lunes, 28 de noviembre de 2016

Clase 9: El pensamiento desarrollista en la segunda fase de la industrialización sustitutiva

Líneas de pensamiento, influencias teóricas y políticas económicas del desarrollismo (1958/62): aportes y debates.
Bibliografía obligatoria: 
43. Valle, Héctor, “Los desafíos del desarrollo en la Argentina: El interregno desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No. 327, FIDE, Buenos Aires, Argentina, 2009.
44. Julio E. Nosiglia, El Desarrollismo, CEAL, 1983, partes 1 y 2 (pp. 7-65)

Fuentes:
45. Selección de Frigerio, Rogelio, Rogelio Frigerio: la polémica con Alsogaray, Editorial: MID. 
46. Selección de Frigerio, Rogelio, El estatuto del subdesarrollo, Librería del Jurista, 1978.

Bibliografía optativa para ampliación:
-García Bossio, Horacio, “Pensamiento y praxis de Rogelio Frigerio, fundador del proyecto desarrollista en Argentina”, Tesis de Doctorado en Ciencias Políticas, Universidad Católica Argentina, Facultad de Ciencias Sociales, Políticas y de la Comunicación, Instituto de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, 2012. Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/tesis/pensamiento-praxis-rogelio-frigerio.pdf
-Vercesi, Alberto Juan, “La doctrina y la política económica del desarrollismo en la Argentina”, en Anales de la Asociación Argentina de Economía Política, 1999, disponible en: www.aaep.org.ar/anales/works/works1999/vercesi.pdf
- Ángel Cerra, “La política exterior del desarrollismo argentino: un acercamiento desde la historia de las ideas” en Épocas, Revista de historia, Universidad del Salvador, Núm. 5, primer semestre 2012. Disponible en: p3.usal.edu.ar/index.php/epocas/article/download/1141/1383

Contribuciones para el taller

Aporte de Federico:
Texto 43. Valle. Hector, “Los Desafíos del Desarrollo en a Argentina: el interregno desarrollista”, 2009.
Hector valle fue un economista, fue presidente de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), integrante del Plan Fenix, miembro del directorio de YPF en estos últimos años. También fue Jefe de Asesores Ministerio de la Producción, hasta febrero de 2002 y consultor del Proyecto PNUD Arg/97/037 “Políticas activas para el Sector Industrial”, 1997/1998”. Fue director del I.N.D.E.C. 1990/91 y del Censo Nacional de Población 1991 y subsecretario de Programación Económica, 1989/90.
El texto es parte de una edición de FIDE del año 2009, que intenta repasar el contexto económico y las medidas de política de los años en que ejerció el gobierno Desarrollista de Arturo Frondizi.
El autor comienza exponiendo los antecedentes históricos de la Argentina y luego desembarca en el contexto económico mundial post Segunda Guerra Mundial, donde manifiesta que EEUU empieza a tener un cambio estratégico en la orientación de las inversiones que realizan las multinacionales americanas, especialmente a partir de la experiencia recogida por su política de instalación de filiales en los principales países europeos una vez superados los traumas de la post guerra. Así comienza a ensayar similares iniciativas para las naciones del Tercer Mundo, cuyo mercado interno potencial y dotación de factores mostraba buenas posibilidades. En tal senito, tanto Brasil como México y la Argentina eran plazas atractivas.  Es así que, ante este contexto mundial, Rogelio Frigerio, Secretario de Relaciones Económico-Sociales y gran influyente en las medidas de política económica del gobierno de Frondizi, sostuvo con decisión la necesidad de incorporar a las empresas multinacionales y la inversión extranjera directa, en el desarrollo industrial de la Argentina, fundamentalmente en industrias básicas: siderurgia, petroquímica, fabricación de automóviles y por sobre todas las cosas, hidrocarburos.
Valle también argumenta, que Rogelio Frigerio era la figura más discutida en la administración desarrollista. Despertaba desconfianza, fundamentalmente, no tanto por su pasado como miembro de la juventud comunista en los años 30´, sino debido a que su análisis de la realidad nacional y las soluciones que proponían resultaban “peligrosamente heterodoxas”.
Diferentes medidas de políticas son mencionadas en el texto como la Ley de Inversiones extranjeras, el Decreto 3693 por el cual se le otorgaba una serie de privilegios a la industria automotriz, entre otras.
El gran quiebre se hace con la llegada de Alzogaray al Ministerio de Economía del gobierno de Frondizi.  Es sí que a lo largo del 1959 el Gobierno llevó un severo programa de ajuste según la mejor tradición ortodoxa, que le permitió arribar a un acuerdo con el FMI, adoptando el objetivo de avanzar en la racionalización de la Administración Publica, devaluando, intentando la privatización de empresas y eliminando subsidios.   
Texto 44. Julio E. Nosiglia, “El Desarrollimo”, CEAL, 1983
El autor comienza el texto argumentando durante la Revolución Libertadora Frondizi lideró el sector del radicalismo que criticaba la dictadura, contra el sector liderado por Balbín, más cercano a la misma, hecho que llevó a la división del partido y a la formación de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI). Finalmente, Frondizi y Balbín se enfrentaron en las elecciones presidenciales de 1958.
A lo largo de todo el texto, continuamente se remarca la importancia de incorporar al país al capital extranjero, que antes estaba orientado a las actividades de las industrias bélicas y ahora se encontraba disponible y teóricamente captables por parte de aquellos gobiernos de países subdesarrollados capaces de absorberlos y aplicarlos en aras de su propio desarrollo nacional.
Nosiglia argumenta que el desarrollismo planteó con audacia el tema del capital extranjero, como elemento dinamizador del desarrollo y que la Argentina sería una verdadera potencia si obtiene el autoabastecimiento energético y promueve ampliamente su siderurgia y sus industrias básicas. Esto no quiere decir que la Argentina deba renunciar a su condición exportadora de alimentos y limitarse a la industria dejando relegado al agro al papel de abastecedor suficiente del mercado interno, sino lo que sostiene el desarrollismo es que no puede haber desarrollo y expansión dela gro sin base industrial, sin capacitación global de la economía, sin la estructura socioeconómica de una comunidad avanzada y de alta tecnología.
Dentro de las soluciones desarrollistas al subdesarrollo el autor argumenta que los dirigentes del desarrollismo plantean que no se trataría de “repartir miseria, como lo propuesto por los populismos, sino de crear riqueza y luego distribuirla con sentido social”.

Texto 46. Selección de Frigerio, Rogerio, “El estatuto del subdesarrollo”, 1978.
Rogelio Frigerio fue un periodista y político argentino, figura clave del gobierno de Arturo Frondizi, fundador junto a él del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), y principal animador de la corriente del pensamiento desarrollista en la Argentina.
Curso algunas materias de Derecho en la Universidad de la Plata. Inicia su actividad política en los años 1930 integrando el grupo Insurrexit durante su corta estadía en la universidad, una organización juvenil de izquierda vinculada radialmente al Partido Comunista argentino.
En 1956, poco después del derrocamiento de Perón, Frigerio entabla una relación personal con Arturo Frondizi, quién también había simpatizado con el Partido Comunista en su juventud, y en esos momentos era presidente del Comité Nacional la Unión Cívica Radical. A partir de entonces conformarán un dúo de fuerte influencia política durante más de dos décadas.
A lo largo del texto (Capítulo I) Frigerio expone duramente los diferentes “postulados” del desarrollismo. Sus ideas principales se entornaban a lo esencial de la industrialización en los países subdesarrollados, pero discrepaba con el enfoque estructuralista de la CEPAL, su visión sobre la inflación, sus propuestas de integración latinoamericana, y su falta de comprensión del papel de los monopolios en el deterioro de los términos de intercambio. Sostiene la necesidad de incorporar a las empresas multinacionales y la inversión extranjera directa, en el desarrollo industrial de los países subdesarrollados, fundamentalmente en industrias básicas: siderurgia, petroquímica, fabricación de automóviles y por sobre todas las cosas, hidrocarburos.
La influencia del marxismo se puede observar en algunas frases como la siguiente: “La contradicción social entre el trabajo y el capital existe, como también es una realidad la puja por la distribución del ingreso”.
En el Capítulo II Frigerio empieza a postular las ideas principales de los economistas más influyentes y duras críticas hacia ellos. Entre las cuales se destacan las críticas a:
Pinedo:  rechaza la definición de país subdesarrollado para la Argentina y no computa el deterioro de la relación de intercambio, que nula cualquier incremento en la cantidad o el valor de las exportaciones. 
Prebish: el primero error de la CEPAL consiste en soslayar el papel de los monopolios de la exportación y de la importación en el fenómeno del deterioro de la relación de intercambio y en el mantenimiento de las viejas estructuras. El segundo error consiste en la tesis de la “complementación regional”, afirma Frigerio.
Alsogaray: considera que el único mal de la economía argentina es la inflación. Toda su construcción gira alrededor de una categoría económica: la moneda.
El peronismo: Frigerio critica la debilidad del primer plan quinquenal y la idea de que para desarrollar determinada rama de la producción es necesario crear antes mercado. Frigerio afirma que es la producción la que crea mercado, cualquiera sea el carácter de la producción.
Esta última afirmación se la puede asimilar a la Ley de Say.
Ferrer:  Frigerio critica la idea de que la solución del problema argentino vendrá por la vía de la modernización de la estructura agropecuaria, fuente indispensable del financiamiento del desarrollo interior. 

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Aporte de Pablo:

Rogelio Julio Frigerio, “El estatuto del subdesarrollo”
Julio Rogelio Frigerio, es considerado unos de los padres del pensamiento desarrollista argentino, proveniente en un inicio del pensamiento marxista y de la izquierda (incluso fue afiliado al Partido Comunista) desarrollo cierta cercanía con el peronismo en el primer período y fue, a posterior, uno de los artífices del pacto Perón-Frondizi que permitió el acceso de este último a la presidencia. Fue en los años de su presidencia, uno de sus principales asesores.
Podemos identificar el desarrollo del pensamiento de Frigerio tres pilares, por un lado una concepción de la estructura productiva como pilar tomada del esquema marxista que será la base de su crítica a las diversas apreciaciones circulacioncitas[1]; en segundo lugar el pensamiento Cepalino de Presbich del que toma el deterioro de los términos de intercambio y en tercer lugar postulados vinculados con el nacionalismo del peronismo bajo la premisa de un desarrollo industrial inconcluso. Se le adjudica a Frigerio una famosa frase donde aduce que el desarrollismo completaría “el Tercer Plan Quinquenal que Perón no pudo realizar”.
El estatuto del subdesarrollo, las corrientes del pensamiento económico argentino.
El estatuto del subdesarrollo cuenta con tres ediciones, una en el año 1967, otra en 1974 y la última en 1982. Cabe destacar que lejos de tratarse de reediciones, la última versión que estamos trabajando, incorpora discusiones que abarcan la historia económica de los años que van entre la primera edición y la última.
La descripción del pensamiento propio de Frigerio y el esquema desarrollista, aparece con mayor profundidad en el prólogo correspondiente a la última edición,  y se presenta a continuación en contraposición con las diversas corrientes de pensamiento económico argentino, que son presentadas por el autor bajo quince vertientes diferenciadas.
La centralidad en el enfoque de Frigerio esta puesta en donde y en cómo se entiende, tanto el subdesarrollo concebido como la inserción a base de exportaciones primarias en la división internacional del trabajo, como las alternativas en el camino hacia la modernización económica. La centralidad de su crítica hacia los diversos esquemas del pensamiento económico argentino, se recuesta en que estos últimos tienden a consolidar el esquema estructural de producción primaria, base del subdesarrollo, sobre nuevas bases sin modificar sus características centrales.
El desarrollismo de Frigerio intenta desprenderse de cierto modo del problema central de la restricción externa y la dependencia sistemática que genera la heterogeneidad de productividades superiores del sector agropecuario (proveedor de divisas) respecto al sector industrial (demandante). El problema del subdesarrollo no se basa en la capacidad y valor de los exportables, sino que la restricción externa es simplemente una expresión de una estructura económica de producción basada en los productos primarios, tomando esto como válido para todas las economías subdesarrolladas. La centralidad del desarrollo requiere de ahorro interno e inversión (acumulación ampliada) en base a la producción pesada, es decir la producción de “medios de producción”, entendida como maquinaria y equipos. A nuestro modo de ver el análisis, esta posibilidad queda subsumida al rol determinante que cumple la inversión extranjera como elemento para sostener el ahorro interno, acompañado de  la reducción del déficit público para mantener el nivel de vida  y re-direccionar el ahorro hacia la inversión industrial.
La centralidad puesta por los análisis de izquierda, nacionalistas o populares sobre el rol del sector agropecuario, sea como los primeros a base de la necesidad de restructuración de la tenencia de la tierra, o en la necesidad de aumento de la productividad al considerarlo el sector de mayor competitividad, encierran el conflicto bajo un eje equivoco, que no transforma orgánicamente la estructura productiva sino que cambia en apariencia dejando intactos los problemas centrales de una economía subdesarrollada. La productividad del agro no depende de la forma de propiedad y la tecnificación y el crecimiento de su productividad, dado el detrimento de los términos de intercambio, solo hará sostenible el desarrollo al corto plazo. Para superar la restricción externa hace falta un cambio “revolucionario” de la estructura productiva.
Los puntos centrales del desarrollismo de Frigerio
•             Prioridades:
Se trata de aplicar los recursos del ahorro interno al sector que constituye, la base de lo que en economía política se denomina "producción de medios de producción". En la sociedad industrial moderna, este sector está formado por la energía, el acero, la química pesada, la industria de maquinarias.  Estos rubros, su producción y consumo,  miden el grado de desarrollo de la sociedad moderna. Esto fue lo que intento el Plan 1958 al fomentar la producción de petróleo y Acero.
•             Ritmo de desarrollo:
Relación entre acumulación, estancamiento y conquistas sociales. Necesidad de postergar por cierto lapso cierto grado de conquistas sociales en pos del desarrollo para hacerlo sustentable.
•             Capital Extranjero
Frigerio identifica dos opciones para conseguir acumulación y ahorro interno:
a)            Una Drástica reducción del consumo y la calidad de vida (dificultosa en una sociedad moderna con cierto grado de desarrollo)
b)           Ayuda del capital extranjero
El capital extranjero es liberador cuando se aplica a los rubros prioritarios de la inversión, que integran la estructura productiva y, en sentido contrario, enfeuda la economía cuando se aplica a la especulación financiera o a actividades escasamente reproductivas. Es por eso que identifica en los fondos del FMI, a los que Presbisch denomina, "los ingresos adicionales que derivan los países industriales por el deterioro de la relación de precios", como el modo en que el sucesivo traslado de capital de los países subdesarrollados a los países altamente industrializados viene a  constituir  una fuente de acumulación para  estos últimos, acumulación que se encuentra en las corporaciones financieras, entre las cuales el Fondo Monetario Internacional es una. Así, los países  subdesarrollados son miembros natos del F.M.I., estén o no asociados.
Considera Frigerio que los préstamos no deben ser necesariamente para inversión directa en tecnología, sino que como fuente de “estabilización” pueden contribuir a suplantar el ahorro interno escaso, evitar el ajuste en salarios y crédito y, por ende, derivar recursos al desarrollo a través de ese ahorro, permitiendo romper la hegemonía de los monopolios internacionales que buscan un mercado común latinoamericano productor y abastecedor de materias primas.
·         Papel del estado
El populismo acude a este resorte con la pretensión de dinamizar la economía, menospreciando el déficit fiscal. Por otro lado postula que el Estado ejerza las funciones empresarias en los ramos decisivos de la producción de los servicios, para preservar la soberanía. En contraposición el desarrollismo considera que no es decisivo el rol estatal en la producción, sino por el contrario debe delegar la producción directa, y ejercer control en el progreso respecto a cantidad y calidad de la producción. Frigerio ataca rotundamente el sobredimensionamiento del Estado. De hecho considera un valor sustantivo la reducción de la planta pública en cerca de 200.000 empleados durante la presidencia de Frondizi.
·         Precios, salarios y “pacto social”
Las disputas sobre la distribución del ingreso fortalecen el interés nacional, lo fundamental, es el sinceramiento de todas las variables: precios, salarios, tarifas, tipos de cambio, para que ningún artificio les impida adecuarse a los costos de producción y a las leyes económicas. Solamente así se creará un clima en el que se restablezca el proceso de formación de capital.
·         Recesión y déficit fiscal.
Estado sobredimensionado, necesidad de racionalizar su función.
La racionalización de la administración pública tiene que efectuarse drásticamente. Y la privatización, completa o parcial, según el caso, de las empresas públicas que  no  actúen como  instrumentos de la política  económica nacional, debe también ejecutarse de inmediato. El gasto público absorbe la posibilidad de inversión privada.
·         Economicidad
Normalmente se considera respecto a los aportes de capital extranjero, la radicación de industrias tales como la del  automotor, generan un  continuo drenaje  de divisas  en concepto de beneficios, intereses, etc. Pero el verdadero drenaje de divisas se opera, en realidad, por otro canal por el deterioro de los precios de nuestras importaciones. El concepto de economicidad debe acompañar a la concepción de desarrollo, es decir, pese al costo más elevado de producir localmente el componente industrializador, tal como el caso automotriz, generara al mediano plazo mayores beneficios.
·         Integración
Se trata de complementariedad en el criterio de insumos y pleno desarrollo de cada nación. Los casos europeos son coronación del desarrollo y no renuncia al desarrollo de una nación frente a otra.
·         Comercio exterior
El desarrollo de base exportadora de materias primas no generara posibilidades reales de desarrollo por que debe volcarse el esfuerzo al desarrollo agropecuario en detrimento de la industria pesada. Se debe fomentar exportación industrial  de no-tradicionales para exportar mayor valor agregado, al mismo tiempo que se fomenta la integración productiva y el cambio estructural para no caer en restricción externa.
·         Problema agrario
No se basa el problema del desarrollo y productividad agropecuaria en la tenencia de la tierra. El desarrollo industrial y la reducción impositiva  a la tecnificación se trasladan rápidamente a la producción agropecuaria, permitiendo un aumento de la productividad sin necesidad de cambios en la estructura de propiedad.
·         Inflación
Dos causas, por un lado el deterioro del término de intercambio, déficit en balanza comercial que sigue con déficit en la balanza de pagos. Y la segunda causa, el sobredimensionamiento público que genera un excesivo circulante hacia actividades improductivas.
El pensamiento económico argentino
El segundo capítulo del “Estatudo del Subdesarrollo”, realiza un amplio recorrido sobre el desarrollo y las diversas tendencias del pensamiento económico argentino. Los puntos centrales que analiza y confronta Frigerio, son 1) La articulación e integración a la división internacional del trabajo y el rol predominante del sector agropeciario (problema agrario-exportador); 2) Las vías a la modernización; 3) El estado como articulador del desarrollo y 4) Nivel de salarios y precios.
A posterior de la fuerte demanda económica que demandaba la guerra de la independencia y las continuas guerras civiles, Frigerio identifica dos grandes corrientes: El librecambismo y el proteccionismo. Con la caída de Rosas, triunfa el librecambismo y el desarrollo de infraestructura de finales del Siglo XIX, con el emblema del ferrocarril responde al emblema del país agroexportador. Es la etapa donde se destacan el pensamiento de Bunge y los d  diputados socialistas, con la crisis del ’30 y a posterior de los los gobiernos radicales de Yrigoyen incorporaron herramientas interventoras sobre la economía, se impone un estado de predominio oligárquico, se inicia una etapa de de proteccionismo a base del desarrollo agroexportador.
En la segunda parte de este capítulo Rogelio Julio Frigerio, repasa diversos esquemas de pensamiento respecto al subdesarrollo argentino.  El pensamiento económico nacional pese a sus heterogeneidades y propuestas no llega, a su entender, a superar el escollo que significa la dependencia externa que la insertan a la Argentina como exportadora de materias primas y a lientos en división internacional del trabajo, y no dan en el punto correcto cuando intentan diagramar teóricamente el camino hacia el desarrollo
Tomaremos las críticas más destacadas, que nos permiten contraponer el pensamiento desarrollista, dejando de lado algunos de los quince esquemas de pensamiento que toma Frigerio.
En primer lugar observa que el esquema del país agro-importador de Pinedo, delimita el atraso no al detrimento de los términos de intercambio, sino a la escalada inflacionaria que altera los precios relativos, y la solución sustituta se limita a aquellos sectores productivos donde resulte más conveniente la producción interna que la adquisición externa. En segundo lugar, el pensamiento de Presbich[2], si bien observa la estructura económica, solo se queda con el esquema superestructural del a misma, dando hincapié a la circulación de mercancías como el problema central y no al esquema productivo. Destaca que incorpora la noción de desarrollo y analiza el deterioro de los términos de intercambio pero no logra dar cuenta del poder de los monopolios en el dominio exportado e importador. A su vez la integración regional se basa en la complementación en función de las ventajas comparativas y no en integración para el desarrollo. Frigerio acusa a la CEPAL de responder a la ONU y por tanto a los intereses de las potencias.
Respecto al peronismo, no considera que contenga un marco teórico sólido, sino más bien un conjunto de consignas, eslogan e ideas aisladas. La crítica central está en la falta de consideración sobre la industria pesada y sobredimensionamiento estatal que al intervenir en la economía rompe el libre juego competitivo generando estancamiento. Destaca el pensamiento de Gómez Moreales[3], con quien encuentra similitudes, pero considera un error la necesidad que observa Morales, de consolidar un mercado interno que permita absorber el desarrollo industrial intermedio, Frigerio considera que será la propia edificación industrial la que generara su demanda. La segunda critica va a dirigida a Antonio Cafiero, cuando considera que los recursos genuinos para la industrialización deben provenir del sector agropecuario.
Por su parte Aldo Ferrer, tomando a Frigerio, considera que la industrialización debe darse vía modernización del sector agropecuario, partiendo de un análisis de una mala distribución de la tierra, el esquema impositivo puede compensar este problema y permitir el desarrollo intensivo frente al extensivo. Frigerio critica que no tiene en cuenta el deterioro de los términos de intercambio, y que Ferrer desestima la importancia de la inversión extranjera, al considerar que es el ahorro interno el promotor principal de la inversión industrial. Recordemos que el desarrollismo de Frigerio consideraba que el ahorro interno no podría sostener niveles de vida adecuados a la sociedad moderna y al mismo tiempo promover el desarrollo.
Respecto al monetarismo, el desarrollismo de Alemann y Coll Banegas, la interpretación de Moyano Llerena y en parte el pensamiento de Di Tella, podemos observar un mismo esquema de pensamiento centrado en la necesidad de aumentar la productividad y disminuir los costos de producción que generan un desfasaje respecto al mercado mundial. Lo más “duro” de estas visiones, es que no podría realizarse mientras la sociedad mantenga niveles de vida por fuera de su capacidad productiva. Nuevamente vale recordar que este problema podría ser superado por el apoyo al ahorro interno que generaría el ingreso de capital extranjero y la disminución de la plata pública.
Respecto al pensamiento de izquierda e izquierda nacional, toma como ejemplo a Oscar Allende fundador de Intransigencia y movilización, agrupación central del peronismo pos dictadura del ‘76. Su idea central está en la posibilidad de un ahorro interno autárquico a base de la producción interna, cosa que solo puede ser generada por el sector agropecuario. El problema central es nuevamente el tipo de propiedad agropecuaria de la pampa húmeda., volviendo al esquema de la izquierda tradicional de la necesidad inamovible de una reforma agraria. Frigerio destaca que el tipo de tenencia no modifica la tecnificación y que no se trata de retomar o reconfigurar la producción agropecuaria sino modificar de base el tipo de producción industrial.

