La articulación entre peronismo y marxismo y la conformación de la denominada “izquierda nacional”. Introducción a las trayectorias de John W. Cooke, Arturo Jauretche y Juan José Hernández Arregui (con una breve mención de Rodolfo Puiggrós y Jorge Abelardo Ramos). Aspectos centrales del diagnóstico de la “izquierda nacional” respecto a la política económica durante momentos clave de la segunda sustitución. Los aportes realizados desde la producción académica (Oscar Braun, entre otros).
Bibliografía obligatoria:
30. Altamirano, Carlos, Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires, Temas Grupo Editorial, 2001. (Páginas 49 a 79).
Fuentes obligatorias:
31. Selección de Baschetti, Roberto, Documentos de la Resistencia Peronista , 1955-1970, Buenos Aires: Puntosur, 1988. (Páginas 66 a 69, 116 a 8, 119 a 205, 320 a 8, 427 a 33) (Textos obligatorios: Páginas 66 a 69 (Programa de La Falda ), 116 a 8 (Programa de Huerta Grande), Conferencia de John William Cooke “Universidad y País”, 4 de Diciembre de 1964, en especial pp. 171 a 196, Documentos “Estrategia y táctica revolucionarias. Documento presentado al congreso de Córdoba por la tendencia revolucionaria del peronismo, 11 y 12 de enero de 1969, pp. 320-8). El resto de los textos son optativos.
32. Selección de CGT de los Argentinos. Por una patria justa, libre y soberana, la patria socialista, Buenos Aires, Federación Gráfica Bonaerense, 2001. (Páginas 25 a 29)
33. Hernández Arregui, Juan José, Nacionalismo y liberación. Metrópolis y colonias en la era del imperialismo, Buenos Aires, Editorial Contrapunto, 1987. (Edición original 1969) (Páginas 21 a 31 y 241 a 300)
34. Jauretche, Arturo, El Plan Prebisch: retorno al coloniaje, Buenos Aires, Peña Lillo, 1974. (Primera edición 1955) (Páginas 7 a 48 y 107 a 135)
35. Cooke, John William, “Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema”, Revista Crisis, 1973.
Contribuciones para el trabajo en taller
Aporte de Juan Pablo:
Aporte de Andrés:
Cooke, John William,
“Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema”,
Revista Crisis, 1973.
Jauretche, Arturo, El
Plan Prebisch: retorno al coloniaje, Buenos Aires, Peña Lillo, 1974. (Primera
edición 1955) (Páginas
Contribuciones para el trabajo en taller
Aporte de Juan Pablo:
Peronismo y antiperonismo, una enemistad desactivada por la izquierda
nacional en el ’55.
Compleja, intrincada, difícil de
entender y llena de contradicciones es la historia del peronismo en la
Argentina. Es que esta historia, así como transformó con fuerza el campo
político y las relaciones sociales en el país, también desató la revisión de
las ideas en los terrenos opositores, al punto que en ocasiones la tradicional
rivalidad peronismo-antiperonismo ha quedado desactivada. Por eso la historia
del peronismo es también la historia de las ideas del peronismo, la historia de
cómo se interpretó el hecho en la mente de los argentinos, en los pensadores, en
los escritores y los políticos ¿Qué visiones el peronismo suscitó en ellos? ¿Fue el peronismo un gobierno fascista? ¿Qué
había sido entonces? ¿La expresión de un frente anti-imperialista? ¿Un
movimiento revolucionario? ¿Un intento de reconstruir la nación con la
burguesía nacional y en oposición a la hegemonía del capital extranjero? Si bien
estos interrogantes siguen presentes, no hay dudas que este proceso de lectura,
trasmisión y reinterpretación del peronismo se dio principalmente a mitad del
siglo XX, anclado en la cultura de izquierda, que incomprendida, inquieta y
perturbada por la aparición del peronismo como movimiento de masas, cayó a
partir de 1955 en una fuerte revisión ideológica buscando entender el motivo de
su debilidad partidaria. Bajo esta premisa gira el presente trabajo cuyos
aportes están basados en la bibliografía de Altamirano (2001) y que se propone
vincular y contrastar, cuando sea necesario y en forma explícita y
referenciada, con diversas fuentes que siguieron al ‘hecho peronista’
(Baschetti, 1988; CGT, 1968; Hernández Arregui, 1987; Jauretche, 1974; Cooke,
1973).
Por lo visto, no hay dudas que el
peronismo caló fuerte en el país. Así mientras la cultura de izquierda definida
por el Partido Comunista y el Partido Socialista, habían sido opositores
acérrimos del régimen militar nacionalista, a partir de su derrocamiento tras
la revolución libertadora, la izquierda quedó divida, aunque con variantes, en
dos grandes posiciones: una izquierda que leía al peronismo sólo en su génesis
y mantendría su vieja posición de desperonizar a las masas para recuperar la
conciencia de clase que había sido violentada por lo que para ellos fue un
régimen fascista, y por otro lado una izquierda que empezaba a entender al
peronismo como un paso adelante frente a la dominación oligárquico-imperialista,
algunos más inclinados hacia que el peronismo fue un frente anti-imperialista,
otros un movimiento de liberación y algunos otros una tentativa nacional
burguesa de construir un capitalismo autónomo. Estas últimas posiciones se daba
en el marco de una eclosión de libros políticos y de trabajos documentados
sobre aspectos de la historia argentina, como los de Rodolfo Puiggrós (1956)
con Historia critica de los partidos
políticos argentinos, Jorge Abelardo Ramos (1957) con Revolución y contrarrevolución en la Argentina y Juan José Hernández
Arregui (1960) con La formación de la
conciencia nacional, al que se sumaban las revistas juveniles tras el ingreso
de una nueva generación fuertemente crítica que buscaba un pensamiento claro y
autónomo, evadiendo todo tipo de sesgos. Es importante resaltar, según lo expuesto
en la bibliografía que fue la misma debilidad en la escena política y sindical
del sector de la izquierda, lo que lo llevó a gravitar en la escena ideológica,
por tanto no alteraría la arena política como una nueva significación de
fuerzas.
En este contexto, uno de los
signos más interesantes en la reinterpretación del peronismo por parte de la
izquierda, fue la incorporación de elementos de la teoría marxista al terreno
nacional estableciendo puentes de encuentro no sólo entre marxismo y peronismo
como lo había hecho ya la nueva izquierda marxista, sino también entre marxismo
y nacionalismo, particularmente visto en las fuentes de Hernández Arregui,
Cooke, Jauretche y la selección de textos de Baschetti. Si bien no parece estar
claro el papel de la nueva izquierda marxista en el texto de Altamirano (2001),
las reinterpretaciones de Arregui, Cooke y Jauretche podrían considerarse para
el autor como una variante del discurso peronista o de un nacionalismo de izquierda,
aunque con mezclas, divisiones, rivalidades y sin un conjunto doctrinario
homogéneo, ya que cabe decir que el marxismo tuvo varios perfiles a lo largo de
la historia. En este sentido se destaca de la fuente de Arregui (1987) una cita
el cuál adopta explícitamente la metodología del marxismo: “el marxismo es el
tema central de nuestro tiempo. Y en lo que hace a este trabajo, un método para
la investigación de la historia y la cultura” (Hernández Arregui, 1987:31). Sin
embargo toma el método sin dejarse dominar por él, tal como lo advierte Marx:
“ahora bien, la utilidad de un método (…) consiste en apropiarse de él sin
dejarse dominar por su esquemática superposición a realidades históricas
distintas entre si (…)” dice Hernández Arregui (1987:31), y afirmando que los
traslados teóricos de un país a otro han llevado a deformaciones teóricas
facilitando la crítica antimarxista. Lo propuesta de Arregui de utilizar el
marxismo como metodología para la investigación de la realidad histórica y como
guía de acción política de las masas se ve claramente en la selección de
fuentes de Baschetti, más precisamente en el manifiesto del grupo CONDOR, en el
que además insta a otras tendencias a despojarse de prejuicios recibidos por
tradición familiar, o por la propaganda instrumentada para “comprender de una
vez por todas la poderosa validez de un sistema de ideas que influye en todo el
pensamiento contemporáneo” (Baschetti, 1988).
Así el discurso de la izquierda
nacional del período se daría con elementos marxistas, pero en torno al modelo
peronista e interpelando el desarrollismo que caracterizaba a la época y con
diferencias respecto a la forma de ver el peronismo que tenía la nueva
izquierda marxista representados por Milcíades Peña y Silvio Frondizi. Y es que
si la nueva izquierda marxista veía la etapa peronista como un proceso de
‘pseudo industrialización’, la izquierda nacional lo vería como un proceso de
industrialización autentico y muy diferente al desarrollismo que priorizaba la
entrada de capitales cercando la independencia argentina. Así todas las fuentes
desde Arregui, Jauretche y hasta Cooke, coincidirían en que el peronismo se
trató de un verdadero proceso de industrialización y afirmarían el carácter
dependiente del modelo desarrollista.
Aunque cada uno matizaría la
dependencia del desarrollismo de diferente manera. Por ejemplo William Cooke
sostendría que “el desarrollismo se apoya en una serie de falacias: la que toda
inversión equivale a desarrollo; la de que las ganancias empresarias se
trasforman en inversiones; la que el capital extranjero cumple la función de la
‘acumulación primitiva’ con que contaron las potencias adelantadas” (Cooke,
1973:22), y en este contexto rechazaría las concepciones modernas del
desarrollo vistas como un proceso evolutivo, en el cual ciertos factores como
inversiones en sectores claves darían impulso al crecimiento.
Por otro lado Arturo Jauretche,
arremetería contra la dependencia desarrollista a partir del Plan Presbich
adoptado en 1956 como programa económico del gobierno. Y es que según el autor
los puntos principales de esta reforma abarcarían:
“1) Transferencia del sector
agropecuario de una proporción del ingreso nacional, mediante el aumento de
precios de los productos agropecuarios, el encarecimiento de los productos de
importación, la liberación de los controles de precios y la congelación general
de salarios. 2) Amplio concurso del capital extranjero, bajo la forma de
emprésitos. 3) Política desinflacionaria tendiente a comprimir el actual nivel
de ocupación y a transferir mano de obra de la industria al agro. 4)
Eliminación de los cauces bilaterales del comercio exterior con miras a la
adopción de una multilateralidad limitada” (Jauretche, 1974: 107,108)
Se trató de un plan firmado por
Presbich pero que contrasta fuertemente con las ideas estructuralistas de él en
la CEPAL, y en dónde Jauretche muestra los tintes ocultos que hay en su proceso
de creación, con personajes que influyeron en los escritos del programa.
En el caso de la fuente de Juan
José Hernández Arregui, el carácter dependiente radica en la presión que ejerce
el Fondo Monetario Internacional (FMI), a través de un régimen de endeudamiento
y una política de equilibrio, para frenar todo intento de industrialización de
los países menos desarrollados. Pero respecto a la industrialización, también
sostiene “es un error pensar que un país está industrializado o
semi-industrializado por el simple recuento de sus establecimientos fabriles
(…), no alude tal criterio a la composición del capital empresario y su
nacionalidad” (Hernández Arregui, 1987: 254), y concluye después de un repaso
por la experiencia argentina y algunas referencias de la extranjerización del
petróleo y la electricidad, que un país sin industria nacional autónoma no es
una nación. Por eso distingue que no es lo mismo industrialización que
industria nacional, “la segunda tiene por objeto no solo la producción de
mercancías sino la ruptura de los compromisos con el exterior” (Hernández
Arregui, 1987: 264)
Así no hay dudas en las
coincidencias de la izquierda nacional: todas las fuentes aluden a que el
modelo desarrollista intensificaba la dependencia internacional al incorporar
el capital extranjero como elemento para la industrialización y ello aumentaba
el poder de las clases alineadas al capital como la burguesía nacional. En este
sentido, como se soslaya con fuerza en varios textos de Baschetti (1988) la
revolución era la vía de escape y el movimiento obrero el actor fundamental
para la liberación. Perón lo diría, Felipe Vallese lo sabía, el movimiento
revolucionario peronista lo reiteraría en varios comunicados, la CGT también y
lo acompañaría de programas de reforma económica, y Cooke lo afirmaría diciendo
“el primer paso para dejar de ser objeto no es la cultura (haciendo referencia
a intelectuales o dirigentes no revolucionarios) sino la acción revolucionaria”
(Baschetti, 1988:180). E incluso en esta lucha que se involucra la pelea contra
los monopolios y toda forma de penetración extranjera la CGT llamaría a jóvenes,
empresarios, militares, universitarios y a todo tipo de sectores, como
necesarios para este proceso, pero que por ‘errónea inteligencia de su papel
verdadero’ aparecen enfrentados (CGT, 1968; Baschetti 1988).
Referencias Bibliográficas
Altamirano, C. (2001). Peronismo
y cultura de izquierda. Temas Grupo Editorial, pp. 49-79
Baschetti R. (1988). Documentos
de la Resistencia Peronista, 1955-1970, Buenos Aires: Puntosur.
Selección de CGT de los
Argentinos. Por una patria justa, libre y soberana, la patria socialista.
Buenos Aires, Federación Gráfica Bonaerense, pp. 25-29
Hernández Arregui J. J. (1987)
Nacionalismo y Liberación. Metrópolis y colonias en la era del imperialismo.
Buenos Aires, Editorial Contrapunto, pp. 21-31 y 241-300. (Edición original
1969)
Jauretche, A. (1974). El Plan
Presbich: retorno al coloniaje. Buenos Aires, Peña Lillo, pp. 7-48 y 107-135
(Primera edición 1955)
Cooke, J. W. (1973). “Hay que
cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema”. Revista
Crisis.
.......................................................................................
Contribución de Fernando:
30. Carlos
Altamirano, Peronismo y cultura de izquierda:
El autor, sociólogo argentino especialista en política y
sociedad e investigado del Conicet, hace hincapié en lo que significó para la
izquierda, la aparición de un movimiento como el peronismo, que la marginó de
las masas y cooptó su hegemonía sindical. Si bien durante el gobierno de Perón
todo el arco de la izquierda interpretó al peronismo como un fascismo y se alió
en una coalición opositora de derecha a este régimen, luego del golpe de estado
de 1955 surge un proceso de revisionismo histórico que cuestiona este papel
jugado por los partidos tradicionales de la izquierda y reinterpreta al peronismo
desde otro lugar.
En ello, según Altamirano, influyeron una serie de factores.
En primer lugar, que el clivaje peronismo-antiperonismo seguía determinando la
vida política del país. Su penetración en las masas no fue afectada por la
pérdida del poder y en el marco de una creciente conflictividad social, sus
dirigentes obreros comenzarán establecer tácticas de lucha junto a sectores de
la izquierda contra la política económica de la dictadura. En segundo lugar, la
cuestión nacional y su encuentro con el socialismo empezó a debatirse en todo
el mundo a partir del apogeo de los movimientos independentistas que pusieron
fin al colonialismo europeo.
Influenciados por autores como Sartre y Gramsci, corrientes
intelectuales y políticas procuraban unir la ideología marxista con los valores
nacionales, en lo que se llamo la izquierda nacional o el marxismo nacional y
en la que el peronismo operaría como un reordenador. Entre los escritores que
aportaron a esta discusión, Altamirano destaca a Juan José Hernández Arregui,
Jorge Abelardo Ramos y Rodolfo Puiggrós.
31. Selección de Roberto
Baschetti:
-Programa de La Falda (1957):
En el marco de la resistencia peronista contra la
proscripción y la política económica de la dictadura, la CGT de Córdoba convocó
a un plenario nacional donde se aprobó un ambicioso programa obrero de gobierno
que proponía entre otras cosas el monopolio estatal del comercio exterior, la nacionalización
de las fuentes naturales de energía, la nacionalización de los frigoríficos
extranjeros, el control obrero en la producción y la distribución de la riqueza
nacional participando en la dirección de las empresas privadas y públicas, la previsión
social integral, el salario mínimo vital y móvil, y la estabilidad absoluta de
los trabajadores. Dicho programa consistía más en una expresión de deseos que
una posibilidad real, dada la situación de retrocesos de ese momento de las
conquistas de la clase trabajadora.
-Programa de Huerta Grande (1962):
Este programa se da en un contexto de giro a la izquierda
del peronismo marcado profundamente por la Revolución Cubana y por los
movimientos del Tercer Mundo en proceso de descolonización. Esto determinó una
profundización de los contenidos anti oligárquicos del peronismo que se
expresaron en Huerta Grande –Plenario Nacional de las 62 Organizaciones- al
proponer nacionalizar de todos los bancos, la siderurgia, la electricidad, el petróleo
y los frigoríficos, prohibir toda exportación directa o indirecta de capitales,
desconocer los compromisos financieros del país, prohibir toda importación
competitiva con la producción nacional y expropiar a la oligarquía terrateniente
sin compensación alguna. Nuevamente se destaca una ambición sin mucho contacto
con la realidad, que mostraba un proceso de concentración y centralización del
capital a partir de la segunda industrialización sustitutiva encarada por
Frondizi y un proceso muy grande de extranjerización de la economía.
