y ciudadanía; en donde los enfoca desde dos perspectivas generales, “el marco externo, constituido por el proceso de globalización, y el marco ético, configurado por los derechos humanos, en su acepción más amplia, que abarca los derechos económicos, sociales y culturales”.
En último lugar, se encuentra el texto de Claudio Katz, en donde –sin ocultar su enojo- intenta ordenar el aporte de los economistas entre ortodoxos, institucionalistas y críticos, en donde en los últimos años han avanzado los primeros de estos. Parte del diagnóstico de que, en América Latina por las privatizaciones y la negociación de la deuda, los economistas ortodoxos han cooptado las instituciones y a la mayoría de los economistas de la CEPAL y la teoría de la dependencia.
Esboza que los ortodoxos se han homogeneizado a la par de un proceso de aceleración, resultando que ahora priman entre los recibidos de las facultades, que ocupan lugares relevantes en los gobiernos, etc. Los describe como los encargados de realizar los atropellos del capital sobre los trabajadores, y otro adjetivo relevante que les asigna es “incapaces de formular diagnósticos de largo plazo”. Retoma la discusión sobre el rol tecnocrático de la función pública como un sujeto despolitizado, sino técnico.
Otra caracterización que realiza es que se da una migración metodológica –y luego, epistemológica- de los economistas ortodoxos a otras ciencias sociales, generando un impacto de “colonización” de la distancia propia de la economía entre sujeto, objeto de análisis e investigador. En segundo lugar, describe a los institucionalistas, en donde reivindican la concepción del Estado y la Ciudadanía, en lugar del mercado. El autor los categoriza como que caen en una “ilusión” de considerar que, mediante el voto, la ciudadanía va a poder resolver el proceso económico (es decir, la disputa de clases). En último lugar, como economistas heterodoxos considera que reúnen varias escuelas que reivindican y se nutren del estudio neo-schumpeteriano de la innovación, el análisis regulacionista y analogía evolucionista. Él critica a estas últimas tres escuelas de que ninguna analiza el régimen social como un sistema –de manera resumida- desde un punto de vista del materialismo histórico (incluso critica que no hablan de plusvalía). En último lugar, describe a los economistas críticos, que no dividen con las mismas categorías, sino que analizan entre opresores y oprimidos. Los mismos vienen de escuelas ricardianas, y los marxistas son el sector “más estructurado y consecuente”.
En último lugar, elabora este análisis para los últimos años en América Latina, describiendo algunas instancias de autores que cambiaron su mirada, pero es interesante cómo apunta al estructuralismo y neo-estructuralismo como un replanteo conceptual de la CEPAL, y sentencia diciendo que “han sustituido la elaboración de conceptos originales por la absorción pasiva de las modas neoclásicas”, y que han eliminado la palabra imperialismo del lenguaje.

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Aporte de Celeste:



Bielschowsky, Ricardo: "60 años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo", en Revista de la CEPAL Nro. 97, abril 2009.



Economista brasilero que se doctoró en Leicester, Inglaterra. Trabaja para la CEPAL y fue docente en varias universidades brasileras.


El autor realiza un repaso de los principales aportes e ideas que realizo la CEPAL a lo largo de su existencia. El foco esta puesto en el paso del estructuralismo al neoestructuralismo que se dio de lleno a partir de la década del 90 de la mano de Fajzsylber quien renovó la matriz de pensamiento cepalino “reconociendo las reformas institucionales pero oponiéndose a una serie de elementos centrales de la liberalización orientada por el Consenso de Washington”. Según Bielschowsky, la CEPAL se vio forzada a “actualizar” su pensamiento para adecuarlo a las nuevas condiciones económicas que regían en  Latinoamérica: apertura comercial, movilidad internacional de capitales, desregulación y privatizaciones, como así también una nueva manera de relacionarse con el mundo y de mayor integración regional pero formulando políticas  y estrategias que discrepaban con las políticas neoliberales vigentes en la región. Como este proceso se dio conservando los elementos centrales del enfoque estructuralista, se lo llamo neoestructuralismo.   El autor deja en claro que este viraje no fue bien recibido por todos “si bien para algunos ello significó rendirse al neoliberalismo, para otros fue una alternativa que permitiría seguir incidiendo en los destinos de la región desde la perspectiva teórica y metodológica clásica de la CEPAL”.
Se pueden ver similitudes entre ambas etapas “los aspectos desfavorables de las relaciones “centro-periferia” que caracterizaban a la etapa estructuralista, eran el deterioro de los términos del intercambio, el desequilibrio externo y la inflación estructural, la dinámica de sustitución de importaciones, la integración regional y la dependencia, mientras que en la etapa neoestructuralista se destacan las ideas relativas a la inserción internacional desfavorable y las asimetrías en la era de la globalización, la vulnerabilidad externa y a los ciclos económicos, el regionalismo abierto y las agendas global, regional y nacional”. Ambas etapas consideran como actores clave al Estado y a la movilización social para afrontar problemas y promover el desarrollo.

Porta, Fernando y Bianco, Carlos: "Las visiones sobre el desarrollo argentino: consensos y disensos", Centro REDES, DT Nro.13, 2004

Bianco es docente-investigador de la Universidad Nacional de Quilmes en donde se licenció en Comercio Internacional. Investigó en el Centro REDES y en CENDA. Durante el último gobierno se desempeñó como Secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería Argentina.

Los autores comienzan realizando un diagnóstico sobre los consensos que hay sobre los problemas que afectan al desarrollo argentino, como causas estructurales destacan la estructura productiva desequilibrada, los problemas de competitividad y la fragilidad macroeconómica, que terminan afectando la dinámica de crecimiento de largo plazo, repercutiendo en serios desequilibrios internos y externos, generando un crecimiento no sustentable que además afecta regresivamente al ingreso. Pero al entrar al plano de las causas “hay fuertes disensos en la evaluación de la situación y de las responsabilidades causales en el punto de partida y en la selección del camino para transitar”, es justamente “en la determinación de la jerarquía y de la secuencia de causalidad donde se manifiestan las diferencias de interpretación, lo que obviamente lleva a la formulación de propuestas radicalmente diversas”. El texto prosigue estableciendo las tendencias de cambio que se dieron en los ‘90 que terminaron repercutiendo en contra de la producción de bienes transables, que en conjunción con el abaratamiento del capital favorecieron el desarrollo de actividades más intensivas en este último y relativamente protegidas o ligadas a recursos naturales. Esto cambia radicalmente con el estallido de la crisis y la devaluación, donde se modifican fuertemente los precios relativos en favor de los bienes y servicios transables y de los procesos trabajo-intensivos.
Luego los autores realizan una interesante síntesis de las principales corrientes económicas, especificando que fuentes privilegian a la hora de pensar en el crecimiento, siendo las exportaciones o el mercado interno (dando prioridad al consumo o a la inversión); el tipo de especialización productiva, si se pretende fomentar las actividades con ventajas naturales o ya adquiridas, o se piensa promover la creación de nuevas ventajas dinámicas. Luego especifican que formas de regulación y coordinación sustentan cada enfoque teórico, privilegiando al Estado y/o al mercado como el mejor asignador de recursos, para finalmente establecer cuáles serán los agentes que deberán ser beneficiados en pos de viabilizar el proceso de acumulación, esta configuración empresarial  puede establecerse en firmas, siendo nacionales o extranjeras o promover la creación de redes empresariales. Los autores utilizan este enfoque para encuadrar cuatro visiones formuladas por diferentes instituciones y autores representativos de distintos posicionamientos políticos, sociales y académicos del país: “autárquica”, “neo-desarrollista de base industrial”; “neo desarrollista de base agraria” y “neoliberal”.

