Líneas de pensamiento, influencias teóricas y políticas económicas del desarrollismo (1958/62): aportes y debates.
Bibliografía obligatoria:
43. Valle, Héctor, “Los desafíos del desarrollo en la Argentina : El interregno desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No. 327, FIDE, Buenos Aires, Argentina, 2009.
44. Julio E. Nosiglia, El Desarrollismo, CEAL, 1983, partes 1 y 2 (pp. 7-65)
Fuentes:
45. Selección de Frigerio, Rogelio, Rogelio Frigerio: la polémica con Alsogaray, Editorial: MID.
46. Selección de Frigerio, Rogelio, El estatuto del subdesarrollo, Librería del Jurista, 1978.
Bibliografía optativa para ampliación:
-García Bossio, Horacio, “Pensamiento y praxis de Rogelio Frigerio, fundador del proyecto desarrollista en Argentina”, Tesis de Doctorado en Ciencias Políticas, Universidad Católica Argentina, Facultad de Ciencias Sociales, Políticas y de la Comunicación, Instituto de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, 2012. Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/tesis/pensamiento-praxis-rogelio-frigerio.pdf
-Vercesi, Alberto Juan, “La doctrina y la política económica del desarrollismo en la Argentina”, en Anales de la Asociación Argentina de Economía Política, 1999, disponible en: www.aaep.org.ar/anales/works/works1999/vercesi.pdf
- Ángel Cerra, “La política exterior del desarrollismo argentino: un acercamiento desde la historia de las ideas” en Épocas, Revista de historia, Universidad del Salvador, Núm. 5, primer semestre 2012. Disponible en: p3.usal.edu.ar/index.php/epocas/article/download/1141/1383
Contribuciones para el taller
Aporte de Federico:
Texto 43. Valle.
Hector, “Los Desafíos del Desarrollo en a Argentina: el interregno
desarrollista”, 2009.
Hector valle fue un economista, fue presidente de la
Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), integrante del Plan
Fenix, miembro del directorio de YPF en estos últimos años. También fue Jefe de
Asesores Ministerio de la Producción, hasta febrero de 2002 y consultor del
Proyecto PNUD Arg/97/037 “Políticas activas para el Sector Industrial”,
1997/1998”. Fue director del I.N.D.E.C. 1990/91 y del Censo Nacional de
Población 1991 y subsecretario de Programación Económica, 1989/90.
El texto es parte de una edición de FIDE del año 2009, que
intenta repasar el contexto económico y las medidas de política de los años en
que ejerció el gobierno Desarrollista de Arturo Frondizi.
El autor comienza exponiendo los antecedentes históricos de
la Argentina y luego desembarca en el contexto económico mundial post Segunda
Guerra Mundial, donde manifiesta que EEUU empieza a tener un cambio estratégico
en la orientación de las inversiones que realizan las multinacionales
americanas, especialmente a partir de la experiencia recogida por su política
de instalación de filiales en los principales países europeos una vez superados
los traumas de la post guerra. Así comienza a ensayar similares iniciativas
para las naciones del Tercer Mundo, cuyo mercado interno potencial y dotación
de factores mostraba buenas posibilidades. En tal senito, tanto Brasil como
México y la Argentina eran plazas atractivas.
Es así que, ante este contexto mundial, Rogelio Frigerio, Secretario de
Relaciones Económico-Sociales y gran influyente en las medidas de política
económica del gobierno de Frondizi, sostuvo con decisión la necesidad de
incorporar a las empresas multinacionales y la inversión extranjera directa, en
el desarrollo industrial de la Argentina, fundamentalmente en industrias
básicas: siderurgia, petroquímica, fabricación de automóviles y por sobre todas
las cosas, hidrocarburos.
Valle también argumenta, que Rogelio Frigerio era la figura
más discutida en la administración desarrollista. Despertaba desconfianza,
fundamentalmente, no tanto por su pasado como miembro de la juventud comunista
en los años 30´, sino debido a que su análisis de la realidad nacional y las
soluciones que proponían resultaban “peligrosamente heterodoxas”.
Diferentes medidas de políticas son mencionadas en el texto
como la Ley de Inversiones extranjeras, el Decreto 3693 por el cual se le
otorgaba una serie de privilegios a la industria automotriz, entre otras.
El gran quiebre se hace con la llegada de Alzogaray al
Ministerio de Economía del gobierno de Frondizi. Es sí que a lo largo del 1959 el Gobierno
llevó un severo programa de ajuste según la mejor tradición ortodoxa, que le
permitió arribar a un acuerdo con el FMI, adoptando el objetivo de avanzar en
la racionalización de la Administración Publica, devaluando, intentando la
privatización de empresas y eliminando subsidios.
Texto 44. Julio E.
Nosiglia, “El Desarrollimo”, CEAL, 1983
El autor comienza el texto argumentando durante la Revolución
Libertadora Frondizi lideró el sector del radicalismo que criticaba la
dictadura, contra el sector liderado por Balbín, más cercano a la misma, hecho
que llevó a la división del partido y a la formación de la Unión Cívica Radical
Intransigente (UCRI). Finalmente, Frondizi y Balbín se enfrentaron en las
elecciones presidenciales de 1958.
A lo largo de todo el texto, continuamente se remarca la
importancia de incorporar al país al capital extranjero, que antes estaba
orientado a las actividades de las industrias bélicas y ahora se encontraba
disponible y teóricamente captables por parte de aquellos gobiernos de países
subdesarrollados capaces de absorberlos y aplicarlos en aras de su propio
desarrollo nacional.
Nosiglia argumenta que el desarrollismo planteó con audacia
el tema del capital extranjero, como elemento dinamizador del desarrollo y que
la Argentina sería una verdadera potencia si obtiene el autoabastecimiento
energético y promueve ampliamente su siderurgia y sus industrias básicas. Esto
no quiere decir que la Argentina deba renunciar a su condición exportadora de
alimentos y limitarse a la industria dejando relegado al agro al papel de
abastecedor suficiente del mercado interno, sino lo que sostiene el
desarrollismo es que no puede haber desarrollo y expansión dela gro sin base
industrial, sin capacitación global de la economía, sin la estructura
socioeconómica de una comunidad avanzada y de alta tecnología.
Dentro de las soluciones desarrollistas al subdesarrollo el
autor argumenta que los dirigentes del desarrollismo plantean que no se
trataría de “repartir miseria, como lo propuesto por los populismos, sino de
crear riqueza y luego distribuirla con sentido social”.
Texto 46. Selección
de Frigerio, Rogerio, “El estatuto del subdesarrollo”, 1978.
Rogelio Frigerio fue un periodista y político argentino,
figura clave del gobierno de Arturo Frondizi, fundador junto a él del
Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), y principal animador de la
corriente del pensamiento desarrollista en la Argentina.
Curso algunas materias de Derecho en la Universidad de la
Plata. Inicia su actividad política en los años 1930 integrando el grupo
Insurrexit durante su corta estadía en la universidad, una organización juvenil
de izquierda vinculada radialmente al Partido Comunista argentino.
En 1956, poco después del derrocamiento de Perón, Frigerio
entabla una relación personal con Arturo Frondizi, quién también había
simpatizado con el Partido Comunista en su juventud, y en esos momentos era
presidente del Comité Nacional la Unión Cívica Radical. A partir de entonces
conformarán un dúo de fuerte influencia política durante más de dos décadas.
A lo largo del texto (Capítulo I) Frigerio expone duramente
los diferentes “postulados” del desarrollismo. Sus ideas principales se
entornaban a lo esencial de la industrialización en los países
subdesarrollados, pero discrepaba con el enfoque estructuralista de la CEPAL,
su visión sobre la inflación, sus propuestas de integración latinoamericana, y
su falta de comprensión del papel de los monopolios en el deterioro de los
términos de intercambio. Sostiene la necesidad de incorporar a las empresas
multinacionales y la inversión extranjera directa, en el desarrollo industrial
de los países subdesarrollados, fundamentalmente en industrias básicas: siderurgia,
petroquímica, fabricación de automóviles y por sobre todas las cosas,
hidrocarburos.
La influencia del marxismo se puede observar en algunas
frases como la siguiente: “La contradicción social entre el trabajo y el
capital existe, como también es una realidad la puja por la distribución del
ingreso”.
En el Capítulo II Frigerio empieza a postular las ideas
principales de los economistas más influyentes y duras críticas hacia ellos.
Entre las cuales se destacan las críticas a:
Pinedo: rechaza la definición de país
subdesarrollado para la Argentina y no computa el deterioro de la relación de
intercambio, que nula cualquier incremento en la cantidad o el valor de las
exportaciones.
Prebish: el primero
error de la CEPAL consiste en soslayar el papel de los monopolios de la
exportación y de la importación en el fenómeno del deterioro de la relación de
intercambio y en el mantenimiento de las viejas estructuras. El segundo error
consiste en la tesis de la “complementación regional”, afirma Frigerio.
Alsogaray: considera
que el único mal de la economía argentina es la inflación. Toda su construcción
gira alrededor de una categoría económica: la moneda.
El
peronismo: Frigerio critica
la debilidad del primer plan quinquenal y la idea de que para desarrollar
determinada rama de la producción es necesario crear antes mercado. Frigerio
afirma que es la producción la que crea mercado, cualquiera sea el carácter de
la producción.
Esta última afirmación se la puede asimilar a la Ley de Say.
Ferrer: Frigerio critica la idea de que la solución del problema argentino vendrá
por la vía de la modernización de la estructura agropecuaria, fuente
indispensable del financiamiento del desarrollo interior.
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Aporte de Pablo:
Rogelio
Julio Frigerio, “El estatuto del subdesarrollo”
Julio Rogelio
Frigerio, es considerado unos de los padres del pensamiento desarrollista
argentino, proveniente en un inicio del pensamiento marxista y de la izquierda
(incluso fue afiliado al Partido Comunista) desarrollo cierta cercanía con el
peronismo en el primer período y fue, a posterior, uno de los artífices del
pacto Perón-Frondizi que permitió el acceso de este último a la presidencia.
Fue en los años de su presidencia, uno de sus principales asesores.
Podemos identificar
el desarrollo del pensamiento de Frigerio tres pilares, por un lado una
concepción de la estructura productiva como pilar tomada del esquema marxista
que será la base de su crítica a las diversas apreciaciones circulacioncitas[1];
en segundo lugar el pensamiento Cepalino de Presbich del que toma el deterioro
de los términos de intercambio y en tercer lugar postulados vinculados con el
nacionalismo del peronismo bajo la premisa de un desarrollo industrial
inconcluso. Se le adjudica a Frigerio una famosa frase donde aduce que el desarrollismo
completaría “el Tercer Plan Quinquenal que Perón no pudo realizar”.
El estatuto del subdesarrollo, las corrientes del
pensamiento económico argentino.
El estatuto del
subdesarrollo cuenta con tres ediciones, una en el año 1967, otra en 1974 y la
última en 1982. Cabe destacar que lejos de tratarse de reediciones, la última
versión que estamos trabajando, incorpora discusiones que abarcan la historia
económica de los años que van entre la primera edición y la última.
La descripción del
pensamiento propio de Frigerio y el esquema desarrollista, aparece con mayor
profundidad en el prólogo correspondiente a la última edición, y se presenta a continuación en
contraposición con las diversas corrientes de pensamiento económico argentino, que
son presentadas por el autor bajo quince vertientes diferenciadas.
La centralidad en
el enfoque de Frigerio esta puesta en donde y en cómo se entiende, tanto el
subdesarrollo concebido como la inserción a base de exportaciones primarias en
la división internacional del trabajo, como las alternativas en el camino hacia
la modernización económica. La centralidad de su crítica hacia los diversos
esquemas del pensamiento económico argentino, se recuesta en que estos últimos
tienden a consolidar el esquema estructural de producción primaria, base del
subdesarrollo, sobre nuevas bases sin modificar sus características centrales.
El desarrollismo de
Frigerio intenta desprenderse de cierto modo del problema central de la
restricción externa y la dependencia sistemática que genera la heterogeneidad
de productividades superiores del sector agropecuario (proveedor de divisas)
respecto al sector industrial (demandante). El problema del subdesarrollo no se
basa en la capacidad y valor de los exportables, sino que la restricción
externa es simplemente una expresión de una estructura económica de producción
basada en los productos primarios, tomando esto como válido para todas las
economías subdesarrolladas. La centralidad del desarrollo requiere de ahorro
interno e inversión (acumulación ampliada) en base a la producción pesada, es
decir la producción de “medios de producción”, entendida como maquinaria y
equipos. A nuestro modo de ver el análisis, esta posibilidad queda subsumida al
rol determinante que cumple la inversión extranjera como elemento para sostener
el ahorro interno, acompañado de la reducción
del déficit público para mantener el nivel de vida y re-direccionar el ahorro hacia la inversión
industrial.
La centralidad
puesta por los análisis de izquierda, nacionalistas o populares sobre el rol
del sector agropecuario, sea como los primeros a base de la necesidad de
restructuración de la tenencia de la tierra, o en la necesidad de aumento de la
productividad al considerarlo el sector de mayor competitividad, encierran el
conflicto bajo un eje equivoco, que no transforma orgánicamente la estructura
productiva sino que cambia en apariencia dejando intactos los problemas
centrales de una economía subdesarrollada. La productividad del agro no depende
de la forma de propiedad y la tecnificación y el crecimiento de su
productividad, dado el detrimento de los términos de intercambio, solo hará
sostenible el desarrollo al corto plazo. Para superar la restricción externa
hace falta un cambio “revolucionario” de la estructura productiva.
Los puntos centrales del desarrollismo de Frigerio
• Prioridades:
Se trata de aplicar
los recursos del ahorro interno al sector que constituye, la base de lo que en
economía política se denomina "producción de medios de producción".
En la sociedad industrial moderna, este sector está formado por la energía, el
acero, la química pesada, la industria de maquinarias. Estos rubros, su producción y consumo, miden el grado de desarrollo de la sociedad
moderna. Esto fue lo que intento el Plan 1958 al fomentar la producción de
petróleo y Acero.
• Ritmo de desarrollo:
Relación entre acumulación,
estancamiento y conquistas sociales. Necesidad de postergar por cierto lapso
cierto grado de conquistas sociales en pos del desarrollo para hacerlo
sustentable.
• Capital Extranjero
Frigerio identifica
dos opciones para conseguir acumulación y ahorro interno:
a) Una Drástica reducción del consumo y
la calidad de vida (dificultosa en una sociedad moderna con cierto grado de
desarrollo)
b) Ayuda del capital extranjero
El capital
extranjero es liberador cuando se aplica a los rubros prioritarios de la
inversión, que integran la estructura productiva y, en sentido contrario,
enfeuda la economía cuando se aplica a la especulación financiera o a
actividades escasamente reproductivas. Es por eso que identifica en los fondos
del FMI, a los que Presbisch denomina, "los ingresos adicionales que
derivan los países industriales por el deterioro de la relación de
precios", como el modo en que el sucesivo traslado de capital de los
países subdesarrollados a los países altamente industrializados viene a constituir
una fuente de acumulación para
estos últimos, acumulación que se encuentra en las corporaciones
financieras, entre las cuales el Fondo Monetario Internacional es una. Así, los
países subdesarrollados son miembros
natos del F.M.I., estén o no asociados.
Considera Frigerio
que los préstamos no deben ser necesariamente para inversión directa en
tecnología, sino que como fuente de “estabilización” pueden contribuir a
suplantar el ahorro interno escaso, evitar el ajuste en salarios y crédito y,
por ende, derivar recursos al desarrollo a través de ese ahorro, permitiendo
romper la hegemonía de los monopolios internacionales que buscan un mercado
común latinoamericano productor y abastecedor de materias primas.
·
Papel del estado
El populismo acude
a este resorte con la pretensión de dinamizar la economía, menospreciando el
déficit fiscal. Por otro lado postula que el Estado ejerza las funciones empresarias
en los ramos decisivos de la producción de los servicios, para preservar la
soberanía. En contraposición el desarrollismo considera que no es decisivo el
rol estatal en la producción, sino por el contrario debe delegar la producción
directa, y ejercer control en el progreso respecto a cantidad y calidad de la
producción. Frigerio ataca rotundamente el sobredimensionamiento del Estado. De
hecho considera un valor sustantivo la reducción de la planta pública en cerca
de 200.000 empleados durante la presidencia de Frondizi.
·
Precios, salarios y “pacto social”
Las disputas sobre
la distribución del ingreso fortalecen el interés nacional, lo fundamental, es
el sinceramiento de todas las variables: precios, salarios, tarifas, tipos de
cambio, para que ningún artificio les impida adecuarse a los costos de
producción y a las leyes económicas. Solamente así se creará un clima en el que
se restablezca el proceso de formación de capital.
·
Recesión y déficit fiscal.
Estado
sobredimensionado, necesidad de racionalizar su función.
La racionalización
de la administración pública tiene que efectuarse drásticamente. Y la
privatización, completa o parcial, según el caso, de las empresas públicas
que no
actúen como instrumentos de la
política económica nacional, debe también
ejecutarse de inmediato. El gasto público absorbe la posibilidad de inversión
privada.
·
Economicidad
Normalmente se
considera respecto a los aportes de capital extranjero, la radicación de
industrias tales como la del automotor,
generan un continuo drenaje de divisas
en concepto de beneficios, intereses, etc. Pero el verdadero drenaje de
divisas se opera, en realidad, por otro canal por el deterioro de los precios
de nuestras importaciones. El concepto de economicidad debe acompañar a la concepción
de desarrollo, es decir, pese al costo más elevado de producir localmente el
componente industrializador, tal como el caso automotriz, generara al mediano
plazo mayores beneficios.
·
Integración
Se trata de
complementariedad en el criterio de insumos y pleno desarrollo de cada nación.
Los casos europeos son coronación del desarrollo y no renuncia al desarrollo de
una nación frente a otra.
·
Comercio exterior
El desarrollo de
base exportadora de materias primas no generara posibilidades reales de
desarrollo por que debe volcarse el esfuerzo al desarrollo agropecuario en
detrimento de la industria pesada. Se debe fomentar exportación industrial de no-tradicionales para exportar mayor valor
agregado, al mismo tiempo que se fomenta la integración productiva y el cambio
estructural para no caer en restricción externa.
·
Problema agrario
No se basa el
problema del desarrollo y productividad agropecuaria en la tenencia de la
tierra. El desarrollo industrial y la reducción impositiva a la tecnificación se trasladan rápidamente a
la producción agropecuaria, permitiendo un aumento de la productividad sin
necesidad de cambios en la estructura de propiedad.
·
Inflación
Dos causas, por un
lado el deterioro del término de intercambio, déficit en balanza comercial que
sigue con déficit en la balanza de pagos. Y la segunda causa, el sobredimensionamiento
público que genera un excesivo circulante hacia actividades improductivas.
El pensamiento
económico argentino
El segundo capítulo
del “Estatudo del Subdesarrollo”, realiza un amplio recorrido sobre el
desarrollo y las diversas tendencias del pensamiento económico argentino. Los
puntos centrales que analiza y confronta Frigerio, son 1) La articulación e
integración a la división internacional del trabajo y el rol predominante del
sector agropeciario (problema agrario-exportador); 2) Las vías a la
modernización; 3) El estado como articulador del desarrollo y 4) Nivel de
salarios y precios.
A posterior de la
fuerte demanda económica que demandaba la guerra de la independencia y las
continuas guerras civiles, Frigerio identifica dos grandes corrientes: El
librecambismo y el proteccionismo. Con la caída de Rosas, triunfa el
librecambismo y el desarrollo de infraestructura de finales del Siglo XIX, con
el emblema del ferrocarril responde al emblema del país agroexportador. Es la
etapa donde se destacan el pensamiento de Bunge y los d diputados socialistas, con la crisis del ’30
y a posterior de los los gobiernos radicales de Yrigoyen incorporaron
herramientas interventoras sobre la economía, se impone un estado de predominio
oligárquico, se inicia una etapa de de proteccionismo a base del desarrollo
agroexportador.
