lunes, 14 de noviembre de 2016

Clase 7: Contribuciones y debates de la “Izquierda Nacional” (1955-1976)

La articulación entre peronismo y marxismo y la conformación de la denominada “izquierda nacional”. Introducción a las trayectorias de John W. Cooke, Arturo Jauretche y Juan José Hernández Arregui (con una breve mención de Rodolfo Puiggrós y Jorge Abelardo Ramos). Aspectos centrales del diagnóstico de la “izquierda nacional” respecto a la política económica durante momentos clave de la segunda sustitución. Los aportes realizados desde la producción académica (Oscar Braun, entre otros).
Bibliografía obligatoria:
30. Altamirano, Carlos, Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires, Temas Grupo Editorial, 2001. (Páginas 49 a 79).
Fuentes obligatorias:
31. Selección de Baschetti, Roberto, Documentos de la Resistencia Peronista, 1955-1970, Buenos Aires: Puntosur, 1988. (Páginas 66 a 69, 116 a 8, 119 a 205, 320 a 8, 427 a 33) (Textos obligatorios: Páginas 66 a 69 (Programa de La Falda), 116 a 8 (Programa de Huerta Grande), Conferencia de John William Cooke “Universidad y País”, 4 de Diciembre de 1964, en especial pp. 171 a 196, Documentos “Estrategia y táctica revolucionarias. Documento presentado al congreso de Córdoba por la tendencia revolucionaria del peronismo, 11 y 12 de enero de 1969, pp. 320-8). El resto de los textos son optativos.
32. Selección de CGT de los Argentinos. Por una patria justa, libre y soberana, la patria socialista, Buenos Aires, Federación Gráfica Bonaerense, 2001. (Páginas 25 a 29)
33. Hernández Arregui, Juan JoséNacionalismo y liberación. Metrópolis y colonias en la era del imperialismo, Buenos Aires, Editorial Contrapunto, 1987. (Edición original 1969) (Páginas 21 a 31 y 241 a 300)
34. Jauretche, Arturo, El Plan Prebisch: retorno al coloniaje, Buenos Aires, Peña Lillo, 1974. (Primera edición 1955) (Páginas 7 a 48 y 107 a 135)
35. Cooke, John William, “Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema”, Revista Crisis, 1973.

Contribuciones para el trabajo en taller

Aporte de Juan Pablo:


Peronismo y antiperonismo, una enemistad desactivada por la izquierda nacional en el ’55.
Compleja, intrincada, difícil de entender y llena de contradicciones es la historia del peronismo en la Argentina. Es que esta historia, así como transformó con fuerza el campo político y las relaciones sociales en el país, también desató la revisión de las ideas en los terrenos opositores, al punto que en ocasiones la tradicional rivalidad peronismo-antiperonismo ha quedado desactivada. Por eso la historia del peronismo es también la historia de las ideas del peronismo, la historia de cómo se interpretó el hecho en la mente de los argentinos, en los pensadores, en los escritores y los políticos ¿Qué visiones el peronismo suscitó en ellos?  ¿Fue el peronismo un gobierno fascista? ¿Qué había sido entonces? ¿La expresión de un frente anti-imperialista? ¿Un movimiento revolucionario? ¿Un intento de reconstruir la nación con la burguesía nacional y en oposición a la hegemonía del capital extranjero? Si bien estos interrogantes siguen presentes, no hay dudas que este proceso de lectura, trasmisión y reinterpretación del peronismo se dio principalmente a mitad del siglo XX, anclado en la cultura de izquierda, que incomprendida, inquieta y perturbada por la aparición del peronismo como movimiento de masas, cayó a partir de 1955 en una fuerte revisión ideológica buscando entender el motivo de su debilidad partidaria. Bajo esta premisa gira el presente trabajo cuyos aportes están basados en la bibliografía de Altamirano (2001) y que se propone vincular y contrastar, cuando sea necesario y en forma explícita y referenciada, con diversas fuentes que siguieron al ‘hecho peronista’ (Baschetti, 1988; CGT, 1968; Hernández Arregui, 1987; Jauretche, 1974; Cooke, 1973).
Por lo visto, no hay dudas que el peronismo caló fuerte en el país. Así mientras la cultura de izquierda definida por el Partido Comunista y el Partido Socialista, habían sido opositores acérrimos del régimen militar nacionalista, a partir de su derrocamiento tras la revolución libertadora, la izquierda quedó divida, aunque con variantes, en dos grandes posiciones: una izquierda que leía al peronismo sólo en su génesis y mantendría su vieja posición de desperonizar a las masas para recuperar la conciencia de clase que había sido violentada por lo que para ellos fue un régimen fascista, y por otro lado una izquierda que empezaba a entender al peronismo como un paso adelante frente a la dominación oligárquico-imperialista, algunos más inclinados hacia que el peronismo fue un frente anti-imperialista, otros un movimiento de liberación y algunos otros una tentativa nacional burguesa de construir un capitalismo autónomo. Estas últimas posiciones se daba en el marco de una eclosión de libros políticos y de trabajos documentados sobre aspectos de la historia argentina, como los de Rodolfo Puiggrós (1956) con Historia critica de los partidos políticos argentinos, Jorge Abelardo Ramos (1957) con Revolución y contrarrevolución en la Argentina y Juan José Hernández Arregui (1960) con La formación de la conciencia nacional, al que se sumaban las revistas juveniles tras el ingreso de una nueva generación fuertemente crítica que buscaba un pensamiento claro y autónomo, evadiendo todo tipo de sesgos. Es importante resaltar, según lo expuesto en la bibliografía que fue la misma debilidad en la escena política y sindical del sector de la izquierda, lo que lo llevó a gravitar en la escena ideológica, por tanto no alteraría la arena política como una nueva significación de fuerzas.
En este contexto, uno de los signos más interesantes en la reinterpretación del peronismo por parte de la izquierda, fue la incorporación de elementos de la teoría marxista al terreno nacional estableciendo puentes de encuentro no sólo entre marxismo y peronismo como lo había hecho ya la nueva izquierda marxista, sino también entre marxismo y nacionalismo, particularmente visto en las fuentes de Hernández Arregui, Cooke, Jauretche y la selección de textos de Baschetti. Si bien no parece estar claro el papel de la nueva izquierda marxista en el texto de Altamirano (2001), las reinterpretaciones de Arregui, Cooke y Jauretche podrían considerarse para el autor como una variante del discurso peronista o de un nacionalismo de izquierda, aunque con mezclas, divisiones, rivalidades y sin un conjunto doctrinario homogéneo, ya que cabe decir que el marxismo tuvo varios perfiles a lo largo de la historia. En este sentido se destaca de la fuente de Arregui (1987) una cita el cuál adopta explícitamente la metodología del marxismo: “el marxismo es el tema central de nuestro tiempo. Y en lo que hace a este trabajo, un método para la investigación de la historia y la cultura” (Hernández Arregui, 1987:31). Sin embargo toma el método sin dejarse dominar por él, tal como lo advierte Marx: “ahora bien, la utilidad de un método (…) consiste en apropiarse de él sin dejarse dominar por su esquemática superposición a realidades históricas distintas entre si (…)” dice Hernández Arregui (1987:31), y afirmando que los traslados teóricos de un país a otro han llevado a deformaciones teóricas facilitando la crítica antimarxista. Lo propuesta de Arregui de utilizar el marxismo como metodología para la investigación de la realidad histórica y como guía de acción política de las masas se ve claramente en la selección de fuentes de Baschetti, más precisamente en el manifiesto del grupo CONDOR, en el que además insta a otras tendencias a despojarse de prejuicios recibidos por tradición familiar, o por la propaganda instrumentada para “comprender de una vez por todas la poderosa validez de un sistema de ideas que influye en todo el pensamiento contemporáneo” (Baschetti, 1988).
Así el discurso de la izquierda nacional del período se daría con elementos marxistas, pero en torno al modelo peronista e interpelando el desarrollismo que caracterizaba a la época y con diferencias respecto a la forma de ver el peronismo que tenía la nueva izquierda marxista representados por Milcíades Peña y Silvio Frondizi. Y es que si la nueva izquierda marxista veía la etapa peronista como un proceso de ‘pseudo industrialización’, la izquierda nacional lo vería como un proceso de industrialización autentico y muy diferente al desarrollismo que priorizaba la entrada de capitales cercando la independencia argentina. Así todas las fuentes desde Arregui, Jauretche y hasta Cooke, coincidirían en que el peronismo se trató de un verdadero proceso de industrialización y afirmarían el carácter dependiente del modelo desarrollista.
Aunque cada uno matizaría la dependencia del desarrollismo de diferente manera. Por ejemplo William Cooke sostendría que “el desarrollismo se apoya en una serie de falacias: la que toda inversión equivale a desarrollo; la de que las ganancias empresarias se trasforman en inversiones; la que el capital extranjero cumple la función de la ‘acumulación primitiva’ con que contaron las potencias adelantadas” (Cooke, 1973:22), y en este contexto rechazaría las concepciones modernas del desarrollo vistas como un proceso evolutivo, en el cual ciertos factores como inversiones en sectores claves darían impulso al crecimiento.
Por otro lado Arturo Jauretche, arremetería contra la dependencia desarrollista a partir del Plan Presbich adoptado en 1956 como programa económico del gobierno. Y es que según el autor los puntos principales de esta reforma abarcarían:
“1) Transferencia del sector agropecuario de una proporción del ingreso nacional, mediante el aumento de precios de los productos agropecuarios, el encarecimiento de los productos de importación, la liberación de los controles de precios y la congelación general de salarios. 2) Amplio concurso del capital extranjero, bajo la forma de emprésitos. 3) Política desinflacionaria tendiente a comprimir el actual nivel de ocupación y a transferir mano de obra de la industria al agro. 4) Eliminación de los cauces bilaterales del comercio exterior con miras a la adopción de una multilateralidad limitada” (Jauretche, 1974: 107,108)
Se trató de un plan firmado por Presbich pero que contrasta fuertemente con las ideas estructuralistas de él en la CEPAL, y en dónde Jauretche muestra los tintes ocultos que hay en su proceso de creación, con personajes que influyeron en los escritos del programa.
En el caso de la fuente de Juan José Hernández Arregui, el carácter dependiente radica en la presión que ejerce el Fondo Monetario Internacional (FMI), a través de un régimen de endeudamiento y una política de equilibrio, para frenar todo intento de industrialización de los países menos desarrollados. Pero respecto a la industrialización, también sostiene “es un error pensar que un país está industrializado o semi-industrializado por el simple recuento de sus establecimientos fabriles (…), no alude tal criterio a la composición del capital empresario y su nacionalidad” (Hernández Arregui, 1987: 254), y concluye después de un repaso por la experiencia argentina y algunas referencias de la extranjerización del petróleo y la electricidad, que un país sin industria nacional autónoma no es una nación. Por eso distingue que no es lo mismo industrialización que industria nacional, “la segunda tiene por objeto no solo la producción de mercancías sino la ruptura de los compromisos con el exterior” (Hernández Arregui, 1987: 264)
Así no hay dudas en las coincidencias de la izquierda nacional: todas las fuentes aluden a que el modelo desarrollista intensificaba la dependencia internacional al incorporar el capital extranjero como elemento para la industrialización y ello aumentaba el poder de las clases alineadas al capital como la burguesía nacional. En este sentido, como se soslaya con fuerza en varios textos de Baschetti (1988) la revolución era la vía de escape y el movimiento obrero el actor fundamental para la liberación. Perón lo diría, Felipe Vallese lo sabía, el movimiento revolucionario peronista lo reiteraría en varios comunicados, la CGT también y lo acompañaría de programas de reforma económica, y Cooke lo afirmaría diciendo “el primer paso para dejar de ser objeto no es la cultura (haciendo referencia a intelectuales o dirigentes no revolucionarios) sino la acción revolucionaria” (Baschetti, 1988:180). E incluso en esta lucha que se involucra la pelea contra los monopolios y toda forma de penetración extranjera la CGT llamaría a jóvenes, empresarios, militares, universitarios y a todo tipo de sectores, como necesarios para este proceso, pero que por ‘errónea inteligencia de su papel verdadero’ aparecen enfrentados (CGT, 1968; Baschetti 1988).
Referencias Bibliográficas
Altamirano, C. (2001). Peronismo y cultura de izquierda. Temas Grupo Editorial, pp. 49-79
Baschetti R. (1988). Documentos de la Resistencia Peronista, 1955-1970, Buenos Aires: Puntosur.
Selección de CGT de los Argentinos. Por una patria justa, libre y soberana, la patria socialista. Buenos Aires, Federación Gráfica Bonaerense, pp. 25-29
Hernández Arregui J. J. (1987) Nacionalismo y Liberación. Metrópolis y colonias en la era del imperialismo. Buenos Aires, Editorial Contrapunto, pp. 21-31 y 241-300. (Edición original 1969)
Jauretche, A. (1974). El Plan Presbich: retorno al coloniaje. Buenos Aires, Peña Lillo, pp. 7-48 y 107-135 (Primera edición 1955)

Cooke, J. W. (1973). “Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema”. Revista Crisis.