Prestan especial atención al modelo “neo-desarrollista de base industrial”, (justamente remarcando aportes de Nochteff) cuya base de crecimiento se sustenta en la demanda del mercado interno, promoviendo tanto el consumo como la inversión, creando nuevos sectores e incorporando tecnología en los sectores tradicionales promoviendo el escalonamiento hacia ventajas competitivas dinámicas. El modelo implica ir hacia la producción de bienes diferenciados, con alto valor agregado que incorporen mano de obra calificada de salarios altos. El énfasis esta puesto en el desarrollo de nuevos sectores tecnológicamente más avanzados y por sobre todo, con estructuras de competencia poco consolidadas, busca romper con la dependencia de la elite económica de las ventajas naturales que opera explotando monopolios no innovadores y no transitorios. Aquí el Estado debe articular políticas activas a nivel macro, micro y meso destinadas a transitar hacia el tipo de especialización propuesto, pero la intervención pública no debe frenar al mercado, sino intervenir para lograr su funcionamiento de manera eficiente. Para finalizar, los agentes que deban propulsar este proceso de acumulación son las pymes, ya que fomentan mayor creación de empleo y presentan mayor flexibilidad para responder ante demandas específicas de series cortas de bienes diferenciados.

Daniel Azpiazu y Hugo Nochteff, El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadurismo y elite económica en la Argentina, FLACSO, Norma, 1994, Selección

Nochteff destaca que en paralelo al acatamiento de las políticas promovidas por el consenso de Washington, se venía gestando un consenso muy distinto entre las corrientes más nuevas y menos ortodoxas del pensamiento económico, las cuales hacían énfasis en la importancia de la innovación y la difusión de la tecnología como factor clave del dinamismo económico. Al poner el énfasis en las políticas científicas, tecnológicas e industriales se deben considerar explícitamente los comportamientos de los actores sociales, y en especial, el rol de las elites económicas y del Estado, ya que resultan decisivos para el desarrollo. No es una novedad, que para 1994, las políticas científicas y tecnológicas no habían sido prioritarias en la agenda del Estado ni de la sociedad civil, de hecho, su formulación fue tardía y débil según el autor, y no existió una articulación firme entre la demanda y la oferta interna de tecnológica. Además, el comportamiento tecnológico fue “fundamentalmente adaptativo y no busco, en general, colocarse en la frontera de las mejores prácticas internacionales”. Esto perjudicó la transición hacia sistemas económicos más dinámicos y restringió el desarrollo económico.
Según el autor la economía argentina se caracterizó por la adaptación en sentido schumpeteriano (y tardío desde el punto de vista tecnológico), cuyo “comportamiento básico ha sido el ajuste a las oportunidades creadas por otras economías externas” (imitación tecnológica tardía), y las elites económicas forzaron el ajuste de toda la economía a estas oportunidades sin competir por “cuasi rentas tecnológicas”.  Las elites económicas se protegieron de la competencia a través de la consolidación de monopolios no innovadores ni transitorios (MNINT) sostenidos por las políticas gubernamentales, el autor caracteriza a este proceso como “opción blanda”, ya que este comportamiento no lleva al desarrollo sino a una serie de burbujas, que cuando se terminan dejan solo algunas “islas” de capacidad tecnológica y productiva y no “un nuevo estadio de capacidades sobre la cual pueda generarse un ciclo de desarrollo”, esta sería la razón del bajo crecimiento a largo plazo del país. Argentina atravesó tres burbujas, la primera impulsada por la exportación de bienes primarios, la segunda fue por la ISI liderada por empresas trasnacionales y la tercera fue el endeudamiento externo impulsado por la última dictadura militar. El autor realiza una analogía entre estas fases de expansión de tipo burbuja, con las fases de flujo circular de Schumpeter, durante las cuales “no habría habido transformaciones y expansiones movidas fundamentalmente por impulsos endógenos generados por innovaciones propias o por procesos de competencia innovadora o imitación rápida, sino fases de crecimiento adaptativo (tecnológicamente tardío), a impulsos exógenos, inducidos por los cambios en los datos producidos por el desarrollo de otras economías”.
Para cerrar, la tesis del autor se centra en que las elites económicas obtuvieron rentas basadas en la explotación simple de recursos naturales, o cuasi rentas sustentadas en ventajas monopólicas basadas en barreras al ingreso, creadas y mantenidas por las políticas gubernamentales, y no por la innovación. La falta de políticas integrales científicas y tecnológicas, son fruto de la escasa demanda de las mismas por parte de la elite económica, que terminan condicionando el sendero de desarrollo y las posibilidades de mejoras genuinas para el resto de la sociedad.

Claudio Katz, “El desafío crítico a los economistas ortodoxos”, 2001

El autor pone énfasis en el papel preponderante que han adquirido los economistas como sujeto social y realiza una descripción de tres corrientes de pensamiento que considera centrales en el funcionamiento económico, los ortodoxos, los institucionalistas y los críticos.
Critica fuertemente a los ortodoxos, siendo  la corriente que gano mayor peso y poder relativo dentro del sistema. Los acusa de ser funcionales a los capitales concentrados y que operan en distintos niveles justificando la dominación capitalista. Remarca como el pensamiento económico norteamericano llego a ser hegemónico, expandiendo la lógica de mercado a nivel mundial y empoderando a esta corriente de pensamiento a tal punto que los mayores reconocimientos y premios terminan en mano de estadounidenses.  Los organismos internacionales también tuvieron un rol esencial al permitir internacionalizar la profesión y darle un mayor status. Remarca el rol de la corriente austriaca como predecesora y madre del neoliberalismo que repunta en los ‘70 con el fin de terminar con el estado de bienestar y garantizar transferencias al gran capital en detrimento del trabajo asalariado.
Destaca las trayectorias profesionales de estos economistas y como fueron promovidos por los sucesivos gobiernos norteamericanos para reducir la influencia de la CEPAL en la región. Hayek y Friedman supervisando el experimento chileno, Sachs llevando adelante el shock antiinflacionario en Bolivia y los reconocidos autores de manuales de macroeconomía, Fisher y Dornbusch dirigieron el ensayo privatizador en Argentina.

CEPAL, “Equidad, desarrollo y ciudadanía, 2000

Este texto de la CEPAL tiene como objetivo mostrar la visión de la CEPAL sobre los retos que afronta la región en su camino al desarrollo en el mundo globalizado.
La primer parte del informe analiza el legado de la década de los ‘90, donde gran parte de las económicas latinoamericanas llevaron adelante políticas neoliberales llevando a una fragilidad social creciente. El segundo capítulo muestra el abanico de propuestas de la CEPAL, enfatizando el carácter integral del desarrollo, donde se establezca y lleve adelante un marco ético que garantice los derechos humanos y la equidad, que apele a la construcción de una ciudadanía y una sociedad más justas. Para ello establece las pautas para llevar adelante una política social eficiente, de carácter universal.
En la segunda parte del informe ahonda en los principios que se deben promover para llevar adelante una política social universal y eficiente, luchando contra la pobreza, promoviendo el gasto público social, generando empleo, promoviendo la educación, generando empleo y garantizando la seguridad social.
En la tercera parte, ahonda en temas económicos, abordando el desarrollo productivo, la estabilidad y el crecimiento económico, entre otros. Finalmente, a modo de reflexión cierra el informe con un capitulo titulado “ciudadanía, igualdad y cohesion social: la ecuación pendiente”

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Aporte de Pablo:


Ricardo Bielschowsky “Sesenta años de la cepal: estructuralismo y neoestructuralismo”
Bielschowsky es economista graduado en la Universidad Federal de Rio de Janeiro, y realizo estudios de maestría en la Universidad de Brasilia y un doctorado en Leicester Inglaterra. Es profesor universitario y miembro de la CEPAL.
El trabajo de Bielschowsky realiza un recorrido de los sesenta años del pensamiento cepalino, distinguiendo dos grandes etapas, la etapa estructuralista que abarca desde 1950 a 1980 y la etapa neoestructuralista a partir de los años ’80.
Tomando de modo sintético el recorrido del texto, podemos observar que los grandes ejes temáticos que dieron nacimiento al pensamiento de la CEPAL conformados por el enfoque “histórico-estructural”[1] de la realidad latinoamericana y la necesidad de una construcción teórica propia para comprender el proceso económico; la noción de centro y periferia basada en una inserción desigual en la división internacional del trabajo; y  el deterioro de los términos de intercambio como base de la restricción externa  se presentan como base explicativa de la dificultad de desarrollo industrial y salto cualitativo en la estructura productiva del continente. Estos ejes centrales, no mutaran de forma significativa durante el desarrollo del pensamiento cepalino sino que se producirán, dado los cambios a nivel global y local, cambios en el diagnostico coyuntural que modificaran las estrategias y ampliaran prioridades conservando el esquema fundamental de pensamiento y la búsqueda de vías propias de desarrollo.
A grandes rasgos, el predominio del paradigma industrializador  fue la base del nacimiento de la CEPAL en los años ’50, agregando hacia los ‘60 un conjunto de ideas donde predomino la necesidad de reformas fiscales, financieras y agrarias como ejes centrales para lograr la industrialización. El crecimiento industrial relativamente exitoso de estos años, implico un aumento notorio de la pobreza urbana, esto sumo a las formulaciones de la CEPAL condiciones de empleo y la centralidad de la distribución del ingreso, relacionando de este modo equidad y desarrollo productivo. La expansión exportadora de bienes industriales, como el caso de Brasil, se presentó como idea contrapuesta al endeudamiento y a la necesidad de capital extranjero como motorizador industrial.  Bielchowsky destaca la importancia de  la incorporación de la concepción distributiva, observando que el crecimiento de los años ’60 no logro romper las desigualdades en el seno de la sociedad latinoamericana y no encontró formas de enfrentar la pobreza. De esta forma, comienza a revisarse la noción de la estructura de la demanda interna respecto a la oferta como motorizador de la acumulación y el progreso técnico.
En el decenio de 1990, la cepal actualizó su pensamiento para adecuarlo a la nueva realidad de apertura comercial, movilidad internacional de capitales, privatización y desregulación, en un contexto de relaciones más estrechas con el resto del mundo y de mayor integración regional. Se conservaron los elementos centrales del enfoque estructuralista inaugural pero se formularon estrategias y políticas alternativas en buena medida discrepantes con las de la agenda neoliberal. Es en esta nueva etapa que se utilizó la expresión “neoestructuralismo”.
La última década analizada de 1998 al 2008 perfecciono los análisis y propuestas neoestructuralistas, configurándose así una agenda de políticas que abarca los cuatro campos analíticos fundamentales de la cepal: macroeconomía y finanzas, desarrollo productivo y comercio internacional, desarrollo social y sostenibilidad ambiental.
La etapa neo-estructuralista (1990-2008)
El final de los años ’80 donde las reformas neoliberales comenzarán a ejercer su predominio en todo el continente con bases fundamentales en la apertura comercial y financiera, privatizaciones y reducción general, o mejor dicho, cambio en el tipo de intervención estatal, llevaron a un nuevo contexto, donde la volatilidad de los capitales financieros implico la necesidad de reorientar el foco de las ideas.
La productividad y competitividad “autentica” en base a un tipo de cambio real elevado y estable, pero en función del fortalecimiento de la capacidad productiva y la innovación, aparición como un eje central, en pos de la incorporación de nueva tecnología, calificación del capital humano y logro de mayor equidad. Mientras que las políticas neoliberales limitadas en la apreciación cambiaria se basan en ventajas salariales y el predominio en los recursos naturales exportables, siendo esto una competitividad “espuria”. El control ante el predominio del capital financiero, llevo a incorporar la necesidad de mayores controles del mercado financiero en pos de equilibrar rentabilidades que no condicionen el ahorro interno en pos del desarrollo, y se incopora fuertemente la agenda “sociológica” en la CEPAL, incoporando los conceptos de ciudadanía y cohesión social, en base a la integración, los derechos políticos y sociales y la democracia, incoporada fuertemente en la agenda desde inicio de los años ’80.

Carlos Bianco-Fernando Porta  “Las visiones sobre el desarrollo argentino consensos y disensos”

Fernando Porta es el actual Director del Doctorado de Desarrollo Económico de la Universidad Nacional de Quilmes y coordinador del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Ciencia, Tecnología e Innovación.  Carlos Bianco, es licenciado en Comercio Internacional por la Universidad Nacional de Quilmes.
El texto de Bianco y Porta, intenta ordenar las temáticas centrales de discusión sobre el desarrollo económico argentino, colocando de forma metódica los enfoques centrales de las diversas redes de pensamiento. Esta sistematización busca,  de cierto modo, romper con el paradigma que aduce una constante interpretación cortoplacista de los problemas centrales de la economía argentina en pos de su desarrollo, y para lograrlo, los autores contraponen los puntos en común y las confrontaciones de cada subgrupo de pensamiento, considerando cuestiones coyunturales del momento histórico pero focalizando en los problemas centrales que enmarcan el desarrollo. El esquema del texto pasa de los puntos centrales mediante los cuales se realiza el “diagnostico” económico, las modificaciones que implicaron los años ’90, y una segunda parte el conjunto de hipótesis para sistematizar la discusión actual respecto al crecimiento y desarrollo.
Respecto a los diagnósticos y mapa problemático los autores identifican 1) Causas estructurales en referencia al desequilibrio de la estructura productiva, problemas de competitividad y fragilidad microeconómica 2) Dinámica a largo plazo refiriendo a los desequilibrios internos, como desigualdad del ingreso y acceso a bienes públicos, la insuficiencia de empleo y la escasa sustentabilidad de las económicas regionales. 3) Desequilibrios externos, como restricción comercial, financiera y endeudamiento 4) Los ciclos de “stop and go” que representan una estructura de crecimiento no sustentable. Todos estos puntos, refieren a la incapacidad distributiva que genera la estructura productiva desequilibrada, los déficit de competitividad respecto a la inserción internacional de la económica; y una macroeconomía, por lo tanto, vulnerable a los shocks externos que implica una visión cortoplacista y conservadora de los actores económicos en pos del desarrollo. Estos problemas centrales que fuimos desarrollando a lo largo de la materia encuentran una sistematización que permite ingresar en los problemas actuales de forma relativamente ordenada.
Al respecto los autores destacan que en la actualidad las visiones de desarrollo se enfrentan con problemas centrales como la trazabilidad y la segregación; la necesidad de contemplar los problemas ambientales del uso tecnológico en la región pampeana (transgénicos y semillas); y la creciente dependencia basada en la exportación de commodities y un esquema productivo dependiente de insumos y tecnología proveniente del exterior. La oportunidad potencial de participación en el mercado internacional de materias primas y el agregado de valor chocan con la escasa productividad y promoción al entramado de pequeñas y medianas empresas, así como la escasa asistencia técnica en la producción de no-tradicionales. Los autores observan cierto consenso respecto a la necesidad de fortalecer ventajas comparativas dinámicas.
Las fuentes de crecimiento, tienen como eje central la disputa entre quienes consideran que respecto a la demanda es central el mercado interno o el énfasis exportador. En los ejes que consideran el mercado interno como factor dinamizante, la discusión se centra en la demanda a través del consumo o de la inversión de capital. Es decir, respecto a la demanda de bienes de consumo, la extensión horizontal de la demanda implica una redistribución hacia los sectores de menores ingresos. Mientras que una profundización vertical, implica mercados segmentados y diferenciación de productos.
Otra cuestión central que observan los autores y, tal como los otros puntos, nos adentra en las discusiones actuales, refiere al tipo de especialización. Tenemos por un lado del debate se considera que la especialización debe estar fundada en la dotación de recursos y ventajas adquiridas a lo largo del desarrollo (trunco, “ausente” o no) y por otro lado quienes consideran la necesidad de crear nuevas ventajas dinámicas, obviamente considerando la posibilidad de coordinar ambas. Es claro que el costo inicial de un proyecto de especialización innovadora es mucho más alto que en el caso de asentarse sobre ventajas adquiridas, siempre considerando el detrimento de valor posible que implica la no-innovación.
Hugo Notcheff - Daniel Azpiazu “El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadurismo y elite económica en la Argentina”.
Azpiazu fue investigador del CONICET y miembro de FLACSO, por su parte Nochteff también investigador del CONICET, par de FLACSO y egresado de esta misma escuela como Master en Ciencias Sociales.
El desarrollo ausente fue escrito en 1994, y centralmente el texto pone en discusión respecto al desarrollo argentino y la visión económica hegemónica. Cabe destacar el proceso de auge neoliberal en el que se enmarca el texto. El paradigma “productivista” fue predominante frente a la noción de crecimiento económico y distribución funcional del ingreso. Una cuestión central es la evidencia empírica respecto a las condiciones económicas creadas por el proyecto neoliberal, la carencia de inversión como eje central de la ausencia de crecimiento en el contexto global de predominio del capital frente al trabajo. Las promesas “no cumplidas” del proyecto neoliberal y el esquema productivista. 
El texto de Notcheff, presenta fundamentalmente un diagnóstico y análisis sobre las políticas implementadas por el neoliberalismo predominante en los años ’90. Pero su esquema de desarrollo critica también, y esto nos permite retomar la discusión, al desarrollismo de la segunda ISI y la política dominada por las transnacionales. El esquema de base, que sustenta el desarrollo tecnológico como factor central del desarrollo y argumenta que los países periféricos latinoamericanos no pudieron acompañar el proceso de innovación tecnológica de los países centrales se debió a causas internas en el vínculo creado entre la elite económica local, el estado y las empresas transnacionales. Por lado la creación de mercados monopólicos protegidos, y por otro lado la incoporación de tecnología obsoleta en el camino hacia la vanguardia internacional de innovación, dejando de este modo el problema central de competitividad y detrimento de los términos de intercambio, de cierto modo, intacto. La necesidad de innovación (relativa) basada en la alianza mercado internista de demanda de bienes salarios, termina por romperse con el inicio de la dictadura militar y da pie al paso al modelo de acumulación financiera de las elites locales.
Por parte del apartado de Azpiazu “La industria Argentina ante la privatización, la desregulación y la apertura asimétrica de la economía. La creciente polarización del poder económico”, se central fundamentalmente en los cambios experimentados a nivel industrial y la continuidad de un esquema de desregulación asimétrica de los mercados y reconfiguración del esquema productivo local mediante las privatizaciones como base de un cambio sustancial en la configuración de los precios relativos.
Para Azpiazu el “shock institucional” de los ‘90 se compone de los siguientes elementos: Apertura y desregulación, privatizaciones, liberalización financiera, ajuste y precarización laboral y restructuración del mercado de trabajo.
El proceso de desregulación se basó en la eliminación del régimen de precios, la supresión de la regulación específica para la inversión extranjera, la desregulación del mercado petrolero y la liberalización del flujo de divisas. El decreto 2294/91 elimino la restricciones de venta y los límites de ingreso a ciertos mercados, por otra parte a nivel comercio exterior elimino la intervención estatal sobre las exportaciones y flexibilizo el ingreso de importaciones. Una cuestión central señalada por Azpiazu, es que nos e trato de una pura desregulación, sino más bien de un proceso de “re-regulación”, es decir que se realizó una implementación asimétrica tanto del control de importación como en la reducción de los subsidios y tarifas. A su vez, el esquema de transferencias si bien se detuvo en aspectos generales, en realidad cambio de mecanismo, la reducción de los aportes patronales y las reducciones vinculadas a la transferencia de los aportes jubilatorios, implicaron una transferencia de 52.331 millones de dólares. Esta re-regulación estuvo condicionada por el poder de “lobby” de ciertos grupos empresariales, que permitió la transferencia de poder regulatorio a las posiciones oligopólicas, por esto el proceso de apertura respondió y profundizo el proceso de centralización y concentración del capital. Incluso fuera de la intencionalidad directa, el esquema desregulador ignoraba las asimetrías de origen en la estructura económica.
Cabe destacar que en la visión de Azpiazu respecto a las privatizaciones la subvaluación de los activos públicos y la participación de ciertos grupos en la comunidad de negocios conformada con los acreedores externos en las privatizaciones fue la clave de aquellos sectores que fueron los ganadores de la convertibilidad. Este proceso determino que estos grupos pasen a integrar el grupo predominante de la cúpula.