En la segunda parte
de este capítulo Rogelio Julio Frigerio, repasa diversos esquemas de pensamiento
respecto al subdesarrollo argentino. El
pensamiento económico nacional pese a sus heterogeneidades y propuestas no
llega, a su entender, a superar el escollo que significa la dependencia externa
que la insertan a la Argentina como exportadora de materias primas y a lientos
en división internacional del trabajo, y no dan en el punto correcto cuando
intentan diagramar teóricamente el camino hacia el desarrollo
Tomaremos las críticas
más destacadas, que nos permiten contraponer el pensamiento desarrollista,
dejando de lado algunos de los quince esquemas de pensamiento que toma
Frigerio.
En primer lugar
observa que el esquema del país agro-importador de Pinedo, delimita el atraso
no al detrimento de los términos de intercambio, sino a la escalada
inflacionaria que altera los precios relativos, y la solución sustituta se
limita a aquellos sectores productivos donde resulte más conveniente la
producción interna que la adquisición externa. En segundo lugar, el pensamiento
de Presbich[2], si bien
observa la estructura económica, solo se queda con el esquema superestructural
del a misma, dando hincapié a la circulación de mercancías como el problema
central y no al esquema productivo. Destaca que incorpora la noción de
desarrollo y analiza el deterioro de los términos de intercambio pero no logra
dar cuenta del poder de los monopolios en el dominio exportado e importador. A
su vez la integración regional se basa en la complementación en función de las
ventajas comparativas y no en integración para el desarrollo. Frigerio acusa a
la CEPAL de responder a la ONU y por tanto a los intereses de las potencias.
Respecto al
peronismo, no considera que contenga un marco teórico sólido, sino más bien un
conjunto de consignas, eslogan e ideas aisladas. La crítica central está en la
falta de consideración sobre la industria pesada y sobredimensionamiento estatal
que al intervenir en la economía rompe el libre juego competitivo generando
estancamiento. Destaca el pensamiento de Gómez Moreales[3],
con quien encuentra similitudes, pero considera un error la necesidad que
observa Morales, de consolidar un mercado interno que permita absorber el
desarrollo industrial intermedio, Frigerio considera que será la propia edificación
industrial la que generara su demanda. La segunda critica va a dirigida a
Antonio Cafiero, cuando considera que los recursos genuinos para la
industrialización deben provenir del sector agropecuario.
Por su parte Aldo
Ferrer, tomando a Frigerio, considera que la industrialización debe darse vía
modernización del sector agropecuario, partiendo de un análisis de una mala
distribución de la tierra, el esquema impositivo puede compensar este problema
y permitir el desarrollo intensivo frente al extensivo. Frigerio critica que no
tiene en cuenta el deterioro de los términos de intercambio, y que Ferrer
desestima la importancia de la inversión extranjera, al considerar que es el ahorro
interno el promotor principal de la inversión industrial. Recordemos que el
desarrollismo de Frigerio consideraba que el ahorro interno no podría sostener
niveles de vida adecuados a la sociedad moderna y al mismo tiempo promover el
desarrollo.
Respecto al
monetarismo, el desarrollismo de Alemann y Coll Banegas, la interpretación de
Moyano Llerena y en parte el pensamiento de Di Tella, podemos observar un mismo
esquema de pensamiento centrado en la necesidad de aumentar la productividad y
disminuir los costos de producción que generan un desfasaje respecto al mercado
mundial. Lo más “duro” de estas visiones, es que no podría realizarse mientras
la sociedad mantenga niveles de vida por fuera de su capacidad productiva.
Nuevamente vale recordar que este problema podría ser superado por el apoyo al
ahorro interno que generaría el ingreso de capital extranjero y la disminución
de la plata pública.
Respecto al
pensamiento de izquierda e izquierda nacional, toma como ejemplo a Oscar
Allende fundador de Intransigencia y movilización, agrupación central del
peronismo pos dictadura del ‘76. Su idea central está en la posibilidad de un
ahorro interno autárquico a base de la producción interna, cosa que solo puede
ser generada por el sector agropecuario. El problema central es nuevamente el
tipo de propiedad agropecuaria de la pampa húmeda., volviendo al esquema de la
izquierda tradicional de la necesidad inamovible de una reforma agraria. Frigerio
destaca que el tipo de tenencia no modifica la tecnificación y que no se trata
de retomar o reconfigurar la producción agropecuaria sino modificar de base el
tipo de producción industrial.
Julio
Nosiglia: “El Desarrollismo”
Nosigllia realiza
un resumen sobre los diversos aspectos del programa desarrollista, el artículo
escrito en 1983, este texto esta contextualizado en el retorno a la democracia
y la reapertura a las ideas de
desarrollo.
Las ideas
fundamentales de Nosiglia se centran al igual que el marco desarrollista de
Frigerio, sobre el deterioro de los términos de intercambio y la nueva
situación global que implica el cambio de paradigma de las potencias que
produce un vuelco del espíritu bélico hacia la apertura comercial y el
movimiento de capital. Esto representa para los países subdesarrollados una
posibilidad potencial hacia el desarrollo. Es decir, tenemos nuevamente tres
ejes, desarrollo, deterioro de los términos de intercambio y capital
extranjero.
Las inversiones
extranjeras, no representan de por sí una categoría a ser analizada como
positiva o negativa, sino que su utilización y el hecho de representar un
auxilio a la escases de ahorro interno puede permitir un salto cualitativo en
las posibilidades de inversión estratégica hacia el desarrollo. El articulador
central de este vuelco del ahorro interno hacia el sectores de la producción estratégica,
es el estado, que al igual que lo observa Frigerio no debe asumir el rol
productor sino conducir el proceso. El capital extranjero y la política
monetaria pueden permitir una estabilización que conjuntamente con el
desarrollo se vuelque al sector productivo. Los puntos de encuentro con el
pensamiento de Frigerio son múltiples, respecto al sector agropecuario, destaca
nuevamente que no existe una necesidad de modificar la forma de tenencia de la
tierra, sino que la tecnificación agraria vendrá de la mano del desarrollo de
la industria pesada, prioritaria pese a sus costos comparativos mayores
respecto a su adquisición en el extranjero.
Nuevamente
Nosiglia, al igual que Frigerio, destaca al desarrollismo como un plan sistemático
de desarrollo con un esquema de planificación estratégica superador respecto a
los diversos enfoques sobre el camino hacia la modernización.
Hector
Valle: “Los desafíos del desarrollo en Argentina: El
interregno desarrollista”
H.Valle fue
fundador y presidente de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo e
integrante del Plan Fenix. Fue subsecretario de planificación económica en un
lapso durante el menemismo, y en los anos del Kirchnerismo fue director del
Fondo Nacional de las Artes y miembro del directorio de YPF entre el 2012 y el
2015 año de su fallecimiento.
El texto “Los desafíos del desarrollo en Argentina:
El interregno desarrollista”, escrito en el 2009, al igual que el resto del
cuerpo teórico del desarrollismo, analiza en profundidad los años del periodo
de Frondizi entre 1958 y 1962. El repaso
histórico con el que comienza el artículo de Valle, centra en la prioridad
otorgada a la industria pesada y a la energía como motores del desarrollo, el autoabastecimiento
energético y la escasa tecnificación agropecuaria podrían ser superados por el
ingreso de capitales extranjeros, siempre que esto no sea en detrimento de la
soberanía. Durante mediados del siglo XX, la modificación en el tipo de
inversión extranjera hacia las regiones menos desarrolladas fueron una
condición fundamental para el desarrollismo de los años de Frondizi que
permitieron incorporar al país a las tendencias centrales de industrialización.
Es cuestionable la observación política respecto al gobierno de Frondizi, y la
debilidad que el autor observa en el marco de Perón en el exilio y la fortaleza
militar que presionaba por medidas antipopulares. Es cuestionable por que la
construcción económica y la situación política no pueden ser analizadas
solamente como dos cuestiones separadas que interactúan, sino que se trata de
un conjunto difícil de disociar.
El famoso intento
de arreglo de Perón con la Standart Oil, que le valió fuertes críticas por
parte del radicalismo de frondizi, tanto que en su libro Política y Petróleo argumenta que YPF no necesidad capitales
extranjeros. Pero sin embargo en 1958, el plan se baso en direccionar el aporte
de capital extranjero hacia YPF dada la escasez de recursos internos. El
programa de Alsogaray (que la disociación entre política y economía permite ver
como algo externo al programa desarrollista de Frondizi) aumenta el ajuste y la
reducción salarial en pos de ajustar el déficit en la balanza de pagos y
aumentar los ingresos fiscales. Valle considera que el salto cualitativo de la
industria y el cambio de la matriz importadora que permitió el crecimiento en
bienes de capital y maquinaria, la política petrolera y la inversión extranjera
fueron los pilares del crecimiento sostenido hasta 1974.
[1] “Nosotros privilegiamos el núcleo decisivo de la economía, que es la producción, en tanto que los
liberales y los populistas deambulan por
la superficie monetaria de los fenómenos económicos”. Frigerio (1982:26)
[2] Vale destacar que pese a la cercanía teórica de Frigerio, Prebisch
representaba para él un necesario rival en cuestión política, dada la necesidad
del proyecto de Frondizi de diferenciarse de la revolución libertadora de 1955.
[3] Fue presidente del Banco Central de la República Argentina entre 1949
y 1952, y simultáneamente ejerció como Ministro de Finanzas. También fue
ministro de Asuntos Económicos durante todo el segundo gobierno del general
Juan Domingo Perón, entre junio de 1952 y septiembre de 1955.
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Aporte de Federico C.:
Selección de Frigerio, Rogelio, El estatuto del subdesarrollo, Librería
del Jurista, 1978.
En el prólogo a la tercera
edición (1982), Frigerio analiza los errores de diagnósticos que tanto el
peronismo como la derecha liberal han cometido en materia de política
económica. Así describe los rasgos comunes entre ambos al tratar de manejar
burocrática y arbitrariamente las variables económicas centrales: salarios,
precios, tarifas, tipo de cambio. En contraposición, el desarrollismo plantea
la producción como núcleo decisivo de la economía, mediante la inversión.
En la primera edición (1967), expone
las distintas posturas económicas que según él son exponentes del
“antidesarrollo”. Por el lado de la izquierda, el problema reside en la
tenencia de la tierra en manos de la oligarquía terrateniente. Para las
derechas, el problema estriba en la inflación, en la impericia administrativa
del Estado y en los problemas relativos a las finanzas y el presupuesto. En
cambio para los desarrollistas, el
problema reside en la posición de nuestro país en la división internacional del
trabajo. Y la solución para ello es el cambio de las estructuras productivas.
Frigerio presenta un diagnóstico
acerca del estancamiento de la Argentina que lo adjudica a la inserción en el
esquema colonialista de la división internacional del trabajo; y desestima a
diferencia de otras corrientes que las crisis del país sean producto de
desajustes monetarios, desorden fiscal o en la tenencia de la tierra, ya que
estos son síntomas y no causas. El subdesarrollo argentino reside en su
vulnerabilidad a los factores externos.
Sostiene que el desarrollismo no
es una teoría económica sino un imperativo político en una determinada etapa de
la evolución histórica de un pueblo.
Para contar con una estrategia de
desarrollo se deben analizar algunos problemas político – tácticos:
Las prioridades: se trata de aplicar la inversión y el ahorro en la
producción de los medios de producción, que son los sectores de la energía, el
acero, la química pesada, la industria de maquinarias. Estos rubros miden el
grado de desarrollo de la sociedad moderna, ya sea para el agro como para la
industria.
El ritmo del desarrollo: el desarrollo implica una serie de
postergaciones, cuanto más rápido sea el proceso menor lapso será el de las
postergaciones.
El capital extranjero: el capital extranjero es útil para el
desarrollo cuando se aplica a los rubros prioritarios que integran la
estructura productiva, y es nocivo cuando se aplica a la especulación
financiera. Por lo tanto el capital extranjero debe estar subordinado a los
planes nacionales.
El papel de los monopolios: la concentración económica en los
centros industriales establece el manejo de los monopolios del comercio
mundial, lo que deriva en la asignación de funciones determinadas en la
producción de acuerdo con las ventajas comparativas de los países, así la
Argentina cumple el papel de Granja en la división internacional del trabajo.
De esta manera nos mantienen en la vieja estructura como país subdesarrollado.
El papel del Estado en la Economía: Aquí se postula que el rol del
estado, a diferencia de los gobiernos populistas, no reside en el manejo del
Estado de determinados sectores considerados críticos o que representan la
soberanía nacional, sino que esta se afianza con la totalidad de la riqueza que
se genera dentro del país, procurando el progreso de la producción nacional en
calidad y cantidad. También se destaca
que el estado no debe participar en actividades empresarias, y que debería
desprenderse de toda función que no sea indelegable.
Concertación de precios y salarios: marcan la diferencia con
populistas y liberales en cuanto a la redistribución, ya que los primeros
pugnan por un incremento para los asalariados, los segundos buscan la
contracción de la demanda para bajar la inflación. El desarrollismo solo con la expansión de la
producción se puede mejorar el salario real y obtener mayor ahorro e inversión.
Plantea que los precios no pueden
fijarse a niveles inferiores a los costos ya que sería contravenir las leyes
económicas; pero según mi criterio es un planteo extremo, porque un control o
acuerdo de precios implica el estudio de la estructura de costos para
establecer distorsiones que afecten el precio final. Nadie podría plantear que
las empresas vayan a pérdida por una imposición administrativa.
La recesión y el déficit fiscal: estos conceptos que muchas
corrientes los toman como contradictorios, según el desarrollismo son la cara
de la misma moneda, ya que la imposición de la recesión no lograría bajar el
déficit fiscal, ya que un redimensionamiento del estado implica un desempleo
que, frente a un proceso recesivo, no podría ser absorbido por las fuerzas
productivas. Por lo tanto para el desarrollismo la reducción de los gastos del
estado debe aplicarse en el momento que se impulsa la movilización de la
riqueza.
Integración y complementación regionales: para el desarrollismo, la
integración no precede al desarrollo, sino que es su coronación. Cuanto mayor
es el grado de desarrollo, mayor es su vinculación con el comercio
internacional.
Inflación: en los países subdesarrollados la principal fuente de
inflación es el deterioro de los términos de intercambio; por otro lado el
sector público que absorbe recursos del circuito productivo. La solución a la
inflación no es la estabilidad monetaria sino la modificación de la estructura
productiva.
En el capítulo II y III, Frigerio
esboza un análisis del pensamiento económico argentino, partiendo de que a lo
largo de la historia el debate económico fue acerca del librecambio o
proteccionismo. Y resalta en estas posturas las figuras de Juan B Justo y
Alejandro Bunge como exponentes de estas posturas desde principios del siglo
XX. Sostiene que estas corrientes no hacen más que mantener la vieja estructura
que nos anclan en el subdesarrollo.
Ya en el capítulo III realiza un
análisis de los economistas contemporáneos más destacados de las diferentes
posiciones respecto de la economía nacional. Para ello contrapone, con las
ideas de los economistas a analizar, la síntesis del pensamiento desarrollista
que podemos enumerarla de esta manera:
·
Erigir una estructura económica orientada hacia
adentro en reemplazo de la vieja relación agroimportadora.
·
Sacudir su dependencia de los factores externos
que insertan a la argentina en la división internacional del trabajo.
·
Vigorizar el mercado interno, explotar sus
recursos naturales, construir su industria pesada, infraestructura energética,
comunicaciones y transporte.
Y todos estos objetivos deberán
realizarse sin importar los costos, ya que será saldado a medida que se
complete el desarrollo.
El país agro importador de Pinedo: según Frigerio, Pinedo no cree
en la necesidad de planificar el desarrollo, ya que este se da espontáneamente.
Sostiene que no hay un problema en el deterioro en la relación de los términos
de intercambio. La inflación como retroceso de la capacidad exportadora e
importadora.
El cepalismo de Prebisch: a pesar
de que el diagnóstico de la Cepal respecto al deterioro de los términos de
intercambio y a la necesidad de planificar el desarrollo; pero según Frigerio
el error de la CEPAL consiste en soslayar la importancia de los monopolios de
exportación e importación en el deterioro de intercambio; y otro error consiste
en la complementación regional.
Respecto del primer error,
Frigerio lo adjudica a que la cepal al ser un organismo dependiente de la ONU,
manejada por los estados donde dominan los monopolios, debe mantener cierta
neutralidad política.
El segundo error tiene que ver
con la pretensión de la CEPAL en exportar manufacturas semielaboradas en el
marco de la ALALC, lo que seguiría manteniendo la posición argentina dentro de
la división internacional del trabajo favorable a los centros monopólicos
mundiales.
Una diferenciación importante
entre la CEPAL y el Desarrollismo radican en la apreciación acerca de las
trabas que impiden nuestro desarrollo.
Para CEPAL son:
·
Estructuras socioeconómicas y jurídicas (formas
de propiedad y explotación de la tierra)
·
Vejes de los sistemas fiscales e impositivos
·
Ineficiencia y frondosidad de la administración
pública
·
Fuga de capitales agropecuarios o inversiones no
reproductivas (inmobiliarias y financieras)
·
Predominio político de las oligarquías
latifundistas.
Para el desarrollismo estas son
cuestiones secundarias del subdesarrollo. (pag. 65)
Alsogaray: Frigerio expone el pensamiento liberal de Alsogaray como
opositor al desarrollo, ya que este debe ser el resultado espontaneo de las
fuerzas económicas, que no tiene otro propósito que ser funcional a los
intereses monopólicos internacionales que pretenden a la argentina como
proveedor de materias primas.
Critica su empecinamiento sobre
la moneda como única cuestión económica relevante, y su postulado de que sólo a
través de la estabilización monetaria y equilibrio económico es posible obtener
un desarrollo económico. Para Alsogaray los problemas giran en torno a los
problemas de la circulación, el comercio y la moneda, y no advierte, según
señala Frigerio, que la estabilidad es un resultado del desarrollo y no un
requisito.
El peronismo: la crítica hacia el peronismo radica básicamente en
que si bien hubo enunciados e
incipientes políticas de modificación en la estructura productiva, no se avanzó
en la industrialización pesada. Sostiene que hubo un problema de
establecimiento de prioridades.
Ferrer: para Ferrer la solución es la modernización de la
estructura agropecuaria como fuente de financiamiento del desarrollo, y para
ello apela a la reforma de la propiedad de la tierra.
El planteo desarrollista invierte
el orden y sostiene que el desarrollo industrial básico genera los excedentes
necesarios para la tecnificación de la explotación agraria.
El modelo industrial integrado y
abierto de Ferrer implica superar la política de sustitución de importaciones e
ingresar al sistema mundial de competencia y precios reales, lo que significa
que el problema es la excesiva protección de la industria; pero desde el
desarrollismo sostiene que si hay industria es por la protección.
Valle, Héctor, “Los desafíos del desarrollo en la Argentina: El
interregno desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No. 327, FIDE,
Buenos Aires, Argentina, 2009
El artículo en el inicio plantea
las condiciones necesarias para el logro de un desarrollo económico, y para
ello ejemplifica con el caso de la Unión Soviética y los Estados Unidos, que si
bien contaban con asimetrías ideológicas, en ambos casos la industrialización,
sumada a la modernización del agro eran objetivos prioritarios como garantizar
la oferta de energía, transporte y comunicaciones, destinar recursos a la
investigación científica tecnológica.
Uno de los planteos para definir
las prioridades del desarrollo reside en las fuentes de financiamiento, por
ello el artículo incorpora al debate las formas más comunes de lograrlo, que
por un lado está el ahorro interno, que consideran insuficiente para un
desarrollo de grandes proporciones y por el otro esta las inversiones
extranjeras, que generan discusiones políticas.