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Contribución de Fernando:
30. Carlos Altamirano, Peronismo y cultura de izquierda:
El autor, sociólogo argentino especialista en política y sociedad e investigado del Conicet, hace hincapié en lo que significó para la izquierda, la aparición de un movimiento como el peronismo, que la marginó de las masas y cooptó su hegemonía sindical. Si bien durante el gobierno de Perón todo el arco de la izquierda interpretó al peronismo como un fascismo y se alió en una coalición opositora de derecha a este régimen, luego del golpe de estado de 1955 surge un proceso de revisionismo histórico que cuestiona este papel jugado por los partidos tradicionales de la izquierda y reinterpreta al peronismo desde otro lugar.
En ello, según Altamirano, influyeron una serie de factores. En primer lugar, que el clivaje peronismo-antiperonismo seguía determinando la vida política del país. Su penetración en las masas no fue afectada por la pérdida del poder y en el marco de una creciente conflictividad social, sus dirigentes obreros comenzarán establecer tácticas de lucha junto a sectores de la izquierda contra la política económica de la dictadura. En segundo lugar, la cuestión nacional y su encuentro con el socialismo empezó a debatirse en todo el mundo a partir del apogeo de los movimientos independentistas que pusieron fin al colonialismo europeo.
Influenciados por autores como Sartre y Gramsci, corrientes intelectuales y políticas procuraban unir la ideología marxista con los valores nacionales, en lo que se llamo la izquierda nacional o el marxismo nacional y en la que el peronismo operaría como un reordenador. Entre los escritores que aportaron a esta discusión, Altamirano destaca a Juan José Hernández Arregui, Jorge Abelardo Ramos y Rodolfo Puiggrós.
31. Selección de Roberto Baschetti:
-Programa de La Falda (1957):
En el marco de la resistencia peronista contra la proscripción y la política económica de la dictadura, la CGT de Córdoba convocó a un plenario nacional donde se aprobó un ambicioso programa obrero de gobierno que proponía entre otras cosas el monopolio estatal del comercio exterior, la nacionalización de las fuentes naturales de energía, la nacionalización de los frigoríficos extranjeros, el control obrero en la producción y la distribución de la riqueza nacional participando en la dirección de las empresas privadas y públicas, la previsión social integral, el salario mínimo vital y móvil, y la estabilidad absoluta de los trabajadores. Dicho programa consistía más en una expresión de deseos que una posibilidad real, dada la situación de retrocesos de ese momento de las conquistas de la clase trabajadora.
-Programa de Huerta Grande (1962):
Este programa se da en un contexto de giro a la izquierda del peronismo marcado profundamente por la Revolución Cubana y por los movimientos del Tercer Mundo en proceso de descolonización. Esto determinó una profundización de los contenidos anti oligárquicos del peronismo que se expresaron en Huerta Grande –Plenario Nacional de las 62 Organizaciones- al proponer nacionalizar de todos los bancos, la siderurgia, la electricidad, el petróleo y los frigoríficos, prohibir toda exportación directa o indirecta de capitales, desconocer los compromisos financieros del país, prohibir toda importación competitiva con la producción nacional y expropiar a la oligarquía terrateniente sin compensación alguna. Nuevamente se destaca una ambición sin mucho contacto con la realidad, que mostraba un proceso de concentración y centralización del capital a partir de la segunda industrialización sustitutiva encarada por Frondizi y un proceso muy grande de extranjerización de la economía.
-Conferencia de John William Cooke “Universidad y País” (1964):
John William Cooke es un histórico militante peronista e intelectual. Fue Diputado Nacional y representante del Movimiento Peronista designado por el propio Perón tras su exilio. Fue uno de los responsables de la interpretación del marxismo en clave nacional y la unión entre sectores de izquierda con el peronismo.
Esta conferencia se da días después del frustrado “Operativo Retorno” con el que Perón intentó volver a la Argentina y fue detenido por la Dictadura Militar de Brasil, al hacer escala en Río de Janeiro. Cooke, destaca que este hecho cerró toda esperanza de diálogo y que a partir de allí el único camino para triunfar revolucionariamente será mediante la violencia. De lo contrario, el peronismo estaría condenado al fracaso. Violencia que reivindica al ser una respuesta a la opresión y la explotación que califica como ejercicios de una violencia previa.
A su vez, en el marco de una discusión muy propia de la época, Cooke analiza el rol que deben tener los intelectuales. Critica a aquellos que están desvinculados de la lucha concreta de las masas y se mueven en un mundo de conceptos revolucionarios perfectos, donde ubica a la izquierda tradicional. Pero al mismo tiempo, en un momento donde muchos intelectuales peronistas soslayan la importancia de la acción por sobre las palabras, Cooke reivindica a la teoría como necesaria para la lucha revolucionaria.
Estrategia y táctica revolucionaria: documento presentado al congreso de Córdoba por la tendencia revolucionaria del peronismo (11 y 12 de enero de 1969):
Este documento refleja la influencia de la llamada “Tercera Posición” o del Movimiento de Países no Alineados, al criticar duramente el comportamiento del Kremlin y su política de coexistencia pacífica frente a los constantes bombardeos del Pentágono de ese momento, principalmente en la Guerra de Vietnam que marcó fuertemente a todo el mundo.
En este lugar de inacción coloca a los partidos comunistas pro soviéticos locales y a su vez a muchos peronistas que critican la lucha armada. La ejecución de los hechos es central en todo el documento. Colocan a la acción, y fundamentalmente a la acción violenta, como requisito indispensable que tiene que tener todo dirigente para ser digno de conducir a las masas populares.
Es el único texto que utiliza términos más propios de la izquierda como vanguardias operativas o foquismo, a los cuales reivindica. Incluso llega a marcar como objetivo de lucha, el establecimiento de un Estado Socialista-Peronista, cuestión discutida en la mayoría de los textos de la clase, pero teniendo en cuenta la terminología propia de este, el calificar al Estado buscado primero como Socialista y recién después como Peronista no parece casual. A su vez, es el único texto que califica al sector sindical como plagado de dirigentes sin conciencia de clase y que solo luchan por aumentos salariales. 
32. Selección de CGT de los argentinos:
La CGT de los Argentinos fue una central sindical que fue constituida en el Congreso Amado Olmos y conducida por Raimundo Ongaro. Surge como una respuesta a la estrategia dialoguista con la Dictadura que encarnaba Augusto Vandor. Ante la superioridad del primer grupo, la CGT se termina dividiendo a partir de este Congreso.
Este mensaje a los trabajadores en el 1 de mayo de 1968 refleja un claro hilo conductor con los congresos de La Falda y Huerta Grande. Sus demandas son prácticamente las mismas. Quizás como una novedad se suma el pedido de la función social de la propiedad y la necesidad de una profunda reforma agraria.
A su vez, Ongaro busca restablecer la alianza policlasista del primer peronismo al interpelar al empresariado nacional y a los pequeños comerciantes e industriales para que cesen su vínculo con el capital extranjero y vuelvan a unirse a la clase obrera. También convoca a los intelectuales, a los universitarios, a los artistas, a los religiosos y a los militares. Si bien este sector comparte la mayoría de las demandas de los peronistas más cercanos a la izquierda, hay una clara diferencia respecto a la estructura de actores del movimiento.
33. Juan José Hernández Arregui, Nacionalismo y Liberación (1969):
Hernández Arregui fue un escritor muy influyente en la militancia peronista durante los años sesenta y setenta. Fue el ideólogo de la corriente de Izquierda Nacional y en la mayoría de sus libros reflexionó acerca del vínculo entre el peronismo y el socialismo.
En este libro, el autor hace un aporte muy importante en la discusión entre las izquierdas y el peronismo. Reivindica al marxismo como una filosofía viva que ha logrado trascender el tiempo y que explica el estado de crisis del mundo. Pero hace una fuerte crítica a lo que llama “las izquierdas extranjerizantes argentinas” por no saber interpretar al marxismo, haciendo traslados históricos mecanografiados de un país a otro y dejarlo como un dogma estancado con una rigidez cadavérica. Hernández Arregui sostiene que “en los países coloniales como en la argentina, el socialismo ha tenido como programa mínimo entre sus miembros, el estar bien afeitado y como programa máximo la copa de leche en las escuelas”.
Algo que se destaca y se contrapone frente a otros textos de la clase, es la férrea defensa a los líderes sindicales que son criticados por la izquierda. Explica el acaudillamiento del movimiento sindical por los méritos de los militantes y la experiencia de las masas.
A su vez, se mete en la discusión del rol de los intelectuales y el debate entre la acción y la teoría. El trabajador está ubicado en un lugar superior al intelectual y en consecuencia los hechos se posicionan por sobre las palabras ya que según el autor “solo el proletariado no se desanima ante los engorros de la acción” al estar obligado a ella. La falta de preparación universitaria de los dirigentes obreros la considera una ventaja por el tipo de educación colonialista que se da en el país y por las malas experiencias sufridas a cargo de dirigentes universitarios que han manejado el país.
34. Arturo Jauretche, El Plan Prebisch: retorno al coloniaje:
Arturo Jauretche fue un escritor y pensador argentino. Militante radical Yrigoyenista, posteriormente adhirió al Peronismo. En este libro, hace una feroz y profunda crítica de “las soluciones inmediatas” que propone Prebisch en su famoso informe. El autor basa su crítica en las cuatro principales reformas propuestas por el informe: la transferencia de ingresos al sector agropecuario para aumentar sus exportaciones, el endeudamiento externo, la política desinflacionaria a partir de comprimir el nivel de ocupación y la multilateralidad limitada del comercio exterior.
El intelectual peronista marca como inevitable el descenso del poder adquisitivo como consecuencia del aumento de los precios internos agropecuarios y la modificación del tipo de cambio. Medidas que no beneficiaran a los campesinos, sino que serán apropiadas exclusivamente por los grandes terratenientes debido a la eliminación fiscalizadora del IAPI.
Por otro lado, el autor denuncia las contradicciones de Prebisch con respecto a sus palabras previo a ser funcionario de la dictadura, cuando argumentaba que la frontera agrícola no ofrecía muchas posibilidades de expansión y que el endeudamiento externo ponía a la economía argentina en una situación de vulnerabilidad. En consecuencia, el aumento de los saldos exportables sólo podrá darse a partir de la disminución del consumo nacional, o en palabras, “sobre el hambre y la sed de los argentinos”, tal como sostenía Nicolás Avellaneda.
35. John William Cooke, Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las estructura del sistema:
En este artículo de la revista Crisis, Cooke critica al desarrollismo por ignorar el problema imperialista y por sostener falacias como que toda inversión equivale a desarrollo, que toda industria es factor de crecimiento autónomo, que las ganancias empresarias se transforman en inversiones y que el capital extranjero cumple la función de acumulación primitiva con que contaron las potencias adelantadas.
El autor sostiene que en las nuevas formas actuales imperialistas, la dominación ya no se da por medio del comercio sino al entrar en el proceso de producción local y de esa forma condicionar nuestra economía que pasa a depender de los insumos del imperio. Por lo tanto, su propuesta es  cambiar las mismas estructuras capitalistas. Este cambio debe liderarlo el estado, ya que según su óptica, las burguesías nacionales son aliadas de este imperialismo.

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Aporte de Maximiliano:

Los selección de textos y fuentes propuesta para esta clase intenta dar cuenta de la conformación y aportes de la “izquierda nacional”, en la cual van a confluir elementos analíticos y teóricos del marxismo con ideales peronistas. En el contexto de los años siguientes al golpe de 1955, mientras en materia económica se debatían eminentemente ideas desarrollistas, la izquierda nacional no solo discutirá con sectores oligarcas o imperialistas, sino también con la izquierda tradicional (PC y PS) y con la nueva izquierda (trotskista, Silvio Frondizi).
Carlos Altamirano (2001) nuevamente refleja el debate intelectual entre las distintas izquierdas, producido con la irrupción del peronismo e intensificado luego del 55. Para el autor, la vida política argentina estaba atravesada por la dicotomía peronismo/antiperonismo, por lo que era crucial interpretar el “hecho peronista”, tanto para hacer un diagnóstico como para plantear un plan de acción. Los movimientos de izquierda no podían escapar a esta lógica: la nueva izquierda lo describiría como un “bonapartismo”; la izquierda tradicional vería en el peronismo un retroceso o desvío de la clase trabajadora siguiendo a un líder fascista, luego del cual reencontraría su camino; en tanto la “izquierda nacional” entendería al peronismo como un tramo del camino, el tramo de la nacionalización de la conciencia obrera. El autor marca que esta última corriente se genera a partir de la Revolución Libertadora y en oposición a ella, donde si bien se puede encontrar una referencia común al marxismo  y al peronismo como un fenómeno progresista respecto a la dominación oligárquico-imperialista, no se observa un pensamiento homogéneo: se pensará al peronismo como un frente antiimperialista (Ramos), como un movimiento de liberación nacional (Puiggrós), o como una tentativa nacional burguesa de construcción de un capitalismo autónomo (Viñas).
Uno de los puntos en que esta corriente se diferenciaría de la “nueva” izquierda marxista es en el carácter de la burguesía nacional: mientras que para Peña y Frondizi esta está asociada al capital imperialista y a la oligarquía agraria (y, por lo tanto, es antirrevolucionaria), para los pensadores de la izquierda nacional la industrialización estaba asociada a la presencia de esta burguesía nacional, que conjuntamente con la clase trabajadora, se oponía al capital extranjero y a la oligarquía agraria.
Asimismo, puede destacarse también la interpretación que hace esta corriente del nacionalismo militar. En ese sentido, éste habría sido la manifestación de tendencias industrialistas y antiimperialistas en el seno del Ejército, en donde la derecha no habría tenido un lugar gravitante, y en donde Perón habría logrado la unión de este nacionalismo militar con las masas obreras. De esta forma, el peronismo sería portador de la “cuestión nacional”, un eje clave de análisis para un país semi colonial como Argentina, que no había sido tenido en cuenta por la izquierda tradicional.

Respecto a las fuentes:
La selección de textos compilados en Documentos de la Resistencia Peronista de Roberto Baschetti presenta diversos documentos y conferencias que datan del período comprendido entre 1955 y 1970. Entre ellos se encuentran diversos programas de sindicatos peronistas, en donde además de hacerse una breve descripción de la situación y describir los planes a seguir por las organizaciones, sobresale en ellos la cuestión nacional, la idea de independencia y la importancia de la clase trabajadora.
Otro de los documentos recopilados en este trabajo es la conferencia de John William Cooke en 1964 en donde diserta respecto al fallido retorno de Perón a la Argentina. Cooke, que destaca por el carácter teórico de su análisis, sostiene que no debe considerarse a la Operación Retorno como un fracaso, en tanto permitió dejar al descubierto los miedos del “régimen” (entendido este como la clase política antiperonista, las FF.AA y gran parte de la sociedad) al poder y la capacidad de movilización que todavía tenía Perón. Es interesante también la crítica que hace a los intelectuales de izquierda, que utilizan conceptos revolucionarios perfectos, pero totalmente abstraídos del marco y la erosión de la vida política real. En ese sentido, destaca al movimiento peronista como expresión genuina de las masas, y que si bien tiene limitaciones en tanto movimiento revolucionario, son las limitaciones de una realidad social determinada que condiciona a quienes la integran.
Luego de marcar el poder que ejercen las FF.AA. en la vida política latinoamericana, Cooke sostiene que una revolución que acabe definitivamente con la explotación del hombre por el hombre no puede lograrse mediante pactos o acuerdos reformistas, sino solamente a través de la violencia. En esa línea, hace una defensa teórica del uso de la violencia revolucionaria: ésta tiene base ideológica y moral, diferenciándola de la violencia “mecánica” del régimen, y de la violencia sin fundamentos teóricos del “tremendismo”. Coincide con esta idea el documento presentado por la Tendencia Revolucionaria del Peronismo (1969), donde destacan que la estrategia y la táctica revolucionaria, conjuntamente con la lucha armada son sumamente necesarias para la toma del poder por parte del pueblo. Agregan también la necesidad de que primero exista una vanguardia armada que vaya incorporando al pueblo como ejército, como “Pueblo en Armas”.
Finalmente, en otro documento, Cooke (1973) critica la idea “rostoviana” del desarrollo por etapas, y basado en las ideas de la Teoría de la Dependencia, argumenta que el subdesarrollo no es una etapa circunstancial, sino el resultado del desenvolvimiento del capitalismo, en donde el desarrollo de los países centrales se produjo en función del subdesarrollo de los países coloniales y semi coloniales. En este sentido, y sosteniendo que existe una marcada dependencia del capital imperial norteamericano, insiste en la necesidad de cambiar las estructuras, en donde rija la planificación de un Estado que tenga en cuenta los intereses generales, y no los de la burguesía.
El documento de la CGT de los Argentinos (1968), cuyo Secretario General era Raimundo Ongaro, se trata, como indica la volanta, de un mensaje a los trabajadores, en donde se describe la situación político económica desde la caída de Perón y donde se renuevan pronunciamientos históricos de la clase obrera. Asimismo, se hace una descripción del carácter de la clase trabajadora, apuntando que el trabajador quiere un sindicalismo integral, que busque tomar el poder para asegurar el bienestar de todo el pueblo, y no un sindicalismo que solamente se ocupe de los “convenios y las colonias de vacaciones”. Finalmente, reconociendo que la clase trabajadora no es la única actora en el contexto descripto, se hace una especie de “llamado nacional”, donde empresarios nacionales, pequeños comerciantes e industriales, universitarios, intelectuales y artistas, militares, estudiantes y religiosos, son convocados a movilizarse en todo el país contra el imperialismo, los monopolios y el hambre.
Hernández Arregui (1969) plantea una fervorosa defensa del peronismo, en tanto este es el partido de las masas, y por ello el único campo de acción: junto a las masas hay que luchar. Además, puede advertirse en el texto lo planteado por Altamirano en cuanto a que el peronismo sería parte de un camino hacia la emancipación. Exalta el ideario marxista de humanización del hombre y elevación del espíritu, pero critica fuertemente a otras corrientes de izquierda, primero por “extranjerizadas” u “antinacionales”, y además, por su prejuicio de superioridad intelectual sobre el trabajador manual.
Hernández Arregui reivindica constantemente el elemento nacional frente a lo extranjero o imperialista. Su crítica se extiende en un vasto arco que va desde escritores (como Borges) hasta la oligarquía agraria (en este punto disiente con la Nueva Izquierda, al sostener que éstos terratenientes se oponen a la industrialización, y están diferenciados de la burguesía nacional). La reivindicación de lo nacional es aplicada a la industria, en tanto debe abogarse por una industrialización nacional: ésta debe responder a las necesidades totales del país contemplado como unidad. Además, debería lograrse la independencia de bienes e insumos importados para la producción. Así, la industrialización nacional no solo tendría por objeto la producción de mercancías, sino también la independencia económica. Sin embargo, más allá de esta marcada posición nacionalista, es optimista frente a la formación de una unidad económica latinoamericana.
Por su parte, Arturo Jauretche (1974) va a criticar al Plan Prebisch, sosteniendo principalmente que el mismo apunta a aumentar la producción rural, transfiriendo parte del ingreso real del resto del país. Para esto, buscando aumentar la exportación para generar divisas, se atentaría contra el sistema industrial construido durante los años anteriores, transfiriendo ingresos desde las masas populares hacia los sectores terratenientes y exportadores. Jauretche apunta que para justificar este plan, Prebisch habría exagerado la situación de divisas y compromisos con acreedores externos. Además, el autor muestra algunas contradicciones de Prebisch, como por ejemplo respecto a los trenes repatriados o a la dinámica de los precios y volúmenes de exportación. 