Julio Nosiglia: “El Desarrollismo”

Nosigllia realiza un resumen sobre los diversos aspectos del programa desarrollista, el artículo escrito en 1983, este texto esta contextualizado en el retorno a la democracia y la reapertura  a las ideas de desarrollo.
Las ideas fundamentales de Nosiglia se centran al igual que el marco desarrollista de Frigerio, sobre el deterioro de los términos de intercambio y la nueva situación global que implica el cambio de paradigma de las potencias que produce un vuelco del espíritu bélico hacia la apertura comercial y el movimiento de capital. Esto representa para los países subdesarrollados una posibilidad potencial hacia el desarrollo. Es decir, tenemos nuevamente tres ejes, desarrollo, deterioro de los términos de intercambio y capital extranjero.
Las inversiones extranjeras, no representan de por sí una categoría a ser analizada como positiva o negativa, sino que su utilización y el hecho de representar un auxilio a la escases de ahorro interno puede permitir un salto cualitativo en las posibilidades de inversión estratégica hacia el desarrollo. El articulador central de este vuelco del ahorro interno hacia el sectores de la producción estratégica, es el estado, que al igual que lo observa Frigerio no debe asumir el rol productor sino conducir el proceso. El capital extranjero y la política monetaria pueden permitir una estabilización que conjuntamente con el desarrollo se vuelque al sector productivo. Los puntos de encuentro con el pensamiento de Frigerio son múltiples, respecto al sector agropecuario, destaca nuevamente que no existe una necesidad de modificar la forma de tenencia de la tierra, sino que la tecnificación agraria vendrá de la mano del desarrollo de la industria pesada, prioritaria pese a sus costos comparativos mayores respecto a su adquisición en el extranjero.
Nuevamente Nosiglia, al igual que Frigerio, destaca al desarrollismo como un plan sistemático de desarrollo con un esquema de planificación estratégica superador respecto a los diversos enfoques sobre el camino hacia la modernización.
Hector Valle: “Los desafíos del desarrollo en Argentina: El interregno desarrollista”
H.Valle fue fundador y presidente de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo e integrante del Plan Fenix. Fue subsecretario de planificación económica en un lapso durante el menemismo, y en los anos del Kirchnerismo fue director del Fondo Nacional de las Artes y miembro del directorio de YPF entre el 2012 y el 2015 año de  su fallecimiento.
El texto “Los desafíos del desarrollo en Argentina: El interregno desarrollista”, escrito en el 2009, al igual que el resto del cuerpo teórico del desarrollismo, analiza en profundidad los años del periodo de Frondizi entre 1958  y 1962. El repaso histórico con el que comienza el artículo de Valle, centra en la prioridad otorgada a la industria pesada y a la energía como motores del desarrollo, el autoabastecimiento energético y la escasa tecnificación agropecuaria podrían ser superados por el ingreso de capitales extranjeros, siempre que esto no sea en detrimento de la soberanía. Durante mediados del siglo XX, la modificación en el tipo de inversión extranjera hacia las regiones menos desarrolladas fueron una condición fundamental para el desarrollismo de los años de Frondizi que permitieron incorporar al país a las tendencias centrales de industrialización. Es cuestionable la observación política respecto al gobierno de Frondizi, y la debilidad que el autor observa en el marco de Perón en el exilio y la fortaleza militar que presionaba por medidas antipopulares. Es cuestionable por que la construcción económica y la situación política no pueden ser analizadas solamente como dos cuestiones separadas que interactúan, sino que se trata de un conjunto difícil de disociar.
El famoso intento de arreglo de Perón con la Standart Oil, que le valió fuertes críticas por parte del radicalismo de frondizi, tanto que en su libro Política y Petróleo argumenta que YPF no necesidad capitales extranjeros. Pero sin embargo en 1958, el plan se baso en direccionar el aporte de capital extranjero hacia YPF dada la escasez de recursos internos. El programa de Alsogaray (que la disociación entre política y economía permite ver como algo externo al programa desarrollista de Frondizi) aumenta el ajuste y la reducción salarial en pos de ajustar el déficit en la balanza de pagos y aumentar los ingresos fiscales. Valle considera que el salto cualitativo de la industria y el cambio de la matriz importadora que permitió el crecimiento en bienes de capital y maquinaria, la política petrolera y la inversión extranjera fueron los pilares del crecimiento sostenido hasta 1974.




[1] “Nosotros privilegiamos el núcleo decisivo de la economía,  que es la producción, en tanto que los liberales y  los populistas deambulan por la superficie monetaria de los fenómenos económicos”. Frigerio (1982:26)
[2] Vale destacar que pese a la cercanía teórica de Frigerio, Prebisch representaba para él un necesario rival en cuestión política, dada la necesidad del proyecto de Frondizi de diferenciarse de la revolución libertadora de 1955.
[3] Fue presidente del Banco Central de la República Argentina entre 1949 y 1952, y simultáneamente ejerció como Ministro de Finanzas. También fue ministro de Asuntos Económicos durante todo el segundo gobierno del general Juan Domingo Perón, entre junio de 1952 y septiembre de 1955.

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Aporte de Federico C.:

Selección de Frigerio, Rogelio, El estatuto del subdesarrollo, Librería del Jurista, 1978.
En el prólogo a la tercera edición (1982), Frigerio analiza los errores de diagnósticos que tanto el peronismo como la derecha liberal han cometido en materia de política económica. Así describe los rasgos comunes entre ambos al tratar de manejar burocrática y arbitrariamente las variables económicas centrales: salarios, precios, tarifas, tipo de cambio. En contraposición, el desarrollismo plantea la producción como núcleo decisivo de la economía, mediante la inversión.
En la primera edición (1967), expone las distintas posturas económicas que según él son exponentes del “antidesarrollo”. Por el lado de la izquierda, el problema reside en la tenencia de la tierra en manos de la oligarquía terrateniente. Para las derechas, el problema estriba en la inflación, en la impericia administrativa del Estado y en los problemas relativos a las finanzas y el presupuesto. En cambio  para los desarrollistas, el problema reside en la posición de nuestro país en la división internacional del trabajo. Y la solución para ello es el cambio de las estructuras productivas.
Frigerio presenta un diagnóstico acerca del estancamiento de la Argentina que lo adjudica a la inserción en el esquema colonialista de la división internacional del trabajo; y desestima a diferencia de otras corrientes que las crisis del país sean producto de desajustes monetarios, desorden fiscal o en la tenencia de la tierra, ya que estos son síntomas y no causas. El subdesarrollo argentino reside en su vulnerabilidad a los factores externos.
Sostiene que el desarrollismo no es una teoría económica sino un imperativo político en una determinada etapa de la evolución histórica de un pueblo.
Para contar con una estrategia de desarrollo se deben analizar algunos problemas político – tácticos:
Las prioridades: se trata de aplicar la inversión y el ahorro en la producción de los medios de producción, que son los sectores de la energía, el acero, la química pesada, la industria de maquinarias. Estos rubros miden el grado de desarrollo de la sociedad moderna, ya sea para el agro como para la industria.
El ritmo del desarrollo: el desarrollo implica una serie de postergaciones, cuanto más rápido sea el proceso menor lapso será el de las postergaciones.
El capital extranjero: el capital extranjero es útil para el desarrollo cuando se aplica a los rubros prioritarios que integran la estructura productiva, y es nocivo cuando se aplica a la especulación financiera. Por lo tanto el capital extranjero debe estar subordinado a los planes nacionales.
El papel de los monopolios: la concentración económica en los centros industriales establece el manejo de los monopolios del comercio mundial, lo que deriva en la asignación de funciones determinadas en la producción de acuerdo con las ventajas comparativas de los países, así la Argentina cumple el papel de Granja en la división internacional del trabajo. De esta manera nos mantienen en la vieja estructura como país subdesarrollado.
El papel del Estado en la Economía: Aquí se postula que el rol del estado, a diferencia de los gobiernos populistas, no reside en el manejo del Estado de determinados sectores considerados críticos o que representan la soberanía nacional, sino que esta se afianza con la totalidad de la riqueza que se genera dentro del país, procurando el progreso de la producción nacional en calidad y cantidad. También  se destaca que el estado no debe participar en actividades empresarias, y que debería desprenderse de toda función que no sea indelegable.
Concertación de precios y salarios: marcan la diferencia con populistas y liberales en cuanto a la redistribución, ya que los primeros pugnan por un incremento para los asalariados, los segundos buscan la contracción de la demanda para bajar la inflación.  El desarrollismo solo con la expansión de la producción se puede mejorar el salario real y obtener mayor ahorro e inversión.
Plantea que los precios no pueden fijarse a niveles inferiores a los costos ya que sería contravenir las leyes económicas; pero según mi criterio es un planteo extremo, porque un control o acuerdo de precios implica el estudio de la estructura de costos para establecer distorsiones que afecten el precio final. Nadie podría plantear que las empresas vayan a pérdida por una imposición administrativa.

La recesión y el déficit fiscal: estos conceptos que muchas corrientes los toman como contradictorios, según el desarrollismo son la cara de la misma moneda, ya que la imposición de la recesión no lograría bajar el déficit fiscal, ya que un redimensionamiento del estado implica un desempleo que, frente a un proceso recesivo, no podría ser absorbido por las fuerzas productivas. Por lo tanto para el desarrollismo la reducción de los gastos del estado debe aplicarse en el momento que se impulsa la movilización de la riqueza.
Integración y complementación regionales: para el desarrollismo, la integración no precede al desarrollo, sino que es su coronación. Cuanto mayor es el grado de desarrollo, mayor es su vinculación con el comercio internacional.
Inflación: en los países subdesarrollados la principal fuente de inflación es el deterioro de los términos de intercambio; por otro lado el sector público que absorbe recursos del circuito productivo. La solución a la inflación no es la estabilidad monetaria sino la modificación de la estructura productiva.
En el capítulo II y III, Frigerio esboza un análisis del pensamiento económico argentino, partiendo de que a lo largo de la historia el debate económico fue acerca del librecambio o proteccionismo. Y resalta en estas posturas las figuras de Juan B Justo y Alejandro Bunge como exponentes de estas posturas desde principios del siglo XX. Sostiene que estas corrientes no hacen más que mantener la vieja estructura que nos anclan en el subdesarrollo.
Ya en el capítulo III realiza un análisis de los economistas contemporáneos más destacados de las diferentes posiciones respecto de la economía nacional. Para ello contrapone, con las ideas de los economistas a analizar, la síntesis del pensamiento desarrollista que podemos enumerarla de esta manera:
·         Erigir una estructura económica orientada hacia adentro en reemplazo de la vieja relación agroimportadora.
·         Sacudir su dependencia de los factores externos que insertan a la argentina en la división internacional del trabajo.
·         Vigorizar el mercado interno, explotar sus recursos naturales, construir su industria pesada, infraestructura energética, comunicaciones y transporte.
Y todos estos objetivos deberán realizarse sin importar los costos, ya que será saldado a medida que se complete el desarrollo.
El país agro importador de Pinedo: según Frigerio, Pinedo no cree en la necesidad de planificar el desarrollo, ya que este se da espontáneamente. Sostiene que no hay un problema en el deterioro en la relación de los términos de intercambio. La inflación como retroceso de la capacidad exportadora e importadora.
El cepalismo de Prebisch: a pesar de que el diagnóstico de la Cepal respecto al deterioro de los términos de intercambio y a la necesidad de planificar el desarrollo; pero según Frigerio el error de la CEPAL consiste en soslayar la importancia de los monopolios de exportación e importación en el deterioro de intercambio; y otro error consiste en la complementación regional.
Respecto del primer error, Frigerio lo adjudica a que la cepal al ser un organismo dependiente de la ONU, manejada por los estados donde dominan los monopolios, debe mantener cierta neutralidad política.
El segundo error tiene que ver con la pretensión de la CEPAL en exportar manufacturas semielaboradas en el marco de la ALALC, lo que seguiría manteniendo la posición argentina dentro de la división internacional del trabajo favorable a los centros monopólicos mundiales.
Una diferenciación importante entre la CEPAL y el Desarrollismo radican en la apreciación acerca de las trabas que impiden nuestro desarrollo.
Para CEPAL son:
·         Estructuras socioeconómicas y jurídicas (formas de propiedad y explotación de la tierra)
·         Vejes de los sistemas fiscales e impositivos
·         Ineficiencia y frondosidad de la administración pública
·         Fuga de capitales agropecuarios o inversiones no reproductivas (inmobiliarias y financieras)
·         Predominio político de las oligarquías latifundistas.
Para el desarrollismo estas son cuestiones secundarias del subdesarrollo. (pag. 65)
Alsogaray: Frigerio expone el pensamiento liberal de Alsogaray como opositor al desarrollo, ya que este debe ser el resultado espontaneo de las fuerzas económicas, que no tiene otro propósito que ser funcional a los intereses monopólicos internacionales que pretenden a la argentina como proveedor de materias primas.
Critica su empecinamiento sobre la moneda como única cuestión económica relevante, y su postulado de que sólo a través de la estabilización monetaria y equilibrio económico es posible obtener un desarrollo económico. Para Alsogaray los problemas giran en torno a los problemas de la circulación, el comercio y la moneda, y no advierte, según señala Frigerio, que la estabilidad es un resultado del desarrollo y no un requisito.
El peronismo: la crítica hacia el peronismo radica básicamente en que si bien hubo enunciados  e incipientes políticas de modificación en la estructura productiva, no se avanzó en la industrialización pesada. Sostiene que hubo un problema de establecimiento de prioridades.
Ferrer: para Ferrer la solución es la modernización de la estructura agropecuaria como fuente de financiamiento del desarrollo, y para ello apela a la reforma de la propiedad de la tierra.
El planteo desarrollista invierte el orden y sostiene que el desarrollo industrial básico genera los excedentes necesarios para la tecnificación de la explotación agraria.
El modelo industrial integrado y abierto de Ferrer implica superar la política de sustitución de importaciones e ingresar al sistema mundial de competencia y precios reales, lo que significa que el problema es la excesiva protección de la industria; pero desde el desarrollismo sostiene que si hay industria es por la protección.