Por otro lado, el orden de
prioridades atraviesa a lo largo de la historia a las diferentes corrientes.
Maurice Dobb, citado en el artículo, plantea la incógnita si debe dirigirse la
inversión hacia el sector agrario para mejorar la base de alimentos y materias
primas y después avanzar sobre la industrialización o debe darse prioridad en
la inversión en la industria con el fin de que su desarrollo aumente las
posibilidades de una mejora agrícola.
Cuando Frondizi asume el poder,
el éxito para industrializar el país y modernizar la base agropecuaria debía
estar acompañado de una legitimidad social que era precaria con el peronismo
proscripto.
Según el artículo, el gobierno
desarrollista, mediante las políticas destinadas a salir del subdesarrollo,
logró sus objetivos en parte al poner en marcha ciclos de inversión que habrían
de otorgar sustentabilidad al comportamiento de la economía durante la década
siguiente.
Respecto de las inversiones en
petróleo, el frondizismo acordó asociaciones con el capital extranjero, siendo
el estado el dueño del 51% de las acciones, de esta manera se condicionaba la
idea de que la presencia del capital extranjero implicaba un acto de
colonialismo. Estos contratos implicaron alcanzar el autoabastecimiento en
1962.
La situación del país al momento
de la asunción del gobierno desarrollista se encontraba frente a una
restricción de la oferta interna, limitaciones a la hora de importar
condicionadas por la insuficiencia de las exportaciones primarias, los términos
de intercambio desfavorables, dependencia del petróleo extranjero.
La salida era el incremento de la
tasa de inversión en terminados sectores prioritarios con la intención de
provocar una expansión posterior del resto de la estructura productiva.
Siendo esta tarea inalcanzable
para los capitales locales, tanto públicos como privados, y con la intención de
no afectar las condiciones socioeconómicas de la población, se optó por el
capital extranjero en el marco de las tendencias de relocalización de las
filiales del capital multinacional.
El proyecto de desarrollo de la
industria siderúrgica tuvo un inmediato resultado y junto a la promoción para
inversiones privadas en este rubro tuvo como resultado que para 1967 el 56 %
del consumo en argentina se abastecía por las plantas locales, mientras que esa
relación era del 15% en 1961.
Otra de las grandes transformaciones
consistió en la industria automotriz mediante una serie de privilegios
básicamente arancelarios sobre el producto final y diferencia sobre los
insumos. En un primer momento la capacidad local para facilitar la integración
nacional impidió el avance del sector, pero la posterior autorización de
utilizar mayor cantidad de partes importadas permitió incrementar la producción
desde 90.000 unidades en 1960 a 277.000 en 1964.
Julio E. Nosiglia, El Desarrollismo, CEAL, 1983, partes 1 y 2 (pp.
7-65)
Frigerio consideraba que en el marco de un
mundo dividido en países desarrollados y subdesarrollados, las tensiones entre
Estados Unidos y la Unión Soviética no redundarían en un enfrentamiento bélico,
por lo cual para los países subdesarrollados se abrirían oportunidades, debido
fundamentalmente a que se dejarían de lado los gastos bélicos para dar lugar a
la competencia por la hegemonía económica. Esto implicaría gran cantidad de
capitales que podrían ser aprovechados por los países subdesarrollados.
En consecuencia, el desarrollo
económico impone la salida del esquema de la división internacional del
trabajo, que condena a los países subdesarrollados en proveedores de alimentos
y materias primas, situación que se agrava por el deterioro de los términos de
intercambio, en un mercado donde los precios de las materias primas valen cada
vez menos y el de las manufacturas cada vez más. Sumado a que los países
industriales desarrollaron su producción de alimentos para el mercado interno y
posteriormente hacia el externo.
La conceptualización de la
Argentina como subdesarrollada no responde, para el desarrollismo, al ingreso
per cápita, al tipo de bienes industriales que produzca o a los niveles
culturales y educativos de la población, sino que descansa en el tipo de
relación que se tiene con los países centrales. Es la relación entre el
desenvolvimiento de las economías primarias y el de las economías industriales,
en un proceso que conduce a la pauperización de las primeras y al
enriquecimiento de las segundas. A esta situación se agrega la concentración
monopólica de los capitales que determina, de acuerdo a sus necesidades, la
expansión o retroceso de sectores.
Respecto de las posibilidades de
financiamiento del desarrollo, se descarta el endeudamiento externo porque
genera compromisos que nos estancan en el mismo sistema como abastecedores de
alimentos. El ahorro nacional no alcanza para cubrir las inversiones
necesarias, por lo tanto la única forma son las inversiones extranjeras. Pero
estas inversiones tienen que estar orientadas por la política gubernamental
hacia actividades básicas para el desarrollo moderno, como el energético, la
siderurgia, petroquímica, celulosa, etc.
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Aporte de Paula R.:
El pensamiento desarrollista en la segunda fase de la industrialización
sustitutiva
(1955-1976)
Entre los años 1955/58 y 1976 se lleva a cabo la segunda sustitución de importaciones la cual evolucionó bajo el
denominado ciclo corto también
conocido como los ciclos stop and go,
regulado por el sector externo.
En dicho proceso es posible identificar dos etapas dadas principalmente
por el cambio en las exportaciones y en la deuda externa. Por un lado, la etapa entre los años 1958 y 1964, en
donde se registró una caída del producto
en términos absolutos del orden del 6,5%. Es aquí donde el ciclo va a tener
un punto último de crisis que va a ser negativo. Dentro de esta etapa
encontramos fases ascendentes (1960-61 y 1964-65) y fases descendentes
(1958-59). Por otro, la etapa entre los
años 1964 y 1974, registró una desaceleración
de la economía pero a diferencia de la anterior los puntos mínimos fueron
positivos, por lo que no se registraron
caídas en términos absolutos. (Basualdo, 2006)
Entre los años 1958 y 1964 se lleva a cabo la industrialización pesada dada por las nuevas
inversiones extranjeras. La
metalmecánica (incluidas automotriz más siderurgia), químicas y petroquímica
son las ramas que más evolucionan mientras que aquellas ramas destinadas a
bienes salarios (alimentos y textiles) registran un menor crecimiento. Pero
además, este proceso de industrialización, se lleva a cabo en algunos años,
bajo dictaduras militares.
En el gobierno de Frondizi se buscó profundizar el desarrollo industrial
mediante un fuerte proceso racionalización
del trabajo el cual fue acompañado por un creciente poder de los líderes
sindicales. Al mismo tiempo se sancionó la Ley 14.445 de Asociaciones
Profesionales que restableció el sistema de sindicato único en cada industria,
dando marcha atrás a la agresiva política anti obrera de la Revolución
Libertadora . Estos hechos se produjeron en el contexto de la Revolución Cubana en 1959, del Mayo
Francés, las revueltas en México (1968 y 1969), de la competencia
espacial entre EEUU y la URSS, la
aplicación del Plan CONINTES
(Conmoción Interna del Estado) en 1960 y
la expansión de firmas multinacionales.
Es este marco surge el pensamiento desarrollista que va a dialogar con
el resto de las corrientes del periodo 1955-1976: izquierda marxista, izquierda
nacional y estructuralismo. Como se mencionó en clases anteriores, uno de los
interrogantes de la etapa guarda relación con pensar en el desarrollo futuro
del país dado la creciente complejización de la economía, es decir: ¿qué
sendero va a tomar el país? Altamirano (2001)
En el artículo de Héctor Valle[1],
“Los
desafíos del desarrollo en la Argentina: El interregno desarrollista”
publicado en el año 2009 en la revista Coyuntura y Desarrollo de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo
(FIDE)[2]
se revisan los años del gobierno desarrollista, el interregno 1958/1962. En
diversos pasajes se deja claro que se
comparte las ideas de Frigerio y Frondizi ya que las mismas eran “la mejor interpretación acerca de la
estrategia más conveniente para la Argentina en las condiciones del momento. El
gobierno debió soportar más de treinta insubordinaciones militares una fuerte
embestida mediática[3]
, hasta que fue derrocado en marzo de 1962” .
Así el texto se propone rescatar el contenido ideológico junto al contexto
internacional y los grandes cambios culturales y sociales de esa época. Con
algunas referencias en clases pasadas se desarrolla la instalación de nuevas pautas culturales. Con los “Estados de
bienestar” se produjo una creciente
participación de los sindicatos en las decisiones sobre la distribución del
ingreso lo que llevo a un ascenso social de la clase obrera y la generación
de una nueva y masiva clase media. La propagación de las nuevas formas
capitalistas se convirtió en fuente de prosperidad para los trabajadores y
profesionales, cuyo poder adquisitivo estimulaba la expansión de los mercados
internos y la demanda. Se vieron favorecidas por el ejercicio de las políticas
desarrollistas. Se alcanza rápidamente nivel de excelencia académica alcanzado
por la excelencia universitaria y su masividad
(Economía y Sociología), CONICET, Fondo Nacional de las Artes o EUDEBA, INTI.
Hay un desarrollo de la industria electrónica con el auge de la televisión.
Tango, actividad cinematográficas, teatro independiente y boom de la literatura
latinoamericana. Todos compartían la misma condición: reflejaban los valores,
gustos y problemas que atravesaban las nuevas capas medias urbanas de los años
sesenta. El Instituto Di Tella, se
convirtió velozmente en el núcleo provocador y convocante de todas las
expresiones de vanguardia.
El escrito analiza: 1- antecedentes históricos, fundamentos teóricos y
condiciones externas, 2- viabilidad económica y legitimidad política y 3- el
punto de partida del modelo desarrollista.
Referente al primer punto se
hace un recorrido de las experiencias
históricas a nivel mundial de la industrialización pesada y la generación de
las fuentes de capital para financiarlas. En este sentido tanto en la
estrategia de la Unión Soviética con la implementación de la Nueva Política
Económica (NEP) como el Plan Marshall de EEUU, la industrialización sumada a la
modernización del agro, garantizar la oferta segura de energía, transporte y
comunicaciones y destinar recursos al desarrollo científico eran objetivos
prioritarios.
Se hace especial hincapié en el comportamiento
de las firmas multinacionales a partir de la realización del Plan Marshall.
Estas experimentan constantes cambios con el objetivo de maximizar las
utilidades de la firma. También se hace alusión a las condiciones oligopólicas de mercado para ingresar como oferentes a
los nuevos mercados. Así Valle (2009:13) afirma“el gobierno desarrollista leyó adecuadamente estas nuevas tendencias y
trató de utilizarlas para su proyecto industrial”
En relación al segundo punto,
el proyecto del desarrollismo implicaba legitimidad
política en el marco de un peronismo proscripto. Era necesario
industrializar al país y modernizar su base agropecuaria pero ello debía
garantizarse que todos los ciudadanos podrían ejercer sin proscripciones sus
derechos políticos. El pacto con el
peronismo era el reencuentro de las masas populares que, sin apoyarse las
unas de las otras, no podían reconquistar ni los derechos políticos de unas ni
los derechos sociales de ambas, ni los derechos económicos de todo el pueblo.
El pacto era la respuesta pacífica e incruenta de la mayoría a la violencia y
la arbitrariedad de la minoría.
Además, y a diferencia de como
referentes de la izquierda nacional y de la teoría de la dependencia veían
el proceso de subdesarrollo, la experiencia de 1958/1962 partía de un
diagnóstico tratando de desentrañar porqué la Argentina no estaba acompañando
la fase larga de auge que vivían las economías industrializadas de Europa y el
Japón luego de su reconstrucción. Se necesitaba acortar camino, dinamizar el
proceso de acumulación de capital, vinculada a la industrialización pesada y la
infraestructura básica. Para Cooke y
Thetonio Dos Santos el subdesarrollo es el resultado de la expansión del
capitalismo. Lo que impulsó inicialmente al capitalismo en sus lugares de
origen fue, en gran parte, la riqueza que extrajeron de otros continentes
mediante la conquista (acumulación originaria). Los desarrollismo ignoran el
problema imperialista o cuando lo mencionan, como el frigerismo, omiten que la
penetración norteamericana no se limita a despojarnos en la intermediación sino
que participa del proceso de la producción y condiciona toda nuestra economía.
El retraso se debe a la inserción internacional. Es una situación sin salida.
Finalmente y en relación al tercer
punto, el gobierno de Frondizi recibió un país con rezago en la
industrialización, nulo dinamismo exportador en un contexto de términos de intercambio desfavorables.
La restricción externa acotaba
severamente la capacidad importadora y la “revolución libertadora”
interrumpió el incipiente retorno de la inversión extranjera registrada en los
últimos años del peronismo.
Al igual que el estructuralismo
y Cooke discute la teoría de las ventajas comparativas[4]. El desarrollismo pone a prueba las hipótesis
teóricas de “crecimiento desequilibrado”
de Nurskse según el cual la
acumulación de capital en sectores específicos de la trama productora de bienes
y servicios a la vez que corrige los desequilibrios preexistentes en esas
cadenas de valor, se convierte en la fuente exógena de las expansiones
posteriores que registra la economía, debido a que genera nuevas demandas
derivadas del shock inicial. Asimismo, se
ven raíces shumpeterianas. Tales son los casos de siderurgia con la puesta en marcha del Alto Horno de SOMISA como de
producción de automóviles.
El esfuerzo de inversión debía orientarse de inmediato a la extracción,
refinación y transporte de petróleo y
gas natural, la producción siderúrgica
en usinas a ciclo integrado; las instalación de plantas químicas pesadas y
polos petroquímicos, ampliar la fabricación de vehículos automotores e
instalar fábricas de máquinas para el moderno parque industrial y petrolero. Como
se revisó en la clase 8, pensar en los sectores que en ese entonces serían los
más activos del proceso de industrialización supone pensar, luego, que los
mismos serán los más reactivos durante la dictadura militar del ´76.
También debía acudirse a los organismos
multilaterales de crédito en busca del financiamiento para erigir las
grandes obras hidroeléctricas, modernizar ferrocarriles y realizar ambiciosos
proyectos de integración vial. Esto último va encontrar su oposición en algunos
referentes de la izquierda nacional como Hernández
Arregui quien va a denunciar que el FMI, el BM y la OEA con el fin de “ayudar
a los países subdesarrollados”, intervienen en las políticas económicas de los
países deudores.
Un caso particular que el texto va a presentar es el de la cuestión petrolera. Empujada por la
restricción externa, la política petrolera pasó a determinar las prioridades
para el conjunto de la economía. La expansión del sector había sufrido durante
muchos años las consecuencias de las políticas de precios. Tanto la vieja propuesta
de Mosconi como en las ideas que se pusieron en práctica a partir de 1959, se
trataba de dar cabida al capital privado nacional o extranjero, pero adoptando
formas contractuales que, al eliminar la figura de las concesiones, excluyera
el riesgo de que el contratista se convirtiera en propietario, total o parcial,
del petróleo extraído según las formas imperialistas habituales. Esta
iniciativa condicionaba la idea convencional según la cual se calificaba de
colonialista a la presencia del capital extranjero en la explotación petrolera.
La misma visión “nacionalista de medios” se contradecía a sí misma al admitir
la importación de petróleo aún a precios superiores. De ese modo, en nombre de
la soberanía justificaba un drenaje de divisas que agravaba la dependencia
económica global. El desarrollismo concluye que, dado la restricción externa, la política petrolera pasó a determinar las
prioridades del conjunto de la economía.
A diferencia de la propuesta de Ferrer,
quien algunos años más tarde va apostar al capital
nacional, la opción del desarrollismo
para encarar el riesgo de
inversiones era apelar al capital extranjero. Ni el empresariado privado
nacional ni el Estado se encontraba en condiciones de aportar a las grandes
masas de financiamiento. Los inversores
debían ser atraídos por la vigencia de reglas del juego que le garantizaran el
acceso a rentas y cuasi rentas oligopólica, forma prevaleciente en todo tipo de
actividades productivas de bienes y servicios. La expansión de la burguesía nacional que debía generar ese proyecto, sumada a las empresas extranjeras radicadas
en el país y junto a un Estado, generaría el ahorro interno necesario para
atender las futuras metas del desarrollo con pleno empleo y equilibrio
regional.
De esta forma, el rol de la burguesía nacional, se opondría tanto a la
tesis histórica de Puiggros, Ramos o
Hernandez Arregui, que asociarían la
industrialización a la presencia de una burguesía nacional, como a los
análisis de Micíades Peña, quien desligaría ambos fenómenos,
negando que la transformación operada en la economía argentina hubiera sido
obra de una clase de empresarios que respondiera a la categoría de la burguesía
nacional. Altamirano (2001)
Uno de los puntos más críticos del interregno fue el nombramiento en 1959 de Alvaro Alsogaray
en el Ministerio de Economía quien llevaría adelante un severo programa de
ajuste (endeudamiento externo, avanzar en la racionalización de la
Administración Pública, se intentó la privatización de empresas, eliminar
subsidios, reajustar tarifas y salario real) bajo la mejor visión ortodoxa que
le permitió arribar a un acuerdo con el FMI. Su designación tuvo una estricta
razón política, no económica. Sin embargo dicho nombramiento, trajo fuertes enfrentamiento
con Frigerio ya que el Ministro de Economía estaba “subordinado al desarrollo
económico y poniendo en serio riesgo los objetivos del proyecto desarrollista”.
En relación a esto último, Valle (2009) en algún punto justifica la
designación de Alsogaray por el gobierno desarrollista. “Es probable que tanto Frondizi como Frigerio no esperaran obtener
consecuencias, económicas y políticas tan negativas durante 1959 originadas en
haber aceptado una gestión impuesta por el golpe militar”.
En la selección de Rogelio Frigerio: la polémica con Alsogaray
de la Fundación Desarrollo y Política editado por la Juventud Nacional del Movimiento de Integración y Desarrollo[5]
se reproduce la polémica
Alsogaray-Frigerio con el fin de contribuir a la comprensión de la realidad
económica de la época. Esta misma será mencionada en los restantes textos.
Se reconstruye el debate a partir de una primera publicación de
Frigerio en el diario Clarín el 28/12/75 y en Reconstrucción el 31/12/1075, de
una réplica de Alsogaray el 4/1/76 y, finalmente, de la réplica de Frigerio el
11/1/76. Allí Frigerio plasma sus ideas no sólo contra la política de Alsogaray
sino también contra el “populismo” y agradece el espacio del diario Clarín por
abrirle sus páginas. Aclara que Alsogaray
fue convocado por Frondizi para
contener presiones de los golpistas, esto le trajo resistencias a la interna
ya que Alsogaray participó de cinco gobiernos con las orientaciones más
diversas. Todas las medidas que Alsogaray invoca como propias ya habían
adoptadas antes de su designación. Este representa
al grupo liberal y sustituye su análisis por slogans publicitarios adoptando formas autoritarias y enarbolando
banderas monetaristas. Cree que el “milagro Alemán” es trasladable a la
Argentina. En materia de política económica: deprimió severamente los precios
de los granos y las carnes tras el mito de la estabilidad monetaria; sostiene
que la inflación es la causa de todos los males de la Argentina y que los
precios suben por la emisión “sin
respaldo”, por el déficit presupuestario o por los aumentos salariales;
mantiene que el déficit presupuestario
hay que reducirlo drásticamente y en cuanto al rol del Estado es antiintervencionista, antiestatista, la
única tarea del Estado es crear las condiciones para la inversión espontánea. La
riqueza proviene del comercio, desconoce
la teoría del valor. La clase obrera argentina puede postergarse durante un
ciclo indefinido mientras se practica una
política de mera transferencia de ingresos.
Por su parte, Alsogaray indica que existen diferencias con Frigerio y
se remite al campo de la filosofía política. Para él, el desarrollismo no es una política económica sino una lista de
actividades empresariales conforme a un cierto orden de prioridades arbitrarias.