Bibliografía obligatoria:
30. Altamirano, Carlos, Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires, Temas Grupo Editorial,  2001. (Páginas 49 a 79)

Fuentes obligatorias:
31. Selección de Baschetti, Roberto, Documentos de la Resistencia Peronista, 1955-1970, Buenos Aires: Puntosur, 1988. (Páginas 66 a 69, 116 a 8, 119 a 205, 320 a 8, 427 a 33) (Textos obligatorios: Páginas 66 a 69 (Programa de La Falda), 116 a 8 (Programa de Huerta Grande), Conferencia de John William Cooke “Universidad y País”, 4 de Diciembre de 1964, en especial pp. 171 a 196, Documentos “Estrategia y táctica revolucionarias. Documento presentado al congreso de Córdoba por la tendencia revolucionaria del peronismo, 11 y 12 de enero de 1969, pp. 320 -8).

32. Selección de CGT de los Argentinos. Por una patria justa, libre y soberana, la patria socialista
, Buenos Aires, Federación Gráfica Bonaerense, 2001. (Páginas 25 a 29)

33. Hernández Arregui, Juan José, Nacionalismo y liberación. Metrópolis y colonias en la era del imperialismo, Buenos Aires, Editorial Contrapunto, 1987. (Edición original 1969) (Páginas 21 a 31 y 241 a 300)

34. Jauretche, Arturo, El Plan Prebisch: retorno al coloniaje, Buenos Aires, Peña Lillo, 1974. (Primera edición 1955) (Páginas 7 a 48 y 107 a 135)

35. Cooke, John William, “Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema”, Revista Crisis, 1973


Biografías:
John William Cooke nació en La Plata el 14 de noviembre de 1919; su padre, Juan Isaac Cooke, fue diputado por la Unión Cívica Radical y canciller durante el gobierno de Edelmiro Farrell. Cooke militaría en la Unión Universitaria Intransigente, mientras cursaba Derecho en la Universidad de La Plata. Egresó como abogado en 1943 y fue electo diputado por el peronismo, a los 25 años, para el período 1946-1952. En el Congreso fue presidente de las comisiones de Asuntos Constitucionales, de la Redacción del Código Aeronáutico y de la Protección de los Derechos Intelectuales. Fue profesor titular de economía política en la facultad de derecho y ciencias sociales de la Universidad de Buenos Aires entre 1946 y 1955. Integró la resistencia peronista, fue delegado de Perón y padeció cárcel y exilio. Es uno de los máximos referentes intelectuales de la izquierda peronista.  Cooke consideraba que el peronismo debía transformarse en un movimiento revolucionario, y criticaba fuertemente a la denominada burocracia sindical,
Murió de cáncer el 19 de septiembre de 1968, dejando un importante legado en el seno del movimiento peronista.

Roberto Baschetti nació en Buenos Aires, el 16 de junio de 1950. Militante peronista; técnico en Publicidad por la “Asociación Argentina de la Propaganda” y Licenciado en Sociología por la Universidad “Del Salvador”, Facultad de Ciencias Sociales. Baschetti estuvo involucrado en la campaña “Luche y Vuelve”, del año 1973, que llevó a Héctor Cámpora al poder y se refería al regreso de Juan Domingo Perón.
Roberto Baschetti está a cargo del Departamento de Adquisiciones e Intercambio Bibliotecario de la Biblioteca Nacional. Autor de los distintos tomos de “Documentos de la resistencia peronista”, que van del 55 al 77, de “Rodolofo Walsh, vivo”, “Campana de palo. Antología de poemas, relatos y canciones de 35 años de lucha 1955-1990”, entre otros, citas obligatorias en la mayoría de los libros que revisan los momentos más importante en los últimos sesenta años de la historia argentina.

Hernández Arregui nació en la ciudad de Pergamino (Buenos Aires), al norte de la provincia de Buenos Aires, el 29 de septiembre de 1913, y falleció en en la ciudad de Mar del Plata, el 22 de septiembre de 1974.
En 1936, con la victoria de Amadeo Sabattini a la gobernación de la provincia, Juan José fue nombrado secretario de la Universidad Popular Víctor Mercante.1 En 1938 se traslada a Córdoba capital, donde estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Córdoba, en la que tuvo como principal maestro al filósofo italiano Rodolfo Mondolfo. Se doctoró con la tesis: "Las bases sociológicas de la cultura griega" en 1944 con Diploma de Honor y Medalla de Oro.
En 1947, durante la presidencia de Juan Domingo Perón, Hernández Arregui renuncia al partido radical y comienza su aproximación al peronismo. Se muda a la ciudad de La Plata y de la mano del intelectual Arturo Jauretche ingresa como funcionario en el gobierno bonaerense de Domingo Mercante como Director de Publicaciones y Prensa del Ministerio de Hacienda y en 1948 es profesor adjunto Historia en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata - Universidad Nacional de Eva Perón y en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Con la salida de Mercante del gobierno provincial Hernández Arregui se traslada a Capital Federal, donde se "refugia en el medio universitario", manteniendo el cargo en la Universidad Nacional de la Plata ocupando además la dirección del Instituto de Historia. Hasta el golpe de estado de 1955 también tenía un programa en Radio del Estado, "donde reseñaba libros y comentaba actividades culturales".1
En 1955, con el golpe de estado de la dictadura autoproclamada Revolución Libertadora, Hernández Arregui es expulsado, por sus ideas políticas, de todos sus puestos en la universidad. Hernández Arregui se concentró en la labor universitaria, fundamentalmente como director del Instituto de Historia de la UNLP, mientras practicaba el periodismo en la vieja Radio del Estado con programas culturales. Ya había practicado el periodismo militante en los diarios Debate, Doctrina Radical y La Libertad. Permanece brevemente en el exilio.3 4
En 1957, bajo un ambiente opresivo en medio de fusilamientos y con el peronismo proscripto, durante la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu Hernández Arregui escribe sus obras más importantes, convirtiéndose en el ideólogo más leído por las organizaciones que combatieron en la resistencia peronista hasta el regreso del General al poder.
En 1964 lanza el movimiento CONDOR junto con otros intelectuales. El 19 de octubre de 1972 sufre un atentado político en su domicilio: 2 kg de gelinita estallan en su departamento. Juan José salva su vida por ubicarse en una habitación interior, pero su esposa es internada. Un año después es distinguido como Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires. En 1974 dirige la revista "Peronismo y liberación".
Tras recibir amenazas de muerte y aparecer su nombre en una lista de condenados de la Triple A ese mismo año, viaja a Mar del Plata y estando en esta ciudad el 22 de septiembre sufre un síncope que termina con su vida.
Arturo Jauretche fue un intelectual criollo, uno de los más destacados panegiristas de la cultura nacional, que renegó del europeísmo de las elites y clases medias y se volcó a la causa de los paisanos, de los hombres de a pie, del pueblo trabajador.
Nació en la localidad bonaerense de Lincoln, el 13 de noviembre de 1901. Mayor entre diez hermanos, hijos de un empleado y una maestra, Jauretche agradeció siempre haberse trenzado en aventuras con los hijos de los paisanos del pueblo, hecho que –según dijera- le permitió conocer el otro mundo, “la vida de los boyeritos”.
Convertido en yrigoyenista, tras el golpe de estado de 1930, participó del levantamiento de 1933 en Paso de los Libres –al que le dedicó un largo poema- y dos años más tarde fue uno de los creadores de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, más conocida por sus siglas: FORJA, desde donde llamó a transformar la “Argentina colonial” en una “Argentina libre”.
Celebró la llegada del peronismo y pronto aceptó el cargo de presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, hasta 1951, cuando se alejó por diferencias con Perón. Tras el golpe de 1955, se dedicó a escribir en defensa de lo conquistado durante diez años de gobierno popular con el semanario El 45 y el periódico El líder.
Luego de su exilio en Montevideo y tras el frustrado acercamiento al frondizismo, dedicó tiempo a la reflexión, surgiendo así varios de sus libros más reconocidos, entre otros, El medio pelo en la sociedad argentina y Manual de zonceras argentinas. Falleció el 25 de mayo de 1974.

Raimundo José Ongaro1 (Mar del Plata13 de febrero1 de 1924 - Los Polvorines,2 1 de agosto de 2016) fue un dirigente sindical argentino, secretario general del gremio de los trabajadores gráficos.
En 1968, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, fundó la central sindical CGT de los Argentinos, planteada como una alternativa a las facciones participacionista ―encabezada por Augusto Timoteo Vandor, que estaba dispuesto a pactar con el gobierno de facto aún después de que este reprimiera violentamente la huelga general de marzo de 1967 y la –peronistaortodoxa― de las llamadas 62 Organizaciones, encabezadas por José Ignacio Rucci; la CGTA adoptó un perfil más radical que estas, denunciando la burocratización que impedía el logro de los objetivos sindicales.
Aunque algunos sectores del peronismo, en particular Rucci, acusaran repetidamente a Ongaro de trotskismo, su acción en la CGTA fue representativa del ala revolucionaria del peronismo, en la línea inaugurada por John William Cooke; estuvo ligado a dirigentes sindicales peronistas, como Ricardo De Luca y Lorenzo Pepe, al igual que a periodistas y escritores como Rodolfo WalshHoracio Verbitsky y Rogelio García Lupo y a artistas gráficos como Ricardo CarpaniFernando Pino Solanas y el vanguardista Grupo Cine Liberación. Con Walsh había colaborado en varios textos, y artículos conjuntos habían visto la luz en la revista Cristianismo y Revolución.
Ongaro dio apoyo al alzamiento del Cordobazo, entre el 28 y el 30 de mayo de 1969. El 30 de junio del mismo año, pocas horas después de la muerte de Vandor, fue encarcelado por el Gobierno militar al igual que Agustín Tosco y Elpidio Torres, las principales figuras del Cordobazo. Estaría preso varios años, y a su salida organizaría el movimiento llamado Peronismo de Base.
El 15 y 16 de septiembre de 1974, crea desde el Ingenio Bella Vista de Tucumán junto a dirigentes de esa época ―Gonzalo Negro ChávezAgustín Gringo ToscoAtilio SantillánJorge Fernando Di PascualeRoberto Gringo LoprestiAlberto PiccininiOmar Turco CherriFrancisco Barba Gutiérrez, entre otros― la Coordinadora de Gremios, Comisiones Internas y Fábricas en Conflicto, que desarrollaba huelgas en la FOTIA, Saiar, Matarazzo, Luz y Fuerza de Córdoba, Acindar, Propulsora Siderúrgica, Gatic y otras. Esta reunión fue la última de la CGT de los Argentinos. La vehemente oposición a la línea derecha del peronismo, representada por José López Rega, llevarían a Raimundo Ongaro de nuevo a la cárcel en 1975; estando detenido «a disposición del Poder Ejecutivo» conforme al estado de sitio recibió la noticia de que uno de sus hijos, Alfredo Máximo, había sido asesinado por la Triple A. Tras acciones infructuosas contra otros de sus familiares, los siguió al exilio, donde permaneció hasta la restauración de la democracia.

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Aporte de Nicolás:

El texto Altamirano, Peronismo y cultura de izquierda, busca, principalmente, colocar el antagonismo entre peronismo y antiperonismo que tomo cuenta de la realidad política e intelectual desde el ascenso del mismo. Sin embargo, el eje del análisis de la izquierda nacional se centra en el proceso político desencadenado con el golpe de estado de 1955.
Según este autor, el clivaje peronismo/antiperonismo no solo se daba entre los sectores oligárquicos y los sectores progresistas, sino que ya desde el primer gobierno de Perón este fenómeno se dio también dentro de la izquierda representada por el PC y por el PS. Aunque la antinomia de clases podría ser interpretada en términos de clases, el proletariado era refractario a esta interpretación y asumía la primera como la central. Dada la interpretación errada del “hecho peronista”, esta izquierda habría pasado a ser un dato marginal en el proceso político.
En esta situación, los jóvenes que veían como el PC y el PS no tenían ningún tipo de representación de la clase trabajadora, pero principalmente la caída del peronismo se bifurca de estas estructuras y comienzan a buscar otra forma de interpretación de estos hechos. En este sentido, la izquierda nacional naciente es “hija del peronismo”.
Las dos grandes preguntas que gestaron a esta generación se dieron en relación a las condiciones sociales, políticas y económicas que la emergencia del peronismo y el proletariado no se había encolumnado en un partido de orientación marxista.  En términos generales, la respuesta a estas preguntas se dio en la incomprensión de estas estructuras las fuertes transformaciones sociales que se estaban produciendo y su ceguera frente a la “cuestión nacional”. Por otro lado, Perón sacó al movimiento militar nacionalista   transfigurándolo por la búsqueda del apoyo de las masas en el sentido del ideal de la justicia social.
Es en este contexto que surge la izquierda nacional.
El texto de Jauretche, El plan Prebich, retorno al coloniaje, es un texto económico de fuerte contenido político. Los objetivos centrales del mismo es criticar al plan económico elaborado por Prebich y asumido por la Libertadora en 1956, así como, de forma más o menos explícita, defender las transformaciones desarrolladas durante los dos primeros mandatos de Perón. En este sentido, el eje de la crítica en términos económicos se centra en demostrar que la situación económica descrita por Prebich es exagerada y metodológicamente incorrecta. Sin embargo, lo que Jauretche argumentar es que esto no es un error, sino que tiene el objetivo claro de retrotraer el desarrollo de la autonomía nacional a la vieja dominación del imperialismo inglés y destruir las conquistas que el pueblo adquirió durante el peronismo.
Los textos de Hernandez Arregui, de Cooke, así como los programas de La Falda y de Huerta Grande, son los que más dialogan. Los primero dos autores hacen un esfuerzo, desde el marxismo como marco interpretativo y desde el peronismo como marco político, pensar la cuestión del socialismo nacional. Ambos autores entendían que el peronismo era el movimiento político por el cual se deben llevar a cabo las profundas transformaciones que la sociedad argentina debe realizar para construir la patria.
En estos textos, Cooke es más explícito en la caracterización de las burguesías nacionales. En esta caracterización coincide con Frondizi y Peña en que estas son no solo no son revolucionarias, sino que necesitan estar al resguardo del Imperialismo frente a una posible ofensiva insurgente.
En este sentido, Hernandez Arregui es un poco más ambiguo. Aunque le otorga un papel protagónico a la clase trabajadora el desarrollo se centra en superar la semi industrialización. Aunque consigna la integración industrial con América Latina, el proceso de industrialización nacional debe tener como objetivo el mercado interno, la ruptura con los compromisos con el exterior y de este modo llegar a la independencia económica de la nación.
El programa de La Falda de la CGT de los Argentino, escrito en 1957, puede dividirse en tres partes. La primera hace referencia a la conformación de la CGTA como organización obrera, antiburocrática y combativa. La segunda, sería el programa en sí, donde se enumeran una serie de consignas de política económica antiimperialistas y anti oligárquicas, centradas en el control estatal de sectores clave. La  tercera y última es el llamado a los diferentes sectores sociales que serían beneficiados por este programa en el cual entran, los trabajadores, los estudiantes, los intelectuales, los militares nacionalistas, los religiosos, los empresarios nacionales y los pequeños comerciantes e industriales.
El programa de Huerta Grande, es escrito en 1962 después de derrocamiento de Frondizi y tiene una fuerte influencia de la Revolución Cubana. Aunque bastante parecido con el programa de 1956 en lo que se refiere a las estatizaciones de sectores clave, este trae por lo menos dos componentes nuevo y más radicales, el control obrero de la producción y la planificación de la producción en función de los intereses de pueblo y de la nación.