Valle, Héctor, “Los desafíos del desarrollo en la Argentina: El interregno desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No. 327, FIDE, Buenos Aires, Argentina, 2009
El artículo en el inicio plantea las condiciones necesarias para el logro de un desarrollo económico, y para ello ejemplifica con el caso de la Unión Soviética y los Estados Unidos, que si bien contaban con asimetrías ideológicas, en ambos casos la industrialización, sumada a la modernización del agro eran objetivos prioritarios como garantizar la oferta de energía, transporte y comunicaciones, destinar recursos a la investigación científica tecnológica.
Uno de los planteos para definir las prioridades del desarrollo reside en las fuentes de financiamiento, por ello el artículo incorpora al debate las formas más comunes de lograrlo, que por un lado está el ahorro interno, que consideran insuficiente para un desarrollo de grandes proporciones y por el otro esta las inversiones extranjeras, que generan discusiones políticas.
Por otro lado, el orden de prioridades atraviesa a lo largo de la historia a las diferentes corrientes. Maurice Dobb, citado en el artículo, plantea la incógnita si debe dirigirse la inversión hacia el sector agrario para mejorar la base de alimentos y materias primas y después avanzar sobre la industrialización o debe darse prioridad en la inversión en la industria con el fin de que su desarrollo aumente las posibilidades de una mejora agrícola.
Cuando Frondizi asume el poder, el éxito para industrializar el país y modernizar la base agropecuaria debía estar acompañado de una legitimidad social que era precaria con el peronismo proscripto.
Según el artículo, el gobierno desarrollista, mediante las políticas destinadas a salir del subdesarrollo, logró sus objetivos en parte al poner en marcha ciclos de inversión que habrían de otorgar sustentabilidad al comportamiento de la economía durante la década siguiente.
Respecto de las inversiones en petróleo, el frondizismo acordó asociaciones con el capital extranjero, siendo el estado el dueño del 51% de las acciones, de esta manera se condicionaba la idea de que la presencia del capital extranjero implicaba un acto de colonialismo. Estos contratos implicaron alcanzar el autoabastecimiento en 1962.
La situación del país al momento de la asunción del gobierno desarrollista se encontraba frente a una restricción de la oferta interna, limitaciones a la hora de importar condicionadas por la insuficiencia de las exportaciones primarias, los términos de intercambio desfavorables, dependencia del petróleo extranjero.
La salida era el incremento de la tasa de inversión en terminados sectores prioritarios con la intención de provocar una expansión posterior del resto de la estructura productiva.
Siendo esta tarea inalcanzable para los capitales locales, tanto públicos como privados, y con la intención de no afectar las condiciones socioeconómicas de la población, se optó por el capital extranjero en el marco de las tendencias de relocalización de las filiales del capital multinacional.
El proyecto de desarrollo de la industria siderúrgica tuvo un inmediato resultado y junto a la promoción para inversiones privadas en este rubro tuvo como resultado que para 1967 el 56 % del consumo en argentina se abastecía por las plantas locales, mientras que esa relación era del 15% en 1961.
Otra de las grandes transformaciones consistió en la industria automotriz mediante una serie de privilegios básicamente arancelarios sobre el producto final y diferencia sobre los insumos. En un primer momento la capacidad local para facilitar la integración nacional impidió el avance del sector, pero la posterior autorización de utilizar mayor cantidad de partes importadas permitió incrementar la producción desde 90.000 unidades en 1960 a 277.000 en 1964.

Julio E. Nosiglia, El Desarrollismo, CEAL, 1983, partes 1 y 2 (pp. 7-65)
 Frigerio consideraba que en el marco de un mundo dividido en países desarrollados y subdesarrollados, las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética no redundarían en un enfrentamiento bélico, por lo cual para los países subdesarrollados se abrirían oportunidades, debido fundamentalmente a que se dejarían de lado los gastos bélicos para dar lugar a la competencia por la hegemonía económica. Esto implicaría gran cantidad de capitales que podrían ser aprovechados por los países subdesarrollados.
En consecuencia, el desarrollo económico impone la salida del esquema de la división internacional del trabajo, que condena a los países subdesarrollados en proveedores de alimentos y materias primas, situación que se agrava por el deterioro de los términos de intercambio, en un mercado donde los precios de las materias primas valen cada vez menos y el de las manufacturas cada vez más. Sumado a que los países industriales desarrollaron su producción de alimentos para el mercado interno y posteriormente hacia el externo.
La conceptualización de la Argentina como subdesarrollada no responde, para el desarrollismo, al ingreso per cápita, al tipo de bienes industriales que produzca o a los niveles culturales y educativos de la población, sino que descansa en el tipo de relación que se tiene con los países centrales. Es la relación entre el desenvolvimiento de las economías primarias y el de las economías industriales, en un proceso que conduce a la pauperización de las primeras y al enriquecimiento de las segundas. A esta situación se agrega la concentración monopólica de los capitales que determina, de acuerdo a sus necesidades, la expansión o retroceso de sectores.
Respecto de las posibilidades de financiamiento del desarrollo, se descarta el endeudamiento externo porque genera compromisos que nos estancan en el mismo sistema como abastecedores de alimentos. El ahorro nacional no alcanza para cubrir las inversiones necesarias, por lo tanto la única forma son las inversiones extranjeras. Pero estas inversiones tienen que estar orientadas por la política gubernamental hacia actividades básicas para el desarrollo moderno, como el energético, la siderurgia, petroquímica, celulosa, etc.

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Aporte de Paula R.:

El pensamiento desarrollista en la segunda fase de la industrialización sustitutiva
 (1955-1976)

Entre los años 1955/58 y 1976 se lleva a cabo la segunda sustitución de importaciones la cual evolucionó bajo el denominado ciclo corto también conocido como los ciclos stop and go, regulado por el sector externo.

En dicho proceso es posible identificar dos etapas dadas principalmente por el cambio en las exportaciones y en la deuda externa. Por un lado, la etapa entre los años 1958 y 1964, en donde se registró una caída del producto en términos absolutos del orden del 6,5%. Es aquí donde el ciclo va a tener un punto último de crisis que va a ser negativo. Dentro de esta etapa encontramos fases ascendentes (1960-61 y 1964-65) y fases descendentes (1958-59). Por otro, la etapa entre los años 1964 y 1974, registró una desaceleración de la economía pero a diferencia de la anterior los puntos mínimos fueron positivos, por lo que no se registraron caídas en términos absolutos. (Basualdo, 2006)

Entre los años 1958 y 1964 se lleva a cabo la industrialización pesada dada por las nuevas inversiones extranjeras. La metalmecánica (incluidas automotriz más siderurgia), químicas y petroquímica son las ramas que más evolucionan mientras que aquellas ramas destinadas a bienes salarios (alimentos y textiles) registran un menor crecimiento. Pero además, este proceso de industrialización, se lleva a cabo en algunos años, bajo dictaduras militares.

En el gobierno de Frondizi se buscó profundizar el desarrollo industrial mediante un fuerte proceso racionalización del trabajo el cual fue acompañado por un creciente poder de los líderes sindicales. Al mismo tiempo se sancionó la Ley 14.445 de Asociaciones Profesionales que restableció el sistema de sindicato único en cada industria, dando marcha atrás a la agresiva política anti obrera de la Revolución Libertadora . Estos hechos se produjeron en el contexto de la Revolución Cubana en 1959, del Mayo Francés, las revueltas en México (1968 y 1969), de la competencia espacial entre EEUU y la URSS, la aplicación del Plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado) en 1960 y la expansión de firmas multinacionales.

Es este marco surge el pensamiento desarrollista que va a dialogar con el resto de las corrientes del periodo 1955-1976: izquierda marxista, izquierda nacional y estructuralismo. Como se mencionó en clases anteriores, uno de los interrogantes de la etapa guarda relación con pensar en el desarrollo futuro del país dado la creciente complejización de la economía, es decir: ¿qué sendero va a tomar el país? Altamirano (2001)

En el artículo de Héctor Valle[1], “Los desafíos del desarrollo en la Argentina: El interregno desarrollista” publicado en el año 2009 en la revista Coyuntura y Desarrollo de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE)[2] se revisan los años del gobierno desarrollista, el interregno 1958/1962. En diversos pasajes se deja claro que se comparte las ideas de Frigerio y Frondizi ya que las mismas eran “la mejor interpretación acerca de la estrategia más conveniente para la Argentina en las condiciones del momento. El gobierno debió soportar más de treinta insubordinaciones militares una fuerte embestida mediática[3] , hasta que fue derrocado en marzo de 1962”.

Así el texto se propone rescatar el contenido ideológico junto al contexto internacional y los grandes cambios culturales y sociales de esa época. Con algunas referencias en clases pasadas se desarrolla la instalación de nuevas pautas culturales. Con los “Estados de bienestar” se produjo una creciente participación de los sindicatos en las decisiones sobre la distribución del ingreso lo que llevo a un ascenso social de la clase obrera y la generación de una nueva y masiva clase media. La propagación de las nuevas formas capitalistas se convirtió en fuente de prosperidad para los trabajadores y profesionales, cuyo poder adquisitivo estimulaba la expansión de los mercados internos y la demanda. Se vieron favorecidas por el ejercicio de las políticas desarrollistas. Se alcanza rápidamente nivel de excelencia académica alcanzado por la excelencia universitaria y su masividad (Economía y Sociología), CONICET, Fondo Nacional de las Artes o EUDEBA, INTI. Hay un desarrollo de la industria electrónica con el auge de la televisión. Tango, actividad cinematográficas, teatro independiente y boom de la literatura latinoamericana. Todos compartían la misma condición: reflejaban los valores, gustos y problemas que atravesaban las nuevas capas medias urbanas de los años sesenta. El Instituto Di Tella, se convirtió velozmente en el núcleo provocador y convocante de todas las expresiones de vanguardia.

El escrito analiza: 1- antecedentes históricos, fundamentos teóricos y condiciones externas, 2- viabilidad económica y legitimidad política y 3- el punto de partida del modelo desarrollista. 

Referente al primer punto se hace un recorrido de las experiencias históricas a nivel mundial de la industrialización pesada y la generación de las fuentes de capital para financiarlas. En este sentido tanto en la estrategia de la Unión Soviética con la implementación de la Nueva Política Económica (NEP) como el Plan Marshall de EEUU, la industrialización sumada a la modernización del agro, garantizar la oferta segura de energía, transporte y comunicaciones y destinar recursos al desarrollo científico eran objetivos prioritarios.

Se hace especial hincapié en el comportamiento de las firmas multinacionales a partir de la realización del Plan Marshall. Estas experimentan constantes cambios con el objetivo de maximizar las utilidades de la firma. También se hace alusión a las condiciones oligopólicas de mercado para ingresar como oferentes a los nuevos mercados. Así Valle (2009:13) afirma“el gobierno desarrollista leyó adecuadamente estas nuevas tendencias y trató de utilizarlas para su proyecto industrial”

En relación al segundo punto, el proyecto del desarrollismo implicaba legitimidad política en el marco de un peronismo proscripto. Era necesario industrializar al país y modernizar su base agropecuaria pero ello debía garantizarse que todos los ciudadanos podrían ejercer sin proscripciones sus derechos políticos. El pacto con el peronismo era el reencuentro de las masas populares que, sin apoyarse las unas de las otras, no podían reconquistar ni los derechos políticos de unas ni los derechos sociales de ambas, ni los derechos económicos de todo el pueblo. El pacto era la respuesta pacífica e incruenta de la mayoría a la violencia y la arbitrariedad de la minoría.

Además, y a diferencia de como referentes de la izquierda nacional y de la teoría de la dependencia veían el proceso de subdesarrollo,  la experiencia de 1958/1962 partía de un diagnóstico tratando de desentrañar porqué la Argentina no estaba acompañando la fase larga de auge que vivían las economías industrializadas de Europa y el Japón luego de su reconstrucción. Se necesitaba acortar camino, dinamizar el proceso de acumulación de capital, vinculada a la industrialización pesada y la infraestructura básica. Para Cooke y Thetonio Dos Santos el subdesarrollo es el resultado de la expansión del capitalismo. Lo que impulsó inicialmente al capitalismo en sus lugares de origen fue, en gran parte, la riqueza que extrajeron de otros continentes mediante la conquista (acumulación originaria). Los desarrollismo ignoran el problema imperialista o cuando lo mencionan, como el frigerismo, omiten que la penetración norteamericana no se limita a despojarnos en la intermediación sino que participa del proceso de la producción y condiciona toda nuestra economía. El retraso se debe a la inserción internacional. Es una situación sin salida.

Finalmente y en relación al tercer punto, el gobierno de Frondizi recibió un país con rezago en la industrialización, nulo dinamismo exportador en un contexto de términos de intercambio desfavorables. La restricción externa acotaba severamente la capacidad importadora y la “revolución libertadora” interrumpió el incipiente retorno de la inversión extranjera registrada en los últimos años del peronismo.

Al igual que el estructuralismo y Cooke discute la teoría de las ventajas comparativas[4]. El desarrollismo pone a prueba las hipótesis teóricas de “crecimiento desequilibrado” de Nurskse según el cual la acumulación de capital en sectores específicos de la trama productora de bienes y servicios a la vez que corrige los desequilibrios preexistentes en esas cadenas de valor, se convierte en la fuente exógena de las expansiones posteriores que registra la economía, debido a que genera nuevas demandas derivadas del shock inicial. Asimismo, se ven raíces shumpeterianas. Tales son los casos de siderurgia con la puesta en marcha del Alto Horno de SOMISA como de producción de automóviles.  

El esfuerzo de inversión debía orientarse de inmediato a la extracción, refinación y transporte de petróleo y gas natural, la producción siderúrgica en usinas a ciclo integrado; las instalación de plantas químicas pesadas y polos petroquímicos, ampliar la fabricación de vehículos automotores e instalar fábricas de máquinas para el moderno parque industrial y petrolero. Como se revisó en la clase 8, pensar en los sectores que en ese entonces serían los más activos del proceso de industrialización supone pensar, luego, que los mismos serán los más reactivos durante la dictadura militar del ´76.

También debía acudirse a los organismos multilaterales de crédito en busca del financiamiento para erigir las grandes obras hidroeléctricas, modernizar ferrocarriles y realizar ambiciosos proyectos de integración vial. Esto último va encontrar su oposición en algunos referentes de la izquierda nacional como Hernández Arregui quien va a denunciar que el FMI, el BM y la OEA con el fin de “ayudar a los países subdesarrollados”, intervienen en las políticas económicas de los países deudores.

Un caso particular que el texto va a presentar es el de la cuestión petrolera. Empujada por la restricción externa, la política petrolera pasó a determinar las prioridades para el conjunto de la economía. La expansión del sector había sufrido durante muchos años las consecuencias de las políticas de precios. Tanto la vieja propuesta de Mosconi como en las ideas que se pusieron en práctica a partir de 1959, se trataba de dar cabida al capital privado nacional o extranjero, pero adoptando formas contractuales que, al eliminar la figura de las concesiones, excluyera el riesgo de que el contratista se convirtiera en propietario, total o parcial, del petróleo extraído según las formas imperialistas habituales. Esta iniciativa condicionaba la idea convencional según la cual se calificaba de colonialista a la presencia del capital extranjero en la explotación petrolera. La misma visión “nacionalista de medios” se contradecía a sí misma al admitir la importación de petróleo aún a precios superiores. De ese modo, en nombre de la soberanía justificaba un drenaje de divisas que agravaba la dependencia económica global. El desarrollismo concluye que, dado la restricción externa, la política petrolera pasó a determinar las prioridades del conjunto de la economía.

A diferencia de la propuesta de Ferrer, quien algunos años más tarde va apostar al capital nacional, la opción del desarrollismo para encarar el riesgo de inversiones era apelar al capital extranjero. Ni el empresariado privado nacional ni el Estado se encontraba en condiciones de aportar a las grandes masas de financiamiento.  Los inversores debían ser atraídos por la vigencia de reglas del juego que le garantizaran el acceso a rentas y cuasi rentas oligopólica, forma prevaleciente en todo tipo de actividades productivas de bienes y servicios. La expansión de la burguesía nacional que debía generar ese proyecto, sumada a las empresas extranjeras radicadas en el país y junto a un Estado, generaría el ahorro interno necesario para atender las futuras metas del desarrollo con pleno empleo y equilibrio regional.

De esta forma, el rol de la burguesía nacional, se opondría tanto a la tesis histórica de Puiggros, Ramos o Hernandez Arregui, que asociarían la industrialización a la presencia de una burguesía nacional, como a los análisis de Micíades Peña, quien desligaría ambos fenómenos, negando que la transformación operada en la economía argentina hubiera sido obra de una clase de empresarios que respondiera a la categoría de la burguesía nacional. Altamirano (2001)
Uno de los puntos más críticos del interregno fue el nombramiento en 1959 de Alvaro Alsogaray en el Ministerio de Economía quien llevaría adelante un severo programa de ajuste (endeudamiento externo, avanzar en la racionalización de la Administración Pública, se intentó la privatización de empresas, eliminar subsidios, reajustar tarifas y salario real) bajo la mejor visión ortodoxa que le permitió arribar a un acuerdo con el FMI. Su designación tuvo una estricta razón política, no económica. Sin embargo dicho nombramiento, trajo fuertes enfrentamiento con Frigerio ya que el Ministro de Economía estaba “subordinado al desarrollo económico y poniendo en serio riesgo los objetivos del proyecto desarrollista”.

En relación a esto último, Valle (2009) en algún punto justifica la designación de Alsogaray por el gobierno desarrollista. “Es probable que tanto Frondizi como Frigerio no esperaran obtener consecuencias, económicas y políticas tan negativas durante 1959 originadas en haber aceptado una gestión impuesta por el golpe militar”.

En la selección de Rogelio Frigerio: la polémica con Alsogaray de la Fundación Desarrollo y Política editado por la Juventud Nacional del Movimiento de Integración y Desarrollo[5] se reproduce la polémica Alsogaray-Frigerio con el fin de contribuir a la comprensión de la realidad económica de la época. Esta misma será mencionada en los restantes textos.

Se reconstruye el debate a partir de una primera publicación de Frigerio en el diario Clarín el 28/12/75 y en Reconstrucción el 31/12/1075, de una réplica de Alsogaray el 4/1/76 y, finalmente, de la réplica de Frigerio el 11/1/76. Allí Frigerio plasma sus ideas no sólo contra la política de Alsogaray sino también contra el “populismo” y agradece el espacio del diario Clarín por abrirle sus páginas. Aclara que Alsogaray fue convocado por Frondizi para contener presiones de los golpistas, esto le trajo resistencias a la interna ya que Alsogaray participó de cinco gobiernos con las orientaciones más diversas. Todas las medidas que Alsogaray invoca como propias ya habían adoptadas antes de su designación. Este representa al grupo liberal y sustituye su análisis por slogans publicitarios adoptando formas autoritarias y enarbolando banderas monetaristas. Cree que el “milagro Alemán” es trasladable a la Argentina. En materia de política económica: deprimió severamente los precios de los granos y las carnes tras el mito de la estabilidad monetaria; sostiene que la inflación es la causa de todos los males de la Argentina y que los precios suben por la emisión “sin respaldo”, por el déficit presupuestario o por los aumentos salariales; mantiene que el déficit presupuestario hay que reducirlo drásticamente y en cuanto al rol del Estado es antiintervencionista, antiestatista, la única tarea del Estado es crear las condiciones para la inversión espontánea. La riqueza proviene del comercio, desconoce la teoría del valor. La clase obrera argentina puede postergarse durante un ciclo indefinido mientras se practica una  política de mera transferencia de ingresos.