-Conferencia de John William Cooke “Universidad y País”
(1964):
John William Cooke es un histórico militante peronista e
intelectual. Fue Diputado Nacional y representante del Movimiento Peronista
designado por el propio Perón tras su exilio. Fue uno de los responsables de la
interpretación del marxismo en clave nacional y la unión entre sectores de izquierda
con el peronismo.
Esta conferencia se da días después del frustrado “Operativo
Retorno” con el que Perón intentó volver a la Argentina y fue detenido por la
Dictadura Militar de Brasil, al hacer escala en Río de Janeiro. Cooke, destaca
que este hecho cerró toda esperanza de diálogo y que a partir de allí el único
camino para triunfar revolucionariamente será mediante la violencia. De lo
contrario, el peronismo estaría condenado al fracaso. Violencia que reivindica
al ser una respuesta a la opresión y la explotación que califica como
ejercicios de una violencia previa.
A su vez, en el marco de una discusión muy propia de la
época, Cooke analiza el rol que deben tener los intelectuales. Critica a
aquellos que están desvinculados de la lucha concreta de las masas y se mueven
en un mundo de conceptos revolucionarios perfectos, donde ubica a la izquierda
tradicional. Pero al mismo tiempo, en un momento donde muchos intelectuales
peronistas soslayan la importancia de la acción por sobre las palabras, Cooke
reivindica a la teoría como necesaria para la lucha revolucionaria.
Estrategia y táctica revolucionaria: documento presentado
al congreso de Córdoba por la tendencia revolucionaria del peronismo (11 y 12
de enero de 1969):
Este documento refleja la influencia de la llamada “Tercera
Posición” o del Movimiento de Países no Alineados, al criticar duramente el
comportamiento del Kremlin y su política de coexistencia pacífica frente a los
constantes bombardeos del Pentágono de ese momento, principalmente en la Guerra
de Vietnam que marcó fuertemente a todo el mundo.
En este lugar de inacción coloca a los partidos comunistas
pro soviéticos locales y a su vez a muchos peronistas que critican la lucha
armada. La ejecución de los hechos es central en todo el documento. Colocan a
la acción, y fundamentalmente a la acción violenta, como requisito
indispensable que tiene que tener todo dirigente para ser digno de conducir a
las masas populares.
Es el único texto que utiliza términos más propios de la
izquierda como vanguardias operativas o foquismo, a los cuales reivindica.
Incluso llega a marcar como objetivo de lucha, el establecimiento de un Estado
Socialista-Peronista, cuestión discutida en la mayoría de los textos de la
clase, pero teniendo en cuenta la terminología propia de este, el calificar al
Estado buscado primero como Socialista y recién después como Peronista no
parece casual. A su vez, es el único texto que califica al sector sindical como
plagado de dirigentes sin conciencia de clase y que solo luchan por aumentos
salariales.
32. Selección de CGT
de los argentinos:
La CGT de los Argentinos fue una central sindical que fue
constituida en el Congreso Amado Olmos y conducida por Raimundo Ongaro. Surge
como una respuesta a la estrategia dialoguista con la Dictadura que encarnaba
Augusto Vandor. Ante la superioridad del primer grupo, la CGT se termina
dividiendo a partir de este Congreso.
Este mensaje a los trabajadores en el 1 de mayo de 1968
refleja un claro hilo conductor con los congresos de La Falda y Huerta Grande.
Sus demandas son prácticamente las mismas. Quizás como una novedad se suma el
pedido de la función social de la propiedad y la necesidad de una profunda
reforma agraria.
A su vez, Ongaro busca restablecer la alianza policlasista
del primer peronismo al interpelar al empresariado nacional y a los pequeños
comerciantes e industriales para que cesen su vínculo con el capital extranjero
y vuelvan a unirse a la clase obrera. También convoca a los intelectuales, a
los universitarios, a los artistas, a los religiosos y a los militares. Si bien
este sector comparte la mayoría de las demandas de los peronistas más cercanos
a la izquierda, hay una clara diferencia respecto a la estructura de actores
del movimiento.
33. Juan José
Hernández Arregui, Nacionalismo y Liberación (1969):
Hernández Arregui fue un escritor muy influyente en la
militancia peronista durante los años sesenta y setenta. Fue el ideólogo de la
corriente de Izquierda Nacional y en la mayoría de sus libros reflexionó acerca
del vínculo entre el peronismo y el socialismo.
En este libro, el autor hace un aporte muy importante en la
discusión entre las izquierdas y el peronismo. Reivindica al marxismo como una
filosofía viva que ha logrado trascender el tiempo y que explica el estado de
crisis del mundo. Pero hace una fuerte crítica a lo que llama “las izquierdas
extranjerizantes argentinas” por no saber interpretar al marxismo, haciendo traslados
históricos mecanografiados de un país a otro y dejarlo como un dogma estancado
con una rigidez cadavérica. Hernández Arregui sostiene que “en los países
coloniales como en la argentina, el socialismo ha tenido como programa mínimo
entre sus miembros, el estar bien afeitado y como programa máximo la copa de
leche en las escuelas”.
Algo que se destaca y se contrapone frente a otros textos de
la clase, es la férrea defensa a los líderes sindicales que son criticados por
la izquierda. Explica el acaudillamiento del movimiento sindical por los
méritos de los militantes y la experiencia de las masas.
A su vez, se mete en la discusión del rol de los
intelectuales y el debate entre la acción y la teoría. El trabajador está
ubicado en un lugar superior al intelectual y en consecuencia los hechos se
posicionan por sobre las palabras ya que según el autor “solo el proletariado
no se desanima ante los engorros de la acción” al estar obligado a ella. La
falta de preparación universitaria de los dirigentes obreros la considera una
ventaja por el tipo de educación colonialista que se da en el país y por las malas
experiencias sufridas a cargo de dirigentes universitarios que han manejado el
país.
34. Arturo
Jauretche, El Plan Prebisch: retorno al coloniaje:
Arturo Jauretche fue un escritor y pensador argentino.
Militante radical Yrigoyenista, posteriormente adhirió al Peronismo. En este
libro, hace una feroz y profunda crítica de “las soluciones inmediatas” que
propone Prebisch en su famoso informe. El autor basa su crítica en las cuatro
principales reformas propuestas por el informe: la transferencia de ingresos al
sector agropecuario para aumentar sus exportaciones, el endeudamiento externo,
la política desinflacionaria a partir de comprimir el nivel de ocupación y la
multilateralidad limitada del comercio exterior.
El intelectual peronista marca como inevitable el descenso
del poder adquisitivo como consecuencia del aumento de los precios internos
agropecuarios y la modificación del tipo de cambio. Medidas que no beneficiaran
a los campesinos, sino que serán apropiadas exclusivamente por los grandes
terratenientes debido a la eliminación fiscalizadora del IAPI.
Por otro lado, el autor denuncia las contradicciones de
Prebisch con respecto a sus palabras previo a ser funcionario de la dictadura,
cuando argumentaba que la frontera agrícola no ofrecía muchas posibilidades de
expansión y que el endeudamiento externo ponía a la economía argentina en una
situación de vulnerabilidad. En consecuencia, el aumento de los saldos
exportables sólo podrá darse a partir de la disminución del consumo nacional, o
en palabras, “sobre el hambre y la sed de los argentinos”, tal como sostenía
Nicolás Avellaneda.
35. John William
Cooke, Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las estructura del
sistema:
En este artículo de la revista Crisis, Cooke critica al
desarrollismo por ignorar el problema imperialista y por sostener falacias como
que toda inversión equivale a desarrollo, que toda industria es factor de
crecimiento autónomo, que las ganancias empresarias se transforman en
inversiones y que el capital extranjero cumple la función de acumulación
primitiva con que contaron las potencias adelantadas.
El autor sostiene que en las nuevas formas actuales
imperialistas, la dominación ya no se da por medio del comercio sino al entrar
en el proceso de producción local y de esa forma condicionar nuestra economía
que pasa a depender de los insumos del imperio. Por lo tanto, su propuesta es cambiar las mismas estructuras capitalistas. Este
cambio debe liderarlo el estado, ya que según su óptica, las burguesías
nacionales son aliadas de este imperialismo.
--------------------------------------------------------------
Aporte de Maximiliano:
Los selección de textos y fuentes propuesta para esta clase
intenta dar cuenta de la conformación y aportes de la “izquierda nacional”, en
la cual van a confluir elementos analíticos y teóricos del marxismo con ideales
peronistas. En el contexto de los años siguientes al golpe de 1955, mientras en
materia económica se debatían eminentemente ideas desarrollistas, la izquierda
nacional no solo discutirá con sectores oligarcas o imperialistas, sino también
con la izquierda tradicional (PC y PS) y con la nueva izquierda (trotskista,
Silvio Frondizi).
Carlos Altamirano
(2001) nuevamente
refleja el debate intelectual entre las distintas izquierdas, producido con la
irrupción del peronismo e intensificado luego del 55. Para el autor, la vida
política argentina estaba atravesada por la dicotomía peronismo/antiperonismo,
por lo que era crucial interpretar el “hecho peronista”, tanto para hacer un
diagnóstico como para plantear un plan de acción. Los movimientos de izquierda
no podían escapar a esta lógica: la nueva izquierda lo describiría como un
“bonapartismo”; la izquierda tradicional vería en el peronismo un retroceso o
desvío de la clase trabajadora siguiendo a un líder fascista, luego del cual
reencontraría su camino; en tanto la
“izquierda nacional” entendería al peronismo como un tramo del camino, el tramo
de la nacionalización de la conciencia obrera. El autor marca que esta
última corriente se genera a partir de la Revolución Libertadora y en oposición
a ella, donde si bien se puede encontrar una referencia común al marxismo y al peronismo como un fenómeno progresista
respecto a la dominación oligárquico-imperialista, no se observa un pensamiento
homogéneo: se pensará al peronismo como un frente antiimperialista (Ramos), como
un movimiento de liberación nacional (Puiggrós), o como una tentativa nacional
burguesa de construcción de un capitalismo autónomo (Viñas).
Uno de los puntos en que esta corriente se diferenciaría de
la “nueva” izquierda marxista es en el carácter de la burguesía nacional:
mientras que para Peña y Frondizi esta está asociada al capital imperialista y
a la oligarquía agraria (y, por lo tanto, es antirrevolucionaria), para los
pensadores de la izquierda nacional la industrialización estaba asociada a la
presencia de esta burguesía nacional, que conjuntamente con la clase
trabajadora, se oponía al capital extranjero y a la oligarquía agraria.
Asimismo, puede destacarse también la interpretación que hace
esta corriente del nacionalismo militar. En ese sentido, éste habría sido la
manifestación de tendencias industrialistas y antiimperialistas en el seno del
Ejército, en donde la derecha no habría tenido un lugar gravitante, y en donde
Perón habría logrado la unión de este nacionalismo militar con las masas
obreras. De esta forma, el peronismo sería portador de la “cuestión nacional”,
un eje clave de análisis para un país semi colonial como Argentina, que no
había sido tenido en cuenta por la izquierda tradicional.
Respecto a las
fuentes:
La selección de textos compilados en Documentos de la Resistencia Peronista de Roberto Baschetti presenta diversos documentos y conferencias que
datan del período comprendido entre 1955 y 1970. Entre ellos se encuentran
diversos programas de sindicatos peronistas, en donde además de hacerse una
breve descripción de la situación y describir los planes a seguir por las
organizaciones, sobresale en ellos la cuestión nacional, la idea de
independencia y la importancia de la clase trabajadora.
Otro de los documentos recopilados en este trabajo es la
conferencia de John William Cooke en
1964 en donde diserta respecto al fallido retorno de Perón a la Argentina. Cooke,
que destaca por el carácter teórico de su análisis, sostiene que no debe
considerarse a la Operación Retorno como un fracaso, en tanto permitió dejar al
descubierto los miedos del “régimen” (entendido este como la clase política
antiperonista, las FF.AA y gran parte de la sociedad) al poder y la capacidad
de movilización que todavía tenía Perón. Es interesante también la crítica que
hace a los intelectuales de izquierda, que utilizan conceptos revolucionarios
perfectos, pero totalmente abstraídos del marco y la erosión de la vida
política real. En ese sentido, destaca al movimiento peronista como expresión
genuina de las masas, y que si bien tiene limitaciones en tanto movimiento
revolucionario, son las limitaciones de una realidad social determinada que
condiciona a quienes la integran.
Luego de marcar el poder que ejercen las FF.AA. en la vida
política latinoamericana, Cooke sostiene que una revolución que acabe definitivamente
con la explotación del hombre por el hombre no puede lograrse mediante pactos o
acuerdos reformistas, sino solamente a través de la violencia. En esa línea,
hace una defensa teórica del uso de la
violencia revolucionaria: ésta tiene base ideológica y moral,
diferenciándola de la violencia “mecánica” del régimen, y de la violencia sin
fundamentos teóricos del “tremendismo”. Coincide con esta idea el documento
presentado por la Tendencia
Revolucionaria del Peronismo (1969), donde destacan que la estrategia y la
táctica revolucionaria, conjuntamente con la lucha armada son sumamente
necesarias para la toma del poder por parte del pueblo. Agregan también la
necesidad de que primero exista una vanguardia armada que vaya incorporando al
pueblo como ejército, como “Pueblo en Armas”.
Finalmente, en otro documento, Cooke (1973) critica la idea
“rostoviana” del desarrollo por etapas, y basado en las ideas de la Teoría de
la Dependencia, argumenta que el subdesarrollo no es una etapa circunstancial,
sino el resultado del desenvolvimiento del capitalismo, en donde el desarrollo
de los países centrales se produjo en función del subdesarrollo de los países
coloniales y semi coloniales. En este sentido, y sosteniendo que existe una
marcada dependencia del capital imperial norteamericano, insiste en la
necesidad de cambiar las estructuras, en donde rija la planificación de un
Estado que tenga en cuenta los intereses generales, y no los de la burguesía.
El documento de la CGT
de los Argentinos (1968), cuyo Secretario General era Raimundo Ongaro, se
trata, como indica la volanta, de un mensaje a los trabajadores, en donde se describe
la situación político económica desde la caída de Perón y donde se renuevan
pronunciamientos históricos de la clase obrera. Asimismo, se hace una
descripción del carácter de la clase trabajadora, apuntando que el trabajador quiere
un sindicalismo integral, que busque tomar el poder para asegurar el bienestar
de todo el pueblo, y no un sindicalismo que solamente se ocupe de los
“convenios y las colonias de vacaciones”. Finalmente, reconociendo que la clase
trabajadora no es la única actora en el contexto descripto, se hace una especie
de “llamado nacional”, donde empresarios
nacionales, pequeños comerciantes e industriales, universitarios, intelectuales
y artistas, militares, estudiantes y religiosos, son convocados a movilizarse
en todo el país contra el imperialismo, los monopolios y el hambre.
Hernández Arregui
(1969) plantea una
fervorosa defensa del peronismo, en tanto este es el partido de las masas, y
por ello el único campo de acción: junto a las masas hay que luchar. Además,
puede advertirse en el texto lo planteado por Altamirano en cuanto a que el
peronismo sería parte de un camino hacia la emancipación. Exalta el ideario
marxista de humanización del hombre y elevación del espíritu, pero critica
fuertemente a otras corrientes de izquierda, primero por “extranjerizadas” u
“antinacionales”, y además, por su prejuicio de superioridad intelectual sobre
el trabajador manual.
Hernández Arregui reivindica constantemente el elemento
nacional frente a lo extranjero o imperialista. Su crítica se extiende en un
vasto arco que va desde escritores (como Borges) hasta la oligarquía agraria
(en este punto disiente con la Nueva Izquierda, al sostener que éstos
terratenientes se oponen a la industrialización, y están diferenciados de la
burguesía nacional). La reivindicación de lo nacional es aplicada a la
industria, en tanto debe abogarse por una industrialización nacional: ésta debe
responder a las necesidades totales del país contemplado como unidad. Además,
debería lograrse la independencia de bienes e insumos importados para la
producción. Así, la industrialización nacional no solo tendría por objeto la
producción de mercancías, sino también la independencia económica. Sin embargo,
más allá de esta marcada posición nacionalista, es optimista frente a la
formación de una unidad económica latinoamericana.
Por su parte, Arturo
Jauretche (1974) va a criticar al Plan Prebisch, sosteniendo principalmente
que el mismo apunta a aumentar la producción rural, transfiriendo parte del
ingreso real del resto del país. Para esto, buscando aumentar la exportación
para generar divisas, se atentaría contra el sistema industrial construido
durante los años anteriores, transfiriendo ingresos desde las masas populares
hacia los sectores terratenientes y exportadores. Jauretche apunta que para
justificar este plan, Prebisch habría exagerado la situación de divisas y compromisos
con acreedores externos. Además, el autor muestra algunas contradicciones de
Prebisch, como por ejemplo respecto a los trenes repatriados o a la dinámica de
los precios y volúmenes de exportación.