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Aporte de Ariel:

John William Cooke: “Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema“ – Uno de los líderes del ala izquierda del peronismo. Fue designado por Perón como apoderado del movimiento luego del golpe de 1955.
El pensamiento burgués sostiene que el subdesarrollo no es más que una etapa previa al desarrollo, que los países en esa etapa cumplirán con los pasos evolutivos que les permitirá convertirse en países adelantados. Cooke sostiene que el subdesarrollo no es un fenómeno de cada país sino un proceso de alcance mundial producto de la expansión del capitalismo. Las diferencias técnicas que sostiene el pensamiento burgués en la comparación  del grado de subdesarrollo entre Argentina y otros países subdesarrollados, no hace más que esconder el hecho de que es parte del proceso de dependencia que lleva implícito el capitalismo en expansión a escala mundial. Desde esta dinámica pura capitalista de dependencia, hace una crítica al desarrollismo, quienes sostienen de que para lograr la industrialización toda inversión aporta al desarrollo, que todo desarrollo industrial es sinónimo de crecimiento autónomo, que las ganancias de los empresarios se transforman en inversiones. Ignoran el problema imperialista, el cual a través de estas inversiones, se revitalizará la producción ero al costo de desplazar y eliminar las actividades productivas de menor competencia. Esta política, solo puede ser concebida bajo una profunda planificación del Estado que contemple los intereses generales. Para lo no deberá estar bajo el control de la burguesía.
Carlos Altamirano: “Peronismo y cultura de izquierda”
El texto analiza las visiones generadas en el seno de la izquierda en Argentina sobre el peronismo, atravesando las distintas etapas, en las que el peronismo construye su base sociopolítica en la clase trabajadora. En este sentido, la perturbación que para la izquierda implica que un movimiento “ajeno” a las fuerzas productivas en pugna se convierta en su representante político, generará revisiones y cuestionamientos internos en la izquierda, fundamentalmente entre sus mayores representantes, el partido Socialista y el Comunista.
La visión de ambos partidos se ubica en una fuerte condena a que una fuerza nacida en un régimen militar dispute la orientación de los sindicatos. La izquierda, en defensa de la reivindicación democrática, se ubica como activo opositor a lo que considera un movimiento saliente del fascismo que intenta cooptar a la clase trabajadora, que la somete y la dirige a antojo de su líder.  Desde el triunfo electoral peronista en 1946 se posicionan como férreos opositores en defensa de una resistencia democrática, a tal punto que celebran el golpe militar del 55’ como medio de “liberación” de la clase trabajadora. Si bien el partido comunista no celebra el golpe en sí mismo, rescata su valor en tanto que libera la acción de las masas.
Pero la idea de una nueva realineación de fuerzas obreras en torno a los partidos de izquierda una vez caído el gobierno de Perón, choca según el autor, con el hecho de que para la mayoría de los obreros la acción de la clase trabajadora sigue asociada a la identidad peronista, en torno a la cual buscarán una revancha política. El eje peronistas/antiperonistas, que la izquierda pretendía superar, se torna central de allí en adelante en la relación de fuerzas en pugna. Cuestión que origina un revisionismo en el ámbito intelectual de la izquierda.
Una cuestión importante que resalta Altamirano respecto a esto último, es que la izquierda representaba solo piezas secundarias en el juego político, cuyo escenario en realidad era definido por el sistema de partidos legales, por las fuerzas Armadas, las corporaciones empresarias y el sindicalismo peronista. Su debilidad en la puja política      los aísla hacia la esfera intelectual y ámbitos culturales de la vida política. En este sentido, los primeros años de este revisionismo en la izquierda, transitan sobre los ámbitos intelectuales de clase media, más que políticos. Este hecho quizás debiera ser uno de los más relevantes al momento de pensar en los factores principales mediante los cuales la coalición de izquierda no puede hacer frente al peronismo en 1946, más allá del errático análisis coyuntural que realiza en torno al peronismo y su origen, que lo dejará completamente relegado de la escena política durante esos primeros años. Es decir, la debilidad de la izquierda en términos organizativos y representativos debe buscarse mucho tiempo antes del surgimiento del peronismo, y de las corrientes nacionalistas.
A tal punto el hecho político del peronismo plantea una profundidad en el análisis sociopolítico que, hasta para los intelectuales de la izquierda se toma al peronismo como clivaje generacional desde el cual partir y argumentar los análisis revisionistas. Esto implica que el planteo revisionista impulsado por el peronismo, no solo alcanza a la izquierda, sino a las propias visiones dentro del peronismo, en virtud de la cuales se producen autointerpretaciones que acercan elementos argumentales marxistas, produciéndose lo que Altamirano denomina una producción intelectual de frontera, donde discursos como los de J.W. Cooke se interpretan como variantes del discurso peronista y también como variante de una izquierda nacionalista. 
Las interpretaciones puestas en juego girarán en torno a 2 cuestiones: por un lado las condiciones económicas, sociales y políticas que hicieron posible el surgimiento del peronismo; por otro la cuestión de porqué la clase obrera industrial no hizo su aparición política bajo la dirección de un partido socialista. La izquierda debatirá luego del 55 las condiciones de posibilidad del peronismo de subsistir si no se torna en un partido obrero con fines de tal, en tanto de esa manera lograría hallar su garantía teórica en el marxismo. No obstante, la corriente marxista no era homogénea; sus principales adhesiones se nucleaban en torno al Leninismo, fundamentalmente en la tesis sobre imperialismo y la “cuestión nacional”, y el Trotskismo, también de tendencia teórica sobre el imperialismo. Una tercera vertiente marxista, apoyada en J. P Sartre y Gramsci, era la llamada neomarxismo, con menos peso y difusión que las anteriores.
El ingreso del nacionalismo militar, del cual surgirá Perón, en 1943, frente al cual la izquierda adopta una oposición antifascista, pone al revisionismo a analizar tres elementos: el nacionalismo militar fue resultado de tendencias industrialistas y antimperialistas en el ejército; donde los nacionalistas de derecha no tuvieron relevancia; y donde Perón saca al movimiento nacionalista militar de su encierro buscando el apoyo de las masas obreras. Cuestiones estas a las que la izquierda era totalmente ajena, fundamentalmente a la “cuestión nacional”.
Así el elemento de síntesis que en lo social había generado la industrialización, encuentra a Perón y al movimiento nacionalista militar como aglutinador, frente a una carencia de representación en el orden político tradicional que sostuviera la representatividad tanto de los intereses de la burguesía industrial como de los auténticos partidos obreros. Entre ellos, esta incapacidad de representación por parte de la izquierda expresada en la coalición de la Unión Democrática que pierde frente al peronismo en 1946.
Rescata el aporte de Ricardo Piglia, que resalta en la huelga y movilización nacional del 17 de Octubre de 1945 como el primer símbolo real producido por la clase obrera: se instala en el pensamiento de la nueva izquierda  el  “hecho peronista” como representativo de la acción del movimiento obrero. El peronismo se inscribiría entonces dentro del relato marxista, no como un retroceso sino como un tramo del camino, en pos de la nacionalización de la conciencia obrera. Desde el 55 el peronismo operará como reordenador de las significaciones de izquierda, quien en gran parte buscará desde entonces un encuentro entre socialismo y nación, o un nacionalismo de izquierda.
Arturo Jauretche: “El Plan Prebisch: retorno al coloniaje”
En el prólogo a la tercera edición Jauretche establece el argumento conductor desde el cual criticará fuertemente el Plan Prebich y revalidará como pronósticos cumplidos. Con el golpe de 1943, la revolución Libertadora tiene una visión anti histórica, dado que no observó los cambios que la guerra mundial habían impuesto a la realidad, rompiendo el sistema de intercambio de materias primas por un sistema industrial de sustitución capaz de capitalizar el país y generar mano de obra calificada. Esto se avizoraba ya desde 1939, atento a un replanteo de la economía que se imponía en los hechos. Según el autor la nueva realidad impuesta por la situación internacional propendía a estructurar un país con el mercado interno como centro y no el intercambio de productos primarios.
El golpe de 1955 rompe con esto rescatando la idea de que solo el saldo del intercambio con el exterior permite construir riqueza, cuando en realidad, independientemente del volumen de exportación o importación, la verdadera riqueza se mide por la propia producción del país y su capacidad de consumirla. El rasgo fundamental en Jauretche es la posición nacionalista y autónoma enarbolada durante la década peronista y criticada por los preceptos del Plan Prebisch.
En primer término, sostiene que Prebisch acusa una honda crisis económica, que según Jauretche y las estadísticas no existe, con el fin de justificar el paquete de medidas que propondrá, del cual sobresale la principal; la contratación de empréstitos. Jauretche reivindica la forma de enfrentar una crisis de déficit comercial, como sucedió en 1952, ante la cual no se recurrió al empréstito internacional, como suscribe Prebisch, sino a afrontar el período de precios internacionales de exportación e importación desfavorables, de términos de intercambio adversos, sin tener que afrontar adicionalmente los servicios de una deuda. Del mismo modo, aspecto criticado por Prebisch, Jauretche convalida la decisión de capitalizar las dividas acumuladas durante la guerra (Ferrocarriles) con el fin de repatriar deuda y capital extranjero ya existente en el país, de modo tal de contribuir a la industrialización del país. A pesar de ser criticado por Prebisch en el contexto del Plan, es reivindicado por éste en un estudio de la CEPAL. Prebisch critica, por un lado haber empleado las divisas acumuladas durante la guerra en eliminar el pasivo que afectaba la economía nacional y ponía en peligro la independencia económica. No obstante, desde la CEPAL, celebra este tipo de políticas, alentando la posibilidad de impulsar la industrializacio gracias al aumento de resvas producto del aumento de las exportaciones y la disminución de las importaciones producto de la guerra; momento además propicio para la repatriación de capitales y eliminación de la elementos de vulnerabilidad que representan los servicios de la deuda.
El eje principal es oponer el Prebisch de la CEPAL, pos industrialista y el Prebisch del Plan, funcionario público, responsable principal de desplegar el control monetario de Inglaterra sobre la economía Argentina a través de la creación del Banco Central y el permanente fomento de toma de empréstitos.
Programa de La Falda. Plenario nacional de delegaciones regionales de la CGT y de las 62 Organizaciones. La Falda, Córdoba, 1957
El documento narra un contexto histórico en el que describe brevemente la resistencia obrera del sindicalismo y el peronismo a partir de 1955, con la proscripción del peronismo, la intervención de la CGT por parte del gobierno militar. Resaltando principalmente el carácter nacional de dicha resistencia y esfuerzos de reorganización. La recuperación de sindicatos y de la primer CGT regional en Córdoba en 1957, que forman la “intersindical”, obligando al gobierno través de un paro general a convocar al Congreso normalizador de la CGT, donde se produce una ruptura y surgen las “62 Organizaciones”. Esta organización junto a la CGT de Córdoba organizan un plenario nacional en la Falda, Córdoba, donde confecciona un programa obrero, de clara posición antiimperialista enmarcado en el peronismo histórico. Algunos de los puntos más salientes de programa:
-Control estatal del comercio exterior
-Integración económica latinoamericana
-Políticas de consumo interno, altos salarios, mayor producción nacional
-Nacionalización de los frigoríficos
-Control estatal del crédito        
-expropiación del latifundio agrario en el marco de
-Reconocimiento del movimiento obrero como fuerza fundamental nacional y hegemónico en la confección de un plan político-económico-social.

Programa de Huerta Grande. Plenario Nacional de las 62 Organización. Huerta Grande, Córdoba, 1962.
El documento también analiza el contexto político-económico en el que se da la lucha por la reorganización obrera en con el fin de imponer los programas obreros, los cuales interpretaban en clave imperialista la tendencia económica del gobierno desarrollista de concentración del capital y la consecuente represión del movimiento obrero, encarnado en el Plan Conintes de  Forndizi.
En un plenario Nacional de las “62 Organizaciones”  realizado en Huerta Grande, Córdoba, se alienta un programa abiertamente de izquierda, de acuerdo a la voluntad de Perón, el cual se manifiesta en los 10 puntos del acuerdo, entre los que se destacan: nacionalización de todos los bancos y el sistema bancario; control estatal sobre el comercio exterior; nacionalización de los sectores clave de la economía, desconocer los compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo; planificación  la producción en pos de los intereses nacionales.
Universidad y País. Conferencia de John William Cooke. Cordoba. 4 de Diciembre de 1964
Se trata de una conferencia donde describe, en torno al fracaso del retorno al país de Perón, la concepción revolucionaria del peronismo. Describe el camino del movimiento revolucionario en el que el avance de la conciencia revolucionario del pueblo cobra fundamenta importancia en pos de una dinámica de acumulación teórica de la praxis revolucionaria. En este sentido, dirige su crítica a quienes no ven en el peronismo éste carácter revolucionario. Afirma que no puede haber un revolucionario que sea antiperonista, o una lucha revolucionaria desvinculada de la lucha del peronismo. No niega que pueda aceptarse como revolucionario a alguien que no reivindique al peronismo como herramienta política de la clase trabajadora en Argentina, pero no pueden negarla. Critica a los intelectuales que, en lugar de reparar en el lugar que ocupa el peronismo en la relación de fuerzas, lo califican de no tener el suficiente nivel revolucionario, negando la posibilidad del peronismo de sobrepasar sus limitaciones teóricas y ganar un desarrollo de la conciencia revolucionaria.
El vector revolucionario en Argentina para Cook, es el Peronismo, y como tal puede y debe tener el transitar dialéctico entre práctica y teoría, entre praxis revolucionaria y capitalización teórica de la conciencia revolucionaria, que sectores intelectuales de la izquierda solo reservan para la organización del proletariado en los marcos del partido de los trabajadores, y niegan al peronismo endilgándole una endógena limitación teórica. Es en este sentido esencial donde Cook representa uno de los pensadores más emblemáticos dentro del peronismo en hacer coincidir en términos teóricos el marxismo con el peronismo. “El peronismo es la agrupación de las clases revolucionarias en este momento de la historia Argentina”, la lucha de clases en su forma política se da entre peronistas y antiperonistas, y por tanto, no hay posibilidad de que el peronismo negocie con el régimen oligárquico.
En este punto, es quizás donde surgen algunas cuestiones difíciles de conciliar entre las concepciones que componen el peronismo para Cook y los términos marxistas de la izquierda:  Ante las críticas por parte de intelectuales peronistas, de que bajo esta concepción el movimiento se caería en un partido clasista, Cook responde que el peronismo es policlasista, ya que está integrado también por sectores de la burguesía, aunque, no obstante esto, su ideología no es policlasista. Es decir, según Cook, el movimiento está integrado por un sector minoritario, pero constructivo y útil para la nueva sociedad, de la burguesía. Sin embargo, el esquema de pensamiento o ideología del movimiento revolucionario peronista ha de ser el mayoritario en su seno, el de la clase trabajadora, y no el de la minoría burguesa, la cual también forma parte. Desde la izquierda puede ser objetado como una limitación teórica, el incluir en un Movimiento revolucionario a una parte “útil” de la burguesía. Distinto es afirmar que en una determinada etapa de la lucha contra el capitalismo, se necesita pregonar un desarrollo incipiente de la burguesía, con el fin de estimular el desarrollo de las fuerzas productivas que posibiliten el siguiente salto dialéctico en el camino revolucionario de superación de la clase trabajadora sobre el capital.
Cook sostiene también, asimilando desde el marxismo, el lugar indiscutido que la violencia tiene en toda intención netamente revolucionaria, de realización de un país soberano, de supresión de la explotación, el cual no puede lograrse mediante la conciliación o el diálogo. Hecho que será evidenciado en el fracaso del retorno de Perón, y que confirma que solo el camino revolucionario mediante la violencia puede asegurar el éxito.
Estrategia y tácticas revolucionarias. Doc. presentado al congreso de Córdoba por la Tendencia revolucionaria del Peronismo. Enero de 1969
Analiza los distintos medios de la estrategia colonialista a nivel global, la cual propende a “desmilitarizarse”; los medios masivos de comunicación, la industria del cine, tienden a legitimar el prestigio del imperialismo distrayendo a las masas de sus objetivos políticos de clase. Los tratados económicos de comercio explotan la vulnerabilidad económica de los países neocolonizados. Ante la proscripción del peronismo, y la imposibilidad de acuerdos electorales que no impliquen subordinación al colonialismo, lo que se evidencia es el valor de la estrategia. Y la estrategia contempla a la violencia como tendencia inevitable de la lucha de clases. Mediante ella, se adopta el esquema de “La guerra de guerrillas” de E. Guevara y la noción de la Revolución Cubana que aseguraba que acciones político- militares generarían como reacción un levantamiento de las masas que se incorporaría al pueblo en armas. El estudio de la estrategia en la lucha armada (estudio de C. V. Clausewitz) será la vía principal de acción política.
Selección de la CGT de los Argentinos, presidida por Raimundo Ongaro. Mensaje a los trabajadores y el pueblo, 1º de Mayo de 1968. 
El documento denuncia y describe la entrega del patrimonio económico por parte del gobierno de la Revolución Libertadora, a través de las políticas del libre comercio que dieron rienda suelta a la entrada de monopolios y a la concentración económica, perjudicando la industria local. Ante lo cual realza el llamamiento de históricos pronunciamientos de la clase trabajadora, tales como: la propiedad existente debe estar en función social; trabajadores en la participación de la producción pero también en la dirección de las empresas; nacionalización de los sectores clave de la economía (petróleo, siderurgia, electricidad, frigoríficos, etc); desconocimientos de la deuda; expulsión de los monopolios; reforma agraria; iguales condiciones de accesos a la educación.