No importa si esas actividades son económicas, lo esencial es realizarlas. Si
en términos relativos suponen pérdidas frente a actividades más rentables no se
deben frenar. Acusa a los desarrollistas quienes sólo construyen fábricas por
construirlas y que pocas veces consiguen
que los recursos se canalicen a donde ellos quieren. Además establecen implícitamente una división
en actividades nobles y menos nobles por la cual tratan despectivamente al sector agroimportador. Aclara que se
opuso al contrato que quería explotar el hierro de Sierra Grande porque significaba
la entrega del mejor yacimiento del país por sólo un préstamos de 500.000
dólares reembolsables si la explotación fracasaba. Cuestiona que la inflación
sea causada por el subdesarrollo y el odio de los desarrollista hacia la
economía de mercado. Finalmente se pregunta ¿donde ha tenido éxito el desarrollismo? El desarrollismo dirige
burocráticamente las inversiones y constituye una vía más hacia el comunismo.
En su escrito “El desarrollismo”, Julio E. Nosiglia analiza, en una primera instancia, el surgimiento de la Unión Cívica
Radical Intransigente (UCRI) de la mano de Frondizi. Luego introduce las figuras de Frondizi y
Frigerio, remarcando la participación de este último en organizaciones de
izquierda y fundador de la revista Qué, una publicación de alto
contenido ideológico, sustentada en postulados populares y nacionales en apoyo
a la candidatura de Frondizi. Ésta publicación era acompañana por Isidro Odena,
Marcos Merchensky, Ramón Prieto, Raúl Scalabrini Ortíz, Arturo Jauretche, Dardo
Cúneo, Mariano Montemayor y Eduardo Calamaro.
A partir de ahí se analizan una
serie de cuestiones ya introducidas en el texto de Valle incluso utilizando
pasajes de Frondizi y Frigerio también con un claro apoyo al diagnóstico de la
época. Allí la realidad económica
argentina se analiza a partir de la tesis
de coexistencia pacífica que permitiría a los países subdesarrollados tener
a su disposición una importante cantidad de capital extranjero que debía ser
captado para impulsar el propio desarrollo nacional y la tesis del deterioro de los términos del intercambio que convierte
cada vez mas a los pobres en superpobres y a los ricos en supercivilizados. La
Argentina es un país subdesarrollado porque se tiene en cuenta un concepto
histórico y dinámico: el desigual desarrollo de las naciones. El criterio de
subdesarrollo no se basa en datos estáticos sino en relaciones. Lo que define
el atraso de ciertas naciones, las naciones pobres, es la relación entre el
desenvolvimiento de las economías primarias y el de las economías industriales
de las grandes potencias, es un proceso que conduce a la pauperización
creciente de las primeras y al enriquecimiento de las segundas. Son países subdesarrollados aquellas
estructuras que aunque tengan buenos ingresos de producción primaria
(alimentos, materias primas) ya no provee a la comunidad de los recursos
necesarios para un crecimiento sostenido de la economía nacional en la época de
la rápida e irreversible concentración de capital y tecnología en unos pocos
centros industriales mundiales.
Los factores determinantes por los cuales antes la Argentina era una de
las naciones más prósperas y ahora no según el desarrollismo son: el aumento de
la población que se concentra en las ciudades y registra crecientes niveles de
consumo, el elevado nivel de vida, la evolución del mercado interno, el no
progreso de la producción agropecuaria que tiende a reducir los saldos
exportables, el incremento de los precios de los productos importados y el la
declinación de los precios de los productos primarios.
Así las soluciones
desarrollistas plantean: el aporte
de capital extranjero limitado a convertir en favorable los intereses
nacionales, prioridades y ritmos de crecimiento en cuanto a los sectores que
hay que promover estableciendo una escala de prelaciones que conduzcan al
desarrollo vertical y horizontal, desarrollo industrial para permitir el
desarrollo agropecuario (desarrollo integral), un Estado que no debe sustituir
ni ahogar la actividad privada, debe orientarla de acuerdo a las leyes económicas.
La tendencia en el mundo es hacia la concentración de capital y al
monopolio y el imperialismo es la expresión política de eso. Hay que evitar las
desnacionalizaciones y dejar de importar aquellos productos que podamos
producir nosotros.
Estos postulados fueron criticados tanto por derecha como por
izquierda. Sólo por mencionar alguna de esas críticas, y que el texto de
Nosiglia introduce, están las del nacionalismo de izqueirda que hacen hincapié
en que la soberanía nacional se vería afectada por la intervención de capital
foráneo y que las empresas estatales son una garantía de independencia
económica. Las críticas por derecha vendrán de la mano de referentes como
Alsogaray ya antes mencionado.
Finalmente la selección de Frigerio,
“Estatuto del subdesarrollo. Las corrientes del pensamiento económico
argentino” de 1978 de la Fundación
Desarrollo y Política es el texto mas completo de los propuestos ya que en
una primera instancia retoma los
principales puntos del desarrollismo indicado en el resto de los textos
anteriores pero, además, plantea un
debate con gran parte de los exponentes de las corrientes de esa época, algunas
de ellas revisadas en clases anteriores.
Así en el Capítulo 1: Verdad
y falacias del Subdesarrollo se
despliegan los principales postulados de la teoría desarrollista.
Resumidamente, y dado que ya se hizo referencia en los restantes textos, se
puede mencionar: la crisis argentina es originada por el esquema colonialista
de la división internacional del trabajo; el subdesarrollo consiste en la vulnerabilidad
a los factores externos, es una condición estructural, común a todos los países
de producción primaria y que se expresa en el estrangulamiento externo de la
economía; tanto Alsogaray como algunos economistas de izquierda no consideran
el contenido histórico, el desarrollo es un teoría económica no un imperativo
político de nuestros pueblos en esta etapa específica de su evolución
histórica. El desarrollo se concibe como lucha, permite la liberación nacional,
la realización de nuestros pueblos como naciones soberanas, integradas y
maduras.
Las prioridades están formadas
por los sectores de la energía, el
acero, la química pesada, transporte y comunicaciones, tecnificación agraria.
Ellas cubren todas las necesidades de una sociedad desarrollada, las que
demanda el agro y las de la propia industria. Este orden de prioridades depende del ritmo que se le imprima. El
largo plazo, el confiar en la espontaneidad del desarrollo, equivale al
suicidio. Cuanto mas acelerado sea el ritmo menor el lapso de postergaciones.
Asimismo, el ritmo está vinculado al
proceso de acumulación: ahorro interno o colaboración de capital
extranjero. Éste último contribuye a expandir las nuevas estructuras, cuando se
aplica a rubros prioritarios de la inversión, que integran la estructura
productiva. Para esto hay que considerar algunas instituciones
internacionales. Los países subdesarrollados son miembros natos del FMI,
estén o no asociados. Sería un absurdo económico no aprovechar esa fuente de crédito
que se forma con nuestro progresivo aporte a través del deterioro de la
relación de intercambio. El mecanismo por el cual actúa el factor externo para
estrangular nuestra economía es el carácter
crecientemente monopólico del comercio mundial. Los monopolios regulan el
mercado, fijan los volúmenes y los precios de los bienes que circulan en el
mundo. La subsistencia de importaciones es la clave de la vieja estructura que
integran al país en un mercado donde opera las fuerzas del monopolio. Aquí el Estado en esta etapa no debe asumir
necesariamente gestiones empresariales. Debe
ejercer un fuerte papel en el establecimiento de prioridades así como en el
auspicio y encauzamiento de las inversiones. Cumplir con sus funciones reguladoras y orientadoras de la economía y
no con la hipertrofia del Estado dado por el gasto público improductivo y el
debilitamiento del capital privado.
Es en el aumento de la producción donde está la posibilidad de
crecimiento efectivo de los ingresos. Mejorar el salario real y obtener un
mayor aumento para el ahorro y la inversión. Hay una puja por la distribución
del ingreso. Por ello se impone un sinceramiento de todas las variables
para la elevación de los ingresos reales, la consolidación de las empresas
productivas y la expansión de la economía nacional. La drástica racionalización
del aparato estatal es un requisito para el traslado de fuerza de trabajo de
los sectores menos productivos a los más productivos y la privatización de las
empresas públicas que no actúen como instrumento de política económica nacional
debe también ejecutarse de inmediato. Se plantea así un polémico rol del Estado,
con eliminación del gasto público y desaparición del déficit fiscal para no
“obstruir” las inversiones. Muy similar a la lectura actual del gobierno
nacional y que plantea la cuestión de cómo vastos sectores de la economía de
argentina que se quejan sistemáticamente del Estado viven a costas del mismo.
En cuanto a la integración
esta no precede al desarrollo, es la coronación
del desarrollo. El verdadero sentido de la llamada “integración regional”
es la complementación. La mejor forma de llegar a una integración regional es
concurrir a ella con unidades nacionales integradas económicamente. Sólo con el
desarrollo se incrementará la proporción de bienes que se exportan con alto
valor agregado. Realizando el despegue en los sectores dinámicos y
reproductivos de la economía inmediatamente se traslada al campo, con la
conversión de la explotación agropecuaria en empresa agropecuaria.
Sólo el desarrollo permite una lucha antiinflacionaria de efectos
profundos y duraderos al modificar las condiciones estructurales que generan y
propagan la inflación. La inflación
en los países subdesarrollados tiene una fuente principal y varias fuentes secundarias.
La principal es el deterioro de los términos del intercambio y se suma la
hipertrofia del estado. Hay que impulsar el desarrollo que transforme la
estructura productiva y luego ir introduciendo paulatinamente reajustes
monetarios hasta que la producción y circulación monetaria se nivelen
relativamente.
En el Capítulo 2 se
desarrolla el pensamiento económico argentino a través del pensamiento de
figuras claves de la historia argentina como la de Manuel Belgrano, Mariano Moreno y Juan Manuel de Rosas. La rotación
de los últimos años entre populismo y liberalismo tienen en común denominador
el mantenimiento de la vieja estructura y la incapacidad para diagnosticar los
problemas de fondo.
Finalmente el Capítulo 3-
Los Economistas Argentinos Contemporáneos es la sección más jugosa del escrito
ya que repasa las discusiones con los
sectores más destacados del pensamiento económico argentino. Así se
considera: el país agro-importador de Pinedo, el cepalismo de Prebisch, la
economía de mercado de Alsogaray, el peronismo, la vuelta al agro de Ferrer, la
usina publicitaria del monetarismo, desarrollismo y ejecutores del
desarrollismo: de Coll Benegas a Alemann, la interpretación sociológica de
Moyano Llerena, el pensamiento moderno de Cueto Rúa, la economicidad de Guido
Di Tella, el nacionalismo económico, la izquierda, el plan Krieger Vasena, el
Pensamiento Demócrata Cristiano y el retorno radical al noventa.
El común denominador de todos
ellos, según Frigerio, es que niegan,
subestiman o aceptan parcialmente el factor externo como causa del
estancamiento. Todos ellos proponen una gama muy variada de soluciones técnicas
que soslayan un elemento histórico político fundamental: la aspiración de la
comunidad a convertir el desarrollo económico en palanca e instrumento de la
idea nacional, de la integración espiritual de la Nación. En la pretendida
patria latinoamericana coinciden tanto retóricos de derecha como de izquierda.
Según se explica el desarrollismo no es mecanicista. Es un instrumento
de realización nacional, de integración de una comunidad histórica que se niega
a ser cómplices de otras potencias y se niega a diluir su personalidad en el
esquema pseudo internacionalismo superior. Si logramos consolidar una
conciencia nacional de grandeza y llevamos a esta conciencia al nivel de las
decisiones nacionales estaremos en condiciones de reclamar y recibir sin
riesgos las cooperación internacional, indispensable para nuestra etapa de
despegue.
Con el objetivo de retomar
algunos debates con corrientes de clase anteriores se toma sólo algunas
discusiones. Es importante
remarcar que en todos los casos Frigerio menciona los escritos donde están
expuestos las ideas fundamentales de cada actor/corriente.
En cuanto a Pinedo, resalta
que el mismo hace una defensa de la estructura agroimportadora como fuente del
retroceso del país. Con el cepalismo de Prebisch
indica que su tesis es adecuada en cuanto indica que estancamiento argentino
obedece a la estructura importadora y al estrangulamiento externo. Sin embargo
las conclusiones y recomendaciones no mencionan una clara política de
desarrollo de estructura básica y de la infraestrutura, no hay consideración
del objetivo nacional del desarrollo el cual queda diluído en un internacionalismo
regional basado en la complementación de economías no integradas. Por su parte
tanto el yrigoyenismo como el peronismo carecieron de un pensamiento
orgánico y doctrinario. Se excluye cualquier referencia a la necesidad de
desarrollar la industria pesada, suponen una singular ratificación de la actual
estructura productiva argentina como meta a defender por los empresarios y los
trabajadores.
Un punto fundamental es el debate
con Ferrer. En este sentido, Frigerio indica que es bastante contradictorio
que Ferrer propicie una política sumamente cautelosa respecto de la inversión
extranjera, por temor a la disminución de la capacidad nacional de decisión y
por la otra no tema la libre concurrencia de competencia internacional y
denuncie el excesivo proteccionismo. Así no se puede llegar a una adaptación de
la Argentina a la nueva división internacional del trabajo. Además que acepta
el marco de desarrollo de integración regional.
La posición de algunos economista
de izquierda (menciona a Jorge Abelardo Ramos) coincide con la reivindicación
del pasado pastoril que formulas los reaccionarios. Cuando ponen el énfasis en
la reforma agraria, si lo cual no habría para ellos cambio estructural de la
economía, comparten el criterio tradicional de que la tierra ha sido y es la
base de nuestro desarrollo nacional. El “agrarismo” implica una regresión a las
formas mas primitivas de la explotación familiar del campo y a la economía
pastoril. Bastaría con liquidar el latifundio para que la Argentina iniciara el
despegue hacia su modernización.
Bibliografía utilizada
Altamirano, Carlos,
Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires, Temas Grupo Editorial, 2001.
(Páginas 49 a
79).
Cooke, John William, “Hay
que cambiar el sistema de estructuras y no las estructuras del sistema”,
Revista Crisis, 1973.
Hernández Arregui,
Juan José, Nacionalismo y liberación. Metrópolis y colonias en la era del
imperialismo, Buenos Aires, Editorial Contrapunto, 1987. (Edición original
1969) (Páginas 21 a
31 y 241 a
300)
Valle, Héctor, “Los desafíos del desarrollo en la Argentina : El interregno
desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No. 327, FIDE, Buenos Aires,
Argentina, 2009.
Julio E. Nosiglia, El Desarrollismo, CEAL, 1983,
partes 1 y 2 (pp. 7-65)
Fuentes Obligatorias
Selección de Frigerio, Rogelio, Rogelio Frigerio:
la polémica con Alsogaray, Editorial: MID.
Selección de Frigerio, Rogelio, El estatuto del
subdesarrollo, Librería del Jurista, 1978.
[1] Economista, investigador, docente, autor
de numerosas publicaciones, acredita una vasta actuación en el ámbito público y
privado, nacional e internacional. Desde hace más de tres décadas está al
frente de FIDE (Fundación de Investigaciones para el Desarrollo) -primero como
Director y desde 1991 como Presidente de esa entidad-. Participó en el Consejo Nacional
de Desarrollo (Conade), fue Consultor de Naciones Unidas para la elaboración de
planes de desarrollo económico y, entre otras funciones a nivel gubernamental,
fue Subsecretario de Programación Económica, Director del INDEC, presidente del
Fondo Nacional de las Artes e integró el directorio de YPF
[2] La Fundación de
Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) es una institución privada, sin fines
de lucro, que desde su constitución, en 1978, procura contribuir al desarrollo
de la Argentina mediante la investigación, el análisis y la evaluación
técnicamente rigurosos de la problemática económica, financiera, social y
jurídica de nuestro país, y del contexto internacional que influye sobre ella. Las
cuatro décadas de funcionamiento constante le han permitido a FIDE acumular una
vasta experiencia y generar una producción sin equivalencias entre sus pares en
cada una de las cinco áreas principales en las que despliega su actividad: 1.
Análisis de la coyuntura económica nacional, 2. Investigación, 3. Banco de datos,
4. Servicios de consultoría, y 5. Tareas de extensión y convenios de
cooperación técnica. A lo largo de su historia, FIDE ha asesorado y participado
en estudios sobre la realidad económica argentina en el marco de convenios y
contrataciones con el sector público nacional, los gobiernos provinciales,
organismos internacionales, cámaras industriales, asociaciones sindicales,
fundaciones, institutos, universidades y empresas privadas.
[3]Pronósticos
catastróficos, imposición de una lógica neoliberal como la “única verdad”,
criticar sistemáticamente cualquier intervención del Estado,
[4]
Asimismo Cooke crítica fuertemente la teoría de las etapas de desarrollo de
Rostow.
[5]
Fundado en 1963. El MID tiene su origen en un desprendimiento la Unión Cívica
Radical Intransigente (UCRI). Desde un comienzo la política económica de
Frondizi estuvo plenamente influida por el desarrollismo y las ideas de
Frigerio, lo que produjo dos corrientes dentro de la UCRI: aquella que
continuaba sosteniendo la Declaración de Avellaneda, definido en 1945 por la
corriente intransigente de la UCR, y aquellos que adherían a las nuevas ideas
desarrollistas, definidas por Frigerio y llevadas a la política económica por
Frondizi.Inicialmente la UCRI se mantuvo unida porque, la condición de presidente
de la Nación de Frondizi imponía la unidad alrededor de las ideas
desarrollistas. Pero luego del golpe de estado que derrocó a Frondizi, ambos
grupos tomaron distancia, y la ruptura fue inevitable. En 1963 los adherentes a
las ideas desarrollistas dentro de la UCRI, encabezados por Arturo F rondizi y
Rogelio Frigerio, se separaron de la UCRI y fundaron el Movimiento de
Integración y Desarrollo.En las elecciones presidenciales de 1989 el MID formó
parte de la alianza que llevó al poder a Carlos Menem, ocupando siempre un
ministerio durante el primer mandato de aquél, entre 1989 y 1995. Primero fue
Antonio Salonia ministro de educación y luego fue Oscar Camilión ministro de
defensa.
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Aporte de Carlos:
Héctor Walter Valle, es licenciado en Economía Política UBA,
presidente de la Revista Coyuntura y Desarrollo, tiene estudios de postgrado
vinculados al desarrollo, e integró el Plan Fenix . Falleció en diciembre de
2015.
Su texto es contemporáneo, data de diciembre de 2009 y
comienza elogiando el gobierno de Frondizi y Frigerio, a la vez que traza un
paralelismo con el golpe mediático que sufrió el gobierno desarrollista y el
constante asedio al gobierno peronista de 2009, no es la única comparación pues
también alude a vicepresidentes opositores.
El texto, compuesto de varias partes muy claras y
acompañadas de cuadros y datos concretos abarca diversos aspectos y busca
llevar luz sobre el proceso desarrollista, de fines de la década del 50 en
nuestro país y en particular los problemas que deben sortear los países
subdesarrollados, dejando en claro que sin una profunda intervención por parte
de los Estados es casi imposible romper con el circulo vicioso del
subdesarrollo, y lo inmensamente complejo que implica superar el subdesarrollo,
no sólo por la oposición de países centrales, sino por el círculo vicioso de
rentas obtenidas en la actual economía por las clases dominantes.
Con acierto señala que los procesos de industrialización en
el mundo estuvieron basados en una profunda explotación de la mano de obra y en
la utilización de rentas de sectores privilegiados, lo cual torna difícil su
implementación.
El papel de las multinacionales es muy importante pues
generalmente debajo del velo del desarrollo se oculta la búsqueda de maximizar
ganancias y ventajas particulares de los países objeto de la inversión.
Las dificultades para gobernar un país donde el peronismo
estaba proscripto desde el 55, con Perón dando señales contradictorias desde el
exilio, y sobre todo aplicar un proyecto de desarrollo industrial, con las
modificaciones a la distribución del ingreso, generaron a la vez mayores
disputas que hacían tambalear constantemente a la dupla Frondizi – Frigerio.