Bibliografía obligatoria:
30.
Altamirano, Carlos, Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires, Temas Grupo
Editorial, 2001. (Páginas 49 a 79)
Fuentes obligatorias:
31.
Selección de Baschetti, Roberto, Documentos de la Resistencia Peronista,
1955-1970, Buenos Aires: Puntosur, 1988. (Páginas 66 a 69, 116 a 8, 119 a 205,
320 a 8, 427 a 33) (Textos obligatorios: Páginas 66 a 69 (Programa de La
Falda), 116 a 8 (Programa de Huerta Grande), Conferencia de John William Cooke
“Universidad y País”, 4 de Diciembre de 1964, en especial pp. 171 a 196,
Documentos “Estrategia y táctica revolucionarias. Documento presentado al
congreso de Córdoba por la tendencia revolucionaria del peronismo, 11 y 12 de
enero de 1969, pp. 320 -8).
32.
Selección de CGT de los Argentinos. Por una patria justa, libre y soberana, la
patria socialista
, Buenos
Aires, Federación Gráfica Bonaerense, 2001. (Páginas 25 a 29)
33.
Hernández Arregui, Juan José, Nacionalismo y liberación. Metrópolis y colonias
en la era del imperialismo, Buenos Aires, Editorial Contrapunto, 1987. (Edición
original 1969) (Páginas 21 a 31 y 241 a 300)
34.
Jauretche, Arturo, El Plan Prebisch: retorno al coloniaje, Buenos Aires, Peña
Lillo, 1974. (Primera edición 1955) (Páginas 7 a 48 y 107 a 135)
35.
Cooke, John William, “Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las
estructuras del sistema”, Revista Crisis, 1973
Biografías:
John William Cooke nació en La Plata el 14 de noviembre de
1919; su padre, Juan Isaac Cooke, fue diputado por la Unión Cívica Radical y
canciller durante el gobierno de Edelmiro Farrell. Cooke militaría en la Unión
Universitaria Intransigente, mientras cursaba Derecho en la Universidad de La
Plata. Egresó como abogado en 1943 y fue electo diputado por el peronismo, a
los 25 años, para el período 1946-1952. En el Congreso fue presidente de las
comisiones de Asuntos Constitucionales, de la Redacción del Código Aeronáutico
y de la Protección de los Derechos Intelectuales. Fue profesor titular de
economía política en la facultad de derecho y ciencias sociales de la
Universidad de Buenos Aires entre 1946 y 1955. Integró la resistencia
peronista, fue delegado de Perón y padeció cárcel y exilio. Es uno de los
máximos referentes intelectuales de la izquierda peronista. Cooke consideraba que el peronismo debía transformarse en un movimiento revolucionario, y criticaba fuertemente a la denominada burocracia
sindical,
Murió de cáncer el 19 de septiembre de 1968, dejando un importante
legado en el seno del movimiento peronista.
Roberto Baschetti nació en
Buenos Aires, el 16 de junio de 1950. Militante peronista; técnico en
Publicidad por la “Asociación Argentina de la Propaganda” y Licenciado en
Sociología por la Universidad “Del Salvador”, Facultad de Ciencias Sociales. Baschetti estuvo
involucrado en la campaña “Luche y Vuelve”, del año 1973, que llevó a Héctor
Cámpora al poder y se refería al regreso de Juan Domingo Perón.
Roberto Baschetti está a cargo del Departamento de Adquisiciones e Intercambio Bibliotecario de la Biblioteca Nacional. Autor de los distintos tomos de “Documentos de la resistencia peronista”, que van del 55 al 77, de “Rodolofo Walsh, vivo”, “Campana de palo. Antología de poemas, relatos y canciones de 35 años de lucha 1955-1990”, entre otros, citas obligatorias en la mayoría de los libros que revisan los momentos más importante en los últimos sesenta años de la historia argentina.
Roberto Baschetti está a cargo del Departamento de Adquisiciones e Intercambio Bibliotecario de la Biblioteca Nacional. Autor de los distintos tomos de “Documentos de la resistencia peronista”, que van del 55 al 77, de “Rodolofo Walsh, vivo”, “Campana de palo. Antología de poemas, relatos y canciones de 35 años de lucha 1955-1990”, entre otros, citas obligatorias en la mayoría de los libros que revisan los momentos más importante en los últimos sesenta años de la historia argentina.
Hernández
Arregui nació en la ciudad de Pergamino (Buenos Aires), al norte de la provincia de Buenos Aires, el 29 de septiembre de 1913, y
falleció en en la ciudad de Mar del Plata, el 22 de septiembre de 1974.
En 1936, con
la victoria de Amadeo Sabattini a la gobernación de la provincia, Juan José fue nombrado secretario de
la Universidad Popular Víctor Mercante.1 En 1938 se traslada a Córdoba capital, donde estudió en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Córdoba, en
la que tuvo como principal maestro al filósofo italiano Rodolfo Mondolfo. Se
doctoró con la tesis: "Las bases sociológicas de la cultura griega"
en 1944 con Diploma de Honor y Medalla de Oro.
En 1947,
durante la presidencia de Juan Domingo
Perón, Hernández Arregui renuncia al partido radical y comienza su
aproximación al peronismo. Se muda a la ciudad de La Plata y de la mano del intelectual Arturo Jauretche ingresa como funcionario en el gobierno bonaerense de Domingo Mercante como Director de Publicaciones y Prensa del Ministerio de Hacienda y en 1948 es profesor adjunto Historia en la Facultad de Humanidades y Ciencias de
la Educación de la Universidad Nacional de La Plata - Universidad Nacional
de Eva Perón y en
la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Con
la salida de Mercante del gobierno provincial Hernández Arregui se traslada a
Capital Federal, donde se "refugia en el medio universitario",
manteniendo el cargo en la Universidad Nacional
de la Plata ocupando
además la dirección del Instituto de Historia. Hasta el golpe de estado de 1955
también tenía un programa en Radio del Estado, "donde reseñaba libros y
comentaba actividades culturales".1
En 1955, con
el golpe de estado de la dictadura autoproclamada Revolución Libertadora, Hernández
Arregui es expulsado, por sus ideas políticas, de todos sus puestos en la
universidad. Hernández Arregui se concentró en la labor universitaria,
fundamentalmente como director del Instituto de Historia de la UNLP, mientras
practicaba el periodismo en la vieja Radio del Estado con programas culturales.
Ya había practicado el periodismo militante en los diarios Debate, Doctrina
Radical y La Libertad. Permanece brevemente en el exilio.3 4
En 1957, bajo un ambiente opresivo en
medio de fusilamientos y con el peronismo proscripto, durante la dictadura de Pedro Eugenio
Aramburu Hernández
Arregui escribe sus obras más importantes, convirtiéndose en el ideólogo más
leído por las organizaciones que combatieron en la resistencia peronista hasta
el regreso del General al poder.
En 1964 lanza el movimiento CONDOR junto con otros intelectuales. El 19 de octubre de 1972 sufre un atentado político en su domicilio: 2 kg de gelinita estallan en
su departamento. Juan José salva su vida por ubicarse en una habitación interior,
pero su esposa es internada. Un año después es distinguido como Profesor
Emérito de la Universidad de Buenos Aires. En 1974 dirige la revista "Peronismo y liberación".
Tras recibir amenazas de muerte y
aparecer su nombre en una lista de condenados de la Triple A ese
mismo año, viaja a Mar del Plata y estando en esta ciudad el 22 de septiembre sufre un síncope que
termina con su vida.
Arturo Jauretche fue un intelectual criollo, uno de los más
destacados panegiristas de la cultura nacional, que renegó del europeísmo de
las elites y clases medias y se volcó a la causa de los paisanos, de los
hombres de a pie, del pueblo trabajador.
Nació en la localidad
bonaerense de Lincoln, el 13 de noviembre de 1901. Mayor entre diez hermanos,
hijos de un empleado y una maestra, Jauretche agradeció siempre haberse
trenzado en aventuras con los hijos de los paisanos del pueblo, hecho que
–según dijera- le permitió conocer el otro mundo, “la vida de los boyeritos”.
Convertido en
yrigoyenista, tras el golpe de estado de 1930, participó del levantamiento de
1933 en Paso de los Libres –al que le dedicó un largo poema- y dos años más
tarde fue uno de los creadores de la Fuerza de Orientación Radical de la
Joven Argentina, más conocida por sus siglas: FORJA, desde donde llamó a
transformar la “Argentina colonial” en una “Argentina libre”.
Celebró la llegada del
peronismo y pronto aceptó el cargo de presidente del Banco de la Provincia de
Buenos Aires, hasta 1951, cuando se alejó por diferencias con Perón. Tras el
golpe de 1955, se dedicó a escribir en defensa de lo conquistado durante diez
años de gobierno popular con el semanario El 45 y el periódico El líder.
Luego de su exilio en
Montevideo y tras el frustrado acercamiento al frondizismo, dedicó tiempo a
la reflexión, surgiendo así varios de sus libros más reconocidos, entre
otros, El medio pelo en la
sociedad argentina y Manual
de zonceras argentinas. Falleció el 25 de mayo de 1974.
|
Raimundo José
Ongaro1 (Mar del Plata, 13 de febrero1 de 1924 - Los Polvorines,2 1 de agosto de 2016)
fue un dirigente sindical argentino,
secretario general del gremio de los trabajadores gráficos.
En 1968,
durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, fundó la central
sindical CGT de los Argentinos, planteada como
una alternativa a las facciones participacionista ―encabezada por Augusto Timoteo Vandor, que estaba
dispuesto a pactar con el gobierno de facto aún después de que este reprimiera
violentamente la huelga general de
marzo de 1967 y
la –peronistaortodoxa―
de las llamadas 62 Organizaciones,
encabezadas por José Ignacio Rucci; la CGTA adoptó un
perfil más radical que estas, denunciando la burocratización que impedía el
logro de los objetivos sindicales.
Aunque algunos sectores
del peronismo, en particular Rucci, acusaran repetidamente a Ongaro de trotskismo,
su acción en la CGTA fue representativa del ala revolucionaria del peronismo,
en la línea inaugurada por John William Cooke; estuvo ligado a
dirigentes sindicales peronistas, como Ricardo De Luca y Lorenzo Pepe,
al igual que a periodistas y escritores como Rodolfo Walsh, Horacio Verbitsky y Rogelio García Lupo y a artistas
gráficos como Ricardo Carpani, Fernando Pino Solanas y
el vanguardista Grupo Cine Liberación.
Con Walsh había colaborado en varios textos, y artículos conjuntos habían visto
la luz en la revista Cristianismo y Revolución.
Ongaro dio apoyo al
alzamiento del Cordobazo, entre el 28 y el 30 de mayo de 1969.
El 30 de junio del mismo año, pocas horas después de
la muerte de Vandor, fue encarcelado por el Gobierno militar al igual que Agustín Tosco y Elpidio Torres,
las principales figuras del Cordobazo. Estaría preso varios años, y a su salida
organizaría el movimiento llamado Peronismo de Base.
El 15 y 16 de septiembre
de 1974, crea desde el Ingenio Bella Vista de Tucumán junto a dirigentes de esa
época ―Gonzalo Negro Chávez, Agustín Gringo Tosco, Atilio Santillán, Jorge Fernando Di Pascuale, Roberto Gringo Lopresti, Alberto Piccinini, Omar Turco Cherri, Francisco Barba Gutiérrez,
entre otros― la Coordinadora de Gremios, Comisiones Internas y Fábricas en
Conflicto, que desarrollaba huelgas en la FOTIA, Saiar, Matarazzo, Luz y Fuerza
de Córdoba, Acindar, Propulsora Siderúrgica, Gatic y otras. Esta reunión fue la
última de la CGT de los Argentinos. La vehemente oposición
a la línea derecha del peronismo, representada por José López Rega, llevarían a Raimundo
Ongaro de nuevo a la cárcel en 1975;
estando detenido «a disposición del Poder Ejecutivo» conforme al estado de sitio recibió
la noticia de que uno de sus hijos, Alfredo Máximo, había sido asesinado por
la Triple A.
Tras acciones infructuosas contra otros de sus familiares, los siguió al
exilio, donde permaneció hasta la restauración de la democracia.
----------------------------------------------------------------------------------------------------
Aporte de Nicolás:
El texto Altamirano, Peronismo
y cultura de izquierda, busca, principalmente, colocar el antagonismo entre
peronismo y antiperonismo que tomo cuenta de la realidad política e intelectual
desde el ascenso del mismo. Sin embargo, el eje del análisis de la izquierda
nacional se centra en el proceso político desencadenado con el golpe de estado
de 1955.
Según este autor, el clivaje peronismo/antiperonismo no solo
se daba entre los sectores oligárquicos y los sectores progresistas, sino que
ya desde el primer gobierno de Perón este fenómeno se dio también dentro de la
izquierda representada por el PC y por el PS. Aunque la antinomia de clases
podría ser interpretada en términos de clases, el proletariado era refractario
a esta interpretación y asumía la primera como la central. Dada la
interpretación errada del “hecho peronista”, esta izquierda habría pasado a ser
un dato marginal en el proceso político.
En esta situación, los jóvenes que veían como el PC y el PS
no tenían ningún tipo de representación de la clase trabajadora, pero
principalmente la caída del peronismo se bifurca de estas estructuras y
comienzan a buscar otra forma de interpretación de estos hechos. En este
sentido, la izquierda nacional naciente es “hija del peronismo”.
Las dos grandes preguntas que gestaron a esta generación se
dieron en relación a las condiciones sociales, políticas y económicas que la
emergencia del peronismo y el proletariado no se había encolumnado en un
partido de orientación marxista. En
términos generales, la respuesta a estas preguntas se dio en la incomprensión
de estas estructuras las fuertes transformaciones sociales que se estaban
produciendo y su ceguera frente a la “cuestión nacional”. Por otro lado, Perón
sacó al movimiento militar nacionalista
transfigurándolo por la búsqueda del apoyo de las masas en el sentido del ideal
de la justicia social.
Es en este contexto que surge la izquierda nacional.
El texto de Jauretche, El
plan Prebich, retorno al coloniaje, es un texto económico de fuerte
contenido político. Los objetivos centrales del mismo es criticar al plan
económico elaborado por Prebich y asumido por la Libertadora en 1956, así como,
de forma más o menos explícita, defender las transformaciones desarrolladas
durante los dos primeros mandatos de Perón. En este sentido, el eje de la
crítica en términos económicos se centra en demostrar que la situación
económica descrita por Prebich es exagerada y metodológicamente incorrecta. Sin
embargo, lo que Jauretche argumentar es que esto no es un error, sino que tiene
el objetivo claro de retrotraer el desarrollo de la autonomía nacional a la
vieja dominación del imperialismo inglés y destruir las conquistas que el
pueblo adquirió durante el peronismo.
Los textos de Hernandez Arregui, de Cooke, así como los
programas de La Falda y de Huerta Grande, son los que más dialogan. Los primero
dos autores hacen un esfuerzo, desde el marxismo como marco interpretativo y
desde el peronismo como marco político, pensar la cuestión del socialismo
nacional. Ambos autores entendían que el peronismo era el movimiento político
por el cual se deben llevar a cabo las profundas transformaciones que la
sociedad argentina debe realizar para construir la patria.
En estos textos, Cooke es más explícito en la
caracterización de las burguesías nacionales. En esta caracterización coincide
con Frondizi y Peña en que estas son no solo no son revolucionarias, sino que
necesitan estar al resguardo del Imperialismo frente a una posible ofensiva
insurgente.
En este sentido, Hernandez Arregui es un poco más ambiguo.
Aunque le otorga un papel protagónico a la clase trabajadora el desarrollo se
centra en superar la semi industrialización. Aunque consigna la integración
industrial con América Latina, el proceso de industrialización nacional debe
tener como objetivo el mercado interno, la ruptura con los compromisos con el
exterior y de este modo llegar a la independencia económica de la nación.
El programa de La Falda de la CGT de los Argentino, escrito
en 1957, puede dividirse en tres partes. La primera hace referencia a la
conformación de la CGTA como organización obrera, antiburocrática y combativa.
La segunda, sería el programa en sí, donde se enumeran una serie de consignas
de política económica antiimperialistas y anti oligárquicas, centradas en el
control estatal de sectores clave. La
tercera y última es el llamado a los diferentes sectores sociales que serían
beneficiados por este programa en el cual entran, los trabajadores, los
estudiantes, los intelectuales, los militares nacionalistas, los religiosos,
los empresarios nacionales y los pequeños comerciantes e industriales.