Juan Jose Hernandez Arregui: “Nacionalismo y Liberación.Metrópolis y Colonias en le era del Imperiaismo” (1969). Escritor, político, uno de los intelectuales más influyentes del peronismo revolucionario.
Arregui enfatiza en el marco del pensamiento y cultura literaria de la época, un pensamiento nacional y otro antinacional. En estos términos se inscribía según el autor la concepción del mismo Perón, a quien no le interesaban las ideologías, “se reía de ellas”. Su pensamiento debe ubicarse en el plano patriótico que es el real instrumento de liberación, y no en el del pensamiento. En este sentido el marxismo es un medio para servir a los fines de la patria. Para Arregui el Marxismo es un método para la investigación de la historia y la cultura. Pero el marxismo, como todo método, no debe ser trasladado esquemáticamente y superpuesto a cualquier realidad histórica, diversas entre sí, cuestión que han sostenido las izquierdas tradicionalmente en Argentina. El método depende siempre de una situación temporal y no ésta del método.
Según Arregui, Perón representa al proletariado nacional, la fuerza política mas importante del país. También al nacionalismo anticolonialista. Es el símbolo de la revolución Nacional. Nuclea en torno a su personalidad política a las masas obreras. Pero es el pueblo el que crea con la actividad al conductor, quien se limita a administrar esa actividad, en tanto coincida con los objetivos colectivos de las masas. Los descontentos sociales crean al líder, y éste los unifica y orienta hacia fines colectivos: esto es el liderazgo.

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Aporte de Paula:

Como se mencionó en la clase 6 el debate en donde se ubica los sucesos entre 1955-1976 tienen como ejes, por un lado, la lectura del peronismo después del golpe de 1955, precisamente a responder ¿qué pasará con la clase trabajadora que había adherido masivamente al peronismo? y, por otro parte, a pensar en el desarrollo futuro del país de ahí en más, dado la creciente complejización de la economía, es decir: ¿qué sendero va a tomar el país? Altamirano (2001)
A partir del Golpe del 55 de la Fusiladora se replantea la distribución del ingreso que se venía dando con el peronismo. Si bien en términos económicos se continúa- incluso profundiza- el perfil industrialista[1], en términos políticos este periodo implica una ofensiva muy fuerte contra los trabajadores[2]. Tal como explica Baschetti (1988:116) “...En lo económico se inicia un periodo de concentración monopólica y desarrollo dependiente de sectores claves de la industria. Este proceso será acompañado del intento a nivel político de encauzar bajo la hegemonía de la gran burguesía monopólica a la clase trabajadora”.
Durante estos años de alternancias de golpes de estados con gobiernos democráticos, se multiplicarán las huelgas y los planes de lucha. La Resistencia Peronista mostrará, en este periodo, la actividad de las bases, no pasividad. En este sentido tanto la selección de Baschetti con sus Documentos de la Resistencia Peronista como la Selección de la CGT de los Argentinos por un Patria Justa, Libre y Soberana podrán en manifiesto esto último.
En este marco se van a inscribir tanto las corrientes contra hegemónicas (izquierda marxista y nacional) como aquellas que no piensan en una transformación radical (estructuralismo y desarrollismo).
Si bien durante el peronismo va a estar enfrentadas la izquierda marxista de la izquierda nacional, durante esta etapa va haber una confluencia de las dos corrientes. Los sucesos del Cordobazo de 1969 permiten pensar esta relectura del mapa político y la confluencia de ambas corrientes[3].
De esta manera, los textos propuestos para la clase 7 dan cuenta de los debates de la denominada “izquierda nacional” y de las contribuciones de sus principales exponentes (J.W.Cooke, A. Jauretche, J.J. Hernández Arregui, R. Puiggrós , J.A. Ramos) en estrecha vinculación a los interrogantes planteados para el resto de las corrientes del periodo 1955-1976. Asimismo, se incorporan aportes centrales del diagnóstico de la izquierda nacional respecto a la política económica durante momento claves de la segunda sustitución muy vigentes en la actualidad: capital extranjero, monopolios, imperialismos, colonialismo, entre otros.
Como describe Altamirano (2001)[4] tras el derrocamiento del régimen justicialista fue haciéndose visible la discusión sobre qué era y qué había sido finalmente el peronismo. Así el autor se propone a revisar las visiones que el peronismo motivó dentro de un área de la cultura política e intelectual: la de la izquierda, para la cual comprender el “hecho peronista” se volvió también el problema capital, la “clave del destino”.
Desde principios, socialistas y comunistas identificaron los signos del fascismo en la iniciativa que, desde el régimen militar nacionalista, comenzaba a disputarles la orientación de los sindicatos obreros. El conjunto de la cultura de izquierda se alinearía con arreglo a esa definición del peronismo en el poder.  De esta forma, tanto el Partido Comunista como el Partido Socialista darán su apoyo a Revolución Libertadora – en la revista comunista Pasado y Presente y en semanario socialista La Vanguardia- aunque con algunas con algunas disidencias. El Partido Comunista tendrá como consigna central el reclamo de un gobierno de amplia coalición democrática y a diferencia de los socialistas, buscará la unidad de acción con dirigentes obreros peronistas en las luchas reivindicativas y en la oposición a la orientación política económica del gobierno, escapando así al eje peronismo/antiperonismo.
“La idea de un nuevo alineamiento de fuerzas chocará con el dato de que para la mayoría de los obreros, la acción de clase a la que se entregaban, por los salarios o por la recuperación de los sindicatos intervenidos por el gobierno, no se disociaba de la identidad peronista y que el clivaje peronismo/antiperonismo no era a sus ojos una división secundaria, sino central. Lo que el nuevo orden les había traído era al mismo tiempo una revancha social y política”. Altamirano (2001:53)
Luego del golpe de 1955 se revisa el  ámbito político e intelectual de la izquierda argentina dando lugar a una eclosión de libros políticos y trabajos documentados sobre aspectos de la historia argentina reciente,  tal como la Revista de Historia.
Está revisión en el ámbito de la izquierda como explica Altamirano (2001) se inscribió, por una lado, en el contexto político  peronismo/antiperonismo , dado por una conflictividad social que remitía a la acción de un proletariado amplio y concentrado que se expresaba en el interior de esa antinomia y por otro, en el contexto ideológico activado por el universo de las clases medias ilustradas. Los partidos de la izquierda hallaran su campo principal de gravitación en la escena ideológica y en los aparatos de cultura. Dichos partidos ¿podrían arrogarse la representación política de la clase obrera?
Fue la exposición común al clivaje que introdujo el peronismo lo que desencadenó el efecto de generación y de fractura generacional. La idea de generación ofrece a menudo una significación de referencia y de identidad para miembros jóvenes de las elites cultivadas que ingresan en la escena cultural afirmando la “conciencia” generacional como marca de distinción, inconformismo y heterodoxia. Revista contorno, Gaceta literaria: rasgo de autoidentificación jóvenes sin maestros.
Jorge Abelardo Ramos por ejemplo reclamaría para sí el reconocimiento que se debía a los precursores. Destinaba una voluminosa síntesis de la historia nacional a responder a los interrogantes de la nueva generación.
El peronismo fue, en el orden local, el centro de referencia de la mutación. La resignificación del peronismo se encadenó a una actividad de resignificación más general que se imprimiría en el campo de la izquierda corroyendo y desplazando hacia el pasado o hacia el reino del error, representaciones durante mucho tiempo dominantes en ese campo. Altamirano (2001)
Además, impulsó otros focos de inspiración intelectual y política colocados algunos de ellos fuera del marco de la experiencia nacional. Cuando en 1960 el órgano de los intelectuales comunistas Cuadernos de Cultura consagre todo un número al análisis y la refutación de la “nueva izquierda” varios de los colaboradores de la revista hallarán en la representación del peronismo un signo distintivo de la familia ideológica en cuestión. No habrá de alterar lo que la izquierda era ya en la sociedad argentina: más un área activa de la vida ideológica, que una fuerza de significación en la arena política. Tendrá a la universidad como su ámbito principal pero no el único.
Surgió así una producción intelectual con manifestaciones con variantes del discurso peronista y  de izquierda nacional que más allá de la común referencia al marxismo, en su interior no se presenta como un pensamiento homogéneo[5]. Todas con el propósito de responder a dos cuestiones: 1- a las condiciones económicas, sociales y políticas que hicieron posible la emergencia del peronismo como movimiento y su implantación como régimen después de obtener el triunfo en las elecciones de 1946 y 2- dar cuenta de por qué la clase obrera industrial no había hecho su ingreso en la escena política argentina bajo la dirección de un partido de orientación socialista que se reclamara de clase o proletario en correspondencia con los presupuestos de la teoría marxista (cuestionamiento al papel del PS y PC).
En breve mención tanto Jorge Abelardo Ramos (Revolución y contrarrevolución en la Argentina en 1957) como  Rodolfo Puiggrós  (El proletariado en la revolución nacional publicado 1958 y precedico por Historia crítica de los partidos políticos argentinos de 1956) son  claves con las cuales se interpretará al peronismo. Eran los exponentes más visibles de círculos marxistas marginales con relación a la cultura de izquierda antes de 1955. Después de esa fecha, el discurso que había tenido a aquellos círculos como focos de elaboración y emisión dejaría de ser periférico respecto de esa misma cultura, como lo mostraría las reediciones, las citas y también las polémicas. (Altamirano, 2001)
Según explica Altamirano (2001:69) “...La referencia a los elementos compartidos de una dilucidación que daba forma histórica a una lectura que se quería estratégica nos servirá, entonces, de principio organizador al intentar una exposición general del discurso que tenía como objeto enunciar una compresión verdadera del peronismo”:
1- En primer lugar el papel de la industrialización, de la burguesía nacional, el capital extranjero y el imperialismo.
A la tesis histórica de Puiggros, Ramos o Hernandez Arregui, que asociarían la industrialización a la presencia de una burguesía nacional, se opondrían a los análisis de Micíades Peña, quien desligaría ambos fenómenos, negando que la transformación operada en la economía argentina hubiera sido obra de una clase de empresarios que respondiera a la categoría de la burguesía nacional. En el arco que iba entre una y otra postura se encontrará, se expondrían variantes que, como las de Ismael Viñas, se aproximarían y se alejarían en distintos puntos de algunos de los dos. Altamirano (2001:70)
El imperialismo es la gran clave de todas  las interpretaciones disidentes como lo será en el discurso de toda la izquierda posterior a 1955. El liberalismo operaba como el mediador ideológico de este sistema de dominación semicolonial, dentro de cuyo dispositivo funcionaban y como órganos suyos la prensa, la universidad y las elites intelectuales.
En línea con esto último es oportuno remarca las contribuciones de Robero Baschetti[6] en la selección de Documentos de la Resistencia Peronista, 1955-1970 de 1988 que tanto el Programa de La Falda de 1957 como el Programa de Huerta Grande de 1962 constituyeron auténticos programas de gobierno, antioligárquicos y antiimperialistas enmarcados en las grandes banderas históricas del peronismo. “Un verdadero aporte del Movimiento Obrero Argentino en la lucha por la Liberación Nacional y Social de nuestra Patria”. El Programa de la Falda, tras el nacimiento de las “62 organizaciones”, constituyó en un hecho histórico en el marco de resistencia obrera y lucha política del peronismo contra las proscripciones y la entrega de la dictadura de Aramburu para llevar adelante el Plan Prebisch.  Mas tarde, luego del derrocamiento de Frondizi por los militares y en un marco internacional que se consideraba favorable para la lucha de los pueblos, el Movimiento Obrero presenta su Programa en Huerta Grande el cual profundiza los contenidos antioligárquicos del peronismo.  
A esto último se suma el documento presentado al congreso de Córdoba por la tendencia revolucionaria del peronismo el 11 y 12 de enero de 1969[7]. Allí se expresa la estrategia y la táctica revolucionarias necesarias para crear el Estado Socialista-Peronista. Una serie de puntos en donde se resalta no sólo el rol del imperialismo y el colonialismo, al igual que en otros documentos, sino que suma la lucha armada[8].
El Programa del 1° de Mayo de la CGT de los Argentinos el cual resume una serie de documentos las acciones protagonizadas por los trabajadores/as y el pueblo en el periodo 1968-1973 introduce una serie de conceptos en relación al capital extranjero, los monopolios y el proceso de tercerización los cuales reconfiguran las relaciones laborales. En ese Programa del Primero de Mayo de 1968 la CGT convoca a amplios sectores -a excepción de las minorías entregadores y los dirigentes corrompidos- a movilizarse para combatir de frente al imperialismo, los monopolios y el hambre. Así, denuncian como “El aplastamiento de la clase obrera va acompañado de la liquidación de la industria nacional, la entrega de todos los recursos, la sumisión a los organismos financieros internacionales.” y agregan como “Durante el año 1967 se ha completado prácticamente la entrega del patrimonio económico del país a los grandes monopolios norteamericanos y europeos”. El gobierno, surgido con el apoyo de las FFAA, rebajó los aranceles a las importaciones, los monopolios aplicaron el dumping y los empresarios nacionales se hundieron.  Esos monopolios, con ayuda de los bancos extranjeros, ejecutaron a los deudores y llenaron de créditos a sus mandantes que con dinero argentino compraron a precio de bancarrota las empresas que el capital y el trabajo habían levantado con años de esfuerzo.
En este contexto el rol del sindicalismo es la lucha contra el poder de los monopolios y contra toda forma de penetración extranjera. En palabras de Amado Olmos “...El trabajador quiere un sindicalismo integral, que se proyecte hacia el control del poder, que asegura en función de tal el bienestar del pueblo todo. Lo otro es sindicalismo amarillo, imperialista, que quiere que nos ocupemos solamente de los convenios y las colonias de vacaciones”.
Juan José Hernández Arregui (1913-1974)[9] en su escrito “Nacionalismo y liberación. Metrópolis y colonias en la era del imperialismo.” del año 1987 (Edición original 1969) pone en el centro de la cuestión el rol de los organismos internacionales (FMI, BM, OEA) y la propaganda internacionalizada/imperialista[10]. Así, introduce el papel de las inversiones extranjeras y de los grandes monopolios, tomando como ejemplo la explotación del petróleo argentino, y la importancia de la industrialización nacional. Según Arregui (1987:242) “El equilibrio de las balanzas de pagos de las potencias dominantes se logró así, a costa del desequilibrio permanente de las balanzas de pago de los países endeudados, y por ende, en estado crónico de desequilibrio económico”. El objetivo, para nivelar el desequilibrio del país deudor, es la intervención del Fondo Monetario Internacional con el fin de “ayudar a los países subdesarrollados” convirtiendo a los gobiernos deudores en instrumentos de planificación del trabajo y en delegados políticos. Todo esto con el apoyo de la propaganda internacionalizada/imperialista la cual crea una serie de sofismas como la “eficacia de las inversiones de capitales privados extranjeros” y los “beneficios del capital extranjero”. La planificaciones, la determina el Fondo.
Arregui plantea la unidad Iberoamericana como una idea de crecimiento al margen de EEUU y al proletariado con la única clase social congénitamente anticolonialista. “Una industrialización no es nacional si su planificación no responde a las necesidades totales del país como unidad geográfica y demográfica”
Por su parte, Arturo Jauretche[11] en su Plan Prebisch: retorno al coloniaje del año 1974 (Primera edición 1955) bajo el interrogante de ¿Hacia donde vamos? analiza los principales puntos del programa económico de la Revolución Libertadora: el Plan Prebisch, anticipando la situación del país años mas tarde. En resumen tal como explica Jauretche (1974:133-134) “El plan Prebisch significará la transferencia de una parte sustancial de nuestra riqueza y de nuestra renta hacia las tierras de ultramar. Los argentinos reduciremos el consumo, en virtud de la elevación del costo de vida y del auge de la desocupación. De esta manera, no solamente aumentarán nuestros saldos exportables, sino que serán más baratos, lo que será aprovechado por el consumidor inglés que ensanchará su cinturón a medida que nosotros lo vayamos achicando”. Con la liquidación de la industria y con una balanza comercial deficitaria no quedará otra que contraer deudas y llegará asi entonces el momento de la enajenación de nuestros bienes, ferrocarriles, flotas y usinas. Así se irá “reconstruyendo el estatuto del coloniaje, reduciendo al pueblo a la miseria, frustrando a los grandes ideales nacionales y humillándolos en las condiciones de país satélite".
De esta manera, Jauretche muestra como a través de los anuncios de una “situación catastrófica del país” hacia 1952  queda en evidencia la solución para la instalación del viejo proyecto de la oligarquía. Prebisch inventa la crisis para justificar las medidas que después propondrá. La principal de ellas: la contratación de empréstitos.
En su artículo del año 1973 “Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema” en la Revista Crisis, J.W. Cooke[12] deja plasmada tanto su visión del imperialismo y de los oligopolios extranjeros como del desarrollismo argentino. Allí Cooke plantea que la discusión sobre si Argentina es o no un país “subdesarrollado” sirve para los “distinguidos economistas que vienen a explicar lo bueno que es el capitalismo y que todo es cuestión que pongamos un poco de orden, halaguen a sus auditorios y les hagan ver que no nos consideran en un mismo nivel con la escoria de los países atrasados de Asia, África y América Latina”. Además, y en clara disidencia con Rostow[13], explica que el presupuesto de que en los países subdesarrollados se reproducen los procesos evolutivos que ya cumplieron con los capitalismos adelantados es falso. El subdesarrollo es parte de un proceso de alcance mundial producido por la expansión del capitalismo. El desarrollo de Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, Estados Unidos se realizó en función del subdesarrollo del mundo semicolonial y colonial. Lo que impulsó inicialmente al capitalismo en sus lugares de origen fue, en gran parte, la riqueza que extrajeron de otros continentes mediante la conquista (acumulación originaria).
A través de los términos desfavorables de intercambio, remisión de ganancias de monopolios, nos descapitalizamos en beneficio del imperialismo. Esta es la gran ausencia que encontramos en todos los desarrollismos[14]. Ignoran el problema imperialista. O cuando la mencionan, como el frigerismo, omiten que la penetración norteamericana no se limita a despojarnos en la intermediación sino que participa del proceso de la producción y condiciona toda nuestra economía.
Son las estructuras que hay que cambiar. Una política de saneamiento sólo se concibe bajo una concepción diametralmente opuesta; no bajo la libre empresa y la ley de la jungla sino dentro de una planificación donde el Estado dirija un proceso de modernización que contemple los intereses generales.
2-Ingreso de un nuevo actor: el nacionalismo militar que hace su aparición en la revolución de 1943. De ese movimiento militar había surgido Perón como su figura mas destacada y allí había puesto su foco la izquierda tradicional al identificar el peronismo como proyecto fascista. Socialistas y Comunistas habían hecho de la diyuntiva democracia o fascismo el eje de análisis de la situación y del antifascismo el eje de la propia actividad política.
Arregui en este punto referenciando a Perón indica como el Ejército contribuyó a su caída. La Marina, al servicio de Gran Bretaña y la Masonería infiltrada en el Ejército consumaron la traición a la patria.
Jauretche explica como la experiencia que empieza en 1955 muestra que los partidos políticos que se creía ya resucitados, estaban ya muertos en 1945. “La llamada Revolución Argentina, es la confesión de ese fracaso hecho por las Fuerzas Armadas”. Aún los mismos partidos confiesan su invalidez para resolver las cuestiones que se plantean.
Para Cooke desde 1955, el Ejército es un partido mas, el partido continuo del régimen, el partido con la máxima capacidad de violencia en una fase histórica en que la institucionalidad democrática representativa no funciona y todo es acción directa.
3- Si el 17 de octubre simbolizaba la inserción tumultuosa de la nueva clase obrera en la escena política nacional, La Union Democrática simbolizaría la reacción del viejo orden contra la Argentina emergente y error histórico de los partidos de izquierda o el desenlace de una larga deserción en cuanto a partidos de izquierda.
Según Arregui (1987:271) “El rasgo saliente de este papel histórico de Perón es que nuclea alrededor de su personalidad política a las masas argentinas en proporción inversa al rechazo unánime que concita en las clases anticolonialista, que en el, por tanto, no atacan a un hombre sino al proletariado nacional, la única clase que, por su génesis social y por su papel en la producción, enfrenta sin capitulaciones al imperialismo” y agrega “El 17 de octubre de 1945 la clase obrera, sin conciencia aún de su poder político, se volcó en las calles de Buenos Aires, rescató al líder encarcelado por el propio Ejército presionado por la oligarquía, los partidos coloniales y los capitales y la diplomacia extranjeros. Ese día no se borrará de la historia argentina”. El problema es la clase obrera organizada. El programa nacional de la clase obrera no coincide con la política del imperialismo.   
Jauretche hace referencia a como la Revolución Libertadora estaba en manos de los viejos equipos del país colonial que habían quedado marginados en 1945. Estos últimos intentaron borrar los  años peronistas. Para ese entonces se destruyeron todos los intrumentos creados para encauzar la política nacional de liberación.
Cooke en su conferencia “Universidad y País” de 1964[15] explica que para que la clase obrera tome el poder es necesario el rechazo de las formas ideológicas que corresponden a la organización económico-social vigente y la creación de una visión del mundo propia: que es la teoría revolucionaria. Los intelectuales que juzgan al peronismo sin el marco y la erosión de la vida práctica son en todo caso “Intelectuales de Izquierda”, que entonces pasa a no querer decir nada. “No hay revolucionario sino de izquierda, pero se puede ser de izquierda sin ser revolucionario” y agrega que “Lo que no puede existir es un revolucionaria que sea antiperonista o una lucha revolucionaria desvinculada concretamente del Peronismo....”.
Referenciando al 17 de octubre explica que en los momentos de crisis los obreros actúan unidos por la solidaridad de la clase, su conciencia propia avanza rápidamente, y los valores que difunden los burgueses aparecen en su verdadera función de mitos que encubren la explotación de unos hombres por otros. (Baschetti, 1988)
4- El peronismo no pertenecía a la familia de los movimiento fascistas ¿Qué había sido entonces?
La expresión de un frente imperialista (Ramos), un movimiento de liberación nacional (Puiggrós), una tentativa nacional- burguesa de construir un capitalismo autónomo (Viñas). En cualquier caso las definiciones que cobrarán gravitación en el discurso revisionista identificarán en el peronismo un acontecimiento progresista frente a la dominación oligárquico imperialista. Altamirano (2001)
El peronismo se inscribía así de otro modo en el gran relato marxista: no como retroceso, ni como desviación del camino que llevaba a la clase obrera a la realización de su ser, sino como un tramo del camino, del tramo de la nacionalización de la conciencia obrera.
El “hecho peronista” sólo podía ser verdaderamente comprendido sobre el fondo de la dependencia y el problema nacional, claves que, a su vez iluminaban una historia mas larga, la del pueblo-nación y la de las elites políticas-intelectuales.
A partir de 1955 el peronismo comenzará a operar como un reordenador de las significaciones de la cultura de izquierda y una parte creciente de ella se orientará a la búsqueda del encuentro de socialismo y nación o dicho de otro modo de un nacionalismo de izquierda una idea que hacia 1960 dice Ismael Viñas estaba en todos.
Posterior a 1955, Arregui (1987:279) menciona a Perón como símbolo político es el campo de batalla donde se ventila, a través de agitados y enredados tramos, este litigio entre la colonia y la soberanía nacional. Perón dejó al país con importantes reservas de oro y divisas y sin deudas exteriores. En 1955 no cayó Perón, sino el proletariado nacional. 
Cooke en su conferencia “Universidad y País” de 1964[16] realiza un análisis de la Operación Retorno de Perón incorporando una serie de conceptos muy interesantes. Tanto la burocracia oportunista como el tremendismo revolucionario son expresiones de una misma concepción errónea. Ambas son concepciones no revolucionarias. La no violencia del burócrata y la violencia sin base teórica y sin base moral del tremendismo, la única diferencia viene a ser la violencia pero despojada de su carácter instrumental, transformada en inmediatez, en respuesta por sí misma suficiente.  Una concepción burocrática renuncia al triunfo total y se resigna a los pequeños éxitos parciales. Una línea seudo-revolucionaria busca solo aposteosis totales.
El peronismo fue la causa y el resultado de inmensos progresos de conciencia colectiva. Es un nucleamiento donde la clase trabajadora confluye y se expresa, a través del cual hace sus experiencias y da sus batallas. Es la agrupación de las clases revolucionarias así como el papel que cumple Perón es el de encabezar y promover esa rebeldía contra el imperialismo.  
Bibliográfia Obligatoria
Altamirano, Carlos, Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires, Temas Grupo Editorial, 2001. (Páginas 49 a 79).
Fuentes Obligatorias
Selección de Baschetti, Roberto, Documentos de la Resistencia Peronista, 1955-1970, Buenos Aires: Puntosur, 1988. (Páginas 66 a 69, 116 a 8, 119 a 205, 320 a 8, 427 a 33) (Textos obligatorios: Páginas 66 a 69 (Programa de La Falda), 116 a 8 (Programa de Huerta Grande), Conferencia de John William Cooke “Universidad y País”, 4 de Diciembre de 1964, en especial pp. 171 a 196, Documentos “Estrategia y táctica revolucionarias. Documento presentado al congreso de Córdoba por la tendencia revolucionaria del peronismo, 11 y 12 de enero de 1969, pp. 320-8). El resto de los textos son optativos.
Selección de CGT de los Argentinos. Por una patria justa, libre y soberana, la patria socialista, Buenos Aires, Federación Gráfica Bonaerense, 2001. (Páginas 25 a 29)
Hernández Arregui, Juan José, Nacionalismo y liberación. Metrópolis y colonias en la era del imperialismo, Buenos Aires, Editorial Contrapunto, 1987. (Edición original 1969) (Páginas 21 a 31 y 241 a 300)
Jauretche, Arturo, El Plan Prebisch: retorno al coloniaje, Buenos Aires, Peña Lillo, 1974. (Primera edición 1955) (Páginas 7 a 48 y 107 a 135)
Cooke, John William, “Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema”, Revista Crisis, 1973.