Valle expresa una visión muy positiva respecto de la gestión
de Frondizi, la que caracteriza como heterodoxa y orientada a salir del subdesarrollo mediante
la industrialización, logrando implantar un ciclo de inversiones que se
desarrollaría durante la siguiente década.
Los resultados en materia de independencia energética son
positivos y revelan que la producción petrolera se duplicó alcanzando el
autoabastecimiento hacía 1962.
Un dato interesante y vinculado a las grandes presiones
soportadas por Frondizi, indica que la fecha en que vencía un contrato leonino
firmado con la British Petroleum, coincidió con el derrocamiento del gobierno
constitucional.
La apertura al capital extranjero fue la única salida para
una gestión que no contaba con excedentes externos, sino todo lo contrario,
donde el 25% de las exportaciones se las llevaba el déficit petrolero, con un
Estado que tampoco contaba con los recursos necesarios para el plan de
desarrollo. Y para que estos capitales se sintieran atraídos habría que darles
acceso a rentas oligopólicas, que es precisamente en lo que invierten.
Se buscaba luego de la inversión extranjera el desarrollo de
una burguesía local que lentamente fuera adquiriendo posición y relativizando
al capital foráneo.
La política importadora tuvo un fuerte sesgo proteccionista,
sólo ciertos productos básicos para la industria gozaban de arancel cero, luego
el arancel pasaba al 20%, al 40% y al 300% en automóviles, llegando al 500%
para bienes no incluidos en los aranceles anteriores, por lo cual se hablaba de
protección infinita, pues también debía conformarse un depósito previo a la
importación.
Entre los cuestionamientos figura el acuerdo firmado con el
FMI que impuso un ajuste ortodoxo que generó una baja del salario real del 23%,
subas de tarifas, y toda la batería de medidas restrictivas, aplicadas por el
flamante ministro Alvaro Alsogaray, lo cual produjo importantes
manifestaciones. La necesidad de cubrir déficits con financiamiento externo,
hubo de ser la causa de estas medidas.
Julio Nosiglia
El encuadre de nuestro país dentro del grupo de naciones
subdesarrolladas, para la década del 50 despertaba grandes controversias pues
como explica Frigerio si bien muchos índices eran equiparables a países
desarrollados, ingreso per cápita, tasa de analfabetismo, existían factores históricos y dinámicos que
conducen hacia el subdesarrollo. Como país proveedor de materias primas en la
división internacional del trabajo a largo plazo y en virtud de la
concentración del capital termina enriqueciendo a las naciones industrializadas
y empobreciendo a las no industrializadas, aunque se obtenga un nivel de
riqueza fruto de la explotación de campesinos, colonos y demás obreros del
ámbito rural, tal como sucedió a principios del siglo XX, lo cual alentaba la
idea de desarrollo basado en la producción primaria.
Frigerio detalla cinco puntos que explican el problema del
subdesarrollo y por qué a principios de siglo alcanzaban para satisfacer las
necesidades de nuestra población, y tienen que ver con el aumento de la
población por tres, su urbanización, el incremento del consumo rural y
consiguiente menor saldo exportable, el incremento del nivel de vida con el
consumo de productos de la industria liviana que produce nuestro país pero que
demanda insumos importados, la importación de combustibles, y el marcado
deterioro de los términos de intercambio, producto de la suba en el valor de
nuestras importaciones y la baja de precio de nuestras exportaciones.
Da las razones de invocar al capital extranjero, pues el
ahorro nacional es escaso, el endeudamiento es inviable y por lo tanto no hay
otra forma de generar las inversiones para el desarrollo de la industria.
Los detractores aludirán a cuestiones de soberanía nacional
y a los capitales que se instalan en sectores primarios con el fin de proveer a
sus casas matrices y luego importar productos terminados, con lo cual el
desarrollo es nulo.
Lo que busca el desarrollismo es que se produzca
internamente aquellos bienes que se venían importando y para ello esas
industrias se instalarían aquí. Lo importante no es –dice Frigerio- el origen
del capital ya sea extranjero o de familias patricias, sino el destino, si se
aplica a fomentar el sistema primario será nocivo, si en cambio se destina a
industrias sustitutivas, su fin será nacionalizador, y esto dependerá de las
políticas estatales.
Los críticos dirán que el capital extranjero busca rápidas y
altas ganancias y que sus inversiones casi siempre están vinculadas a abastecer
de materias primas a los países desarrollados y que es muy difícil que se
establezcan en países donde los mercados no son importantes y no están
protegidos, y donde no se les dé absolutas garantías de tipo legal.
Respecto al rol del Estado en la economía será aún más
critico señalando la ineficiencias de YPF que es altamente ineficiente en
comparación con el sector privado. Si bien no rechaza al Estado, al modo
liberal, establece que sólo debe estar vinculado a actividades específicas
donde no entorpezca el desarrollo y donde sea eficiente, pero al detallar todas
las actividades es evidente que le asigna un rol restringido, pues concluye que
cuando el Estado intervino en la producción petrolera y de acero los resultados
fueron la importación de la mitad del consumo interno.
La mirada desarrollista al tema de la concentración de la
tierra es distinta a las posturas de distribución agraria al estilo mexicano.
Se hace un análisis del cual la concentración de la tierra no sería
determinante en la configuración de la economía y aunque se distribuyesen, los
problemas subsistirían. Por otro lado en caso de realizar expropiaciones la
oposición no sólo de los sectores terratenientes sino de la clase media lo
harían inviable.
Respecto a las recetas monetaristas es muy crítico pues su
único objetivo es obtener la estabilidad monetaria que tiene como consecuencia
generar estancamiento, desocupación y en general agravar la situación inicial,
en cambio el desarrollismo apunta a mayores niveles de inversión para generar
más oferta, en cuanto a la inflación y mayor actividad económica que luego de
ser necesario implique algún ajuste fiscal o monetario, pero en forma
subsidiaria.
Frondizi da por tierra con las teorías clásicas de libre
mercado, libre cambio, en definitiva dejar al mercado la planificación, y
enuncia con detalle la protección y planificación de países desarrollados que
son tomados de ejemplo. La actual, señala, es una economía de monopolios,
alejada de un sistema de competencia perfecta.
Otra crítica vigente hasta hoy dice ¿Porqué producir algo
que hoy podemos importar a mejor precio y mayor calidad? Todas las naciones
desarrolladas en algún momento tuvieron que pagar algún tributo por
industrializarse y la Argentina debería pagarlo. Este es un punto fundamental
que restringe cualquier proyecto industrializador en economías democráticas.
Hay un interesante cruce entre Rogelio Frigerio y Alvaro
Alsogaray, que consistió en notas publicadas en el diario Clarín, en el cual
Frigerio expone puntos clave del desarrollismo, con aval científico y
estructura teórica, mientras que Alsogaray responde con datos sin fundamentos y
comparaciones sin ningún basamento científico ni teórico. La diferencia es muy
evidente.
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Aporte de Alberto:
En líneas generales, los textos asignados para la clase abordan el
pensamiento desarrollista de Arturo Frondizi y, en particular, de Rogelio
Frigerio. En este sentido, el texto de Héctor Valle, quien fuera presidente
de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), economista del
Plan Fénix, y defensor de las principales ideas del desarrollismo, aborda dicha
temática teniendo en cuenta las características centrales del gobierno
desarrollista entre 1958 y 1962. Por su parte, el artículo de Julio Enrique
Nosiglia considera el plano más estrechamente ideológico del desarrollismo,
destacando los elementos centrales de esta corriente de pensamiento. Las
fuentes obligatorias, que incluyen el Estatuto
del Subdesarrollo, escrito por el propio Frigerio, y los artículos del
Diario Clarín, en donde éste polemiza con Álvaro Alsogaray, dan cuenta de los
aspectos más importantes del pensamiento de Frigerio y, por ende, serán
referenciados oportunamente cuando se analicen los dos textos principales.
Comenzando con el texto de Julio Enrique Nosiglia, como ya se
dijo, el objetivo de éste es analizar los aspectos centrales del pensamiento
económico del desarrollismo. El artículo comienza describiendo la situación del
radicalismo en los años de la revolución libertadora. Aquí se oponían los
radicales de la ''convención de Avellaneda'', con su orientación nacionalista
en relación a la utilización de los recursos naturales, y los seguidores de
Frondizi, integrados en la UCRI, quienes tenían una visión más permisiva e
inclusiva respecto al rol que debía jugar el capital extranjero en esta nueva
etapa que se abría en la Argentina. De esta confrontación sale triunfante el
ala frondizista, quien es elegido electo presidente en 1958, a partir del
conocido pacto Frigerio-Cook.
Luego de esta breve descripción de la
situación política, Nosiglia comienza su análisis de los principales postulados
desarrollistas. Al respecto, destaca dos proposiciones fundacionales de la
teoría, ambas vinculadas al entendimiento de la economía mundial. En primer
lugar, la idea de que ésta había entrado en una fase de coexistencia pacífica,
impulsada por el miedo al aniquilamiento mutuo y las pérdidas de la guerra, en
donde lo que verdaderamente importaba era la competencia productiva y
comercial. En este nuevo contexto, se abría un oportunidad para los países en
vías de desarrollo, ya que la competencia productiva, en conjunción con el
ciclo recesivo que estaba experimentado EEUU hacia finales de la década del
cincuenta, orientaría a las empresas multinacionales a relocalizar sus empresas
en zonas menos desarrolladas, impulsando la industrialización y la integración
del mercado interno en los países que más aptamente puedan captar y orientar
este nuevo caudal de inversiones. La segunda premisa en la que se basaba el
desarrollismo era el deterioro de los términos del intercambio, mecanismo por
el cual la economía mundial tendía a deprimir los precios de los productos
agrarios y a mantener altos en términos relativos aquellos provenientes de la
industria. Ello implicaba, según el desarrollismo, una participación declinante
de las economías primarias en la economía mundial y una división mundial
marcada por países desarrollados y subdesarrollados. En este marco, tanto
Frondizi como Frigerio interpretaban la situación de la Argentina a partir de
este prisma, considerándola como un país subdesarrollado debido,
principalmente, a que su sector primario no puede compensar la demanda
importaciones que requiere tanto su industria como su población.
A partir de allí, Nosiglia se adentra
en uno de los elementos conceptuales más conflictivos del desarrollismo, esto
es, el rol que le adjudica al capital foráneo. Al respecto, dicha teoría
sostenía que la insignificancia del crédito y externo y la imposibilidad de
disponer de adecuadas tasas de ahorro interno obligaban a las economías
subdesarrolladas a considerar al capital extranjero como un potencial agente
dinamizador de sus economías. Sin embargo, tal como lo aclara el autor, no era
la forma tradicional de inversión externa aquella que vendría a completar e
integrar los mercados nacionales, tradicionalmente orientada en la exportación
de materias primas, sino aquellas que estén dispuestas a desarrollar las
industrias intermedias y pesadas. En este sentido, si las inversiones se
utilizan para impulsar determinados sectores estratégicos que permitan el
desarrollo nacional, éstas serán promovidas por el desarrollismo (a partir de
políticas fiscales, arancelarias, etc.). Sin embargo, si la inversión es
direccionada a reforzar la estructura atrasada y primarizada existente, violentando
la posibilidad de industrializar el país y fomentar el mercado interno, son
inversiones que van en contra de nuestros intereses, hecho por el cual son
rechazadas desde la teoría en cuestión. En este sentido, el desarrollismo
impondría limites al capital extranjero, y ello sería posible a partir de la
unidad nacional de los distintos sectores. Las empresas multinacionales, por su
parte, encontrarían incentivo en invertir en países periféricos dada la antes
mencionada situación económica de Estados Unidos y las políticas de fomento a
las empresas transnacionales por parte de Eisenhower.
Luego de haber aclarado la posición
desarrollista, Nosiglia destaca el énfasis, las prioridades y el ritmo que ésta
teoría proponía para la economía Argentina. En este sentido, se hace hincapié
en la importancia que tenia desarrollar las industrias de industrias, esto es,
la producción de los medios de producción, y la integración vertical y
horizontal (integración geográfica-económica de la nación) de la economía.
Asimismo, se consideraba al petróleo como primera prioridad y al acero como
segunda. La conjunción de estas dos industrias, que habrían de ser financiadas
por la exportación de carnes, daría el salto hacia adelante de la economía
argentina, completando los mercados nacionales. La tercera prioridad, por su
parte, sería dinamizar las exportaciones tanto de carnes y como cereales.
En
este marco, el desarrollismo propone una explicación innovadora respecto a la
relación del agro con la industria, sosteniendo que la producción de acero y
petróleo (la industria pesada) dinamizaría aun más el sector agropecuario. En este sentido, y contrario a lo que plantea
Alsogaray en el debate
Frigerio-Alsogaray, el desarrollismo no esboza una contradicción entre
sector agropecuario e industria, ni establece una distinción entre industrias
nobles y poco nobles, sino que afirma que para qué el agro sea un verdadero
beneficio para la nación, este tiene que ser completado con la industria
pesada. Una clara representación de que el desarrollismo no es anti-agro, como
plantea Alsogaray, es su entendimiento sobre el dinamismo del sector. En este
sentido, contrario a lo que muchas veces se plantea desde las corrientes de
izquierda o desde el propio peronismo, para el desarrollismo no sería
beneficioso una reforma agraria, ya que la inversión (y por ende la
productividad por hectárea) no está vinculada a la forma de tenencia de la
tierra o a la dimensión de la unidad de explotación, sino más bien a las
condiciones económicas, lo cual es función de la expansión y el desarrollo el
conjunto de la economía. En este sentido
es que el agro es que la producción agropecuaria se beneficiaría de los avances
en la industria y en la producción de bienes de capital y maquinaria en el
mercado local. En síntesis, tal cual lo plantea Frigerio en el Estatuto del Subdesarrollo, el problema de la productividad
agropecuaria no s basa en la tenencia de la tierra, ni existe un contradicción
clara entre la industria y el agro. Más bien, Frigerio plantea que el
desarrollo industrial y la reducción impositiva a la tecnificación se trasladan
rápidamente a la producción agropecuaria, permitiendo un aumento de la
productividad sin cambios en la estructura de la propiedad rural.
Luego de aclarado este punto, Nosiglia sostiene la posición
desarrollista respecto al sector financiero y monetario. Al respecto, esta
escuela de pensamiento propone, como marco general, la subordinación de las
finanzas a la producción, esbozando una fuerte crítica a la visión tradicional
de las políticas de estabilización. En este sentido, la explicación
desarrollista de la inflación invierte la causalidad entre inflación y
desarrollo sostenida por la teoría cuantitativa del dinero tradicional. Al
respecto, se afirma que la estabilización sin la expansión es una falacia, ya
que este problema se encuentra en las rigidices para producir bienes y no en un
problema de exceso de demanda generada por la emisión sin respaldo. La
inflación se debe principalmente, como sostiene el propio Frigerio en el Estatuto del Subdesarrollo, a dos
causas relacionadas al subdesarrollo Argentino. La primera es el déficit
en balanza comercial que sigue con déficit en la balanza de pagos, mientras que
la segunda causa, es el sobredimensionamiento público que genera circulante en
actividades improductivas.
En este marco, los pasos los pasos de
una política de estabilización con expansión sería los siguientes: despidos de
empelados superfluos, tanto en el sector público como en el privado;
privatizaciones (periféricas) para palear el déficit presupuestario, aunque sin
ceder soberanía en las áreas de importancia; reformas impositivas que tiendan a
estimular la inversión y, finalmente, una politíca crediticia a favor de la
industria que tienda a absorber la pérdida en los puestos de trabajo generada
por los despidos.
Finalmente, Nosiglia concluye con una
síntesis de lo antes expuesto, y aclara la importancia del desarrollismo y la
astucia de sus principales exponentes, Frondizi y Frigerio, destacando
principalmente la claridad en el entendimiento de la economía mundial.
El texto de Héctor Valle, luego de aclarar su adhesión a las ideas desarrollistas,
se propone analizar los principales acontecimientos político-económicos de los
1.428 días desarrollistas. Para ello, en la primera parte describe el contexto
ideológico, político y económico internacional, al tiempo que describe brevemente
las tendencias culturales de Argentina hacia fines de la década del cincuenta y
principios del sesenta. En este sentido, el texto pone como antecedente del
desarrollismo las políticas económicas de desarrollo de la industria pesada y
de autoabastecimiento energético de la Unión Soviética en la década del veinte,
en donde los objetivos eran promover el autoabastecimiento energético para
impulsar la industrialización y dinamizar el débil sector primario. Se establece
aquí, además, la apertura ideológica de sectores del comunismo, que planteaban,
de manera similar con el desarrollismo, que para llevar a cabo estos objetivos
era necesario utilizar al capital extranjero estratégicamente, sin ceder
soberanía. Por otra parte, como contracara de este proceso, el autor explica
las políticas económicas de Eisenhower de la década del cincuenta, que
tendieron a cambiar la orientación de las empresas multinacionales, promoviendo
su producción en países periféricos para promover las ventas externas de EEUU.
Ello ofrecía a la Argentina, según aclara Valle coincidiendo con el desarrollismo, en una situación inmejorable para desarrollar
su industria.
Luego de realizada esta caracterización,
Valle destaca el contexto internacional de la producción petrolífera a nivel
mundial y su correlación a nivel nacional, aceptado una de las principales
premisas del desarrollismo, esto es, que para lograr el objetivo planteado, el
autoabastecimiento, no alcanzaban los recursos nacionales, sino que había que
atraer un volumen importante de inversión extranjera en el sector.
A partir de allí, Valle se mete en los
acontecimientos desarrollistas luego de la asunción de Frondizi, remarcando
primero la fragilidad y la falta de legitimidad
política del Presidente, debido principalmente al rechazo que generaba
Frigerio en los sectores más conservadores y al apoyo pendular de Perón.
Respecto a las políticas económicas se
destacan las decisiones de sesgo progresista tomadas en el primer año de
mandato, sobre todo el incremento de salarios del 60%. Ello se llevo a cabo,
sin embargo, sin perder de vista la necesidad de incrementar la tasa de
inversión, sobre todo en los sectores de bienes intermedios y de maquinarias y
equipos (sector petrolero y petroquímica). A pesar de ello, las fuertes
presiones sobre el balance de pagos que esta política implicó llevó al ajuste
de 1959, llevada a cabo por Alsogaray en el Ministerio de Economía. Ello
implicó, como parte de una política inflacionaria de caracter ortodoxo la eliminación
del tipo de cambio y la devaluación tacita de la moneda, la liberalización
comercial y de precios, el congelamiento de salarios y el aumento de tarifas.
Las políticas de estabilización lograron su efecto deseado hacia 1960,
reduciendo la inflación a un 1,1% y generando un superávit comercial después de
dos años. Ello no obstante, fue un programa de estabilización con recesión, hecho
que suscitó fuertes críticas hacia adentro del desarrollismo, especialmente por
parte de Frigerio.
Luego de explicada la políticas de
ajuste, subrayando que ello se debió más a la falta de palabra de Ministro
Alsogaray que una orientación del gobierno desarrollista, el autor hace un
breve análisis del comportamiento de las principales variables económicas,
destacando que si bien el producto creció moderadamente, la inversión creció
significativamente y la demanda de importaciones cambio su composición, en
donde los productos de capital y maquinaria vieron incrementada
significativamente su participación. Ello redundó en un fuerte crecimiento en
las industrias básicas y pesadas promovidas por el desarrollismo; proceso que,
si bien se manifestó de manera no despreciable entre 1958-1962, habría de
madurar entrada la década del sesenta.
En síntesis, Valle describe los principales
acontecimientos político y económicos del desarrollismo, destacando sus
resultados de largo plazo y sosteniendo que éste fue la opción más viable
durante la época. En efecto, atribuye a las virtudes de este período casi
exclusivamente el fuerte crecimiento posterior hasta 1974.
