lunes, 10 de octubre de 2016

Clase 3: el pensamiento de las izquierdas hasta el surgimiento del peronismo (1880-1946)

Las distintas corrientes de la izquierda hasta la década del ´40 (anarquismo, socialismo, comunismo, trotskismo). Algunas controversias: el debate entre Juan B. Justo y Enrico Ferri (1908), y el debate entre Antonio Gallo y Liborio Justo sobre la liberación nacional, en la década del ´30. Las izquierdas en las vísperas del surgimiento del peronismo.
Bibliografía obligatoria:
10. Ricardo Martínez Mazzola,  “Justo, Korn, Ghioldi. El Partido Socialista y la tradición liberal”, Revista Papeles de Trabajo, Año 5, N° 8, noviembre 2011, pp. 35-52. Disponible en: http://www.idaes.edu.ar/papelesdetrabajo/paginas/Documentos/N8/03_DOS_Mazzola.pdf
11. Tarcus, Horacio, El marxismo olvidado en la Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña. Buenos Aires, Ediciones El Cielo por Asalto, 1996. (Capítulo II: páginas 65 a 121).

Texto complementario para quienes requieran contextualización de corrientes de la izquierda en las primeras décadas del siglo: Matsushita, Hiroshi, Movimiento obrero argentino, 1930-1945, Hyspamérica, 1983, cap. 1,  “Tendencias ideológicas del movimiento obrero antes de 1930”, pp. 21-51.

Fuentes obligatorias: 
12. Debate Ferri-Justo, en Justo, Juan Bautista, La realización del socialismo, Buenos Aires, Editorial La Vanguardia, 1947. (Artículos: Enrique Ferri, “Partido Socialista Argentino”: páginas 236 a 240 y “El Prof. Ferri y el Partido Socialista Argentino”: páginas 240 a 249)
13. Extractos de intervenciones de diputados socialistas sobre discusiones parlamentarias sobre la cuestión social y la distribución de la propiedad de la tierra.
14. Quebracho (seudónimo de Liborio Justo), Estrategia revolucionaria. Lucha por la unidad y por la liberación nacional y social de la América Latina, Buenos Aires, Gure, 1956. (Páginas 57 a 82)

Contribuciones de los alumnos para la discusión en prácticos:

Aporte de Laura:


La bibliografía brindada para esta clase busca esclarecer los debates de los principales referentes de la izquierda argentina desde principios del siglo XX hasta el advenimiento del peronismo. El espectro considerado de izquierda en nuestro país es heterogéneo, comprende desde los intelectuales del Partido Socialista, hasta los estalinistas del Partido Comunista, como así también las diversas fracciones trostkistas que han surgido al fragor de una clase obrera en formación, en acalorados debates sobre la “cuestión agraria”, “la cuestión nacional”, las burguesias locales, las estrategias de arribamiento a la revolución socialista y los importantes acontecimientos a nivel internacional.
Desde fines del siglo XIX nuestro país ha recibido gran cantidad de inmigrantes del continente europeo que serán la mano de obra de este país primero agroexportador y luego enmarcado en la importación por sustitución de importaciones. Muchos de estos inmigrantes forman parte de los partidos de izquierda, lo cual se toma como una amenaza por las clases dominantes que responderán con grandes ataques como por ejemplo la ley de residencia y la ley de defensa social.
Con la creación del Partido Socialista en 1896, Juan B Justo libra una lucha política a través de la democracia parlamentaria en torno a la nacionalización de los extranjeros que en los primeros años del siglo XX eran tres millones. Instaba a los trabajadores a fortalecer y luchar por sus derechos votando a candidatos que los representen en el Senado. En estas primeras décadas del siglo XX surgen en las filas del movimiento obrero “el sindicalismo” que en los 20 adquirió protagonismo, viniendo a disputar un camino trazado por los anarquistas desde hacia algunos años , ideas libertarias que se plasmaban en organizaciones obreras, en las que muchos trabajadores encuentran asidero. Por su parte, el Partido Comunista surge en 1918, enfatizando la unión entre Partido y movimiento obrero y caracterizando Argentina como un país dependiente.
Ricardo Martínez Mazzola, doctor en historia de la UBA escribe el texto “Justo, Korn, Ghioldi. El Partido Socialista y la tradición liberal” donde retoma a estos tres intelectuales militantes del PS explicando su tradición y sus debates más importantes con el liberalismo y las tradiciones politicas en pugna en el país de las primeras décadas del siglo XX. Martinez Mazzola explica que las lecturas sobre el PS han marcado un profundo acercamiento con el liberalismo, un liberalismo entendido más propiamente como un librecambismo. Juan B Justo, fundador del Partido Socialista en Argentina, en el año 1896, tenia un discurso fuertemente economicista y determinista en la explicación de las fuerzas históricas que conducen al socialismo. Uno de los más fervientes debates de Justo, que se evidencia en las intervenciones en el parlamento, es sobre la población rural, ya que denuncia la especulación que realizan los terratenientes sobre la renta de la tierra, personajes preocupados por las ganancias y no por la utilización del suelo. Por esta razón explica, aún asediado por las fuertes críticas conservadoras, la necesidad de un sistema fiscal que disuada a los terratenientes de conservar sus latifundios y para que intervenga entre el arrendatario y el terrateniente para impedir extorsiones a la población rural que si quiere trabajar la tierra y no especular con ella.
El Doctor Juan B Justo defiende la existencia del Partido Socialista en su carácter revolucionario, en la confrontación epistolar que mantiene con el profesor italiano Enrique Ferri, quien de visita por Argentina critica fuertemente al PS por considerar que no se puede importar un Partido de Europa cuando nuestro país semicolonial no ha alcanzado el grado de industrialización de países europeos, industrialización, que dice Ferri, es de donde nace el proletario, el sujeto que llevará a la revolución socialista. A estas afirmaciones Justo le replica que el proletario nació de la injusticia y del despojo, y que Argentina tiene una numerosa clase proletaria a la que se suman miles de inmigrantes europeos cada año.
Volviendo al texto de Martinez Mazzola, Justo consideraba que el papel cumplido por la clase liberal habia sido progresivo y hace un rescate del librecomercio, pues  reclama nociones exactas de economia politica y no vagas ideas de patriotismo que lleven al país a un atraso. Justo no está de acuerdo con medidas proteccionistas que no serian beneficiosas para los capitalistas de la industria rural que producen para la exportación y por tal razón decía que estos debían formar un partido librecambista. En conclusión lo que Juan B Justo pedia no eran partidos de ideas sino partidos ligados a fuerzas sociales y el único partido orgánico que existia (al menos hasta la primera década del siglo XX) era el Partido Socialista.
El PS tuvo otras dos figuras célebres como Alejandro Korn y Américo Ghioldi, quienes continuaron con el legado socialista en la década del ´30 y ´40 cuando ya Juan B Justo había fallecido. El primero, admirador del fundador del partido, planteó un cambio de mirada que pasaba de una interpretación económica y social del socialismo a una ética. Korn, primero liberal y luego conservador se pasó a las filas del socialismo etico influenciada por la filosofia francesa del siglo XVIII. Fue un gran estudioso de la obra de Juan Bautista Alberdi y a partir de esas lecturas incluyó en el debate de la sociedad argentina de la época  los problemas referidos a “la cuestión social”. Por su parte Ghioldi tiene su enfoque en los valores de la tolerancia y la justicia social y denuncia la amenaza del fascismo no solo extranjero sino también a los fascistas criollos. Es en este marcado repudio al fascismo que el PS se enmara en una tradición liberal signada por la importancia de los valores democráticos, haciendo hincapié en la “libertad” como valor central. Es de este modo que Ghioldi presenta al socialismo como la continuidad de la verdadera tradición nacional de democracia, libertad e igualdad. La tradición del Partido Socialista ha sido marcada por los valores del liberalismo y a la vez expresando siempre la desconfianza hacia los populismos.
El texto que escribe Horacio Tarcus, doctor en historia e investigador sobre la izquierda en Argentina “El marxismo olvidado en Argentina”, en su capítulo 2, despliega una extensa investigación sobre los intelectuales de izquierda que fueron férreos participantes de la vida política argentina en los tiempos previos de la llegada del peronismo al gobierno. La mayor parte de los militantes de las diversas fracciones de la izquierda consideraban al imperialismo como el enemigo más importante y caracterizaban a Argentina como una semicolonia. De este modo Humbert Droz considerará que la etiqueta de semicolonia no es del todo satisfactoria ya que la explotación imperialista no impide la industrialización. Continuando en los debates en torno de la Internacional Comunista, un delegado soviético proponía la etiqueta “países dependientes” considerando que Argentina sigue siendo feudal pese al desarrollo del capital extranjero. Los comunistas argentinos proponen un Frente Antifascista, considerando que el fascismo era el enemigo a combatir en esta embestida internacional de entre guerras. Por otro lado hay otros militantes e intelectuales que hacen una lectura profunda de los escritos de León Trotsky, revolucionario que descartó  el carácter feudal  de las sociedades latinoamericanas, las cuales adoptan un carácter de desarrollo desigual y combinado, y una tardía industrialización. Los trotskistas van a descreer de las burguesías locales que en algunos momentos quieren llevar a la liberación nacional y a partir de este concepto circulan muchos debates y posturas. De esta manera, en los años previos al peronismo la izquierda desconfia de una sociedad populista. Según el autor de este articulo tanto el PS como el PC están incapacitados para caracterizar el momento de crisis y transformación, el primero por ejemplo considera que había quedado reducido a un partido urbano de la aristocracia obrera. El PC ya de amplio espectro en cuanto a sus componentes  reinterpreta la realidad argentina en clave de la oposición democracia -  fascismo.  Pero rápidamente este partido fue perdiendo peso al burocratizarse fuertemente estableciendo un control exagerado sobre sus militantes.
Horacio Tarcus hace una investigación de varios intelectuales argentinos de izquierda que son protagonistas en la historia militante de nuestro país. Entre ellos se encuentra a Silvio Frondizi, un abogado tucumano, a quien el golpe del 43 y luego la ascensión del peronismo lo van a desplazar de la enseñanza en universidades haciéndose parte de la vida social y política en Buenos Aires, un intelectual que brega por la unidad entre fuerzas afines. El mismo caracteriza que el desencuentro entre izquierdas y peronismo fue el causante de la pérdida de oportunidad para deshacerse de la aristocracia terrateniente y clerical.
Otro de los grandes militantes troskistas de los años 30 fue Liborio Justo, apodado Quebracho, hijo del General Agustín Justo. Liborio remarca su profundo antiimperialismo desconfiando totalmente del papel liberador que podrían cumplir las burguesías locales, a quienes reconoce aliadas al capital financiero internacional. Liborio Justo debate con otro militante, que es Antonio Gallo, también troskista, quien contribuye a la teoría del desarrollo desigual y combinado y caracteriza a nuestro país como un país dependiente semicolonial avanzado, por su acelerada industrialización en todo el país.
Horacio Tarcus nos brinda también la historia personal y política de Milciades Peña, un teórico marxista que comenzó sus estudios desde muy joven y su militancia también de la mano de “Nahuel Moreno”, otro gran militante troskista que hizo muchos aportes en la historia argentina. Estas figuras se ven marginadas cuando asume el peronismo en el 46, movimiento que tildan de bonapartista y aliado al capital inglés. Milciades Peña nos va a dejar obras muy importantes que emanan de su extensa investigación de la economía argentina.
El troskismo tampoco es salvado de la burocratización y el excesivo control hacia sus militantes, según Tarcus. Cercano al golpe del 55 Nahuel Moreno y otros troskistas  logran algunos acuerdos con la base peronista exaltando la importancia de un frente antioligárquico. Esta situación va a desdibujar el espectro de la izquierda y provoca la disidencia de muchos de los militantes.