[1]La política desarrollista plantea algunas salidas claves para el activismo obrero  y la industrialización con un importante papel del capital extranjero. Esto va a ser cuestionado por autores como Cooke, Jauretche y Hernandez Arregui.
[2]Como se repasó en la clase 8 de Historia de la Clase Trabajadora en el marco de la proscripción del peronismo y del exilio de Perón se llevó adelante una fuerte ofensiva contra el trabajo. A través de una serie de decretos se excluyó de la actividad gremial a cualquier dirigente peronista, se intervino la CGT y se declararon disueltas y carentes de autoridad a todas las comisiones internas. Estos hechos se produjeron en el marco de la Revolución Cubana en 1959 y de la aplicación del Plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado) en 1960. (Basualdo, V. 2010)
[3]El Cordobazo marca un punto de inflexión. Fue un hecho complejo en el cual amplios sectores de la clase obrera participaron bajo el peso de influencias culturales, intelectuales y políticas que en conjunto, eran probablemente más poderosas que los problemas inmediatos de la industria automotriz o a la economía. (Brennan, 1994)
[4] Es un sociólogo argentino. investigador del CONICET, profesor de la Universidad Nacional de Quilmes. Autor de numerosos libros sobre política y sociedad. Obtuvo la Beca Guggenheim en 2004, el Premio Konex - Diploma al Mérito en 2004 y 2006, y el Konex de Platino en 2014. Especialista en historia de las ideas. Escribe en el campo de la historia intelectual. Con sus contribuciones retoma alguna de las principales líneas de debate del periodo (Clase N° 6-PEA- FLACSO). 
[5] No todas las operaciones interpretativas aparecerán igualmente ambiciosas y muchas de ellas serán poco mas que la repetición de un conjunto relativamente fijo de enunciados e imágenes histórico, convertidos en lugares comunes después de 1960.
[6]Tiene una página de Internet  www.robertobaschetti.com. Licenciado en Sociología. Universidad “Del Salvador. Facultad de Ciencias Sociales. Posee numerosos escritos y publicaciones.
[7] En Baschetti (1988)
[8] Ya entre 1969 y 1973 hay un ascenso de la militancia de los trabajadores (Rosariazo y Cordobazo) y el surgimiento organizaciones político-militares.
[9]Fue un escritor y político argentino. Es considerado uno de los intelectuales más importantes de la corriente del Peronismo Revolucionario. Según César Arias (1987: Prólogo) fue un luchador fiel a la causa nacional. Un pensador formado en la profundización de las ideas marxistas, con una práctica política enfrentada a las corrientes locales asumidas como herederos de Marx y Lenin. Fue perseguido por las dictaduras de turno por nacional y peronista. Su pensamiento tuvo reconocimiento de Perón y de la juventud argentina.
[10]Las primeras páginas seleccionadas de su escrito hacen referencia a sistema educativo argentino el cual “custodia los ideales formativos de una oligarquía decadente”. Aparte afirma que por primera vez ha aparecido una pasión por los libros esclarecedores de la conciencia nacional y menciona que hay un pensamiento nacional (como el caso de Scalabrini Ortiz) y un antipensamiento colonial (Jorge Luis Borges)
[11] A. Jauretche (1901-1974) fue un pensador, escritor y político argentino. Figura relevante de la Unión Cívica Radical y del peronismo a partir del llamado día de la Lealtad en el 17 de octubre de 1945.
[12] J.W.Cooke (1919-1968) fue un político argentino, líder del ala izquierda del peronismo hasta su muerte. Fue designado por el propio Juan Domingo Perón como apoderado del Movimiento Nacional Justicialista luego del golpe cívico-militar autodenominado Revolución Libertadora de 1955. Es señalado por el peronismo ortodoxo como el responsable de la confluencia del marxismo en el justicialismo.
[13] Cooke (1973) explica que Rostow escribió un libro que todos los economistas burgueses repetían que planteaba científicamente las etapas de la evolución económica, analizaba las condiciones de despegue hacia el desarrollo. Y agrega “…. El señor Rostow es uno de los colaboradores de la política imperialista de Johnson y fue tratado como el enemigo del país y de América Latina que es. Pero lo que nadie se acordó de mencionar es que ningún país del mundo ha “despegado” ni está en vías de hacerlo.”
[14] Se apoya en una serie de falacias: toda inversión equivale a desarrollo, toda industria es factor de crecimiento autónomo, las ganancias empresariales se transformas en inversión, el capital extranjero cumple la función de acumulación primitiva.
[15] En Baschetti (1988) pp 165-196.
[16] En Baschetti (1988). Op. Cit.