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Aporte de Andrés:
Valle, Héctor, “Los
desafíos del desarrollo en la Argentina: El interregno desarrollista”,
Publicación Coyuntura y Desarrollo No. 327, FIDE, Buenos Aires, Argentina,
2009.
La publicación
intenta repasar los años del período desarrollista, bajo la presidencia de
Arturo Frondizi (1958-1962), brindando un nutrido análisis de las décadas
previas, y lo que fueron las consecuencias económicas en los años venideros al
golpe militar de 1962.
Encuentra puntos de
confluencia ideológicos entre los dos regímenes que polarizaban la política
económica mundial (la Unión Soviética y los Estados Unidos). En ambos resalta
la prioridad establecida en: lograr una rápida y fuerte industrialización, la
modernización del agro, el desarrollo de las fuentes energéticas,
mejoras a los transportes ,y el logro de avances científico
tecnológicos.
Asimismo señala la
estrategia de las compañías multinacionales estadounidenses y luego europeas de
instalarse en países latinoamericanos atraídos por su potencial mercado interno
y enorme dotación de factores. Situación ésta que el gobierno desarrollista
leyó adecuadamente y capitalizó para la financiación de su proyecto de país.
Respecto al ascenso
de Arturo Frondizi a la Presidencia, subraya la necesidad en aquel entonces de conformar
legitimidad política. La tarea que se proponía llevar a cabo el nuevo gobierno,
generaría rispideces tanto con lo que el texto denomina el “partido militar” y
sus simpatizantes; como también con el peronismo y su estructura sindical al
provocar en un comienzo efectos negativos en la distribución del ingreso.
Sin embargo, con
dichas resistencias a cuestas, el proceso de cambio iniciado en 1958 e
interrumpido en marzo de 1962 alcanzó a poner a poner en marcha ciclos de
inversión que habría de brindar sustentabilidad a la economía durante la década
siguiente. Llevándose a cabo una fuerte impronta de planificación estatal y
fortalecimiento de la burguesía nacional, y estableciéndose un orden de
prioridades distinto al que impone el mercado. Se buscó la acumulación de
capital vinculado con la industrialización pesada y la infraestructura básica.
Por último hace un
análisis de los 1428 días del gobierno de Arturo Frondizi donde describe un
punto de partida sombría, con dos décadas acumuladas de atraso en materia de
inversión. Producto de la insuficiencia de las exportaciones primarias,
términos de intercambio desfavorables, la dependencia del petróleo extranjero y
el permanente signo adverso en los términos de intercambio; la economía incapacitada de importar de
acuerdo a sus necesidades. Es por ello que el gobierno de Frondizi decide
terminar con la dependencia petrolera y dar un salto adelante en la generación
de capacidad interna de producir bienes industriales. Se prioriza el desarrollo
del sector petrolero, el químico, la fabricación de automóviles y la
fabricación de máquinas de todo tipo. Así como también se busca erigir grandes
obras hidroeléctricas, modernizar los ferrocarriles e implementar ambiciosos
planes de integración vial.
Para ello se busca
financiación externa en organismos multilaterales de crédito y la participación
del capital extranjero dispuesto a encarar el riesgo de inversiones en la
esfera real de la economía.
Julio E. Nosiglia,
El Desarrollismo, CEAL, 1983, partes 1 y 2 (pp. 7-65).
En su texto, Nosiglia
realiza por una breve introducción histórica acerca de la conflictiva situación
de la Unión Cívica Radical a mediados de la década del ’50, así como la gesta
de la relación entre Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio.
Adentrándose en la
concepción económica del desarrollismo, afirma que los empresarios nacionales y
los trabajadores, independientemente de sus reivindicaciones específicas,
tienen un interés común, el cual radica en el deseo y la necesidad de
desarrollar e integrar el mercado interno.
Ubica a la
Argentina dentro del enorme conjunto de países subdesarrollados. Siendo que
dicho criterio (el subdesarrollo) no es estático, sino que se basa en
relaciones. Es decir, que lo que define el atraso en ciertas naciones es la relación
entre el desenvolvimiento de las economías primarias y el de las economías
industriales de las grandes potencias, proceso éste que conduce infaliblemente
a la pauperización creciente de las primeras y el enriquecimiento de las
últimas.
De manera clara y
precisa, Nosiglia explica el porqué de que los recursos de la producción
primaria no alcancen para asegurar el progreso constante de los pueblos. Los principales
factores radican, según el autor, en el aumento de la población, la elevación
del nivel de vida que diversifica las necesidades y aumenta la demanda de
bienes, y el aumento constante del valor de los bienes industriales que se
importan en contraposición al de las materias primas que se mantiene constante
o declinante
Hacia el final de
su trabajo, Nosiglia intenta una síntesis de los postulados desarrollistas, de
sumo interés para comprender la corriente de pensamiento que nos ocupa. Allí
caracteriza al desarrollo como aquel que busca la verdadera transformación de
la estructura de producción primaria que afecta a los países subdesarrollados.
Asimismo, defiende la idea de una Nación cuya economía no esté dirigida hacia
el exterior y atada al resultado del comercio de los productos primarios, sino
una que se oriente hacia la formación de un vasto mercado interno donde la
economía nacional genere la mayor cantidad y calidad de bienes, tanto
agropecuarios como industriales.
Rogelio Frigerio:
la polémica con Alsogaray, Editorial: MID
En la presente
fuente editada por la Juventud Nacional del Movimiento de Integración y
Desarrollo se compilan cuatro artículos publicados por el diario Clarín entre
los años 1975 y 1976. Tres de ellos obra de Rogelio Frigerio, y uno del
ingeniero Álvaro Alsogaray.
Es interesantísima
la discusión que allí se genera, siendo uno de ellos (Frigerio) referente
teórico ineludible del desarrollismo y el otro (Alsogaray) defensor a ultranza
de la tesis liberal.
En el primero de
los artículos, Frigerio acusa a Alsogaray de inoperante en su función al frente
de la cartera económica en tiempos de Arturo Frondizi como presidente. Asimismo
le critica su insistencia en la posibilidad de aplicar las teorías del ministro
de posguerra alemán Erhard (padre del denominado “milagro alemán”) a la
realidad argentina, situación que Frigerio considera impracticable atento las
distintas características de cada país y de la disímil coyuntura mundial de
ambos momentos históricos. Acusa a Alsogaray de soster que la inflación es la
causa de los males de la Argentina. Y allí, afirma Frigerio, radica su
principal error. La inflación no es la causa sino la consecuencia del
subdesarrollo que azota al país. Es producto de la insuficiencia de la
estructura productiva para generar bienes y servicios requeridos por la
comunidad. La inelasticidad de la oferta determina la tendencia alcista de los
precios.
Es así que si
simultáneamente se expande la producción pueden aumentarse los salarios sin
afectar los precios en la economía. Esto, como consecuencia de que al aumento
de la demanda, aumenta la oferta de bienes y servicios. Aquí también critica al
Plan Gelbard, al decir que tampoco los populistas tienen razón cuando quitan
parte del ingreso a la inversión para darlo al salario, “puesto que la caída de
la inversión hace caer la producción y la inflación hace caer el salario real y
anula por completo la inversión”.
Resume su postura
respecto al papel del Estado al sostener que no debe ahogar la actividad
privada asumiendo actividades para las que no tiene aptitudes. Pero considera
también que el Estado debe fijar prioridades en función del interés nacional y
orientar aquellas hacia las inversiones privadas y públicas que propicien el
verdadero desarrollo nacional.
Por su parte
Alsogaray se dispone en su artículo del 4/01/76, según sus manifestaciones, a
no responder a los agravios personales que le propició Frigerio anteriormente,
y propone remitirse a las cuestiones que hacen a su concepción económica
claramente contrapuesta a la desarrollista.
Con esta finalidad,
comienza mencionando la dificultad residente en que el desarrollismo no es una
política económica sino una lista de actividades empresariales ordenadas
conforme a prioridades dispuestas
arbitraria y burocráticamente. Acusa a los desarrollistas de estar desprovistos
de información documentada relativa a lo que verdaderamente el sector agrario
produce, siendo que no solo es “vacas y
trigo”.
Afirma no poder
definirse a si mismo ni como “agrarista” ni como “industrialista”. Su posición
es la de desarrollar auténticamente todas la actividades económicamente útiles
en miras a una distribución social adecuada. Y, continua afirmando que una
actividad es útil económicamente cuanto más alta sea su aptitud para producir y
competir a precios internacionales. La única prioridad debe ser la eficiencia,
y ella se logra en cuanto una actividad más se aproxime a los costos
internacionales.
Por último,
concluye su manifiesto asegurando que el desarrollismo, por su concepción
dirigista de la economía, conduce indefectiblemente hacia el comunismo.
Selección de
Frigerio, Rogelio, El estatuto del subdesarrollo, Librería del Jurista, 1978.
En este trabajo,
cuya primera publicación data de julio de 1967, Frigerio intenta definir,
caracterizar y explicar el desarrollismo. Esto de la pluma de quien fue, sin
lugar a dudas, un personaje medular de dicha corriente de pensamiento político
y económico que tuvo su esplendor durante la presidencia de Arturo Frondizi
entre mayo de 1958 y mayo de 1962.
Frigerio define a
su propia obra como “una toma de posición en la lucha por la liberación
nacional”. Afirma que únicamente el desarrollismo enfrentó desde un comienzo a
las dos posturas económicas predominantes en el siglo XX en Argentina: el
populismo y el liberalismo. Siendo estas dos, según su afirmación, similares en
su esencia ya que intentan manejar las variables económicas centrales
(salarios, precios, tipo de cambio) de manera arbitraria y burocráticamente.
Por su parte el desarrollismo propugna sincerar dichos términos económicos conforme
a la realidad, privilegiando la producción como núcleo decisivo de la economía.
Asimismo, sostiene que la crisis de la economía argentina radica en su modo de inserción
en la división internacional del trabajo, donde le toca (al igual que todos los
demás países que considera subdesarrollados) el lugar de exportador de materias
primas hacia el mundo, especialmente hacia los países que gozan de un entramado
productivo vigoroso y desarrollado.
Respecto a la
condición de país desarrollado o subdesarrollado, sostiene que dicha condición
no es cuestión de grado, ni se mide por los niveles de relativos de ingreso
nacional por habitante (dando como caso paradigmático a Kuwait cuyo ingreso per
cápita es superior al de los Estados Unidos, y sin embargo ostenta el estado de
país subdesarrollado dependiente casi en su totalidad de los ingresos del
petróleo). El subdesarrollo es una condición estructural, común a todos los
países de producción primaria y que se expresa en el estrangulamiento externo
de la economía. Es así que en miras a lograr el desarrollo nacional, afirma la
necesidad de establecer prioridades en el plan económico a implementar. Lo
misma necesariedad le otorga al capital extranjero, el cual contribuye a
dinamizar las estructuras atrasadas y expandir las nuevas.
Por último, y en relación
al papel del Estado en la economía, se diferencia de las posturas liberales que
intentan la sola supervisión de la competencia como función estatal. Como así
también, de la izquierda y los populistas que hacen del gasto público el motor
de la economía. Siendo así, dispone que el cambio en la estructura productiva
no se cumple sin una deliberada acción estatal que tenga como finalidad
ulterior el progreso en cantidad y calidad de la producción nacional, pero sin
asumir funciones empresarias. Solo debe remitirse a las funciones que considera
indelegables.
Friguerio aborda
tambièn su visión sobre la cuestión agraria, la inflación (la cual solo se
combate alcanzando el desarrollo productivo del país), el comercio exterior y
la integración y complementación nacional.
Luego se dispone
brindar su parecer respecto a los que considera los economistas argentinos más
importantes e influyentes desde la década del ’30 hasta los momentos en que
escribe su obra. Así, analiza la concepción económica de Federico Pinedo, Raúl
Prebisch, Álvaro Alsogaray, Antonio Cafiero, Aldo Ferrer, Cueto Rua, etc.
Siendo todos ellos de cosmovisiones económicas muy disimiles, resulta de sumo
interés el análisis y crítica que Frigerio se esfuerza por realizar.
Concluye diciendo
que todas esas concepciones económicas fueron coincidentes en la negación, la
subestimación o la aceptación simplemente formal del factor externo como causa
del subdesarrollo argentino y concibe la integración regional como una etapa
posterior a la propia y necesaria integración nacional.
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Aporte de María Consuelo:
Valle,
Héctor, “Los desafíos del desarrollo en la Argentina: El interregno
desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No. 327, FIDE, Buenos Aires,
Argentina, 2009
Licenciado en Economía Política
(UBA). Presidente de la “Fundación de Investigaciones para el Desarrollo”
(FIDE) desde diciembre de 1991. Profesor de postgrado de la UBA.
El texto se centra principalmente en
recuperar el período desarrollista 1952-1962 dado que el autor encuentra
decisivos dichos años, a pesar de que en 1962 suceda un corte del modelo
desarrollista, tanto para el desenvolvimiento de la década posterior como para
las estrategias de desarrollo fundado principalmente en los ciclos de inversión
que se pusieron en marcha. Encuentra a la corriente desarrollista de tinte
heterodoxa, e identifica a la relación de Frondizi con los medios similar a la
vigente en el año de publicación del texto (2009). Considera la importancia de
estudiar estos años, de cara al presente. Para comenzar se presentan datos del
contexto internacional, URSS y EEU, donde tienen en común la industrialización
y la modernización del agro. Otro dato que resalta Valle es la expansión de la
trama multinacional, coyuntura que sería utilizada por el gobierno
desarrollista. El autor sobre la situación económica para 1958 destaca que la
Argentina seguía siendo una estancada economía de base agroexportadora, y que
Frondizi quien asume al poder en el marco de un pacto con el peronismo, encuentra
una Argentina al borde de la cesación de pagos. Era necesario eliminar la
dependencia del petróleo importado y dar un salto en la capacidad interna para
producir bienes industriales. Existían problemas con los pagos externos y las
importaciones estaban limitadas. El proceso industrializador necesitaba de
inversiones muy superiores a las de época anterior y a las que podían generarse
con los excedentes de la actividad primaria por lo que se pensó en el capital
privado extranjero para desarrollarlas. Entonces el gobierno desarrollista se
propuso como objetivo acelerar el crecimiento mediante un incremento sustancial
de la tasa de inversión en determinados sectores prioritarios: petróleo, gas,
plantas químicas, siderurgia y polos petroquímicos, además de inversiones en
infraestructura. Los desequilibrios serían el sendero de crecimiento, ya que
según Valle la corrección de los mismos es lo que promueve nuevas inversiones. En
1959, dado que luego de un año recuperación (1958) tuvo que nombrarse a
Alsogaray, en un contexto de fuerte conflictividad social y política, al frente
del Ministerio de economía a fin de apaciguar los intentos golpistas, provocando
esto, una crisis a causa de un ajuste severo en ese año con una fuerte
devaluación entre otras medidas, a pedido del FMI para poder llegar a un
acuerdo de préstamo para infraestructura. Dada la facilidad de importar se
evidenció en estos años un fuerte ingreso de bienes de capital y de
equipamiento para las industrias básicas con el fin de modernizar la industria.
La contracara fue un aumento significativo de los niveles de endeudamiento. En
1960 se provoca una veloz recuperación gracias a los efectos expansivos de la
inversión. Sin embargo, una vez diluidos los efectos de la devolución el sector
externo volvió a presentar dificultades. Con el deterior del tipo de cambio
real y el balance comercial se empezaron a perder reservas especialmente a
partir de 1961. A pesar de haber alcanzado el autoabastecimiento petrolero y
una industria automotriz instalada la venta de la pobre cosecha de 1960/1961 no
alcanzó para pagar la deuda y volvieron las presiones del FMI.
El autor indica que gracias al plan
desarrollista Argentina transitó durante 10 años de crecimiento.
Selección
de Frigerio, Rogelio, El estatuto del subdesarrollo, Librería del Jurista, 1978
Rogelio Frigerio (1974-2006) fue
periodista y político argentino, personalidad central del gobierno de Arturo
Frondizi, (1958-1962), fundador junto a él del Movimiento de Integración y
Desarrollo, y principal teórico del pensamiento desarrollista en Argentina.
Al comenzar su texto se ve una
defensa y reivindicación del método científico elaborado por el Desarrollismo
como camino de interpretación de la realidad. Hace mucho énfasis en La Nación y
en la liberación nacional.
Frigerio realiza un repaso sobre el
pensamiento económico argentino (repasa los planteos de Pinedo, Alsogaray, el
peronismo, Ferrer, el monetarismo). Como puntos a remarcar:
- Subdesarrollo: lo identifica como
un resultado de la posición dependiente de nuestro país en la división
internacional del trabajo y se trata de una condicional estructural, común a
todos los países de producción primaria y que se expresa en el estrangulamiento
de la economía.
-Monopolios: son la vía por la cual
opera el factor externo para estrangular a la economía argentina dado que
regulan el mercado, establecen volúmenes y precios. Además identifica en el
comercio mundial un carácter crecientemente monopólico. Frigerio se muestra
contrario a la idea de generar una complementariedad productiva entre países de
la región ya que ello reproduciría la idea de división internacional del
trabajo.
- Estado: su rol principal debiera a
partir de funciones reguladoras y orientadoras, el de cambiar la estructura
productiva de la economía a partir del impulso de las industrias básicas: siderúrgica,
celulosa, química pesada, de bienes de capital, infraestructura energética, de
comunicaciones y transporte. De este modo se profundizaría la ISI. El mercado
interno debe ser el motor de este proceso.
- Prioridades económicas y políticas:
el autoabastecimiento de combustible y acero y el funcionamiento de la
industria de bienes de consumo.
- Inflación: la causa de la misma en
los países subdesarrollado está dada por el deterioro de los términos de
intercambio, déficit comercial y de balanza de pagos. La solución a ello es un
cambio en la estructura productiva.
- Capital extranjero: considera que el
ahorro nacional es insuficiente por el deterioro de los términos del
intercambio, un mercado interno chico, un sistema crediticio restringido. El
capital extranjero entonces se convierte en un socio vital que reemplazaría la
opción de una restricción en el consumo y el mismo es liberador cuando se
aplica a rubros prioritarios.
Frigerio encuentra rasgos comunes
entre el populismo y liberales frente a las cuales se opone el Desarrollismo,
dado que ninguna ataca el problema del subdesarrollo.
Más adelante Frigerio intenta
demostrar que todas soluciones propuestas distintas al desarrollismo son
diferentes matices de un pensamiento que no ha sido capaz de emanciparse de la
noción de la Argentina como país exportador de alimentos y materias primas. Es
así que encuentra en ellos como denominador común la subestimación o aceptación
del factor externo como causa de estancamiento. Particularmente sobre los aportes de Prebisch, Frigerio sostiene
que la debilidad de la doctrina cepalina aparece en soslayar el papel de los
monopolios de la exportación y de la importación en el fenómeno del deterioro
de los términos de intercambio y en el mantenimiento de las viejas estructuras.
El segundo error consiste en la tesis de la “complementación regional”,
poniendo énfasis en la integración regional sin fomentar el desarrollo
endógeno.
Selección de Frigerio, Rogelio: La polémica con
Alsogaray, Editorial MID.
El texto es un conjunto de notas
publicadas entre los años 1975 y 1976, con un intercambio de 3 notas de
Frigerio y 1 de Alsogaray.
Frigerio retoma varios temas
estructurales abordados por el desarrollismo y realiza una crítica fuerte del
paso de Alsogaray por el gobierno de Frondizi. Lo acusa por una parte de tener
una confusión teórica sobre la economía social de mercado, de apropiarse de
políticas económicos que en realidad ya estaban tomadas antes de que Alsogaray
asumiera como ministro de Frondizi y reconoce que fue expulsado del gabinete
por frenar todas las políticas del desarrollismo.