Por su parte, Alsogaray indica que existen diferencias con Frigerio y se remite al campo de la filosofía política. Para él, el desarrollismo no es una política económica sino una lista de actividades empresariales conforme a un cierto orden de prioridades arbitrarias. No importa si esas actividades son económicas, lo esencial es realizarlas. Si en términos relativos suponen pérdidas frente a actividades más rentables no se deben frenar. Acusa a los desarrollistas quienes sólo construyen fábricas por construirlas y que pocas veces consiguen que los recursos se canalicen a donde ellos quieren.  Además establecen implícitamente una división en actividades nobles y menos nobles por la cual tratan despectivamente al sector agroimportador. Aclara que se opuso al contrato que quería explotar el hierro de Sierra Grande porque significaba la entrega del mejor yacimiento del país por sólo un préstamos de 500.000 dólares reembolsables si la explotación fracasaba. Cuestiona que la inflación sea causada por el subdesarrollo y el odio de los desarrollista hacia la economía de mercado. Finalmente se pregunta ¿donde ha tenido éxito el desarrollismo? El desarrollismo dirige burocráticamente las inversiones y constituye una vía más hacia el comunismo.

En su escrito “El desarrollismo”, Julio E. Nosiglia analiza, en una primera instancia, el surgimiento de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) de la mano de Frondizi.  Luego introduce las figuras de Frondizi y Frigerio, remarcando la participación de este último en organizaciones de izquierda y fundador de la revista Qué, una publicación de alto contenido ideológico, sustentada en postulados populares y nacionales en apoyo a la candidatura de Frondizi. Ésta publicación era acompañana por Isidro Odena, Marcos Merchensky, Ramón Prieto, Raúl Scalabrini Ortíz, Arturo Jauretche, Dardo Cúneo, Mariano Montemayor y Eduardo Calamaro.  

A partir de ahí se analizan una serie de cuestiones ya introducidas en el texto de Valle incluso utilizando pasajes de Frondizi y Frigerio también con un claro apoyo al diagnóstico de la época. Allí la realidad económica argentina se analiza a partir de la tesis de coexistencia pacífica que permitiría a los países subdesarrollados tener a su disposición una importante cantidad de capital extranjero que debía ser captado para impulsar el propio desarrollo nacional y la tesis del deterioro de los términos del intercambio que convierte cada vez mas a los pobres en superpobres y a los ricos en supercivilizados. La Argentina es un país subdesarrollado porque se tiene en cuenta un concepto histórico y dinámico: el desigual desarrollo de las naciones. El criterio de subdesarrollo no se basa en datos estáticos sino en relaciones. Lo que define el atraso de ciertas naciones, las naciones pobres, es la relación entre el desenvolvimiento de las economías primarias y el de las economías industriales de las grandes potencias, es un proceso que conduce a la pauperización creciente de las primeras y al enriquecimiento de las segundas. Son países subdesarrollados aquellas estructuras que aunque tengan buenos ingresos de producción primaria (alimentos, materias primas) ya no provee a la comunidad de los recursos necesarios para un crecimiento sostenido de la economía nacional en la época de la rápida e irreversible concentración de capital y tecnología en unos pocos centros industriales mundiales.

Los factores determinantes por los cuales antes la Argentina era una de las naciones más prósperas y ahora no según el desarrollismo son: el aumento de la población que se concentra en las ciudades y registra crecientes niveles de consumo, el elevado nivel de vida, la evolución del mercado interno, el no progreso de la producción agropecuaria que tiende a reducir los saldos exportables, el incremento de los precios de los productos importados y el la declinación de los precios de los productos primarios.
Así las soluciones desarrollistas plantean: el aporte de capital extranjero limitado a convertir en favorable los intereses nacionales, prioridades y ritmos de crecimiento en cuanto a los sectores que hay que promover estableciendo una escala de prelaciones que conduzcan al desarrollo vertical y horizontal, desarrollo industrial para permitir el desarrollo agropecuario (desarrollo integral), un Estado que no debe sustituir ni ahogar la actividad privada, debe orientarla de acuerdo a las leyes económicas.  

La tendencia en el mundo es hacia la concentración de capital y al monopolio y el imperialismo es la expresión política de eso. Hay que evitar las desnacionalizaciones y dejar de importar aquellos productos que podamos producir nosotros.   

Estos postulados fueron criticados tanto por derecha como por izquierda. Sólo por mencionar alguna de esas críticas, y que el texto de Nosiglia introduce, están las del nacionalismo de izqueirda que hacen hincapié en que la soberanía nacional se vería afectada por la intervención de capital foráneo y que las empresas estatales son una garantía de independencia económica. Las críticas por derecha vendrán de la mano de referentes como Alsogaray ya antes mencionado.

Finalmente la selección de Frigerio,  “Estatuto del subdesarrollo. Las corrientes del pensamiento económico argentino” de 1978 de la Fundación Desarrollo y Política es el texto mas completo de los propuestos ya que en una primera instancia retoma los principales puntos del desarrollismo indicado en el resto de los textos anteriores pero, además, plantea un debate con gran parte de los exponentes de las corrientes de esa época, algunas de ellas revisadas en clases anteriores.

Así en el Capítulo 1: Verdad y falacias del Subdesarrollo se despliegan los principales postulados de la teoría desarrollista. Resumidamente, y dado que ya se hizo referencia en los restantes textos, se puede mencionar: la crisis argentina es originada por el esquema colonialista de la división internacional del trabajo; el subdesarrollo consiste en la vulnerabilidad a los factores externos, es una condición estructural, común a todos los países de producción primaria y que se expresa en el estrangulamiento externo de la economía; tanto Alsogaray como algunos economistas de izquierda no consideran el contenido histórico, el desarrollo es un teoría económica no un imperativo político de nuestros pueblos en esta etapa específica de su evolución histórica. El desarrollo se concibe como lucha, permite la liberación nacional, la realización de nuestros pueblos como naciones soberanas, integradas y maduras.

Las prioridades están formadas por los sectores de la energía, el acero, la química pesada, transporte y comunicaciones, tecnificación agraria. Ellas cubren todas las necesidades de una sociedad desarrollada, las que demanda el agro y las de la propia industria. Este orden de prioridades depende del ritmo que se le imprima. El largo plazo, el confiar en la espontaneidad del desarrollo, equivale al suicidio. Cuanto mas acelerado sea el ritmo menor el lapso de postergaciones. Asimismo, el ritmo está vinculado al proceso de acumulación: ahorro interno o colaboración de capital extranjero. Éste último contribuye a expandir las nuevas estructuras, cuando se aplica a rubros prioritarios de la inversión, que integran la estructura productiva.  Para esto hay que considerar algunas instituciones internacionales. Los países subdesarrollados son miembros natos del FMI, estén o no asociados. Sería un absurdo económico no aprovechar esa fuente de crédito que se forma con nuestro progresivo aporte a través del deterioro de la relación de intercambio. El mecanismo por el cual actúa el factor externo para estrangular nuestra economía es el carácter crecientemente monopólico del comercio mundial. Los monopolios regulan el mercado, fijan los volúmenes y los precios de los bienes que circulan en el mundo. La subsistencia de importaciones es la clave de la vieja estructura que integran al país en un mercado donde opera las fuerzas del monopolio. Aquí el Estado en esta etapa no debe asumir necesariamente gestiones empresariales. Debe ejercer un fuerte papel en el establecimiento de prioridades así como en el auspicio y encauzamiento de las inversiones. Cumplir con sus funciones reguladoras y orientadoras de la economía y no con la hipertrofia del Estado dado por el gasto público improductivo y el debilitamiento del capital privado.

Es en el aumento de la producción donde está la posibilidad de crecimiento efectivo de los ingresos. Mejorar el salario real y obtener un mayor aumento para el ahorro y la inversión. Hay una puja por la distribución del ingreso. Por ello se impone un sinceramiento de todas las variables para la elevación de los ingresos reales, la consolidación de las empresas productivas y la expansión de la economía nacional. La drástica racionalización del aparato estatal es un requisito para el traslado de fuerza de trabajo de los sectores menos productivos a los más productivos y la privatización de las empresas públicas que no actúen como instrumento de política económica nacional debe también ejecutarse de inmediato.  Se plantea así un polémico rol del Estado, con eliminación del gasto público y desaparición del déficit fiscal para no “obstruir” las inversiones. Muy similar a la lectura actual del gobierno nacional y que plantea la cuestión de cómo vastos sectores de la economía de argentina que se quejan sistemáticamente del Estado viven a costas del mismo.
   
En cuanto a la integración esta no precede al desarrollo, es la coronación del desarrollo. El verdadero sentido de la llamada “integración regional” es la complementación. La mejor forma de llegar a una integración regional es concurrir a ella con unidades nacionales integradas económicamente. Sólo con el desarrollo se incrementará la proporción de bienes que se exportan con alto valor agregado. Realizando el despegue en los sectores dinámicos y reproductivos de la economía inmediatamente se traslada al campo, con la conversión de la explotación agropecuaria en empresa agropecuaria.

Sólo el desarrollo permite una lucha antiinflacionaria de efectos profundos y duraderos al modificar las condiciones estructurales que generan y propagan la inflación. La inflación en los países subdesarrollados tiene una fuente principal y varias fuentes secundarias. La principal es el deterioro de los términos del intercambio y se suma la hipertrofia del estado. Hay que impulsar el desarrollo que transforme la estructura productiva y luego ir introduciendo paulatinamente reajustes monetarios hasta que la producción y circulación monetaria se nivelen relativamente.     

En el Capítulo 2 se desarrolla el pensamiento económico argentino a través del pensamiento de figuras claves de la historia argentina como la de Manuel Belgrano, Mariano Moreno y Juan Manuel de Rosas. La rotación de los últimos años entre populismo y liberalismo tienen en común denominador el mantenimiento de la vieja estructura y la incapacidad para diagnosticar los problemas de fondo.

Finalmente el Capítulo 3- Los Economistas Argentinos Contemporáneos es la sección más jugosa del escrito ya que repasa las discusiones con los sectores más destacados del pensamiento económico argentino. Así se considera: el país agro-importador de Pinedo, el cepalismo de Prebisch, la economía de mercado de Alsogaray, el peronismo, la vuelta al agro de Ferrer, la usina publicitaria del monetarismo, desarrollismo y ejecutores del desarrollismo: de Coll Benegas a Alemann, la interpretación sociológica de Moyano Llerena, el pensamiento moderno de Cueto Rúa, la economicidad de Guido Di Tella, el nacionalismo económico, la izquierda, el plan Krieger Vasena, el Pensamiento Demócrata Cristiano y el retorno radical al noventa.  

El común denominador de todos ellos, según Frigerio, es que niegan, subestiman o aceptan parcialmente el factor externo como causa del estancamiento. Todos ellos proponen una gama muy variada de soluciones técnicas que soslayan un elemento histórico político fundamental: la aspiración de la comunidad a convertir el desarrollo económico en palanca e instrumento de la idea nacional, de la integración espiritual de la Nación. En la pretendida patria latinoamericana coinciden tanto retóricos de derecha como de izquierda.

Según se explica el desarrollismo no es mecanicista. Es un instrumento de realización nacional, de integración de una comunidad histórica que se niega a ser cómplices de otras potencias y se niega a diluir su personalidad en el esquema pseudo internacionalismo superior. Si logramos consolidar una conciencia nacional de grandeza y llevamos a esta conciencia al nivel de las decisiones nacionales estaremos en condiciones de reclamar y recibir sin riesgos las cooperación internacional, indispensable para nuestra etapa de despegue.

Con el objetivo de retomar algunos debates con corrientes de clase anteriores se toma sólo algunas discusiones. Es importante remarcar que en todos los casos Frigerio menciona los escritos donde están expuestos las ideas fundamentales de cada actor/corriente.
En cuanto a Pinedo, resalta que el mismo hace una defensa de la estructura agroimportadora como fuente del retroceso del país. Con el cepalismo de Prebisch indica que su tesis es adecuada en cuanto indica que estancamiento argentino obedece a la estructura importadora y al estrangulamiento externo. Sin embargo las conclusiones y recomendaciones no mencionan una clara política de desarrollo de estructura básica y de la infraestrutura, no hay consideración del objetivo nacional del desarrollo el cual queda diluído en un internacionalismo regional basado en la complementación de economías no integradas. Por su parte tanto el yrigoyenismo como el peronismo carecieron de un pensamiento orgánico y doctrinario. Se excluye cualquier referencia a la necesidad de desarrollar la industria pesada, suponen una singular ratificación de la actual estructura productiva argentina como meta a defender por los empresarios y los trabajadores.

Un punto fundamental es el debate con Ferrer. En este sentido, Frigerio indica que es bastante contradictorio que Ferrer propicie una política sumamente cautelosa respecto de la inversión extranjera, por temor a la disminución de la capacidad nacional de decisión y por la otra no tema la libre concurrencia de competencia internacional y denuncie el excesivo proteccionismo. Así no se puede llegar a una adaptación de la Argentina a la nueva división internacional del trabajo. Además que acepta el marco de desarrollo de integración regional.

La posición de algunos economista de izquierda (menciona a Jorge Abelardo Ramos) coincide con la reivindicación del pasado pastoril que formulas los reaccionarios. Cuando ponen el énfasis en la reforma agraria, si lo cual no habría para ellos cambio estructural de la economía, comparten el criterio tradicional de que la tierra ha sido y es la base de nuestro desarrollo nacional. El “agrarismo” implica una regresión a las formas mas primitivas de la explotación familiar del campo y a la economía pastoril. Bastaría con liquidar el latifundio para que la Argentina iniciara el despegue hacia su modernización.

Bibliografía utilizada
Altamirano, Carlos, Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires, Temas Grupo Editorial, 2001. (Páginas 49 a 79).
Cooke, John William, “Hay que cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema”, Revista Crisis, 1973.
Hernández Arregui, Juan José, Nacionalismo y liberación. Metrópolis y colonias en la era del imperialismo, Buenos Aires, Editorial Contrapunto, 1987. (Edición original 1969) (Páginas 21 a 31 y 241 a 300)
Valle, Héctor, “Los desafíos del desarrollo en la Argentina: El interregno desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No. 327, FIDE, Buenos Aires, Argentina, 2009.
Julio E. Nosiglia, El Desarrollismo, CEAL, 1983, partes 1 y 2 (pp. 7-65)

Fuentes Obligatorias
Selección de Frigerio, Rogelio, Rogelio Frigerio: la polémica con Alsogaray, Editorial: MID.
Selección de Frigerio, Rogelio, El estatuto del subdesarrollo, Librería del Jurista, 1978.




[1] Economista, investigador, docente, autor de numerosas publicaciones, acredita una vasta actuación en el ámbito público y privado, nacional e internacional. Desde hace más de tres décadas está al frente de FIDE (Fundación de Investigaciones para el Desarrollo) -primero como Director y desde 1991 como Presidente de esa entidad-. Participó en el Consejo Nacional de Desarrollo (Conade), fue Consultor de Naciones Unidas para la elaboración de planes de desarrollo económico y, entre otras funciones a nivel gubernamental, fue Subsecretario de Programación Económica, Director del INDEC, presidente del Fondo Nacional de las Artes e integró el directorio de YPF
[2] La Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) es una institución privada, sin fines de lucro, que desde su constitución, en 1978, procura contribuir al desarrollo de la Argentina mediante la investigación, el análisis y la evaluación técnicamente rigurosos de la problemática económica, financiera, social y jurídica de nuestro país, y del contexto internacional que influye sobre ella. Las cuatro décadas de funcionamiento constante le han permitido a FIDE acumular una vasta experiencia y generar una producción sin equivalencias entre sus pares en cada una de las cinco áreas principales en las que despliega su actividad: 1. Análisis de la coyuntura económica nacional, 2. Investigación, 3. Banco de datos, 4. Servicios de consultoría, y 5. Tareas de extensión y convenios de cooperación técnica. A lo largo de su historia, FIDE ha asesorado y participado en estudios sobre la realidad económica argentina en el marco de convenios y contrataciones con el sector público nacional, los gobiernos provinciales, organismos internacionales, cámaras industriales, asociaciones sindicales, fundaciones, institutos, universidades y empresas privadas.
[3]Pronósticos catastróficos, imposición de una lógica neoliberal como la “única verdad”, criticar sistemáticamente cualquier intervención del Estado,
[4] Asimismo Cooke crítica fuertemente la teoría de las etapas de desarrollo de Rostow.
[5] Fundado en 1963. El MID tiene su origen en un desprendimiento la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI). Desde un comienzo la política económica de Frondizi estuvo plenamente influida por el desarrollismo y las ideas de Frigerio, lo que produjo dos corrientes dentro de la UCRI: aquella que continuaba sosteniendo la Declaración de Avellaneda, definido en 1945 por la corriente intransigente de la UCR, y aquellos que adherían a las nuevas ideas desarrollistas, definidas por Frigerio y llevadas a la política económica por Frondizi.Inicialmente la UCRI se mantuvo unida porque, la condición de presidente de la Nación de Frondizi imponía la unidad alrededor de las ideas desarrollistas. Pero luego del golpe de estado que derrocó a Frondizi, ambos grupos tomaron distancia, y la ruptura fue inevitable. En 1963 los adherentes a las ideas desarrollistas dentro de la UCRI, encabezados por Arturo F rondizi y Rogelio Frigerio, se separaron de la UCRI y fundaron el Movimiento de Integración y Desarrollo.En las elecciones presidenciales de 1989 el MID formó parte de la alianza que llevó al poder a Carlos Menem, ocupando siempre un ministerio durante el primer mandato de aquél, entre 1989 y 1995. Primero fue Antonio Salonia ministro de educación y luego fue Oscar Camilión ministro de defensa.