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Aporte de Andrés:

Altamirano recorre el pensamiento de izquierda en torno al “hecho peronista” durante el período 1955-1965. El derrocamiento de Perón dio lugar a un paso al frente de las corrientes de izquierda, que habían sido empujadas hacia la marginalidad (política, sindical e ideológica) durante los dos gobiernos peronistas. Este resurgir se produciría, fundamentalmente, en el plano ideológico, dado que las diversas corrientes de izquierda (incluidas el PC y PS) mantendrían un rol marginal en el devenir político y sindical durante aquellos años.
El factor común que unifica al revisionismo en torno al significado del peronismo giraba en torno a dos cuestiones: las condiciones económicas, sociales y políticas que posibilitaron el surgimiento del movimiento peronista; y explicar por qué no se había desarrollado una orientación marxista de la clase obrera industrial.
Este revisionismo implicaba una crítica a la llamada “izquierda tradicional” (PC y PS) que habían construido un discurso y una práctica antiperonista, lo que significó alejarnos del sentir popular, y más específicamente, de la vida sindical y política de la clase obrera. La renovación no puede asociarse unívocamente a un cambio generacional, ya que existían referentes que no pertenecían a una “nueva” generación (Puiggrós, Ramos, Hernández Arregui).
Según el autor, la resignificación del peronismo por parte de la izquierda implicaría una bisagra en la matriz ideológica y cultural de la izquierda en Argentina, dando lugar a una nueva izquierda, en oposición a la izquierda tradicional. Sin embargo, Altamirano sostiene que este punto de inflexión ideológico no significaría un cambio político, al menos en el período analizado, dado que la izquierda no lograría penetrar más allá de algunos sectores de clase media urbanas. La nueva izquierda pretendería dotar al herramental analítico marxista de una mirada nacionalista, dando lugar lugar a la denominada izquierda nacional.
La discusión ideológica acerca del peronismo resultaba de una importancia cabal no sólo en términos meramente intelectuales sino también porque habilitaba nuevas estrategias políticas para la izquierda. Podría decirse que la nueva consideración del peronismo dentro del relato histórico se vinculaba al objetivo político de salir de la marginalidad: le permite a la izquierda introducir un discurso marxista con raigambre popular. En lugar de ser un retroceso, un engaño o un desvío de los genuinos intereses de la clase trabajadora (visión de la izquierda tradicional), el peronismo pasaría a ser un paso progresivo en la historia de la lucha de clases, en el que la forma de avanzar sería la construcción del socialismo nacional: la superación del momento peronista llegaría a través de una crisis o de una transmutación.
Altamirano señala a Rodolfo Puigrrós, José Hernández Arregui y Jorge Abelardo Ramos como los máximos referentes intelectuales de la nueva izquierda. Por otro lado, coloca a Ismael Viñas y Milcíades Peña como un representante de  una “contracorriente de la tendencia principal”. Estas corrientes se distinguirían, por ejemplo, en lo que respecta a la identificación del sujeto protagonista de la industrialización: ¿Había surgido una nueva burguesía nacional (Ramos y Hernández Arregui), o había sido dirigida por la misma oligarquía terrateniente diversificada hacia actividades industriales (Peña)?
En oposición a la caracterización del peronismo como nacionalismo fascista (izquierda tradicional), el revisionismo destacaría la unión del nacionalismo militar con la clase obrera como base política, incluyendo distintas interpretaciones alternativas: frente atiimperialista (Ramos), movimiento de liberación nacional (Puigrrós), intento burgués de construir un capitalismo autónomo (Viñas). Lo que une a las diversas interprestaciones es el carácter históricamente progresista del peronismo frente a la dominación oligárquico-imperialista.

Programa de La Falda (1957)
El Programa de La Falda surge como resultado del Plenario Nacional de Delegados Regionales de la CGT y las 62 Organizaciones realizado en septiembre de 1957, convocado por la CGT de Córdoba (primera regional recuperada luego del Golpe de 1955). El “Programa” consistía en una serie de consignas, algunas de las cuales apuntaban a una reversión de los cambios introducidos por la dictadura militar y/o establecían un avance del control estatal sobre la actividad económica (estatización del comercio exterior, control centralizado del crédito, nacionalización de frigoríficos extranjeros, impulso a la industrialización y mecanización del sector agrario). Otras consignas trascendían la esfera de las políticas estatales (Control obrero de la producción y distribución de la riqueza nacional, mediante la participación de los trabajadores a través de las organizaciones sindicales); mientras que otros puntos resultaban meramente declarativos, no programáticos (“estabilidad absoluta de los trabajadores”, “solidaridad de la clase trabajadora con las luchas de liberación nacional de los pueblos oprimidos”, “política internacional independiente”).

Programa de Huerta Grande (1962)
En marzo de 1962 se produce un triunfo electoral de candidatos peronistas en varias provincias, entre ellas Buenos Aires. Como respuesta, pocos días después de las elecciones se desencadena un nuevo golpe militar que derroca a Frondizi y suspende los resultados electorales. En este contexto, el Programa de Huerta Grande es producto de un Plenario Nacional de las 62 Organizaciones realizado en Huerta Grande, Córdoba, en junio de 1962, y expresa la radicalización de la resistencia peronista. El programa consiste en diez puntos programáticos que implicaban el control estatal de prácticamente todas las operaciones económicas relevantes (comercio externo e interno, finanzas, tierras, producción industrial en sectores clave), sobre lo que se agrega el “control obrero sobre la producción”.

Conferencia de John William Cooke “Universidad y País” (1964)
En esta la conferencia brindada en Córdoba pocos días después del intento fallido retorno de Perón a la Argentina, Cooke desarrolla una reivindicación del rol de la teoría como fuente generadora de ideología anticapitalista en la conciencia de clase de los trabajadores. Su discurso está atravesado tanto por una fuerte crítica a la conducción burocrática del movimiento peronista. Como por una crítica a los intelectuales de izquierda que niegan el potencial revolucionario del movimiento peronista. En este sentido, Cooke rechaza las corrientes de izquierda que prescinden de “la lucha de las masas y del peronismo como expresión de ellas”: éstas podrán ser de izquierda, pero nunca serán revolucionarias. Por otro lado, los estratos burocráticos dentro del peronismo constituyen focos contrarrevolucionarios que expresan las limitaciones de la clase obrera realmente existente. En este marco, Cooke plantea la necesidad de un proceso de crecimiento de la conciencia de los obreros (peronistas) en forma paralela a la conciencia revolucionaria de los intelectuales y revolucionarios. Así, lanza una provocación al afirmar que los universitarios de izquierda “teórica” y la conducción burocrática de derecha del peronismo tienen una misma visión reaccionaria.
En otros pasajes de su conferencia Cooke realiza expresiones de deseo proyectando un futuro revolucionario del peronismo bajo la conducción del propio Perón, quien en lugar de “transar con el imperialismo” volvería al país a “encabezar y promover esa rebeldía contra el imperialismo y el privilegio interno”.
Más allá de la arenga con respecto carácter revolucionario del líder en el exilio la dicotomía central planteada por Cooke en la Conferencia es imperialismo-nacionalismo, mientras que la contradicción capital-trabajo aparece soslayada en el discurso.

Cooke, John William, “Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema”, Revista Crisis, 1973.

En el artículo en la revista Crisis –fragmento del libro “Peronismo y Revolución” publicado con posterioridad a su muerte-, Cooke cuestiona la discusión en torno a si Argentina era un país subdesarrollado, de desarrollo incompleto, u otra acepción; y en su argumentación retoma elementos de la crítica que tanto teóricos estructuralistas como dependentistas hacían a la teoría del desarrollo hegemónicas –en particular, aquella centrada en las etapas al desarrollo planteadas por Rostow-. Luego su planteo se acerca más a la mirada dependentista, ya que resalta que el elemento central para comprender la debilidad argentina –y de otros países de la región y de Asia y África-, omitido por los teóricos del desarrollo, es el “problema imperialista”.
Enumera cuatro falacias del desarrollismo: asumir que las ganancias empresarias se traducen en inversiones, que toda inversión implica desarrollo, que toda industria genera desarrollo autónomo, y que las inversiones de capitales extranjeros constituyen la “acumulación primitiva” que tuvieron los países desarrollados. Plantea su crítica al desarrollismo al explicar los diferentes mecanismos de explotación imperialista, basados ya no sólo en la existencia de filiales extranjeras o el pago de deuda; sino también de la dependencia tecnológica que las empresas nacionales tienen respecto a los países desarrollados, y en la articulación entre la burguesía nacional y el imperialismo.

Estrategia y táctica revolucionarias. Documento presentado al Congreso de Córdoba por la Tendencia Revolucionaria del Peronismo (1969).
El documento plantea la necesidad de tomar el poder mediante la lucha armada, afirmando que se encuentra agotada la “coexistencia pacífica con el imperialismo” impuesta por el Comunismo Soviético. Así, la estrategia propuesta consiste en conformar una vanguardia armada que en el desarrollo de la guerra de guerrillas se transforme eventualmente en el Ejército del Pueblo. El documento llama una y otra vez a la toma de las armas, aunque no expone un análisis de la situación económica social ni política, más allá de alguna mención que daría cuenta de la existencia de una situación de crisis sistémica (“en esta época de transición entre el capitalismo y el socialismo”) propicia para la avanzada foquista. La lucha armada se presenta no sólo como necesaria sino también como inevitable, como único medio posible que lleve a la instauración del Estado “Socialista-Peronista” y la “felicidad del pueblo”. El cierre del documento contiene una arenga de la lucha armada revolucionaria, lamentable a la luz de los hechos históricos, del “único jefe, líder y conductor”.
Selección de CGT de los Argentinos. Por una patria justa, libre y soberana, la patria socialista, Buenos Aires, Federación Gráfica Bonaerense, 2001. (Páginas 25 a 29)
El texto fue publicado en el primer número de la publicación oficial de la CGT de los argentinos, en el marco de los actos que la central organizó para conmemorar el día del trabajador, y se cree que fue escrito por el secretario general, Raimundo Ongaro, y Rodolfo Walsh.
El documento propone cuestionar la compra-venta de fuerza de trabajo y la propiedad privada de los medios de producción, a partir de cuestionamientos respecto a la potestad de los trabajadores de intervenir en la administración de las empresas, a la necesidad de nacionalización de sectores claves de la economía, no reconocimiento de compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo, a favor de la reforma agraria y contra los monopolios y los privilegios de las clases privilegiadas. Retoma a Amado Olmos[1] para plantear la necesidad de un sindicalismo integral, que no se ocupe “solamente de los convenios y las colonias de vacaciones”. En clara referencia a la facción de la CGT conducida por Vandor, el documento crítica a los dirigentes colaboracionistas, sus formas de vida (y su enriquecimiento) y los acusa de traición al pueblo.
Otro aspecto interesante del documento es que señala que “el movimiento obrero es la voluntad del pueblo, y como tal no se puede clausurar ni intervenir”,  señalando que como tal trascendía los edificios, el reconocimiento de la personería o los sellos –es decir, el reconocimiento de parte del Estado como actor sindical-. El documento finaliza convocando a empresarios nacionales, comerciantes, estudiantes, universitarios, artistas, intelectuales, militares y religiosos a unirse en la lucha para combatir al imperialismo, el hambre y los monopolios, pues “sólo el pueblo salvará al pueblo”.

Hernández Arregui, Juan José, Nacionalismo y liberación. Metrópolis y colonias en la era del imperialismo, Buenos Aires, Editorial Contrapunto, 1987. (Edición original 1969) (Páginas 21 a 31 y 241 a 300)
Nacionalismo y Liberación es una de las principales obras de Hernández Arregui, junto con La formación de la Conciencia Nacional (1960) y ¿Qué es el ser nacional? (1963). En su libro, Hernández Arregui se aproxima a la cuestión del nacionalismo desde el marxismo.
Resulta interesante la referencia del autor al “desequilibrio crónico”: el autor atribuye el “desequilibrio”, en referencia al endeudamiento de los países periféricos, a factores estructurales y no a una supuesta deficiente administración por parte de los gobiernos. Sin embargo, atribuye tal desequilibrio a un accionar directo y consciente de del imperialismo: el bloqueo de la industrialización junto con la fijación del precio de las materias primas por parte de los países “avanzados” fuerza a devaluaciones recurrentes que llevan a un incremento del poder de compra de las monedas extranjeras en detrimento de la moneda nacional. Por lo tanto, el Hernández Arregui describe un mecanismo de transferencia de ingresos desde los países subdesarrollados hacia los países centrales.
Si bien el autor no desarrolla en profundidad el mecanismo de transferencia de ingresos a nivel internacional, el origen de su planteo puede ser rastreado en la teoría del intercambio desigual de Arghiri Emmanuel. Asimismo, Hernández Arregui cuestiona la supuesta conveniencia de la entrada de capitales extranjeros para suplir el insuficiente ahorra nacional (desarrollismo) a partir de señalar la fuga de capitales que se desata en momento de reversión del ciclo económico.
En oposición a la planificación imperialista de las economías subdesarrolladas, el autor contrapone la planificación Estatal autónoma del desarrollo industrial. En este camino se propone un “nacionalismo iberoamericano” en el que se borren las fronteras económicas y culturales latinoamericanas para conformar un gran bloque económico, con el tamaño de mercado suficiente para alcanzar un desarrollo autónomo, bajo la planificación guiada por el Estado.
El carácter concentrado y extranjerizado de la actividad industrial en Argentina lleva al autor a caracterizarlo como una industrialización “no estructural”. En particular, la elevada incidencia del capital extranjero es señalada como un límite estructura al desarrollo profundo de la industrialización: las subsidiarias locales se encuentran al servicio de filiales en el extranjero, por lo que sus actividades en el territorio argentino no responden necesariamente a las necesidades internas. En este sentido, el autor pondera al proceso de industrialización no sólo en su carácter material sino, fundamentalmente, como una necesidad ineludible para lograr la independencia económica.
Otro aspecto destacable en el plano del pensamiento económico consiste en la relación entre la inflación y el crecimiento. En este punto el autor afirma la tesis estructuralista, en oposición a la monetarista, al sostener que la inflación es inevitable y hasta positiva en el marco de un proceso de crecimiento (el monetarismo, por el contrario, sostiene que la inflación desincentiva el ahorro, y por tanto, la inversión, por lo que existe una disyuntiva entre inflación y crecimiento).

 

Jauretche, Arturo, El Plan Prebisch: retorno al coloniaje, Buenos Aires, Peña Lillo, 1974. (Primera edición 1955) (Páginas 7 a 48 y 107 a 135)

Jaurteche parte de cuestionar los datos empíricos utilizados por Prebisch para describir una situación crítica en el sector externo (escasez de divisas) como medio para imponer un plan de ajuste, destacando asimismo, el desendeudamiento externo durante los gobiernos de Perón. En cuanto al plan propuesto por Prebisch, Jauretche critica cuatro puntos centrales: la transferencia de ingresos al sector agrario exportador que implica la devaluación; la toma de deuda externa; la política monetaria contractiva como medio para bajar la inflación; la sustitución de convenios bilaterales de comercio por un sistema multilateral que, según Jauretche, responde a los intereses de Gran Bretaña.




[1] Amado Olmos fue un dirigente del gremio de Sanidad y miembro de la Mesa Coordinadora de las 62 Organizaciones Peronistas que había fallecido algunos meses antes, en un accidente automovilístico en enero de 1968. El congreso normalizador de 1968, a partir del cual nace la CGT de los Argentinos, llevó su nombre. 