La respuesta de Alsogaray busca
evitar la crítica personal, que sí realiza Frigerio, y ataca al desarrollismo
argumentando que no es una política económica sino una lista de actividades
empresariales y que favorece a algunos sectores en detrimento de otros. Agrega
que las inversiones que plantearon los desarrollistas no llegaron. Cierra su
exposición destacando que el desarrollismo no funcionó en ningún país y
declara: “la conclusión es que el desarrollismo constituye una vía más hacia el
comunismo”. Luego siguen dos artículos más de Frigerio en donde vuelve a atacar
a Alsogaray y lo acusa de monetarista y de oportunista.
Frigerio responde que el
desarrollismo triunfó en Canadá. Australia va en ese camino. Su propuesta
desarrollista se basa en la utilización de capital extranjero, para sustituir
el ahorro forzoso y el fortalecimiento del Estado Nacional para contrarrestar
las tendencias supranacionales de los monopolios.
Otros de los debates que mantienen
radica en torno a la inflación, diciendo Frigerio que Alsogaray sostiene
erróneamente que la misma es causa del subdesarrollo cuando en realidad es
consecuencia y le critica que su respuesta se base en soluciones monetaristas
en vez de otras con eje en la producción. Le critica duramente que aún crea en
la mano invisible de Adam Smith y en la libre competencia y en este sentido se
oponen en cuanto a la concepción de la intervención del Estado en la economía.
Para Alsogaray las actividades de la economía a motorizar deben ser aquellas
que sean capaces de competir a precios internacionales y las prioridades deben
establecerse siguiendo el criterio de la eficiencia.
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Aporte de Marina:
VALLE, Héctor: “Los desafíos del desarrollo en la Argentina: El
interregno desarrollista”
Economista, investigador, docente, autor de numerosas publicaciones,
Héctor Valle acredita una vasta
actuación en el ámbito público y privado, nacional e internacional. Participó
en el Consejo Nacional de Desarrollo (Conade), fue Consultor de Naciones Unidas
para la elaboración de planes de desarrollo económico y, entre otras funciones
a nivel gubernamental, fue Subsecretario de Programación Económica, Director
del INDEC, presidente del Fondo Nacional de las Artes e integró el directorio
de YPF. Fue director de la Fundación FIDE y en 1991 pasó a ser el presidente de
esa entidad.
El texto en su conjunto analiza
la experiencia del desarrollismo a partir del histórico debate acerca de las
prioridades en materia de la acumulación de capital en los países
subdesarrollados. A su vez contextualiza
el surgimiento del mismo vinculándolo con diferentes corrientes teóricas que tienen
como común denominador los pasos hacia el desarrollo en un contexto de
deterioro de los términos de intercambio y de nueva división internacional del
trabajo: Ernesto Giudici (“Imperialismo
inglés y liberación nacional” de 1940), Ragnar Nurskse (“Problemas de la formación de capital en países subdesarrollados”
de 1953) y Maurice Dobb (“Ensayos sobre
el capitalismo, desarrollo y planificación” de 1973), entre otros.
Así pues, el autor propone un
abordaje ideológico junto al contexto internacional y los grandes cambios
culturales y sociales que tuvieron lugar en los años sesenta. Comienza su
exposición con un extracto del texto de Rogelio Frigerio titulado “Desarrollo y
subdesarrollo económicos” que utiliza como disparador. Asimismo, toma como
punto de partida la experiencia de la Unión Soviética y a la India para
ejemplificar porqué comienza a darse el debate sobre la necesidad de una
industrialización que “en todos los casos
[…] parte de una restricción principal…” [1],
que siempre es el ahorro interno. Siguiendo
esa línea, luego de la segunda guerra mundial, el autor remarca que hay
similitudes ideológicas entre la URSS y Estados Unidos: para ambos la
industrialización sumada a la modernización del agro eran objetivos
prioritarios para lograr el desarrollo.
Héctor Valle explica la situación
política interna de la Argentina, antes de las elecciones presidenciales de
Arturo Frondizi y hace hincapié en el “pacto social” firmado entre
desarrollistas y peronistas aludiendo a un reconocimiento de las coincidencias
entre ambas ideologías. Sin embargo aquí se produce una contradicción respecto
a lo que el propio Rogelio Frigerio expone (se analizará más adelante en el
análisis de “Estatuto del subdesarrollo”).
Respecto a la viabilidad en la
argentina de un proyecto de desarrollo parte de la necesidad de comprender por
qué la Argentina no estaba acompañando la fase larga de auge que vivían las
economías industrializadas de Europa y el Japón en los años cincuenta; como así
tampoco los progresos que se registraban en la región (Brasil y México). Se
sostiene que Argentina debía “cortar camino” para alcanzarlos y dar un salto
hacia delante dinamizando el proceso de acumulación de capital vinculado con la
industrialización "pesada" y la infraestructura básica en base a una
alianza con el capital extranjero.
Resulta interesante destacar la
liviandad con que explica que ese proceso de industrialización acelerada que se
proponía traería consigo desequilibrios que son necesarios para que la economía
siga creciendo; así pues, esos desequilibrios causarán a su vez un círculo
virtuoso de crecimiento. A mi entender el autor no presenta datos estadísticos
para sostener su postulado, solo se apoya en la tesis de Albert Hirschman.
FRIGERIO, Rogelio (1983): “Estatuto del subdesarrollo”.
Rogelio Frigerio (1974-2006) fue periodista y político argentino,
figura clave del gobierno de Arturo Frondizi, (1958-1962), fundador junto a él
del Movimiento de Integración y Desarrollo, y principal teórico del pensamiento
desarrollista en Argentina.
La primera edición del libro “El
Estatuto del Subdesarrollo” fue en 1967 pero sería re editada en dos
oportunidades (1974 y 1983), aunque aclara el autor que sus ideas conservan una
vigencia intacta.
Ya desde el comienzo del libro
tiene una clara defensa y valorización del desarrollismo para interpretar “correctamente”
la realidad y formular una doctrina económica, según sus postulados. Deja ver,
a mi entender, una especie de victimización por parte de la ideología
desarrollista de “les estamos advirtiendo lo que va a pasar y no nos escuchan”,
por ejemplo cuando escribe el último prólogo en 1983: “cada uno de los
vaticinios del desarrollismo se cumplió puntualmente”.
Postula que el subdesarrollo es
consecuencia de la posición dependiente de nuestro país en la división
internacional del trabajo. Es una condición estructural, común a todos los
países que dependen de la producción de productos primarios y con problemas de
restricción externa. Asimismo, se debe partir de aceptar el deterioro de los
términos de intercambio para así desarrollar un plan con prioridades económicas
y políticas que guíen al país subdesarrollado hacia la industrialización.
Así pues, sus aportes más
importantes para lograrlo son: identificar las actividades económicas
prioritarias y poner todo el esfuerzo allí; la necesidad preponderante del
capital extranjero; el papel del Estado en la economía (participativo en las
decisiones pero no burocrático); integración regional (primero se debe lograr
la integración de la economía nacional); el problema agrario (disiente de lo
que postula la izquierda sobre la necesaria Reforma Agraria); que la inflación
se origina por el deterioro de los términos de intercambio, no sirven
soluciones monetarias, solo el cambio de la estructura productiva abocará de cuajo
el problema de la inflación.
Por último, Frigerio dedica parte
de su análisis al pensamiento económico argentino e identifica dos líneas:
librecambistas y proteccionistas e intenta demostrar que todas las tesis y
soluciones propuestas ajenas al desarrollismo no van a prosperar porque parten
de la noción de la Argentina como país exportador de productos primarios. Así,
se distancia de todo el resto de las corrientes ideológicas, las cuales abarca
una por una y termina poniendo de manifiesto como una especie de “originalidad” del desarrollismo.
Nosiglia, Julio Ernesto: “El desarrollismo”
Sobre esta misma dirección
escribe Nosiglia en su texto titulado “El desarrollismo” que está exactamente
en la misma línea que el texto de Frigerio. Lo distinto que puede
remarcarse del texto del autor es que si bien queda claro que su ideología es
el Desarrollismo, lo expresa de una manera menos tajante, a diferencia Frigerio.
Explica el desarrollismo desde
los inicios de la relación Frondizi-Frigerio de los cuales utiliza incansables
citas. A su vez da lugar a las críticas que realizan las corrientes opositoras
las cuales contesta una a una. Sin embargo no dilucidé aporte nuevo alguno por
parte del autor. Solo demuestra lo acertado de los postulados desarrollistas con
“el más absoluto pragmatismo político y un análisis económico casi científico
de la realidad del país…”
FRIGERIO, Rogelio: la polémica con Alsogaray
Debate e intercambio de artículos
entre Rogelio Frigerio y Álvaro Alsogaray que se hizo público en el diario
Clarín hacia fines de 1975 y principios de 1976. Resulta interesante destacar el
corto tiempo entre “respuesta y respuesta” y la denuncia que realiza Frigerio
contra Clarín al decir que “le abrió sus páginas a quien es columnista de otro
matutino”.
Entre las críticas y objeciones
que Frigerio hace a su “opositor” con dureza se incluyen: que Alsogaray no es
un economista y que sus aportes son slogans publicitarios, no desarrolla sus
ideas; prestó sus servicios a cuatros gobiernos con ideologías sumamente
contrapuestas (Perón, la Revolución Libertadora, Frondizi, Guido y Onganía); lo
ubica dentro de la corriente liberal; critica duramente sus enunciados que las
teorías de Erhard puedan aplicarse a la subdesarrollada argentina sin tener en
cuenta el contexto histórico ; propone soluciones monetaristas a la inflación a
la cual considera que es causa del subdesarrollo
Por su parte, Alsogaray responde:
“El desarrollismo no es una
política económica sino una lista de actividades empresariales compaginada de
acuerdo a un cierto orden de prioridades arbitrarias” quienes pocas veces consiguen
que los recursos se canalicen como ellos desean; fuerzan el desarrollo en pos
de algunos y en contra de otros cuando, dice, la prioridad de actividades debe
fijarse en función de la eficiencia; considera que la inflación siempre produce
subdesarrollo, y no al revés; y por último se pregunta: ¿Dónde ha tenido éxito
el desarrollismo? ¿En qué países se lo ha practicado? ¿Cuáles han sido sus
resultados? Su respuesta es que en ningún país libre el desarrollismo ha
funcionado.
A lo cual Frigerio responde
diciendo que Alsogaray no contesta a lo que él le estaba recriminando y vuelve
a mencionar que se queda en los postulados publicitarios y agradece que la
publicidad no tenga fuerza en lo político; que la competitividad es imposible
para los países subdesarrollados por la existencia de precios internacionales
fijados con procedimientos monopolistas; ignora de dónde proviene la riqueza y
cita a Ricardo para demostrar que la riqueza no proviene del comercio, como
enuncia Alsogaray, sino que el valor de los bienes se origina en el trabajo que
es necesario para producirlos.
Finalmente, dicho intercambio
permite entrever la insistencia con que Frigerio señala las distancia al
desarrollismo del populismo, ubicando a este último en íntimas coincidencias
con el liberalismo. Asimismo, mientras que los populistas expanden el consumo
sin cambiar la estructura productiva, los liberales la contraen también dejando
intacta las bases.
[1] Ver Valle, Héctor, “Los desafíos del desarrollo en la
Argentina: El interregno desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No.
327, FIDE, Buenos Aires, Argentina, 2009.
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Aporte de Celeste:
Selección
de Frigerio, Rogelio, El estatuto del subdesarrollo, Librería del Jurista, 1983.
Periodista y político, actor clave del
desarrollismo de Frondizi con quien fundó el Movimiento de la Integración y el
Desarrollo (MID) en 1963.
Frigerio llama “el estatuto del subdesarrollo”
a la articulación de políticas tendientes a perpetuar la dependencia externa
del país, aún en las condiciones de una nueva división internacional del trabajo.
Su tesis radica en que bajo las nuevas condiciones mundiales (revolución
tecnológica en un mundo que dejo atrás el colonialismo y promueve la
“coexistencia competitiva”) los países “rezagados” tienen abierto el camino a
su independencia y desarrollo. La primera edición nace para denunciar los
efectos del plan monetarista de Krieger Vasena en 1967, una segunda edición se
imprime en 1974 durante la gestión ministerial de Gelbard en última presidencia
de Perón, y la presente que data de 1983 con los efectos plenos pero aún
inconclusos de la etapa liberal iniciada por Martínez De Hoz. A estos últimos, en el prólogo, caracteriza
de populistas y liberales, acusándolos de “deambular
por la superficie monetaria de los fenómenos económicos” mientras que el desarrollismo
privilegia “el núcleo decisivo de la
economía, la producción”. El desarrollismo sostiene que es necesario “sincerar la economía” para impulsar “activa
y prioritariamente” la inversión, que es obviamente clave para el proceso
de formación de capital. En el primer capítulo, “verdad y falacia del
subdesarrollo” destaca que la crisis argentina no tiene origen en los
desajustes monetarios, ni en la puja distributiva, ni en el desorden fiscal, ni
en la forma de tenencia de la tierra (según explican las corrientes
liberales, populistas y de izquierda)
sino que estos son síntomas de la inserción internacional de la Argentina,
castigada como todos los países productores y exportadores de materias primas
por el deterioro de los términos del intercambio, expresado en el recurrente
estrangulamiento externo de la economía. Critica a otros economistas que coinciden en
que el desarrollo integral se debe dar por medio de la industrialización
acusándolos de falso desarrollismo porque “someten
a este a tales requisitos y modalidades” que terminan frustrando el
objetivo, por ejemplo requiriendo previa estabilización monetaria o primando el
factor social por sobre lo económico o negando el papel dinámico del capital
externo, etc. Según Frigerio estos pensamientos “tienen total ausencia de contenido histórico (…) para sus sostenedores el desarrollo es
una teoría económica, no un imperativo político de nuestros pueblos en esta etapa
especifica de su evolución histórica”. Para el desarrollismo entonces el
desarrollo es una lucha, no una categoría abstracta: “el desarrollo económico es la estrategia de la liberación nacional”.
Para lograr dicho objetivo estructura ciertos “problemas político-tácticos”.
Destacaremos aquí solo algunos: “no hay
desarrollo sin prioridades”, en este caso, el gobierno desarrollista vio
que en 1958 lo que requería una sociedad industrial moderna era “Petróleo, siderurgia, energía, petroquímica,
transportes y comunicaciones y tecnificación agraria”. Es interesante
destacar las semejanzas entre el desarrollismo y la escuela austriaca, en sus
conceptos teóricos sobre el capital, el
crecimiento sostenible y la expansión “artificial” del consumo. En el enfoque
austriaco los empresarios solo realizaran proyectos de inversión más capital
intensivos si éstos resultan más productivos. No es lo mismo producir bienes de
consumo que bienes de capital. No obstante, para poder producir más bienes de
capital con los que emprender estos proyectos más lucrativos se requiere de una
mayor acumulación de ahorro que permita mantener a los factores de producción
necesarios por más tiempo. En sí, la condición indispensable para producir más
bienes de capital es la acumulación previa de ahorro real, tal como destaca el
desarrollismo. A medida que éste aumenta, la estructura productiva resultante
se vuelve más integrada e intensiva en capital, alcanzando un mayor grado de
desarrollo. Frigerio estipula que “el
ritmo de crecimiento está vinculado a las posibilidades de acumulación e
inversión” pero la celeridad del desarrollo tiene un significado no solo
económico, sino también de contenido
social. Ya que de acuerdo con el orden de prioridades, se supone que aunque
los salarios reales aumenten, parte sustancial de la riqueza creada debería
encauzarse hacia la inversión. Destaca que en “las etapas iniciales del desarrollo deben postergarse algunas
conquistas”.
Con respecto al capital extranjero dice que es
“liberador cuando se aplica a los rubros
prioritarios de la inversión en la
estructura productiva y enfeuda a la economía cuando se aplica a la
especulación financiera o actividades escasamente reproductivas”. Resulta
de por más llamativo como se refiere al papel del FMI, diciendo que “sería
un absurdo económico no aprovechar esta fuente de crédito que se forma con
nuestro progresivo aporte a través del deterioro de la relación de intercambio”
y que en la medida que “puedan relevarnos
de tomar medidas restrictivas en los créditos y en los salarios deben ser
aprovechados” justificando los créditos tomados durante el gobierno
desarrollista y diferenciándolo de lo que fueron tomados en las siguientes
administraciones. Me resulto de por más interesante el apartado sobre monopolios
en el mantenimiento de la vieja estructura: “cuando nos compran nuestra producción y cuando nos venden la suya, los
monopolios regulan el mercado, fijan los volúmenes y los precios de los bienes
que circulan en el mundo”. Especificando como estos oprimen a los gobiernos
y encausan nuestras producciones. Con respecto al rol del Estado, especifica que al menos en esta etapa no debe
tener gestiones empresarias, debe tener una presencia firme, que establezca prioridades
de inversión y las promueva bajo condiciones que garanticen su atractivo y
rentabilidad. Además, se jacta de cómo
el gobierno desarrollista “reconvirtió” un tercio de la nómina estatal hacia la
actividad privada “sin violencia”. Según el desarrollismo hay una relación
lineal entre el estancamiento productivo y el volumen del gasto público
improductivo (empleo estatal) junto con el crónico déficit fiscal, por lo que
deben bajarse drásticamente ya que es “la
única manera de abrir paso a la formación de capital”. A su vez, pregona
que el desarrollo económico no se puede medir con el criterio de la
economicidad, ni con el “criterio
contable del endeudamiento exterior”.
Luego el texto realiza un interesante análisis
sobre las etapas formativas de las estructuras del pensamiento económico del
siglo XIX y principios del siglo XX, cuando las corrientes se solían expresar
entre librecambio y proteccionismo, sin aparecer aún la idea de desarrollo
económico. Luego de la gran crisis de 1930, aparecen también una rotación de
gobiernos entre populistas y liberales, que según el desarrollismo mantienen la
vieja estructura y no logran diagnosticar los problemas de fondo, enalteciendo
la experiencia del gobierno desarrollista cuyo programa atendió dichos
problemas. Para luego pasar a un análisis de los economistas contemporáneos que
hemos visto en este curso, como son, Pinedo, Prebisch, Alsogaray, Ferrer, Di
Tella, Krieger Vasena y analizar las características de los dos movimientos nacionales y populares,
el yrigoyenismo y el peronismo, a pesar de que, según el autor, carecieran de
un pensamiento orgánico y doctrinario, sino que difundieron consignas de
profunda llegada popular. Además analiza las ideas del nacionalismo económico y
de la izquierda entre otros.
Selección de
Frigerio, Rogelio, Rogelio Frigerio: la polémica con Alsogaray, Editorial: MID.
Este cruce entre Frigerio y Alsogaray va más allá de las
diferencias ideológicas que subyacen a su pensamiento. Es clara la intención
política de Frigerio de atacar no solo a Alsogaray sino a toda la facción
Liberal que este representa y a la vez dejar en evidencia que, según su
pensamiento, populismo y liberalismo con distintas recetas y discursos llegan a
mismos resultados, mientras que el desarrollismo en cuatro años de gobierno
logró más transformaciones que estas corrientes políticas y de pensamiento en
décadas. Vale resaltar que las publicaciones fueron en el diario Clarín a
finales de 1975 y principios de 1976, así como también publicado en el
semanario editado por la juventud nacional del movimiento de integración y
desarrollo, de la mismísima corriente desarrollista, lo que garantiza que estos
enunciados de Frigerio lleguen a vastos sectores de la sociedad, visibilizando
esta confrontación política, a la vez que sirvan de herramienta de sustento
teórico-argumental para la militancia de su movimiento. Hay que tener en
consideración además que son épocas muy particulares y el activismo militante
del desarrollismo estaba latente, había denunciado las políticas del Plan Gelbard
que apoyaba el radicalismo, y el estatuto del subdesarrollo veía su segunda
edición. Los aires golpistas estaban en el aire y no me extrañaría que buscase
posicionar al desarrollismo políticamente en tiempos de gran incertidumbre.