El programa de Huerta Grande, es escrito en 1962 después de
derrocamiento de Frondizi y tiene una fuerte influencia de la Revolución
Cubana. Aunque bastante parecido con el programa de 1956 en lo que se refiere a
las estatizaciones de sectores clave, este trae por lo menos dos componentes
nuevo y más radicales, el control obrero de la producción y la planificación de
la producción en función de los intereses de pueblo y de la nación.
-----------------------------------------------------------------------
Aporte de Ariel:
John William Cooke: “Hay que
cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema“ – Uno de los líderes del ala izquierda del
peronismo. Fue designado por Perón como apoderado del movimiento luego del
golpe de 1955.
El pensamiento burgués sostiene que el subdesarrollo no es más que una
etapa previa al desarrollo, que los países en esa etapa cumplirán con los pasos
evolutivos que les permitirá convertirse en países adelantados. Cooke sostiene
que el subdesarrollo no es un fenómeno de cada país sino un proceso de alcance
mundial producto de la expansión del capitalismo. Las diferencias técnicas que
sostiene el pensamiento burgués en la comparación del grado de subdesarrollo entre Argentina y
otros países subdesarrollados, no hace más que esconder el hecho de que es
parte del proceso de dependencia que lleva implícito el capitalismo en expansión
a escala mundial. Desde esta dinámica pura capitalista de dependencia, hace una
crítica al desarrollismo, quienes sostienen de que para lograr la
industrialización toda inversión aporta al desarrollo, que todo desarrollo
industrial es sinónimo de crecimiento autónomo, que las ganancias de los
empresarios se transforman en inversiones. Ignoran el problema imperialista, el
cual a través de estas inversiones, se revitalizará la producción ero al costo
de desplazar y eliminar las actividades productivas de menor competencia. Esta
política, solo puede ser concebida bajo una profunda planificación del Estado
que contemple los intereses generales. Para lo no deberá estar bajo el control
de la burguesía.
Carlos Altamirano:
“Peronismo y cultura de izquierda”
El texto analiza las visiones generadas en el seno de la izquierda en
Argentina sobre el peronismo, atravesando las distintas etapas, en las que el
peronismo construye su base sociopolítica en la clase trabajadora. En este
sentido, la perturbación que para la izquierda implica que un movimiento
“ajeno” a las fuerzas productivas en pugna se convierta en su representante
político, generará revisiones y cuestionamientos internos en la izquierda, fundamentalmente
entre sus mayores representantes, el partido Socialista y el Comunista.
La visión de ambos partidos se ubica en una fuerte condena a que una fuerza
nacida en un régimen militar dispute la orientación de los sindicatos. La
izquierda, en defensa de la reivindicación democrática, se ubica como activo
opositor a lo que considera un movimiento saliente del fascismo que intenta
cooptar a la clase trabajadora, que la somete y la dirige a antojo de su líder. Desde el triunfo electoral peronista en 1946
se posicionan como férreos opositores en defensa de una resistencia
democrática, a tal punto que celebran el golpe militar del 55’ como medio de
“liberación” de la clase trabajadora. Si bien el partido comunista no celebra
el golpe en sí mismo, rescata su valor en tanto que libera la acción de las
masas.
Pero la idea de una nueva realineación de fuerzas obreras en torno a los
partidos de izquierda una vez caído el gobierno de Perón, choca según el autor,
con el hecho de que para la mayoría de los obreros la acción de la clase
trabajadora sigue asociada a la identidad peronista, en torno a la cual
buscarán una revancha política. El eje peronistas/antiperonistas, que la
izquierda pretendía superar, se torna central de allí en adelante en la
relación de fuerzas en pugna. Cuestión que origina un revisionismo en el ámbito
intelectual de la izquierda.
Una cuestión importante que resalta Altamirano respecto a esto último, es
que la izquierda representaba solo piezas secundarias en el juego político,
cuyo escenario en realidad era definido por el sistema de partidos legales, por
las fuerzas Armadas, las corporaciones empresarias y el sindicalismo peronista.
Su debilidad en la puja política los aísla
hacia la esfera intelectual y ámbitos culturales de la vida política. En este
sentido, los primeros años de este revisionismo en la izquierda, transitan
sobre los ámbitos intelectuales de clase media, más que políticos. Este hecho
quizás debiera ser uno de los más relevantes al momento de pensar en los
factores principales mediante los cuales la coalición de izquierda no puede
hacer frente al peronismo en 1946, más allá del errático análisis coyuntural que
realiza en torno al peronismo y su origen, que lo dejará completamente relegado
de la escena política durante esos primeros años. Es decir, la debilidad de la
izquierda en términos organizativos y representativos debe buscarse mucho
tiempo antes del surgimiento del peronismo, y de las corrientes nacionalistas.
A tal punto el hecho político del peronismo plantea una profundidad en el
análisis sociopolítico que, hasta para los intelectuales de la izquierda se toma
al peronismo como clivaje generacional desde el cual partir y argumentar los
análisis revisionistas. Esto implica que el planteo revisionista impulsado por
el peronismo, no solo alcanza a la izquierda, sino a las propias visiones
dentro del peronismo, en virtud de la cuales se producen autointerpretaciones
que acercan elementos argumentales marxistas, produciéndose lo que Altamirano
denomina una producción intelectual de frontera, donde discursos como los de
J.W. Cooke se interpretan como variantes del discurso peronista y también como
variante de una izquierda nacionalista.
Las interpretaciones puestas en juego girarán en torno a 2 cuestiones: por
un lado las condiciones económicas, sociales y políticas que hicieron posible
el surgimiento del peronismo; por otro la cuestión de porqué la clase obrera
industrial no hizo su aparición política bajo la dirección de un partido
socialista. La izquierda debatirá luego del 55 las condiciones de posibilidad
del peronismo de subsistir si no se torna en un partido obrero con fines de
tal, en tanto de esa manera lograría hallar su garantía teórica en el marxismo.
No obstante, la corriente marxista no era homogénea; sus principales adhesiones
se nucleaban en torno al Leninismo, fundamentalmente en la tesis sobre
imperialismo y la “cuestión nacional”, y el Trotskismo, también de tendencia
teórica sobre el imperialismo. Una tercera vertiente marxista, apoyada en J. P
Sartre y Gramsci, era la llamada neomarxismo, con menos peso y difusión que las
anteriores.
El ingreso del nacionalismo militar, del cual surgirá Perón, en 1943,
frente al cual la izquierda adopta una oposición antifascista, pone al
revisionismo a analizar tres elementos: el nacionalismo militar fue resultado
de tendencias industrialistas y antimperialistas en el ejército; donde los
nacionalistas de derecha no tuvieron relevancia; y donde Perón saca al
movimiento nacionalista militar de su encierro buscando el apoyo de las masas
obreras. Cuestiones estas a las que la izquierda era totalmente ajena,
fundamentalmente a la “cuestión nacional”.
Así el elemento de síntesis que en lo social había generado la
industrialización, encuentra a Perón y al movimiento nacionalista militar como
aglutinador, frente a una carencia de representación en el orden político
tradicional que sostuviera la representatividad tanto de los intereses de la
burguesía industrial como de los auténticos partidos obreros. Entre ellos, esta
incapacidad de representación por parte de la izquierda expresada en la
coalición de la Unión Democrática que pierde frente al peronismo en 1946.
Rescata el aporte de Ricardo Piglia, que resalta en la huelga y
movilización nacional del 17 de Octubre de 1945 como el primer símbolo real
producido por la clase obrera: se instala en el pensamiento de la nueva
izquierda el “hecho peronista” como representativo de la
acción del movimiento obrero. El peronismo se inscribiría entonces dentro del
relato marxista, no como un retroceso sino como un tramo del camino, en pos de
la nacionalización de la conciencia obrera. Desde el 55 el peronismo operará como
reordenador de las significaciones de izquierda, quien en gran parte buscará
desde entonces un encuentro entre socialismo y nación, o un nacionalismo de
izquierda.
Arturo Jauretche: “El Plan
Prebisch: retorno al coloniaje”
En el prólogo a la tercera edición Jauretche establece el argumento
conductor desde el cual criticará fuertemente el Plan Prebich y revalidará como
pronósticos cumplidos. Con el golpe de 1943, la revolución Libertadora tiene
una visión anti histórica, dado que no observó los cambios que la guerra
mundial habían impuesto a la realidad, rompiendo el sistema de intercambio de
materias primas por un sistema industrial de sustitución capaz de capitalizar
el país y generar mano de obra calificada. Esto se avizoraba ya desde 1939,
atento a un replanteo de la economía que se imponía en los hechos. Según el
autor la nueva realidad impuesta por la situación internacional propendía a
estructurar un país con el mercado interno como centro y no el intercambio de
productos primarios.
El golpe de 1955 rompe con esto rescatando la idea de que solo el saldo del
intercambio con el exterior permite construir riqueza, cuando en realidad,
independientemente del volumen de exportación o importación, la verdadera
riqueza se mide por la propia producción del país y su capacidad de consumirla.
El rasgo fundamental en Jauretche es la posición nacionalista y autónoma
enarbolada durante la década peronista y criticada por los preceptos del Plan
Prebisch.
En primer término, sostiene que Prebisch acusa una honda crisis económica,
que según Jauretche y las estadísticas no existe, con el fin de justificar el
paquete de medidas que propondrá, del cual sobresale la principal; la
contratación de empréstitos. Jauretche reivindica la forma de enfrentar una
crisis de déficit comercial, como sucedió en 1952, ante la cual no se recurrió
al empréstito internacional, como suscribe Prebisch, sino a afrontar el período
de precios internacionales de exportación e importación desfavorables, de
términos de intercambio adversos, sin tener que afrontar adicionalmente los
servicios de una deuda. Del mismo modo, aspecto criticado por Prebisch,
Jauretche convalida la decisión de capitalizar las dividas acumuladas durante
la guerra (Ferrocarriles) con el fin de repatriar deuda y capital extranjero ya
existente en el país, de modo tal de contribuir a la industrialización del
país. A pesar de ser criticado por Prebisch en el contexto del Plan, es
reivindicado por éste en un estudio de la CEPAL. Prebisch critica, por un lado
haber empleado las divisas acumuladas durante la guerra en eliminar el pasivo
que afectaba la economía nacional y ponía en peligro la independencia
económica. No obstante, desde la CEPAL, celebra este tipo de políticas,
alentando la posibilidad de impulsar la industrializacio gracias al aumento de
resvas producto del aumento de las exportaciones y la disminución de las importaciones
producto de la guerra; momento además propicio para la repatriación de
capitales y eliminación de la elementos de vulnerabilidad que representan los
servicios de la deuda.
El eje principal es oponer el Prebisch de la CEPAL, pos industrialista y el
Prebisch del Plan, funcionario público, responsable principal de desplegar el
control monetario de Inglaterra sobre la economía Argentina a través de la creación
del Banco Central y el permanente fomento de toma de empréstitos.
Programa de La Falda.
Plenario nacional de delegaciones regionales de la CGT y de las 62
Organizaciones. La Falda, Córdoba, 1957
El documento narra un contexto histórico en el que describe brevemente la
resistencia obrera del sindicalismo y el peronismo a partir de 1955, con la
proscripción del peronismo, la intervención de la CGT por parte del gobierno
militar. Resaltando principalmente el carácter nacional de dicha resistencia y
esfuerzos de reorganización. La recuperación de sindicatos y de la primer CGT regional
en Córdoba en 1957, que forman la “intersindical”, obligando al gobierno través
de un paro general a convocar al Congreso normalizador de la CGT, donde se
produce una ruptura y surgen las “62 Organizaciones”. Esta organización junto a
la CGT de Córdoba organizan un plenario nacional en la Falda, Córdoba, donde
confecciona un programa obrero, de clara posición antiimperialista enmarcado en
el peronismo histórico. Algunos de los puntos más salientes de programa:
-Control estatal del comercio exterior
-Integración económica latinoamericana
-Políticas de consumo interno, altos salarios, mayor producción nacional
-Nacionalización de los frigoríficos
-Control estatal del crédito
-expropiación del latifundio agrario en el marco de
-Reconocimiento del movimiento obrero como fuerza fundamental nacional y
hegemónico en la confección de un plan político-económico-social.
Programa de Huerta Grande.
Plenario Nacional de las 62 Organización. Huerta Grande, Córdoba, 1962.
El documento también analiza el contexto político-económico en el que se da
la lucha por la reorganización obrera en con el fin de imponer los programas
obreros, los cuales interpretaban en clave imperialista la tendencia económica
del gobierno desarrollista de concentración del capital y la consecuente
represión del movimiento obrero, encarnado en el Plan Conintes de Forndizi.
En un plenario Nacional de las “62 Organizaciones” realizado en Huerta Grande, Córdoba, se
alienta un programa abiertamente de izquierda, de acuerdo a la voluntad de
Perón, el cual se manifiesta en los 10 puntos del acuerdo, entre los que se
destacan: nacionalización de todos los bancos y el sistema bancario; control
estatal sobre el comercio exterior; nacionalización de los sectores clave de la
economía, desconocer los compromisos financieros firmados a espaldas del
pueblo; planificación la producción en
pos de los intereses nacionales.
Universidad y País. Conferencia
de John William Cooke. Cordoba. 4 de Diciembre de 1964
Se trata de una conferencia donde describe, en torno al fracaso del retorno
al país de Perón, la concepción revolucionaria del peronismo. Describe el
camino del movimiento revolucionario en el que el avance de la conciencia
revolucionario del pueblo cobra fundamenta importancia en pos de una dinámica
de acumulación teórica de la praxis revolucionaria. En este sentido, dirige su
crítica a quienes no ven en el peronismo éste carácter revolucionario. Afirma
que no puede haber un revolucionario que sea antiperonista, o una lucha
revolucionaria desvinculada de la lucha del peronismo. No niega que pueda
aceptarse como revolucionario a alguien que no reivindique al peronismo como
herramienta política de la clase trabajadora en Argentina, pero no pueden
negarla. Critica a los intelectuales que, en lugar de reparar en el lugar que
ocupa el peronismo en la relación de fuerzas, lo califican de no tener el suficiente
nivel revolucionario, negando la posibilidad del peronismo de sobrepasar sus
limitaciones teóricas y ganar un desarrollo de la conciencia revolucionaria.
El vector revolucionario en Argentina para Cook, es el Peronismo, y como
tal puede y debe tener el transitar dialéctico entre práctica y teoría, entre
praxis revolucionaria y capitalización teórica de la conciencia revolucionaria,
que sectores intelectuales de la izquierda solo reservan para la organización
del proletariado en los marcos del
partido de los trabajadores, y niegan al peronismo endilgándole una endógena
limitación teórica. Es en este sentido esencial donde Cook representa uno de
los pensadores más emblemáticos dentro del peronismo en hacer coincidir en
términos teóricos el marxismo con el peronismo. “El peronismo es la agrupación de las clases revolucionarias en este
momento de la historia Argentina”, la lucha de clases en su forma política
se da entre peronistas y antiperonistas, y por tanto, no hay posibilidad de que
el peronismo negocie con el régimen oligárquico.
En este punto, es quizás donde surgen algunas cuestiones difíciles de
conciliar entre las concepciones que componen el peronismo para Cook y los
términos marxistas de la izquierda: Ante
las críticas por parte de intelectuales peronistas, de que bajo esta concepción
el movimiento se caería en un partido clasista, Cook responde que el peronismo
es policlasista, ya que está
integrado también por sectores de la burguesía, aunque, no obstante esto, su
ideología no es policlasista. Es decir, según Cook, el movimiento está integrado por un sector
minoritario, pero constructivo y útil para la nueva sociedad, de la burguesía.
Sin embargo, el esquema de pensamiento o ideología del movimiento
revolucionario peronista ha de ser el mayoritario en su seno, el de la clase
trabajadora, y no el de la minoría burguesa, la cual también forma parte. Desde
la izquierda puede ser objetado como una limitación teórica, el incluir en un
Movimiento revolucionario a una parte “útil” de la burguesía. Distinto es afirmar
que en una determinada etapa de la lucha contra el capitalismo, se necesita
pregonar un desarrollo incipiente de la burguesía, con el fin de estimular el
desarrollo de las fuerzas productivas que posibiliten el siguiente salto
dialéctico en el camino revolucionario de superación de la clase trabajadora
sobre el capital.
Cook sostiene también, asimilando desde el marxismo, el lugar indiscutido
que la violencia tiene en toda intención netamente revolucionaria, de
realización de un país soberano, de supresión de la explotación, el cual no
puede lograrse mediante la conciliación o el diálogo. Hecho que será
evidenciado en el fracaso del retorno de Perón, y que confirma que solo el
camino revolucionario mediante la violencia puede asegurar el éxito.
Estrategia y tácticas
revolucionarias. Doc. presentado al congreso de Córdoba por la Tendencia
revolucionaria del Peronismo. Enero de 1969
Analiza los distintos medios de la estrategia colonialista a nivel global,
la cual propende a “desmilitarizarse”; los medios masivos de comunicación, la
industria del cine, tienden a legitimar el prestigio del imperialismo
distrayendo a las masas de sus objetivos políticos de clase. Los tratados
económicos de comercio explotan la vulnerabilidad económica de los países neocolonizados.