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Aporte de María Eugenia:


Altamirano define que después del derrocamiento de Perón en el 55, se evidencia la necesidad de todo proyecto político de encontrar una definición del peronismo para sostenerse ante la continuidad e incluso el fortalecimiento de la identificación popular y del creciente apoyo intelectual al movimiento nacido el 17 de Octubre del 45.
La proscripción solo crearía, entonces, un protagonismo cada vez mayor del peronismo como consecuencia de este interés cada vez mayor desde todos los campos por entender su naturaleza.
Altamirano se enfocará en la perturbación sufrida, frente a esta situación, en el campo de la izquierda. Diferenciará ala tradicional de los partidos sociales y comunistas que ante la emergencia del Peronismo se definieron como opositores.
Pero el momento histórico que importa al autor en este sentido es después de la Revolución Libertadora, cuando esta ala más tradicional se muestra en conformidad con el golpe, mientras que por otro lado emerge una fuerte oleada de producciones revisionistas que se darían a través de numerosas publicaciones de revistas y libros y donde comenzará a hacerse oír una nueva posición dentro de la izquierda que no se reconocerá con la vieja posición tradicional.
Estas nuevas posiciones se identificarán con el peronismo pero también lo harán desde la doctrina marxista, entendida como la forma en que el peronismo debe reformularse o hacia donde debe mutar a partir de entonces. Preocupadas por entender cuáles fueron las condiciones que dieron lugar a la emergencia del peronismo y por qué la clase trabajadora no encontró esa identificación con un partido socialista, buscando una autocrítica a su propio movimiento.
Hacia adentro de los debates, las posiciones de izquierda tienen diferentes visiones respecto a la naturaleza de la burguesía industrial y a su rol en la transformación económica que se dio durante los años inmediatamente previos al primer gobierno peronista.
Otro punto de debate es la emergencia de un ala nacionalista dentro de las fuerzas armadas, identificada por el ala tradicional de izquierda como una réplica fascista mientras que los revisionistas entienden esta emergencia como una manifestación antiimperialista dentro de las fuerzas que, en caso de toda duda, puede probar sus intenciones con el apoyo de las masas obreras.
El nuevo revisionismo de izquierda identifica la incapacidad de su campo para representar a las masas populares, pero además de eso, identifica en sus antecesores la reacción que defendió a un viejo orden contra el país naciente nacional y popular.
Estas nuevas posiciones están atravesadas por una firme convicción antiimperialista, que reconoce en el surgimiento del peronismo la irrupción de una reconfiguración de ideas antinacionales impuestas por los grupos hegemónicos beneficiados por un país colonial.
Juan José Hernández Arregui plantea desde el plano educativo, la necesidad de una reforma que haga un corte con la educación formal, la cual está forjada en las bases del liberalismo colonial y donde la literatura más reconocida y premiada es aquella que responde a estos cánones y que excluye y rechaza todo pensamiento que movilice a las masas en contra del statu quo.
Arregui expresa la necesidad de una conformación regional latinoamericana en cuanto a pensamiento y a producción, con un desarrollo industrial que responda a las necesidades de consumo interno y llevada a cabo por capitales nacionales.
El autor denuncia a los entreguistas de las industrias de interés nacional a capitales extranjeros y ante ello expone que la salida a la dependencia es la combinación de una revolución ideológica marxista con políticas de defensa y promoción nacional.
La entrega de la oligarquía al imperio de cuantiosos beneficios que en el país se traducían en hambre, desocupación y falta de salud, llevando a un descontento social y político, sumado a la falta de capacidad de los partidos de izquierda de representar los intereses de clase de las masas populares es lo que deja el terreno libre para la emergencia del peronismo que concederá derechos democráticos y una mejor posición social a las masas, lo cual funda el motivo de su derrocamiento.
Esta misma posición imperialista que critica con dureza Arregui, es la que Cooke adjudica a los desarrollistas, por considerar que entender que nos falta recorrer el mismo camino que los países desarrollados ya han recorrido, sin considerar la diferencia estructural y que la condición de los países desarrollados es tal en función de la explotación de los países dependientes.
Planteando un recorrido igual y necesario para todos los países, sin considerar las características propias de cada uno, es tapar y eliminar el problema del imperialismo.
La configuración a la que intenta volverse desde cuadros de la oligarquía, utiliza este ocultamiento y en nombre del bien de la economía nacional, promueven la transferencia de riqueza y renta a los países que nos pretenden colonizar y que, a costa del empobrecimiento de la población argentina, sacan réditos en la compra de nuestros productos.
Esta es la denuncia de Jauretche a las políticas y los discursos cambiantes, según conveniencia de la clase oligárquica, de Prebisch.
La política de Prebisch se sustenta en la mayor capacidad de exportación del sector primario, sin transferencia de ingresos a los productores, sino directamente a los grandes terratenientes. Esta mayor capacidad no se alcanza mediante un crecimiento de la capacidad productiva, sino a costa de una menor capacidad de compra de las masas obreras que ante la desindustrialización han visto empeorar su nivel de consumo y sus condiciones de supervivencia.

Esta breve caracterización de las fuentes, muestran la inquietud de los sectores intelectuales por entender la intensificación en el apoyo al peronismo una vez derrocado y la lógica de las políticas aplicadas por los gobiernos posteriores que, aunque no siempre apunten a una desindustrialización como método de disciplinamiento, sí permiten en todos  los casos un avance del capital extranjero, con políticas económicas regresivas y con políticas de estado represivas que pretenden aniquilar la capacidad de organización y movilización de la clases populares ante un contexto de cada vez mayor dependencia económica y de liberalización, en contraposición con la fuerte protección nacional vivida durante los diez años del peronismo en el poder.
Este énfasis en la necesidad de cuidar las condiciones de producción y de desarrollo nacional, reconfigurado en función de los intereses del capital extranjero desde el 55 en adelante, también es puesta sobre la mesa por la clase trabajadora.
Esta clase trabajadora ya puede presentarse con un factor de poder político, demostrando que su capacidad de organización no estaba sujeta exclusivamente a la imagen del líder.
El surgimiento de la CGT de los Argentinos y los programas políticos y económicos presentados por ella, da cuenta que la clase trabajadora no está preocupada solamente por mejores condiciones de vida y por logros reformistas, sino que entiende esto como consecuencia de un plan de estructura productiva nacional y de políticas de protección y distribución de la riqueza generada, para lo cual ve necesario el surgimiento y la defensa de reformas revolucionarias.



ALTAMIRANO CARLOS: Peronismo y Cultura de Izquierda (2001)
Carlos Altamirano: Nació el 26/08/1939. Investigador Principal del CONICET y Profesor Emérito de la Universidad Nacional de Quilmes. Miembro fundador de la revista Punto de vista, integra actualmente el consejo de dirección del anuario Prismas. En 2008 fue Profesor Invitado en la Universidad de Harvard. Publicó los siguientes libros: Peronismo y cultura de izquierda; Bajo el signo de las masas, 1943-1973; Para un programa de historia intelectual; Intelectuales. Notas de investigación sobre una tribu inquieta. Tuvo a su cuidado la dirección del diccionario Términos críticos de sociología de la cultura y la Historia de los intelectuales en América Latina. Obtuvo la Beca Guggenheim en 2004 y la Robert F. Kennedy Foundation en 2008. En 2011 la Universidad Ricardo Palma del Perú le otorgó el título de Profesor Honorario de dicha casa y, en el 2013, la Universidad Nacional de Mar del Plata le concedió también la distinción de Profesor Honorario.
BASCHETTI ROBERTO: Selección de documentos
Roberto Baschetti es sociólogo e investigador. Ha publicado Documentos de la Resistencia Peronista 1955-1970; Documentos 1970-1973. De la guerrilla peronista al gobierno popular; dos volúmenes de Documentos 1973-1976: De Cámpora a la ruptura y De la ruptura al golpe y otros dos subsiguientes de la misma serie: Documentos 1976: Golpe militar y resistencia popular y Documentos 1977: Resistir es vencer. También, Rodolfo Walsh, vivo (escritos olvidados, cronología de vida, bibliografía afín).
También en el ámbito universitario fue invitado a participar en las cátedras libres organizadas para conocer y discutir el pensamiento y acción de Ernesto Guevara, John William Cooke, Rodolfo Walsh y Felipe Vallese. En dicho contexto colaboró con artículos como: “Cooke de vuelta (El gran descartado de la historia argentina)” con su trabajo John William Cooke: una historia de vida y lucha y “Che el argentino” a través de su escrito, titulado De Perón al Che. Encuentros y desencuentros entre el peronismo y la izquierda: 1945-1967. En el año 2012 publicó El alma de la Patria. El Peronismo y su lucha revolucionaria cuyo objeto de investigación era el peronismo revolucionario en todas sus variantes bibliográficas, desde sus inicios hasta la fecha.

JUAN JOSE HERNANDEZ ARREGUI: “Nacionalismo y Liberación…” (1987)
Juan José Hernández Arregui (Pergamino29 de septiembre de 1913 - Mar del Plata22 de septiembre de 1974) fue un escritor y político argentino. Es considerado uno de los intelectuales más importantes de la corriente del Peronismo Revolucionario. Cursó Derecho en la Universidad de Buenos Aires y a los 19 años se afilió a la Unión Cívica Radical yrigoyenista y escribió en los periódicos partidarios Debate, Doctrina radical y La libertad.2 Debido a la muerte de su madre, ocurrida en 1933, se trasladó a Villa María, en la Provincia de Córdoba, a la casa de su tío materno, consiguiendo un empleo en la Biblioteca Bernardino Rivadavia de esa ciudad. En 1947, durante la presidencia de Juan Domingo Perón, Hernández Arregui renuncia al partido radical y comienza su aproximación al peronismo. Se muda a la ciudad de La Plata y de la mano del intelectual Arturo Jauretche ingresa como funcionario en el gobierno bonaerense de Domingo Mercante como Director de Publicaciones y Prensa del Ministerio de Hacienda y en 1948 es profesor adjunto Historia en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata - Universidad Nacional de Eva Perón y en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Con la salida de Mercante del gobierno provincial Hernández Arregui se traslada a Capital Federal, donde se "refugia en el medio universitario", manteniendo el cargo en la Universidad Nacional de la Plata ocupando además la dirección del Instituto de Historia. Hasta el golpe de estado de 1955 también tenía un programa en Radio del Estado, "donde reseñaba libros y comentaba actividades culturales"En 1955, con el golpe de estado de la dictadura autoproclamada Revolución Libertadora, Hernández Arregui es expulsado, por sus ideas políticas, de todos sus puestos en la universidad. Hernández Arregui se concentró en la labor universitaria, fundamentalmente como director del Instituto de Historia de la UNLP, mientras practicaba el periodismo en la vieja Radio del Estado con programas culturales. Ya había practicado el periodismo militante en los diarios Debate, Doctrina Radical y La Libertad. Permanece brevemente en el exilio.
En 1957, bajo un ambiente opresivo en medio de fusilamientos y con el peronismo proscripto, durante la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu Hernández Arregui escribe sus obras más importantes, convirtiéndose en el ideólogo más leído por las organizaciones que combatieron en la resistencia peronista hasta el regreso del General al poder.
En 1964 lanza el movimiento CONDOR junto con otros intelectuales. El 19 de octubre de 1972 sufre un atentado político en su domicilio: 2 kg de gelinita estallan en su departamento. Juan José salva su vida por ubicarse en una habitación interior, pero su esposa es internada. Un año después es distinguido como Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires. En 1974 dirige la revista "Peronismo y liberación".
Tras recibir amenazas de muerte y aparecer su nombre en una lista de condenados de la Triple A ese mismo año, viaja a Mar del Plata y estando en esta ciudad el 22 de septiembre sufre un síncope que termina con su vida

ARTURO JAURETCHE: Plan Prebisch. Retorno al coloniaje (1955)
Arturo Jauretche fue un intelectual criollo, uno de los más destacados panegiristas de la cultura nacional, que renegó del europeísmo de las elites y clases medias y se volcó a la causa de los paisanos, de los hombres de a pie, del pueblo trabajador. Nació en la localidad bonaerense de Lincoln, el 13 de noviembre de 1901. Mayor entre diez hermanos, hijos de un empleado y una maestra, Jauretche agradeció siempre haberse trenzado en aventuras con los hijos de los paisanos del pueblo, hecho que –según dijera- le permitió conocer el otro mundo, “la vida de los boyeritos”. Convertido en yrigoyenista, tras el golpe de estado de 1930, participó del levantamiento de 1933 en Paso de los Libres –al que le dedicó un largo poema- y dos años más tarde fue uno de los creadores de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, más conocida por sus siglas: FORJA, desde donde llamó a transformar la “Argentina colonial” en una “Argentina libre”. Celebró la llegada del peronismo y pronto aceptó el cargo de presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, hasta 1951, cuando se alejó por diferencias con Perón. Tras el golpe de 1955, se dedicó a escribir en defensa de lo conquistado durante diez años de gobierno popular con el semanario El 45 y el periódico El líder. Luego de su exilio en Montevideo y tras el frustrado acercamiento al frondizismo, dedicó tiempo a la reflexión, surgiendo así varios de sus libros más reconocidos, entre otros, El medio pelo en la sociedad argentina y Manual de zonceras argentinas. Entristecido por la realidad del país, falleció el 25 de mayo de 1974.
JOHN WILLIAM COOKE: “Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema” (Revista Crisis 1973)
John William Cooke nació en La Plata el 14 de noviembre de 1919; su padre, Juan Isaac Cooke, fue diputado por la Unión Cívica Radical y canciller durante el gobierno de Edelmiro Farrell. Cooke militaría en la Unión Universitaria Intransigente, mientras cursaba Derecho en la Universidad de La Plata. Egresó como abogado en 1943 y fue electo diputado por el peronismo, a los 25 años, para el período 1946-1952. En el Congreso fue presidente de las comisiones de Asuntos Constitucionales, de la Redacción del Código Aeronáutico y de la Protección de los Derechos Intelectuales. Fue profesor titular de economía política en la facultad de derecho y ciencias sociales de la Universidad de Buenos Aires entre 1946 y 1955. Integró la resistencia peronista, fue delegado de Perón y padeció cárcel y exilio. Es uno de los máximos referentes intelectuales de la izquierda peronista. Murió de cáncer el 19 de septiembre de 1968, dejando un importante legado en el seno del movimiento peronista.
CGT de los Argentinos. Selección.
La Confederación General del Trabajo de los Argentinos (CGT de los Argentinos o, menos frecuentemente, CGTA) fue una central obrera argentina que nucleó entre 1968 y 1973 a dirigentes y movimientos sindicales que se oponían al establecimiento de un pacto con la dictadura encabezada por Juan Carlos Onganía. Enfrentados por ello con la dirigencia sindical de la CGT —dirigida a la sazón por Augusto Timoteo Vandor— formaron un foco de poderosa resistencia, que se expresó en múltiples medidas de fuerza, enfrentamientos, puebladas, la mayor de ellas la sublevación de los obreros cordobeses en el llamado Cordobazo. La prisión de sus principales líderes y su intervención por el gobierno de facto llevó a su virtual desaparición hacia comienzos de la década de 1970.
La CGT de los Argentinos fue fundada en el Congreso Nomalizador Amado Olmos, entre el 28 y el 30 de marzo de 1968, con la elección del dirigente gráfico Raimundo Ongaro, encabezando la corriente combativa del movimiento obrero argentino. El grupo vandorista no participó del Congreso y el participacionismo se retiró al verse en minoría. En una experiencia no infrecuente en la política europea, pero sin precedentes en Argentina, nucleó junto a los obreros a numerosos artistas, el principal de ellos Rodolfo Walsh, quien colaboró en la redacción del programa de la CGTA (llamado programa del primero de mayo) y director del semanario de la organización. Se aproximó también a movimientos eclesiásticos, como el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, así como numerosas agrupaciones estudiantiles, de abogados, psicólogos y la mayoría de los políticos opositores, fundamentalmente de vertientes combativas del peronismo, el radicalismo y la izquierda.
LA CGTA apoyó las reivindicaciones de los sindicatos más intransigentes —portuariospetrolerosazucareros, etc.— y puso de pie a las regionales del interior, que gravitaban poco en la política de la CGT nacional. La sede cordobesa, integrada por el maderero Miguel Angel Correa y Ramón Contreras del gremio de Luz y Fuerza, fue una de las principales fuerzas en juego en el Cordobazo. Un mes después, la convocatoria de la CGT de los Argentinos a una huelga de alcance nacional llevó al enfrentamiento directo con el gobierno, que intervino sus principales sindicatos el 30 de junio de 1969, horas después de la muerte de Vandor en el local de la Unión Obrera Metalúrgica.
Entre 1970 y 1973 la CGT de los Argentinos buscaría sin éxito conservar primero, y recuperar después, la dirección del movimiento sindical combativo de Argentina. La CGTA seguiría liderada por el sindicato gráfico, varios sindicatos peronistas integrarían el peronismo combativo en las 62 Organizaciones, Farmacia estaría en el Peronismo de Base, mientras que Tosco en el Movimiento Nacional Intersindical.


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