 - Ricardo Martínez Mazzola,  “Justo, Korn, Ghioldi. El Partido Socialista y la tradición liberal”, Revista Papeles de Trabajo, Año 5, N° 8, noviembre 2011, pp. 35-52.
 - Tarcus, Horacio, El marxismo olvidado en la Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña. Buenos Aires, Ediciones El Cielo por Asalto, 1996. (Capítulo II: páginas 65 a 121).

 - Matsushita, Hiroshi, “Movimiento obrero argentino, 1930-1945”,  Hyspamérica, 1983, cap. 1,  “Tendencias ideológicas del movimiento obrero antes de 1930”, pp. 21-51.

 - Debate Ferri-Justo, en Justo, Juan Bautista, La realización del socialismo, Buenos Aires, Editorial La Vanguardia, 1947. (Artículos: Enrique Ferri, “Partido Socialista Argentino”: páginas 236 a 240 y “El Prof. Ferri y el Partido Socialista Argentino”: páginas 240 a 249)
 - Extractos de intervenciones de diputados socialistas sobre discusiones parlamentarias sobre la cuestión social y la distribución de la propiedad de la tierra.

 -  Quebracho (Liborio Justo), Estrategia revolucionaria. Lucha por la unidad y por la liberación nacional y social de la América Latina, Buenos Aires, Gure, 1956.

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Aporte de Elio:

Esta reseña comienza con el texto “El marxismo olvidado en la Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña” (1996), con autoría de Horacio Tarcus; doctor en Historia por la Universidad Nacional de La Plata, docente de la Universidad de Buenos Aires e investigador del Conicet y fundador del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en la Argentina.
En el segundo capítulo de la obra, se analiza las distintas posturas de las organizaciones de izquierda en argentina y América Latina (AL) en el período  1945-1955. Así se descubren en el texto una serie de cuestiones en torno a las que girarán las discusiones de los partidos de izquierda, socialistas, marxistas y organizaciones trotskistas. En primer lugar, el devenir del itinerario socialista a la par de lo que ocurría internacionalmente. En particular la tercera y cuarta internacional. Las definiciones de la tercera internacional, o internacional comunista tienen influencia decisiva en las formaciones partidarias internacionales en tanto se adopta una clasificación de países imperialistas, coloniales o semi-coloniales. En general la ortodoxia, consideraba a los países de AL como feudales. En contraste con esta visión, José Carlos Mariátegui va a plantear las especificidades históricas y económicas del subcontinente en el desarrollo capitalista. En este marco, la izquierda tradicional argentina se mostró desorientada por los sucesos de entre ´43-46.
El texto continúa con los aportes de Silvio frondizi. Allí se repasa su interpretación del Golpe de estado del 1943 rescatando algunos puntos que paradójicamente resultaron positivos. Estos son la politización de la sociedad frente a la apatía anterior; el carácter del peronismo como fenómeno social; y por último realiza una crítica a la izquierda que afirma comete el error de jugar un papel similar al de la derecha. Esto lleva a Frondizi a rebelarse contra los dos extremos construidos en ese momento: La unión democrática y el gobierno de Farrell-Perón. Para los primeros por considerarlo una alianza débil que se disolvería en caso de que desaparecieran las causas que los aglutinaron.
Los trotskistas latinoamericanos, en cambio, se mostraron mucho más estimulados hacia una comprensión específica del subcontinente. Así, se descartaba la idea de una economía feudal y se planteaba el lugar de país semicolonial, en tanto dependiente del capital extranjero, pero avanzado dado el grado de desarrollo de algunas industrias y de los centros urbanos. Se hablaba en su lugar, de un desarrollo desigual y combinado.
El texto repasa una serie de autores aportes del Trotskismo que serán de importancia en adelante; entre ellos se encuentran Hector Raurich y su discípulo Antonio Gallo. Este último entrará en debate con Liborio Justo acerca de lo que se conoce como “liberación nacional”. Esto puede interpretarse como el segundo eje que determina las posturas y los debates de los partidos de izquierda en lo que sigue. La importancia de este debate reside en que según cómo se interprete la formación del capitalismo argentino, se dará respuesta a la estrategia revolucionaria a seguir, que es: revolución democrático-nacional o revolución socialista. En las fuentes propuestas para la clase se encuentra un detallado debate de estas cuestiones en “Quebracho (seudónimo de Liborio Justo), Estrategia revolucionaria. Lucha por la unidad y por la liberación nacional y social de la América Latina”. Allí se encuentra que este debate giró primordialmente entre Quebracho y Gallo en rededor de cuáles eran las posturas frente a la estrategia revolucionaria y si la misma podía valerse de la burguesía nacional en una “primera fase” de liberación nacional para luego pasar a la revolución socialista.
El último de los ejes que podrían estructurar este repaso y es el del trotskismo y las izquierdas frente a la irrupción del peronismo. Las diversas interpretaciones ya mencionadas del marxismo y la irrupción del movimiento peronista entre 43-46 y hasta el golpe del 55 marcarán fuertemente los agrupamientos de este sector. Tal es el ejemplo del impulso de la creación del PSRN que contó con el apoyo del propio peronismo. Por otro lado, encontramos las postura frente al peronismo que se articulaba en sentido de combate frente al fascismo criollo, y que respondían a una estructuración internacional del marxismo.
En el texto El partido socialista y la tradición Liberalde Martinez Mazzola[1], del año 2011, se aborda el devenir de la relación del partido socialista con la ideología liberal a través de los años. Se toman los aportes de Juan B. Justo, Alejandro Korn y Américo Ghioldi referentes del PS entre 1890 y 1945. El trabajo señala en primer lugar la visión de Justo acerca de las bondades del liberalismo, pero entendido éste desde una visión economicista; esto alude a que el librecambio y que las posibilidades que el capital extranjero, en búsqueda de nuevos mercados, atraería una obra civilizatoria al país. Luego, que a partir de este desarrollo, el liberalismo posibilitaría el tránsito hacia el socialismo. Este papel atribuido al liberalismo o librecambio era entendido, según Martinez Mazzola en clave de la experiencia de la historia universal en donde primero se había dado un desarrollo económico que preparara el terreno para la generación de las condiciones para el socialismo. J. B. Justo describe que para la argentina los conflictos de las elites dominantes se encontraban íntimamente ligadas a los intereses que implicaba el librecambio (o el proteccionismo).
Siguiendo con el trabajo de Martinez Mazzola, la relación entre el PS y la ideología liberal según A. Korn hacia 1930 se interpretaba como economicista, es decir, de librecambio, pero además se le suma una interpretación “ética” de lo liberal. Se le otorga mayor énfasis a la dimensión ética y a la influencia de la filosofía francesa en tanto aportaba mayor atención a lo que llama “cuestión social”. Por último el repaso de Ghioldi argumenta que ante la crisis de fines de los 30 que arrastraba incluso campos teóricos, y frente a la posibilidad de surgimiento de totalitarismos, Ghioldi, plantea una mirada “menos negativa y aún de rescate” de la tradición liberal. A las definiciones anteriores que argumentaron Justo y Korn, aquí Ghioldi agrega una mirada en clave económico-social, y moral, pero además ideal y pedagógica. Martinez Mazzola destaca además que enfrentados al fascismo criollo, Ghioldi y otros socialistas se vieron volcados a defender primero al valor de la libertad subordinando otros valores llegando a afirmar que el socialismo es liberal o no es socialismo. Por último el autor refiere a la relación entre el socialismo y el liberalismo en términos del rechazo que el PS tuvo hacia los populismos.
Entre las fuentes consultadas, se encuentra la discusión de Juan B. Justo con el diputado socialista italiano Enrique Ferri acerca de la situación del partido socialista en argentina hacia 1908. Ferri, concede que el socialismo es un partido de ideas, el único con programa. Sin embargo, con su visión advierte que no tiene razón de ser el PS en argentina, en tanto no existe el necesario desarrollo del capitalismo y de la industria. No es posible plantear las ideas socialistas en argentina mientras éste sea un país agrario y exista disponibilidad de tierras sin explotar; es decir sin poder poner en primer lugar la propiedad colectiva.
Juan B. Justo le responde enumerando las acciones programáticas del PS, pero en particular criticando la idea expuesta por Ferri acerca de que argentina sea un país en estado agropecuario, en tanto las disponibilidades de acceso al suelo no están disponibles más que para el latifundio; resultando imposible, a diferencia de otras latitudes, el acceso a una explotación.
La misma respuesta ensayada por Justo a Ferri, puede encontrarse en la tercer fuente de la clase: los extractos de discusiones parlamentarias. Al igual que en el debate con Ferri, compara la situación con otros países como Australia y Nueva Zelanda en donde la apropiación de la tierra fue diferente. Justo, en el acta sobre el proyecto de ley de Tasa progresiva a la tierra, realiza  exposición sobre las condiciones de tenencia de la tierra en ese momento. Realiza una exposición acerca de la apropiación de la renta de la tierra y de los motivos de justicia social que fundan la conveniencia de gravarla. En las discusiones acerca de este proyecto se encuentra un marcado énfasis en la necesidad de atenuar los efectos que el latifundio tenía en el desarrollo agrícola y en las condiciones de reproducción de la clase trabajadora en su conjunto; se argumenta además, con la comparación con el caso norteamericano y el estudio de un especialista estadounidense que investiga la cuestión en las provincias agrícolas. Por último, se aprecia una fuerte defensa del estado de cosas actual, por parte de las exposiciones que describen el accionar de la Liga Patriótica que responde a los intereses de los latifundistas; en otras palabras de los privilegios de las clases dominantes del modelo agroexportador.