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Aporte de Carlos:

Héctor Walter Valle, es licenciado en Economía Política UBA, presidente de la Revista Coyuntura y Desarrollo, tiene estudios de postgrado vinculados al desarrollo, e integró el Plan Fenix . Falleció en diciembre de 2015.
Su texto es contemporáneo, data de diciembre de 2009 y comienza elogiando el gobierno de Frondizi y Frigerio, a la vez que traza un paralelismo con el golpe mediático que sufrió el gobierno desarrollista y el constante asedio al gobierno peronista de 2009, no es la única comparación pues también alude a vicepresidentes opositores.
El texto, compuesto de varias partes muy claras y acompañadas de cuadros y datos concretos abarca diversos aspectos y busca llevar luz sobre el proceso desarrollista, de fines de la década del 50 en nuestro país y en particular los problemas que deben sortear los países subdesarrollados, dejando en claro que sin una profunda intervención por parte de los Estados es casi imposible romper con el circulo vicioso del subdesarrollo, y lo inmensamente complejo que implica superar el subdesarrollo, no sólo por la oposición de países centrales, sino por el círculo vicioso de rentas obtenidas en la actual economía por las clases dominantes.
Con acierto señala que los procesos de industrialización en el mundo estuvieron basados en una profunda explotación de la mano de obra y en la utilización de rentas de sectores privilegiados, lo cual torna difícil su implementación.
El papel de las multinacionales es muy importante pues generalmente debajo del velo del desarrollo se oculta la búsqueda de maximizar ganancias y ventajas particulares de los países objeto de la inversión.
Las dificultades para gobernar un país donde el peronismo estaba proscripto desde el 55, con Perón dando señales contradictorias desde el exilio, y sobre todo aplicar un proyecto de desarrollo industrial, con las modificaciones a la distribución del ingreso, generaron a la vez mayores disputas que hacían tambalear constantemente a la dupla Frondizi – Frigerio.
Valle expresa una visión muy positiva respecto de la gestión de Frondizi, la que caracteriza como heterodoxa y  orientada a salir del subdesarrollo mediante la industrialización, logrando implantar un ciclo de inversiones que se desarrollaría durante la siguiente década.
Los resultados en materia de independencia energética son positivos y revelan que la producción petrolera se duplicó alcanzando el autoabastecimiento hacía 1962.
Un dato interesante y vinculado a las grandes presiones soportadas por Frondizi, indica que la fecha en que vencía un contrato leonino firmado con la British Petroleum, coincidió con el derrocamiento del gobierno constitucional.
La apertura al capital extranjero fue la única salida para una gestión que no contaba con excedentes externos, sino todo lo contrario, donde el 25% de las exportaciones se las llevaba el déficit petrolero, con un Estado que tampoco contaba con los recursos necesarios para el plan de desarrollo. Y para que estos capitales se sintieran atraídos habría que darles acceso a rentas oligopólicas, que es precisamente en lo que invierten.
Se buscaba luego de la inversión extranjera el desarrollo de una burguesía local que lentamente fuera adquiriendo posición y relativizando al capital foráneo.
La política importadora tuvo un fuerte sesgo proteccionista, sólo ciertos productos básicos para la industria gozaban de arancel cero, luego el arancel pasaba al 20%, al 40% y al 300% en automóviles, llegando al 500% para bienes no incluidos en los aranceles anteriores, por lo cual se hablaba de protección infinita, pues también debía conformarse un depósito previo a la importación.
Entre los cuestionamientos figura el acuerdo firmado con el FMI que impuso un ajuste ortodoxo que generó una baja del salario real del 23%, subas de tarifas, y toda la batería de medidas restrictivas, aplicadas por el flamante ministro Alvaro Alsogaray, lo cual produjo importantes manifestaciones. La necesidad de cubrir déficits con financiamiento externo, hubo de ser la causa de estas medidas.

Julio Nosiglia
El encuadre de nuestro país dentro del grupo de naciones subdesarrolladas, para la década del 50 despertaba grandes controversias pues como explica Frigerio si bien muchos índices eran equiparables a países desarrollados, ingreso per cápita, tasa de analfabetismo,  existían factores históricos y dinámicos que conducen hacia el subdesarrollo. Como país proveedor de materias primas en la división internacional del trabajo a largo plazo y en virtud de la concentración del capital termina enriqueciendo a las naciones industrializadas y empobreciendo a las no industrializadas, aunque se obtenga un nivel de riqueza fruto de la explotación de campesinos, colonos y demás obreros del ámbito rural, tal como sucedió a principios del siglo XX, lo cual alentaba la idea de desarrollo basado en la producción primaria.
Frigerio detalla cinco puntos que explican el problema del subdesarrollo y por qué a principios de siglo alcanzaban para satisfacer las necesidades de nuestra población, y tienen que ver con el aumento de la población por tres, su urbanización, el incremento del consumo rural y consiguiente menor saldo exportable, el incremento del nivel de vida con el consumo de productos de la industria liviana que produce nuestro país pero que demanda insumos importados, la importación de combustibles, y el marcado deterioro de los términos de intercambio, producto de la suba en el valor de nuestras importaciones y la baja de precio de nuestras exportaciones.
Da las razones de invocar al capital extranjero, pues el ahorro nacional es escaso, el endeudamiento es inviable y por lo tanto no hay otra forma de generar las inversiones para el desarrollo de la industria.
Los detractores aludirán a cuestiones de soberanía nacional y a los capitales que se instalan en sectores primarios con el fin de proveer a sus casas matrices y luego importar productos terminados, con lo cual el desarrollo es nulo.
Lo que busca el desarrollismo es que se produzca internamente aquellos bienes que se venían importando y para ello esas industrias se instalarían aquí. Lo importante no es –dice Frigerio- el origen del capital ya sea extranjero o de familias patricias, sino el destino, si se aplica a fomentar el sistema primario será nocivo, si en cambio se destina a industrias sustitutivas, su fin será nacionalizador, y esto dependerá de las políticas estatales.
Los críticos dirán que el capital extranjero busca rápidas y altas ganancias y que sus inversiones casi siempre están vinculadas a abastecer de materias primas a los países desarrollados y que es muy difícil que se establezcan en países donde los mercados no son importantes y no están protegidos, y donde no se les dé absolutas garantías de tipo legal.
Respecto al rol del Estado en la economía será aún más critico señalando la ineficiencias de YPF que es altamente ineficiente en comparación con el sector privado. Si bien no rechaza al Estado, al modo liberal, establece que sólo debe estar vinculado a actividades específicas donde no entorpezca el desarrollo y donde sea eficiente, pero al detallar todas las actividades es evidente que le asigna un rol restringido, pues concluye que cuando el Estado intervino en la producción petrolera y de acero los resultados fueron la importación de la mitad del consumo interno.     
La mirada desarrollista al tema de la concentración de la tierra es distinta a las posturas de distribución agraria al estilo mexicano. Se hace un análisis del cual la concentración de la tierra no sería determinante en la configuración de la economía y aunque se distribuyesen, los problemas subsistirían. Por otro lado en caso de realizar expropiaciones la oposición no sólo de los sectores terratenientes sino de la clase media lo harían inviable.
Respecto a las recetas monetaristas es muy crítico pues su único objetivo es obtener la estabilidad monetaria que tiene como consecuencia generar estancamiento, desocupación y en general agravar la situación inicial, en cambio el desarrollismo apunta a mayores niveles de inversión para generar más oferta, en cuanto a la inflación y mayor actividad económica que luego de ser necesario implique algún ajuste fiscal o monetario, pero en forma subsidiaria.
Frondizi da por tierra con las teorías clásicas de libre mercado, libre cambio, en definitiva dejar al mercado la planificación, y enuncia con detalle la protección y planificación de países desarrollados que son tomados de ejemplo. La actual, señala, es una economía de monopolios, alejada de un sistema de competencia perfecta.
Otra crítica vigente hasta hoy dice ¿Porqué producir algo que hoy podemos importar a mejor precio y mayor calidad? Todas las naciones desarrolladas en algún momento tuvieron que pagar algún tributo por industrializarse y la Argentina debería pagarlo. Este es un punto fundamental que restringe cualquier proyecto industrializador en economías democráticas.
Hay un interesante cruce entre Rogelio Frigerio y Alvaro Alsogaray, que consistió en notas publicadas en el diario Clarín, en el cual Frigerio expone puntos clave del desarrollismo, con aval científico y estructura teórica, mientras que Alsogaray responde con datos sin fundamentos y comparaciones sin ningún basamento científico ni teórico. La diferencia es muy evidente.

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Aporte de Alberto:
En líneas generales, los textos asignados para la clase abordan el pensamiento desarrollista de Arturo Frondizi y, en particular, de Rogelio Frigerio. En este sentido, el texto de Héctor Valle, quien fuera presidente de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), economista del Plan Fénix, y defensor de las principales ideas del desarrollismo, aborda dicha temática teniendo en cuenta las características centrales del gobierno desarrollista entre 1958 y 1962. Por su parte, el artículo de Julio Enrique Nosiglia considera el plano más estrechamente ideológico del desarrollismo, destacando los elementos centrales de esta corriente de pensamiento. Las fuentes obligatorias, que incluyen el Estatuto del Subdesarrollo, escrito por el propio Frigerio, y los artículos del Diario Clarín, en donde éste polemiza con Álvaro Alsogaray, dan cuenta de los aspectos más importantes del pensamiento de Frigerio y, por ende, serán referenciados oportunamente cuando se analicen los dos textos principales.
Comenzando con el texto de Julio Enrique Nosiglia, como ya se dijo, el objetivo de éste es analizar los aspectos centrales del pensamiento económico del desarrollismo. El artículo comienza describiendo la situación del radicalismo en los años de la revolución libertadora. Aquí se oponían los radicales de la ''convención de Avellaneda'', con su orientación nacionalista en relación a la utilización de los recursos naturales, y los seguidores de Frondizi, integrados en la UCRI, quienes tenían una visión más permisiva e inclusiva respecto al rol que debía jugar el capital extranjero en esta nueva etapa que se abría en la Argentina. De esta confrontación sale triunfante el ala frondizista, quien es elegido electo presidente en 1958, a partir del conocido pacto Frigerio-Cook.
 Luego de esta breve descripción de la situación política, Nosiglia comienza su análisis de los principales postulados desarrollistas. Al respecto, destaca dos proposiciones fundacionales de la teoría, ambas vinculadas al entendimiento de la economía mundial. En primer lugar, la idea de que ésta había entrado en una fase de coexistencia pacífica, impulsada por el miedo al aniquilamiento mutuo y las pérdidas de la guerra, en donde lo que verdaderamente importaba era la competencia productiva y comercial. En este nuevo contexto, se abría un oportunidad para los países en vías de desarrollo, ya que la competencia productiva, en conjunción con el ciclo recesivo que estaba experimentado EEUU hacia finales de la década del cincuenta, orientaría a las empresas multinacionales a relocalizar sus empresas en zonas menos desarrolladas, impulsando la industrialización y la integración del mercado interno en los países que más aptamente puedan captar y orientar este nuevo caudal de inversiones. La segunda premisa en la que se basaba el desarrollismo era el deterioro de los términos del intercambio, mecanismo por el cual la economía mundial tendía a deprimir los precios de los productos agrarios y a mantener altos en términos relativos aquellos provenientes de la industria. Ello implicaba, según el desarrollismo, una participación declinante de las economías primarias en la economía mundial y una división mundial marcada por países desarrollados y subdesarrollados. En este marco, tanto Frondizi como Frigerio interpretaban la situación de la Argentina a partir de este prisma, considerándola como un país subdesarrollado debido, principalmente, a que su sector primario no puede compensar la demanda importaciones que requiere tanto su industria como su población.
A partir de allí, Nosiglia se adentra en uno de los elementos conceptuales más conflictivos del desarrollismo, esto es, el rol que le adjudica al capital foráneo. Al respecto, dicha teoría sostenía que la insignificancia del crédito y externo y la imposibilidad de disponer de adecuadas tasas de ahorro interno obligaban a las economías subdesarrolladas a considerar al capital extranjero como un potencial agente dinamizador de sus economías. Sin embargo, tal como lo aclara el autor, no era la forma tradicional de inversión externa aquella que vendría a completar e integrar los mercados nacionales, tradicionalmente orientada en la exportación de materias primas, sino aquellas que estén dispuestas a desarrollar las industrias intermedias y pesadas. En este sentido, si las inversiones se utilizan para impulsar determinados sectores estratégicos que permitan el desarrollo nacional, éstas serán promovidas por el desarrollismo (a partir de políticas fiscales, arancelarias, etc.). Sin embargo, si la inversión es direccionada a reforzar la estructura atrasada y primarizada existente, violentando la posibilidad de industrializar el país y fomentar el mercado interno, son inversiones que van en contra de nuestros intereses, hecho por el cual son rechazadas desde la teoría en cuestión. En este sentido, el desarrollismo impondría limites al capital extranjero, y ello sería posible a partir de la unidad nacional de los distintos sectores. Las empresas multinacionales, por su parte, encontrarían incentivo en invertir en países periféricos dada la antes mencionada situación económica de Estados Unidos y las políticas de fomento a las empresas transnacionales por parte de Eisenhower.
Luego de haber aclarado la posición desarrollista, Nosiglia destaca el énfasis, las prioridades y el ritmo que ésta teoría proponía para la economía Argentina. En este sentido, se hace hincapié en la importancia que tenia desarrollar las industrias de industrias, esto es, la producción de los medios de producción, y la integración vertical y horizontal (integración geográfica-económica de la nación) de la economía. Asimismo, se consideraba al petróleo como primera prioridad y al acero como segunda. La conjunción de estas dos industrias, que habrían de ser financiadas por la exportación de carnes, daría el salto hacia adelante de la economía argentina, completando los mercados nacionales. La tercera prioridad, por su parte, sería dinamizar las exportaciones tanto de carnes y como cereales.
 En este marco, el desarrollismo propone una explicación innovadora respecto a la relación del agro con la industria, sosteniendo que la producción de acero y petróleo (la industria pesada) dinamizaría aun más el sector agropecuario.  En este sentido, y contrario a lo que plantea Alsogaray en el debate Frigerio-Alsogaray, el desarrollismo no esboza una contradicción entre sector agropecuario e industria, ni establece una distinción entre industrias nobles y poco nobles, sino que afirma que para qué el agro sea un verdadero beneficio para la nación, este tiene que ser completado con la industria pesada. Una clara representación de que el desarrollismo no es anti-agro, como plantea Alsogaray, es su entendimiento sobre el dinamismo del sector. En este sentido, contrario a lo que muchas veces se plantea desde las corrientes de izquierda o desde el propio peronismo, para el desarrollismo no sería beneficioso una reforma agraria, ya que la inversión (y por ende la productividad por hectárea) no está vinculada a la forma de tenencia de la tierra o a la dimensión de la unidad de explotación, sino más bien a las condiciones económicas, lo cual es función de la expansión y el desarrollo el conjunto de la economía.  En este sentido es que el agro es que la producción agropecuaria se beneficiaría de los avances en la industria y en la producción de bienes de capital y maquinaria en el mercado local. En síntesis, tal cual lo plantea Frigerio en el Estatuto del Subdesarrollo, el problema de la productividad agropecuaria no s basa en la tenencia de la tierra, ni existe un contradicción clara entre la industria y el agro. Más bien, Frigerio plantea que el desarrollo industrial y la reducción impositiva a la tecnificación se trasladan rápidamente a la producción agropecuaria, permitiendo un aumento de la productividad sin cambios en la estructura de la propiedad rural.
Luego de aclarado este punto, Nosiglia sostiene la posición desarrollista respecto al sector financiero y monetario. Al respecto, esta escuela de pensamiento propone, como marco general, la subordinación de las finanzas a la producción, esbozando una fuerte crítica a la visión tradicional de las políticas de estabilización. En este sentido, la explicación desarrollista de la inflación invierte la causalidad entre inflación y desarrollo sostenida por la teoría cuantitativa del dinero tradicional. Al respecto, se afirma que la estabilización sin la expansión es una falacia, ya que este problema se encuentra en las rigidices para producir bienes y no en un problema de exceso de demanda generada por la emisión sin respaldo. La inflación se debe principalmente, como sostiene el propio Frigerio en el Estatuto del Subdesarrollo, a dos causas relacionadas al subdesarrollo Argentino. La primera es el déficit en balanza comercial que sigue con déficit en la balanza de pagos, mientras que la segunda causa, es el sobredimensionamiento público que genera circulante en actividades improductivas.
En este marco, los pasos los pasos de una política de estabilización con expansión sería los siguientes: despidos de empelados superfluos, tanto en el sector público como en el privado; privatizaciones (periféricas) para palear el déficit presupuestario, aunque sin ceder soberanía en las áreas de importancia; reformas impositivas que tiendan a estimular la inversión y, finalmente, una politíca crediticia a favor de la industria que tienda a absorber la pérdida en los puestos de trabajo generada por los despidos.
Finalmente, Nosiglia concluye con una síntesis de lo antes expuesto, y aclara la importancia del desarrollismo y la astucia de sus principales exponentes, Frondizi y Frigerio, destacando principalmente la claridad en el entendimiento de la economía mundial.
El texto de Héctor Valle, luego de aclarar su adhesión a las ideas desarrollistas, se propone analizar los principales acontecimientos político-económicos de los 1.428 días desarrollistas. Para ello, en la primera parte describe el contexto ideológico, político y económico internacional, al tiempo que describe brevemente las tendencias culturales de Argentina hacia fines de la década del cincuenta y principios del sesenta. En este sentido, el texto pone como antecedente del desarrollismo las políticas económicas de desarrollo de la industria pesada y de autoabastecimiento energético de la Unión Soviética en la década del veinte, en donde los objetivos eran promover el autoabastecimiento energético para impulsar la industrialización y dinamizar el débil sector primario. Se establece aquí, además, la apertura ideológica de sectores del comunismo, que planteaban, de manera similar con el desarrollismo, que para llevar a cabo estos objetivos era necesario utilizar al capital extranjero estratégicamente, sin ceder soberanía. Por otra parte, como contracara de este proceso, el autor explica las políticas económicas de Eisenhower de la década del cincuenta, que tendieron a cambiar la orientación de las empresas multinacionales, promoviendo su producción en países periféricos para promover las ventas externas de EEUU. Ello ofrecía a la Argentina, según aclara Valle coincidiendo con el desarrollismo,  en una situación inmejorable para desarrollar su industria.
Luego de realizada esta caracterización, Valle destaca el contexto internacional de la producción petrolífera a nivel mundial y su correlación a nivel nacional, aceptado una de las principales premisas del desarrollismo, esto es, que para lograr el objetivo planteado, el autoabastecimiento, no alcanzaban los recursos nacionales, sino que había que atraer un volumen importante de inversión extranjera en el sector.

A partir de allí, Valle se mete en los acontecimientos desarrollistas luego de la asunción de Frondizi, remarcando primero la fragilidad y la falta de legitimidad  política del Presidente, debido principalmente al rechazo que generaba Frigerio en los sectores más conservadores y al apoyo pendular de Perón.
Respecto a las políticas económicas se destacan las decisiones de sesgo progresista tomadas en el primer año de mandato, sobre todo el incremento de salarios del 60%. Ello se llevo a cabo, sin embargo, sin perder de vista la necesidad de incrementar la tasa de inversión, sobre todo en los sectores de bienes intermedios y de maquinarias y equipos (sector petrolero y petroquímica). A pesar de ello, las fuertes presiones sobre el balance de pagos que esta política implicó llevó al ajuste de 1959, llevada a cabo por Alsogaray en el Ministerio de Economía. Ello implicó, como parte de una política inflacionaria de caracter ortodoxo la eliminación del tipo de cambio y la devaluación tacita de la moneda, la liberalización comercial y de precios, el congelamiento de salarios y el aumento de tarifas. Las políticas de estabilización lograron su efecto deseado hacia 1960, reduciendo la inflación a un 1,1% y generando un superávit comercial después de dos años. Ello no obstante, fue un programa de estabilización con recesión, hecho que suscitó fuertes críticas hacia adentro del desarrollismo, especialmente por parte de Frigerio.
Luego de explicada la políticas de ajuste, subrayando que ello se debió más a la falta de palabra de Ministro Alsogaray que una orientación del gobierno desarrollista, el autor hace un breve análisis del comportamiento de las principales variables económicas, destacando que si bien el producto creció moderadamente, la inversión creció significativamente y la demanda de importaciones cambio su composición, en donde los productos de capital y maquinaria vieron incrementada significativamente su participación. Ello redundó en un fuerte crecimiento en las industrias básicas y pesadas promovidas por el desarrollismo; proceso que, si bien se manifestó de manera no despreciable entre 1958-1962, habría de madurar entrada la década del sesenta.
En síntesis, Valle describe los principales acontecimientos político y económicos del desarrollismo, destacando sus resultados de largo plazo y sosteniendo que éste fue la opción más viable durante la época. En efecto, atribuye a las virtudes de este período casi exclusivamente el fuerte crecimiento posterior hasta 1974.