En lo personal, ataca
a Alsogaray sistemáticamente acusándolo no solo de inoperante durante la
gestión pública, sino de apropiarse varias decisiones de política económica,
que según Frigerio ya estaban tomadas antes de que sea convocado a participar
del gabinete de Frondizi. Lo caracteriza como el “arquetipo de la incoherencia”
por participar en gobiernos tan ideológicamente contradictorios como el de Perón,
el de la Revolución Libertadora, el de Guido y de Onganía, además del de
Frondizi. La réplica de Alsogaray es respondida ferozmente por Frigerio,
quien insiste en que utiliza técnicas
publicitarias para tener mayor impacto en vez de sustentar teóricamente sus
enunciados.
Julio E.
Nosiglia, El Desarrollismo, CEAL, 1983
Político argentino integrante de la UCR.
Nosiglia expresa como Frondizi y el invaluable
aporte de Frigerio dieron sustento político al desarrollismo forjando una
estrecha relación que benefició a ambos por igual y generó cambios rotundos en
la doctrina radical. El texto arranca
con lo que fue la división en 1957 de la Unión Cívica Radical en dos
fracciones, una dirigida por Balbín, la Unión Cívica Radical del Pueblo, y la
otra dirigida por Frondizi, la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), donde se cita a Frigerio destacando que a su
juicio la ruptura fue un hecho positivo “una
cosa hubiera sido la candidatura de Frondizi (...) como expresión de un partido
anacrónico, antiperonista y liberal de izquierda, y otra bien distinta resulto
esa candidatura como expresión del movimiento nacional. Desde ese punto de
vista, la ruptura del radicalismo fue un hecho fecundo y abrió una nueva etapa
en el curso de la revolución nacional”. Lo que en principio generó asperezas,
termino consolidando una nueva Declaración de Chasmosus en 1960, que desplazó a
la Declaración de Avellaneda de 1945 redactada por Frondizi, Illia y el mismo Balbín
entre otros cuando eran parte del Movimiento de Intransigencia y Renovación (MIR).
En la de avellaneda primaba la concepción liberal de izquierda por sobre la
concepción nacional, se abogaba por la “nacionalización de la energía, el
transporte y el combustible” mientras que en la de Chasmomus, ya se afianzaba
la posición desarrollista asumida por el partido y se promovía la no
obstaculización burocrática a la participación del capital extranjero que
permita el crecimiento nacional. Nosiglia utiliza largas citas de Frigerio para
explicar las principales tesis económicas del Desarrollismo dando cuenta de la
importancia que tuvo no solo para el desarrollismo como escuela de pensamiento económico,
sino como principal sustento político del radicalismo.
Valle,
Héctor y Marcó del Pont, “Los desafíos del desarrollo en la Argentina: El
interregno desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No. 327, FIDE,
Buenos Aires, Argentina, 2009
La revista incluye
una serie de artículos no firmados que enmarcan diferentes aspectos del “interregno”
que va del 1958-62. Destaca la importancia que a través de un “descarnado” diagnóstico
sobre la situación argentina del momento logró enraizar un proyecto heterodoxo
que no era un esquema rígido de pensamiento sufriendo decenas de
insubordinaciones militares hasta ser derrocado en marzo de 1962. Realiza
también un paralelismo con los ataques sufridos por el gobierno hacia 2009 por
parte de la prensa y de la “correlación
de intereses que guardan estrecha relación con aquellos tiempos”.
La publicación permite
rescatar datos duros que den cuenta del impacto de las políticas económicas
llevadas adelante por el desarrollismo, en términos de tasas de variación de la
actividad económica, en 1959, el PIB, las importaciones, las exportaciones, el
consumo, la inversión interna y fija, tanto publica, como privada y en equipos
durables de producción caen respecto al año anterior, la mayoría con cifras de
dos dígitos, solo crecen las exportaciones, ayudadas por la caída del consumo y
el aumento de los saldos exportables. Pero en 1960, con las políticas ya encaminadas,
tanto la inversión interna como fija, crecen un 50%, aunque el consumo solo se
eleva 3,2% a pesar de haber caído un 11% el año anterior. Esto ejemplifica
hasta qué punto aquellas palabras que priorizan la inversión, y el encause
productivo que haría el Estado del fruto del crecimiento pueden cuantificarse
en números que evidencien un cambio estructural. Otro ejemplo está dado por
como varía la composición de las importaciones de 1957 a 1962, donde se
duplican las de maquinaria y equipo y logran reducirse un 400% la de
combustibles, y la de insumos industriales caen 6 puntos porcentuales, evidenciando el éxito de las políticas
energéticas y de sustitución de importaciones. Es sumamente interesante también
el apartado sobre antecedentes históricos, donde se realiza una
contextualización económica, y socio-histórica internacional y se destacan no solo los fundamentos teóricos
sino las experiencias contemporáneas de desarrollo en regiones
subdesarrolladas.
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Aporte de Mayra:
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Aporte de Mayra:
1. Valle, Héctor, “Los desafíos del desarrollo en la
Argentina: El interregno desarrollista”, Publicación Coyuntura y Desarrollo No.
327, FIDE, Buenos Aires, Argentina, 2009.
Héctor Valle fue un economista y docente de la UBA, formó parte del Plan
Fénix; fundó junto a Mercedes Marcó del Pont la Fundación para Investigaciones
del Desarrollo (FIDE); participó de diversos cargos de la gestión, como
director del INDEC en 1990/91 y Subsecretario de Programación Económica en los
comienzos del menemismo.
El planteo del texto parte de reconocer que, para el FIDE, las ideas de
Frondizi y Frigerio sintetizaron la mejor interpretación de la estrategia de
desarrollo conveniente para el país por aquellos años, y concluye que al no haber
podido construir consenso político y social lo suficientemente fuerte para
sostener esas políticas en el largo plazo, el período 1958-1962 fue una
oportunidad histórica truncada, principalmente por los herederos de la
Revolución Libertadora. De allí se deriva el
objetivo principal de este texto escrito en 2010, que es “aprovechar las
valiosas enseñanzas que de ella se puede sacar para la coyuntura actual”, para
“preservar esta ocasión que tenemos ahora” y “estar atentos para eludir los
riesgo de volver a vivir (…) una nueva frustración del proyecto nacional”. En
esa clave repasa “el contenido ideológico” del desarrollismo, sus resultados
económicos, el contexto internacional sobre el que se sustentó y los cambios
culturales y sociales de la época, entre otras dimensiones.
Valle contextualiza los procesos que se estaban llevando a cabo tanto a
nivel mundial y que sirvieron de telón de fondo y fueron aprovechados por el desarrollismo,
como ser: i) cada vez más puntos de confluencia entre el modelo económico
llevado por Estados Unidos y la Unión Soviética con fuerte presencia estatal,
ii) empresas multinacionales en busca de nuevos mercados ante rendimientos
decrecientes en el centro; iii) la emergencia de corrientes de pensamiento que
cuestionaban la división internacional del trabajo y el deterioro de los
términos de intercambio, entre otras.
Con la frase “el interregno desarrollista” Valle traza un paralelismo
entre la Argentina de aquellos años y el
acalorado debate que se registró en la Unión Soviética entre 1922 y 1924 acerca
de las políticas y el rumbo que debería seguir el país, con eje en torno a la
planificación centralizada, la incorporación o no de capital extranjero en
sectores claves de la estructura productiva (principalmente industria pesada y
petróleo), entre otras cuestiones fundamentales. A partir de esta discusión en
nuestro país y sobre la base de fuentes primarias, caracteriza el pensamiento
desarrollista de aquellos años y su plan de gobierno: avanzar en una nueva ISI pero
ahora dirigida hacia la industria pesada y al autoabastecimiento energético (un
cuarto del déficit de la balanza comercial surgía de este sector), a través de
favorecer la instalación de filiales extranjeras en ramas intermedias que no existan
en el país y que puedan reemplazar importaciones, sobre todo como consecuencia
de la falta de ahorro doméstico para llevar adelante tamaño desafío: encarar la
reestructuración del entramado productivo local y llevar adelante una fuerte
inversión en infraestructura básica para integrar al país.
En sentido amplio, la idea del desarrollismo era implantar en Argentina
un modelo de “crecimiento desequilibrado”, muy en boga por aquellos años, en
dónde un conjunto de sectores dinámicos apuntalados por el Estado generarían
externalidades positivas sobre otros y así se iniciaría un dinámico ciclo de
inversión y crecimiento. Sin embargo el autor pone de manifiesto la complejidad
de llevar a cabo estos “objetivos superiores versus la realidad cotidiana”, que
estuvo plagada de intentos desestabilizadores del arco militar y los sectores
tradicionales, una campaña mediática opositora muy agresiva y la actitud
pendular de Perón respecto al pacto que Frondizi y el líder peronista firmaron
en virtud de “la objetividad de las coincidencias esenciales de los movimientos
que dirigían”.
Más allá de los resultados de los 4 años de gestión – que también incluyó
un fuerte programa estabilizador llevado por Alsogaray en 1959 con fuertes
impacto regresivos – Valle destaca que el hecho macroeconómico relevante de la
etapa fue la fuerte inversión en maquinaria y equipos que sentó las bases para el
desarrollo de la industria de base en los años siguientes.
2. Julio E. Nosiglia, El Desarrollismo, CEAL, 1983.
El texto de Nosiglia pone énfasis en las postulaciones teóricas y el
espíritu del desarrollismo, en especial la concepción de Frigerio. Según este
autor, el desarrollismo se apoyó sobre las ideas de que, a nivel mundial, se
verificaban: 1) la coexistencia pacífica entre las naciones capitalistas y las
que optaron por la vía del socialismo, y que ahora sus diferencias se dirimían
en el plano político y económico (ya no bélico) y para ello quedaban los
nacionalismos como la única alternativa, y 2) la cuestión del desarrollo y
subdesarrollo bajo la cual las condiciones estructurales de los países
periféricos, la división internacional del trabajo y el deterioro de los
términos de intercambio intensificaban la brecha entre éstos países y los
desarrollados.
Según el desarrollismo, en este contexto los empresarios nacionales y
trabajadores tienen ahora un interés común que es desarrollar la economía del
país a través de la integración del mercado interno, aunque sin descartar sus
reivindicaciones específicas.
Las soluciones desarrollistas para sortear la difícil situación argentina
(temas centrales del documento), en general, devienen del carácter específico y
formación de sus funcionarios -principalmente
de Frigerio y sus seguidores - a los que Nosiglia califica como “un clan de
cerebros”, que con una mezcla de “pragmastismo político y un análisis casi
científico sobre la realidad del país” ponderaron más la dimensión económica respecto
a cualquier otra. A continuación se enumeran aquellas soluciones:
I.
El capital extranjero: para
Frigerio la introducción de capital externo no es malo ni bueno per se, sino
que se deben orientar las inversiones en sentido de los intereses de la Nación
y eso, para él, dependía de la claridad política que exista en los dirigentes para
determinar qué tipo de inversiones son más convenientes para el país. A los
críticos Frigerio les respondió “lo importante es poner en marcha el país”.
II.
Prioridades y ritmo: la
priorización y secuencia de las políticas de impulso a determinados sectores
constituyeron un elemento fundamental y la primera vez que se realizaba en
Argentina. Éstos se dirigieron básicamente a la energía, acero, la química
pesada e industria de maquinarias.
III.
El estatismo y las privatizaciones:
Frondizi fue proclive a las privatizaciones de servicios y empresas públicas
bajo el lema de que era necesario sacar a los estamentos burocráticos enquilosados
y que no se contaba con el suficiente financiamiento. El caso más paradigmático
fue el de la firma de contratos entre YPF y privados para la explotación de
áreas.
IV.
El problema agrario: para el
desarrollismo el problema agrario era consecuencia del subdesarrollo argentino
y no devenía del régimen de propiedad de la tierra, ni éste tenía vinculación
directa con el tema de la productividad. Para ellos volver a la agricultura
familiar de la pequeña explotación iba en contra del desarrollo o “la
modernidad”, más bien había que tecnificarlo.
V.
Las políticas monetarias: para
Frigerio las políticas monetarias eran del orden de la circulación y por ello
un plan de estabilización debía ser concebido con posteridad a que se planteen
las políticas necesarias para aumentar la producción y se debería adecuar al
nivel de producción, a su escasez y la velocidad de la circulación. Criticaba a
los economistas que le atribuían virtudes mágicas al ordenamiento fiscal y
monetario con independencia de un plan de desarrollo.
VI.
Integración y paz social: con ello
se referían a la unidad de toda la nación, pensando un modelo de desarrollo que
abarque toda la superficie del país e incluyente.
VII.
La planificación: es primordial
para Frigerio y ejemplifica como los principales países europeos y Japón
lograron grados altos de desarrollo en base a la fuerte planificación estatal,
al tiempo que cita a las influencias de Keynes y la política anti cíclica
implementada por Roosevelt durante la salida de la crisis del 30.
Nosiglia sintetiza estas “soluciones” y resalta que la puesta en práctica
de estas medidas suscitaron no pocas contradicciones”.
3. Fuente: Selección de Frigerio,
Rogelio, El estatuto del subdesarrollo, Librería del Jurista, 1978.
Este libro es la tercera edición que edita Frigerio, la primera salió en
1967, la segunda en 1974 y la tercera en 1978. A mi entender, el texto tiene al
menos 3 objetivos: 1) reivindicar la teoría del desarrollismo y su gestión; 2)
poner luces y sombras en las contradicciones en las que incurrieron “los
economistas argentinos contemporáneos” y fijar puntos de contacto y disidencias
con el desarrollismo; y 3) reinstalar la agenda desarrollista como solución
superadora a todas las políticas económicas que se implementaron en el país.
Para ello hace un minucioso análisis “de las manifestaciones más
conspicuas de los distintos pensamientos económicos” y analiza cómo hacen el
diagnostico de la situación argentina y cuáles son las soluciones que proponen.
A partir de allí contrapone su punto de vista.
Respecto al diagnóstico, sintetiza que para los comunistas, y la
izquierda en general, el problema económico del país es el régimen de tenencia
de la tierra concentrada en la oligarquía terrateniente. Para las derechas, el centro y
“el falso desarrollismo” el problema radica en la inflación, la impericia de
los dirigentes, y en los problemas presupuestarios y financieros. En el primer
caso se apela a soluciones de orden jurídico para descentralizar la propiedad
de la tierra y, en el segundo se recurre a planes de estabilización, entre
otros. En contraposición, el diagnóstico del desarrollismo parte de la premisa
de que el problema surge de la posición del país en el frente externo, es
decir, el lugar que ocupa en la división internacional del trabajo. Para ellos
los problemas fiscales, monetarios y financieros son la manifestación del desarrollo
de las fuerzas productivas – son un resultado y no un requisito – y, por lo tanto,
las soluciones se hallan en la esfera de la producción.
En términos generales el capítulo I se concentra en la descripción de la “teoría
desarrollista”, sin embargo Frigerio indica que se la entiende en términos de
“lucha”, no como una categoría abstracta. Y la praxis se diferencia en
problemas político-tácticos respecto a otras experiencias, que carecieron de la
fijación de prioridades, noción de ritmo y secuencia de las transformaciones,
mientras que el desarrollismo las pondera. Le sigue una descripción acabada de
los distintas dimensiones del desarrollismo que Nosiglia reinterpretó, por lo
tanto sólo resaltaré los aspectos distintivos respecto al tema de Inversiones e
Inflación que, me parece, valen la pena resaltar porque la discusión mantiene
mucha actualidad.
Según su visión, el Estado no debe encarnar las inversiones sino
encauzarlas hacia sectores prioritarios. La forma no es a través de mostrarle al
mundo las “cuentas claras”, una disciplina monetaria y fiscal (como demostró que hicieron sucesivos Ministros de
Economía y perdura en la ideología de conservadores y liberales), sino que
tiene que promover condiciones que las hagan atrayentes desde el punto de vista
de la rentabilidad y el mercado (que haya mercado doméstico), y en ese sentido
la experiencia 1958-1962 sirvió de ejemplo para mostrar “que la inversión viene
detrás de la inversión; que los capitalistas acuden a un mercado dinámico, a
una economía nacional en ascenso”.
Respecto a la inflación, y bajo la premisa de que los ajustes monetarios
siempre son resultados de los cambios en la producción, le atribuye su causa
principal a los factores estructurales: deterioro de los términos de
intercambio que originan el déficit de la balanza de pagos. A partir de ahí se
desencadenan sus causas secundarias que operan como propagadoras de la
inflación: el sector público recorta recursos al sector productivo y lo aplica
a actividades improductivas. Una de las soluciones planteadas es el
redimensionamiento del aparato estatal y transferir al sector privado ciertas
actividades que pasarán a trabajar productivamente. También critica a las
causas monetaristas de la inflación “que actúan sobre los signos y no las
cosas”, lo que se requiere es sucesivos reajustes monetarios que nivelen
producción y circulación, y la entidad debería pasar a cantidad de cosas y
pesos, y no pesos por dólar.
Por último y en el marco de la crítica a Aleman, cuestiona la tendencia a
vincular a la inflación con los aumentos salariales, concepción a la cual
califica de anticientífica, reaccionaria y antisocial. Reconoce que el fenómeno
de aumento de salarios siempre es posterior al aumento generalizado de precios
y que la productividad del obrero creció más que los salarios. Para él “la
inflación de costos” no deriva del salario sino de los bienes que el país debe
importara precios de monopolio, más los costos de fletes, aduanas, etc.
Asimismo defiende al sindicalismo (como forma de progreso y estabilidad de las
relaciones laborales y promoción del desarrollo).
En cuanto a la exhaustiva y profunda crítica hacia los pensadores
económicos argentinos, rescataré las principales:
Para él, Pinedo defiende el modelo agroimportador y no pretende disfrazar
sus ideas, pero recuperar la posición exportadora que propugna significa
reproducir el subdesarrollo; Alsogaray, por su parte, es un monetarista puro y
liberal.
Respecto al peronismo, al que no reconoce como doctrina sino como
“colección de pensamientos aislados”, el desarrollismo se diferencia desde
diversos ángulos: no busca el achicamiento del Estado sino la ampliación, combe
la inflación calmando la puja distributiva mediante pactos, prohibición de
cierto tipo de importaciones y la inexistencia de un plan que desarrolle la
industria pesada.
En relación a la CEPAL y Prebisch reconoce que el diagnóstico de bases
estructurales es similar al del desarrollismo pero que en las soluciones
(integración latinoamericana y especialización en materias primas y alimentos)
no son consecuencia de las premisas y termina por modernizar las estructuras
agroimportadoras.
A Ferrer lo acusa de simplificar la cuestión del desarrollo al régimen de
tenencia de la tierra y su iniciativa va en la dirección “de volver al agro”, pero
ahora modernizado. Las críticas a Ferrer son frondosas y de diversos tipos,
según Frigerio, porque al economista se lo suele encasillar dentro del
desarrollismo pero mantienen diferencias conceptuales insoslayables.
A Aleman y Carlos García Martinez, los monetaristas, les caben
calificativos que van desde reaccionarios hasta antisociales, por su doctrina
reductivista y liberal.
La crítica al Plan Kriguer Vasena (es la de la versión original cuando se
lanzó el plan), por su tono, tiene tintes que podrían considerarse hasta de un
enfrentamiento del tipo personal con el economista. Lo cuestiona porque es de
los que creen que el ordenamiento fiscal y monetario es condición suficiente
para atraer inversiones extranjeras, no contempla en ningún momento los
limitantes estructurales, y su plan de gobierno es básicamente el del “Estatuto
del Subdesarrollo” que, maquillado bajo el lema de la “modernización”,
beneficiará a los monopolios exportadores y a “los que importan lo que podemos
producir aquí”, en pocas palabra sólo beneficiará al complejo agroexportador.
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