[1] Doctor  en  Historia,  Magíster  en  Ciencias  Sociales  y  Licenciado  en  Sociología  por  la  UBA. Investigador asistente del CONICET con sede en la Universidad Nacional de San Martín y docente de la Universidad de Buenos Aires.

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Aporte de Alan:

El texto de Ricardo Martínez Mazzola, analiza los cambios ideológicos del Partido Socialista
en relación al liberalismo. Para esta tarea, toma a tres e sus principales referentes: J.B. Justo, Alejandro Korn y Américo Ghioldi. Según el autor, se pasa de un análisis económico-social, entendido como “librecambio” a uno ético-pedagógico, la cual pensaba los valores civilizatorios y las libertades civiles. Sin embargo, lejos de verlo como algo contradictorio o una ruptura ideológica hacia el interior del partido, lo considera  como una continuidad en el desarrollo de sus ideas.
El autor parte de una publicación en La Vanguardia,  del 1° de mayo de 1943.  La misma plantea como hecho novedoso que, a pesar de ser la fecha internacionales de los Trabajadores,  se centra en la de la constitución de 1853. También que la misma fue escrita considerando a la tradición liberal como punto máximo de la nacionalidad argentina. Es por eso, que considera innecesario plantear si existió relación entre amas tradiciones de pensamiento, sino como fue cambiando con el paso de los años. En el pensamiento de Justo, podemos encontrar argumentos principalmente económicos, planteando el carácter modernizador del capitalismo. En Ghioldi, encontramos argumentos éticos, poniendo primacía en a libertad más que en la igualdad. El nexo entre ambos, es llevado adelante por Korn, el cual lleva adelante un “giro ético”, pasando a considerar el socialismo como un ideal y no de las necesidades materiales de una parte de la sociedad.

La parte del libro que leemos de Horacio Tarcus, hace honor a su nombre. El tema que estudia es en relación a los marxistas que no coincidían con los análisis y lineas políticas del marxismo “oficial” del PCA, el cual era una correa de trasmisión de los planteos políticos de la Internacional Comunista. Ésta, reducía sus análisis políticos a las necesidades en termino de relaciones exteriores de la URSS.
Dentro de estas criticas podemos encontrar el como ciertos análisis concretos en momentos puntuales realizados por Lenin, fueron tomados, luego de su muerte, como dogmas. Esto generaba el problema de como caracterizar a los países latinoamericanos: ya sea como colonia o semicolonia. Varios autores/intelectuales/partidos, no coincidían con esta caracterización general y buscaban estudiar las particularidades de esta parte del mundo para poder actuar de una manera política correcta (consecuencia de esta situación, era desacreditado el trabajo de Mariategui). También se criticaba el cambio drástico de tácticas sin la explicación pertinente y sus consecuencias, por ejemplo, pasar de una táctica de “clase contra clase” a una de “frentes democráticos o anti fascistas”. Muchos de los autores que estudia Tarcus, no se inclinaran por ninguna de las dos posturas y muchos tomaran como guía de análisis, parte del cuerpo teórico generado por Trotsky en su exilio en México, principalmente la idea de un capitalismo con un carácter desigual y combinado.
El texto también trata en el cambio de muchos análisis de izquierda a partir del peronismo. De como  pasa de análisis económicos mas coyunturales a planteos mas estructurales, centrándose en la historia, la situación de las clases sociales y en análisis económicos a nivel local (brindándole mucha importancia a la cuestión del agro) e internacional.
Por ultimo, dedica mucha atención a dos intelectuales: Silvio Frondizi y a Melciades Peña. Nos cuenta cuestiones en relación a sus biografiás personales  y políticas y como a partir de ciertas cuestiones fueron radicalizando en sus pensamientos hasta convertirse en dos intelectuales revolucionarios.

El debate entre Ferri y Justo, se produce a partir de una conferencia que da el primero el 26 de octubre de 1908. El primero considera que en Argentina no se puede crear un Partido Socialista, porque el país se encuentra en una fase agropecuaria. Que a pesar de que exista uno con ese nombre, en realidad es un partido obrero, que posee un programa económico y es un “partido radical”, en sentido europeo, que tiene un programa político.
Juan B. Justo le contesta de una manera tajante, criticándolo tanto personalmente como política y teóricamente. Entre varias cuestiones menciona que el PS es el único partido en el país que tiene un programa, a diferencia de los otros que solo buscan cargos y son personalistas. También que El Capital plantea “la teoría moderna de la colonización”, la cual describe la situación de países como el nuestro y como es llevada adelante la explotación capitalista y la función que es cumplida desde el estado en relación a la posesión de la tierra. Y cierra diciendo que si el país se encuentra en una “fase agropecuaria”, hay que desarrollar más aún una política agraria para sumar al PS a los trabajadores agrarios.

Claramente podemos observar en ambos autores (aunque en Ferri es más claro), su carácter etapista y por ende reformista. Y también, la incapacidad del italiano de entender a la economía capitalista como una economía única a nivel mundial y la división internacional del trabajo.

En Extractos de discusiones parlamentarias podemos encontrar distintas presentaciones de proyectos de ley en el congreso en relación a la cuestión agraria, donde se trata de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Ademas, se plantea que es necesario esta cuestión para desarrollar el país, ya que se considera que las grandes extensiones de tierra, es decir el latifundio, no lo permite. Ademas, de como sus propietarios, tienen varios beneficios fiscales, especulan para re-venderla,  llevan adelante contratos de arrendamiento por pocos años (o directamente uno), lo cual no permite a los peones (muchos de ellos extranjeros), mejorar las condiciones de la tierra y su infraestructura. También se genera el problema del éxodo del campo a la ciudad, ya que la concentración de tierras en pocas manos, no da la posibilidad de estabilidad, proponiendo como solución la creación de cooperativas agrícolas.
La ultima parte del trabajo, es una critica del PS a la Liga Patriótica y una defensa de la misma por parte de los sectores conservadores.

Liborio Justo, nos dice en el planteamiento de la cuestión nacional, que es el proletariado el único que puede lograr la verdadera liberación nacional. Que a pesar que la burguesía nacional apunte a dicho objetivo, el miedo al proletariado organizado la va a terminar poniendo, más temprano o más tarde, junto a la gran burguesía internacional. Sin embargo, dice que se la puede apoyar, pero siempre se tiene que  desmarcar. No abondar sus tareas de educar a las masas, de organizarlas y de mantener la independencia política. También plantea como clave poder lograr la unidad obrero-campesina, pero es el proletariado quien lleva adelante la tarea de ser la vanguardia. Al mismo tiempo, plantea la teoría de la Revolución Permanente, entendiéndola como la continuidad ininterrumpida de la Revolución, en oposición al estalinismo y su visión de “socialismo en un solo país”.
En relación a la Segunda Guerra Mundial, plantea que la Argentina no debe ser arrastrada a participar de una guerra que le es ajena. Que se debe luchar contra ambos imperialismos, que ambos oprimen y explotan. No existen imperialismos “buenos” y otros “malos”. Se debe lograr  la liberación nacional de mano de la Dictadura del Proletariado.