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Aporte de Andrés:

Valle, Héctor, “Los desafíos del desarrollo en la Argentina: El interregno desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No. 327, FIDE, Buenos Aires, Argentina, 2009.
La publicación intenta repasar los años del período desarrollista, bajo la presidencia de Arturo Frondizi (1958-1962), brindando un nutrido análisis de las décadas previas, y lo que fueron las consecuencias económicas en los años venideros al golpe militar de 1962.
Encuentra puntos de confluencia ideológicos entre los dos regímenes que polarizaban la política económica mundial (la Unión Soviética y los Estados Unidos). En ambos resalta la prioridad establecida en: lograr una rápida y fuerte industrialización, la modernización del agro, el desarrollo de las fuentes  energéticas,  mejoras a los transportes ,y el logro de avances científico tecnológicos.
Asimismo señala la estrategia de las compañías multinacionales estadounidenses y luego europeas de instalarse en países latinoamericanos atraídos por su potencial mercado interno y enorme dotación de factores. Situación ésta que el gobierno desarrollista leyó adecuadamente y capitalizó para la financiación de su proyecto de país.
Respecto al ascenso de Arturo Frondizi a la Presidencia, subraya la necesidad en aquel entonces de conformar legitimidad política. La tarea que se proponía llevar a cabo el nuevo gobierno, generaría rispideces tanto con lo que el texto denomina el “partido militar” y sus simpatizantes; como también con el peronismo y su estructura sindical al provocar en un comienzo efectos negativos en la distribución del ingreso.
Sin embargo, con dichas resistencias a cuestas, el proceso de cambio iniciado en 1958 e interrumpido en marzo de 1962 alcanzó a poner a poner en marcha ciclos de inversión que habría de brindar sustentabilidad a la economía durante la década siguiente. Llevándose a cabo una fuerte impronta de planificación estatal y fortalecimiento de la burguesía nacional, y estableciéndose un orden de prioridades distinto al que impone el mercado. Se buscó la acumulación de capital vinculado con la industrialización pesada y la infraestructura básica.
Por último hace un análisis de los 1428 días del gobierno de Arturo Frondizi donde describe un punto de partida sombría, con dos décadas acumuladas de atraso en materia de inversión. Producto de la insuficiencia de las exportaciones primarias, términos de intercambio desfavorables, la dependencia del petróleo extranjero y el permanente signo adverso en los términos de intercambio;  la economía incapacitada de importar de acuerdo a sus necesidades. Es por ello que el gobierno de Frondizi decide terminar con la dependencia petrolera y dar un salto adelante en la generación de capacidad interna de producir bienes industriales. Se prioriza el desarrollo del sector petrolero, el químico, la fabricación de automóviles y la fabricación de máquinas de todo tipo. Así como también se busca erigir grandes obras hidroeléctricas, modernizar los ferrocarriles e implementar ambiciosos planes de integración vial.
Para ello se busca financiación externa en organismos multilaterales de crédito y la participación del capital extranjero dispuesto a encarar el riesgo de inversiones en la esfera real de la economía.

Julio E. Nosiglia, El Desarrollismo, CEAL, 1983, partes 1 y 2 (pp. 7-65).
En su texto, Nosiglia realiza por una breve introducción histórica acerca de la conflictiva situación de la Unión Cívica Radical a mediados de la década del ’50, así como la gesta de la relación entre Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio.
Adentrándose en la concepción económica del desarrollismo, afirma que los empresarios nacionales y los trabajadores, independientemente de sus reivindicaciones específicas, tienen un interés común, el cual radica en el deseo y la necesidad de desarrollar e integrar el mercado interno.
Ubica a la Argentina dentro del enorme conjunto de países subdesarrollados. Siendo que dicho criterio (el subdesarrollo) no es estático, sino que se basa en relaciones. Es decir, que lo que define el atraso en ciertas naciones es la relación entre el desenvolvimiento de las economías primarias y el de las economías industriales de las grandes potencias, proceso éste que conduce infaliblemente a la pauperización creciente de las primeras y el enriquecimiento de las últimas.
De manera clara y precisa, Nosiglia explica el porqué de que los recursos de la producción primaria no alcancen para asegurar el progreso constante de los pueblos. Los principales factores radican, según el autor, en el aumento de la población, la elevación del nivel de vida que diversifica las necesidades y aumenta la demanda de bienes, y el aumento constante del valor de los bienes industriales que se importan en contraposición al de las materias primas que se mantiene constante o declinante
Hacia el final de su trabajo, Nosiglia intenta una síntesis de los postulados desarrollistas, de sumo interés para comprender la corriente de pensamiento que nos ocupa. Allí caracteriza al desarrollo como aquel que busca la verdadera transformación de la estructura de producción primaria que afecta a los países subdesarrollados. Asimismo, defiende la idea de una Nación cuya economía no esté dirigida hacia el exterior y atada al resultado del comercio de los productos primarios, sino una que se oriente hacia la formación de un vasto mercado interno donde la economía nacional genere la mayor cantidad y calidad de bienes, tanto agropecuarios como industriales.

Rogelio Frigerio: la polémica con Alsogaray, Editorial: MID
En la presente fuente editada por la Juventud Nacional del Movimiento de Integración y Desarrollo se compilan cuatro artículos publicados por el diario Clarín entre los años 1975 y 1976. Tres de ellos obra de Rogelio Frigerio, y uno del ingeniero Álvaro Alsogaray.
Es interesantísima la discusión que allí se genera, siendo uno de ellos (Frigerio) referente teórico ineludible del desarrollismo y el otro (Alsogaray) defensor a ultranza de la tesis liberal.
En el primero de los artículos, Frigerio acusa a Alsogaray de inoperante en su función al frente de la cartera económica en tiempos de Arturo Frondizi como presidente. Asimismo le critica su insistencia en la posibilidad de aplicar las teorías del ministro de posguerra alemán Erhard (padre del denominado “milagro alemán”) a la realidad argentina, situación que Frigerio considera impracticable atento las distintas características de cada país y de la disímil coyuntura mundial de ambos momentos históricos. Acusa a Alsogaray de soster que la inflación es la causa de los males de la Argentina. Y allí, afirma Frigerio, radica su principal error. La inflación no es la causa sino la consecuencia del subdesarrollo que azota al país. Es producto de la insuficiencia de la estructura productiva para generar bienes y servicios requeridos por la comunidad. La inelasticidad de la oferta determina la tendencia alcista de los precios.
Es así que si simultáneamente se expande la producción pueden aumentarse los salarios sin afectar los precios en la economía. Esto, como consecuencia de que al aumento de la demanda, aumenta la oferta de bienes y servicios. Aquí también critica al Plan Gelbard, al decir que tampoco los populistas tienen razón cuando quitan parte del ingreso a la inversión para darlo al salario, “puesto que la caída de la inversión hace caer la producción y la inflación hace caer el salario real y anula por completo la inversión”.
Resume su postura respecto al papel del Estado al sostener que no debe ahogar la actividad privada asumiendo actividades para las que no tiene aptitudes. Pero considera también que el Estado debe fijar prioridades en función del interés nacional y orientar aquellas hacia las inversiones privadas y públicas que propicien el verdadero desarrollo nacional.
Por su parte Alsogaray se dispone en su artículo del 4/01/76, según sus manifestaciones, a no responder a los agravios personales que le propició Frigerio anteriormente, y propone remitirse a las cuestiones que hacen a su concepción económica claramente contrapuesta a la desarrollista.
Con esta finalidad, comienza mencionando la dificultad residente en que el desarrollismo no es una política económica sino una lista de actividades empresariales ordenadas conforme a  prioridades dispuestas arbitraria y burocráticamente. Acusa a los desarrollistas de estar desprovistos de información documentada relativa a lo que verdaderamente el sector agrario produce, siendo  que no solo es “vacas y trigo”.
Afirma no poder definirse a si mismo ni como “agrarista” ni como “industrialista”. Su posición es la de desarrollar auténticamente todas la actividades económicamente útiles en miras a una distribución social adecuada. Y, continua afirmando que una actividad es útil económicamente cuanto más alta sea su aptitud para producir y competir a precios internacionales. La única prioridad debe ser la eficiencia, y ella se logra en cuanto una actividad más se aproxime a los costos internacionales.
Por último, concluye su manifiesto asegurando que el desarrollismo, por su concepción dirigista de la economía, conduce indefectiblemente hacia el comunismo.

Selección de Frigerio, Rogelio, El estatuto del subdesarrollo, Librería del Jurista, 1978.
En este trabajo, cuya primera publicación data de julio de 1967, Frigerio intenta definir, caracterizar y explicar el desarrollismo. Esto de la pluma de quien fue, sin lugar a dudas, un personaje medular de dicha corriente de pensamiento político y económico que tuvo su esplendor durante la presidencia de Arturo Frondizi entre mayo de 1958 y mayo de 1962.  
Frigerio define a su propia obra como “una toma de posición en la lucha por la liberación nacional”. Afirma que únicamente el desarrollismo enfrentó desde un comienzo a las dos posturas económicas predominantes en el siglo XX en Argentina: el populismo y el liberalismo. Siendo estas dos, según su afirmación, similares en su esencia ya que intentan manejar las variables económicas centrales (salarios, precios, tipo de cambio) de manera arbitraria y burocráticamente. Por su parte el desarrollismo propugna sincerar dichos términos económicos conforme a la realidad, privilegiando la producción como núcleo decisivo de la economía. Asimismo, sostiene que la crisis de la economía argentina radica en su modo de inserción en la división internacional del trabajo, donde le toca (al igual que todos los demás países que considera subdesarrollados) el lugar de exportador de materias primas hacia el mundo, especialmente hacia los países que gozan de un entramado productivo vigoroso y desarrollado.
Respecto a la condición de país desarrollado o subdesarrollado, sostiene que dicha condición no es cuestión de grado, ni se mide por los niveles de relativos de ingreso nacional por habitante (dando como caso paradigmático a Kuwait cuyo ingreso per cápita es superior al de los Estados Unidos, y sin embargo ostenta el estado de país subdesarrollado dependiente casi en su totalidad de los ingresos del petróleo). El subdesarrollo es una condición estructural, común a todos los países de producción primaria y que se expresa en el estrangulamiento externo de la economía. Es así que en miras a lograr el desarrollo nacional, afirma la necesidad de establecer prioridades en el plan económico a implementar. Lo misma necesariedad le otorga al capital extranjero, el cual contribuye a dinamizar las estructuras atrasadas y expandir las nuevas.
Por último, y en relación al papel del Estado en la economía, se diferencia de las posturas liberales que intentan la sola supervisión de la competencia como función estatal. Como así también, de la izquierda y los populistas que hacen del gasto público el motor de la economía. Siendo así, dispone que el cambio en la estructura productiva no se cumple sin una deliberada acción estatal que tenga como finalidad ulterior el progreso en cantidad y calidad de la producción nacional, pero sin asumir funciones empresarias. Solo debe remitirse a las funciones que considera indelegables.
Friguerio aborda tambièn su visión sobre la cuestión agraria, la inflación (la cual solo se combate alcanzando el desarrollo productivo del país), el comercio exterior y la integración y complementación nacional.
Luego se dispone brindar su parecer respecto a los que considera los economistas argentinos más importantes e influyentes desde la década del ’30 hasta los momentos en que escribe su obra. Así, analiza la concepción económica de Federico Pinedo, Raúl Prebisch, Álvaro Alsogaray, Antonio Cafiero, Aldo Ferrer, Cueto Rua, etc. Siendo todos ellos de cosmovisiones económicas muy disimiles, resulta de sumo interés el análisis y crítica que Frigerio se esfuerza por realizar.
Concluye diciendo que todas esas concepciones económicas fueron coincidentes en la negación, la subestimación o la aceptación simplemente formal del factor externo como causa del subdesarrollo argentino y concibe la integración regional como una etapa posterior a la propia y necesaria integración nacional.

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Aporte de María Consuelo:

Valle, Héctor, “Los desafíos del desarrollo en la Argentina: El interregno desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No. 327, FIDE, Buenos Aires, Argentina, 2009
Licenciado en Economía Política (UBA). Presidente de la “Fundación de Investigaciones para el Desarrollo” (FIDE) desde diciembre de 1991. Profesor de postgrado de la UBA.
El texto se centra principalmente en recuperar el período desarrollista 1952-1962 dado que el autor encuentra decisivos dichos años, a pesar de que en 1962 suceda un corte del modelo desarrollista, tanto para el desenvolvimiento de la década posterior como para las estrategias de desarrollo fundado principalmente en los ciclos de inversión que se pusieron en marcha. Encuentra a la corriente desarrollista de tinte heterodoxa, e identifica a la relación de Frondizi con los medios similar a la vigente en el año de publicación del texto (2009). Considera la importancia de estudiar estos años, de cara al presente. Para comenzar se presentan datos del contexto internacional, URSS y EEU, donde tienen en común la industrialización y la modernización del agro. Otro dato que resalta Valle es la expansión de la trama multinacional, coyuntura que sería utilizada por el gobierno desarrollista. El autor sobre la situación económica para 1958 destaca que la Argentina seguía siendo una estancada economía de base agroexportadora, y que Frondizi quien asume al poder en el marco de un pacto con el peronismo, encuentra una Argentina al borde de la cesación de pagos. Era necesario eliminar la dependencia del petróleo importado y dar un salto en la capacidad interna para producir bienes industriales. Existían problemas con los pagos externos y las importaciones estaban limitadas. El proceso industrializador necesitaba de inversiones muy superiores a las de época anterior y a las que podían generarse con los excedentes de la actividad primaria por lo que se pensó en el capital privado extranjero para desarrollarlas. Entonces el gobierno desarrollista se propuso como objetivo acelerar el crecimiento mediante un incremento sustancial de la tasa de inversión en determinados sectores prioritarios: petróleo, gas, plantas químicas, siderurgia y polos petroquímicos, además de inversiones en infraestructura. Los desequilibrios serían el sendero de crecimiento, ya que según Valle la corrección de los mismos es lo que promueve nuevas inversiones. En 1959, dado que luego de un año recuperación (1958) tuvo que nombrarse a Alsogaray, en un contexto de fuerte conflictividad social y política, al frente del Ministerio de economía a fin de apaciguar los intentos golpistas, provocando esto, una crisis a causa de un ajuste severo en ese año con una fuerte devaluación entre otras medidas, a pedido del FMI para poder llegar a un acuerdo de préstamo para infraestructura. Dada la facilidad de importar se evidenció en estos años un fuerte ingreso de bienes de capital y de equipamiento para las industrias básicas con el fin de modernizar la industria. La contracara fue un aumento significativo de los niveles de endeudamiento. En 1960 se provoca una veloz recuperación gracias a los efectos expansivos de la inversión. Sin embargo, una vez diluidos los efectos de la devolución el sector externo volvió a presentar dificultades. Con el deterior del tipo de cambio real y el balance comercial se empezaron a perder reservas especialmente a partir de 1961. A pesar de haber alcanzado el autoabastecimiento petrolero y una industria automotriz instalada la venta de la pobre cosecha de 1960/1961 no alcanzó para pagar la deuda y volvieron las presiones del FMI.
El autor indica que gracias al plan desarrollista Argentina transitó durante 10 años de crecimiento.

Selección de Frigerio, Rogelio, El estatuto del subdesarrollo, Librería del Jurista, 1978
Rogelio Frigerio (1974-2006) fue periodista y político argentino, personalidad central del gobierno de Arturo Frondizi, (1958-1962), fundador junto a él del Movimiento de Integración y Desarrollo, y principal teórico del pensamiento desarrollista en Argentina.
Al comenzar su texto se ve una defensa y reivindicación del método científico elaborado por el Desarrollismo como camino de interpretación de la realidad. Hace mucho énfasis en La Nación y en la liberación nacional.
Frigerio realiza un repaso sobre el pensamiento económico argentino (repasa los planteos de Pinedo, Alsogaray, el peronismo, Ferrer, el monetarismo). Como puntos a remarcar:
- Subdesarrollo: lo identifica como un resultado de la posición dependiente de nuestro país en la división internacional del trabajo y se trata de una condicional estructural, común a todos los países de producción primaria y que se expresa en el estrangulamiento de la economía.
-Monopolios: son la vía por la cual opera el factor externo para estrangular a la economía argentina dado que regulan el mercado, establecen volúmenes y precios. Además identifica en el comercio mundial un carácter crecientemente monopólico. Frigerio se muestra contrario a la idea de generar una complementariedad productiva entre países de la región ya que ello reproduciría la idea de división internacional del trabajo.
- Estado: su rol principal debiera a partir de funciones reguladoras y orientadoras, el de cambiar la estructura productiva de la economía a partir del impulso de las industrias básicas: siderúrgica, celulosa, química pesada, de bienes de capital, infraestructura energética, de comunicaciones y transporte. De este modo se profundizaría la ISI. El mercado interno debe ser el motor de este proceso.
- Prioridades económicas y políticas: el autoabastecimiento de combustible y acero y el funcionamiento de la industria de bienes de consumo.
- Inflación: la causa de la misma en los países subdesarrollado está dada por el deterioro de los términos de intercambio, déficit comercial y de balanza de pagos. La solución a ello es un cambio en la estructura productiva.
- Capital extranjero: considera que el ahorro nacional es insuficiente por el deterioro de los términos del intercambio, un mercado interno chico, un sistema crediticio restringido. El capital extranjero entonces se convierte en un socio vital que reemplazaría la opción de una restricción en el consumo y el mismo es liberador cuando se aplica a rubros prioritarios.
Frigerio encuentra rasgos comunes entre el populismo y liberales frente a las cuales se opone el Desarrollismo, dado que ninguna ataca el problema del subdesarrollo.
Más adelante Frigerio intenta demostrar que todas soluciones propuestas distintas al desarrollismo son diferentes matices de un pensamiento que no ha sido capaz de emanciparse de la noción de la Argentina como país exportador de alimentos y materias primas. Es así que encuentra en ellos como denominador común la subestimación o aceptación del factor externo como causa de estancamiento. Particularmente sobre los aportes de Prebisch, Frigerio sostiene que la debilidad de la doctrina cepalina aparece en soslayar el papel de los monopolios de la exportación y de la importación en el fenómeno del deterioro de los términos de intercambio y en el mantenimiento de las viejas estructuras. El segundo error consiste en la tesis de la “complementación regional”, poniendo énfasis en la integración regional sin fomentar el desarrollo endógeno.