Ante la proscripción del peronismo, y la imposibilidad de acuerdos electorales
que no impliquen subordinación al colonialismo, lo que se evidencia es el valor
de la estrategia. Y la estrategia
contempla a la violencia como tendencia inevitable de la lucha de clases.
Mediante ella, se adopta el esquema de “La guerra de guerrillas” de E. Guevara
y la noción de la Revolución Cubana que aseguraba que acciones político-
militares generarían como reacción un levantamiento de las masas que se incorporaría
al pueblo en armas. El estudio de la estrategia en la lucha armada (estudio de
C. V. Clausewitz) será la vía principal de acción política.
Selección de la CGT de los
Argentinos, presidida por Raimundo Ongaro. Mensaje a los trabajadores y el
pueblo, 1º de Mayo de 1968.
El documento denuncia y describe la entrega del patrimonio económico por
parte del gobierno de la Revolución Libertadora, a través de las políticas del
libre comercio que dieron rienda suelta a la entrada de monopolios y a la
concentración económica, perjudicando la industria local. Ante lo cual realza
el llamamiento de históricos pronunciamientos de la clase trabajadora, tales
como: la propiedad existente debe estar en función social; trabajadores en la
participación de la producción pero también en la dirección de las empresas;
nacionalización de los sectores clave de la economía (petróleo, siderurgia,
electricidad, frigoríficos, etc); desconocimientos de la deuda; expulsión de
los monopolios; reforma agraria; iguales condiciones de accesos a la educación.
Juan Jose Hernandez Arregui:
“Nacionalismo y Liberación.Metrópolis y Colonias en le era del Imperiaismo”
(1969). Escritor,
político, uno de los intelectuales más influyentes del peronismo revolucionario.
Arregui enfatiza en el marco del pensamiento y cultura literaria de la
época, un pensamiento nacional y otro antinacional. En estos términos se
inscribía según el autor la concepción del mismo Perón, a quien no le
interesaban las ideologías, “se reía de ellas”. Su pensamiento debe ubicarse en
el plano patriótico que es el real instrumento de liberación, y no en el del
pensamiento. En este sentido el marxismo es un medio para servir a los fines de
la patria. Para Arregui el Marxismo es un método para la investigación de la
historia y la cultura. Pero el marxismo, como todo método, no debe ser
trasladado esquemáticamente y superpuesto a cualquier realidad histórica, diversas
entre sí, cuestión que han sostenido las izquierdas tradicionalmente en
Argentina. El método depende siempre de una situación temporal y no ésta del
método.
Según Arregui, Perón representa al proletariado nacional, la fuerza
política mas importante del país. También al nacionalismo anticolonialista. Es
el símbolo de la revolución Nacional. Nuclea en torno a su personalidad
política a las masas obreras. Pero es el pueblo el que crea con la actividad al
conductor, quien se limita a administrar esa actividad, en tanto coincida con
los objetivos colectivos de las masas. Los descontentos sociales crean al
líder, y éste los unifica y orienta hacia fines colectivos: esto es el
liderazgo.
---------------------------------------------------------------
Aporte de Paula:
Como se mencionó en la clase 6 el
debate en donde se ubica los sucesos entre 1955-1976 tienen como ejes, por un
lado, la lectura del peronismo después del golpe de 1955, precisamente a responder
¿qué pasará con la clase trabajadora que
había adherido masivamente al peronismo? y, por otro parte, a pensar en el
desarrollo futuro del país de ahí en más, dado la creciente complejización de
la economía, es decir: ¿qué sendero va a
tomar el país? Altamirano (2001)
A partir del Golpe del 55 de la
Fusiladora se replantea la distribución del ingreso que se venía dando con el
peronismo. Si bien en términos económicos se continúa- incluso profundiza- el perfil industrialista[1], en
términos políticos este periodo implica una ofensiva muy fuerte contra los trabajadores[2]. Tal
como explica Baschetti (1988:116) “...En
lo económico se inicia un periodo de concentración monopólica y desarrollo
dependiente de sectores claves de la industria. Este proceso será acompañado
del intento a nivel político de encauzar bajo la hegemonía de la gran burguesía
monopólica a la clase trabajadora”.
Durante estos años de
alternancias de golpes de estados con gobiernos democráticos, se multiplicarán las huelgas y los planes de lucha.
La Resistencia Peronista mostrará, en
este periodo, la actividad de las bases, no pasividad. En este sentido tanto la
selección de Baschetti con sus Documentos de la Resistencia Peronista como la
Selección de la CGT de los Argentinos por un Patria Justa, Libre y Soberana
podrán en manifiesto esto último.
En este marco se van a inscribir
tanto las corrientes contra hegemónicas (izquierda
marxista y nacional) como aquellas que no piensan en una transformación
radical (estructuralismo y desarrollismo).
Si bien durante el peronismo va a
estar enfrentadas la izquierda marxista de la izquierda nacional, durante esta
etapa va haber una confluencia de las
dos corrientes. Los sucesos del Cordobazo
de 1969 permiten pensar esta relectura del mapa político y la confluencia
de ambas corrientes[3].
De esta manera, los textos
propuestos para la clase 7 dan cuenta de los debates de la denominada
“izquierda nacional” y de las contribuciones de sus principales exponentes (J.W.Cooke, A. Jauretche, J.J. Hernández
Arregui, R. Puiggrós , J.A. Ramos) en estrecha vinculación a los
interrogantes planteados para el resto de las corrientes del periodo 1955-1976.
Asimismo, se incorporan aportes centrales del diagnóstico de la izquierda
nacional respecto a la política económica durante momento claves de la segunda
sustitución muy vigentes en la actualidad: capital
extranjero, monopolios, imperialismos, colonialismo, entre otros.
Como describe Altamirano (2001)[4] tras el
derrocamiento del régimen justicialista fue haciéndose visible la discusión
sobre qué era y qué había sido finalmente el peronismo. Así el autor se propone
a revisar las visiones que el peronismo motivó
dentro de un área de la cultura política e intelectual: la de la izquierda,
para la cual comprender el “hecho peronista” se volvió también el problema
capital, la “clave del destino”.
Desde principios, socialistas y
comunistas identificaron los signos del fascismo en la iniciativa que, desde el
régimen militar nacionalista, comenzaba a disputarles la orientación de los sindicatos
obreros. El conjunto de la cultura de izquierda se alinearía con arreglo a esa
definición del peronismo en el poder. De
esta forma, tanto el Partido Comunista
como el Partido Socialista darán su
apoyo a Revolución Libertadora – en la revista comunista Pasado y Presente y en semanario socialista
La Vanguardia- aunque con
algunas con algunas disidencias. El
Partido Comunista tendrá como consigna central el reclamo de un gobierno de
amplia coalición democrática y a diferencia de los socialistas, buscará la
unidad de acción con dirigentes obreros peronistas en las luchas
reivindicativas y en la oposición a la orientación política económica del
gobierno, escapando así al eje peronismo/antiperonismo.
“La idea de un nuevo alineamiento de fuerzas chocará con el dato de que
para la mayoría de los obreros, la acción de clase a la que se entregaban, por
los salarios o por la recuperación de los sindicatos intervenidos por el
gobierno, no se disociaba de la identidad peronista y que el clivaje
peronismo/antiperonismo no era a sus ojos una división secundaria, sino
central. Lo que el nuevo orden les había traído era al mismo tiempo una
revancha social y política”. Altamirano (2001:53)
Luego del golpe de 1955 se revisa
el ámbito político e intelectual de la
izquierda argentina dando lugar a una eclosión
de libros políticos y trabajos documentados sobre aspectos de la historia
argentina reciente, tal como la Revista
de Historia.
Está revisión en el ámbito de la
izquierda como explica Altamirano (2001) se inscribió, por una lado, en el
contexto político peronismo/antiperonismo , dado por una
conflictividad social que remitía a la acción de un proletariado amplio y
concentrado que se expresaba en el interior de esa antinomia y por otro, en el
contexto ideológico activado por el universo de las clases medias ilustradas. Los
partidos de la izquierda hallaran su campo principal de gravitación en la
escena ideológica y en los aparatos de cultura. Dichos partidos ¿podrían
arrogarse la representación política de la clase obrera?
Fue la exposición común al
clivaje que introdujo el peronismo lo
que desencadenó el efecto de generación y de fractura generacional. La idea
de generación ofrece a menudo una
significación de referencia y de identidad para miembros jóvenes de las elites cultivadas que ingresan en la escena
cultural afirmando la “conciencia” generacional como marca de distinción,
inconformismo y heterodoxia. Revista contorno, Gaceta literaria:
rasgo de autoidentificación jóvenes sin maestros.
Jorge Abelardo Ramos por ejemplo reclamaría para sí el
reconocimiento que se debía a los precursores. Destinaba una voluminosa
síntesis de la historia nacional a responder a los interrogantes de la nueva
generación.
El peronismo fue, en el orden
local, el centro de referencia de la mutación. La resignificación del peronismo
se encadenó a una actividad de resignificación más general que se imprimiría en
el campo de la izquierda corroyendo y desplazando hacia el pasado o hacia el
reino del error, representaciones durante mucho tiempo dominantes en ese campo.
Altamirano (2001)
Además, impulsó otros focos de
inspiración intelectual y política colocados algunos de ellos fuera del marco
de la experiencia nacional. Cuando en 1960 el órgano de los intelectuales
comunistas Cuadernos de Cultura consagre todo un número al análisis y la
refutación de la “nueva izquierda” varios de los colaboradores de la revista
hallarán en la representación del peronismo un signo distintivo de la familia
ideológica en cuestión. No habrá de alterar lo que la izquierda era ya en la
sociedad argentina: más un área activa de la vida ideológica, que una fuerza de
significación en la arena política. Tendrá a la universidad como su ámbito
principal pero no el único.
Surgió así una producción
intelectual con manifestaciones con variantes del discurso peronista y de izquierda
nacional que más allá de la común referencia al marxismo, en su interior no se presenta como un pensamiento
homogéneo[5].
Todas con el propósito de responder a dos cuestiones: 1- a las condiciones
económicas, sociales y políticas que hicieron posible la emergencia del
peronismo como movimiento y su implantación como régimen después de obtener el
triunfo en las elecciones de 1946 y 2- dar cuenta de por qué la clase obrera
industrial no había hecho su ingreso en la escena política argentina bajo la
dirección de un partido de orientación socialista que se reclamara de clase o
proletario en correspondencia con los presupuestos de la teoría marxista
(cuestionamiento al papel del PS y PC).
En breve mención tanto Jorge Abelardo Ramos (Revolución y
contrarrevolución en la Argentina en 1957) como
Rodolfo Puiggrós (El proletariado
en la revolución nacional publicado 1958 y precedico por Historia crítica de los
partidos políticos argentinos de 1956) son
claves con las cuales se interpretará al peronismo. Eran los exponentes
más visibles de círculos marxistas marginales con relación a la cultura de
izquierda antes de 1955. Después de esa fecha, el discurso que había tenido a
aquellos círculos como focos de elaboración y emisión dejaría de ser periférico
respecto de esa misma cultura, como lo mostraría las reediciones, las citas y
también las polémicas. (Altamirano, 2001)
Según explica Altamirano
(2001:69) “...La referencia a los
elementos compartidos de una dilucidación que daba forma histórica a una
lectura que se quería estratégica nos servirá, entonces, de principio
organizador al intentar una exposición general del discurso que tenía como
objeto enunciar una compresión verdadera del peronismo”:
1- En primer lugar el papel de la industrialización, de la burguesía
nacional, el capital extranjero y el imperialismo.
A la tesis histórica de Puiggros,
Ramos o Hernandez Arregui, que asociarían la industrialización a la presencia de una burguesía nacional, se
opondrían a los análisis de Micíades Peña, quien desligaría ambos fenómenos,
negando que la transformación operada en la economía argentina hubiera sido
obra de una clase de empresarios que respondiera a la categoría de la burguesía
nacional. En el arco que iba entre una y otra postura se encontrará, se
expondrían variantes que, como las de Ismael Viñas, se aproximarían y se
alejarían en distintos puntos de algunos de los dos. Altamirano (2001:70)
El imperialismo es la gran clave de todas las interpretaciones disidentes como lo será
en el discurso de toda la izquierda posterior a 1955. El liberalismo operaba
como el mediador ideológico de este sistema
de dominación semicolonial, dentro de cuyo dispositivo funcionaban y como
órganos suyos la prensa, la universidad y las elites intelectuales.
En línea con esto último es
oportuno remarca las contribuciones de Robero
Baschetti[6]
en la selección de Documentos de la Resistencia Peronista, 1955-1970 de 1988 que
tanto el Programa de La Falda de 1957
como el Programa de Huerta Grande de
1962 constituyeron auténticos programas
de gobierno, antioligárquicos y antiimperialistas enmarcados en las grandes
banderas históricas del peronismo. “Un
verdadero aporte del Movimiento Obrero Argentino en la lucha por la Liberación
Nacional y Social de nuestra Patria”. El Programa de la Falda, tras el
nacimiento de las “62 organizaciones”, constituyó en un hecho histórico en el
marco de resistencia obrera y lucha política del peronismo contra las
proscripciones y la entrega de la dictadura de Aramburu para llevar adelante el
Plan Prebisch. Mas tarde, luego del
derrocamiento de Frondizi por los militares y en un marco internacional que se
consideraba favorable para la lucha de los pueblos, el Movimiento Obrero
presenta su Programa en Huerta Grande el cual profundiza los contenidos
antioligárquicos del peronismo.
A esto último se suma el documento presentado al congreso de Córdoba
por la tendencia revolucionaria del peronismo el 11 y 12 de enero de 1969[7]. Allí se
expresa la estrategia y la táctica revolucionarias necesarias para crear el
Estado Socialista-Peronista. Una serie de puntos en donde se resalta no sólo el
rol del imperialismo y el colonialismo, al igual que en otros documentos, sino
que suma la lucha armada[8].
El Programa del 1° de Mayo de la CGT de los Argentinos el cual resume
una serie de documentos las acciones protagonizadas por los trabajadores/as y
el pueblo en el periodo 1968-1973 introduce una serie de conceptos en relación al capital extranjero, los monopolios y el proceso
de tercerización los cuales reconfiguran las relaciones laborales. En ese
Programa del Primero de Mayo de 1968 la CGT convoca a amplios sectores -a
excepción de las minorías entregadores y los dirigentes corrompidos- a
movilizarse para combatir de frente al imperialismo, los monopolios y el
hambre. Así, denuncian como “El
aplastamiento de la clase obrera va acompañado de la liquidación de la
industria nacional, la entrega de todos los recursos, la sumisión a los
organismos financieros internacionales.” y agregan como “Durante el año 1967 se ha completado
prácticamente la entrega del patrimonio económico del país a los grandes
monopolios norteamericanos y europeos”. El gobierno, surgido con el apoyo
de las FFAA, rebajó los aranceles a las importaciones, los monopolios aplicaron
el dumping y los empresarios nacionales se hundieron. Esos monopolios, con ayuda de los bancos
extranjeros, ejecutaron a los deudores y llenaron de créditos a sus mandantes
que con dinero argentino compraron a precio de bancarrota las empresas que el
capital y el trabajo habían levantado con años de esfuerzo.
En este contexto el rol del sindicalismo es la lucha contra el
poder de los monopolios y contra toda forma de penetración extranjera. En
palabras de Amado Olmos “...El trabajador
quiere un sindicalismo integral, que se proyecte hacia el control del poder,
que asegura en función de tal el bienestar del pueblo todo. Lo otro es
sindicalismo amarillo, imperialista, que quiere que nos ocupemos solamente de
los convenios y las colonias de vacaciones”.
Juan José Hernández Arregui (1913-1974)[9]
en su escrito “Nacionalismo y
liberación. Metrópolis y colonias en la era del imperialismo.” del año 1987
(Edición original 1969) pone en el centro de la cuestión el rol de los organismos internacionales (FMI,
BM, OEA) y la propaganda internacionalizada/imperialista[10]. Así,
introduce el papel de las inversiones extranjeras y de los grandes monopolios,
tomando como ejemplo la explotación del petróleo argentino, y la importancia de
la industrialización nacional. Según Arregui (1987:242) “El equilibrio de las balanzas de pagos de las potencias dominantes se
logró así, a costa del desequilibrio permanente de las balanzas de pago de los
países endeudados, y por ende, en estado crónico de desequilibrio económico”.
El objetivo, para nivelar el desequilibrio del país deudor, es la intervención
del Fondo Monetario Internacional con el fin de “ayudar a los países
subdesarrollados” convirtiendo a los gobiernos deudores en instrumentos de
planificación del trabajo y en delegados políticos. Todo esto con el apoyo de
la propaganda internacionalizada/imperialista la cual crea una serie de
sofismas como la “eficacia de las inversiones de capitales privados
extranjeros” y los “beneficios del capital extranjero”. La planificaciones, la
determina el Fondo.