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Aporte de Martín


1.     Ricardo Martínez Mazzola,  “Justo, Korn, Ghioldi. El Partido Socialista y la tradición liberal”, Revista Papeles de Trabajo, Año 5, N° 8, noviembre 2011, pp. 35-52.
Bio: Doctor en Historia, Magíster en Ciencias Sociales y Licenciado en Sociología por la Universidad de
Buenos Aires. Investigador asistente del CONICET con sede en la Universidad Nacional de San Martín y
docente de la Universidad de Buenos Aires

El texto desarrolla la evolución de la relación entre las tradiciones liberal y socialista en Argentina a comienzos de siglo. Utiliza para ello una reseña de los textos de Juab B. Justo, Alejandro Korn y Ghioldi.
Comenzando con la obra de Justo, el texto identifica un pensamiento socialista que se identifica con una superación contenedora del liberalismo. Justo tendría una mirada fuertemente materialista de las fuerzas políticas en Argentina, según la cual resultaba imprescindible desarrollar las fuerzas productivas capitalistas y, sólo mediante ello, barrer con las jerarquías retrógradas pre-burguesas. Así, hay un rechazo tajante a alianzas electorales con el radicalismo para avanzar un programa socialista. En lo económico Justo reclama que el capitalismo agrario argentino rechazara cualquier intento de industrialización temprana o forzada, que mantendría a la economía en el atraso por encarecer el costo de vida local. Sin embargo, esta sección del texto, sobre el pensamiento económico de Justo, es escueta e imprecisa sobre cuáles serían los mecanismos causales en acción de acuerdo al autor reseñado. En un segundo lugar, el texto destaca la relativa poca importancia que Justo le asigna a los valores republicanos liberales y a la Constitución. En otras palabras, los aspectos “liberales” de Justo se centran en la importancia del capitalismo para desarrollar las fuerzas productivas.
Hacia 1930, luego de la muerte de Justo, la gran depresión y el golpe de Uriburu, el texto señala un “giro ético” en el pensamiento socialista, a través del pensamiento de Alejandro Korn. Éste, de formación filosófica, reinterpreta la independencia e historia argentina no sólo como fenómeno periférico del capitalismo comercial y agrario, sino como resultado de tradiciones filosóficas y políticas de origen europeo, como el positivismo. El avance del pensamiento socialista de Justo sobre estas tradiciones es la introducción, en la escena local, de la preocupación por la “cuestión social”. En ese sentido, destaca la relevancia de la moral y los valores en los procesos de reforma y cambio social, frecuentemente dejados de lado por los materialistas. En este marco el PS realiza su primer alianza electoral con el Partido Radical.
Hacia finales de los ’30, frente a la amenaza de una avanzada fascista y totalitarista, en un contexto donde el capitalismo, en lugar de promover el desarrollo y la justicia social parecía promover las tendencias contrarias, el pensamiento socialista refuerza aquéllos aspectos de su identidad compartidos con la tradición liberal. En ese sentido se reseña la obra de Américo Ghioldi, militante y referente intelectual del Partido Socialista.  En su enfrentamiento con el avance nacionalista-totalitario, Ghioldi enfatiza que el fortalecimiento del Estado frente al individuo no se correspondía con las tradiciones propias de la nacionalidad argentina, ni con el catolicismo, ni la ilustración, ni el romanticismo, ni el socialismo, ni el positivismo. En ese sentido, sólo el socialismo representaba la verdadera continuación de los ideales liberales fundacionales de la nación, a saber, libertad, igualdad, secularismo y democracia. En este marco Ghioldi reivindica la figura de Sarmiento y del rol de la pedagogía. Asimismo, parado en una interpretación idealista, asigna a la idea de  libertad y a la voluntad el rol de sujeto de la historia argentina. Se alejaba de este modo de la tradición economicista-marxista de Justo.


2.     Tarcus, Horacio, El marxismo olvidado en la Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña. Buenos Aires, Ediciones El Cielo por Asalto, 1996. (Capítulo II: páginas 65 a 121).

El texto comienza reseñando las fuentes del pensamiento comunista de las cuales se nutría el pensamiento marxista heterodoxo latinoamericano en las décadas del ’20 y ’30. Comienza referenciando a Lenin y sus observaciones sobre el rol del capital financiero como ariete de dominación imperial sobre los países semicoloniales (de los cuales Argentina es el ejemplo). Luego reseña los debates producidos entre los delegados soviéticos ortodoxos de la Internacional, para los cuales el capitalismo local no presentaba condiciones para un desarrollo capitalista autóctono, sino que permanecía una sociedad feudal.  Luego, hacia mediados del ’30 y frente al avance del fascismo, la Internacional Comunista acepta el abandono de las categorías dicotómicas y comienza a diferenciar entre una oligarquía vernácula y una burguesía nacional, que sería portadora de tendencias antiimperialistas y democráticas. Estos giros doctrinarios tenían su correlato en el posicionamiento táctico de la URSS de acercamiento a las potencias aliadas frente al Eje, lo cual devino en alianzas electorales en toda la región.

Por otra parte, el texto reseña la influencia de la obra de Trosky, caracterizada por tres diagnósticos: i) de la base económica latinoamericana como no meramente feudal y que sería receptora de un desarrollo capitalista no lineal sino desigual; ii) de los gobiernos locales, como bonapartistas, y de la burguesía local, como portadora de un potencial antiimperialista apoyado en el proletariado y el campesinado; iii) de la crítica al “etapismo” y la necesidad de la revolución agraria y la gestación de una burguesía plena como condición (y aliado potencial) para el socialismo, sino más bien de una alianza entre campesinado y obreros que condujera directamente a la revolución. Luego el texto pasa a reseñar el estado de la izquierda en los años previos al peronismo. Así, en lo que respecta al partido socialista, se menciona su giro de un partido obrero, con fuerte militancia sindical, a un partido social-demócrata urbano y de clases medias, que intenta capta el electorado propio del radicalismo, que se encontraba proscrito, con propuestas de programas de bienestar y críticas a la corrupción. Luego, frente al fenómeno peronista, se lo caracteriza como un emergente fascista-católico-militar, apoya el golpe del ’55 y termina por sufrir una crisis de identidad partidaria hacia finales de los ‘50. Luego, en lo que respecta al partido comunista, se destaca su giro “prágmático”, dirigido por los cambios de política exterior de la URSS, orientado a formar grandes frentes populares, reivindicando cierta tradición nacional, en torno a la dicotomía democracia/fascismo.

En la sección siguiente, el texto reseña la evolución del pensamiento de Silvio Frondizi, de un academicismo abstracto, a un posicionamiento concreto sobre la realidad argentina en clave marxista y antiperonista, crítico de las alianzas de las izquierdas que, frente al peronismo, carecían de programas homogéneos. Frondizi critica el “etapismo” y abandona cualquier esperanza de un rol progresista encarnado por la burguesía o el desarrollo capitalista, sin dejar por ello de entender que el devenir de los países periféricos se ubica en el marco de la unidad mundial del modo de acumulación. Así, en la postguerra identifica el ingreso a una nueva fase de internacionalización del capital liderado por la nueva potencia hegemónica, EEUU. Esto implicaría cierta industrialización liviana para los países subdesarrollados.

Luego, el texto reseña el debate que se da en el seno del trostkismo entre Gallo y Justo sobre la liberación nacional. Gallo presenta un análisis de los fenómenos políticos en Argentina (en torno al golpe del ‘30) a partir de la matriz teórica marxista pero intentando adaptar ese enfoque a la especificidad de la realidad local. En particular, se destaca el análisis sobre el origen del capitalismo local que, a diferencia del europeo, no surge endógenamente de la evolución del artesanado a la manufactura, a la gran industria; sino que es implantada exógenamente, por la presión del capital internacional a partir de las condiciones vigentes en el mercado mundial en el s.XIX. Asimismo, aporta un análisis de las relaciones de fuerza y grupos de interés detrás del golpe, y cómo se produjo la alineación entre sus intereses. El diagnóstico es que, en el contexto de la crisis mundial, cuando las fuerzas sociales agudizan sus reclamos y las condiciones de acumulación están en riesgo, el capital local e internacional debe instalar un gobierno autoritario para proteger sus intereses.
A esta caracterización se le contrapone la lectura de Liborio Justo, que considera al capitalismo local como parasitario y dependiente del capital imperialista, sin potencial autonomista. Por este motivo, sólo el proletariado podía ser sujeto de una revolución socialista emancipatoria, no sólo política, sino también económica. Justo plantea un antiimperialismo nacional aislacionista, que rechaza alineaciones con los imperialismos del eje (como plantean los nacionalistas fascistas) y los soviéticos (como proponen los comunistas). La critica a Gallo apunta a que, para éste, la lucha revolucionaria debe ser contra la burguesía local, mientras que para Justo, esta no era la contradicción fundamental, sino contra el capital extranjero. Sobre esta diferencia sobre cuál es el enemigo real, gira el debate.

Por último, el texto reseña los debates de la izquierda argentina durante el peronismo, entre la cual se identifican dos posturas: una que sostiene que había que acompañar al pueblo en el apoyo al gobierno peronista en el marco de un frente, sólo en tanto se avanzaba en la industrialización del país; y otra, de cuño trotskista, que sostiene que ninguna industrialización ni autarquía económica es posible sino mediante una revolución obrera. Rechazan las posturas golpistas, pero sin someterse al liderazgo peronista.