Selección de Frigerio, Rogelio: La polémica con Alsogaray, Editorial MID.
El texto es un conjunto de notas publicadas entre los años 1975 y 1976, con un intercambio de 3 notas de Frigerio y 1 de Alsogaray.
Frigerio retoma varios temas estructurales abordados por el desarrollismo y realiza una crítica fuerte del paso de Alsogaray por el gobierno de Frondizi. Lo acusa por una parte de tener una confusión teórica sobre la economía social de mercado, de apropiarse de políticas económicos que en realidad ya estaban tomadas antes de que Alsogaray asumiera como ministro de Frondizi y reconoce que fue expulsado del gabinete por frenar todas las políticas del desarrollismo.
La respuesta de Alsogaray busca evitar la crítica personal, que sí realiza Frigerio, y ataca al desarrollismo argumentando que no es una política económica sino una lista de actividades empresariales y que favorece a algunos sectores en detrimento de otros. Agrega que las inversiones que plantearon los desarrollistas no llegaron. Cierra su exposición destacando que el desarrollismo no funcionó en ningún país y declara: “la conclusión es que el desarrollismo constituye una vía más hacia el comunismo”. Luego siguen dos artículos más de Frigerio en donde vuelve a atacar a Alsogaray y lo acusa de monetarista y de oportunista.
Frigerio responde que el desarrollismo triunfó en Canadá. Australia va en ese camino. Su propuesta desarrollista se basa en la utilización de capital extranjero, para sustituir el ahorro forzoso y el fortalecimiento del Estado Nacional para contrarrestar las tendencias supranacionales de los monopolios.
Otros de los debates que mantienen radica en torno a la inflación, diciendo Frigerio que Alsogaray sostiene erróneamente que la misma es causa del subdesarrollo cuando en realidad es consecuencia y le critica que su respuesta se base en soluciones monetaristas en vez de otras con eje en la producción. Le critica duramente que aún crea en la mano invisible de Adam Smith y en la libre competencia y en este sentido se oponen en cuanto a la concepción de la intervención del Estado en la economía. Para Alsogaray las actividades de la economía a motorizar deben ser aquellas que sean capaces de competir a precios internacionales y las prioridades deben establecerse siguiendo el criterio de la eficiencia.

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Aporte de Marina:

VALLE, Héctor: “Los desafíos del desarrollo en la Argentina: El interregno desarrollista”
Economista, investigador, docente, autor de numerosas publicaciones, Héctor Valle  acredita una vasta actuación en el ámbito público y privado, nacional e internacional. Participó en el Consejo Nacional de Desarrollo (Conade), fue Consultor de Naciones Unidas para la elaboración de planes de desarrollo económico y, entre otras funciones a nivel gubernamental, fue Subsecretario de Programación Económica, Director del INDEC, presidente del Fondo Nacional de las Artes e integró el directorio de YPF. Fue director de la Fundación FIDE y en 1991 pasó a ser el presidente de esa entidad.
El texto en su conjunto analiza la experiencia del desarrollismo a partir del histórico debate acerca de las prioridades en materia de la acumulación de capital en los países subdesarrollados.  A su vez contextualiza el surgimiento del mismo vinculándolo con diferentes corrientes teóricas que tienen como común denominador los pasos hacia el desarrollo en un contexto de deterioro de los términos de intercambio y de nueva división internacional del trabajo: Ernesto Giudici (“Imperialismo inglés y liberación nacional” de 1940), Ragnar Nurskse (“Problemas de la formación de capital en países subdesarrollados” de 1953) y Maurice Dobb (“Ensayos sobre el capitalismo, desarrollo y planificación” de 1973), entre otros.
Así pues, el autor propone un abordaje ideológico junto al contexto internacional y los grandes cambios culturales y sociales que tuvieron lugar en los años sesenta. Comienza su exposición con un extracto del texto de Rogelio Frigerio titulado “Desarrollo y subdesarrollo económicos” que utiliza como disparador. Asimismo, toma como punto de partida la experiencia de la Unión Soviética y a la India para ejemplificar porqué comienza a darse el debate sobre la necesidad de una industrialización que “en todos los casos […] parte de una restricción principal…” [1], que siempre es el ahorro interno. Siguiendo esa línea, luego de la segunda guerra mundial, el autor remarca que hay similitudes ideológicas entre la URSS y Estados Unidos: para ambos la industrialización sumada a la modernización del agro eran objetivos prioritarios para lograr el desarrollo.
Héctor Valle explica la situación política interna de la Argentina, antes de las elecciones presidenciales de Arturo Frondizi y hace hincapié en el “pacto social” firmado entre desarrollistas y peronistas aludiendo a un reconocimiento de las coincidencias entre ambas ideologías. Sin embargo aquí se produce una contradicción respecto a lo que el propio Rogelio Frigerio expone (se analizará más adelante en el análisis de “Estatuto del subdesarrollo”).
Respecto a la viabilidad en la argentina de un proyecto de desarrollo parte de la necesidad de comprender por qué la Argentina no estaba acompañando la fase larga de auge que vivían las economías industrializadas de Europa y el Japón en los años cincuenta; como así tampoco los progresos que se registraban en la región (Brasil y México). Se sostiene que Argentina debía “cortar camino” para alcanzarlos y dar un salto hacia delante dinamizando el proceso de acumulación de capital vinculado con la industrialización "pesada" y la infraestructura básica en base a una alianza con el capital extranjero.
Resulta interesante destacar la liviandad con que explica que ese proceso de industrialización acelerada que se proponía traería consigo desequilibrios que son necesarios para que la economía siga creciendo; así pues, esos desequilibrios causarán a su vez un círculo virtuoso de crecimiento. A mi entender el autor no presenta datos estadísticos para sostener su postulado, solo se apoya en la tesis de Albert Hirschman.
FRIGERIO, Rogelio (1983): “Estatuto del subdesarrollo”.
Rogelio Frigerio (1974-2006) fue periodista y político argentino, figura clave del gobierno de Arturo Frondizi, (1958-1962), fundador junto a él del Movimiento de Integración y Desarrollo, y principal teórico del pensamiento desarrollista en Argentina.
La primera edición del libro “El Estatuto del Subdesarrollo” fue en 1967 pero sería re editada en dos oportunidades (1974 y 1983), aunque aclara el autor que sus ideas conservan una vigencia intacta.
Ya desde el comienzo del libro tiene una clara defensa y valorización del desarrollismo para interpretar “correctamente” la realidad y formular una doctrina económica, según sus postulados. Deja ver, a mi entender, una especie de victimización por parte de la ideología desarrollista de “les estamos advirtiendo lo que va a pasar y no nos escuchan”, por ejemplo cuando escribe el último prólogo en 1983: “cada uno de los vaticinios del desarrollismo se cumplió puntualmente”.
Postula que el subdesarrollo es consecuencia de la posición dependiente de nuestro país en la división internacional del trabajo. Es una condición estructural, común a todos los países que dependen de la producción de productos primarios y con problemas de restricción externa. Asimismo, se debe partir de aceptar el deterioro de los términos de intercambio para así desarrollar un plan con prioridades económicas y políticas que guíen al país subdesarrollado hacia la industrialización.
Así pues, sus aportes más importantes para lograrlo son: identificar las actividades económicas prioritarias y poner todo el esfuerzo allí; la necesidad preponderante del capital extranjero; el papel del Estado en la economía (participativo en las decisiones pero no burocrático); integración regional (primero se debe lograr la integración de la economía nacional); el problema agrario (disiente de lo que postula la izquierda sobre la necesaria Reforma Agraria); que la inflación se origina por el deterioro de los términos de intercambio, no sirven soluciones monetarias, solo el cambio de la estructura productiva abocará de cuajo el problema de la inflación.
Por último, Frigerio dedica parte de su análisis al pensamiento económico argentino e identifica dos líneas: librecambistas y proteccionistas e intenta demostrar que todas las tesis y soluciones propuestas ajenas al desarrollismo no van a prosperar porque parten de la noción de la Argentina como país exportador de productos primarios. Así, se distancia de todo el resto de las corrientes ideológicas, las cuales abarca una por una y termina poniendo de manifiesto como una especie de  “originalidad” del desarrollismo.
Nosiglia, Julio Ernesto: “El desarrollismo”
Sobre esta misma dirección escribe Nosiglia en su texto titulado “El desarrollismo” que está exactamente en la misma línea que el texto de Frigerio. Lo distinto que puede remarcarse del texto del autor es que si bien queda claro que su ideología es el Desarrollismo, lo expresa de una manera menos tajante, a diferencia Frigerio.
Explica el desarrollismo desde los inicios de la relación Frondizi-Frigerio de los cuales utiliza incansables citas. A su vez da lugar a las críticas que realizan las corrientes opositoras las cuales contesta una a una. Sin embargo no dilucidé aporte nuevo alguno por parte del autor. Solo demuestra lo acertado de los postulados desarrollistas con “el más absoluto pragmatismo político y un análisis económico casi científico de la realidad del país…”
FRIGERIO, Rogelio: la polémica con Alsogaray
Debate e intercambio de artículos entre Rogelio Frigerio y Álvaro Alsogaray que se hizo público en el diario Clarín hacia fines de 1975 y principios de 1976. Resulta interesante destacar el corto tiempo entre “respuesta y respuesta” y la denuncia que realiza Frigerio contra Clarín al decir que “le abrió sus páginas a quien es columnista de otro matutino”.
Entre las críticas y objeciones que Frigerio hace a su “opositor” con dureza se incluyen: que Alsogaray no es un economista y que sus aportes son slogans publicitarios, no desarrolla sus ideas; prestó sus servicios a cuatros gobiernos con ideologías sumamente contrapuestas (Perón, la Revolución Libertadora, Frondizi, Guido y Onganía); lo ubica dentro de la corriente liberal; critica duramente sus enunciados que las teorías de Erhard puedan aplicarse a la subdesarrollada argentina sin tener en cuenta el contexto histórico ; propone soluciones monetaristas a la inflación a la cual considera que es causa del subdesarrollo
Por su parte, Alsogaray responde:
“El desarrollismo no es una política económica sino una lista de actividades empresariales compaginada de acuerdo a un cierto orden de prioridades arbitrarias” quienes pocas veces consiguen que los recursos se canalicen como ellos desean; fuerzan el desarrollo en pos de algunos y en contra de otros cuando, dice, la prioridad de actividades debe fijarse en función de la eficiencia; considera que la inflación siempre produce subdesarrollo, y no al revés; y por último se pregunta: ¿Dónde ha tenido éxito el desarrollismo? ¿En qué países se lo ha practicado? ¿Cuáles han sido sus resultados? Su respuesta es que en ningún país libre el desarrollismo ha funcionado.
A lo cual Frigerio responde diciendo que Alsogaray no contesta a lo que él le estaba recriminando y vuelve a mencionar que se queda en los postulados publicitarios y agradece que la publicidad no tenga fuerza en lo político; que la competitividad es imposible para los países subdesarrollados por la existencia de precios internacionales fijados con procedimientos monopolistas; ignora de dónde proviene la riqueza y cita a Ricardo para demostrar que la riqueza no proviene del comercio, como enuncia Alsogaray, sino que el valor de los bienes se origina en el trabajo que es necesario para producirlos.
Finalmente, dicho intercambio permite entrever la insistencia con que Frigerio señala las distancia al desarrollismo del populismo, ubicando a este último en íntimas coincidencias con el liberalismo. Asimismo, mientras que los populistas expanden el consumo sin cambiar la estructura productiva, los liberales la contraen también dejando intacta las bases.



[1] Ver Valle, Héctor, “Los desafíos del desarrollo en la Argentina: El interregno desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No. 327, FIDE, Buenos Aires, Argentina, 2009.

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Aporte de Celeste:

Selección de Frigerio, Rogelio, El estatuto del subdesarrollo, Librería del Jurista, 1983.

Periodista y político, actor clave del desarrollismo de Frondizi con quien fundó el Movimiento de la Integración y el Desarrollo (MID) en 1963.
Frigerio llama “el estatuto del subdesarrollo” a la articulación de políticas tendientes a perpetuar la dependencia externa del país, aún en las condiciones de una nueva división internacional del trabajo. Su tesis radica en que bajo las nuevas condiciones mundiales (revolución tecnológica en un mundo que dejo atrás el colonialismo y promueve la “coexistencia competitiva”) los países “rezagados” tienen abierto el camino a su independencia y desarrollo. La primera edición nace para denunciar los efectos del plan monetarista de Krieger Vasena en 1967, una segunda edición se imprime en 1974 durante la gestión ministerial de Gelbard en última presidencia de Perón, y la presente que data de 1983 con los efectos plenos pero aún inconclusos de la etapa liberal iniciada por Martínez De Hoz.  A estos últimos, en el prólogo, caracteriza de populistas y liberales, acusándolos de “deambular por la superficie monetaria de los fenómenos económicos” mientras que el desarrollismo privilegia “el núcleo decisivo de la economía, la producción”. El desarrollismo sostiene que es necesario “sincerar la economía” para  impulsar “activa y prioritariamente” la inversión, que es obviamente clave para el proceso de formación de capital. En el primer capítulo, “verdad y falacia del subdesarrollo” destaca que la crisis argentina no tiene origen en los desajustes monetarios, ni en la puja distributiva, ni en el desorden fiscal, ni en la forma de tenencia de la tierra (según explican las corrientes liberales,  populistas y de izquierda) sino que estos son síntomas de la inserción internacional de la Argentina, castigada como todos los países productores y exportadores de materias primas por el deterioro de los términos del intercambio, expresado en el recurrente estrangulamiento externo de la economía.  Critica a otros economistas que coinciden en que el desarrollo integral se debe dar por medio de la industrialización acusándolos de falso desarrollismo porque “someten a este a tales requisitos y modalidades” que terminan frustrando el objetivo, por ejemplo requiriendo previa estabilización monetaria o primando el factor social por sobre lo económico o negando el papel dinámico del capital externo, etc. Según Frigerio estos pensamientos “tienen total ausencia de contenido histórico  (…) para sus sostenedores el desarrollo es una teoría económica, no un imperativo político de nuestros pueblos en esta etapa especifica de su evolución histórica”. Para el desarrollismo entonces el desarrollo es una lucha, no una categoría abstracta: “el desarrollo económico es la estrategia de la liberación nacional”. Para lograr dicho objetivo estructura ciertos “problemas político-tácticos”. Destacaremos aquí solo algunos: “no hay desarrollo sin prioridades”, en este caso, el gobierno desarrollista vio que en 1958 lo que requería una sociedad industrial moderna era “Petróleo, siderurgia, energía, petroquímica, transportes y comunicaciones y tecnificación agraria”. Es interesante destacar las semejanzas entre el desarrollismo y la escuela austriaca, en sus conceptos teóricos sobre el capital,  el crecimiento sostenible y la expansión “artificial” del consumo. En el enfoque austriaco los empresarios solo realizaran proyectos de inversión más capital intensivos si éstos resultan más productivos. No es lo mismo producir bienes de consumo que bienes de capital. No obstante, para poder producir más bienes de capital con los que emprender estos proyectos más lucrativos se requiere de una mayor acumulación de ahorro que permita mantener a los factores de producción necesarios por más tiempo. En sí, la condición indispensable para producir más bienes de capital es la acumulación previa de ahorro real, tal como destaca el desarrollismo. A medida que éste aumenta, la estructura productiva resultante se vuelve más integrada e intensiva en capital, alcanzando un mayor grado de desarrollo. Frigerio estipula que “el ritmo de crecimiento está vinculado a las posibilidades de acumulación e inversión” pero la celeridad del desarrollo tiene un significado no solo económico, sino también de contenido social. Ya que de acuerdo con el orden de prioridades, se supone que aunque los salarios reales aumenten, parte sustancial de la riqueza creada debería encauzarse hacia la inversión. Destaca que en “las etapas iniciales del desarrollo deben postergarse algunas conquistas”.
Con respecto al capital extranjero dice que es “liberador cuando se aplica a los rubros prioritarios de  la inversión en la estructura productiva y enfeuda a la economía cuando se aplica a la especulación financiera o actividades escasamente reproductivas”. Resulta de por más llamativo como se refiere al papel del FMI, diciendo  que “sería un absurdo económico no aprovechar esta fuente de crédito que se forma con nuestro progresivo aporte a través del deterioro de la relación de intercambio” y que en la medida que “puedan relevarnos de tomar medidas restrictivas en los créditos y en los salarios deben ser aprovechados” justificando los créditos tomados durante el gobierno desarrollista y diferenciándolo de lo que fueron tomados en las siguientes administraciones. Me resulto de por más interesante el apartado sobre monopolios en el mantenimiento de la vieja estructura: “cuando nos compran nuestra producción y cuando nos venden la suya, los monopolios regulan el mercado, fijan los volúmenes y los precios de los bienes que circulan en el mundo”. Especificando como estos oprimen a los gobiernos y encausan nuestras producciones. Con respecto al rol del Estado,  especifica que al menos en esta etapa no debe tener gestiones empresarias, debe tener una presencia firme, que establezca prioridades de inversión y las promueva bajo condiciones que garanticen su atractivo y rentabilidad. Además,  se jacta de cómo el gobierno desarrollista “reconvirtió” un tercio de la nómina estatal hacia la actividad privada “sin violencia”. Según el desarrollismo hay una relación lineal entre el estancamiento productivo y el volumen del gasto público improductivo (empleo estatal) junto con el crónico déficit fiscal, por lo que deben bajarse drásticamente ya que es “la única manera de abrir paso a la formación de capital”. A su vez, pregona que el desarrollo económico no se puede medir con el criterio de la economicidad, ni con el “criterio contable del endeudamiento exterior”.
Luego el texto realiza un interesante análisis sobre las etapas formativas de las estructuras del pensamiento económico del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando las corrientes se solían expresar entre librecambio y proteccionismo, sin aparecer aún la idea de desarrollo económico. Luego de la gran crisis de 1930, aparecen también una rotación de gobiernos entre populistas y liberales, que según el desarrollismo mantienen la vieja estructura y no logran diagnosticar los problemas de fondo, enalteciendo la experiencia del gobierno desarrollista cuyo programa atendió dichos problemas. Para luego pasar a un análisis de los economistas contemporáneos que hemos visto en este curso, como son, Pinedo, Prebisch, Alsogaray, Ferrer, Di Tella, Krieger Vasena y analizar las características de  los dos movimientos nacionales y populares, el yrigoyenismo y el peronismo, a pesar de que, según el autor, carecieran de un pensamiento orgánico y doctrinario, sino que difundieron consignas de profunda llegada popular. Además analiza las ideas del nacionalismo económico y de la izquierda entre otros.

Selección de Frigerio, Rogelio, Rogelio Frigerio: la polémica con Alsogaray, Editorial: MID.
Este cruce entre Frigerio y Alsogaray va más allá de las diferencias ideológicas que subyacen a su pensamiento. Es clara la intención política de Frigerio de atacar no solo a Alsogaray sino a toda la facción Liberal que este representa y a la vez dejar en evidencia que, según su pensamiento, populismo y liberalismo con distintas recetas y discursos llegan a mismos resultados, mientras que el desarrollismo en cuatro años de gobierno logró más transformaciones que estas corrientes políticas y de pensamiento en décadas. Vale resaltar que las publicaciones fueron en el diario Clarín a finales de 1975 y principios de 1976, así como también publicado en el semanario editado por la juventud nacional del movimiento de integración y desarrollo, de la mismísima corriente desarrollista, lo que garantiza que estos enunciados de Frigerio lleguen a vastos sectores de la sociedad, visibilizando esta confrontación política, a la vez que sirvan de herramienta de sustento teórico-argumental para la militancia de su movimiento. Hay que tener en consideración además que son épocas muy particulares y el activismo militante del desarrollismo estaba latente, había denunciado las políticas del Plan Gelbard que apoyaba el radicalismo, y el estatuto del subdesarrollo veía su segunda edición. Los aires golpistas estaban en el aire y no me extrañaría que buscase posicionar al desarrollismo políticamente en tiempos de gran incertidumbre.
En lo personal,  ataca a Alsogaray sistemáticamente acusándolo no solo de inoperante durante la gestión pública, sino de apropiarse varias decisiones de política económica, que según Frigerio ya estaban tomadas antes de que sea convocado a participar del gabinete de Frondizi. Lo caracteriza como el “arquetipo de la incoherencia” por participar en gobiernos tan ideológicamente contradictorios como el de Perón, el de la Revolución Libertadora, el de Guido y de Onganía, además del de Frondizi. La réplica de Alsogaray es respondida ferozmente por Frigerio, quien  insiste en que utiliza técnicas publicitarias para tener mayor impacto en vez de sustentar teóricamente sus enunciados.