Arregui plantea la unidad Iberoamericana como una idea de
crecimiento al margen de EEUU y al proletariado
con la única clase social congénitamente anticolonialista. “Una
industrialización no es nacional si su planificación no responde a las
necesidades totales del país como unidad geográfica y demográfica”
Por su parte, Arturo Jauretche[11] en su Plan Prebisch: retorno al
coloniaje del año 1974 (Primera edición 1955) bajo el interrogante de
¿Hacia donde vamos? analiza los principales puntos del programa económico de la
Revolución Libertadora: el Plan Prebisch,
anticipando la situación del país años mas tarde. En resumen tal como explica
Jauretche (1974:133-134) “El plan
Prebisch significará la transferencia de una parte sustancial de nuestra
riqueza y de nuestra renta hacia las tierras de ultramar. Los argentinos
reduciremos el consumo, en virtud de la elevación del costo de vida y del auge
de la desocupación. De esta manera, no solamente aumentarán nuestros saldos
exportables, sino que serán más baratos, lo que será aprovechado por el
consumidor inglés que ensanchará su cinturón a medida que nosotros lo vayamos
achicando”. Con la liquidación de la industria y con una balanza comercial
deficitaria no quedará otra que contraer deudas y llegará asi entonces el
momento de la enajenación de nuestros bienes, ferrocarriles, flotas y usinas.
Así se irá “reconstruyendo el estatuto
del coloniaje, reduciendo al pueblo a la miseria, frustrando a los grandes
ideales nacionales y humillándolos en las condiciones de país satélite".
De esta manera, Jauretche muestra
como a través de los anuncios de una “situación catastrófica del país” hacia
1952 queda en evidencia la solución para
la instalación del viejo proyecto de la oligarquía. Prebisch inventa la crisis para justificar las medidas que después
propondrá. La principal de ellas: la contratación de empréstitos.
En su artículo del año 1973 “Hay que cambiar el sistema de estructuras
y no las estructuras del sistema” en la Revista Crisis, J.W. Cooke[12] deja
plasmada tanto su visión del
imperialismo y de los oligopolios extranjeros como del desarrollismo argentino. Allí Cooke plantea que la discusión sobre
si Argentina es o no un país “subdesarrollado” sirve para los “distinguidos economistas que vienen a
explicar lo bueno que es el capitalismo y que todo es cuestión que pongamos un
poco de orden, halaguen a sus auditorios y les hagan ver que no nos consideran
en un mismo nivel con la escoria de los países atrasados de Asia, África y
América Latina”. Además, y en clara
disidencia con Rostow[13],
explica que el presupuesto de que en los países subdesarrollados se reproducen
los procesos evolutivos que ya cumplieron con los capitalismos adelantados es
falso. El subdesarrollo es parte de un proceso de alcance mundial producido por
la expansión del capitalismo. El desarrollo de Inglaterra, Francia, Bélgica,
Holanda, Alemania, Estados Unidos se realizó en función del subdesarrollo del
mundo semicolonial y colonial. Lo que impulsó inicialmente al capitalismo en
sus lugares de origen fue, en gran parte, la riqueza que extrajeron de otros
continentes mediante la conquista (acumulación
originaria).
A través de los términos
desfavorables de intercambio, remisión de ganancias de monopolios, nos
descapitalizamos en beneficio del imperialismo. Esta es la gran ausencia que encontramos en todos los desarrollismos[14].
Ignoran el problema imperialista. O cuando la mencionan, como el frigerismo,
omiten que la penetración norteamericana no se limita a despojarnos en la
intermediación sino que participa del proceso de la producción y condiciona
toda nuestra economía.
Son las estructuras que hay que
cambiar. Una política de saneamiento sólo se concibe bajo una concepción
diametralmente opuesta; no bajo la libre empresa y la ley de la jungla sino
dentro de una planificación donde el
Estado dirija un proceso de modernización que contemple los intereses generales.
2-Ingreso de un nuevo actor: el nacionalismo militar que hace su
aparición en la revolución de 1943. De ese movimiento militar había surgido
Perón como su figura mas destacada y allí había puesto su foco la izquierda
tradicional al identificar el peronismo como proyecto fascista. Socialistas y
Comunistas habían hecho de la diyuntiva democracia o fascismo el eje de análisis
de la situación y del antifascismo el eje de la propia actividad política.
Arregui en este punto
referenciando a Perón indica como el Ejército contribuyó a su caída. La Marina,
al servicio de Gran Bretaña y la Masonería infiltrada en el Ejército consumaron
la traición a la patria.
Jauretche explica como la
experiencia que empieza en 1955 muestra que los partidos políticos que se creía
ya resucitados, estaban ya muertos en 1945. “La llamada Revolución Argentina,
es la confesión de ese fracaso hecho por las Fuerzas Armadas”. Aún los mismos
partidos confiesan su invalidez para resolver las cuestiones que se plantean.
Para Cooke desde 1955, el
Ejército es un partido mas, el partido continuo del régimen, el partido con la
máxima capacidad de violencia en una fase histórica en que la institucionalidad
democrática representativa no funciona y todo es acción directa.
3- Si el 17 de octubre simbolizaba la inserción tumultuosa de la nueva
clase obrera en la escena política nacional, La Union Democrática simbolizaría
la reacción del viejo orden contra la Argentina emergente y error histórico de
los partidos de izquierda o el desenlace de una larga deserción en cuanto a
partidos de izquierda.
Según Arregui (1987:271) “El
rasgo saliente de este papel histórico de Perón es que nuclea alrededor de su
personalidad política a las masas argentinas en proporción inversa al rechazo
unánime que concita en las clases anticolonialista, que en el, por tanto, no
atacan a un hombre sino al proletariado nacional, la única clase que, por su
génesis social y por su papel en la producción, enfrenta sin capitulaciones al
imperialismo” y agrega “El 17 de octubre de 1945 la clase obrera, sin
conciencia aún de su poder político, se volcó en las calles de Buenos Aires,
rescató al líder encarcelado por el propio Ejército presionado por la
oligarquía, los partidos coloniales y los capitales y la diplomacia
extranjeros. Ese día no se borrará de la historia argentina”. El problema es la
clase obrera organizada. El programa nacional de la clase obrera no coincide
con la política del imperialismo.
Jauretche hace referencia a como
la Revolución Libertadora estaba en manos de los viejos equipos del país
colonial que habían quedado marginados en 1945. Estos últimos intentaron borrar
los años peronistas. Para ese entonces
se destruyeron todos los intrumentos creados para encauzar la política nacional
de liberación.
Cooke en su conferencia
“Universidad y País” de 1964[15] explica
que para que la clase obrera tome el poder es necesario el rechazo de las formas
ideológicas que corresponden a la organización económico-social vigente y la
creación de una visión del mundo propia: que es la teoría revolucionaria. Los
intelectuales que juzgan al peronismo sin el marco y la erosión de la vida
práctica son en todo caso “Intelectuales de Izquierda”, que entonces pasa a no
querer decir nada. “No hay revolucionario sino de izquierda, pero se puede ser
de izquierda sin ser revolucionario” y agrega que “Lo que no puede existir es
un revolucionaria que sea antiperonista o una lucha revolucionaria desvinculada
concretamente del Peronismo....”.
Referenciando al 17 de octubre
explica que en los momentos de crisis los obreros actúan unidos por la
solidaridad de la clase, su conciencia propia avanza rápidamente, y los valores
que difunden los burgueses aparecen en su verdadera función de mitos que
encubren la explotación de unos hombres por otros. (Baschetti, 1988)
4- El peronismo no
pertenecía a la familia de los movimiento fascistas ¿Qué había sido entonces?
La expresión de un frente
imperialista (Ramos), un movimiento de liberación nacional (Puiggrós), una
tentativa nacional- burguesa de construir un capitalismo autónomo (Viñas). En
cualquier caso las definiciones que cobrarán gravitación en el discurso
revisionista identificarán en el peronismo un acontecimiento progresista frente
a la dominación oligárquico imperialista. Altamirano (2001)
El peronismo se inscribía así de
otro modo en el gran relato marxista: no como retroceso, ni como desviación del
camino que llevaba a la clase obrera a la realización de su ser, sino como un
tramo del camino, del tramo de la nacionalización de la conciencia obrera.
El “hecho peronista” sólo podía
ser verdaderamente comprendido sobre el fondo de la dependencia y el problema
nacional, claves que, a su vez iluminaban una historia mas larga, la del
pueblo-nación y la de las elites políticas-intelectuales.
A partir de 1955 el peronismo
comenzará a operar como un reordenador de las significaciones de la cultura de
izquierda y una parte creciente de ella se orientará a la búsqueda del
encuentro de socialismo y nación o dicho de otro modo de un nacionalismo de
izquierda una idea que hacia 1960 dice Ismael Viñas estaba en todos.
Posterior a 1955, Arregui
(1987:279) menciona a Perón como símbolo político es el campo de batalla donde
se ventila, a través de agitados y enredados tramos, este litigio entre la
colonia y la soberanía nacional. Perón dejó al país con importantes reservas de
oro y divisas y sin deudas exteriores. En 1955 no cayó Perón, sino el proletariado
nacional.
Cooke en su conferencia
“Universidad y País” de 1964[16] realiza
un análisis de la Operación Retorno de Perón incorporando una serie de
conceptos muy interesantes. Tanto la burocracia oportunista como el tremendismo
revolucionario son expresiones de una misma concepción errónea. Ambas son
concepciones no revolucionarias. La no violencia del burócrata y la violencia
sin base teórica y sin base moral del tremendismo, la única diferencia viene a
ser la violencia pero despojada de su carácter instrumental, transformada en
inmediatez, en respuesta por sí misma suficiente. Una concepción burocrática renuncia al triunfo
total y se resigna a los pequeños éxitos parciales. Una línea
seudo-revolucionaria busca solo aposteosis totales.
El peronismo fue la causa y el
resultado de inmensos progresos de conciencia colectiva. Es un nucleamiento
donde la clase trabajadora confluye y se expresa, a través del cual hace sus
experiencias y da sus batallas. Es la agrupación de las clases revolucionarias
así como el papel que cumple Perón es el de encabezar y promover esa rebeldía
contra el imperialismo.
Bibliográfia
Obligatoria
Altamirano, Carlos, Peronismo y cultura de izquierda, Buenos
Aires, Temas Grupo Editorial, 2001. (Páginas 49 a 79).
Fuentes Obligatorias
Selección de Baschetti, Roberto, Documentos de la
Resistencia Peronista, 1955-1970, Buenos Aires: Puntosur, 1988. (Páginas 66 a 69, 116 a 8, 119 a 205, 320 a 8, 427 a 33) (Textos
obligatorios: Páginas 66 a
69 (Programa de La Falda), 116
a 8 (Programa de Huerta Grande), Conferencia de John
William Cooke “Universidad y País”, 4 de Diciembre de 1964, en especial pp. 171 a 196, Documentos
“Estrategia y táctica revolucionarias. Documento presentado al congreso de
Córdoba por la tendencia revolucionaria del peronismo, 11 y 12 de enero de
1969, pp. 320-8). El resto de los textos son optativos.
Selección de CGT de los Argentinos. Por una patria justa,
libre y soberana, la patria socialista, Buenos Aires, Federación Gráfica
Bonaerense, 2001. (Páginas 25 a
29)
Hernández Arregui, Juan José, Nacionalismo y liberación.
Metrópolis y colonias en la era del imperialismo, Buenos Aires, Editorial
Contrapunto, 1987. (Edición original 1969) (Páginas 21 a 31 y 241 a 300)
Jauretche, Arturo, El Plan Prebisch: retorno al coloniaje,
Buenos Aires, Peña Lillo, 1974. (Primera edición 1955) (Páginas 7 a 48 y 107 a 135)
Cooke, John William, “Hay que cambiar el sistema de
estructuras y no las estructuras del sistema”, Revista Crisis, 1973.
[1]La política desarrollista plantea algunas salidas
claves para el activismo obrero y la
industrialización con un importante papel del capital extranjero. Esto va a ser
cuestionado por autores como Cooke, Jauretche y Hernandez Arregui.
[2]Como se repasó en la clase 8 de Historia de la Clase
Trabajadora en el marco de la proscripción del peronismo y del exilio de Perón
se llevó adelante una fuerte ofensiva contra el trabajo. A través de una serie
de decretos se excluyó de la actividad gremial a cualquier dirigente peronista,
se intervino la CGT y se declararon disueltas y carentes de autoridad a todas
las comisiones internas. Estos hechos se produjeron en el marco de la
Revolución Cubana en 1959 y de la aplicación del Plan CONINTES (Conmoción
Interna del Estado) en 1960. (Basualdo, V. 2010)
[3]El Cordobazo marca un punto de inflexión. Fue un hecho
complejo en el cual amplios sectores de la clase obrera participaron bajo el
peso de influencias culturales, intelectuales y políticas que en conjunto, eran
probablemente más poderosas que los problemas inmediatos de la industria
automotriz o a la economía. (Brennan, 1994)
[4] Es un sociólogo argentino. investigador
del CONICET, profesor de la Universidad Nacional de Quilmes. Autor de
numerosos libros sobre política y sociedad. Obtuvo la Beca
Guggenheim en 2004, el Premio Konex - Diploma al Mérito
en 2004 y 2006, y el Konex de Platino en 2014. Especialista
en historia de las ideas. Escribe en el campo de la historia intelectual. Con
sus contribuciones retoma alguna de las principales líneas de debate del
periodo (Clase N° 6-PEA- FLACSO).
[5] No todas las operaciones interpretativas aparecerán
igualmente ambiciosas y muchas de ellas serán poco mas que la repetición de un
conjunto relativamente fijo de enunciados e imágenes histórico, convertidos en
lugares comunes después de 1960.
[6]Tiene una página de Internet www.robertobaschetti.com. Licenciado en
Sociología. Universidad “Del Salvador. Facultad de Ciencias Sociales. Posee
numerosos escritos y publicaciones.
[7] En Baschetti (1988)
[8] Ya entre 1969 y 1973 hay un ascenso de la militancia
de los trabajadores (Rosariazo y Cordobazo) y el surgimiento organizaciones
político-militares.
[9]Fue
un escritor y político argentino. Es considerado uno de los
intelectuales más importantes de la corriente del Peronismo Revolucionario. Según
César Arias (1987: Prólogo) fue un luchador fiel a la causa nacional. Un
pensador formado en la profundización de las ideas marxistas, con una práctica
política enfrentada a las corrientes locales asumidas como herederos de Marx y
Lenin. Fue perseguido por las dictaduras de turno por nacional y peronista. Su
pensamiento tuvo reconocimiento de Perón y de la juventud argentina.
[10]Las primeras páginas seleccionadas de su escrito hacen
referencia a sistema educativo argentino el cual “custodia los ideales formativos
de una oligarquía decadente”. Aparte afirma que por primera vez ha aparecido
una pasión por los libros esclarecedores de la conciencia nacional y menciona
que hay un pensamiento nacional (como el caso de Scalabrini Ortiz) y un
antipensamiento colonial (Jorge Luis Borges)
[11] A. Jauretche (1901-1974) fue un
pensador, escritor y político argentino. Figura relevante
de la Unión Cívica Radical y del peronismo a partir del
llamado día de la Lealtad en el 17 de octubre de 1945.
[12] J.W.Cooke (1919-1968) fue un político argentino, líder del ala
izquierda del peronismo hasta su muerte. Fue designado por el propio Juan
Domingo Perón como apoderado del Movimiento Nacional
Justicialista luego del golpe cívico-militar autodenominado Revolución
Libertadora de 1955. Es señalado por el peronismo ortodoxo como el
responsable de la confluencia del marxismo en el justicialismo.
[13] Cooke (1973) explica que Rostow escribió un libro que
todos los economistas burgueses repetían que planteaba científicamente las
etapas de la evolución económica, analizaba las condiciones de despegue hacia
el desarrollo. Y agrega “…. El señor Rostow es uno de los colaboradores de la
política imperialista de Johnson y fue tratado como el enemigo del país y de
América Latina que es. Pero lo que nadie se acordó de mencionar es que ningún
país del mundo ha “despegado” ni está en vías de hacerlo.”
[14] Se apoya en una serie de falacias: toda inversión
equivale a desarrollo, toda industria es factor de crecimiento autónomo, las
ganancias empresariales se transformas en inversión, el capital extranjero
cumple la función de acumulación primitiva.
[15] En Baschetti (1988) pp 165-196.
[16] En Baschetti (1988). Op. Cit.