3.     Debate Ferri-Justo, en Justo, Juan Bautista, La realización del socialismo, Buenos Aires, Editorial La Vanguardia, 1947. (Artículos: Enrique Ferri, “Partido Socialista Argentino”: páginas 236 a 240 y “El Prof. Ferri y el Partido Socialista Argentino”: páginas 240 a 249)

Comienza con un texto de Enrique Ferri, cuestionando al socialismo argentino porque no emerge de las condiciones socio-económicas locales, por faltar una industria, sino que más bien parece un movimiento intelectual importado de Europa. Cuestiona que, por ejemplo, para el socialismo argentino y para Justo, la propiedad colectiva no sea una consigna fundamental. Sostiene que los peones rurales no son material de revolucionarios, ni tampoco los obreros industriales urbanos, que son demasiado escasos y no modifican el carácter agropecuario de la economía nacional.
Le sigue la respuesta de Juan B. Justo, que comienza haciendo una crítica ad-hominem de Ferri, acusándolo de congraciarse con el régimen oligárquico local. Luego pasa a describir al socialismo como el único partido político local que representa una idea, una corriente de opinión; que tiene amplia representatividad entre los trabajadores asalariados; que encarna valores progresistas, democráticos; y que tiene una vida interna democrática. Luego pasa a refutar a Ferri en términos teóricos, citando a Marx par argumentar que el proletariado no emerge de la industria moderna, sino mucho antes, del despojo de los campesinos por el avance de la propiedad privada sobre las relaciones feudales. Luego menciona que en lo que respecta a las colonias el proletariado es importado por los capitalistas colonizadores. Éstos implantaron el capitalismo restringiendo el acceso a las tierras mediante su monopolio por el Estado, obligando a los campesinos a ser asalariados, y fomentando la inmigración. Por otra parte, le cuestiona que los pequeños propietarios europeos tengan más conciencia revolucionaria que los proletarios rurales argentinos siendo que, por ejemplo, defienden los aranceles a los alimentos que el partido obrero busca abolir. Luego sostiene que lo propio del marxismo no es la colectivización de los medios de producción, sino la práctica de la lucha de clases.                           


4.     Extractos de intervenciones de diputados socialistas sobre discusiones parlamentarias sobre la cuestión social y la distribución de la propiedad de la tierra.

Trata de la presentación de un proyecto de ley de los socialistas para gravar la renta de la tierra. Comienza con una exposición de Juan B. Justo en la cual se señala que, a pesar de la mala administración de los recursos, la producción agropecuaria argentina sigue gozando de elevadas rentas por las condiciones locales y mundiales. Se propone un impuesto a la renta para incrementar el costo de oportunidad de la especulación inmobiliaria y de mantener tierras ociosas. Continúa con la exposición de Repetto, que señala el fenómeno de la migración masiva del campo a las ciudades, y los problemas que genera en términos de escasez de mano de obra. Esto sería causado por la forma de explotación latifundista, que atenta contra la estabilidad del trabajador rural. Luego se cita la crítica de Repetto a la Liga Patriótica, por los ataques de ésta a los migrantes, y los reinterpreta como un ataque de clase, además de vincularla a grupos militares. Sanchez Sorondo y Araya defienden a la Liga, referenciando su origen a los eventos de la Semana Trágica, en los cuales los extranjeros habrían buscado la subversión de la República. Repetto responde que se trata de falsas acusaciones destinadas a deslegitimar el avance político del socialismo, que nunca estuvieron en peligro las instituciones, que se busca escudarse falsamente en supuestas tradiciones nacionales, y que frente a reclamos similares de los obreros ingleses, en ese país se buscó la resolución de los conflictos por mediación legislativa.                                                             

5.     Quebracho (seudónimo de Liborio Justo), Estrategia revolucionaria. Lucha por la unidad y por la liberación nacional y social de la América Latina, Buenos Aires, Gure, 1956. (Páginas 57 a 82)
El texto elabora las ideas de Liborio Justo ya reseñadas en otra reseña. Fundamentalmente, se destaca el diagnóstico de la necesidad imprescindible de la liberación nacional frente a la opresión imperialista, como condición para la revolución proletaria. Cita a Lenin para argumentar que la contradicción crucial es entre naciones opresoras y oprimidas, siendo esta relación de dominio lo que traba el avance del capitalismo sobre las últimas, y por ende, lo que traba el avance de las fuerzas de la historia que conducen al socialismo. Considera que existe una burguesía nacional con potencial para liderar una revuelta emancipadora, pero que sus vínculos con el capital extranjero y su recelo del proletariado conduce a que prefiera continuar bajo la opresión imperial. Por ello, el verdadero sujeto revolucionario de las naciones oprimidas es el proletariado en alianza con el campesinado. Rechaza asimismo la idea de que la lucha contra el imperialismo sea la lucha contra la burguesía; en otras palabras, la primera no reemplaza la última, aunque ésta no sea prioritaria. Denuncia todo imperialismo, tanto el liberal y “democrático”, como el fascista o el soviético, y critica a los socialistas que hacen “elegir” uno por sobre otro.  
6.     Comentario general a las posturas liberales del socialismo argentino:
Consideramos que resulta una crítica extemporánea la de tratar de liberales a los socialistas con anterioridad a la crisis del ’30, o incluso en las postrimerías a la misma. El motivo es que, con anterioridad a ella, el sistema monetario internacional se encontraba regido por el patrón oro-libra. Este sistema, como todo sistema de convertibilidad, requiere apertura de las cuentas corriente y capital. Ello lógicamente imposibilita la absorción de shocks externos mediante ajustes cambiarios o su rechazo mediante limitaciones al comercio o controles de cambio. Esto último es especialmente cierto por la dependencia crónica que una economía primaria y periférica como la Argentina, tiene con respecto a los flujos de crédito externos para sostener los desbalances del sector externo en un marco de crecimiento interno. Bajo este régimen mundial plagado de restricciones a los márgenes de maniobra de la política económica nacional, una postura socialista que apuntara a mejorar la participación en el ingreso y las condiciones de vida de la clase trabajadora sólo podría acudir a las siguientes políticas: mejoras de salarios a costa de las ganancias; expropiaciones directas o bien mediante impuestos; mejoras en los servicios públicos; reducciones de aranceles a las importaciones que abarataran el costo de los medios de vida de los obreros (en un marco donde la industria no es un demandante de empleo determinante). ¿Qué queda necesariamente afuera? La posibilidad de déficits fiscales y expansiones monetarias destinadas a realizar políticas de ingreso o impulsar la actividad y el empleo de manera contra-cíclica. También, como dijimos, quedan excluidos la protección cambiaria, la administración planificada de las divisas mediante controles, y el control a las importaciones. En otras palabras, no hay margen para utilizar la mayor parte del herramental de cualquier política de industrialización sustitutiva. ¿Cuándo se abre dicha posibilidad? Cuando se rompe definitivamente el patrón oro-libra, luego de la crisis del ’30, las monedas comienzan a fluctuar, y las economías de las grandes potencias comienzan a cerrarse, generando las condiciones de posibilidad, fundamentalmente monetarias, para el conjunto de políticas enumerado. Sólo entonces puede coherentemente tratarse de “liberales” (no sin cierta extemporaneidad, por lo reciente de los acontecimientos) a las denuncias que los socialistas realizaban sobre los gobiernos “conservadores” de los ’30 por la “heterodoxia” de la diferenciación del tipo de cambio, los controles al comercio y las políticas expansivas. Lógicamente, este marco de relativa restricción a los movimientos de capital se sostuvo en la post-guerra, ya institucionalizado, bajo el régimen de Bretton-Woods. Por otra parte, también cabe destacar que, mientras bajo el régimen liberal decimonónico la suba de salarios era reducción de ganancias (como señala Marx al ciudadano Weston), la ruptura del patrón-oro y la mayor flexibilidad monetaria abre la posibilidad de fenómenos inflacionarios generalizados y sostenidos; lo cual supone cierto límite a este mecanismo como política redistributiva.

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Aporte de Iñaki:



Los textos que se incorporaron para el debate de la clase como bibliografía son aportes de Martínez Mazzola que es investigador del CONICET-IDAES, sociólogo, Dr. En Historia, Mg. en ciencias sociales, y escribió en 2011 varios apuntes sobre el partido socialista, desde varios aspectos. En segundo lugar se encontró el texto de Tarcus, quien es Doctor en Historia por la Universidad Nacional de La Plata, docente de la Universidad de Buenos Aires e investigador del Conicet, y tiene a lo largo de su carrera varios análisis sobre el marxismo en Argentina, que en este caso se analiza su conspicuo titular que habla por sí mismo, “El marxismo olvidado en la Argentina: Silvio Frondizi y Milciades Peña”. Para complementar los análisis bibliográficos, además se cuenta con fuentes primarias de autores involucrados, tanto desde discusiones parlamentarias de diputados socialistas entre 1917 y 1919 (Repetto, Juan B. Justo, entre otros), junto con el histórico intercambio entre Ferré y Justo luego de la conferencia brindada por este primero al visitar el país en 1909 (editadas por La Vanguardia en 1015); y luego una lectura de reflexiones de un autor involucrado en la militancia histórica del partido socialista como es Liborio Justo (escribe con el pseudónimo de Quebracho) .
Los textos proponen una propuesta de discusión sobre el pensamiento de los partidos de la denominada izquierda tradicional y sus principales modificaciones entre 1915 y 1945, enmarcados en una sucesión de hechos sumamente trascendentales en la historia mundial como lo son la primera gran guerra, la revolución bolchevique y la transición a una segunda guerra mundial. A su vez, las discusiones denotan una clara deducción por parte de la gran mayoría de los actores sobre la caracterización de la fase imperialista del capitalismo, y la división internacional entre países imperiales y colonias (incorporan semi-colonias en lectura de Lenin)[1]. Es básicamente sobre esta contextualización de la evolución de la historia mundial que se enmarcan las discusiones de época y las diversas posturas tomadas por los actores políticos en discusión.
Como reflexión general me llevo para la discusión en clase que la izquierda tradicional tuvo muchos problemas en adaptarse al nuevo mundo que se sucedió luego de la primera gran guerra, sobre todo si se le incorpora el crack del 29 y los cambios en la economía local. Se dieron varios contrapuntos sobre la posición tomada por la Internacional Comunista y las maneras de encarar las alianzas políticas en pos de avanzar en una lucha por el Socialismo Mundial. A la par de estos contrapuntos, es que surgen algunos debates interesantes al interior de los partidos de izquierda, aseverados por el exilio de Trostky –consolidación de Stalin en Rusia-, el surgimiento de un trostkismo latinoamericano en paralelo con el auge de Mariategui en Perú, entre otros. En esta sucesión de hechos trascendentales es que se dan diversas posiciones y posturas sobre si las luchas en Iberoamérica definido casi por todos como una semi-colonia debería atravesar por una disputa de liberación nacional –en una alianza entre burguesía local y clase proletaria- en pos de una revolución democrática-burguesa, o pugnar por la lucha de la revolución socialista son incorporar como principal la disputa imperio-colonia, sino pregonar la alianza proletaria-campesina (en un extremo de las posiciones) y despojar de manera conjunta a la burguesía local ya acomodada y con un statu-quo que necesitaba de las relaciones imperialistas para fomentar su plusvalía y reproducir sus condiciones[2].
Luego de enmarcar brevemente la época, se puede denotar que estas disputas por la caracterización de la prioridad en las estrategias políticas, fueron estableciendo condiciones para lo que algunos autores determinan que fue el corrimiento de los partidos tradicionales a posiciones de pregonar por una disputa democrático-burguesa de índole liberal, como contraposición de un nacionalismo naciente enmarcado desde la segunda guerra mundial[3], y en Argentina con su expresión clara y concreta desde el Golpe de Farrell en 1943. Esto es lo que define Tarcus de que los comunistas pasaron de la táctica del Frente Obrero a la del Frente antiimperialista –y Frente Antifascista-, es que identifican su enemigo al fascismo criollo.
Es muy interesante cómo a partir de los textos incorporados para el debate se traslada de una posición muy clara descripta por Mazzola en la cual a través de las voces de referentes del Partido Socialista (Justo, Korn, Ghioldi), describe cómo se tomo postura dentro de las líneas divisorias en los párrafos previos, por una alianza con el ala liberal histórica de la Argentina e históricamente opuesta a los orígenes del Partido Socialista. Es importante que en su análisis el autor incorpore un argumento trascendental de que si bien Justo plantea el librecambio como instancia necesaria para el desarrollo de las fuerzas capitalistas y luchas contra la oligarquía –y fase previa a la posibilidad revolución comunista-, la postura de los autores subsiguientes fueron cada vez de mayor conexión con el liberalismo en términos democráticos y culturales. Incluso acompaña esta toma de postura a través de la incorporación de Sarmiento en una línea histórica representativa para los referentes socialistas, en su rol de pedagogo anti-barbarie.
Por su parte, Tarcus, aporta que los años ´30 fueron de crisis y transfiguración, y en los ´40 surge un nuevo perfil de sociedad que se mantiene hasta los ´70, en donde el nudo histórico se da entre el 43 y el 46 en donde se configura y asume el Gobierno el Peronismo. El PS aparece más que como el partido socialista obrero de sus orígenes, como un partido urbano propio de la aristocracia obrera y los sectores medios plebeyos. El PC también se unificó con una tradición liberal –liberalismo decimonónico-, en donde llevarán adelante la puja de una transformación de la sociedad “semi-feudal” a una economía uniforme de tipo capitalista. Describe e autor que la situación de la izquierda “tradicional” era de tendencia de secta política, subsumida en la desorientación hasta que asumen Silvio Frondizi y Milciades Peña las ideas socialistas.
Es interesante que el autor deje algunas reflexiones de cómo los involucrados que toman alguna distancia con la línea ortodoxa de la IC, son quienes luego van escalando en involucramiento y discusiones. Frondizi por su parte toma distancia de la Unión Democrática, y considera que es un error plantearse en alianza con esos sectores. Por otro lado, si bien en este capítulo Tarcus introduce al personaje de Milciades Peña, en donde denota su profunda admiración por él, deja en claro que el autor realiza análisis de estructura social y económica que excede en mucho las visiones de la ortodoxia de los partidos tradicionales.
Después Tarcus introduce las discusiones entre Gallo y Liborio Justo, en donde se deja claro que más allá de las diferencias entre los dos, existe un paradigma de pensamiento en el cual no se lee de manera directa y evolucionista esta realidad sino que se parte de los análisis imperio-colonia. Gallo define a la Argentina como un país “semicolonial avanzado: transitorio entre un país capitalista avanzado y uno colonial atrasado”. Del luego texto de Liborio Justo es interesante cómo critica la posición tomada en el pacto Roca-Runciman, que lo sintetiza como nuestro sometimiento económico, y por ende, político. Además, Quebracho, toma alguna posición sobre la dicotomía “Liberación nacional o revolución socialista”, y plantean que la burguesía argentina, a diferencia del resto de los estados indoamericanos, ya hizo su revolución, en el sentido de que el país posee una economía en cierto grado propia, un Estado bien organizado y un aparato de represión formidable, y por lo tanto no tiene el menor propósito de lanzarse en una revolución anti-imperialista. “El mundo debe regirse conforme al capital financiero internacional o conforme al régimen socialista internacional”.
Dejo una reflexión de Tarcus que plante que “toda la crítica de las organizaciones troskistas a los partidos de la izquierda tradicional –PS y PC- no impidió que, a su turno, se reprodujesen en sus filas- ciertamente que a una escala menor- los mismos fenómenos de burocratización y dogmatismo que denunciaron los demás. Fenómenos similares a los descriptos a propósito del morenismo ocurrieron en las organizaciones que, de un modo fuertemente centralista y personalista, lideraron, cada uno a su modo, un Jorge Aberlado Ramos y un J. Posadas.” De parte de esta crítica es que considero que él elabora dos corrientes fundamentales que se expresan en la izquierda, por un  lado Rodolfo Puggrós, J. A. Ramos, que consideraban que la clase obrera tenía que apoyar al peronismo hasta que Perón hubiera realizado la industrialización y por el otro una corriente trostkista –socialista revolucionaria- que consideraban que el peronismo era un gobierno patronal, que para estos ninguno de sus objetivos pueden darse sin que la clase obrera tome el poder y liquide a la patronal nativa, que es socia y agente del imperialismo.
En últimas palabras, a modo de reflexión de lo que se trasluce como los conceptos económicos de la época son interesantes los debates de referentes socialistas en el congreso sobre la visión de la actividad agropecuaria que explota en su manera de ver a un trabajador rural, del cual ellos pregonan que debería ser el que sujeto a modificaciones en la distribución de la tierra le podrían dar al país un nuevo empuje productivo. Por lo que observan que una producción a cargo de latifundios y oligarquía no reproduce las mejoras para el sector, en paralelo con alianzas con determinados actores de los capitales comerciales e internacionales. Estos textos, junto con algunas visiones de Liborio Justo dejan en claro que tenían una visión de lo denominado como patrón de acumulación agroexportador no del todo conformada.
Por su parte, también queda en claro la visión marxista que sustenta la visión imperio-nación y el desarrollo desigual (ya Trotsky hablaba de este), y que domina la escena del pensamiento. Por su parte, otro aspecto que resalta es cómo casi todos ven cambios sucedidos a partir de la década del ´20 y sobre todo del ´30 con el Plan Pinedo a modo de ejemplo, conflictos al interior de la clase ganadera con la “carne enfriada”, etc.






[1] Lenin escoge a la Argentina como ejemplo de países que tienen una dependencia financiera y diplomática, al punto que como señala la cita como que “se halla en tal dependencia financiera con respecto a Londres, que casi se la debe calificar de colonia comercial inglesa” (Lenin, Imperialismo fase superior”). Acá se inscribe una tradición comunista de dividir de manera tripartita los países entre imperialistas, coloniales y semi-coloniales. (Tarcus,  H.)
[2] De todas maneras, Tarcus incorpora que Trosky por su parte realiza un acercamiento a la realidad local, en parte por su exilio en México, y circunscribe las dificultades para el desarrollo del capitalismo en estos países. Reconoce la posibilidad de una alianza anticapitalista –burguesía local, campesinado y proletarios-, para resistir fuerzas del capitalismo extranjero. Parte de esto es que apoya la nacionalización del petróleo que lleva adelante Cárdenas en México. Otra diferencia con la IC, es la mirada sobre la revolución agraria, que para éste tendría que ser llevada adelante por una alianza obrero-campesina y que podría darse sin detenerse en la etapa “agrario-democrática” impulsara una transformación revolucionaria de estas sociedades en el sentido socialista.
[3] “Como aclara Hosbawm, desde 1945 el mundo colonial se ha transformado en un mosaico de estados nominalmente soberanos.  No se polarizó el mundo sino que amplía la diversidad de figuras intermedias.” (Tarcus). 

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Aporte de Omar:


Justo, Korn, Ghioldi. El Partido Socialista y la tradición liberal – Ricardo Martínez Mazzola
Este trabajo habla sobre la vinculación del Partido Socialista con la tradición liberal y de los cambios que se produjeron en la forma en que se leyó al liberalismo desde el socialismo argentino destacando principalmente las opiniones de sus principales figuras.

Juan B. Justo pensaba que el capital extranjero había llevado adelante una obra civilizatoria en el país al organizar la producción de acuerdo a las leyes capitalistas y al instalar las instituciones del liberalismo democrático burgués como única organización social adecuada para el desarrollo de la competencia. El predominio de la producción capitalista era visto como algo positivo ya que conducía a la futura sociedad comunista. Reconocía la importancia del liberalismo desde un punto de vista económico, lo asociaba con el librecambio y con sus ideas monetarias. Según él, gracias a las ideas liberales la burguesía había podido desplazar a la nobleza. En lo que hace a la historia argentina la Revolución de Mayo es explicada por el propósito de la burguesía de obtener autonomía económica. Para Justo el liberalismo era la cosmovisión que acompañaba a los intereses de la clase burguesa. Consideraba que los partidos debían ser orgánicos, es decir no relacionados con ideas sino con fuerzas sociales.

Alejandro Korn expresó un cambio de orientación en el PS pasando de una interpretación económica y social del socialismo a una ética en la década de 1930. Korn consideraba que a las motivaciones económicas para la independencia argentina debían agregársele el desarrollo de las ideas, haciendo especial hincapié en la influencia de la filosofía francesa del siglo XVIII. Alberdi había desarrollado un positivismo autóctono al dedicar la actividad intelectual a los problemas que afectaban al país. Este sería el credo filosófico que guiaría a las generaciones siguientes desde Caseros en adelante. Justo le agregaría los problemas referidos a la cuestión social.

Américo Ghioldi rescataría la tradición liberal para contraponerla a la proliferación de los totalitarismos hacia fines de la década del 30. Ghioldi atacaba a las doctrinas que exigían la entrega del hombre al Estado por no formar parte de la tradición argentina sino provenir del fascismo o del nazismo. La verdadera tradición nacional estaba dada por el liberalismo histórico que nace en la revolución de mayo. Para él el golpe de Estado de 1943 era la culminación de una crisis no solo económico-social sino también política, moral y, sobre todo, ideal y educativa. Con estas afirmaciones toma distancia del economicismo de Justo. Para él la libertad es el valor más alto y lo que caracterizó a la revolución de mayo y a los principales próceres de la patria entre quienes destaca a Moreno, Echeverría, Alberdi y a Sarmiento como creador de la pedagogía social. Este último punto me parece bastante discutible. En la historia argentina no parece primar el respeto por la libertad individual por parte de los sucesivos gobernantes (incluso alguno de los nombrados) sino todo lo contrario.

El marxismo olvidado en la Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña – Horacio Tarcus
Tarcus habla en el Capítulo II de este libro de la evolución de las concepciones marxistas sobre América Latina desde 1920 a 1955. Parte del primer análisis de Lenin (El Imperialismo, fase superior del capitalismo) que clasifica a los estados en coloniales, semicoloniales e imperialistas. Los países semicoloniales para Lenin eran formas de transición que tenderían a desaparecer. Sin embargo, la realidad demostró que estas formas intermedias lejos de disminuir, crecían. La visión oficial del Partido Comunista de esa época era que los países latinoamericanos eran sociedades feudales en las que no estaban dadas las condiciones para un desarrollo capitalista. Esta teoría era discutida por algunos pensadores del continente tales como Carlos Mariátegui que resaltaban las distintas particularidades de cada país.

En 1935 se produce un cambio en la política de la URSS que busca un acercamiento a las potencias aliadas para combatir al fascismo y a partir de ese momento el Partido Comunista oficial propugna la conformación de frentes antifascistas dentro de cada país. Es en este marco es que se empieza a rescatar a las “burguesías nacionales” atribuyéndoles características antimonopolistas, industrialistas, democráticas y antiimperialistas.

Trotski, en cambio, descartaba el carácter feudal de las sociedades latinoamericanas en las que se producía un desarrollo capitalista desigual y combinado. Ante la penetración del capital imperialista en estos países se daba la convivencia de formas arcaicas con formas modernas capitalistas de producción. Las burguesías nacionales tenían una debilidad estructural que no hacía posible que pudieran hacer una revolución agraria, democrática y nacional. Esto solo podía ser llevado a cabo por una alianza obrero-campesina que impulsara una revolución socialista. Si bien era posible que la burguesía local buscara una alianza con el campesinado y proletariado el liderazgo de esta alianza siempre tenía que estar a cargo del proletariado, que debía lograr que la lucha tuviera carácter continental.

A continuación el autor describe las distintas reacciones de la izquierda argentina ante el peronismo empezando por el Partido Socialista que lo consideró un fascismo criollo y siguiendo por el Partido Comunista con su estrategia, dictada desde Moscú, de formar frentes antifascistas. Ambos fueron impulsores de la Unidad Democrática que enfrentó a Perón en las elecciones de 1946.

El autor menciona como intelectual de izquierda destacable a Silvio Frondizi, que en principio se opone a la alianza antifascista y caracteriza al peronismo como un fenómeno social que captó el estado de vacancia de las masas y se configuró como el único movimiento revolucionario. Para él la izquierda había perdido la oportunidad de formar un frente popular con el peronismo para barrer a la oligarquía. El capitalismo había evolucionado desde la libre competencia al imperialismo pero ahora estaba en una tercera etapa que era la de la integración mundial en la que se eliminaba la diferencia entre el capital imperialista y el nacional. Por lo tanto las izquierdas no debían confundirse con las burguesías nacionales en nombre de la emancipación nacional. No era necesario pasar primero por la revolución democrático burguesa antes de llegar a la revolución socialista.

Antonio Gallo sostiene que Argentina es una semicolonia avanzada con un peso creciente de su industria en la que existe una burguesía capitalista local entrelazada por lazos económicos y diplomáticos con el imperialismo pero con sus propios intereses económicos, con el control de su propio Estado, Ejército  y sistema de partidos políticos pero con una debilidad estructural, como indicaba Trotsky. Esta burguesía no iba a realizar las tareas pendientes de la revolución democrático burguesa y las tenía que hacer el proletariado que incluso debía combatir contra esta burguesía.

Liborio Justo criticaría esta posición diciendo que la lucha principal no era en primer término contra la burguesía nacional sino contra el imperialismo, pero al mismo tiempo reconoce que también había que luchar contra la burguesía local porque no se podía esperar que fuera revolucionaria. La diferencia entre ambos intelectuales está dada por la concepción que ambos tienen del estado de desarrollo del país. Para Gallo existe una burguesía local con bastante poder y para Justo, Argentina es una semicolonia donde las clases dominantes nativas (oligarquía ganadera y burguesía comercial) son socios menores y parasitarios, incapaces de sostener una acumulación capitalista centrada en el país.

Se menciona a José Boglich que aporta una concepción novedosa del agro diciendo que su explotación es de carácter capitalista, que la crisis agraria que sufre el país era de carácter capitalista (de sobreproducción o de subconsumo). Hay un entrecruzamiento de intereses entre el capital imperialista, la oligarquía y el capital local que hacen imposible la aplicación de políticas autónomas de la burguesía nacional. La única salida de esta situación era para él la revolución socialista. En el agro no es posible una reforma agraria que implique la subdivisión de las tierras ya que en Argentina la producción agraria se basa en el trabajo del proletariado rural. Por lo tanto la única reforma viable es la implantación de la producción socializada tanto en el campo como en la ciudad.

El resto del capítulo habla de las distintas subdivisiones de los grupos trotskistas seguidores de Gallo y de Justo. Los primeros forman la UOR, que ya consideraba a la Argentina como un país capitalista sin revolución burguesa pendiente. Creían que el movimiento que tomó el poder en 1943 trató de apoyar a la burguesía industrial buscando una alianza con el proletariado. Los seguidores de Justo forman distintas vertientes cada una con un “apoyo crítico” al peronismo emergente. Algunos de estos grupos logran penetrar en la clase obrera. Se destaca en especial el grupo de Nahuel Moreno (GOM) que combinaba el debate teórico-político con la práctica militante y con una “proletarización” de sus miembros. Tenían un concepto novedoso de Perón como un “agente inglés” defensor de los intereses británicos en el país. En este grupo adquiere especial relevancia Milcíades Peña.


Biografía de los intelectuales más destacados  
Juan B. Justo (1865-1928): Nació en Los Cardales, pcia. de Buenos Aires. Se recibió de médico en 1888 en la Universidad de Buenos Aires. Luego de recibirse viajó a Europa donde se interiorizó de las ideas socialistas. En 1889 formó parte de la Unión Cívica.  En 1894 fundó el periódico La Vanguardia. En 1896 fundó el Partido Socialista que presidió el resto de su vida. Tradujo El Capital de Carlos Marx. En 1905 fundó la Cooperativa El Hogar Obrero. En 1912 fue elegido diputado, cargo que ocupó hasta 1924, cuando fue electo senador siempre por la Capital Federal. Presentó numerosos proyectos de ley en materia social.

Alejandro Korn (1860-1936): Nació en San Vicente, pcia. de Buenos Aires. Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Se graduó de médico en 1882 en la Universidad de Buenos Aires. Integró la UCR desde su fundación en 1891. En 1894 fue designado diputado provincial por la UCR. Renunció en 1897 como señal de disconformidad ante actos de corrupción realizados por correligionarios radicales. En 1903 fue consejero y vicerrector de la Universidad de La Plata. Profesor titular de la cátedra Historia de la Filosofía.  En 1917 fue elegido concejal de La Plata por la UCR. En 1918 se desafilió de la UCR y adhirió a las ideas socialistas escribiendo Socialismo ético. En ese año, en el marco de la Reforma Universitaria, fue elegido por los estudiantes como primer decano reformista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. En 1919 se hizo cargo de la Universidad de La Plata. En 1931 se afilió al Partido Socialista. En 1934 fue elegido convencional constituyente para reformar la Constitución de la Provincia de Buenos Aires pero renunció en protesta al fraude realizado por el gobierno en esos comicios.    

Américo Ghioldi (1899-1984): Nació en la ciudad de Buenos Aires. Director del diario La Vanguardia en 1927. En 1931 fue elegido concejal de la ciudad de Buenos Aires y en 1938 y 1942 fue elegido diputado nacional. Fue periodista. En 1951 fue parte de un grupo que buscaba instalar un gobierno cívico-militar con participación del Ejército, Marina y Aeronáutica y con políticos como Miguel Angel Zavala Ortiz  y Adolfo Vicchi. Al fracasar el golpe de estado de 1951 el gobierno ordena su captura por lo que escapó a Uruguay en donde obtuvo asilo político. Publicó una editorial en La Vanguardia en homenaje al bombardeo de Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955. El 20 de octubre de 1955 apoyó el golpe de Estado de la Revolución Libertadora. En diciembre de 1955 fue reemplazado en la dirección de La Vanguardia por Alicia Moreau de Justo. Justificó el fusilamiento por parte del General Aramburu de los responsables del levantamiento de Valle en junio de 1956. En 1957 fue convencional constituyente para la Contrarreforma Constitucional de la Constitución de 1949. En 1958 lidera al Partido Socialista Democrático, ala de derecha,  que se separa del Partido Socialista. En 1963 fue elegido diputado nacional por la Capital Federal. En 1976 apoyó a la dictadura militar que derrocó al gobierno peronista y fue designado embajador en Portugal.

Leon Trotski (1879-1940): Nació en Ucrania, hijo de una familia judía. Estudió Derecho en la Universidad de Odessa. Participó desde joven en la oposición clandestina contra el régimen de los zares de Rusia. Fue desterrado a Siberia pero huyó en 1902 y se unió en Londres a Lenin. Regresó a Rusia para participar en la Revolución de 1905. Al fracasar la revolución, fue deportado a Siberia y se escapó nuevamente en 1906. Se trasladó a Rusia cuando estalló la revolución de febrero de 1917 que derrocó a Nicolás II. Fue elegido presidente del Soviet en Petrogrado. Fue el principal responsable de la toma del Palacio de Invierno por los bolcheviques que instauró el régimen comunista en Rusia en octubre de 1917. Fue comisario de Asuntos Exteriores y negoció la paz de Brest-Litovsk con los alemanes. Fue comisario de Guerra de 1918-1925 cargo desde el cual organizó el Ejército Rojo con el que derrotó a los llamados ejércitos blancos contrarrevolucionarios y a sus aliados occidentales. Era partidario de la revolución permanente en todos los países del mundo. En 1929, a instancias de Stalin, fue desterrado del país. Encabezó una corriente comunista disidente agrupada en la llamada IV Internacional desde 1938. Fue asesinado por orden de Stalin en 1940.

Silvio Frondizi (1907-1974): Nació en Paso de los Libres, Corrientes. Fue abogado, defensor de presos políticos y profesor universitario de Filosofía, Ciencias Económicas, Ciencias Sociales (U.B.A.), Derecho y Comunicaciones (Univ. La Plata). Fue fundador de Praxis y Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Era hermano del presidente Arturo Frondizi y del filósofo Risieri Frondizi. Formó parte de la organización de la Universidad de Tucumán. En 1943 la Universidad es intervenida. Frondizi renuncia al Consejo Académico y dirige una encendida carta abierta a sus estudiantes. En 1946 es separado de todos sus cargos docentes.  Se traslada a Buenos Aires donde va a desplegar su nueva práctica asumiéndose como intelectual socialista.  Se relacionó con la Revolución Cubana y se entrevistó en Cuba con el Che Guevara. Se vinculó con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y defendió presos políticos. Fue asesinado por la tripe A en 1974.

Liborio Justo (1902-2003): Hijo del militar argentino Agustín P. Justo, desde joven militó en el Partido Comunista Argentino. También era conocido con los pseudónimos de Quebracho y Lobodón Garra. Durante una estadía en Estados Unidos, conoció a los trotskistas y al grupo de Oelher, a quienes adhirió durante buena parte de su vida. Es el inspirador del GOR (Grupo Obrero Revolucionario), luego LOR (Liga Obrera Revolucionaria). Editó el periódico La Internacional. En noviembre de 1936 publicó en la revista Claridad (de Buenos Aires) una Carta Abierta donde renegaba del estalinismo, acusándolo de antirrevolucionario. En la recepción de su padre al presidente Franklin Delano Roosevelt (1882-1945), levantó su voz de protesta al grito de «Abajo el imperialismo yanqui». Partidario de la IV Internacional, editaba un Boletín de Información que hacía campaña por la unificación de los partidarios de la IV Internacional en la Argentina. Desarrolló un importante trabajo teórico y práctico para poner en pie, en la Argentina, una sección de la IV Internacional. Había organizado una primera conferencia y un primer reagrupamiento el 7 de noviembre de 1937. Más tarde terminaría alejándose del movimiento. Fue partidario de una revolución marxista en Argentina.
        
José Boglich (1886-1943): Nació en Vroska, isla de Hvar, Croacia. Fue dirigente del ala izquierda del movimiento agrario argentino donde tuvo un papel destacado durante “El grito de Alcorta”. Fue dirigente de la Federación Agraria Argentina en Firmat. Influido por la Revolución Rusa es uno de los organizadores del Partido Socialista Internacional en el sur de la provincia de Santa Fe. En la década del 30 se acercó al Partido Socialista Obrero y luego al trotskista Esteban Rey en el norte argentino, que intenta hacer “entrismo” en el Partido Socialista. Muere el 10 de febrero de 1943 en un confuso accidente.

 Nahuel Moreno (1924-1987): Su verdadero nombre era Hugo Bressano. Nació en América, pcia. de Buenos Aires en el seno de una familia de clase alta. Ingresó al PORS (Partido Obrero de la Revolución Socialista) efímera organización que intentó unificar al conjunto de las tendencias del trotskismo argentino. Luego se incorporó al LOR de Liborio Justo. Fue expulsado a los dos meses. En 1944 fundó el GOM (Grupo Obrero Marxista) que buscó ligarse a la clase obrera interviniendo en varias huelgas. Reclutó a miembros de la Juventud del Partido Socialista. En 1948 el GOM tomó el nombre de POR (Partido Obrero Revolucionario). En 1953 el POR pasó a integrar el PSRN (Partido Socialista de la Revolución Nacional) organización perteneciente al movimiento peronista. La intención era hacer “entrismo” en el peronismo. Primero se manifestó en contra de Fidel Castro en consonancia con la posición de Perón para pasar a apoyarlo después. Junto con el FRIP (Frente Revolucionario Indoamericano Popular) de Mario Roberto Santucho funda el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores). En 1967 se vuelven a separar formando el PRT-La Verdad (Moreno) y el PRT-El Combatiente (Santucho). En 1972 funda el PST (Partido Socialista de los Trabajadores) partido centrista de izquierda legal.  Se exilió durante la dictadura de Videla a la que calificó de “dictablanda” a pesar de que el PST tuvo más de 100 militantes desaparecidos. Se opuso al boicot al Mundial de 1978. En 1982 fundó el MAS (Movimiento al Socialismo).

Milcíades Peña (1933-1965). Nació en la ciudad de La Plata. A los 13 años participa de las actividades de la Juventud Socialista de La Plata. En 1947 ingresa al GOM (Grupo Obrero Marxista) de Nahuel Moreno. Fue un historiador, político y pensador argentino. Militante trotskista, se dedicó a los estudios históricos y publicó en distintas revistas, entre ellas Revista de la Liberación y Fichas de Investigación Económica y Social que fundó y dirigió entre 1964 y 1966. Fue militante trotskista desde su adolescencia hasta su temprana muerte. Se convirtió en un referente de los intelectuales marxistas. Polemizó con Abelardo Ramos con los revisionistas y con la historiografía liberal. Crítico de la historiografía argentina oficialista rechazaba la figura de Mitre, Sarmiento y Roca. En su investigación de la Guerra del Paraguay, la caracteriza como un acto de servicio a los intereses del imperio británico cometido por Mitre. La destrucción física del pueblo paraguayo no merece, para Peña, el más mínimo perdón para los estrategas de la Triple Alianza. y se distanció de esta organización cuando le exigió su “proletarización”, en 1952. Encarcelado durante la dictadura de 1955, se suicidó, a los 32 años, en 1965. Su hijo Milcíades Peña es un dirigente peronista, legislador de la Ciudad de Buenos Aires.

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