[1] El autor destaca tres puntos centrales de este análisis. En primer lugar la especialización en bienes del sector primario y baja diversidad productiva (complementariedad intersectorial e integración vertical reducidas); segundo los niveles muy dispares de productividad sectorial y oferta ilimitada de mano de obra con ingresos próximos a la subsistencia; y tercero una estructura institucional (Estado, sector agrario y composición empresarial, entre otros) poco inclinada a la inversión y al progreso técnico.

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Aporte de Tomás:

Bielschowsky, Ricardo: "60 años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo", en Revista de la CEPAL Nro. 97, abril 2009.

El autor realiza un recorrido histórico por los aportes e ideas más relevantes generadas por la CEPAL en sus 60 años de existencia, señalando las contribuciones que caracterizaron a cada década. Asimismo, demuestra la continuidad en cuanto a líneas generales de producción entre la etapa estructuralista y la neoestructuralista, para ello primero sintetiza los aportes de cada etapa para luego contrastarlos. Destaca como el pensamiento cepalino se fue adaptando a los nuevos escenarios generados por la apertura comercial y financiera, y la globalización. Así también describe los nuevos enfoques conceptuales a los que se ha abierto la investigación de dicha institución.
Por ultimo rescata las principales contribuciones que caracterizaron al último decenio de la CEPAL.

Porta, Fernando y Bianco, Carlos: "Las visiones sobre el desarrollo argentino: consensos y disensos", Centro REDES, DT Nro.13, 2004.

El autor compila y sintetiza diferentes visiones sobre el problema del desarrollo económico argentino. En la primera parte el texto se centra en los diagnósticos sobre los problemas del desarrollo argentino, en el cual se describen los desequilibrios internos y externos, y las causas estructurales que son las fuentes de permanencia y recreación, de los desequilibrios mencionados, en el largo plazo. Los desequilibrios internos se pueden dividir en: desigualdades de ingreso; desigualdades de acceso a bienes públicos; insuficiencias de empleo; no sustentabilidad de economías regionales. Los desequilibrios externos se pueden resumir en: restricción comercial; restricción financiera; espiral de endeudamiento. Mientras que las causas estructurales que originan los anteriores, serían: una estructura productiva desequilibrada; problemas de competitividad; fragilidad macroeconómica. El autor realiza un análisis detallado de las raíces de dichos problemas estructurales los cuales desnudan las falencias de la estructura económica argentina. Por ejemplo: las debilidades del sistema de innovación, la existencia de “islas de modernidad emergente”; el aumento de la productividad a través de la intensificación y precarización del empleo; el elevado grado de concentración y de poder de mercado en la mayoría de sectores y regiones; las desigualdades de acceso a las instituciones de apoyo y a los instrumentos de política pública para los variados agentes económicos; el predominio de prácticas rentistas y de valorización financiera; el elevado grado de transnacionalización de la economía argentina; el déficit estructural de la cuenta corriente de la balanza de pagos el cual se agrava por la “espiral de endeudamiento”; la naturaleza y la estrategia de los flujos de IED que tienden a ser utilizadores netos de divisas por orientarse al mercado interno y una débil contribución a las exportaciones; los serios problemas de competitividad que obstaculizan la generación de divisas principalmente en los sectores que derivan de la débil creación de nuevas ventajas dinámicas; nuestra escasa participación en el dinámico comercio mundial de productos agrícolas de alto valor agregado dada nuestra especialización en commodities oleaginosas; las debilidades del proceso innovativo y de constitución de redes productivas; las debilidades del desarrollo empresarial; el tipo de especialización heredado de los 90’s, fuera del sector agrícola, con un  predominio de bienes no transables con baja productividad sistémica; el peso de la deuda pública; una estructura tributaria regresiva, inequitativa y facilitadora de la evasión para los grandes contribuyentes; el proceso de dolarización vivido por la economía argentina; la vulnerabilidad a los shocks externos principalmente a la volatilidad cambiaria; las siempre presentes expectativas inflacionarias junto con los ataques especulativos producto de la amplia liberalización de los movimientos de capital; entre otros.
Hasta ahí los puntos en los que las diferentes visiones recolectadas coinciden, luego el autor describe los disensos sobre el diagnostico de los problemas del desarrollo económico argentino los cuales se centran en la jerarquía, causalidad y responsabilidad de los problemas presentados. Cada una de las visiones hace énfasis en alguno de los problemas, detallando las causas del mismo y de quien es la responsabilidad del mismo.
A continuación, el autor realiza un análisis de las tendencias de cambio sucedidas a lo largo de la década de 1990, el cual no difiere de lo visto en EPA III.
Luego el autor se centra en el nódulo central del texto el cual es el modelo de desarrollo a aplicar al país, siempre analizando las diferentes visiones recolectadas, seleccionando cuatro ejes constitutivos para el mismo: fuentes de crecimiento y factores que lo orientan; tipo de especialización productiva; modos de regulación y coordinación del proceso de asignación de recursos; naturaleza de los agentes económicos líderes. Lo cual lleva a posicionarse en que distribución del ingreso realizar, en como insertar internacionalmente, en qué tipo de empleo fomentar, en que configuración empresarial promover, y en la distribución de funciones entre el Estado y el mercado.
Sintéticamente se puede resumir las posiciones según los siguientes criterios:
·         Fuente de crecimiento: mercado interno o exportaciones.
·         Especialización productiva: ventajas naturales (productos agropecuarios) o creación de nuevas ventajas dinámicas (productos industriales).
·         Formas de regulación y coordinación: políticas activas (estado y mercado asignadores de recursos) u ordenamiento macroeconómico (mercado asignador de recursos)
·         Agentes del proceso de acumulación: determinadas firmas (nacionales o extranjeras) o redes
Del cruce de todas las opciones propuestas, las cuales se amplifican en el texto, se describe cada visión, mencionando las instituciones y/o autores que las proponen, según los ejes anteriormente planteados. Las mismas son: autárquica; neodesarrollista de base industrial; neodesarrollista de base agraria; y neoliberal.
Por último, se reseña que lugar le da cada visión al sistema de ciencia, tecnología e innovación, enumerando las políticas para el sector propuestas por cada una.