--------------------------------------------------------
Aporte de Andrés:
Altamirano recorre el
pensamiento de izquierda en torno al “hecho peronista” durante el período
1955-1965. El derrocamiento de Perón dio lugar a un paso al frente de las
corrientes de izquierda, que habían sido empujadas hacia la marginalidad
(política, sindical e ideológica) durante los dos gobiernos peronistas. Este
resurgir se produciría, fundamentalmente, en el plano ideológico, dado que las
diversas corrientes de izquierda (incluidas el PC y PS) mantendrían un rol
marginal en el devenir político y sindical durante aquellos años.
El factor común que unifica
al revisionismo en torno al significado del peronismo giraba en torno a dos
cuestiones: las condiciones económicas, sociales y políticas que posibilitaron
el surgimiento del movimiento peronista; y explicar por qué no se había
desarrollado una orientación marxista de la clase obrera industrial.
Este revisionismo implicaba
una crítica a la llamada “izquierda tradicional” (PC y PS) que habían
construido un discurso y una práctica antiperonista, lo que significó alejarnos
del sentir popular, y más específicamente, de la vida sindical y política de la
clase obrera. La renovación no puede asociarse unívocamente a un cambio
generacional, ya que existían referentes que no pertenecían a una “nueva”
generación (Puiggrós, Ramos, Hernández Arregui).
Según el autor, la
resignificación del peronismo por parte de la izquierda implicaría una bisagra
en la matriz ideológica y cultural de la izquierda en Argentina, dando lugar a
una nueva izquierda, en oposición a la izquierda tradicional. Sin embargo,
Altamirano sostiene que este punto de inflexión ideológico no significaría un
cambio político, al menos en el período analizado, dado que la izquierda no
lograría penetrar más allá de algunos sectores de clase media urbanas. La nueva
izquierda pretendería dotar al herramental analítico marxista de una mirada
nacionalista, dando lugar lugar a la denominada izquierda nacional.
La discusión ideológica
acerca del peronismo resultaba de una importancia cabal no sólo en términos meramente
intelectuales sino también porque habilitaba nuevas estrategias políticas para
la izquierda. Podría decirse que la nueva consideración del peronismo dentro
del relato histórico se vinculaba al objetivo político de salir de la
marginalidad: le permite a la izquierda introducir un discurso marxista con
raigambre popular. En lugar de ser un retroceso, un engaño o un desvío de los
genuinos intereses de la clase trabajadora (visión de la izquierda
tradicional), el peronismo pasaría a ser un paso progresivo en la historia de la
lucha de clases, en el que la forma de avanzar sería la construcción del
socialismo nacional: la superación del momento peronista llegaría a través de
una crisis o de una transmutación.
Altamirano señala a Rodolfo
Puigrrós, José Hernández Arregui y Jorge Abelardo Ramos como los máximos
referentes intelectuales de la nueva izquierda. Por otro lado, coloca a Ismael
Viñas y Milcíades Peña como un representante de
una “contracorriente de la tendencia principal”. Estas corrientes se distinguirían,
por ejemplo, en lo que respecta a la identificación del sujeto protagonista
de la industrialización: ¿Había surgido una nueva burguesía nacional (Ramos y
Hernández Arregui), o había sido dirigida por la misma oligarquía terrateniente
diversificada hacia actividades industriales (Peña)?
En oposición a la
caracterización del peronismo como nacionalismo fascista (izquierda
tradicional), el revisionismo destacaría la unión del nacionalismo militar con
la clase obrera como base política, incluyendo distintas interpretaciones
alternativas: frente atiimperialista (Ramos), movimiento de liberación nacional
(Puigrrós), intento burgués de construir un capitalismo autónomo (Viñas). Lo
que une a las diversas interprestaciones es el carácter históricamente progresista
del peronismo frente a la dominación oligárquico-imperialista.
Programa de La Falda
(1957)
El Programa de La Falda surge
como resultado del Plenario Nacional de Delegados Regionales de la CGT y las 62
Organizaciones realizado en septiembre de 1957, convocado por la CGT de Córdoba
(primera regional recuperada luego del Golpe de 1955). El “Programa” consistía
en una serie de consignas, algunas de las cuales apuntaban a una reversión de
los cambios introducidos por la dictadura militar y/o establecían un avance del
control estatal sobre la actividad económica (estatización del comercio
exterior, control centralizado del crédito, nacionalización de frigoríficos
extranjeros, impulso a la industrialización y mecanización del sector agrario).
Otras consignas trascendían la esfera de las políticas estatales (Control
obrero de la producción y distribución de la riqueza nacional, mediante la
participación de los trabajadores a través de las organizaciones sindicales);
mientras que otros puntos resultaban meramente declarativos, no programáticos
(“estabilidad absoluta de los trabajadores”, “solidaridad de la clase
trabajadora con las luchas de liberación nacional de los pueblos oprimidos”,
“política internacional independiente”).
Programa de Huerta
Grande (1962)
En marzo de 1962 se produce
un triunfo electoral de candidatos peronistas en varias provincias, entre ellas
Buenos Aires. Como respuesta, pocos días después de las elecciones se
desencadena un nuevo golpe militar que derroca a Frondizi y suspende los
resultados electorales. En este contexto, el Programa de Huerta Grande es
producto de un Plenario Nacional de las 62 Organizaciones realizado en Huerta
Grande, Córdoba, en junio de 1962, y expresa la radicalización de la
resistencia peronista. El programa consiste en diez puntos programáticos que
implicaban el control estatal de prácticamente todas las operaciones económicas
relevantes (comercio externo e interno, finanzas, tierras, producción
industrial en sectores clave), sobre lo que se agrega el “control obrero sobre
la producción”.
Conferencia de John
William Cooke “Universidad y País” (1964)
En esta la conferencia
brindada en Córdoba pocos días después del intento fallido retorno de Perón a
la Argentina, Cooke desarrolla una reivindicación del rol de la teoría como
fuente generadora de ideología anticapitalista en la conciencia de clase de los
trabajadores. Su discurso está atravesado tanto por una fuerte crítica a la
conducción burocrática del movimiento peronista. Como por una crítica a los
intelectuales de izquierda que niegan el potencial revolucionario del
movimiento peronista. En este sentido, Cooke rechaza las corrientes de
izquierda que prescinden de “la lucha de las masas y del peronismo como
expresión de ellas”: éstas podrán ser de izquierda, pero nunca serán
revolucionarias. Por otro lado, los estratos burocráticos dentro del peronismo
constituyen focos contrarrevolucionarios que expresan las limitaciones de la
clase obrera realmente existente. En este marco, Cooke plantea la necesidad de
un proceso de crecimiento de la conciencia de los obreros (peronistas) en forma
paralela a la conciencia revolucionaria de los intelectuales y revolucionarios.
Así, lanza una provocación al afirmar que los universitarios de izquierda
“teórica” y la conducción burocrática de derecha del peronismo tienen una misma
visión reaccionaria.
En otros pasajes de su
conferencia Cooke realiza expresiones de deseo proyectando un futuro
revolucionario del peronismo bajo la conducción del propio Perón, quien en
lugar de “transar con el imperialismo” volvería al país a “encabezar y promover
esa rebeldía contra el imperialismo y el privilegio interno”.
Más allá de la arenga con
respecto carácter revolucionario del líder en el exilio la dicotomía central
planteada por Cooke en la Conferencia es imperialismo-nacionalismo, mientras
que la contradicción capital-trabajo aparece soslayada en el discurso.
Cooke, John William,
“Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema”,
Revista Crisis, 1973.
En el artículo en la revista
Crisis –fragmento del libro “Peronismo y Revolución” publicado con
posterioridad a su muerte-, Cooke cuestiona la discusión en torno a si
Argentina era un país subdesarrollado, de desarrollo incompleto, u otra
acepción; y en su argumentación retoma elementos de la crítica que tanto
teóricos estructuralistas como dependentistas hacían a la teoría del desarrollo
hegemónicas –en particular, aquella centrada en las etapas al desarrollo
planteadas por Rostow-. Luego su planteo se acerca más a la mirada
dependentista, ya que resalta que el elemento central para comprender la
debilidad argentina –y de otros países de la región y de Asia y África-,
omitido por los teóricos del desarrollo, es el “problema imperialista”.
Enumera cuatro falacias del
desarrollismo: asumir que las ganancias empresarias se traducen en inversiones,
que toda inversión implica desarrollo, que toda industria genera desarrollo
autónomo, y que las inversiones de capitales extranjeros constituyen la
“acumulación primitiva” que tuvieron los países desarrollados. Plantea su
crítica al desarrollismo al explicar los diferentes mecanismos de explotación
imperialista, basados ya no sólo en la existencia de filiales extranjeras o el
pago de deuda; sino también de la dependencia tecnológica que las empresas
nacionales tienen respecto a los países desarrollados, y en la articulación
entre la burguesía nacional y el imperialismo.
Estrategia y táctica revolucionarias. Documento presentado al Congreso
de Córdoba por la Tendencia Revolucionaria del Peronismo (1969).
El documento plantea la
necesidad de tomar el poder mediante la lucha armada, afirmando que se
encuentra agotada la “coexistencia pacífica con el imperialismo” impuesta por
el Comunismo Soviético. Así, la estrategia propuesta consiste en conformar una
vanguardia armada que en el desarrollo de la guerra de guerrillas se transforme
eventualmente en el Ejército del Pueblo. El documento llama una y otra vez a la
toma de las armas, aunque no expone un análisis de la situación económica
social ni política, más allá de alguna mención que daría cuenta de la
existencia de una situación de crisis sistémica (“en esta época de transición
entre el capitalismo y el socialismo”) propicia para la avanzada foquista. La
lucha armada se presenta no sólo como necesaria sino también como inevitable,
como único medio posible que lleve a la instauración del Estado
“Socialista-Peronista” y la “felicidad del pueblo”. El cierre del documento
contiene una arenga de la lucha armada revolucionaria, lamentable a la luz de
los hechos históricos, del “único jefe, líder y conductor”.
Selección de CGT
de los Argentinos. Por una patria justa, libre y soberana, la patria socialista,
Buenos Aires, Federación Gráfica Bonaerense, 2001. (Páginas 25 a 29)
El texto fue publicado en el
primer número de la publicación oficial de la CGT de los argentinos, en el
marco de los actos que la central organizó para conmemorar el día del
trabajador, y se cree que fue escrito por el secretario general, Raimundo
Ongaro, y Rodolfo Walsh.
El documento propone
cuestionar la compra-venta de fuerza de trabajo y la propiedad privada de los
medios de producción, a partir de cuestionamientos respecto a la potestad de
los trabajadores de intervenir en la administración de las empresas, a la
necesidad de nacionalización de sectores claves de la economía, no
reconocimiento de compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo, a
favor de la reforma agraria y contra los monopolios y los privilegios de las
clases privilegiadas. Retoma a Amado Olmos[1]
para plantear la necesidad de un sindicalismo integral, que no se ocupe
“solamente de los convenios y las colonias de vacaciones”. En clara referencia
a la facción de la CGT conducida por Vandor, el documento crítica a los
dirigentes colaboracionistas, sus formas de vida (y su enriquecimiento) y los
acusa de traición al pueblo.
Otro aspecto interesante del
documento es que señala que “el movimiento obrero es la voluntad del pueblo, y
como tal no se puede clausurar ni intervenir”,
señalando que como tal trascendía los edificios, el reconocimiento de la
personería o los sellos –es decir, el reconocimiento de parte del Estado como
actor sindical-. El documento finaliza convocando a empresarios nacionales,
comerciantes, estudiantes, universitarios, artistas, intelectuales, militares y
religiosos a unirse en la lucha para combatir al imperialismo, el hambre y los
monopolios, pues “sólo el pueblo salvará al pueblo”.
Hernández Arregui, Juan José, Nacionalismo y liberación. Metrópolis y
colonias en la era del imperialismo, Buenos Aires, Editorial Contrapunto, 1987.
(Edición original 1969) (Páginas 21
a 31 y 241
a 300)
Nacionalismo y Liberación es
una de las principales obras de Hernández Arregui, junto con La formación de la
Conciencia Nacional (1960) y ¿Qué es el ser nacional? (1963). En su libro,
Hernández Arregui se aproxima a la cuestión del nacionalismo desde el marxismo.
Resulta interesante la
referencia del autor al “desequilibrio crónico”: el autor atribuye el “desequilibrio”,
en referencia al endeudamiento de los países periféricos, a factores
estructurales y no a una supuesta deficiente administración por parte de los
gobiernos. Sin embargo, atribuye tal desequilibrio a un accionar directo y
consciente de del imperialismo: el bloqueo de la industrialización junto con la
fijación del precio de las materias primas por parte de los países “avanzados”
fuerza a devaluaciones recurrentes que llevan a un incremento del poder de
compra de las monedas extranjeras en detrimento de la moneda nacional. Por lo
tanto, el Hernández Arregui describe un mecanismo de transferencia de ingresos
desde los países subdesarrollados hacia los países centrales.
Si bien el autor no
desarrolla en profundidad el mecanismo de transferencia de ingresos a nivel
internacional, el origen de su planteo puede ser rastreado en la teoría del
intercambio desigual de Arghiri Emmanuel. Asimismo, Hernández Arregui cuestiona
la supuesta conveniencia de la entrada de capitales extranjeros para suplir el
insuficiente ahorra nacional (desarrollismo) a partir de señalar la fuga de
capitales que se desata en momento de reversión del ciclo económico.
En oposición a la
planificación imperialista de las economías subdesarrolladas, el autor
contrapone la planificación Estatal autónoma del desarrollo industrial. En este
camino se propone un “nacionalismo iberoamericano” en el que se borren las
fronteras económicas y culturales latinoamericanas para conformar un gran
bloque económico, con el tamaño de mercado suficiente para alcanzar un
desarrollo autónomo, bajo la planificación guiada por el Estado.
El carácter concentrado y
extranjerizado de la actividad industrial en Argentina lleva al autor a
caracterizarlo como una industrialización “no estructural”. En particular, la
elevada incidencia del capital extranjero es señalada como un límite estructura
al desarrollo profundo de la industrialización: las subsidiarias locales se
encuentran al servicio de filiales en el extranjero, por lo que sus actividades
en el territorio argentino no responden necesariamente a las necesidades
internas. En este sentido, el autor pondera al proceso de industrialización no
sólo en su carácter material sino, fundamentalmente, como una necesidad
ineludible para lograr la independencia económica.
Otro aspecto destacable en el
plano del pensamiento económico consiste en la relación entre la inflación y el
crecimiento. En este punto el autor afirma la tesis estructuralista, en
oposición a la monetarista, al sostener que la inflación es inevitable y hasta
positiva en el marco de un proceso de crecimiento (el monetarismo, por el
contrario, sostiene que la inflación desincentiva el ahorro, y por tanto, la
inversión, por lo que existe una disyuntiva entre inflación y crecimiento).
Jauretche, Arturo, El
Plan Prebisch: retorno al coloniaje, Buenos Aires, Peña Lillo, 1974. (Primera
edición 1955) (Páginas 7 a
48 y 107 a
135)
Jaurteche parte de cuestionar
los datos empíricos utilizados por Prebisch para describir una situación
crítica en el sector externo (escasez de divisas) como medio para imponer un
plan de ajuste, destacando asimismo, el desendeudamiento externo durante los
gobiernos de Perón. En cuanto al plan propuesto por Prebisch, Jauretche critica
cuatro puntos centrales: la transferencia de ingresos al sector agrario
exportador que implica la devaluación; la toma de deuda externa; la política
monetaria contractiva como medio para bajar la inflación; la sustitución de convenios
bilaterales de comercio por un sistema multilateral que, según Jauretche,
responde a los intereses de Gran Bretaña.
[1]
Amado Olmos fue un dirigente del gremio de Sanidad y miembro de la Mesa
Coordinadora de las 62 Organizaciones Peronistas que había fallecido algunos
meses antes, en un accidente automovilístico en enero de 1968. El congreso
normalizador de 1968, a partir del cual nace la CGT de los Argentinos, llevó su
nombre.
-----------------------------------------------------------------
Aporte de María Eugenia:
-----------------------------------------------------------------
Aporte de María Eugenia:
Altamirano
define que después del derrocamiento de Perón en el 55, se evidencia la
necesidad de todo proyecto político de encontrar una definición del peronismo
para sostenerse ante la continuidad e incluso el fortalecimiento de la
identificación popular y del creciente apoyo intelectual al movimiento nacido
el 17 de Octubre del 45.
La
proscripción solo crearía, entonces, un protagonismo cada vez mayor del
peronismo como consecuencia de este interés cada vez mayor desde todos los
campos por entender su naturaleza.
Altamirano se
enfocará en la perturbación sufrida, frente a esta situación, en el campo de la
izquierda. Diferenciará ala tradicional de los partidos sociales y comunistas
que ante la emergencia del Peronismo se definieron como opositores.
Pero el
momento histórico que importa al autor en este sentido es después de la
Revolución Libertadora, cuando esta ala más tradicional se muestra en conformidad
con el golpe, mientras que por otro lado emerge una fuerte oleada de
producciones revisionistas que se darían a través de numerosas publicaciones de
revistas y libros y donde comenzará a hacerse oír una nueva posición dentro de
la izquierda que no se reconocerá con la vieja posición tradicional.