Julio E. Nosiglia, El Desarrollismo, CEAL, 1983

Político argentino integrante de la UCR.

Nosiglia expresa como Frondizi y el invaluable aporte de Frigerio dieron sustento político al desarrollismo forjando una estrecha relación que benefició a ambos por igual y generó cambios rotundos en la doctrina radical.  El texto arranca con lo que fue la división en 1957 de la Unión Cívica Radical en dos fracciones, una dirigida por Balbín, la Unión Cívica Radical del Pueblo, y la otra dirigida por Frondizi, la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI),  donde se cita a Frigerio destacando que a su juicio la ruptura fue un hecho positivo “una cosa hubiera sido la candidatura de Frondizi (...) como expresión de un partido anacrónico, antiperonista y liberal de izquierda, y otra bien distinta resulto esa candidatura como expresión del movimiento nacional. Desde ese punto de vista, la ruptura del radicalismo fue un hecho fecundo y abrió una nueva etapa en el curso de la revolución nacional”. Lo que en principio generó asperezas, termino consolidando una nueva Declaración de Chasmosus en 1960, que desplazó a la Declaración de Avellaneda de 1945 redactada por Frondizi, Illia y el mismo Balbín entre otros cuando eran parte del Movimiento de Intransigencia y Renovación (MIR). En la de avellaneda primaba la concepción liberal de izquierda por sobre la concepción nacional, se abogaba por la “nacionalización de la energía, el transporte y el combustible” mientras que en la de Chasmomus, ya se afianzaba la posición desarrollista asumida por el partido y se promovía la no obstaculización burocrática a la participación del capital extranjero que permita el crecimiento nacional. Nosiglia utiliza largas citas de Frigerio para explicar las principales tesis económicas del Desarrollismo dando cuenta de la importancia que tuvo no solo para el desarrollismo como escuela de pensamiento económico, sino como principal sustento político del radicalismo.
Valle, Héctor y Marcó del Pont, “Los desafíos del desarrollo en la Argentina: El interregno desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No. 327, FIDE, Buenos Aires, Argentina, 2009

La revista incluye una serie de artículos no firmados que enmarcan diferentes aspectos del “interregno” que va del 1958-62. Destaca la importancia que a través de un “descarnado” diagnóstico sobre la situación argentina del momento logró enraizar un proyecto heterodoxo que no era un esquema rígido de pensamiento sufriendo decenas de insubordinaciones militares hasta ser derrocado en marzo de 1962. Realiza también un paralelismo con los ataques sufridos por el gobierno hacia 2009 por parte de la prensa y de la “correlación de intereses que guardan estrecha relación con aquellos tiempos”.
La publicación permite rescatar datos duros que den cuenta del impacto de las políticas económicas llevadas adelante por el desarrollismo, en términos de tasas de variación de la actividad económica, en 1959, el PIB, las importaciones, las exportaciones, el consumo, la inversión interna y fija, tanto publica, como privada y en equipos durables de producción caen respecto al año anterior, la mayoría con cifras de dos dígitos, solo crecen las exportaciones, ayudadas por la caída del consumo y el aumento de los saldos exportables. Pero en 1960, con las políticas ya encaminadas, tanto la inversión interna como fija, crecen un 50%, aunque el consumo solo se eleva 3,2% a pesar de haber caído un 11% el año anterior. Esto ejemplifica hasta qué punto aquellas palabras que priorizan la inversión, y el encause productivo que haría el Estado del fruto del crecimiento pueden cuantificarse en números que evidencien un cambio estructural. Otro ejemplo está dado por como varía la composición de las importaciones de 1957 a 1962, donde se duplican las de maquinaria y equipo y logran reducirse un 400% la de combustibles, y la de insumos industriales caen 6 puntos porcentuales,  evidenciando el éxito de las políticas energéticas y de sustitución de importaciones. Es sumamente interesante también el apartado sobre antecedentes históricos, donde se realiza una contextualización económica, y socio-histórica internacional y  se destacan no solo los fundamentos teóricos sino las experiencias contemporáneas de desarrollo en regiones subdesarrolladas.

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Aporte de Mayra:

1.    Valle, Héctor, “Los desafíos del desarrollo en la Argentina: El interregno desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No. 327, FIDE, Buenos Aires, Argentina, 2009.

Héctor Valle fue un economista y docente de la UBA, formó parte del Plan Fénix; fundó junto a Mercedes Marcó del Pont la Fundación para Investigaciones del Desarrollo (FIDE); participó de diversos cargos de la gestión, como director del INDEC en 1990/91 y Subsecretario de Programación Económica en los comienzos del menemismo.
El planteo del texto parte de reconocer que, para el FIDE, las ideas de Frondizi y Frigerio sintetizaron la mejor interpretación de la estrategia de desarrollo conveniente para el país por aquellos años, y concluye que al no haber podido construir consenso político y social lo suficientemente fuerte para sostener esas políticas en el largo plazo, el período 1958-1962 fue una oportunidad histórica truncada, principalmente por los herederos de la Revolución Libertadora. De allí se deriva el  objetivo principal de este texto escrito en 2010, que es “aprovechar las valiosas enseñanzas que de ella se puede sacar para la coyuntura actual”, para “preservar esta ocasión que tenemos ahora” y “estar atentos para eludir los riesgo de volver a vivir (…) una nueva frustración del proyecto nacional”. En esa clave repasa “el contenido ideológico” del desarrollismo, sus resultados económicos, el contexto internacional sobre el que se sustentó y los cambios culturales y sociales de la época, entre otras dimensiones.
Valle contextualiza los procesos que se estaban llevando a cabo tanto a nivel mundial y que sirvieron de telón de fondo y fueron aprovechados por el desarrollismo, como ser: i) cada vez más puntos de confluencia entre el modelo económico llevado por Estados Unidos y la Unión Soviética con fuerte presencia estatal, ii) empresas multinacionales en busca de nuevos mercados ante rendimientos decrecientes en el centro; iii) la emergencia de corrientes de pensamiento que cuestionaban la división internacional del trabajo y el deterioro de los términos de intercambio, entre otras.
Con la frase “el interregno desarrollista” Valle traza un paralelismo entre la Argentina de aquellos años y  el acalorado debate que se registró en la Unión Soviética entre 1922 y 1924 acerca de las políticas y el rumbo que debería seguir el país, con eje en torno a la planificación centralizada, la incorporación o no de capital extranjero en sectores claves de la estructura productiva (principalmente industria pesada y petróleo), entre otras cuestiones fundamentales. A partir de esta discusión en nuestro país y sobre la base de fuentes primarias, caracteriza el pensamiento desarrollista de aquellos años y su plan de gobierno: avanzar en una nueva ISI pero ahora dirigida hacia la industria pesada y al autoabastecimiento energético (un cuarto del déficit de la balanza comercial surgía de este sector), a través de favorecer la instalación de filiales extranjeras en ramas intermedias que no existan en el país y que puedan reemplazar importaciones, sobre todo como consecuencia de la falta de ahorro doméstico para llevar adelante tamaño desafío: encarar la reestructuración del entramado productivo local y llevar adelante una fuerte inversión en infraestructura básica para integrar al país.
En sentido amplio, la idea del desarrollismo era implantar en Argentina un modelo de “crecimiento desequilibrado”, muy en boga por aquellos años, en dónde un conjunto de sectores dinámicos apuntalados por el Estado generarían externalidades positivas sobre otros y así se iniciaría un dinámico ciclo de inversión y crecimiento. Sin embargo el autor pone de manifiesto la complejidad de llevar a cabo estos “objetivos superiores versus la realidad cotidiana”, que estuvo plagada de intentos desestabilizadores del arco militar y los sectores tradicionales, una campaña mediática opositora muy agresiva y la actitud pendular de Perón respecto al pacto que Frondizi y el líder peronista firmaron en virtud de “la objetividad de las coincidencias esenciales de los movimientos que dirigían”.
Más allá de los resultados de los 4 años de gestión – que también incluyó un fuerte programa estabilizador llevado por Alsogaray en 1959 con fuertes impacto regresivos – Valle destaca que el hecho macroeconómico relevante de la etapa fue la fuerte inversión en maquinaria y equipos que sentó las bases para el desarrollo de la industria de base en los años siguientes.

2.    Julio E. Nosiglia, El Desarrollismo, CEAL, 1983.

El texto de Nosiglia pone énfasis en las postulaciones teóricas y el espíritu del desarrollismo, en especial la concepción de Frigerio. Según este autor, el desarrollismo se apoyó sobre las ideas de que, a nivel mundial, se verificaban: 1) la coexistencia pacífica entre las naciones capitalistas y las que optaron por la vía del socialismo, y que ahora sus diferencias se dirimían en el plano político y económico (ya no bélico) y para ello quedaban los nacionalismos como la única alternativa, y 2) la cuestión del desarrollo y subdesarrollo bajo la cual las condiciones estructurales de los países periféricos, la división internacional del trabajo y el deterioro de los términos de intercambio intensificaban la brecha entre éstos países y los desarrollados.
Según el desarrollismo, en este contexto los empresarios nacionales y trabajadores tienen ahora un interés común que es desarrollar la economía del país a través de la integración del mercado interno, aunque sin descartar sus reivindicaciones específicas.
Las soluciones desarrollistas para sortear la difícil situación argentina (temas centrales del documento), en general, devienen del carácter específico y formación de sus funcionarios  -principalmente de Frigerio y sus seguidores - a los que Nosiglia califica como “un clan de cerebros”, que con una mezcla de “pragmastismo político y un análisis casi científico sobre la realidad del país” ponderaron más la dimensión económica respecto a cualquier otra. A continuación se enumeran aquellas soluciones:

        I.            El capital extranjero: para Frigerio la introducción de capital externo no es malo ni bueno per se, sino que se deben orientar las inversiones en sentido de los intereses de la Nación y eso, para él, dependía de la claridad política que exista en los dirigentes para determinar qué tipo de inversiones son más convenientes para el país. A los críticos Frigerio les respondió “lo importante es poner en marcha el país”.
      II.            Prioridades y ritmo: la priorización y secuencia de las políticas de impulso a determinados sectores constituyeron un elemento fundamental y la primera vez que se realizaba en Argentina. Éstos se dirigieron básicamente a la energía, acero, la química pesada e industria de maquinarias.
    III.            El estatismo y las privatizaciones: Frondizi fue proclive a las privatizaciones de servicios y empresas públicas bajo el lema de que era necesario sacar a los estamentos burocráticos enquilosados y que no se contaba con el suficiente financiamiento. El caso más paradigmático fue el de la firma de contratos entre YPF y privados para la explotación de áreas.
    IV.            El problema agrario: para el desarrollismo el problema agrario era consecuencia del subdesarrollo argentino y no devenía del régimen de propiedad de la tierra, ni éste tenía vinculación directa con el tema de la productividad. Para ellos volver a la agricultura familiar de la pequeña explotación iba en contra del desarrollo o “la modernidad”, más bien había que tecnificarlo.
      V.            Las políticas monetarias: para Frigerio las políticas monetarias eran del orden de la circulación y por ello un plan de estabilización debía ser concebido con posteridad a que se planteen las políticas necesarias para aumentar la producción y se debería adecuar al nivel de producción, a su escasez y la velocidad de la circulación. Criticaba a los economistas que le atribuían virtudes mágicas al ordenamiento fiscal y monetario con independencia de un plan de desarrollo.
    VI.            Integración y paz social: con ello se referían a la unidad de toda la nación, pensando un modelo de desarrollo que abarque toda la superficie del país e incluyente.
  VII.            La planificación: es primordial para Frigerio y ejemplifica como los principales países europeos y Japón lograron grados altos de desarrollo en base a la fuerte planificación estatal, al tiempo que cita a las influencias de Keynes y la política anti cíclica implementada por Roosevelt durante la salida de la crisis del 30. 
Nosiglia sintetiza estas “soluciones” y resalta que la puesta en práctica de estas medidas suscitaron no pocas contradicciones”.   
3.    Fuente: Selección de Frigerio, Rogelio, El estatuto del subdesarrollo, Librería del Jurista, 1978.
Este libro es la tercera edición que edita Frigerio, la primera salió en 1967, la segunda en 1974 y la tercera en 1978. A mi entender, el texto tiene al menos 3 objetivos: 1) reivindicar la teoría del desarrollismo y su gestión; 2) poner luces y sombras en las contradicciones en las que incurrieron “los economistas argentinos contemporáneos” y fijar puntos de contacto y disidencias con el desarrollismo; y 3) reinstalar la agenda desarrollista como solución superadora a todas las políticas económicas que se implementaron en el país.
Para ello hace un minucioso análisis “de las manifestaciones más conspicuas de los distintos pensamientos económicos” y analiza cómo hacen el diagnostico de la situación argentina y cuáles son las soluciones que proponen. A partir de allí contrapone su punto de vista.
Respecto al diagnóstico, sintetiza que para los comunistas, y la izquierda en general, el problema económico del país es el régimen de tenencia de la tierra concentrada en la oligarquía  terrateniente. Para las derechas, el centro y “el falso desarrollismo” el problema radica en la inflación, la impericia de los dirigentes, y en los problemas presupuestarios y financieros. En el primer caso se apela a soluciones de orden jurídico para descentralizar la propiedad de la tierra y, en el segundo se recurre a planes de estabilización, entre otros. En contraposición, el diagnóstico del desarrollismo parte de la premisa de que el problema surge de la posición del país en el frente externo, es decir, el lugar que ocupa en la división internacional del trabajo. Para ellos los problemas fiscales, monetarios y financieros son la manifestación del desarrollo de las fuerzas productivas – son un resultado y no un requisito – y, por lo tanto, las soluciones se hallan en la esfera de la producción.
En términos generales el capítulo I se concentra en la descripción de la “teoría desarrollista”, sin embargo Frigerio indica que se la entiende en términos de “lucha”, no como una categoría abstracta. Y la praxis se diferencia en problemas político-tácticos respecto a otras experiencias, que carecieron de la fijación de prioridades, noción de ritmo y secuencia de las transformaciones, mientras que el desarrollismo las pondera. Le sigue una descripción acabada de los distintas dimensiones del desarrollismo que Nosiglia reinterpretó, por lo tanto sólo resaltaré los aspectos distintivos respecto al tema de Inversiones e Inflación que, me parece, valen la pena resaltar porque la discusión mantiene mucha actualidad.
Según su visión, el Estado no debe encarnar las inversiones sino encauzarlas hacia sectores prioritarios. La forma no es a través de mostrarle al mundo las “cuentas claras”, una disciplina monetaria y fiscal (como  demostró que hicieron sucesivos Ministros de Economía y perdura en la ideología de conservadores y liberales), sino que tiene que promover condiciones que las hagan atrayentes desde el punto de vista de la rentabilidad y el mercado (que haya mercado doméstico), y en ese sentido la experiencia 1958-1962 sirvió de ejemplo para mostrar “que la inversión viene detrás de la inversión; que los capitalistas acuden a un mercado dinámico, a una economía nacional en ascenso”.
Respecto a la inflación, y bajo la premisa de que los ajustes monetarios siempre son resultados de los cambios en la producción, le atribuye su causa principal a los factores estructurales: deterioro de los términos de intercambio que originan el déficit de la balanza de pagos. A partir de ahí se desencadenan sus causas secundarias que operan como propagadoras de la inflación: el sector público recorta recursos al sector productivo y lo aplica a actividades improductivas. Una de las soluciones planteadas es el redimensionamiento del aparato estatal y transferir al sector privado ciertas actividades que pasarán a trabajar productivamente. También critica a las causas monetaristas de la inflación “que actúan sobre los signos y no las cosas”, lo que se requiere es sucesivos reajustes monetarios que nivelen producción y circulación, y la entidad debería pasar a cantidad de cosas y pesos, y no pesos por dólar.
Por último y en el marco de la crítica a Aleman, cuestiona la tendencia a vincular a la inflación con los aumentos salariales, concepción a la cual califica de anticientífica, reaccionaria y antisocial. Reconoce que el fenómeno de aumento de salarios siempre es posterior al aumento generalizado de precios y que la productividad del obrero creció más que los salarios. Para él “la inflación de costos” no deriva del salario sino de los bienes que el país debe importara precios de monopolio, más los costos de fletes, aduanas, etc. Asimismo defiende al sindicalismo (como forma de progreso y estabilidad de las relaciones laborales y promoción del desarrollo).     
En cuanto a la exhaustiva y profunda crítica hacia los pensadores económicos argentinos, rescataré las principales:
Para él, Pinedo defiende el modelo agroimportador y no pretende disfrazar sus ideas, pero recuperar la posición exportadora que propugna significa reproducir el subdesarrollo; Alsogaray, por su parte, es un monetarista puro y liberal.
Respecto al peronismo, al que no reconoce como doctrina sino como “colección de pensamientos aislados”, el desarrollismo se diferencia desde diversos ángulos: no busca el achicamiento del Estado sino la ampliación, combe la inflación calmando la puja distributiva mediante pactos, prohibición de cierto tipo de importaciones y la inexistencia de un plan que desarrolle la industria pesada.
En relación a la CEPAL y Prebisch reconoce que el diagnóstico de bases estructurales es similar al del desarrollismo pero que en las soluciones (integración latinoamericana y especialización en materias primas y alimentos) no son consecuencia de las premisas y termina por modernizar las estructuras agroimportadoras.
A Ferrer lo acusa de simplificar la cuestión del desarrollo al régimen de tenencia de la tierra y su iniciativa va en la dirección “de volver al agro”, pero ahora modernizado. Las críticas a Ferrer son frondosas y de diversos tipos, según Frigerio, porque al economista se lo suele encasillar dentro del desarrollismo pero mantienen diferencias conceptuales insoslayables.
A Aleman y Carlos García Martinez, los monetaristas, les caben calificativos que van desde reaccionarios hasta antisociales, por su doctrina reductivista y liberal.

La crítica al Plan Kriguer Vasena (es la de la versión original cuando se lanzó el plan), por su tono, tiene tintes que podrían considerarse hasta de un enfrentamiento del tipo personal con el economista. Lo cuestiona porque es de los que creen que el ordenamiento fiscal y monetario es condición suficiente para atraer inversiones extranjeras, no contempla en ningún momento los limitantes estructurales, y su plan de gobierno es básicamente el del “Estatuto del Subdesarrollo” que, maquillado bajo el lema de la “modernización”, beneficiará a los monopolios exportadores y a “los que importan lo que podemos producir aquí”, en pocas palabra sólo beneficiará al complejo agroexportador. 
  

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