Daniel Azpiazu y Hugo Nochteff, El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadorismo y elite económica en la Argentina, FLACSO-Norma, 1994, Selección.

En el primer texto se describe la nueva teoría del comercio internacional, en la que se da una posición central a la innovación tecnológica en lo que el autor llama la tercera revolución industrial. Sobre esta base critica el camino de desarrollo recorrido por América Latina, el cual se caracterizó por un comportamiento adaptativo tecnológicamente tardío. Culpa por ello principalmente a las elites que no se esforzaron por conseguir rentas tecnológicas, protegiéndose de la competencia a través de la conformación de monopolios no innovadores ni transitorios los cuales se sustentaron por políticas estatales afines a sus intereses. Por ejemplo en la Argentina es sabido que los sectores dominantes buscaron maximizar sus ganancias a través de las ventajas comparativas que posee nuestro país por sus recursos naturales, asimismo los mismos se concentraron en monopolios como consecuencia de las barreras de entrada para la competencia.
El siguiente texto de Azpiazu, se concentra en analizar los impactos sufridos por la industria manufacturera producto de las reformas estructurales llevadas a cabo por el gobierno justicialista de Menem, el cual, como se ha visto en EPA II, comparte la orientación económica inaugurada por la última dictadura militar.

CEPAL, “Equidad, desarrollo y ciudadanía, 2000

El texto comienza haciendo una revisión de lo acontecido en la década de los noventa para toda América Latina, destacando los puntos positivos como los negativos causados por las reformas estructurales llevadas a cabo. Como ya señalo Bielschowsky en el primer texto reseño, la Cepal incorpora el concepto de equidad sumado a los ejes históricos de la institución, crecimiento y desarrollo.
En cuanto a la revisión del legado obtenido a lo largo de la década mencionada, se destaca el crecimiento insuficiente, el significativo aumento de la inversión extranjera directa, la creciente extensión en la brecha de ingresos, la evolución del empleo (que en nuestro país fue negativa), la baja productividad del mismo, la heterogénea reducción de la pobreza (escasamente significativa en nuestro país), entre otros.

Claudio Katz, “El desafío crítico a los economistas ortodoxos”, 2001

El autor realiza una crítica a las diferentes escuelas económicas contemporáneas. Para ello primero reseña brevemente a los economistas ortodoxos, institucionalistas, y críticos. Denuncia la hegemonía dentro de la disciplina económica de los economistas ortodoxos en los últimos 30 años, criticando sus principales falencias. Diferencia la corriente walrasiana de la corriente austriaca, pero remarca que las mismas son el sustento ideológico del neoliberalismo, en el cual el mercado y su “eficiente” asignación de recursos son norma “divina”.
Tal vez el aporte más llamativo del autor no sea su denuncia a la economía ortodoxa, ya harta conocida, sino el desenmascaramiento de la trayectoria tomada por la corriente institucionalista, y su máxima institución, la CEPAL. Su denuncia se centra en un copamiento del pensamiento económico ortodoxo de la CEPAL, a través de los neoestructuralistas, los cuales “han sustituido la elaboración de conceptos originales por la absorción pasiva de las modas neoclásicas”. Lisa y llanamente pasa a decir que “la nueva Cepal comparte los objetivos de la ortodoxia” renunciando a su origen histórico de denuncia del intercambio desigual y la relación centro-periferia.
Aunque es verdad que las críticas del autor hacia las diferentes escuelas de pensamiento parten directamente de la crítica hacia el sistema capitalista todo, con una posición claramente marxista.

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Aporte de Santiago:

EL DESAFÍO CRÍTICO A LOS ECONOMISTAS ORTODOXOS. Claudio Katz. 2001
El autor analiza las razones por las cuales los economistas ortodoxos “alcanzaron el poder en América Latina. Valiéndose de una clave de análisis parangonable a la planteada por Dumenill-Levy en su caracterización de una tercera clase conformada por cuadros intermedios o gerenciales, Katz describe de qué manera  el economista ortodoxo cumple actualmente todas las funciones del nuevo personal requerido por la clase dominante para llevar adelante la ofensiva contra los trabajadores iniciada a mitad de los 70. También afirma que en su avance en la región, la hegemonía ortodoxa supo cooptar a la mayoría heterodoxa de la Cepal, convirtiendo el declamado neoestructuralismo cepalino  en una variante del neoliberalismo. Estos cambios  condujeron a la asimilación actual de todos los economistas con el perfil de los ortodoxos,  asociación falaz según la visión de Katz.

Refiriéndose puntualmente al caso latinoamericano, el autor describe el ascenso de los economistas ortodoxos como un proceso motorizado por los Estados Unidos en su intento por reducir la influencia de la Cepal, a través de una campaña de “profesionalización” de la enseñanza de economía, que se inició en los años 50 con el convenio suscripto por la Universidad de Chicago con la Universidad Católica de Chile. El personal surgido de esta iniciativa nutrió al pinochetismo y se transformó luego en el grupo que afianzó el perfil neoliberal de ese país. Este modelo sería luego exportado al resto de la región, como parte de una exitosa contraofensiva de la ortodoxia concebida para desplazar  en el plano teórico al estructuralismo, que fue la concepción heterodoxa desarrollada por la Cepal para analizar el intercambio desigual, la heterogeneidad estructural y la relación centro-periferia. De esta manera, los llamados “neoestructuralistas” comenzarían a incorporar principios tales como equilibrio macroeconómico, competitividad, disciplina fiscal e inserción externa y aceptarían en última instancia los ajustes antipopulares que impone el FMI.

El autor también da cuanta de la potencia demostrada por la teoría neoclásica al momento de colonizar toda la teoría social, merced a la reducción del objeto de la economía a la indagación de los mecanismos de elección racional maximizadora, que no obstante es presentada como generadora de múltiples incongruencias y razonamientos solamente coherentes bajo estrictos supuestos y modelizaciones cerradas.

A continuación llega la impugnación crítica de la ideología neoliberal y ya de los supuestos propios de la economía clásica, inmediatamente acometiendo contra los rasgos más radicales de la escuela austríaca, a saber, el carácter natural del orden mercantil y la necesidad de un darwinismo social competitivo para el progreso de la sociedad. Estas tesis ocultan que el mercado no es un ente atemporal sino un instrumento social e históricamente construido, basado en la propiedad privada de los medios de producción y la explotación del trabajo asalariado, y que la competencia compulsiva prevaleciente en el capitalismo de marcadono solo no facilita por necesidad el progreso colectivo sino que periódicamente desemboca en situaciones de sobreprodución, desempleo, la pobreza y la explotación,

El neoliberalismo, según Katz, no es más que una teoría vulgar que cierra los ojos frente a cualquier episodio indicativo de los desequilibrios que genera la competencia, pero que constituye el principal pilar de la ortodoxia contemporánea. “El neoliberalismo es el fundamento de la exigencia monetarista de recortar la emisión para aumentar el disciplinamiento social y asegurar la libre movilidad del capital financiero. Es el pilar del ofertismo impositivo, que exige a los pobres hacerse cargo del financiamiento del estado para incentivar a los empresarios a crear nuevos puestos de trabajo”.

Luego viene el turno de los economistas institucionalistas, cuya propia naturaleza, antes que sus intenciones, es puesta en cuestión, desde el momento en que si bien rechazan la fantasía neoclásica del individuo soberano optimizador, caen en una ilusión equivalente cuándo suponen que la ciudadanía puede resolver a través de su voto el rumbo del proceso económico. Olvidan que en el capitalismo contemporáneo la “opinión de los mercados” opera cómo el determinante efectivo de las decisiones económicas.

Finalmente, Katz da cuenta de la naturaleza y el rol ejercido por los economistas críticos, los cuales esencialmente  uclean a los adversarios frontales de la ortodoxia, pero también a los opositores de las ilusiones conciliatorias del institucionalismo. Los críticos son conscientes que el economista no puede situarse por encima de los antagonismos sociales, sino que debe ubicar su acción en el bando de los oprimidos o de los opresores. Partiendo de esta definición, en vez de actuar como consultores de organismos, asesores de inversiones o funcionarios del ajuste buscan su lugar entre los oprimidos. Encaran la investigación descartando la actitud de observador positivista neutral y reconociendo los intereses sociales que subyacen en la confrontación de ideas económicas.

El sector más estructurado y consecuente de la economía crítica son los marxistas, porque además de tomar partido en favor de los asalariados y orientar su trabajo intelectual hacia los problemas de la clase trabajadora defienden un proyecto socialista emancipatorio. Su enfoque está centrado no sólo en la defensa o recuperación de las conquistas sociales, sino en la construcción de una sociedad libre de explotación y desigualdades.
LAS VISIONES SOBRE EL DESARROLLO ARGENTINO: CONSENSOS Y DISENSOS Plan Estratégico de Mediano Plazo de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Fernando Porta y Carlos Bianco. 2004
En  este trabajo de 2004, Fernando Porta y Carlos Bianco analizan los modelos de desarrollo en pugna que atraviesan la historia del pensamiento y la praxis económica en la Argentina. A este respecto, los autores postulan que dichos modelos parten en principio de un diagnóstico común, basado en una combinación de  desequilibrios internos y externos, que explican la expansión espasmódica del nivel de actividad y su estancamiento en el largo plazo.
Hasta los años ‘80 los desequilibrios internos, provocados por el crecimiento con redistribución del ingreso, daban lugar a un desequilibrio externo por una crisis de balanza de pagos que se saldaba con devaluación, recesión y una nueva etapa de crecimiento (stop & go). Durante los ’90, con un esquema de economía abierta se buscó contrarrestar el estrangulamiento externo por la vía del endeudamiento, lo que llevó a la gran crisis de 2001-2002.
Porta y  Bianco describen la existencia de visiones nuevamente consensuadas en torno a las causas de este patrón evolutivo. Éstas serían tres: La existencia de una estructura productiva desequilibrada; serios déficits de competitividad general; y por último, el problema de la macroeconomía frágil, vulnerable frente a eventuales shocks externos y responsable de una elevada incertidumbre estructural que alienta la vocación cortoplacista y conservadora de los agentes económicos.
Terminado el consenso del diagnóstico, los autores abordan los disensos al interior de las distintas visiones normativas, y en consecuencia los distintos modelos.  Aparecen en principio tres dimensiones. “La primera remite a la jerarquía con que los problemas son presentados La segunda dimensión a considerar es la dinámica de causalidad que explicaría tanto la aparición de los problemas principales como su reproducción: aquí es donde suelen definirse las modalidades de intervención. La tercera alude a la responsabilidad última en la explicación del “desarrollo ausente”: esta dimensión remite a las teorías más generales que fundamentan el análisis, diagnóstico y las propuestas de acción”.
A partir de estos criterios, Porta y Bianco identifican tres grandes corrientes explicativas, alineadas: una que pone el centro de la problemática en los aspectos de fragilidad macroeconómica, especialmente en los problemas de sustentabilidad fiscal; otra que focaliza los déficit principales en los problemas de  competitividad de la economía; y una tercera que se centra en los desequilibrios de la estructura productiva y social. Estos tres focos diferentes se configuran en torno a determinados ejes de debate, que se podrían sintetizar en algunas preguntas estructurantes:
- ¿Cuál es la locomotora del crecimiento y cómo se distribuye el ingreso entre los distintos sectores de la economía? Un crecimiento basado en el mercado interno, supone en principio un aumento del consumo y distribución progresiva del ingreso. Por otro lado, un desarrollo más de tipo exportador implicará discernir los énfasis sobre una eventual profundización del MERCOSUR, o sobre la negociación de acuerdos preferenciales de comercio con otros países o bloques,  o bien sobre una estrategia más general de apertura unilateral e indiscriminada.
- ¿Qué tipo de especialización productiva se está busca? Por un lado, una especialización en sectores en los que el país cuenta con ventajas comparativas –sean éstas ventajas naturales relacionadas a la dotación de recursos o ventajas ya adquiridas a lo largo del proceso de desarrollo-, o en una dinámica de especialización fundada en la creación de nuevas ventajas dinámicas, por el otro, sin excluir una opción que fusione ambas. El nivel de salarios no será el mismo en uno u otro caso, al igual que preferencias emanadas respecto de las políticas de ciencia, tecnología e innovación.
-¿Cuál es el tipo de interacción entre Estado y mercado? ¿Políticas activas o Estado mínimo? ¿Sofisticada ingeniería de intervención sectorial o sólo ordenamiento macroeconómico (baja inflación, “clima” de negocios)?
-¿Quién debería conducir el proceso de acumulación? Empresas nacionales, extranjeras, transnacionales, grandes, pymes, redes, cooperativas?
De la respuesta dada a estas preguntas, se estructuran las cuatro visiones estilizadas.
- La visión “Autárquica” supone desenganchar la dinámica local de la dinámica internacional y una fuerte administración de los movimientos y la inserción financiera y comercial en el mercado mundial, a la vez que se erige una reserva de mercado a favor de los agentes económicos internos (públicos o privados), para que sean éstos los encargados de liderar el proceso de acumulación. En este marco, el centro de la preocupación está en la modificación de las condiciones de distribución y apropiación del excedente económico. Dentro de esta visión se sintetizan las propuestas de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) y de los Economistas de Izquierda (EDI).
- Las llamadas visiones “Neo-desarrollistas” –de base industrial o agraria- heredan de los programas desarrollistas puestos en práctica, entre las décadas de los cincuenta y los ochenta, la preocupación por fortalecer el proceso de inversión, la recurrencia a la financiación externa como estrategia complementaria del ahorro nacional y la atracción de inversiones extranjeras directas, orientadas hacia la realización de transformaciones estructurales que permitan diversificar la base exportadora Se asemejan también en el énfasis dedicado al desarrollo tecnológico, la sustitución de importaciones, la modernización del aparato productivo y la adecuada explotación de los recursos naturales. Sus diferencias más sustanciales con el marco de políticas original del desarrollismo están en la incorporación de criterios de economía abierta y en la priorización del desarrollo de cadenas de valor en torno a los bienes finales y los servicios.
En el caso de la primera de ellas, la industria debería ser la fuerza motriz del crecimiento económico. Se incluyen dentro de esta visión las propuestas del Grupo FÉNIX, de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), de la Unión Industrial Argentina (UIA) y de los autores Hugo Nochteff, Rubén Lo Vuolo y Andrés López. En el caso de la segunda, sería el crecimiento de los sectores basados en ventajas naturales en general y el agropecuario en particular, a través de la adición de una mayor cuota de valor agregado a sus productos, el sendero hacia mayores niveles de desarrollo. Están comprendidas en esta visión las propuestas del Grupo Consultores en Economía y Organización (CEO), de la Fundación OKITA.
- La visión “Neoliberal” se basa en la integración plena del aparato productivo doméstico a las tendencias y dinámica de la economía internacional y comparte en lo sustantivo el modelo de crecimiento y las instituciones económicas predominantes en la Argentina en la década de los noventas. En general, los actores e instituciones cuyas propuestas dan forma a esta visión (Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas -FIEL; Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana -IERAL, de la Fundación Mediterránea; y Ricardo Arriazu, han tenido una presencia relevante en el diseño intelectual y en la misma operatoria de las reformas y los programas económicos aplicados en ese período. Esta visión comparte los postulados del llamado “Consenso de Washington” y propone la apertura franca a la economía mundial, la reducción de la esfera económica pública, la desregulación de los mercados de productos y factores y la profundización de las funciones de asignación por parte del mercado como las vías sistémicas inductoras de crecimiento y desarrollo.

EL DESARROLLO AUSENTE. Restricciones al desarrollo, neoconservadorismo y elite económica en la Argentina. Ensayos de Economía Política. Daniel Azpiazu y Hugo Nochteff. Flacso. Tesis Grupo Editorial Norma, Edición Noviembre 1994.
El libro se integra con tres ensayos. Como lo señalan los autores, en ellos se cuestiona, a partir del caso argentino, el diagnóstico y las recomendaciones del neoconservadorismo encarnado en el decálogo propuesto por Consenso de Washington
En el primer ensayo, titulado “Subdesarrollo y hegemonía Neoconservadora. ¿Veinte Años no es Nada?”. En un minucioso careo entre verdades consabidas e indicadores de la economía real, uno a uno son cuestionados los silogismos del saber neoconservador que colocan a la inversión, el ahorro y el disciplinamiento del salario como motores excluyentes del crecimiento económico, demostrando en forma contundente que la caída del salario no empujó la productividad ni la inversión, lejos estuvo de prevenir la desocupación, y que las recetas ortodoxas condujeron a una caída del producto que en su pendiente negativa además profundizó la regresividad en materia distributiva. La fuerza de esta evidencia parece no haber alterado la vigencia del diagnóstico ortodoxo, que coloca en el impulso de la oferta vía eliminación de “restricciones al mercado” el único horizonte posible si se busca el crecimiento económico. Horizonte que en los 20 años de hegemonía neoconservadora  sirvió para caminar, sí,  pero hacia una distopía de subdesarrollo e inequidad. Pero no hubo sólo perdedores. Una minoría privilegiada debió usufructuar la ingente transferencia de recursos operada en esos dos decenios, ni más ni menos que la elite económica que la ortodoxia consagra perversamente como el motor por excelencia del desarrollo.
En el segundo ensayo titulado «Los senderos perdidos del desarrollo, elite económica y restricciones al desarrollo en la. Argentina», Hugo Nochteff inicia el capítulo caracterizando en clave shumpeteriana a la economía argentina como de “adaptación”, en tanto dependiente de impulsos exógenos, responsable a la vez de la creación y reproducción de monopolios no innovadores ni transitorios. El autor considera que la creación de cuasirentas a partir de medidas de protección arancelaria durante la etapa de la ISI, impidieron discurrir senderos de industrialización más dinámicos, con mayor potencial exportador. El régimen de valorización financiera inaugurado en 1976 no hizo más que profundizar este esquema de coacción y restricción al desarrollo liderado por la elite económica. Esta última lograría en el último cuarto del siglo XX una casi plena subordinación de las políticas gubernamentales a sus designios rentísticos y de aversión por el riesgo: desregulación, apertura asimétrica, subsidios, endeudamiento, etc. Todas ellas en desmedro de prácticamente cualquier tipo de iniciativa en materia científico, tecnológica o industrial conducente a un verdadero proceso de desarrollo, y orientadas a promover una estructura productiva basada en bienes no transables y transables protegidos. Esta matriz explica porque la evolución socioeconómica en nuestro país y en otros de la región no se acompaña de un crecimiento sostenido sino de “burbujas” de expansión en el marco de un estancamiento prolongado.
En el tercer ensayo, “La Industria Argentina ante la privatización, la desregulación y la apertura asimétrica de la economía. La creciente polarización del poder económico”, Daniel Azpiazu, analiza los principales efectos sobre la industria manufacturera que se derivan  de los procesos de privatización, de desregulación de determinados mercados y de apertura asimétrica de la economía. En su trabajo, Azpiazu da cuenta de la manera en que los esquemas neoliberales instrumentados desde la última dictadura militar, decidieron enfrentar las presuntas precariedades de la industrialización existente por vía de cuestionar su propia existencia.
-Normativa de los programas de desregulación. Su implementación trajo aparejada una amplia y heterogénea gama de efectos sobre los distintos sectores industriales. Los principales efectos sobre el sector manufacturero se manifestaron como una conjunción inédita de desestatización, desregulación y apertura asimétrica de la economía. En ese marco, una serie de asimetrías como las atinentes a los diversos regímenes de promoción industrial o el tratamiento privilegiado de la industria automotriz, acabaron configurando una nueva fase destrucción del tejido industrial y de reestructuración regresiva del sector, con sus consiguientes implicancias en términos de la redistribución e inequidad del ingreso.
- Apertura económica asimétrica. La política de apertura de la economía constituye otro de los pilares básicos del programa, En general, las políticas arancelarias aplicadas desde mediados de los años setenta se caracterizan por su escasa articulación con las igualmente marginales políticas industriales, constituyéndose en realidad en políticas centrales del ajuste externo y/o fiscal, en instrumento de la política de estabilización de corto plazo, en pieza clave del desplazamiento de la industria del modelo de acumulación y del disciplinamiento de vastos sectores sociales.                                   La política arancelaria desplegada quedó inscripta en un sesgo estratégico marcadamente negativo para los sectores industriales, con la excepción de unas pocas actividades y de ciertos oligopolios que contaron con protecciones naturales o normativas. Existieron diversas excepciones, en las que determinadas restricciones cuantitativas o la elevación de los aranceles limitan las importaciones de bienes competitivos a los producidos localmente. El ejemplo más significativo y de mayor relevancia fue la industria automotriz, qué contó con un régimen especial por el que prácticamente se le asignaba una cuasi reserva de mercado a las industrias terminales radicadas en el país. Se trata, en términos del contexto de desregulación de los mercados y de apertura de la economía, de un ejemplo de las profundas asimetrías en el tratamiento de otros sectores manufactureros. Subyace una clara contradicción entre las argumentaciones en favor de la liberalización de los mercados y el rechazo frontal de las políticas proteccionistas ----aplicadas en un solo sector industrial.
- Concentración y centralización del capital. Como resultado de la desregulación y apertura asimétricas, se produjo una creciente oligopolización de la economía argentina, en definitiva, una polarización del poder económico en un núcleo acotado de conglomerados empresarios y preservación de reservas de mercado con cuasirentas oligopólicas –para nada derivadas de la incorporación de progreso tecnológico y muchos menos de la innovación. Todo ello devino en un acentuado grado de concentración de la propiedad de las empresas y las áreas desestatizadas en un muy reducido, comprometiendo seriamente las posibilidades de la industria local de inscribirse en un sendero de crecimiento sostenido con niveles crecientes de equidad distributiva.

Sesenta años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo. Ricardo Bielschowsky. 2009

El autor comienza afirmando que el pensamiento de la institución se caracteriza porla continuidad y el cambio.Bielchowsky postula que a lo largo de su historia, laCEPALmantuvo un mismo enfoque metodológico, pero actualizando los análisis en forma permanente. Puntualmente, señala dos inflexiones, una generada por lainestabilidad macroeconómica que se instaló en los añossetenta tras la falencia del sistema de Bretton Woods y la otra, desde fines de los años ochenta, producto de la reorientación delas economías de la región hacia la desregulación y laglobalización. En la visión del autor, ambascondujeron a la CEPAL a revisar su posturaanalítica y proposicional. En primer lugar, redujeron la importancia relativa delos dos temas en torno a los cuales se habían estructurado el trabajo intelectual y los niveles analíticos de la institución—desarrolloproductivo e igualdad—. En segundo lugar,  reorientaron las prioridadesa un campo en que la institución no había intervenidomayormente en los decenios anteriores, a saber, el análisis de la estabilidad macroeconómica y sobre todo dela trilogía deuda-inflación-ajuste.

Según el autor, elcontexto político e ideológico internacional instalado desde finales de los 70 era muy desfavorable para la heterodoxia y hostil a las formulaciones clásicas de la CEPAL,debido a su escepticismo y prudencia en relación con la liberalización del comercio y otras desregulaciones. Ante la sensación de “irreversibilidad histórica” de tales reformas y la necesidad de dialogar con los países miembros de la organización, la CEPAL incorporó a su matriz analítica aportes de Fajnzylber como base para diseñar una nueva estrategia de desarrollo productivo, social y de inserción internacional.

Si en la etapa estructuralista se habían puesto de relieve la baja propensión de los agentes productivos a la inversión y al progreso técnico, así como la necesidad de enfrentar esta insuficiencia con una fuerte intervención estatal, a partir de 1990 se empezó a reconocer la necesidad de revisar la participación del Estado en la vida económica y los instrumentos y mecanismos de intervención. En el marco de esta última fase la CEPAL se permitió promover el fomento de  la inversión en bienes públicos en forma selectiva, y las asociaciones publico-privadas como sustituto del apoyo generalizado del Estado a este proceso.

Si en la etapa estructuralista se señalaba que, salvo en caso de éxito total de la industrialización, la inserción internacional continuaría siendo insatisfactoria y que se mantendrían los estrangulamientos externos, en el documento más reciente sobre el tema esta idea se renueva al plantear la posibilidad de abrir oportunidades en numerosos senderos sectoriales y no solo el manufacturero, en que resulta potencialmente factible generar y aprovechar el progreso técnico.

Si en los años cincuenta se sostuvo que en América Latina la inflación no se debía necesariamente a la expansión monetaria, sino a los desajustes en que los estrangulamientos externos cumplían un papel esencial. Este análisis fue conceptuado como “inflación estructural”. A partir de los años ochenta, la CEPAL se referiría reiteradamente a su convicción de que era fundamental luchar contra la inflación y buscar el equilibrio fiscal.


El autor concluye que si bien se produjo una adaptación a los tiempos de apertura y globalización, se conservaron los fundamentos del análisis estructuralista del subdesarrollo en América Latina y el Caribe, el pensamiento generado después de 1990 tiene gran proximidad analítica con el que fue elaborado en las primeras cuatro décadas.



CEPAL. Equidad, Desarrollo y ciudadanía. 2000
“Un balance “mixto” de la década del 90”

La CEPAL interpreta como uno de los logros década a la mayor credibilidad en las autoridades macroeconómicas, junto con las ganancias significativas en materia de reducción de la inflación, y con el continuo desarrollo y consolidación de “pactos fiscales” viables.En esa línea, postula que los principios de equidad, desarrollo y ciudadanía que dan título al informe, han de ser compatible con “el “pacto fiscal” que prevalece en cada sociedad, evitando que se traduzcan en expectativas insatisfechas o en desequilibrios macroeconómicos que afecten, por otras vías, a los sectores sociales que se busca proteger”.Asimismo, se destacan los avances registrados en la incorporación de las economías latinoamericanas y caribeñas a la economía mundial.

El documento reconoce necesidad de visualizar “lo público” en un sentido amplio, y  de avanzar en la resolución de una crisis de los Estados no plenamente superada, de corregir tanto “fallas del mercado” como “fallas del gobierno”. Justamente al referirse a estas “fallas de gobierno”, el análisis cepalino postula que los cambios operados en la década del 90 apuntaron a sustituir controles múltiples y discrecionales por reglas generales: menores en número, “más amigables” con la operación del mercado. Junto con ello, se propendió a una más nítida distribución de funciones, –entre las autoridades fiscales y monetarias, entre otros casos– apuntando a establecer un sistema de controles recíprocos. Sobre esta cuestión, afirma que “los cambios introducidos lograron fortalecer la confianza de los agentes económicos en la gestión macroeconómica”.

Si bien desestima la opción por la flexibilización de la contratación laboral como una  solución mágica a los problemas de demanda de trabajo, no plantea dudas respecto a la necesidad de crear “formas alternativas” de flexibilidad para propiciar una mayor adaptabilidad de las empresas y de sus trabajadores al cambio tecnológico y al ciclo económico. Alertando sobre la necesidad subsiguiente de desarrollar mecanismos adecuados de protección social, aboga por una reforma de las entidades públicas correspondientes, sobre las cuales “el Estado mantiene una presencia considerable”.

Al momento de abordar los aspectos negativos de la década, el informe empieza por señalar que el avance  en términos de estabilidad de precios y reducción de los déficit fiscales no ha estado acompañado de una estabilidad del ritmo de crecimiento económico y se han agregado nuevos focos de inestabilidad, especialmente la mayor frecuencia de crisis financieras internas.

Agrega que laheterogeneidad estructural de los sectores productivosaumentó, lo cual pone de relieve que las reestructuraciones no han sido “neutrales” en términos de sus efectos sobre los distintos agentes económicos. Las principales ganadoras han sido las empresas multinacionales y algunas grandes empresas nacionales, dando lugar a un proceso de concentración económica. La incapacidad de los distintos sectores de enfrentar la competencia externa y la ruptura de cadenas productivas, especialmente en el sector manufacturero. Entre los sectores de bienes transables, la industria manufacturera ha sido, en general, la más afectada.Como consecuencia, elmercado de trabajo ha experimentado un deterioro enmuchos países, lo que en varios de ellos se refleja en unaumento del desempleo abierto o de la informalidad.

El comportamiento de la actividad económica refleja, además, un patrón de dependencia acentuada frente a los altibajos del financiamiento externo la tendencia a sustituir ahorro interno por ahorro externo que caracteriza las fases de reactivación del crecimiento asociada al ingreso de capitales. La tendencia a adoptar políticas monetarias y crediticias procíclicas, que permiten auges crediticios y fuertes disminuciones de las tasas de interés durante los períodos de expansión y marcadas contracciones monetarias y altas tasas de interés durante las crisis, ha sido en muchos países la causa básica de las crisis financieras nacionales y de la inestabilidad del crecimiento económico.

El informe concluye con una serie de recomendaciones: “Estrategias y las políticas que se adopten apartir de ellas deben ser consistentes con el nuevocontexto externo e interno, cumpliendo con cuatroconsideraciones básicas. En primer término, el énfasisdebe recaer fundamentalmente sobre la articulación delas economías de la región a la economía mundial. En segundo lugar, debe existir un adecuado equilibrio entrela iniciativa individual de los agentes, que es decisivapara generar un proceso dinámico de innovaciones, y eldesarrollo de sistemas de coordinación e incentivospúblicos, vinculados al desempeño. Tercero, laspolíticas públicas no deben entenderse necesariamentecomo estatales; al contrario, es deseable desarrollar unvariado abanico de combinaciones público-privadas quecada país debe explorar a partir de su propio senderoevolutivo. Por último, como lo hemos señalado, dichaspolíticas deben contar con un entorno macroeconómicoy financiero que contribuya a la inversión productiva”.