Estas nuevas
posiciones se identificarán con el peronismo pero también lo harán desde la
doctrina marxista, entendida como la forma en que el peronismo debe
reformularse o hacia donde debe mutar a partir de entonces. Preocupadas por
entender cuáles fueron las condiciones que dieron lugar a la emergencia del
peronismo y por qué la clase trabajadora no encontró esa identificación con un
partido socialista, buscando una autocrítica a su propio movimiento.
Hacia adentro
de los debates, las posiciones de izquierda tienen diferentes visiones respecto
a la naturaleza de la burguesía industrial y a su rol en la transformación
económica que se dio durante los años inmediatamente previos al primer gobierno
peronista.
Otro punto de
debate es la emergencia de un ala nacionalista dentro de las fuerzas armadas,
identificada por el ala tradicional de izquierda como una réplica fascista
mientras que los revisionistas entienden esta emergencia como una manifestación
antiimperialista dentro de las fuerzas que, en caso de toda duda, puede probar
sus intenciones con el apoyo de las masas obreras.
El nuevo
revisionismo de izquierda identifica la incapacidad de su campo para
representar a las masas populares, pero además de eso, identifica en sus
antecesores la reacción que defendió a un viejo orden contra el país naciente
nacional y popular.
Estas nuevas
posiciones están atravesadas por una firme convicción antiimperialista, que
reconoce en el surgimiento del peronismo la irrupción de una reconfiguración de
ideas antinacionales impuestas por los grupos hegemónicos beneficiados por un
país colonial.
Juan José
Hernández Arregui plantea desde el plano educativo, la necesidad de una reforma
que haga un corte con la educación formal, la cual está forjada en las bases
del liberalismo colonial y donde la literatura más reconocida y premiada es
aquella que responde a estos cánones y que excluye y rechaza todo pensamiento
que movilice a las masas en contra del statu quo.
Arregui
expresa la necesidad de una conformación regional latinoamericana en cuanto a
pensamiento y a producción, con un desarrollo industrial que responda a las
necesidades de consumo interno y llevada a cabo por capitales nacionales.
El autor
denuncia a los entreguistas de las industrias de interés nacional a capitales
extranjeros y ante ello expone que la salida a la dependencia es la combinación
de una revolución ideológica marxista con políticas de defensa y promoción
nacional.
La entrega de
la oligarquía al imperio de cuantiosos beneficios que en el país se traducían
en hambre, desocupación y falta de salud, llevando a un descontento social y
político, sumado a la falta de capacidad de los partidos de izquierda de
representar los intereses de clase de las masas populares es lo que deja el
terreno libre para la emergencia del peronismo que concederá derechos
democráticos y una mejor posición social a las masas, lo cual funda el motivo
de su derrocamiento.
Esta misma
posición imperialista que critica con dureza Arregui, es la que Cooke adjudica
a los desarrollistas, por considerar que entender que nos falta recorrer el
mismo camino que los países desarrollados ya han recorrido, sin considerar la
diferencia estructural y que la condición de los países desarrollados es tal en
función de la explotación de los países dependientes.
Planteando un
recorrido igual y necesario para todos los países, sin considerar las
características propias de cada uno, es tapar y eliminar el problema del
imperialismo.
La
configuración a la que intenta volverse desde cuadros de la oligarquía, utiliza
este ocultamiento y en nombre del bien de la economía nacional, promueven la
transferencia de riqueza y renta a los países que nos pretenden colonizar y
que, a costa del empobrecimiento de la población argentina, sacan réditos en la
compra de nuestros productos.
Esta es la
denuncia de Jauretche a las políticas y los discursos cambiantes, según
conveniencia de la clase oligárquica, de Prebisch.
La política
de Prebisch se sustenta en la mayor capacidad de exportación del sector
primario, sin transferencia de ingresos a los productores, sino directamente a
los grandes terratenientes. Esta mayor capacidad no se alcanza mediante un
crecimiento de la capacidad productiva, sino a costa de una menor capacidad de
compra de las masas obreras que ante la desindustrialización han visto empeorar
su nivel de consumo y sus condiciones de supervivencia.
Esta breve
caracterización de las fuentes, muestran la inquietud de los sectores
intelectuales por entender la intensificación en el apoyo al peronismo una vez
derrocado y la lógica de las políticas aplicadas por los gobiernos posteriores
que, aunque no siempre apunten a una desindustrialización como método de
disciplinamiento, sí permiten en todos
los casos un avance del capital extranjero, con políticas económicas
regresivas y con políticas de estado represivas que pretenden aniquilar la
capacidad de organización y movilización de la clases populares ante un
contexto de cada vez mayor dependencia económica y de liberalización, en
contraposición con la fuerte protección nacional vivida durante los diez años
del peronismo en el poder.
Este énfasis
en la necesidad de cuidar las condiciones de producción y de desarrollo
nacional, reconfigurado en función de los intereses del capital extranjero
desde el 55 en adelante, también es puesta sobre la mesa por la clase
trabajadora.
Esta clase
trabajadora ya puede presentarse con un factor de poder político, demostrando
que su capacidad de organización no estaba sujeta exclusivamente a la imagen
del líder.
El
surgimiento de la CGT de los Argentinos y los programas políticos y económicos
presentados por ella, da cuenta que la clase trabajadora no está preocupada
solamente por mejores condiciones de vida y por logros reformistas, sino que
entiende esto como consecuencia de un plan de estructura productiva nacional y
de políticas de protección y distribución de la riqueza generada, para lo cual
ve necesario el surgimiento y la defensa de reformas revolucionarias.
ALTAMIRANO CARLOS: Peronismo y Cultura de Izquierda (2001)
Carlos Altamirano:
Nació el 26/08/1939. Investigador Principal del CONICET y
Profesor Emérito de la Universidad Nacional de Quilmes. Miembro fundador de
la revista Punto de vista, integra
actualmente el consejo de dirección del anuario Prismas. En 2008 fue Profesor
Invitado en la Universidad de Harvard. Publicó los siguientes libros: Peronismo
y cultura de izquierda; Bajo el signo de las masas, 1943-1973; Para un programa
de historia intelectual; Intelectuales. Notas de investigación sobre una tribu
inquieta. Tuvo a su cuidado la dirección del diccionario Términos críticos
de sociología de la cultura y la Historia de los intelectuales en América
Latina. Obtuvo la Beca Guggenheim en 2004 y la Robert F. Kennedy Foundation en
2008. En 2011 la Universidad Ricardo Palma del Perú le otorgó el título de
Profesor Honorario de dicha casa y, en el 2013, la Universidad Nacional de Mar
del Plata le concedió también la distinción de Profesor Honorario.
BASCHETTI ROBERTO: Selección de documentos
Roberto
Baschetti es sociólogo e investigador. Ha publicado Documentos de la
Resistencia Peronista 1955-1970; Documentos 1970-1973. De la guerrilla
peronista al gobierno popular; dos volúmenes de Documentos 1973-1976: De
Cámpora a la ruptura y De la ruptura al golpe y otros dos subsiguientes de la
misma serie: Documentos 1976: Golpe militar y resistencia popular y Documentos
1977: Resistir es vencer. También, Rodolfo Walsh, vivo (escritos olvidados,
cronología de vida, bibliografía afín).
También en el
ámbito universitario fue invitado a participar en las cátedras libres
organizadas para conocer y discutir el pensamiento y acción de Ernesto Guevara,
John William Cooke, Rodolfo Walsh y Felipe Vallese. En dicho contexto colaboró
con artículos como: “Cooke de vuelta (El gran descartado de la historia
argentina)” con su trabajo John William Cooke: una historia de vida y lucha y
“Che el argentino” a través de su escrito, titulado De Perón al Che. Encuentros
y desencuentros entre el peronismo y la izquierda: 1945-1967. En el año 2012
publicó El alma de la Patria. El Peronismo y su lucha revolucionaria cuyo
objeto de investigación era el peronismo revolucionario en todas sus variantes
bibliográficas, desde sus inicios hasta la fecha.
JUAN JOSE HERNANDEZ ARREGUI:
“Nacionalismo y Liberación…” (1987)
Juan José
Hernández Arregui (Pergamino, 29 de septiembre de 1913 - Mar del Plata, 22 de septiembre de 1974) fue un escritor y político argentino. Es considerado uno de los intelectuales más importantes de la
corriente del Peronismo Revolucionario. Cursó Derecho en la Universidad de Buenos Aires y a los 19 años se afilió a la Unión
Cívica Radical yrigoyenista y escribió en
los periódicos partidarios Debate, Doctrina radical y La libertad.2 Debido a la muerte de su madre, ocurrida en 1933, se trasladó a Villa María, en la Provincia de Córdoba, a la casa de su tío materno, consiguiendo un empleo en la
Biblioteca Bernardino Rivadavia de esa ciudad. En 1947, durante la presidencia de Juan
Domingo Perón, Hernández Arregui renuncia al
partido radical y comienza su aproximación al peronismo. Se muda a la ciudad
de La Plata y de la mano del intelectual Arturo Jauretche ingresa como funcionario en el gobierno bonaerense de Domingo
Mercante como Director de
Publicaciones y Prensa del Ministerio de Hacienda y en 1948 es profesor adjunto Historia en la Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata - Universidad Nacional
de Eva Perón y en la Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Con la salida de Mercante del gobierno provincial Hernández
Arregui se traslada a Capital Federal, donde se "refugia en el medio
universitario", manteniendo el cargo en la Universidad Nacional
de la Plata ocupando además la dirección
del Instituto de Historia. Hasta el golpe de estado de 1955 también tenía un
programa en Radio del Estado, "donde reseñaba libros y comentaba
actividades culturales"En 1955, con el golpe de estado de la dictadura autoproclamada Revolución Libertadora, Hernández Arregui es expulsado, por sus ideas políticas, de
todos sus puestos en la universidad. Hernández Arregui se concentró en la labor
universitaria, fundamentalmente como director del Instituto de Historia de la
UNLP, mientras practicaba el periodismo en la vieja Radio del Estado con
programas culturales. Ya había practicado el periodismo militante en los
diarios Debate, Doctrina Radical y La Libertad. Permanece brevemente en el
exilio.
En 1957, bajo
un ambiente opresivo en medio de fusilamientos y con el peronismo proscripto,
durante la dictadura de Pedro
Eugenio Aramburu Hernández Arregui escribe
sus obras más importantes, convirtiéndose en el ideólogo más leído por las
organizaciones que combatieron en la resistencia peronista hasta el regreso del
General al poder.
En 1964 lanza el movimiento CONDOR junto con otros intelectuales.
El 19 de octubre de 1972 sufre un atentado político en su domicilio: 2 kg de gelinita
estallan en su departamento. Juan José salva su vida por ubicarse en una
habitación interior, pero su esposa es internada. Un año después es distinguido
como Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires. En 1974 dirige la revista "Peronismo y liberación".
Tras recibir
amenazas de muerte y aparecer su nombre en una lista de condenados de la Triple A ese
mismo año, viaja a Mar del Plata y estando en esta ciudad el 22 de septiembre sufre un
síncope que termina con su vida
ARTURO JAURETCHE: Plan Prebisch. Retorno al coloniaje (1955)
Arturo
Jauretche fue un intelectual criollo, uno de los más destacados panegiristas de
la cultura nacional, que renegó del europeísmo de las elites y clases medias y
se volcó a la causa de los paisanos, de los hombres de a pie, del pueblo
trabajador. Nació en la localidad bonaerense de Lincoln, el 13 de noviembre de
1901. Mayor entre diez hermanos, hijos de un empleado y una maestra, Jauretche
agradeció siempre haberse trenzado en aventuras con los hijos de los paisanos
del pueblo, hecho que –según dijera- le permitió conocer el otro mundo, “la
vida de los boyeritos”. Convertido en yrigoyenista, tras el golpe de estado de
1930, participó del levantamiento de 1933 en Paso de los Libres –al que le
dedicó un largo poema- y dos años más tarde fue uno de los creadores de la
Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, más conocida por sus
siglas: FORJA, desde donde llamó a transformar la “Argentina colonial” en una
“Argentina libre”. Celebró la llegada del peronismo y pronto aceptó el cargo de
presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, hasta 1951, cuando se
alejó por diferencias con Perón. Tras el golpe de 1955, se dedicó a escribir en
defensa de lo conquistado durante diez años de gobierno popular con el
semanario El 45 y el periódico El líder. Luego de su exilio en Montevideo y
tras el frustrado acercamiento al frondizismo, dedicó tiempo a la reflexión,
surgiendo así varios de sus libros más reconocidos, entre otros, El medio pelo
en la sociedad argentina y Manual de zonceras argentinas. Entristecido por la
realidad del país, falleció el 25 de mayo de 1974.
JOHN WILLIAM COOKE: “Hay que cambiar el sistema de estructuras y
no las estructuras del sistema” (Revista Crisis 1973)
John William Cooke nació en La Plata el 14 de noviembre de
1919; su padre, Juan Isaac Cooke, fue diputado por la Unión Cívica Radical y
canciller durante el gobierno de Edelmiro Farrell. Cooke militaría en la Unión
Universitaria Intransigente, mientras cursaba Derecho en la Universidad de La
Plata. Egresó como abogado en 1943 y fue electo diputado por el peronismo, a
los 25 años, para el período 1946-1952. En el Congreso fue presidente de las comisiones
de Asuntos Constitucionales, de la Redacción del Código Aeronáutico y de la
Protección de los Derechos Intelectuales. Fue profesor titular de economía
política en la facultad de derecho y ciencias sociales de la Universidad de
Buenos Aires entre 1946 y 1955. Integró la resistencia peronista, fue delegado
de Perón y padeció cárcel y exilio. Es uno de los máximos referentes
intelectuales de la izquierda peronista. Murió de cáncer el 19 de septiembre de
1968, dejando un importante legado en el seno del movimiento peronista.
CGT de los Argentinos. Selección.
La Confederación
General del Trabajo de los Argentinos (CGT de los Argentinos o, menos
frecuentemente, CGTA) fue una central obrera argentina que
nucleó entre 1968 y 1973 a dirigentes y
movimientos sindicales que se oponían al establecimiento de un pacto con la
dictadura encabezada por Juan Carlos Onganía. Enfrentados por ello con
la dirigencia sindical de la CGT —dirigida
a la sazón por Augusto Timoteo Vandor— formaron un foco
de poderosa resistencia, que se expresó en múltiples medidas de fuerza,
enfrentamientos, puebladas, la mayor de ellas la sublevación de los obreros
cordobeses en el llamado Cordobazo. La prisión de sus principales líderes y su
intervención por el gobierno de facto llevó a su virtual desaparición
hacia comienzos de la década de
1970.
La CGT de los
Argentinos fue fundada en el Congreso Nomalizador Amado Olmos, entre el 28
y el 30 de marzo de 1968, con la elección del
dirigente gráfico Raimundo
Ongaro, encabezando la corriente combativa del movimiento obrero
argentino. El grupo vandorista no participó del Congreso y el participacionismo
se retiró al verse en minoría. En una experiencia no infrecuente en la política
europea, pero sin precedentes en Argentina, nucleó junto a los obreros a
numerosos artistas, el principal de ellos Rodolfo Walsh,
quien colaboró en la redacción del programa de la CGTA (llamado programa
del primero de mayo) y director del semanario de la organización. Se aproximó
también a movimientos eclesiásticos, como el Movimiento de Sacerdotes para el
Tercer Mundo, así como numerosas agrupaciones estudiantiles, de
abogados, psicólogos y la mayoría de los políticos opositores, fundamentalmente
de vertientes combativas del peronismo, el radicalismo y la izquierda.
LA CGTA apoyó
las reivindicaciones de los sindicatos más intransigentes —portuarios, petroleros, azucareros,
etc.— y puso de pie a las regionales del interior, que gravitaban poco en la
política de la CGT nacional. La sede cordobesa, integrada por el maderero Miguel
Angel Correa y Ramón Contreras del gremio de Luz y Fuerza, fue una de las
principales fuerzas en juego en el Cordobazo.
Un mes después, la convocatoria de la CGT de los Argentinos a una huelga de
alcance nacional llevó al enfrentamiento directo con el gobierno, que intervino
sus principales sindicatos el 30 de junio de 1969, horas después de la
muerte de Vandor en el local de la Unión Obrera Metalúrgica.
Entre 1970 y
1973 la CGT de los Argentinos buscaría sin éxito conservar primero, y recuperar
después, la dirección del movimiento sindical combativo de Argentina. La CGTA
seguiría liderada por el sindicato gráfico, varios sindicatos peronistas
integrarían el peronismo combativo en las 62 Organizaciones, Farmacia estaría
en el Peronismo de Base, mientras que Tosco en el Movimiento Nacional
Intersindical.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario