domingo, 20 de noviembre de 2016

Clase 8: algunos elementos del pensamiento económico durante la segunda fase de la industrialización sustitutiva (1955-1976)

El Estructuralismo, la producción de la CEPAL y sus raíces teóricas y políticas. El pensamiento de Aldo Ferrer y sus influencias en política económica durante la segunda ISI. Discusión de la teoría de la dependencia, y de los aportes de Theotonio dos Santos.

Bibliografía obligatoria:
36. Bielschowsky, R. (1998), “Evolución de la ideas de la CEPAL,” Revista de la CEPAL, Nro. Extraordinario, Santiago de Chile, octubre. Disponible en http://www.cepal.org/publicaciones/xml/3/19373/bielchow.htm
37. Rougier, M.  y  Odisio, J., Del dicho al hecho: El "modelo integrado y abierto" de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda posguerra. Am. Lat. Hist. Econ [online]. 2012, vol.19, n.1, pp. 99-130. ISSN 2007-3496. Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_pdf&pid=S1405-22532012000100005&lng=es&nrm=iso&tlng=es
38. Martins, Carlos Eduardo (2011), Prólogo a Imperialismo y Dependencia, de Theotonio dos Santos. Disponible en: www.ehu.es/Jarriola/Docencia/EcoInt/.../theotonio%20dos%20santos.pdf

Fuentes:
39. Selección de Aldo Ferrer, La economía argentina.
40. Prebisch, R. (1950), “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas,” Desarrollo Económico, 26(103), (Oct.-Dec., 1986), pp. 479-502.
41. Selección de Dos Santos, Theotonio, Imperialismo y dependencia (1978), disponible en: www.ehu.es/Jarriola/Docencia/EcoInt/.../theotonio%20dos%20santos.pdf

Contribuciones para el taller 

Aporte de Gonzalo:
La selección de textos para esta clase intenta dar cuenta del desarrollo del pensamiento estructuralista institucionalizado a partir de la CEPAL, haciendo énfasis no sólo en la producción académica sino también en el análisis de sus raíces teóricas y políticas como en su aplicación práctica. En relación a esto último, el texto de Rougier y Odisio (2012) busca vincular el desarrollo intelectual de Aldo Ferrer con su aplicabilidad práctica, al momento que fue designado como Ministro de Obras y Servicios Públicos y luego de Economía y Trabajo durante el gobierno de facto de Levingston. A su vez dentro de la bibliografía de la presente clase se incluye el debate de la Teoría de la Dependencia a partir de los aportes de Theothonio Dos Santos. El presente informe toma como eje principal al texto de Ricardo Bielschowsky (1998) que analiza la evolución del pensamiento estructuralista en la región, para luego ir vinculando los aportes del resto de los autores de la bibliografía.
La trayectoria del pensamiento estructuralista se expresa a partir del escrito de Ricardo Bielschowsky[1], Evolución de las ideas de la CEPAL de 1998 el cual se publicó en un número extraordinario de la Revista de la CEPAL que conmemoraba los 50 años de la institución y que tenía como objetivo reflexionar acerca de las perspectivas de desarrollo de América Latina. El autor identifica cinco etapas en la obra cepalina que aproximadamente duraron un decenio cada una, las cuales siguieron de cerca la evolución histórica de la región. Según el autor la sistematización que propone se ve facilitada por el hecho de que el enfoque metodológico[2] no cambia a lo largo de las etapas, lo que se modifica es la historia real del objeto de estudio como el contexto ideológico en donde se genera. Sostiene también que dicha sistematización se ve beneficiada por el hecho de que en cada etapa existe un “mensaje” transformador que responde a las condiciones estructurales de cada momento.
Las etapas que identifica son las siguientes: “Industrialización” (1948-1960), “Reformas para desobstruir la industrialización” (década del ’60), “Reorientación de los estilos de desarrollo hacia lo homogeneización social y hacia la diversificación pro exportadora” (década del ’70), “Ajuste con crecimiento” (década del ’80) y “Transformación productiva con equidad” (década del ’90). Resulta interesante destacar que el autor en todo momento busca explicitar que los cambios que se perciben en la trayectoria de las ideas estructuralistas, no implican una falta de unidad en las mismas, es decir que no hacen referencia a una falta de coherencia político-ideológica, sino que el propio método histórico-estructuralista (de carácter inductivo) tiene la capacidad de adaptarse a la evolución de los acontecimientos. Es más en parte de las investigaciones cepalinas se realiza una reflexión crítica de forma introspectiva de los desarrollos analíticos anteriores. La riqueza del método radica en la interacción entre el método inductivo y la abstracción teórica originalmente formulada por Prebisch.
El periodo de “industrialización” fue inaugurado a partir de la publicación de El desarrollo económico de América Latina y algunos de sus principales problemas en 1950 por Prebisch, conocido como el “manifiesto latinoamericano” denominación introducida por Hirchsman. Dicho trabajo se gestó durante el periodo de posguerra donde en la región se profundizaban los procesos de industrialización y urbanización, los cuales promovían un rápido crecimiento económico, sumado a la importancia que adquiría en la teoría económica la problemática del desarrollo. En este sentido la teorización cepalina sería la versión regional de la teoría del desarrollo.
El principal problema que afecta al desarrollo de los países periféricos radica en las falencias que tienen estas economías en apropiarse del progreso tecnológico. Al igual que los neoclásicos y keynesianos Prebisch concebía al desarrollo como un proceso de acumulación de capital, donde los frutos del progreso técnico se expresaban en mayores niveles de productividad que aumentaban el nivel general de vida de las masas y permitían una mayor capitalización del ahorro, generándose un círculo virtuoso. Justamente el observaba que en el sistema económico mundial la periferia no era capaz de apropiarse de los frutos del progreso técnico, en este sentido criticaba la concepción ricardiana sobre la división internacional del trabajo. Al observar que la mayor lentitud de los avances técnicos de los productos primarios en relación con los industriales no promovían un encarecimiento de los primeros respectos de los últimos, sino todo lo contrario.
La incapacidad en la apropiación de los frutos del progreso técnico respondía a las condiciones de la estructura interna de los países periféricos. La existencia de niveles de productividad distintos entre las actividades económicas y la especialización productiva en pocas o en una actividad (generalmente de escasa generación de valor agregado) provocaba, a diferencia de lo que ocurría en el centro[3], que los frutos del progreso técnico sean apropiados sólo por los sectores dinámicos.
A su vez, Prebisch reconoce una serie de limitantes que actúan en contra del proceso de acumulación en las economías periféricas. El consumo imitativo del centro, por parte de las clases altas y medias periféricas, que reduce el excedente destinado al capital reproductivo. La succión del excedente generado en la periferia por parte del centro que se da a través de dos mecanismos: la remisión de utilidades por parte de las empresas transnacionales hacia sus casas matrices y la existencia de un deterioro secular de los términos de intercambio.
Este segundo mecanismo, denominado la tesis Prebisch-Singer, se debe a que los productos ofrecidos por los países periféricos poseen una muy reducida elasticidad ingreso de demanda, mientras que con las manufacturas sucede lo contrario. La transferencia hacia la periferia de tecnologías que impliquen graduales incrementos de la productividad (con el mismo perfil de inserción en el comercio internacional) y, por consiguiente, mejoras en el ingreso, no trae más que un alza en la demanda de los productos provenientes del centro que no sería igual de compensada con incrementos de la demanda allí de productos primarios. A su vez, cualquier incremento de productividad que se produzca en una actividad de baja productividad (como la agropecuaria) no repercutiría en incrementos salariales, mientras que los incrementos de productividad en el centro sí lo implican. Si los productores de estos países trasladan dichas mejoras al precio del producto, las manufacturas tenderán a incrementar su precio frente a los estancados productos primarios. Este mecanismo implica entonces el goce en el centro de las mejoras de productividad de la periferia. Por tal motivo, Prebisch destacaba que la industrialización no era un fin en sí mismo, sino el único medio de que dispone la periferia de captar parte de los frutos del progreso técnico.
Durante el segundo lustro de los años cincuenta los procesos industrialistas se enfrentaron a agudas restricciones externas y elevadas presiones inflacionarias. Bielschowsky destaca que en los análisis cepalinos de la época se pone mayor énfasis en la redistribución del ingreso, especialmente a través de la reforma agraria, y se reconocen limitantes en el proceso de industrialización, destacando la importancia de estimular una salida exportadora. Paralelamente en la región se gestaba una nueva corriente de pensamiento denominada “dependentista”, que si bien tuvo gran influencia del estructuralismo junto con la teoría imperialista de Lenin y Luxemburgo y corrientes sociológicas de raigambre marxista, sus análisis resultaban críticos del proceso de industrialización gestado. Según Bambirra (1983) el programa de la CEPAL había expresado las aspiraciones de las burguesías latinoamericanas a un desarrollo nacional autónomo. Pero a partir de la década del ‘60, cuando una burguesía había establecido una relación de dependencia con los capitales extranjeros, ese programa había dejado de corresponder a los intereses propios de la clase que buscaba orientar y pasaba a corresponder a un sueño utópico pequeñoburgués. De esta manera, se generaba una mayor descapitalización, déficits externos, crecimiento de deudas y más dependencia.
El gran aporte dependentista constó en vincular los procesos de crecimiento con los comportamientos de las clases sociales y las estructuras de poder. En particular, utilizaron ese tipo de argumentación para afirmar su rechazo a la tesis desarrollista. Además brindaron grandes aportes a la teoría económica vinculados al rol que cumplen los países de la periferia en el funcionamiento del capitalismo global. Los trabajos de Theotonio Dos Santos (en especial Imperialismo y dependencia de 1978) se inscriben dentro de la vertiente marxista de la dependencia[4], integrada por Ruy Mauro Marini, Vaina Bambirra y André Gunder Frank, entre otros. Dicha vertiente afirma que la dependencia no tiene que ver con el grado de autonomía de las elites, sino que se relaciona con los vínculos de las economías periféricas con las leyes de acumulación de capital global, en donde cumplen un rol determinado. En este sentido, concordaban en avanzar sobre propuestas socialistas en toda América Latina, ante la imposibilidad de lograr un desarrollo capitalista periférico como proponía el estructuralismo o la vertiente menos “radical” de la dependencia liderada por Fernando Enrique Cardos y Enzo Faletto.
En lo que respecta a la obra de Imperialismo y dependencia en el prólogo, Eduardo Martins analiza la trayectoria de vida y pensamiento de Theotonio Dos Santos. Destaca que existen 3 grandes etapas: la primera, que se constituye entre finales de los años 50, el golpe de Estado de 1964 y la clandestinidad en Brasil; la segunda, que se configura en los exilios chileno y mexicano; y la tercera, a partir de su regreso a Brasil. Durante la primera etapa Dos Santos se forma académicamente obteniendo su título de grado en Sociología, Política y Administración y posteriormente obtiene el título de Magister en Ciencias Políticas. Estudia sistemáticamente el marxismo y sus investigaciones se orientan principalmente al análisis de la formación social brasileña, destacando el papel del capital extranjero en la génesis de la estructura social.
La segunda etapa se inicia en 1966 en su exilio en Chile donde se incorporó como investigador del Centro de Estudios Socioeconómicos (CESO) compartiendo ámbitos de discusión con Bambirra, Marini y Frank entre otros. El CESO se constituyó en uno de los principales centros de elaboración del pensamiento dependentista en los años 60’ y 70’. En este contexto, Dos Santos madura las bases de la teoría de la dependencia, al dejar de verla únicamente de forma regional para percibirla en clave mundial (donde la formación de una economía mundial monopólica y jerarquizada resulta de base material para los procesos de acumulación de los países periféricos). La destrucción del CESO implicó que Dos Santos continúe su exilio en México, donde retoma sus actividades profesionales en 1974 en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Autónoma de México (UNAM). En este ámbito se dedica a la elaboración de una teoría del sistema mundial que vislumbra como producto y fase superior a la teoría de la dependencia. Es en esta etapa donde se inserta Imperialismo y dependencia.
En su regreso a Brasil el autor profundiza las anteriores líneas de investigación a la luz de los desarrollos de la coyuntura internacional. Así analiza la globalización como articulada a una nueva etapa de desarrollo de la revolución científico-técnica que se mundializa. La victoria del neoliberalismo, decidiendo en favor del capital los conflictos planteados en los años ‘70, es vista por el autor como una solución regresiva que profundiza de manera brutal la potencialidad de sus conflictos. Incrementa las debilidades estructurales de la hegemonía estadounidense, vulnera de forma crítica su balanza de pagos, su legitimidad ideológica y de las instituciones que dirige. El neoliberalismo fue eficiente para promover el establecimiento de un nuevo ciclo que se inicia en la economía mundial a partir de 1994, al reducir salarios, ampliar mercados e impulsar la desvalorización del capital constante.
Retomando el análisis “etapista” de Bielschowsky, durante la década del ’70 el pensamiento cepalino comenzó a darle mayor importancia a los análisis macroeconómicos, en especial al endeudamiento post crisis petroleras, y a la necesidad de darle una salida más exportadora a los bienes industriales. Se reconocía que si bien la redistribución del ingreso y la reforma agraria resultaban la base social para un crecimiento homogéneo y justo, no era el único estilo de crecimiento viable. En este sentido se percibe como la cuestión “social”, que adquiere importancia en la década anterior, pasa a un segundo plano. Existía un reconocimiento de que las economías latinoamericanas podían ser dinámicas a pesar de contar con una estructura social regresiva (es decir que la concentración del ingreso era funcional al crecimiento económico), en este sentido la industrialización no había eliminado las diferencias sino cambiado y profundizado su formato. Dentro del diagnóstico cepalino la problemática central giraba en torno a lograr una mayor eficiencia del aparato productivo y a solucionar la restricción externa. Por tal motivo se le daba mayor importancia a la salida exportadora de bienes industriales y se reconocían los riesgos del endeudamiento externo. Es en este contexto donde se circunscriben los análisis de Aldo Ferrer[5] para la economía argentina, en especial el desarrollo de su “Modelo Integrado y Abierto” (MIA) como estrategia principal para superar el subdesarrollo y la dependencia con los centros industriales.
En Del dicho al hecho. El “Modelo Integrado y Abierto” de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda posguerra de 2012, Rougier y Odissio[6] analizan la “praxis” de Ferrer al recorrer su formación académica, su producción teórica y su posterior experiencia gubernamental. Destacan que en sus comienzos Ferrer tuvo gran influencia de Prebisch, a tal punto que tomó gran parte del enfoque centro-periferia y su entusiasmo por el keynesianismo, que posteriormente se plasmarían en sus desarrollos teóricos. Ya hacia finales de los cuarenta manifestaba su preocupación acerca de los limitantes del proyecto económico peronista, jaqueado por la restricción externa. Durante esa época entra en contacto con distinguidos economistas (Kalecki, Furtado, Singer, entre otros) que influirán en el desarrollo de su cuerpo teórico. Particularmente utilizó el abordaje por etapas históricas que empleó Furtado para el caso de la economía brasilera[7] a los efectos de analizar la trayectoria de la economía argentina. Dicho estudio se plasmó en su obra más emblemática La economía argentina de 1963 (que posteriormente tuvo varias reediciones).
El estudio de Ferrer culminaba con el análisis de la situación de la economía hacia 1962, donde identificaba las causas del estrangulamiento externo y las consecuencias que tenía por sobre el crecimiento económico. En este sentido sostenía que el proceso inaugurado a partir de 1930, denominado como “economía semiindustrial dependiente”, tuvo un escaso despliegue de las industrias de base (caracterizadas por tener un efecto dinámico o impulsor), lo que trajo aparejado problemas en el sector externo y en el posterior desarrollo de la estructura productiva. Para romper con el carácter dependiente Ferrer sostenía que se debía profundizar el cambio estructural, alentando al desarrollo de las industrias dinámicas. En este sentido el papel del Estado resultaba clave para lograr impulsar a dichas industrias. De este modo, Ferrer pasaba de considerar un modelo de crecimiento equilibrado (como lo proponía en El Estado y el desarrollo económico de 1956) a uno desequilibrado a lo Hirchsman.
Hacia fines de la década del ’60 el MIA había madurado en el pensamiento de Ferrer. La persistencia de los ciclos de “stop and go” era el tema central en los debates económicos del momento, a tal punto que existía un pleno consenso en que debía redefinirse la estrategia de industrialización, poniendo especial énfasis en las exportaciones de bienes manufacturados. De este modo, Ferrer sostenía que la integración vertical industrial[8] resultaba necesaria para poder desarrollar las industrias de base y más tecnificadas, al ser ellas las “usinas” del progreso tecnológico e innovativo (aumentando progresivamente la presencia de capitales nacionales en ellas). Por otra parte, permitía aumentar la gama de productos exportables hacia bienes de mayor complejidad, que poseen una demanda internacional más dinámica, brindándole una mayor flexibilidad a la estructura productiva. No sólo se buscaba aumentar la escala de producción y los niveles de eficiencia (variable central en el pensamiento de Ferrer), sino que la salida exportadora de bienes industriales resultaba fundamental para superar los “clásicos” problemas de restricción externa. Es en este sentido que se pasaría de un “modelo integrado y autárquico” a uno “integrado y abierto”.
El fallido intento por parte de la gestión de Onganía de racionalizar y volver más eficiente el aparato productivo local, a través de una elevada represión hacia los trabajadores, provocó que en el seno de las fuerzas armadas se dé un viraje hacia un mayor nacionalismo siendo el Estado, la burguesía nacional y los grandes sindicatos actores centrales. En este sentido, el basamento teórico del MIA de Ferrer coincidía con las ideas del nuevo gobierno (de facto) de Levingston. A penas llegado al Ministerio de Obras y Servicios Públicos Ferrer desarrolló una intensa política de impulso hacia la infraestructura (mediante la canalización de ahorro interno e inversión pública) que tenía como fin, en el mediano plazo, generar una demanda más estable para favorecer la inversión privada. Las crecientes presiones sociales e inflacionarias llevaron a Levingston a profundizar las ideas de Ferrer a punto tal que lo puso a cargo del Ministerio de Economía y Trabajo.
Los nuevos lineamientos económicos se basaban en incrementar y reorientar al ahorro interno (a través de la creación del nuevo Banco Nacional de Desarrollo), y fomentar el desarrollo tecnológico propio y la promoción de industria pesada mediante el favorecimiento de empresas nacionales (lo que traería como consecuencia una concentración sectorial en pocas grandes). A grandes rasgos, la política de Ferrer (que se sistematiza en el Plan de Desarrollo y Seguridad, 1971-1975) se distanció de los objetivos “puramente eficientistas” de la gestión anterior, dándole mayor importancia al mejoramiento de la calidad de vida de la población y al desarrollo de una estructura industrial más competitiva. La falta de apoyo político por parte de las grandes empresas y de los sindicatos peronistas, en un contexto inflacionario con desequilibrios externos recurrentes y elevados niveles de conflictividad social, sentenció la gestión de Levingston. Dentro del seno de las fuerzas armadas el interés giraba en torno a recuperar la institucionalidad democrática, promoviendo una salida que no fuese perjudicial para ellos, abandonando al desarrollo económico como objetivo primordial. La asunción de Lanusse y el posterior desmantelamiento del Ministerio de Economía y Trabajo terminaron con la gestión de Ferrer.
Por último, siguiendo el análisis de Bielschowsky se percibe ya en cómo nombra a las etapas del pensamiento cepalino (durante la década del ’80 y ’90) la pérdida de importancia que tiene la industria como eje dinamizador del proceso de acumulación del capital en la región. En un contexto donde se produce una “financiarización” de la economía mundial (en términos de Chesnais), una fragmentación e internacionalización de los procesos productivos (hacia el sudeste asiático) con la intención de restaurar los niveles de rentabilidad de los países centrales y, particularmente en nuestra región, un periodo (los ochenta) de gran convulsión política, económica y social. En este marco la producción de la CEPAL se basó en discutir (con los acreedores externos y organismos internacionales) en cómo implementar el ajuste en la región. Durante la década del ’90 se desarrolló la noción de “transformación productiva con equidad social” de la mano de los estudios realizados por Fernando Fajnzylber, que posteriormente recibiría el nombre de “neoestructuralismo”.
El objetivo de este nuevo enfoque consiste en aumentar la competitividad de las economías de la región a partir de la incorporación deliberada y sistemática del progreso tecnológico. La industria permanece como eje de transformación, pero se destacan los vínculos que posee con la actividad primaria y con los servicios. Aparece un nuevo elemento que antes no estaba en las consideraciones de la CEPAL, la apertura externa como forma de introducir el progreso técnico y el incremento en el nivel de productividad. La política de apertura debe gestionarse de tal modo que no existan incentivos en torno a la producción interna o la exportación, tratando de garantizar un equilibrio externo (la política cambiaria debe pensarse en ese sentido). Según Bielschowsky, el gran problema que posee este nuevo enfoque radica en la vinculación entre crecimiento, empleo y equidad, en un contexto signado por elevados niveles de desempleo y pobreza y donde se mostraron los efectos perversos que posee el progreso técnico sobre el volumen del empleo formal y las desigualdades salariales.

Bibliografía obligatoria:
Bielschowsky, R. (1998), “Evolución de la ideas de la CEPAL,” Revista de la CEPAL, Nro. Extraordinario, Santiago de Chile, octubre. Disponible en http://www.cepal.org/publicaciones/xml/3/19373/bielchow.htm
Rougier, M.  y  Odisio, J., Del dicho al hecho: El "modelo integrado y abierto" de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda posguerra. Am. Lat. Hist. Econ [online]. 2012, vol.19, n.1, pp. 99-130. ISSN 2007-3496. Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_pdf&pid=S1405-22532012000100005&lng=es&nrm=iso&tlng=es .
Martins, Carlos Eduardo (2011), Prólogo a Imperialismo y Dependencia, de Theotonio dos Santos. Disponible en: www.ehu.es/Jarriola/Docencia/EcoInt/.../theotonio%20dos%20santos.pdf .

Bibliografía obligatoria:
Bambirra, V. 1983 (1978). “Teoría de la dependencia: una anticrítica”. México D.F. Editorial.
Blomstrom, M. y Hettne, E. B. (1984). La teoría del desarrollo en transición. México D.F: Fondo de Cultura Económica.
Nahón, C., Schorr, M. y Rodríguez, C. (2006). El pensamiento latinoamericano en el campo del desarrollo del subdesarrollo: trayectoria, rupturas y continuidades. CLACSO, Buenos Aires.
Palma, G. (1973). “Dependencia y desarrollo: una visión crítica”, World Development, vol 6, núm 7-8. 801-924.

Fuentes:
39. Selección de Aldo Ferrer, La economía argentina.
40. Prebisch, R. (1950), “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas,” Desarrollo Económico, 26(103), (Oct.-Dec., 1986), pp. 479-502.
41. Selección de Dos Santos, Theotonio, Imperialismo y dependencia (1978), disponible en: www.ehu.es/Jarriola/Docencia/EcoInt/.../theotonio%20dos%20santos.pdf






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[1] Doctor en Economía por la Universidad de Leicester. Oficial de Asuntos Económicos de la Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL). Ha ejercido la docencia en la Universidade Federal do Rio de Janeiro. Es autor de numerosos libros y artículos sobre el Brasil y sobre América Latina, en temas relacionados con el desarrollo económico, historia de las ideas económicas, pensamiento de la CEPAL, crecimiento e inversión, y desarrollo y política tecnológica. Entre sus principales obras destacan O pensamento econômico brasileiro (1930-1964) – o ciclo ideológico do desenvolvimentismo y Cincuenta años de pensamiento en la CEPAL.
[2] Existen rasgos analíticos que son comunes a todas las etapas: el enfoque histórico-estructuralista (basado en la noción de centro-periferia), el análisis de la inserción internacional, el análisis de los condicionamientos internos del crecimiento y del progreso técnico, y las posibilidades de acción estatal.
[3] Las economías centrales se caracterizan por ser altamente diversificadas y con niveles de productividad parejos en todas las actividades económicas, lo que implica que los frutos del progreso técnico se distribuyan de forma pareja entre los distintos sectores.
[4] Autores como Palma (1973) y Blomstrom y Hettne (1984) destacan que la dependencia no pudo integrar una teoría acabada ya que sus integrantes tenían interpretaciones discordantes entre sí en puntos significativos. Este hecho era destacado, a su vez, por autores del propio seno dependentistas (Cardoso y Dos Santos). En este sentido es posible identificar tres grandes grupos. La característica esencial del primero es el intento de elaborar una teoría del subdesarrollo en el cual el carácter dependiente de esas economías generaría ciertos procesos que tienen una relación causal con su estado de subdesarrollo. Dentro de este grupo se destaca a André Gunder Frank, Theotonio Dos Santos, Ruy Mauro Marini y Vaina Bambirra. El segundo grupo se caracteriza por el intento de reformular los análisis de la CEPAL desde una perspectiva crítica hacia el desarrol1o nacional, destacándose a Celso Furtado, Osvaldo Sunkel, Anibal Pinto y Aldo Ferrer. Es importante resaltar, que este intento de reformulación no sólo se basa en la agregación de nuevos elementos políticos y sociales a los análisis previos de la CEPAL, sino que es una forma sistemática de superar dicho análisis. Por último, se caracteriza al último grupo a partir del análisis de situaciones concretas de dependencia, evitando el desarrol1o de una teoría mecánico-formal. Loa autores relevantes de este enfoque son Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto quienes proponen qué se estudien las formas concretas en que se desarrollan las relaciones de dependencia, es decir el modo especifico en el que la economía y la política de las naciones periféricas se articulan con las de las naciones centrales. Adicionalmente, se podría identificar una cuarta corriente con un desarrollo teórico con importantes puntos de contacto con el de la Corriente de la Dependencia. Se trata de la escuela del sistema-mundo fundada por Immanuel Wallerstein, con notable influencia en los países anglosajones, en particular en EE.UU. Algunos autores asimilan a esta vertiente de la sociología crítica con la primera corriente dentro de la escuela de la dependencia, aquella encabezada por Gunder Frank (Nahón et., 2006).
[5] Economista y político argentino. Doctor en Ciencias Económicas recibido en la Universidad de Buenos Aires en 1953 con su tesis doctoral "El Estado y el Desarrollo Económico" publicada en 1956. Ha sido profesor de economía en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad de Buenos Aires. Funcionario de la Secretaría de las Naciones Unidas (1950-1953) y agregado económico de su país en la embajada de Londres en 1956, fue Ministro de Economía y Hacienda de la Provincia de Buenos Aires, 1958-1960. Coordinador de la Comisión Organizadora del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, (1965-1967) y primer Secretario Ejecutivo de C.L.A.C.S.O. (1967-1970) fue nombrado Ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación y posteriormente Ministro de Economía y Trabajo de la Nación durante la presidencia de Roberto Marcelo Levingston. En el ejercicio de dicho cargo elaboró un plan de desarrollo que habría de ser implantado durante el quinquenio 1971-1975. Asimismo, hizo frente a las difíciles circunstancias por las que atravesaba su país (déficit fiscal y exterior, e inflación) con una política económica radical que originó malestar social. Tras ser destituido Levingston en 1971, Ferrer fue mantenido al frente del Ministerio por el gabinete del nuevo presidente de la República, Alejandro Agustín Lanusse. Posteriormente presidió el Banco de la Provincia de Buenos Aires, 1983-1987.
[6] Marcelo Rougier Voilláz es Doctor en Historia por la Universidad de San Andrés, 2003. Investigador adjunto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y profesor titular de la cátedra Historia Económica y Social Argentina en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Dirige el proyecto de investigación Estado, Políticas de Promoción y Estrategias Empresariales en la Argentina, 1940-1990, que se desarrolla en la Universidad de Buenos Aires; es editor y director de H-industria, Revista de Historia de la Industria, los Servicios y las Empresas en América Latina. Ha publicado, además de numerosos artículos en revistas especializadas en Argentina y el extranjero, Industria, finanzas e instituciones. La experiencia del Banco Nacional de Desarrollo (Buenos Aires, 2004); en colaboración con Jorge Schvarzer, Las grandes empresas no mueren de pie. El ocaso de siam (Buenos Aires, 2006), y en colaboración con James Brennan, The Politics of National Capitalism. Peronism and the Argentine Bourgeoisie, 1946–1976 (Pensilvania, 2009), entre otros libros.
Juan Carlos Odisio es Licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires, 2005. Becario de posgrado del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y docente de Historia Económica y Social Argentina en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Participa del proyecto de investigación Estado, Políticas de Promoción y Estrategias Empresariales en la Argentina, 1940-1990, dirigido por el doctor Marcelo N. Rougier Voilláz, y del proyecto de investigación plurianual del Conicet El Estado Empresario en la Argentina en el Siglo xx. Origen, Expansión y Crisis, a cargo del doctor Andrés Regalsky. Recientemente ha publicado artículos y capítulos de libros sobre la segunda etapa de industrialización por sustitución de importaciones y el Estado empresario argentino.

[7] Nos referimos a “Formación económica de Brasil” de 1959.
[8] Esta noción era criticada por Guido Di Tella quien proponía desarrollar un esquema industrial-exportador especializado de acuerdo a ventajas comparativas (“estáticas”), ya que argumentaba que era imposible lograr eficiencia internacional en todos los sectores.

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Aporte de Emilio:


Bielschowsky, R. (1998) “Evolución de la ideas de la CEPAL,” Revista de la CEPAL, Nro. Extraordinario, Santiago de Chile.
Brasileño. Doctor en Economía por la Universidad de Leicester. Master Economía Universidad Brasilia. Economista UFRJ. Oficial de Asuntos Económicos de la Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL).  Profesor UFRJ.
El texto  sintetiza la evolución del pensamiento de la CEPAL y lo clasifica en etapas históricas. En el marco introductorio resalta que su principal aporte al campo económico es brindar un cuerpo analítico específico aplicable a condiciones históricas propias de la periferia latinoamericana, basado en el método histórico e inductivo, y bajo la teoría estructuralista del sub desarrollo periférico latinoamericano. A su vez indica que su “principio normativo” es que el Estado contribuya en el desarrollo de las economías latinoamericanas.
Asimismo aclara que en sus principios dado que los referentes hacían política económica y pensaban la teoría al mismo tiempo, sus ideas no contaban con un cuerpo escrito formalizado. Luego, con el paso del tiempo se fue logrando gracias al trabajo de sus integrantes.
El núcleo del texto se dedica a analizar el pensamiento cepalino a partir de una clasificación temporal que se divide en cinco etapas de una década cada una. La primera es “Orígenes y años cincuenta: industrialización”; la segunda “años sesenta: reformas para desobstruir la industrialización”; luego sigue con la etapa “años setenta: reorientación de los estilos de desarrollo hacia la hegemonización social y hacia la diversificación pro exportadora”; la cuarta es “los años 80: superación del problema de endeudamiento externo mediante el ajuste con crecimiento”; la última trata sobre los “años 90: transformación productiva con equidad”.
Asimismo destaca el método histórico estructuralista que utiliza la CEPAL para analizar las distintas fases de la economía de los países subdesarrollados de América. Afirma que en “el análisis económico cepalino el estructuralismo es esencialmente orientado por la búsqueda de relaciones diacrónicas, históricas y comparativas que se presta más al método inductivo”. De allí provienen los cimientos de la construcción teórica de la CEPAL: las estructuras subdesarrolladas de la periferia latinoamericana condicionan comportamientos específicos, de trayectoria desconocida a priori. Debido a su complejidad el análisis precisa incorporar las especificidades regionales e históricas en lugar de categorías universales de teoría económica.
Dada la flexibilidad de su marco analítico el pensamiento cepalino tiene la capacidad de adaptarse a la evolución histórica. Según el autor las interpretaciones económicas son revisadas periódicamente sin perder coherencia analítica o ideológica. El foco primordial de su teoría se concentra en el concepto de centro-periferia. Las economías periféricas poseen una estructura poco diversificada y tecnológimente heterogénea mientras que en los países centrales el aparato productivo es diversificado, tiene una  productividad homogénea y mecanismos de creación y difusión tecnológica, que redundan positivamente en la sociedad.
En resumen, esta publicación realiza una buena descripción marcada por una subjetividad coincidente con la evolución de la CEPAL. A pesar de que en las conclusiones realiza algunos cuestionamientos del análisis económico de la institución en los años 90, a mi entender precisaría mayor rigurosidad en la crítica. Por otra parte, entiendo que sobrevalora el aporte de la CEPAL en la política económica latinoamericana. A modo de ejemplo, en un párrafo dice: “Su auditorio está formado por los responsables de formular la política de América latina”. Pienso que la política económica de América Latina hoy en día, al menos en Argentina, no está determinada por los intelectuales-investigadores de la institución como quizá pudo haber sucedido en décadas pasadas.

Rougier, M.  y  Odisio, J., Del dicho al hecho: El "modelo integrado y abierto" de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda posguerra. Am. Lat. Hist. Econ [online]. 2012, vol.19, n.1, pp. 99-130.
Marcelo Rougier
Doctor en Historia UdeSA. Magister en Historia Económica UBA. Investigador Conicet. Profesor titular de Historia Económica y Social Argentina FCE-UBA. Director del Área de Estudios sobre la Industria Argentina y Latinoamericana (CEEED-FCE-UBA)
Juan Carlos Odisio
Doctor de la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Sociales. Magister en Historia Económica UBA. Licenciado en Economía UBA. Becario CONICET. Docente Historia Económica y Social FCE-UBA.
El artículo de Rougier y Odisio reflexiona sobre los aportes de Aldo Ferrer al pensamiento económico latinoamericano y el efecto que surtieron sus ideas al ser parte de la política económica nacional en el período 1970-71 como Ministro de Economía y Trabajo.
Los autores focalizan su análisis en el Modelo Integrado y Abierto (MIA) propuesto por Ferrer para superar el estado de sub desarrollo y dependencia que presentan las economías periféricas. Para ello, primero revisan los antecedentes previos de Ferrer respecto a las problemáticas productivas e industriales de la economía argentina y en segundo lugar analizan más detenidamente las variables de su propuesta. Seguidamente, se presentan las críticas y discusiones que surgieron con sus postulados y por último se observa el impacto sucedido con su modelo.
Brevemente, el MIA proponía lograr mayor integración económica, a través del desarrollo de las industrias de base y de la descentralización regional, estimulando en paralelo las exportaciones industriales. Para ello, los recursos nacionales y el ahorro interno-externo debían canalizarse hacia industrias dinámicas (química, petroquímica, mecánica eléctrica, siderurgia, maquinaria) de capital nacional en lugar de favorecer a las subsidiarias extranjeras que operaban en el territorio nacional.
El texto tiene como elemento destacado la posibilidad de analizar un trabajo teórico y su vínculo al momento de su aplicación desde el ejecutivo nacional. Las características del caso no son habituales, y en consecuencia tornan aún más interesante a esta publicación.

Martins, Carlos Eduardo (2011), Prólogo a Imperialismo y Dependencia, de Theotonio dos Santos.
Brasileño. Doctor en Sociología USP. Master en Administración Pública FGV-RJ. Graduado en Sociología y Política UCA-RJ. Profesor Adjunto y Jefe Departamento de Ciencia Política UFRJ. Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Estacao de Sá, Brasil.
El autor prologa la reconocida obra “Imperialismo y Dependencia” de Theotonio dos Santos. En este inicio Martins contextualiza el espacio y tiempo en que se ubicaba dos Santos a la hora de desarrollar la Teoría de la Dependencia, eje principal del libro y al mismo tiempo recorre su actividad intelectual y política.
Para ello divide la producción teórica de dos Santos en tres etapas: 1) fines de los 50’, golpe de Estado brasileño de 1964 y clandestinidad en Brasil; 2) exilio en Chile y México; 3) regreso a Brasil.
En la primera parte describe que Theotonio se gradúa como licenciado en Sociología, Política y Administración Pública y luego como Master en Ciencia Política. Comienza su carrera como profesor universitario y se vincula con el marxismo primero a través de la lectura comprensiva de EL Capital y luego en la fundación de la agrupación política “Organización Revolucionaria Marxista/Política Operaria” que articula los movimientos estudiantiles, de favela y campesinos. Como producción teórica lanzó en esta etapa Cuáles son los enemigos del pueblo? inspirado en su tesis de maestría.
En la segunda etapa relata el exilio de dos Santos en Chile en el período 1966-74 donde consolida la formulación de la Teoría de la Dependencia desde el Centro de Estudios Socioeconómicos, uno de los principales centros del pensamiento latinoamericano de la época, y luego, con la irrupción de la dictadura pinochetista, parte a México dónde se incorpora activamente en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, y  da forma final a Imperialismo y Dependencia. En esta obra no solamente se presenta en detalle la teoría de la dependencia sino que también la enlaza con una teoría del sistema mundial.
Ya de vuelta en Brasil, sus líneas de trabajo teórico serán profundizadas y puestas en debate frente a los cambios contextuales de fines de los 70 en adelante: la globalización y la economía mundial integrada en procesos productivos internacionales.
Martins logra en pocas hojas atraer al lector con la descripción de la vida profesional de dos Santos y pone en contexto la elaboración, consolidación y seguimiento de esta obra con una introducción que invita convincentemente a continuar con la lectura.  

Selección de Aldo Ferrer, La economía argentina.
Doctor en Ciencias Económicas UBA (1953). Contador público UBA. Profesor en UBA y UNLP. Coordinador de la Comisión Organizadora del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, (1965-1967) y primer Secretario Ejecutivo de C.L.A.C.S.O. (1967-1970). Ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación. Ministro de Economía y Trabajo de la Nación 1970-71 (presidencia Levingston). Presidente Banco de la Provincia de Buenos Aires (1983-1987). Integrante Grupo Fénix. Embajador argentino en Francia (2011-2013).
En esta selección se utilizaron tres capítulos de un ambicioso libro de Aldo Ferrer que contiene24 apartados que analizan la economía argentina en etapas históricas y describe la temática desde diversos enfoques como economías regionales, estructura productiva, integración comercial, poder económico, población, política económica, entre otros elementos. La parte elegida toma dos capítulos del ciclo exportador de 1860 a 1930, y un tercer capítulo, que es el primero de la fase de industrialización inconclusa que va de 1930 a 1976.
En los dos primeros capítulos de la selección se destacan las fases de la economía primaria exportadora. Allí se describe la dependencia nacional del nivel de actividad económica de los países centrales, demandantes de alimentos y materias primas. De esta manera el país quedaba fuertemente vinculado a los ciclos de prosperidad y decrecimiento de la economía internacional.
Como bien observa Ferrer las fases de evolución de la economía afectan los volúmenes y precios. Los valores de las materia primas son más volátiles que los productos industriales, sin embargo es notoriamente más difícil ajustar el volumen en el corto plazo a diferencia de las manufacturas.  En las etapas de depresión económica del comercio internacional la interacción de los factores mencionados afectó fuertemente la economía exportadora argentina. En síntesis, para el autor, el volumen, los precios y el poder de compra de las exportaciones argentinas estuvieron en toda esta etapa determinados por los ciclos económicos de los países centrales industrializados.
En el tercer capítulo Ferrer introduce el período entre guerras y la crisis del 30, que evidenciaron las problemáticas del orden económico mundial y sus fuerzas integradoras. En este contexto también surgieron nuevas ideas económicas, con el keynesianismo como mayor exponente. La depresión del 30’ hizo caer fuertemente las importaciones de los países centrales y con ello el volumen y precio de los productos del comercio internacional. También incrementaron sus barreras de protección.
Esta situación modificó drásticamente los indicadores de la economía internacional e impactó notoriamente sobre los países periféricos. No obstante, Ferrer entiende que este nuevo escenario planteaba para la Argentina una oportunidad y un desafío para reacomodarse con un rol más activo e independiente dentro del sistema económico mundial.
El autor llama a este nuevo sistema internacional, que se impulsa a partir de 1945, como tercer orden mundial, en un contexto de globalización y nuevas técnicas de desarrollo. El progreso tecnológico abarata los bienes industriales y de servicio e impacta a su vez en los precios de los alimentos. La importancia de las manufacturas en el comercio internacional se acrecienta y le quita dinamismo al sector primario.
Estos hechos conformaron una nueva división del trabajo entre los países industriales. El comercio de manufacturas entre los países centrales se realiza dentro de las mismas ramas industriales, máxime las industrias intensivas y dinámicas. A este fenómeno Ferrer lo denomina especialización intraindustrial. En consecuencia, la expansión del comercio internacional se sustentó principalmente en las exportaciones de manufacturas entre los países industrializados y las inversiones de las relucientes compañías multinacionales se concentraron en estos enclaves también.
Según el autor, esta nueva dinámica del comercio internacional marginó a los países de la periferia, salvo aquellos que lograron adaptarse eficientemente a las nuevas tendencias. A su vez, el crecimiento de la periferia en industrias menos desarrolladas aunque demandantes de bienes de capital, generó défict en la balanza de pagos ya que las exportaciones primarias no lograban en esta etapa cubrir el nivel de importaciones. De esta manera, se inició el novedoso estrangulamiento externo por no disponer de las divisas necesarias para lograr una industrialización genuina y al mismo tiempo, debido a este contexto, se inició la etapa de endeudamiento externo para financiar el desequilibrio externo crónico.
Personalmente considero que este capítulo describe de manera muy clara el contexto y los principales determinantes que hacen a la etapa 1945-76, que es el eje de de la bibliografía de esta clase. Ferrer remarca conceptos tales como centro-periferia, orden mundial, especialización intraindustial, y restricción externa que son fundamentales para comprender la respuesta de la corriente estructuralista ante el escenario de la economía internacional.

Selección de Dos Santos, Theotonio, Imperialismo y dependencia (1978).
Doctor en Economía FACE/UFMG. Master en Ciencia Política UNB. Licenciado en Sociología, Política y Administración Pública FACE/UFMG. Profesor titular Universidad Federal Fluminense. Coordinador de la Cátedra y Red UNESCO – Universidad de las Naciones Unidas sobre Economía Global y Desarrollo Sostenible. Ha sido: Director del Centro de Estudios Socio-Económicos de la Universidad de Chile (CESO); Director en la División de Postgrado de Economía de la UNAM (México); Secretario de Asuntos Internacionales del Gobierno del Estado de Rio de Janeiro.
Theotonio dos Santos cristaliza en este libro la Teoría de la Dependencia que ya venía trabajando en textos anteriores. De esta manera, se convierte en el fundador y mayor exponente de esta escuela de pensamiento latinoamericano, que luego ampliará hacia una teoría del sistema mundial.
Esta teoría parte de una economía mundial monopólica como base indispensable para la acumulación de capital. Según el autor está constituida por el vínculo entre las burguesías de los países centrales y periféricos, que inciden de distinto modo en función del poder económico de cada región y sus relaciones de competitividad y de acuerdos comerciales. Asimismo estos supuestos redefinen la teoría del imperialismo y permite analizar la crisis de hegemonía. A su vez profundiza los análisis políticos-económicos del pensamiento latinoamericano.
En sentido estricto, el capítulo de “La corporación multinacional y la economía mundial” centra su análisis en uno de los cambios resonantes en la economía de la posguerra: el crecimiento y consolidación de las compañías multinacionales. Allí refleja la cadena de producción internacional que realiza una sola empresa entre sus filiales internacionales. En este sentido, dos Santos observa que su crecimiento fue logrado en buena parte gracias a los beneficios otorgados por los Estados Nacionales tales como exenciones, préstamos, subsidios, entre otros. El autor remarca que curiosamente el desarrollo del comercio internacional, monopolizado por las transnacionales, se produjo a través de la intervención estatal.
A partir de esta nueva división del trabajo los países periféricos o del tercer mundo recibirían las inversiones de capitales extranjeros a cambio de producción industrial con mano de obra barata con el objetivo de exportarlos desde ahí a Estados Unidos y otros países de altos ingresos. De esta manera, en los países subdesarrollados se genera un aumento del subempleo al producir un crecimiento económico basado en tecnologías ahorradoras de mano de obra y al destruir, al mismo tiempo, la vieja economía agraria produciendo un enorme excedente de trabajadores rurales que se desplazan a la ciudad.
En esta sección dos Santos también acude al déficit de la balanza comercial estadounidense producto del incremento en los gastos de guerra y de importaciones de bienes y servicios de sus filiales en el extranjero. En paralelo, debido al avance tecnológico, los trabajadores industriales pierden lugar frente al incremento de los empleo en servicios. El ahorro de mano de obra industrial y el alto grado de desarrollo tecnológico hacen que Estados Unidos se incline por especializarse en la producción y exportación de productos altamente tecnificados.
En paralelo, el autor remarca el control del dólar en el exterior por parte de las multinacionales. Esta disponibilidad de divisas significa para dos Santos un factor de potencial inestabilidad para Europa y Japón en caso de que Estados Unidos quisiera imponer diferentes ingenierías financieras que impactaran por ejemplo en devaluaciones, crisis monetarias, o shocks sobre la economía real.

Prebisch, R. (1950), “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas,” Desarrollo Económico, 26(103), (Oct.-Dec., 1986), pp. 479-502.
Contador Público UBA (1921). Profesor FCE-UBA. Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (1950-1963). Funcionario Sub Secretaría de Ministerio de Economía, Banco Nación y BCRA (1930-1943). Secretario General de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Prebisch escribió este texto en 1948 a pedido de la CEPAL y desde entonces es considerado uno de los pilares de la teoría de desarrollo económico latinoamericano y obra fundamental del pensamiento cepalino.
En su contenido se presentan los conceptos de centro-periferia, donde América Latina cumple el rol de proveedor de materias primas hacia los países centrales, quienes en cambio producen manufacturas de considerable valor tecnológico. De allí se plantean las asimetrías entre ambas regiones y se exhiben potenciales ideas para escapar de esta dinámica.
Aquella división internacional del trabajo profundizaba las diferencias entre el centro y la periferia y por ello era preciso impulsar un plan industrializador latinoamericano, que se venía desarrollando por las oportunidades que se habían generado en los períodos entre guerras, con una fuerte intervención del Estado a la hora de administrar el comercio interior y exterior, como también las variables de inversión, ahorro, gasto y consumo.
Prebisch observa que la periferia para esa época no contaba aún con los niveles de productividad que manifestaban las naciones industrializadas y evidenciaba los desequilibrios en el comercio internacional. Por lo tanto, era imprescindible para el autor la industrialización de los países nuevos. A su vez planteaba, a diferencia de otros autores contemporáneos, que la industrialización en América Latina no era incompatible con el desarrollo eficaz de la producción primaria.
Para lograr un grado de avance en la capacidad productiva industrial el autor reflexiona acerca de qué tipo de inversiones se precisarían. Es decir, si es proveniente del ahorro interno o externo y hacia qué sectores debía ser canalizado. Aquí enfatiza que es prioritario atender aquellas producciones locales que reduzcan las importaciones (Industrialización por sustitución de importaciones) y lograr así mayor disponibilidad de dólares para afrontar servicios financieros que se dirigirían a otro tipo de inversiones.
Asimismo resalta que el Estado debe procurar la acumulación de capital a partir del ahorro interno. Para lograrlo subraya que debe administrarse las modalidades de consumo, es decir, administrar el comercio interno y externo a favor de las inversiones de capital. Igualmente, Prebisch pone reparos a la hora de incrementar el bienestar de la sociedad porque podría desactivar la productividad industrial, elemento que parecería ser central para él a la hora de industrializarse.
Menciona también la necesidad de complementar las producciones industriales entre el centro y la periferia. Luego, se enfoca largamente en la necesidad de aplicar políticas anti cíclicas en los ciclos de expansión (creciente) y contracción (menguante). Recomienda que el Estado ahorre y tenga un rol menos preponderante en la primera fase mientras que en la otra etapa sugiere que debe volcar los ahorros, productos del crecimiento previo, en inversión.
Del mismo modo, entiende que ante situaciones de restricción externa es posible recurrir a financiamiento externo o a las reservas monetarias, productos del ahorro, que serán útiles para sortear estos contextos adversos.

En resumen, Prebisch pone en escrito aquellos elementos comunes que le sucedieron en su época de funcionario en el ejecutivo argentino y presenta una serie de ideas generales para salir de la relación asimétrica entre centro y periferia. Indudablemente, fue un texto disruptivo y novedoso para aquella época, ya que presentaba una tesis económica para el desarrollo latinoamericano. A partir de este texto Prebisch constituyó una larga carrera dentro de la CEPAL y sentó las bases para construir el pensamiento económico latinoamericano.


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Aporte de David:

Ricardo Bielschowsky “Evolución de las ideas de la CEPAL” (1998)
El autor se propone realizar una caracterización de la CEPAL a lo largo de la evolución de su historia como institución incubadora y difusora del pensamiento estructuralista latinoamericano. Se destaca la contribución de Prebisch a la formación de la CEPAL y como implementador de la visión histórico estructuralista dentro de la institución. Es con este autor que se empieza a implementar el término centro-periferia, en donde se caracteriza a estas últimas economías con estructuras productivas poco diversificadas y tecnológicamente heterogéneas.
La principal contribución de la CEPAL es haber creado un marco teórico histórico propio de las economías subdesarrolladas de Latinoamérica, e incorporar en su análisis la especificidad histórico-social y estructural de la economía. Dentro de este marco teórico el problema de las economías latinoamericanas residirá en su estructura y la forma ella incide en los procesos de acumulación e inserción al mundo, y se ubicará al Estado como articulador del desarrollo económico en la periferia del centro desarrollado.
La CEPAL se crea en plena posguerra y se impregna de las ideas que empezaban a cobrar fuerza en ese momento, y que marcan la década del 50, las cuales tenían a la industria como pilar de desarrollo económico y a la planificación como instrumento para lograr la industrialización. La década siguiente se puede caracterizar como una continuación de esas ideas, pero buscando superar los limitantes macroeconómicos que presentan los procesos de industrialización en América Latina, principalmente la inflación y la restricción externa. En este contexto aparecen importantes visiones de inflación estructural (Sunkel) y falta de inversión por la insuficiencia de ahorro generada por el consumo suntuario (Prebisch), por distintos caminos y fines, ambos autores arriban a la misma tesis de la reforma agraria. De esta forma la institución buscaba modificar la distribución del ingreso, la estructura económica y el proceso de acumulación. Por esos años también aparece la tesis de la teoría de la dependencia (Cardozo y Faletto) que incorpora las ventajas absolutas del comercio internacional desde una perspectiva marxista. 
Los últimos apartados del trabajo que refieren a los años ochenta y noventa el autor muestra como la CEPAL va relegando su visión tradicional industrialista en un contexto signado por el auge del neoliberalismo, de la globalización y de los servicios, al punto de que la impronta que adopta en los noventa se alinea bajo los preceptos aperturistas de la década.
Prebisch “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas”
El documento (año 1950) refiere al desarrollo económico dentro de un nuevo esquema de centro y periferia signado por el fin de los modelos agroexportadores en América Latina. El trabajo busca discutir con la teoría ricardiana de las ventajas comparativas para poder dar cuenta que el librecambio es favorable para el centro y perjudicial para la periferia. La razón porque esto sucede es por el Deterioro de los Términos del Intercambio (DTI), sin embargo al igual que otras autores nacionalistas críticos del librecambio e impulsores de la industria como mecanismo de desarrollo, sostiene que el comercio internacional es un instrumento necesario para lograr la industrialización. En una primera instancia es necesaria la importación de equipos y maquinarias con tecnología avanzada, y las divisas necesarias para ello deben ser obtenidas de la exportación agrícola. Sin embargo, contemplará factible para todos los estadios de desarrollo que la industria local se desarrolle en base a las divisas que proporcionará el campo, es decir basará su concepción teórica en una primera ISI (y lo considera armonioso).
El DTI lo muestra a través de la comparación del incremento de la productividad de la industria y del agro a lo largo de las últimas décadas de su análisis, al haberse incrementado más la productividad de la industria deberían reducirse más sus precios que los del agro, y ello no ha sido así, generando una mayor apropiación de excedente de la periferia por parte de los centros. El DTI lo explica por los ciclos de la economía: los precios agrícolas son más volátiles que los industriales. La razón de ello reside en la desorganización de los sindicatos de la periferia que no pueden mantener las conquistas salariales logradas como sí lo hacen en el centro, por ende la presión cíclica recae con más fuerza en la periferia, ya que al no mantener los niveles salariales bajan los precios e incluso deben contemplar la no disminución del centro, generando en DTI.
Si bien está a favor de la industrialización no profundiza en su análisis cómo instrumentar dicho proceso, salvo la importación de maquinarias e insumos y la exportación de materias primas, es decir la primera ISI. Respecto al control de cambios como instrumento industrialista, tiene posiciones desencontradas, en un lado lo critica diciendo que es ineficaz y que solo se ha llegado a eso por necesidad de la guerra, pero luego dice que puede ser útil para suprimir artículos de bienes suntuarios, que reducen la capacidad de ahorro. En cuanto al rol del capital extranjero, para el autor es positivo, ya que permitirá suplantar al exiguo ahorro interno de estas economías, y permitirá generar inversión.
Rougier y Odisio “Del Dicho al hecho: El modelo integrado y abierto de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda posguerra”
El trabajo se centra en el Modelo Integrado y Abierto (MIA) de Ferrer. Lo interesante es que estructuran el trabajo en 3 partes, en la primera rescatan la formación del Aldo y sus influencias, luego desarrollan teóricamente el MIA, para luego analizar su aplicación política, ya que Ferrer llegó a ejercer sus ideas dentro de la política económica del país como Ministro. Ferrer se forma influido por las ideas de Prebisch y partiendo de la concepción de centro-periferia empieza a desarrollar sus ideas en el marco de los desequilibrios macroeconómicos de la primera ISI. De esta forma adopta la idea de estructura productiva desequilibrada, al tiempo que introduce el término Stop and Go, que se genera por la rigidez de los productos exportables contra la inelasticidad de los insumos y bienes de capital importados durante los ciclos alcistas. Sus ideas en torno al MIA van a establecer el marco teórico de la segunda ISI.
El MIA sostendrá que existen dos tipos de industrias las pasivas y dinámicas, y que serán estas últimas las que difundirán el desarrollo tecnológico y el progreso técnico al conjunto del sistema económico. Además estas industrias permitirán al país lograr exportar manufacturas por fuera de los alimentos, y superar así la restricción externa. En cambio las livianas son las que generan la dependencia de los insumos y equipos importados, generando la restricción externa del Stop and Go. Ferrer veía que el Estado tenía un rol clave para desarrollar esas industrias donde el capital privado (ya sea por montos de inversión y búsqueda de rentabilidad a corto plazo) no ingresaba. Estos son los casos de los grandes proyectos de conglomerados industriales, que formarán los grandes grupos concentrados. Respecto a la concentración económica Ferrer la veía como un aspecto positivo, para generar así economías de escala que permitan competitividad para abastecer al mercado interno de insumos y exportar, superando así el ciclo corto característico del ISI. El grueso de los proyectos maduran una vez que irrumpe la valorización financiera, por lo que su finalidad se ve totalmente distorsionada. El MIA se completaba con su visión crítica a la industrialización autárquica, en donde el proteccionismo a ultranza sin selectividad no generaba una industria competitiva que permita superar los desequilibrios macroeconómicos.
Aldo Ferrer “La economía Argentina”
La Economía Argentina es un libro que abarca todos los períodos económicos de nuestra historia, desde el período hispánico hasta la actualidad. En el libro se muestra como el MAE a pesar de ser un modelo de acumulación con fuerte crecimiento no ha llevado consigo un crecimiento inclusivo, ni ha implicado desarrollo económico, ya que no ha generado cohesión ni movilidad social, sino que ha sido un modelo basado en la concentración del ingreso y la propiedad, y de fuerte vulnerabilidad externa. Los pilares del crecimiento se centraban en la expansión de la frontera agrícola para lograr el incremento de producción agropecuaria destinada al mercado externo y el endeudamiento externo cíclico, lo cual facilitaba de las divisas para garantizar el consumo suntuario de las clases altas. La vulnerabilidad del sistema se evidenció con la Primera Guerra y culminó con la Gran Crisis: era un modelo directamente dependiente del ciclo del centro, ya que estos países (principalmente Inglaterra) demandaba la producción del país, que al no existir mercado interno no encontraba otro destino. El ciclo alcista del centro estimulaba la demanda de productos agropampeanos, generando ingreso de divisas para las importaciones de productos industriales, los movimientos de capitales se tornaban favorables permitiendo endeudamiento, a la vez que se generaba un efecto multiplicador sobre el nivel de los servicios internos para la clase alta. En los ciclos bajistas, cuando cesaba la demanda del centro todos los fenómenos repercutían negativamente, generando incluso ceses de pagos externo. El período que abarca desde 1930-1970 Ferrer lo caracteriza como “industrialización inconclusa” y se caracteriza por una modificación tanto en el plano local de acumulación como en el plano mundial. Desde 1870 a 1940 el comercio internacional agropecuario va perdiendo participación frente al industrial, sector que se va posicionando como el centro dinámico del capitalismo a través de la química y la mecánica. La tendencia se consolida con el paso de los años, en 1930 el comercio mundial agropecuario representaba el 66%, el 46% en 1960 para luego representar el 35% en 1970.
Ferrer destaca un punto similar a dos Santos en lo que respecta al comportamiento de las multinacionales, quienes incrementan significativamente el comercio intrafirma e intrapaís desarrollado. De esta forma la periferia pasa a estar relegada tanto de los movimientos internacionales de capital como del comercio mundial. Otro punto interesante con los restantes autores su visión respecto a la declinación de la categorización tradicional centro-periferia: sostiene que a partir de la posguerra se fue modificando la clásica estructura del centro industrial frente a la periferia productora de alimentos. De esta forma aparece un nuevo esquema en la DIT, caracterizado por el comercio interindustrial entre los países desarrollados. Paralelamente la periferia relegada, inicia un proceso de industrialización básica, en donde reduce su demanda de productos finales pero incrementa su demanda de bienes de capital e insumos, al tiempo que se caracterizan por sus exportaciones primarias o de escaso valor agregado, generando así los déficits crónicos.
Carlos Martins: Prólogo a Imperialismo y Dependencia de Theotonio dos Santos.
Dos Santos considera que existen dos grandes formaciones a nivel mundial, el centro y la dependencia. La principal diferencia con la visión estructuralista de centro y periferia es la profundización de las condiciones que llevan a la dependencia desde el plano teórico marxista. En este sentido, la teoría de la dependencia habla de la acumulación originaria de la colonización para establecer el mercado mundial a través de la DIT y permitir la consolidación de la revolución industrial De esta forma se crea un bloque en donde confluyen las actividades de mayor intensidad tecnológica y las periferias con fuerzas productivas subordinadas. En el subdesarrollo, o la periferia, se da una mayor explotación del trabajo que en el centro y por ende es allí donde se generarán las condiciones para dar paso al socialismo.
Es uno de los principales exponentes de la teoría de la dependencia, dentro de esta escuela es crítico del capital extranjero (y esta es una de las grandes diferencias con Prebisch) y su rol dentro de las economías latinoamericanas por su doble rol: por un lado dinamizador al tiempo que es descapitalizador de la economía, generando inestabilidad política. Esto se produce ya que ese capital acentúa los ciclos, en los períodos de auge los movimientos de capital son favorables mejorando la situación de la balanza de pagos, pero en períodos de crisis, profundizan los ciclos a la baja. Al mismo tiempo, la tecnología que trae consigo el capital extranjero no se difunde a toda la economía, se generan así estructuras heterogéneas donde las filiales multinacionales crean su propia estructura vertical integrada con sus filiales en el mundo imposibilitando así la consolidación de los eslabonamientos productivos tecnológicos locales. Esto genera que los sectores con ventajas comparativas terminen siendo los sectores con inserción internacional creando las condiciones de inestabilidad de la ISI. Otra diferencia con el estructuralismo, es que en este último el paso de la periferia al centro se debe realizar a través de la industrialización, para esta visión la única forma de superar la dependencia es a través del socialismo.
Theotonio Dos Santos “Imperialismo y Dependencia”
Imperialismo y Dependencia (1978), se va a centrar en el período de la decadencia del keynesianismo y auge del neoliberalismo. En esta nueva fase del capitalismo (y esto coincide con Ferrer) el autor sostiene que se produce una nueva división internacional del trabajo, impulsada por las corporaciones multinacionales y su integración vertical en el comercio mundial. De esta forma empieza una fase del capitalismo regido por un incremento del comercio intrafirma, (65% de las exportaciones de Estados Unidos son intra firma en 1978). Asimismo se conforma una nueva periferia ya no productora de alimentos, sino de productos industriales con bajo agregado tecnológico, con destino de su producción a su casa matriz que resguardan la producción de punta en los países centrales. Sin embargo esto no podría ser posible por el rol activo del estado para consolidar la hegemonía mundial de las empresas y dominación estadounidense, generando gastos militares excesivos, garantías para la expansión de estas empresas, en una época donde se rompe con los acuerdos de Bretton Woods, y el dólar se consolida como moneda mundial. De esta forma la expansión hacia el mundo de la economía dominante se vislumbra en que las multinacionales controlan para esos años el 41% de los dólares en el exterior y las filiales de los bancos estadounidenses el 23%, llegando entre ambos al 65% de los dólares en el mundo.

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Aporte de Fernando:

36. Ricardo Bielschowsky, “Evolución de las ideas de la CEPAL”:
El autor es un economista brasileño doctorado en Economía por la Universidad de Leicester. Escribió numerosos textos relacionados con el desarrollo económico, la historia de las ideas económicas y el pensamiento de la CEPAL, de la que es Oficial en Asuntos Económicos.
Este trabajo se publicó en la revista de la CEPAL en Octubre de 1998, en honor al 50 aniversario de la Comisión. En él, Bielschowsky hace un repaso del pensamiento de la CEPAL a lo largo de esos 50 años, identificando las ideas-fuerza que lo definieron en cada una de las décadas y destacando cuatro rasgos comunes a lo largo de este medio siglo: el enfoque histórico estructuralista basado en la idea de la relación centro periferia, el análisis de la inserción internacional, el análisis de los condicionantes estructurales internos del crecimiento y del progreso técnico y su relación con el empleo y la distribución del ingreso; y el análisis de las posibilidades de acción estatal.
Hace especial énfasis a las discusiones desarrollistas entre las décadas del cincuenta y el setenta. Destaca el debate acerca del desequilibrio externo estructural, donde la industrialización no resuelve la insuficiencia de divisas ya que si bien aliviaba la demanda de algunas importaciones, por otro lado imponía nuevas importaciones vinculadas a la nueva estructura productiva.
De los años sesenta, resalta el nuevo argumento redistributivo desarrollado por Prebisch y su propuesta de una reforma agraria que posibilite incrementar la productividad agrícola y mejorar el uso del excedente.
Por otro lado, el autor diferencia la interpretación acerca del significado político ideológico en torno a la teoría de la dependencia entre corrientes revolucionarias y la posición de la CEPAL, que entendía que la condición de periferia no significaba una fuente de explotación insuperable que implicara la necesidad de romper con el capitalismo.

37. Marcelo Rougier y Juan Carlos Odisio, Del dicho al hecho. El “modelo integrado y abierto” de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda posguerra:
Marcelo Rougier es Doctor en Historia y Magister en Historia Económica. Juan Carlos Odisio es Doctor en Ciencias Sociales y también Magister en Historia Económica. Ambos son investigadores del CONICET donde han escrito numerosos textos sobre la Industria Argentina y Latinoamericana.
En este artículo, reflexionan sobre las ideas de Aldo Ferrer y los impactos que tuvieron cuando las puso en práctica como funcionario del gobierno de facto de Roberto Levingston.
Según los autores, frente a la persistencia del estrangulamiento externo, Ferrer pugnó por una estrategia de industrialización que apuntó a pasar de un “modelo integrado y autárquico” a uno “integrado y abierto” con capacidad de exportar una diversa gama de productos manufactureros, promoviendo el desarrollo de las industrias de base y la descentralización regional.
Como Ministro de Obras y Servicios Públicos, desarrolló una fuerte política de inversión en infraestructura a base del ahorro interno, en la que se destacó el complejo ferro-vial Zárate-Brazo Largo, las represas de Salto Grande, Yacyretá, El Chocón-Cerros Colorados, la construcción del gasoducto del sur, la autopista Buenos Aires-La Plata y la electrificación del ferrocarril General Roca.
Ya al mando del Ministerio de Economía, buscó reorientar el crédito a través de un nuevo Banco Nacional de Desarrollo. Al mismo tiempo, fomentó el desarrollo tecnológico propio y la promoción de la industria pesada mediante un papel muy activo del Estado utilizando estratégicamente su poder de compra y apoyando a las empresas nacionales, las cuales cobraron una importancia inédita en la matriz manufacturera local. Esto permitió diversificar la matriz exportadora del país y lograr una desconcentración regional de la actividad económica tal como contemplaba su modelo.
Los autores sostienen que Ferrer incorporó como un objetivo de la política económica mejorar la calidad de vida de la población, cosa que no se vio reflejada en la creciente conflictividad social de la época. A su vez, sostienen que los resultados de su corta gestión se prolongaron por mucho tiempo e incluso sirvieron de base para el programa “Argentina potencia” del tercer gobierno peronista. Parecería que los autores le otorgan un rédito exacerbado a la obra de Ferrer como funcionario público. Es difícil creer que los resultados obtenidos se vinculen más al brillante desempeño de un Ministro que a un proceso de fuertes políticas industriales aplicadas durante largos años, donde el Estado ejerció un rol preponderante.

38. Carlos Eduardo Martins, Prólogo a “Imperialismo y dependencia”, de Theotonio dos Santos:
En este prólogo de uno de los clásicos de las ciencias sociales latinoamericanas, Martins, brasileño y Doctor en Sociología, hace un repaso de la trayectoria y las ideas de Theotonio dos Santos.
Destaca como un aporte esencial de Dos Santos, el análisis del papel del capital extranjero en la génesis de la estructura de clases de la sociedad brasileña de la posguerra. Según él, las limitaciones de la hegemonía de la burguesía industrial brasileña se manifestaron en primer lugar, al no romper con la dependencia tecnológica y depender de la fuente de divisas del latifundio agroexportador, y por otro lado, al abandonar sus débiles banderas nacional-democráticas subordinándose al capital industrial foráneo. El liderazgo de este último, a su vez, provoca una inestabilidad política fruto de la insuficiencia del populismo como mecanismo de contención de las masas y la tendencia a su sustitución por soluciones dictatoriales y fascistas, hecho que Martins ve reflejado en el Golpe de Estado de 1964.

39. Selección de Aldo Ferrer, La economía argentina:
Ferrer es uno de los economistas estructuralistas más destacados de Argentina. En 1948 cursó la asignatura Dinámica Económica que dictaba Raúl Prebisch y sus ideas lo marcaron fuertemente. Fue Ministro de Obras y Servicios Públicos y luego de Economía y Trabajo, durante el gobierno de facto de Roberto Levingston.
En este libro, su obra más reconocida cuya primera edición data de 1963, hace un análisis del desempeño económico del país desde sus orígenes. Destaca una clara diferencia entre dos períodos: hasta 1930 uno de fuerte crecimiento pero dependiente de los precios de los productos primarios, de la constante expansión de la superficie explotada y del arribo de nuevas inversiones externas y otro de ahí en adelante que pasó a depender de la expansión de la demanda interna y de la diversificación de las exportaciones industriales. Cuando el primer modelo se agoto en la crisis del 30 debido a la pérdida de significación de los productos agropecuarios en el comercio mundial, el país se vio inmerso en un fuerte desafío de cambiar su rumbo de forma obligada.
A partir de ahí se tornaba indispensable para Ferrer lograr un desarrollo fundado en incorporar tecnología en el tejido productivo y social, incluir valor agregado y manufacturas a las exportaciones cerrando la brecha tecnológica del comercio exterior y generar procesos ininterrumpidos de acumulación de capital, conocimientos y capacidad de gestión. Para el autor esto quedó inconcluso y no se pudo concretar plenamente. Es para destacar que Ferrer omite cualquier referencia a la cuestión imperialista tan debatida en las corrientes de pensamiento del período y sólo hace hincapié en la resolución de la falta de industrialización desde una óptica de la propia voluntad y planificación nacional.

40. Raúl Prebisch, “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas”.
Prebisch fue uno de los más destacados economistas argentinos. Fue funcionario de los gobiernos de la “Década Infame” y Secretario Ejecutivo de la CEPAL entre 1950 y 1963.
En esta obra, también conocida como “el manifiesto latinoamericano”, Prebisch establece la necesidad industrializadora como motor del crecimiento, pero sin sacrificar la exportación primaria dado que aporta las divisas que financian las importaciones necesarias y que la renta del suelo no implica costo colectivo alguno.
Una de las ideas que trabaja con mayor profundidad es la imposibilidad de la periferia de retener los frutos de su progreso técnico producto de su estructura subdesarrollada de producción y empleo. A diferencia de esta, los países del centro no sólo se caracterizaron por retener el fruto de las innovaciones técnicas de su industria, sino que además recibieron parte de de los frutos de la periferia. Esto se producía por la capacidad organizativa de la clase trabajadora del centro y su poder de resistencia a la baja de salarios. De esta manera, lograban impedir la caída nominal de los precios de los bienes industriales durante la etapa cíclica de caída, compensando las ganancias que la periferia obtenía con los bienes primarios en su etapa de auge.
Las ideas del autor se contradicen con su actuación como funcionario público o asesor del gobierno argentino, dónde se caracterizó por recomendar inmensas transferencias de ingresos al sector agropecuario y atentar contra la demanda interna que era el motor de la industria nacional.

41. Selección de Theotonio Dos Santos, Imperialismo y dependencia:
Dos Santos es Licenciado en Sociología, Política y Administración Pública por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Federal de Minas Gerais y es Magister en Ciencias Políticas por la Universidad de Brasilia.
De formación marxista, este sociólogo brasileño es fundador de la teoría de la dependencia, una escuela de pensamiento que tiene como uno de sus clásicos al presente texto que fue publicado en México en 1978, durante el exilio político de su autor.
En él, describe el gran crecimiento de las corporaciones multinacionales y los cambios que provocó en la economía mundial al reducir el comercio casi completamente al intercambio intraempresa a escala internacional.
Por otro lado, Dos Santos augura una pérdida de la hegemonía norteamericana a raíz de la caída de la participación de sus exportaciones y del producto nacional bruto con relación al resto del mundo, de una baja de las reservas monetarias internacionales de Estados Unidos y una mayor dependencia hacia los productos importados.

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Aporte de Federico:

Texto 36: Bielschowsky, R. (1998), “Evolución de las ideas de la CEPAL”.
Ricardo Bielschowsky es un economista de Brasil, graduado de Economista en la Universidad Federal de Río de Janerio, tiene una Maestría en la Universidad de Brasilia y un Doctorado de la Universidad de Leicester (Inglaterra). Actualmente trabaja para la CEPAL.
A lo largo de todo el texto el autor hace un recorrido de las principales ideas de la CEPAL desde la década de los 50´hasta los 90´. Identifica cuatro rasgos analíticos comunes en los cinco decenios: enfoque histórico-estructuralista, basado en la idea de la relación centro-periferia; análisis de la inserción internacional; análisis de los condicionamientos estructurales internos del crecimiento y del progreso técnico, y de las relaciones entre ellos, el empleo y la distribución del ingreso; y el análisis de las posibilidades de acción estatal.
También identifica cinco etapas en la obra de la CEPAL: la industrialización, en los años cincuenta; las reformas para desobstruir a industrialización, en los sesenta; la reorientación de los “estilos” de desarrollo hacia la homogeneización social y hacia la diversificación pro exportador, en los años setenta; la superación del problema del endeudamiento externo mediante el “ajuste con crecimiento”, en los años ochenta; y la transformación productiva con equidad, en los años noventa.
Conceptos e ideas son reiteradamente explicados a lo largo del texto: la idea central de centro-periferia; la tendencia al deterioro de los términos de intercambio; la preocupación por el desequilibrio externo.
Se pudo observar que las ideas cepalinas estuvieron muy condicionadas al contexto político-económico de cada momento histórico, más allá de sostener ideas centrales como el problema de la restricción externa. Esto se puede observar con simpleza en las ideas de la CEPAL, de la década de los 90´.  Bielschowsky argumenta: “En los textos cepalinos de los años noventa, inspirados en Fajnzylber, la estrategia incluirá una política de apertura comercial que no se encuentra en la CEPAL de antes. El objetivo fundamental era evitar el aislamiento tecnológico”.  Hacia el final del texto el autor afirma, “Sim embargo, durante os años noventas la existencia de altos niveles de subempleo y las pruebas sobre los efectos perversos que el progreso técnico tiene sobre el volumen de empleo formal y sobre las desigualdades salariales constituyen elementos generadores de genuinos temores y perplejidades. Este es seguramente un campo en que la CEPAL tiene aún mucho que aportar. Si bien se reconoce que para alcanzar la meta de la equidad a través del aumento simultaneo de la productividad y los salarios es necesario acelerar mucho más el crecimiento actual, el estado actual del discurso deja mucho que desear.”
Texto 37. Rougier, M. y Odisio, J., Del dicho al hecho: El “modelo integrado y abierto” de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda posguerra.
Marcelo Rougier es doctor en Historia por la Universidad de San Andrés, investigador del CONICET y profesor titular de la Catedra Historia Económica y Social Argentina en la UBA. Juan Carlos Odisio en Licenciado en Economía por la UBA, becario del CONICET, y docente de Historia Económica y Social Argentina en la UBA.
El texto empieza con un extenso recorrido sobre la vida de Aldo Ferrer. Sus inicios se remontan cuando se recibe de contador en la UBA y luego se recibe de doctor en Economía. Es en 1948 cuando cursa la asignatura Dinámica Económica que dictaba Raúl Prebish, donde lo estimuló a estudiar Keynes y comenzó a empaparse del enfoque centro-periferia, que lo llevaría a publicar su primer artículo en 1950.
Ferrer ocupo cargos importantes como el de Ministro de Economía y Hacienda de la Provincia de Buenos Aires, durante la gobernación de Oscar Alende, en 1958. Desde esa plataforma creó la Junta de Planificación, que comenzaría a publicar la revista Desarrollo Económico. También se desempeña como Ministro de Obras Públicas y Ministro de Economía durante gobierno de facto de Roberto Levington.
Los autores argumentan que Ferrer había sido muy influenciado sobre las ideas del economista Perroux. En la Argentina el desarrollo manufacturero se había concentrado básicamente en las industrias pasivas o impulsadas (la textil, cueros, alimentos) mientras que el escaso avance de la industria dinámica (la química, la petroquímica, la mecánica eléctrica, entre otras) provocaba la dependencia de las importaciones de quipos e insumos  
En el debate de los años sesenta, Ferrer pugnaba por una estrategia de industrialización que apuntaba a pasar de un “modelo integrado y autárquico” a uno “integrado y abierto (MIA)”, esto es, con capacidad de exportar productos en diversas fases del ciclo manufacturero. 
En la cartera económica de Levington, Ferrer crea el nuevo Banco Nacional de Desarrollo. Los otros objetivos que permitirían materializar el MIA, pasaban por el fomento del desarrollo tecnológico propio y la promoción de la industria pesada mediante el favorecimiento de las empresas nacionales, en conjunción con un papel estratégico para el Estado mediante el direccionamiento de su poder de compra.
Texto 38. Martins, Carlos Eduardo (2011), Prólogo a Imperialismo y Dependencia
Carlos Eduardo Martins es Doctor en Sociología, master en Administración Pública y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Estacao de Sá, Brasil.
En el prólogo del “Imperialismo y Dependencia”, Martins comienza con exponer la trayectoria de Theotonio dos Santos. Graduado como Licenciado en Sociología, Política y Administración Púbica en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Federal de Minas. Entre 1960 – 1964 Theotonio estudia sistemática al marxismo a través de seminarios de lectura del El Capital. En el exilio chileno, que se inicia en 1966, se incorpora como investigador del Centro de Estudios Socioeconómicos (CESO) de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile. Es así, que el CESO, se constituyó en uno de los principales centros de elaboración del pensamiento latinoamericano en los años 60 y 70.
En este contexto, Dos Santos madura las bases de la teoría de la dependencia. Esta teoría no se reduce a una interpretación regionalizada, relativa al capitalismos de las periferias. Ella parte metodológicamente de la formación de una economía mundial monopólica, jerarquizada y competitiva como una dimensión indispensable de la base material de la acumulación de capital y punto de partida para la compresión de los distintos capitalismos nacionales.
La teoría de la dependencia redefine la teoría del imperialismo y da lugar a amplios estudios sobre la hegemonía y sus crisis, bien como sobre la formación y las perspectivas de desarrollo de los países socialistas. Aunque Dos Santos va a centrar su énfasis en una problemática regional y latinoamericana, argumenta Martins, la teoría de la dependencia anticipa la teoría del sistema mundial, al destacar la existencia de una economía mundial en expansión como el elemento central de la acumulación de capital y situar el mundo como objeto de análisis condicionante para cualquier investigación regional o nacional.
Texto 39. Selección de Aldo Ferrer, La Economía Argentina.
Su primera edición fue a principios de 1963. Durante todo el libro Ferrer realiza un exhaustivo análisis de la historia economía argentina. A partir de la selección propuesta por la materia, se destacan los siguientes conceptos e ideas:
-          Es de destacar como, a través de las diferentes ediciones del libro, Ferrer define varias veces la etapa iniciada en 1930. Las definiciones siguen una lógica muy clara al contexto político-económico en que se elaboraban. De definirla como la “economía industrial no integrada” a definirla como la ”economía semiindustrial dependiente” en la edición de 1973.
-          El concepto de Densidad Nacional.
-          El concepto del deterioro de los términos de intercambio.
Texto 41. Selección de Dos Santos, Theotonio, Imperialismo y Dependencia (1978).
El autor argumenta que el crecimiento de las corporaciones multinacionales provocó cambios en la economía mundial, al reducir enormemente el área del libre comercio, al grado de excluirlo casi completamente del intercambio internacional. También argumenta que esas corporaciones no lograron sin embargo sustituir al Estado como factor principal de centralización del comercio mundial. Por el contrario, han buscado dirigir esta nueva etapa de concentración del comercio internacional aumentando la participación estatal sea para proteger la producción local controlada por esas empresas, sea para que se les concedan exenciones, préstamos o ayudas, sea para regular y garantizar la compra de ciertos productos. Es así, que lo contradictorio es que gran parte del crecimiento del comercio mundial se hizo a través del aumento de la intervención estatal.
Dos Santos expresa que el capital internacional pretende promover una nueva etapa de la división internacional del trabajo, en la cual se desplazará, de manera más masiva hacia países del Tercer Mundo, gran parte de los productos industriales que utilizan relativamente más mano de obra con el objetivo de exportarlos desde ahí a Estados Unidos y otros países de altos ingresos.

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Aporte de Alejandro:
Bielschowsky, R. (1998), “Evolución de las ideas de la CEPAL”.
Bielchowsky es un economista Brasilero de la Universidad Federal de Río de Janeiro, con un doctorado de la Universidad de Leicester en Inglaterra. Es oficial de Asuntos Económicos de la CEPAL.
El autor aclara que las ideas de la CEPAL son un cuerpo analítico de carácter específico, de características aplicables a las condiciones históricas propias de la periferia latinoamericana. Ello aporta una explicación a que cuando se buscan referencias al pensamiento cepalino en libros de historia económica, se hace referencia a escasos pintos, como ser el deterioro en los términos de intercambio o la explicación analítica de la inflación. Así mismo, aclara que el pensamiento cepalino tiene como objeto los “sistemas de economía política”, con un principio normativo claro, que es la necesidad de que el Estado contribuya al ordenamiento del desarrollo económico en la periferia latinoamericana.
Pasando al núcleo de análisis del texto, se destacan cuatro rasgos analíticos comunes en el pensamiento cepalino, más allá del paso del tiempo: el primero de ellos se refiere al enfoque estructuralista basado en la idea de la relación centro periferia, el segundo lo constituye el análisis de la inserción internacional, el cuarto, el análisis de los condicionantes estructurales internos del crecimiento y el progreso técnico y la relación entre ellos y el empleo junto con la distribución del ingreso, y el  análisis de las posibilidad de acción estatal. Con este núcleo, identifica ideas “históricamente determinadas”, pudiendo verse cuatro etapas de las ideas de la CEPAL.
La primera etapa se inaugura en los años cincuenta, y en ella se legitima y orienta la industrialización. La industrialización continuaba en la posguerra, pero con una especie de “vacio de pensamiento”. La teorización cepalina vendría a llenar ese vacío. El primer factum es la publicación de “El desarrollo económico de América Latina y algunos de sus principales problemas “ en 1949 por parte de Raúl Prebisch. En este y en documentos subsiguientes se delinearían los elementos que serían de referencia obligatoria para los desarrollistas latinoaméricanos, a saber: La inserción internacional, vista en la expresión “países perifericos”, en un principio, para analizar las vulnerabilidad latinoamericanas a las crisis cíclicas y las recomendaciones al respecto (Como se verá en las fuentes se progonaban las exportaciones con el objeto de obtener divisas para capitalizar la economía). El segundo punto de referencia obligatoria lo marca el análisis de las condiciones estructurales internas de los países latinoamericanos, en los que se veían dos características: una base económica especializada en pocas actividades de exportación y poco diversificados y   una baja productividad de todos los sectores, excepto el exportador; lo que se traducía en insuficiencia de ahorro y de divisas. El tercer punto estaba dado por el estudio de la planificación o la programación de políticas, en vistas también, a reducir las insuficiencias técnicas de los gobiernos de la región.
La segunda etapa se enmarca en los años sesenta, en la que los países tienen un fuerte crecimiento con inestabilidad y restricciones a las importaciones, ello sumado a que continuaba el proceso de industrialización y la revolución cubana como propuesta revolucionaria de salida, marcarían esta década. Ello decantará en la formulación de aportes como la teoría de la dependencia, vinculadas al análisis de las estructuras de poder en las economías Latinoamericanas y la afirmación de que la expansión capitalista actual no era más que una nueva forma de explotación por parte del imperialismo.
En los años setenta, la CEPAL abogaría por un cierto “estilo” de crecimiento con homogeneidad social y una industrialización con perfil exportador. Por último, en los años ochenta, en el contexto de una afirmación de la ortodoxia en el pensamiento económico, la cuestión del desarrollo se correría y se impondría la agenda de investigación ligada la cuestión de la deuda, el ajuste y la estabilización.
Martins, Carlos Eduardo (2011). Prologo a Imperialismo y dependencia.
Martins es Doctor en Sociología de la Universidad de San Pablo y profesor de la y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Estacao de Sá en Brasil.
En el texto, Martins hace una reseña de la biografía y trayectoria de Theotonio Dos Santos y como llega a estudiar la economía de la dependencia, no ya como marco explicativo de las economías latinoamericanas, sino como interpretación de la economía “monopólica, jerarquizada y competitiva a nivel mundial” y su concepción de la globalización como revolución científico-técnica de carácter global y una economía mundialmente integrada.
Luego, pasa a un análisis más especifico de Imperialismo y Dependencia. Destaca que en esta obra se analiza la crisis y desintegración del periodo Imperialista de posguerra y sus implicancias. Aquí, además incorpora elementos de crítica al keynesianismo, como ser destacar el rol de los estados en la proyección de Estados Unidos en la Economía Mundial en el contexto del proceso de concentración y centralización del capital a nivel internacional. Al mismo tiempo, esto acarrea a una nueva fase de la división internacional del trabajo, de las cuales las corporaciones multinacionales son su célula principal. Todas las contradicciones propias de un sistema hegemónico de estas características, traerá aparejadas contradicciones en proceso de ampliación y la crisis de los años 60s y 70s. Su superación implicaba (como fue) una nueva división internacional del trabajo donde se lanzan tres grandes fuerzas sociales: el multinacionalismo, que amplifica las contradicciones entre las empresas multinacionales y la economía dominante; el socialismo que necesita la unificación de sus distintas vertientes en los distintos países para formular una esquema de superación al capitalismo;  y el fascismo que surgiría como reacción nacionalista y localizada al neoliberalismo  y con el objeto de detener el avance de las izquierdas.
Este esquema de la economía mundial, estimaba que genere las condiciones para procesos revolucionarios. En los países dependientes, la interdependencia y la sobre explotación del trabajo abriría el espacio para una ofensiva socialista que se extendería a nivel regional. En los países centrales, la utilización del trabajo sobre explotado de la periferia será un instrumento de reducción salarial, lo que reorientará las bases de la nacionalidad, oponiendo a las multinacionales a los movimientos sociales, con lo que el multinacionalismo se aproximará al fascismo como alternativa para sustentar el neoliberalismo. Con los hechos dados recientemente, las predicciones parecen acertadas en algunos puntos.
Rougier M. y Odisio J. (2007). Del dicho al hecho: “El modelo integrado y abierto” de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda posguerra.
Rougier es un Historiador, Magíster en Historia Económica por la UBA y Doctor en Investigación Histórica por la Universidad de San Andrés. Juan Carlos Odisio es Economista de la UBA, Magíster en Historia Económica y Doctor en Ciencias Sociales.
En el artículo, los autores recorren la trayectoria personal, académica y profesional de Ferrer. Todo ello para arribar al desarrollo de las principales ideas del teórico y la formulación del “Modelo Integrado y Abierto” que pregonaba. Entre algunos puntos altos, destacan como Ferrer tomo las ideas de François Perroux, acerca de la identificación de dos tipos de industrias, las dinámicas o propulsoras y las pasivas o impulsadas. Las primeras, desempeñaban un papel clave en el proceso de desarrollo como motor del progreso técnico, de capitalización y el aumento de la productividad. Además, las industrias dinámicas fabricaban los productos de demanda más activa. Al no tener desarrolladas esas industrias, los países en desarrollo tenían necesidad de importar, lo que acarreaba a los desequilibrios característicos, como ser la inflación, el estrangulamiento externo y otras complicaciones económicas financieras. Todo decantaba de la falta de desarrollo de estas industrias.
Todo lo dicho lo llevará a formular el “Modelo integrado y abierto”, que consistía en una industrialización con aumento en el énfasis de las exportaciones de bienes manufacturados. Además de las formulaciones tomadas de Perroux, expondrá los límites de la Industrialización “fácil “. Estas ideas las cristalizaría en una reunión organizada por el Instituto Di Tella.
Luego, se destaca la aplicación de las Ideas de Ferrer en su rol como funcionario del Gobierno de Levingston, primero en Obras Públicas y luego en Economía. De esta etapa, los autores reconocen que la breve aplicación de políticas de corte desarrollista, tuvo un “tremendo impacto”.
Análisis de las Fuentes
El texto Prebisch, denominado como “el manifiesto latinoamericano” destaca los principales puntos de las ideas del autor. Allí, marca la importancia de la producción agropecuaria como generadora de divisas dentro de su esquema de desarrollo. Remarca como el aumento de la productividad en los países industriales, se traslada a un aumento de los ingresos en los mismos, en lugar de tener como correlato un aumento de los bienes primarios a largo plazo, lo que acarrea, que los países en desarrollo no se vean beneficiados del progreso técnico. Todo consiste en un traslado de la puja de costos del centro a la periferia. Marca además, la importancia del concurso transitorio del capital extranjero, ante la ausencia de ahorro interno insuficiente, entre otras cuestiones.
Dos Santos, marca en su texto, como las corporaciones multinacionales necesitan del arbitrio de los Estados par que las protejan a nivel local.  Al mismo tiempo, remarca como el capital trasnacional cambia su esquema de funcionamiento, desplazándose masivamente al tercer mundo, para luego importar productos fabricados allí (Con un menor costo de mano de obra) a Estados Unidos. De allí deviene el cambio en la balanza comercial norteamericana hacia la década del 70, la cual comienza a ser deficitaria. Estando estas importaciones asociadas al poder de venta de las multinacionales. Destaca el rol de la AFL-CIO, en su cambio de postura frente al libre comercio, empezando a reclamar el cese de las importaciones y la salida de capitales. Se tienen consecuencias sobre el centro hegemónico, entre las que figura el cambio en la composición del PBN Estadounidense a favor de los servicios. Es así que concluye que la integración lleva a la desintegración, es decir, a la acentuación de las contradicciones interimperialistas, o de los países imperialistas con los periféricos.
El texto de Aldo Ferrer, La Economía Argentina, analiza el periodo 1860-1930. En este se aprecia claramente el análisis estructural de autor sobre la Economía del país, poniendo foco en la determinación de las exportaciones argentinas y sus precios por el centro, la vulnerabilidad del sistema económico y el impacto que ellos acarrea sobre las distintas variables: nivel de ocupación e ingresos, el balance de pagos, etc. 

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Aporte de Magdalena:


Bibliografía obligatoria: Bielschowsky, R. (1998), “Evolución de la ideas de la CEPAL,” Revista de la CEPAL, Nro. Extraordinario, Santiago de Chile, octubre.[1]
Fuente: Prebisch, R. (1950), “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas,” Desarrollo Económico, 26(103), (Oct.-Dec., 1986), pp. 479-502. [2]
El documento de Bielschowsky (1998) se realizó con motivo de conmemorar los "50 años de pensamiento en la CEPAL” y se propone reconstruir la trayectoria intelectual de la institución, el paradigma desarrollista latinoamericano, durante el período 1948-1998.
Bielschowsky sostiene que se mantiene el mismo enfoque metodológico durante las distintas etapas históricas de la CEPAL, instrumentalizado mediante la teoría estructuralista del desarrollo periférico de Prebisch, y que se inscribe en la ideología heterodoxa keynesiana.
En cuanto a la inserción internacional de las economías periféricas, Prebisch sostenía la tesis del deterioro de los términos de intercambio en contraposición con las virtudes del libre comercio internacional que impulsaba lo ortodoxia; así como, las ventajas comparativas de producción industrial en contraposición con las desventajas de la producción de bienes primarios para la periferia. Al mismo tiempo, advertía una solidaridad intrínseca entre la sustitución de importaciones de la periferia y la expansión del comercio internacional.
En relación al capital extranjero, la posición de Prebisch era en defensa del estímulo al capital privado extranjero, aunque advertía del peligro de expandir el endeudamiento externa.
Tal como sostiene Bielschowsky, la vulnerabilidad externa aparece en la teoría estructuralista cepalina a lo largo del período estudiado: en los años 60 mediante la dependencia financiera y tecnológica, en los 70 a través del rol de las empresas multinacionales, en los 80 debido a la asfixia que producía la deuda externa, y en los 90 debido al endeudamiento externo y a la especialización productiva y tecnológica.
Prebisch sostenía que para sortear el problema de la “insuficiencia dinámica”, hacía falta alterar la estructura social y redistribuir el ingreso, mediante una reforma agraria, con la finalidad de potenciar el ahorro para financiar inversión productiva (siendo el sector agropecuario el que generaba el excedente). Bielschowsky resalta aquí que, para la CEPAL, la “condición periférica” no implicaba una condición de explotación que involucrara la necesidad de romper con el capitalismo, como sí lo sostenían otros economistas latinoamericanos, que veían en la industrialización una nueva modalidad de explotación del imperialismo, que era indisociable de la expansión capitalista mundial.
Prebisch publica en 1886, siendo la década del ochenta la que fue caracterizada por la CEPAL como “década perdida” por el ajuste recesivo; se proponía en reemplazo un ajuste expansivo, que suponía una renegociación de la deuda que aliviara el estrangulamiento, junto con políticas de ingreso.
Bielschowsky sostiene que la Cepal no se opuso a las reformas de los años 90, que incluían la liberalización comercial y financiera, privatizaciones y la flexibilización laboral entre muchas otras, sino que tendió a apoyarlas, impulsando una mayor competitividad internacional de la región, basada en la incorporación del progreso técnico. La apertura de la economía debía ser gradual y selectiva.

Bibliografía obligatoria: Rougier, M.[3]  y  Odisio, J.,[4] Del dicho al hecho: El "modelo integrado y abierto" de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda posguerra. Am. Lat. Hist. Econ [online]. 2012, vol.19, n.1, pp. 99-130.
Fuente: Selección de Aldo Ferrer, La economía argentina.[5]
Rougier y Odisio muestran que este Ferrer estuvo influenciado fuertemente por el pensamiento estructuralista latinoamericano, principalmente por el de Raúl Prebisch.
Los autores destacan que este autor advierte que la presencia del estrangulamiento externo mostraba los límites de la sustitución de importaciones “fácil” y de la estrategia desarrollista en sí misma. Desde este enfoque, Ferrer propone una estrategia de industrialización que lograra pasar de un “modelo integrado y autárquico” a uno “integrado y abierto”, esto es, con capacidad de exportar productos en diversas fases del ciclo manufacturero.
Promovía el desarrollo de las industrias dinámicas, ya que éstas fabrican los productos de demanda más activa en el mercado mundial, lo que permitiría mayor interdependencia de las diversas economías nacionales.
A diferencia de los autores que pueden caracterizarse como “izquierda nacional” o “izquierda tradicional”, Rougier y Odisio encuentran en Ferrer una mirada positiva en relación con el crédito externo, ya que entendía la necesidad de apoyo financiero técnico del exterior para proyectos específicos. Los autores agregan que los instrumentos de apoyo en los que pensaba Ferrer incluían créditos especiales, concesión de avales y otras garantías, protección aduanera, desgravaciones impositivas, etc.
Asimismo, los autores muestran la concepción sobre Estado de Ferrer, quien entendía que el Estado debía cumplir el rol de Estado empresario cuando la iniciativa privada no lo hiciera. Esto último se puso de manifiesto durante el poco tiempo que se desempeñó como ministro de economía. Los autores identifican también una perspectiva “nacional y estatal”, lo que llaman la estrategia de “argentinización” de Ferrer, que tenía como objetivo incrementar la participación estatal o nacional, para “…el ahorro interno y el ahorro externo que se canaliza al país, en vez de volcarse (…) en las industrias dinámicas a través de subsidiarias de empresas extranjeras, se fuera volcando en empresas bajo control nacional”. Los autores muestran también que había logrado acercamiento con los empresarios industriales nacionales (vinculados a la Confederación General Económica) y también mantenía diálogo estrecho con los sindicatos “participacionistas” de la Confederación General del Trabajo.
Rougier y Odisio advierten que Ferrer tenía una visión no tan pesimista en relación con la presencia de las empresas extranjeras multinacionales, ya que si bien sostenía que estas aceleraban los procesos de concentración en la industria, introducían tecnologías modernas. En este sentido, Ferrer identificaba como mayor problema el “aislamiento del resto del mundo”, no tenía una perspectiva a favor del alto nivel de proteccionismo que había existido en los años 50, ya que había estimulado el desarrollo industrial de las ramas productoras de bienes finales, y el aislamiento de la competencia externa permitía la supervivencia de sectores que producían con costos mayores a los internacionales.
Asimismo, Rougier y Odisio destacan que Ferrer apoyaba la concentración económica en pos de logar una producción a gran escala, ya que afirmaba que la reconversión industrial debía “…lograr la concentración de empresas con vistas a establecer unidades productivas de dimensión, tecnología y capitalización suficientes para producir eficientemente”.

Bibliografía obligatoria: Martins, Carlos Eduardo (2011), Prólogo a Imperialismo y Dependencia, de Theotonio dos Santos.[6]
Fuente: Selección de Dos Santos, Theotonio, Imperialismo y dependencia (1978).[7]
Tal como destaca Martins, se puede apreciar que la obra de Theotonio Dos Santos tiene influencia del marxismo.
Analizando la obra de Dos Santos, Martins resalta que este autor sienta las bases de la teoría de la dependencia, la cual no se reduce a una interpretación regionalizada, sino que es una teoría del sistema mundial, que parte de la economía mundial monopólica, jerarquizada y competitiva, como una dimensión indispensable de la base material de la acumulación del capital y como punto de partida para la comprensión de los distintos capitalismos nacionales.
Así, la economía capitalista mundial crea dos grandes tipos de formaciones: las centrales y las coloniales o dependientes. Los países centrales combinan la asociación entre Estados y monopolios empresariales que articulan la división internacional del trabajo, reservando para sí mismos las actividades de mayor intensidad tecnológica y destinando las actividades complementarias a las periferias. De esta forma, los países dependientes se especializan en productos no competitivos con los de los países centrales, pero las limitaciones de su mercado interno los impulsan a las exportaciones de productos manufacturados, creando una superposición parcial con aquellos, lo cual podría provocar contradicciones interimperialistas. La economía dependiente, de acuerdo a Dos Santos, se basa en la sobreexplotación del trabajo, en el alto grado de concentración interna de capitales y en la acumulación externa de capitales.
Dos Santos analiza en este libro las formas de dependencia que asume en América Latina en el período de posguerra, bajo la hegemonía del imperialismo de los Estados Unidos. En este enfoque, se destacan distintas etapas de desarrollo de la dependencia: la colonial, la tecnológica-financiera (que corresponde al período de Revolución Industrial) y la tecnológica-industrial (a partir de la posguerra).
También analiza el rol contradictorio de la inversión extranjera sobre el desarrollo de las economías dependientes. Aquí Martins señala la diferencia entre el pensamiento del autor y el desarrollista, que consideraba el capital extranjero como un ahorro externo que contribuía al desarrollo latinoamericano. Por el contrario, Dos Santos demuestra que éste es orientado a proporcionar tasas de ganancia positivas para los no residentes y se dirige a los países dependientes para explotar de forma directa su fuerza de trabajo y transferir ganancias a sus sedes nacionales y a las zonas más competitivas del mundo.
El capital extranjero tiene un comportamiento cíclico: en los períodos de entrada propician saltos tecnológicos, pero éstos son compensados por los períodos de crisis. Entonces, el endeudamiento externo se utiliza para prolongar el período de expansión, aunque provoca una tendencia a un endeudamiento externo creciente y a un estancamiento económico. En este sentido, para retomar el crecimiento deberá profundizarse la sobreexplotación del trabajo e incrementar la desnacionalización. Desde esta perspectiva, esto provoca el debilitamiento del capitalismo de Estado como alternativa independiente y la confrontación creciente entre el neoliberalismo y el socialismo.


[1] Ricardo Bielschowsky es Doctor en Economía por la Universidad de Leicester. Oficial de Asuntos Económicos de la Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL). Ha ejercido la docencia en la Universidade Federal do Rio de Janeiro. Es autor de numerosos libros y artículos sobre el Brasil y sobre América Latina, en temas relacionados con el desarrollo económico, historia de las ideas económicas, pensamiento de la CEPAL, crecimiento e inversión, y desarrollo y política tecnológica. Entre sus principales obras destacan O pensamento econômico brasileiro (1930-1964) – o ciclo ideológico do desenvolvimentismo y Cincuenta años de pensamiento en la CEPAL.

[2] Raúl Federico Prébisch Linares (San Miguel de Tucumán, 17 de abril de 1901 – Santiago de Chile, 29 de abril de 1986) fue un contador público y economista argentino. Entre 1950 y 1963 fue Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL). Posteriormente, ejerció el cargo de Secretario General de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Junto con Hans Singer, es el creador de la tesis de Prebisch-Singer.

[3] Marcelo Rougier es profesor de Historia, especialista y magister en Historia económica, y doctor en Historia. Es investigador Independiente del CONICET/IIEP-Baires y profesor titular de Historia Económica y Social Argentina en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA), donde participa del Área de Estudios sobre la Industria Argentina y Latinoamericana. Asimismo es editor de H-industria, revista de historia de la industria argentina y latinoamericana y miembro del comité editorial o académico de varias revistas especializadas nacionales e internacionales. Escribió libros y publicaciones con Aldo Fererr, y realizó un programa de Economía (Economía para todos) junto con este último también.

[4] Odisio Juan Carlos es profesor de HISTORIA EC. Y SOCIAL ARGENTINA en la FCE-UBA. Doctor de la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Sociales. Magister de la Universidad de Buenos Aires en Historia Económica y de las Políticas Económicas. Licenciado en Economía UBA. Becario en CONICET.
[5] Aldo Ferrer (Buenos Aires, Argentina, 15 de abril de 1927-ibídem, 8 de marzo de 2016) fue un contador público, economista y político argentino recibido en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y ligado políticamente a la Unión Cívica Radical (UCR). Fue ministro de Economía y Hacienda de la provincia de Buenos Aires entre 1958 y 1960. Entre 1967 y 1970 se desempeñó como primer Secretario Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Durante las presidencias de facto de Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse (1970–1971) ocupó el Ministerio de Economía y Hacienda. Integró el llamado Grupo Fénix, formado en el año 2000. Entre 2011 y 2013 fue embajador argentino en Francia.

[6] Martins, Carlos Eduardo: Doctor en Sociología (USP), master en Administración Pública (FGV-RJ) y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Estacao de Sá, Brasil.

[7] Theotonio Dos Santos Junior es un científico social brasileño. Nació en Carangola, Minas Gerais, en 11 de noviembre de 1936 y fue inscrito oficialmente en 11 de enero de 1937. Es profesor emérito de la Universidade Federal Fluminense (UFF) y Coordenador de la Cátedra y Red UNESCO-UNU de Economía Global y Desarrollo Sustentable (REGGEN). Se considera uno de los creadores de la Teoría de la dependencia.

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Aporte de Celina:

El Estructuralismo, la producción de la CEPAL y sus raíces teóricas y políticas. El pensamiento de Aldo Ferrer y sus influencias en política económica durante la segunda ISI. Discusión de la teoría de la dependencia, y de los aportes de Theotonio dos Santos.
El estructuralismo latinoamericano encuentra sus orígenes hacia 1949 al publicarse el texto “El desarrollo económico de América Latina y algunos de sus principales problemas”, escrito por el economista argentino Raúl Prebisch, al asumir a la dirección de la recientemente fundada CEPAL. Esta corriente de pensamiento, a través del análisis de las estructuras de los países subdesarrollados, permitió conocer y comprender la realidad de la “periferia”. Se erigió como una alternativa a las teorías de desarrollo ortodoxas.
Sobre la bibliografía:
Bielschowsky, R[1]. (1998), “Evolución de la ideas de la CEPAL,” Revista de la CEPAL, Nro. Extraordinario, Santiago de Chile.
El autor analiza aquí los cambios y la evolución que fue experimentando el pensamiento de la CEPAL vinculada al desarrollo de América Latina. Para ello diferenció cinco etapas, analizando el contexto internacional y las modificaciones del pensamiento cepalino como respuesta a los cambios socioeconómicos globales. Estas etapas poseen rasgos analíticos en común: un enfoque histórico-estructuralista (relación centro-periferia), análisis de la inserción internacional, análisis de los condicionamientos estructurales internos y análisis de las posibilidades de acción estatal.
Primera etapa: “Origen en los años cincuenta: legitimando y orientando la industrialización”.
El contexto de los años cincuenta marcaba que las economías latinoamericanas estaban en pleno proceso de industrialización que generó un importante crecimiento económico. En esta primer etapa se establecen las primeras conceptualizaciones teóricas como la de centro-periferia, elaborada por Raúl Prebisch, que jugó un doble papel analítico: permitió afirmar que la periferia posee un patrón específico de inserción en la economía global y que los procesos de crecimiento, empleo y distribución del ingreso de la periferia son diferentes a los de los países centrales. La expresión de “países periféricos” era anterior a la consolidación de la CEPAL y hacía referencia a la vulnerabilidad de los países de América Latina. Para los defensores del desarrollo a través de la industrialización, existía un vacío teórico producto de la falta de instrumentalización analítica y teórica que se adaptaran a las realidades económicas y sociales que se pretendían transformar. La CEPAL viene a llenar ese vacío en América Latina, siguiendo la ideología keynesiana y planteando la versión “regional” de la teoría del desarrollo. En cuanto a la inserción internacional en esta etapa, se defendió la estrategia industrialista y el proteccionismo adhiriendo a la tesis del deterioro de los términos de intercambio y las “desventajas comparativas”. “Aunque la eficiencia de la producción industrial fuera menor en la periferia, era superior a la eficiencia de aplicar los recursos productivos en la agricultura” (B. 1998. P. 26). Sin embargo, mientras no concluyera la industrialización, se continuaría con la tendencia al desequilibrio estructural del balance de pagos; debido a que la industrialización sustitutiva aplacaba la demanda de importaciones, pero imponía nuevas exigencias derivadas de la nueva estructura y la evolución del nivel de ingreso. Se renovaba, constantemente, el problema de la escasez de divisas. De esta forma el desequilibrio estructural del balance de pagos se vuelve central en el pensamiento cepalino, que acompañará a las cinco etapas, lo cual la llevó a destacar constantemente la importancia de estimular las importaciones. Además, sostiene que el continuo estrangulamiento del balance de pagos es vital ante la inflación estructural, que, sumado a la rigidez de la oferta agrícola, genera un proceso que se retroalimenta debido a la respuesta de los bancos centrales de expandir la moneda ante el incremento de los precios. Por último, son los recurrentes estrangulamientos externos los que ponen nuevamente en agenda la conveniencia (o no) de recurrir a la entrada de capitales extranjeros privados. En cuanto a la estructura interna, la heterogeneidad estructural comprendía baja productividad de todos los sectores (excepto el agropecuario), excedente de mano de obra, bajas tasas de ahorro, la conducta de consumo suntuario practicado por las clases de mayor poder económico y por lo tanto, caída en la acumulación de capital y crecimiento. A partir del diagnóstico de las problemáticas estructurales, el pensamiento cepalino plantea como salida la intervención del Estado en apoyo ante los problemas de producción, empleo y distribución del ingreso. Surge la idea de generar la inversión extranjera directa (IED) para no quedar presos de la inversión estatal y el desequilibrio externo llevó a proponer la diversificación de las exportaciones vía intensificación del comercio intrarregional.
Segunda etapa: “Los años 60: redistribuir para crecer”
Los años sesenta presentan tres elementos a destacar. El primero es el crecimiento de la mayoría de los países de la región. El segundo es que el proceso de industrialización seguía imponiéndose como tendencia histórica. Y tercero, el evento de enorme peso político e histórico que fue la Revolución Cubana. Esta década, se caracterizó por el análisis de la tendencia industrial de la región y a la falta de logros para incorporar a gran parte de la población en el desarrollo; la industrialización  no eliminó la brecha externa y la dependencia. Ambos procesos anteriores obstruyen el desarrollo. Prebisch siguió marcando la agenda de discusión, haciendo énfasis en una reforma agraria para romper con la vieja estructura social y redistribuir los ingresos. Por otro lado persistía la idea de reorientar las exportaciones vía programa de políticas industriales y comerciales. En este contexto surge la Teoría de la Dependencia, comprendida en parte en el texto de Cardozo y Faletto que, según Bielschowsky, se escribió en reacción teórica a la tesis de que se estaba gestando en la región una burguesía nacional comprometida con una alianza con la clase trabajadora y que podría constituirse en hegemonía política. El autor sostiene además, que el concepto de dependencia estuvo presente en la CEPAL desde su comienzo. La  línea cepalina de la Dependencia fue analizada por Sunkel y afirmaba que existía una sola economía capitalista a nivel mundial y que estaba integrada. El problema es que en el “centro” todos los asalariados estaban integrados al mercado, en la “periferia” solo una pequeña fracción lo estaba. Por otro lado, Aníbal Pinto formuló la tesis de la “heterogeneidad estructural” regional según la cual los frutos de progreso técnico se concentraban por sectores y regiones, la industrialización no elimina la heterogeneidad estructural sino que modifica su formato. Así, los diagnósticos de esta etapa apuntaban a políticas reformistas.
Tercera etapa: “Los años setenta: por un “estilo” de crecimiento con homogeneidad social y con intensificación de las exportaciones industriales”
El contexto de esta década fue complejo para los países latinoamericanos marcados por fuertes endeudamientos externos y dictaduras militares. Algunos países de la región continuaron con la estrategia de Industrialización con participación estatal, otros tomaron el camino de la apertura comercial y financiera (Argentina). Según Enrique Iglesias, Secretario Ejecutivo de la CEPAL, fue una etapa de supervivencia a tales circunstancias. Entra en declinación la hegemonía keynesiana, al mismo tiempo que la teoría del desarrollo, dando lugar a una nueva ortodoxia. El eje central de discusión giró alrededor de los “estilos” de crecimiento y surgía la necesidad de reorientar el proceso de industrialización. Los autores brasileños Tavares y Serra hablaron de crecimiento “maligno” de la economía del Brasil porque se expandía la demanda de la estructura productiva existente, mejorando el consumo de las clases medias y altas, elevando el excedente para financiar la acumulación. CEPAL propuso reforzar la industrialización y diversificar las exportaciones y resaltó los riesgos de la apertura comercial y financiera junto a la imposibilidad de alcanzar un crecimiento prolongado con alto endeudamiento.
Cuarta etapa: Los años ochenta: “por un ajuste con crecimiento”
Los años ochenta estuvieron signados por la crisis de la deuda de los países latinoamericanos y por mayores presiones por parte de los organismos de crédito internacional como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Se observan en la región altos niveles de inflación y fuertes devaluaciones, junto a un Estado endeudado en dólares. El lineamiento neoliberal atacó contra el Estado, sindicatos y empresarios locales, responsabilizándolos de la ineficiencia del mercado. Estos años serían recordados como la “década perdida”. El enfoque histórico y de largo plazo central en el pensamiento de la CEPAL quedaría marginado hasta la década del noventa. La escuela propone una política de ajuste expansivo con crecimiento vía incorporación de nuevas exportaciones. Lo más importante era la renegociación de la deuda y lograr eliminar barreras proteccionistas en los países centrales. Sainz y Faletto (1985) advierten el creciente sometimiento de la estructura productiva a la grades corporaciones financieras. Un texto de Fajnzylber (1983 y 1990) comprueba que no se logró combinar el crecimiento con la correcta distribución del ingreso. Comienza un reconocimiento que el modelo industrializador, no distribuyó los frutos del progreso técnico y se vio perjudicado por actitudes rentistas de los empresarios. Este enfoque se denomina “Neoestructuralismo”.
Quinta etapa: Los años noventa: la agenda de la trasformación productiva con equidad”.
Con sello neoliberal, se inician en los procesos de estabilización y recuperación económica, junto a reformas de apertura comercial - financiera, privatizaciones y flexibilidad laboral. Los efectos llevaron a severas crisis en la región. El Neoestructuralismo propuso una nueva forma de actuación del Estado, con una apertura gradual y selectiva de la economía, que genere incrementos en exportaciones e importaciones en función de la disponibilidad de divisas. En 1995 se advierten los efectos negativos derivados de  la entrada de capitales irrestricta, y de no utilizar los mismos hacia la inversión y mejora de competitividad. Se subraya la peligrosidad la estabilización de precios que conlleva apreciación cambiaria y desequilibrio de balanza comercial. El programa cepalino de los años noventa se centra en  las transformaciones provocadas por otro cambio en el patrón de acumulación. “Este programa parte del reconocimiento de que las reformas liberalizantes pueden ser buenas o malas, para el proceso de crecimiento; todo depende del contenido y de la forma en que se apliquen” (Bielschowsky, 1998. P. 42).
Rougier, M.  y  Odisio, J., Del dicho al hecho: El "modelo integrado y abierto" de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda posguerra
Este trabajo pretende dar cuenta de las principales ideas económicas de Aldo Ferrer, la influencia de su pensamiento en Argentina y la región latinoamericana así como también los impactos de las políticas llevadas a cabo por él mientras formó parte del Ejecutivo Nacional en la década del sesenta. el texto pone especial énfasis en el Modelo Integrado y Abierto (MIA) elaborado por Ferrer a mediados de los años sesenta como la estrategia a seguir por Argentina para salir del subdesarrollo y dependencia de los centros internacionales.
Aldo Ferrer (1927-2016), economista estructuralista, egresó como perito mercantil en 1944 y luego inició la carrera de Contador público en FCE-UBA, donde simultáneamente cursó materias del doctorado en economía. En 1948 cursó Dinámica Económica, donde se vinculó con Prebisch, quien lo estimuló a estudiar a Keynes. En 1947, con la irrupción del peronismo, Ferrer se encontraba afiliado a la agrupación Acción Reformista que lideraban los socialistas. En 1949, tras ganar un concurso de Naciones Unidas para reclutar jóvenes profesionales e incorporarlos al plantel permanente de la Secretaría General en Nueva York, entró en contacto con distinguidos economistas como Michael Kalecki, Víctor Urquidi, Celso Furtado, Horacio Flores de la Peña, Hans Singer y otros “pioneros” de las modernas teorías del desarrollo y retomó el contacto con Prebish. En su primer libro “El Estado y el desarrollo económico”, producto de su tesis doctoral (1954) señalaba el estado incipiente del andamiaje teórico para comprender problemas del crecimiento económico en los países latinoamericanos y la importancia del rol del Estado como agente dinamizador del progreso económico. En 1959 siendo asesor de la UCR Y Ministro de Economía y Hacienda de la provincia de Buenos Aires elaboró un informe llamado “El desarrollo económico de la Argentina” donde explicó los problemas de estrangulamiento externo. Entre 1961-1962 escribió su obra más difundida, “La economía Argentina”, inspirado por el estructuralismo latinoamericano, especialmente por Celso Furtado, donde enfatizó el escaso desarrollo de la industria de Base, coincidiendo con Prebisch quien en 1963 postuló la necesidad de avanzar en exportaciones industriales. En 1964 la influencia de las ideas de Perroux, quien distinguía la existencia de industrias dinámicas o propulsoras o industrias pasivas o impulsadas, lo llevan a reflexionar que el escaso avance de la industria dinámica provocaba la dependencia de las importaciones de equipos e insumos, y su incorporación dependía de la capacidad de importar que a largo plazo, tendía a estancarse debido a la caída de las exportaciones agropecuarias. En definitiva, todos los desequilibrios dependían del insuficiente desarrollo de las industrias dinámicas. Para Ferrer, la única vía hacia el desarrollo estaba dada por un profundo cambio estructural, en el cual las industrias dinámicas fuesen el motor del crecimiento. El papel del Estado para impulsar tales industrias resultaba clave. Hacia 1966 Ferrer delinea el denominado “Modelo Integrado y Abierto”. Para ese entonces, el sector industrial tenía un papel importante en la economía argentina y el persistente estrangulamiento externo ponía límites a la sustitución de importaciones “fácil”. El ciclo de este modelo estaba determinado por la rigidez en la oferta de productos exportables y por la dependencia de la estructura industrial. Las fases expansivas se veían estranguladas por la tendencia al desequilibrio del balance de pagos, donde las importaciones crecían y se necesitaban divisas en un contexto descendiente de saldos exportables. Así se forzaba a una devaluación, lo que provocaba un ajuste recesivo. Para ser exitosa, la industrialización sustitutiva debía lograr una reducción de importaciones. Esto ponía de manifiesto los límites de la estrategia desarrollista mercado internista, ya que los requerimientos de insumos y bienes de capital mantenían fuerte dependencia de provisión externa. Así Ferrer mostró que la brecha externa era resultado de la relación entre sector industrial y sector externo que caracterizaba a la ISI. Este desequilibrio obstaculizaba la acumulación de capital en los sectores básicos de Infraestructura, debido a la dificultad para importar maquinaria y equipos del exterior. Esto a su vez generaba un creciente endeudamiento con el exterior. Ferrer propuso así pasar de un modelo integrado y autárquico a uno integrado y abierto, con capacidad de exportar productos en diversas fases del ciclo manufacturero. El MIA permitía obtener las economías de escala en industrias básicas. La estrategia llevada a cabo por Krieger Vasena, pasó a ser el aliento a las exportaciones industriales, además de impulsar la producción local de insumos intermedios y de bienes de capital con la idea de avanzar en la ISI. Entre 1967 y 1970 se profundizaron proyectos de área siderúrgica, petroquímica, papal, metalúrgica y química con apoyo del Estado. Estas medidas fueron idénticas a las detalladas por Ferrer.
La llegada de Ferrer al Ministerio de Obras Públicas y luego de Economía durante el gobierno de Levingston merece ser destacada. En principio como Ministro de Obras y Servicios Públicos desarrollando un fuerte impulso a la infraestructura, con obras como Zarate-Brazo Largo, las represas de Salto y Yaciretá, entre otras. En el Ministerio de Economía fomentó el desarrollo tecnológico propio  y la promoción de la industria pesada e impulsó medidas como la reorientación del crédito del BND. Dio un giro “nacionalista”  a la política económica con un papel protagónico del Estado y las Fuerzas Armadas para promover el desarrollo de la industria pesada. Implementó medidas como el “compre nacional” a la vez que sumó la preocupación por mejorar la calidad de visa de los trabajadores. La política de Ferrer implicaba abandonar los objetivos “eficientistas”, postulados en la gestión de Krieger Vasena, incorporando la preocupación por mejorar la calidad de vida de la población y avanzar hacia una estructura industrial competitiva. La estrategia de nacionalista hizo que firmas de capital nacional cobraron importancia en la integración de la matriz manufacturera nacional: Aluar, Papel Prensa, Alto Paraná, Bagó Acindar etc. fueron beneficiadas por el papel estratégico del Estado. La promoción sectorial funcionó como promoción empresarial.
 “Con todo, más allá de las limitaciones que la dinámica política le impuso a la estrategia desarrollada a finales de 1970, ella permitió la aparición de un grupo de industrias nacionales de fuste que perdurarían en el tiempo; esos emprendimientos incluso se ubicarían en un lugar central de la estructura económica argentina durante el periodo siguiente, caracterizado por la desindustrialización, si bien selectiva, de la economía. De todos modos, aun cuando no deja de ser cierto que el Estado aportó todo lo necesario para forjar esas empresas prácticamente desde la nada, frente a la postrer experiencia argentina no puede menos que reconocerse el tremendo impacto que tuvo la (corta) aplicación de las ideas desarrollistas de Ferrer, procurando avanzar hacia la consolidación del MIA” (Rugier Voillaz y Odisio, 2012, p. 122).
Martins, Carlos Eduardo[2] (2011), Prólogo a Imperialismo y Dependencia, de Theotonio dos Santos.
En este prólogo, Martins realiza un reconto de los aspectos centrales de la obra del brasilero Theotonio Dos Santos. En una primera parte, el autor hace una recorrida sobre los principales aportes teóricos de Dos Santos dividiendo en tres etapas su carrera intelectual: la primera, entre finales de los años cincuenta, el golpe de Estado del 64 y la clandestinidad en Brasil; la segunda, entre los exilios chileno y mexicano; y la tercera, a partir de su regreso a Brasil. Durante su trayectoria, Dos Santos se convierte en fundador y exponente de una escuela de pensamiento con gran repercusión internacional: La Teoría de la Dependencia.
Durante el primer periodo, profundizó sobre el papel dinámico, descapitalizador y cíclico del capital extranjero en Brasil. Además de la inestabilidad política que provocaba su liderazgo sobre los procesos de acumulación interna, la insuficiencia del populismo como mecanismo de contención de las masas y la tendencia a la sustitución por soluciones dictatoriales y fascistas. Martins destaca la capacidad predictiva de sus trabajos manifiesta en la anticipación del Golpe de 1964 que Dos Santos explica como la incapacidad de las izquierdas de superar el liderazgo de la burguesía nacional y a las dificultades de contención de los movimientos populares.
En la segunda etapa, que se inicia en 1966 con el exilio chileno, Dos Santos se incorpora al CESO, uno de los principales centros de elaboración de pensamiento latinoamericano (años 60 y 70). Es aquí donde comienza la formulación de la Teoría de La Dependencia que redefine la teoría del imperialismo. Dos Santos introducen en el análisis sobre el modelo político latinoamericano la actuación de los ciclos de Kondratiev.  La teoría de la dependencia, a juicio del autor, no se reduce a la región sino que “anticipa la teoría del sistema mundial, al destacar la existencia de una economía mundial en expansión como el elemento central de la acumulación de capital y situar el mundo como objeto de análisis condicionante para cualquier investigación regional o nacional” (Martins, p. 13). Con la destrucción del CESO por parte de la Dictadura, Dos Santos, exiliado en México, avanza en la teoría del sistema mundial como fase superior a la de la dependencia y junto a Gunder Frank se constituye como el más internacionalista de los teóricos de la dependencia. Su análisis de sistema-mundo se articuló con la interpretación de las fuerzas productivas contemporáneas. Esta se constituyeron en los años cuarenta con una nueva revolución de los procesos productivos, destinada a sustituir las bases de la revolución industrial y se denominó revolución científica –técnica. Estos estudios maduraron en los años ochenta y noventa.
De regreso a Brasil, analizó la globalización como una nueva etapa de desarrollo de la revolución científico técnica que se mundializa. La economía mundial se transforma en una economía planetaria, con estructuras de producción y procesos de gestión mundialmente integrados.
Por último, Martins señala las nuevas líneas de investigación desarrolladas por el autor. Ellas se vinculan al papel de los BRICs en la organización de la contrahegemonía norteamericana. “La liberación de A. Latina de la ofensiva neoliberal cristaliza las luchas sociales  e impulsa la aproximación entre los movimientos sociales y ciertos segmentos del capitalismo de Estado, como base de transición al socialismo” (Martins, p. 15).
Fuentes
Selección de Aldo Ferrer, La economía argentina.
Aldo Ferrer en esta obra recorre las diferentes etapas por las que atravesó la economía argentina en el marco de las transformaciones de la economía global. Pone especial interés en el modelo agroexportador y la etapa de industrialización por sustitución de importaciones (1930-1976).
Hasta 1930, el modelo agroexportador estuvo regulado prácticamente por el comportamiento de las economías centrales, a través de su demanda de productos agropecuarios que moviliza a las economías agroexportadoras impulsando sus exportaciones. La vulnerabilidad a los vaivenes internacionales producto de la dependencia de las exportaciones de materias primas es el rasgo más visible de la obra respecto a este periodo. Según el autor, se trata de un modelo cíclico, “en la fase ascendente del ciclo económico, crecía la demanda de alimentos para satisfacer el consumo creciente de la población y de las materias primas requeridas por la producción interna y, en consecuencia, las importaciones de tales productos. En la descendente, en cambio, la contracción del nivel de ocupación e ingresos provocaba una disminución de la demanda efectiva y, consecuentemente de las importaciones de productos primarios” (Ferrer, 2004, p. 159). Así, las variaciones del comercio internacional estuvieron acompañadas de la modificación de los términos de intercambios. La fluctuación del comerció afectaba precios y cantidades, que incide más fuerte en los productos agropecuarios. La incidencia de los servicios del capital extranjero sobre el oro y divisas del país, provocó una situación crítica del Balance de Pagos y las Finanzas Públicas, a la vez que el endeudamiento externo determinó el nivel de ingresos y ocupación a nivel interno. El ajuste del sistema patrón-oro operaba en función de la demandad mundial. El superávit del balance de pagos indicaba que los productores agropecuarios tenían altos ingresos por exportaciones elevadas y al crecer su gasto interno, se expandían la ocupación y los ingresos de los sectores productores del mercado interno. Esto provocaba el encarecimiento de exportaciones y productos internos, estimulando las importaciones en detrimento de las exportaciones. Se producía una contracción y la desaparición del superávit. Bajo el régimen de papel moneda inconvertible, donde la cantidad de medios de pagos no estaba condicionada por la existencia de oro y divisas,  el mecanismo de ajuste se daba a través de los movimientos del tipo de cambio y en última instancia dependía de factores externos al igual que durante el patrón oro. Otro rasgo distintivo del periodo es que durante toda su vigencia no se adoptaron políticas compensatorias para disminuir el impacto de estos factores externos sobre la ocupación y el ingreso ni sorbe la balanza de pagos y las finanzas públicas. Esto llevó a que el periodo se caracterizara por una gran concentración de la riqueza y del ingreso generado por el régimen de propiedad de la tierra, la extranjerización de la economía y un gran endeudamiento externo.
La segunda parte del escrito se refiere a la industrialización inconclusa, periodo 1930-1976. Mientras que durante el periodo agroexportador la economía argentina había sido regulada principalmente por los países centrales, a partir de 1930, la economía local comienza a depender más del mercado interno. Luego de la Segunda Guerra Mundial la etapa se caracteriza, según el autor, por ser de industrialización inconclusa. El autor pone especial énfasis en el contexto internacional y como influyeron Bretton Woods y el GATT. Entre 1945 y 11970 la economía mundial entró en una periodo de expansión con fuertes tasas de crecimiento “periodo dorado”, en el marco de la Guerra Fría. Las nuevas condiciones mundiales pusieron límites al sistema primario exportador y se produjo la pérdida de hegemonía del sector agropecuario de la región pampeana, dando inicio a un nuevo periodo donde el mercado interno asumiría un papel fundamental en el crecimiento.
Prebisch, R. (1950), “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas,”
El punto inicial del análisis de Prebisch es la constatación de una caída en los términos de intercambio de los precios internacionales de las materias primas en relación a los correspondientes para los productos industrializados. De esta forma, los países que se especializan en la producción de materias primas se empobrecerán- relativa y absolutamente- respecto a los especializados en manufacturas. Los centros son capaces de absorber y retener el fruto del progreso técnico en detrimento de la periferia debido a que la demanda de los productos primarios es más inelástica frente a los productos industriales, la producción industrial se concentra en los países centrales y el mayor poder de las masas, en los centros, para conquistar aumentos de salarios durante la creciente y de defenderlos en la menguante y su capacidad de trasladar la presión cíclica hacia la periferia obligando a comprimir sus ingresos. “En ello está la clave del fenómeno, según el cual, los grandes centros industriales no solo retienen para sí el fruto de la aplicación de las innovaciones técnicas a su propia economía, sino que están asimismo en posición favorable para captar una parte del que surge en el progreso técnico de la periferia” (R. Prebisch, p. 485).
De esta forma el autor destaca como la división del trabajo y la forma en que cada país participa de ella afectó negativamente a los países latinoamericanos, debido a que sus condiciones iniciales de fuerte dotaciones de recursos naturales y al no pertenecer a los países “centrales”, les correspondió el rol de productores de materias primas proveedores de los centros. Bajo estas circunstancias Prebisch sugiere impulsar la industrialización de los países latinoamericanos desde la producción primaria. La industrialización es el único camino para que la periferia latinoamericana pueda aprovechar las ventajas del progreso técnico y dicha industrialización no es incompatible con la producción primaria, por el contrario, aprovechar los ingresos del comercio exterior para impulsar el desarrollo económico. No es necesario sacrificar la exportación primaria para favorecer la industria porque: suministra las divisas para importar e ingresa la renta del suelo. El desequilibrio entre centros y periferias  se podría corregir incrementando la eficacia productora de la agricultura por medio del progreso técnico, la industrialización y una adecuada legislación social. La industrialización podría contribuir a solucionar los problemas de estrangulamientos externos que se produce con la escasez de dólares luego de un desarrollo maduro de las industrias. “Cuanto más activo sea el comercio exterior de América Latina, tanto mayores serán las posibilidades de aumentar la productividad de su trabajo, mediante la intensa formación de capitales. La solución no está en crecer a expensas del comercio exterior, sino de saber extraer, de un comercio exterior cada vez más grande, los elementos propulsores del desarrollo económico.”
Selección de Dos Santos, Theotonio, Imperialismo y dependencia (1978)
El eje de esta obra está en las empresas transnacionales/ multinacionales y su rol en el sistema económico mundial. Estas empresas se erigieron como una característica esencial del capitalismo luego de la Segunda Guerra Mundial. De esta forma, la conformación de empresas multinacionales responde a un estadío del capitalismo contemporáneo.
En el capítulo 3 referido a La Corporación Multinacional y la Economía Mundial el autor manifiesta que las corporaciones multinacionales modificaron cualitativamente la economía mundial reduciendo el área de libre comercio a la vez que se incrementó el comercio intraempresa en escala internacional. Un rasgo distintivo del comportamiento de estas corporaciones es la búsqueda de la intervención estatal para proteger sus producciones a través de exenciones o ayudas para regular y garantizar la compra de ciertos productos. El capitalismo de estado tiene cada vez un papel más decisivo en la economía mundial.
La tesis de Dos Santos es la pretensión por parte del capital internacional de promover una nueva etapa de división internacional del trabajo donde de manera masiva se desplace gran parte de los productos industriales que utilizan relativamente más mano de obra a países del Tercer Mundo, para luego exportarlos de allí al resto de países de altos ingresos. Esto trae aparejado un cambio en la distribución de la mano de obra a nivel internacional. En los países subdesarrollados aumenta el desempleo producto de la incorporación de tecnologías ahorradoras de mano de obra (y al destruir la economía agraria). En los países desarrollados, se produce un crecimiento de los trabajadores de servicios.

[1] Doctor en Economía por la Universidad de Leicester. Oficial de Asuntos Económicos de la Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL). Ha ejercido la docencia en la Universidade Federal do Rio de Janeiro. Es autor de numerosos libros y artículos sobre el Brasil y sobre América Latina, en temas relacionados con el desarrollo económico, historia de las ideas económicas, pensamiento de la CEPAL, crecimiento e inversión, y desarrollo y política tecnológica. Entre sus principales obras destacan O pensamento econômico brasileiro (1930-1964) – o ciclo ideológico do desenvolvimentismo y Cincuenta años de pensamiento en la CEPAL.
[2] Doctor en Sociología (USP), master en Administración Pública (FGV-RJ) y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Estacao de Sá, Brasil.

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Aporte de Nahuel:

El trabajo de Bielschowsky intenta periodizar la producción de la CEPAL a lo largo de su historia, hasta los años noventa. Así, se sirve de diferentes documentos paradigmáticos que sirven a su caracterización de cada década desde los años cincuenta alrededor de algunos núcleos problemáticos que habrían guiado cada etapa, resaltando sus conexiones a la historia real y la evolución de la lógica interna del discurso de la CEPAL.
Además, define una serie de elementos que caracterizarían a esta perspectiva metodológica y teórica. En este sentido, el principio normativo de la escuela cepalina sería la necesidad de que el Estado contribuya al ordenamiento del desarrollo económico. Por otro lado, el enfoque metodológico, según el autor, se ha mantenido a lo largo del tiempo. Así, lo que se va modificando es la realidad el objeto de análisis y su contexto ideológico, lo que implicó en la CEPAL la adaptación de sus discursos. Así, los rasgos analíticos que destaca Bielschowsky, son:
·         La relación centro periferia, es decir, el enfoque histórico estructuralista. Que surge principalmente de la intención de analizar el pasaje de un estado a otro de las economías latinoamericanas en el cual tenían pesos factores del proceso precedente (la estructura económica subdesarrollada heredada del modelo exportador) que condicionaban los comportamientos de los agentes sociales y las instituciones. Se trataba de introducir la perspectiva del desdoblamiento histórico singular de la región, y separarla de una periodización universal del desarrollo económico.
·         Análisis de la inserción internacional.
·         Análisis de los condicionantes estructurales internos al crecimiento  al progreso técnico, y su relación a la distribución del ingreso.
·         Posibilidades de acción estatal.
Por cuestiones de espacio y de pertinencia, daremos privilegio a su lectura para los años cincuenta, sesenta y setenta. Para los años cincuenta, se resalta la necesidad de un cuerpo teórico que permita guiar las políticas de industrialización, en oposición al corpus liberal antes dominante. Rougier y Odisio resaltan, a su vez, una mención idéntica de Ferrer en 1953. Ese papel sería el que asumiría el pensamiento cepalino. Así, se destaca uno de los textos que integran el cuerpo de fuentes de la unidad “El desarrollo económico de América Latina” de Prebisch, entre otros documentos elaborados por el mismo autor, para caracterizar los elementos que serían la referencia ideológica y analítica del pensamiento cepalino: inserción internacional, condiciones estructurales internas y planificación. En relación a la inserción internacional, en el texto fuente mencionado se desarrollan los motivos por los cuales, según Prebisch, no se cumplía el presagio de la teoría de las ventajas comparativas, y la periferia no podía retener su parte de los frutos del progreso técnico, básicamente por qué los precios agrícolas no se elevaban a pesar del desarrollo técnico en la industria de los países centrales. En el centro, la organización del trabajo no permitía un descenso de los precios de bienes industriales, por lo que la presión a la baja se trasladaba a la periferia, donde la escasa organización en los sectores del trabajo agrario oponía una resistencia  mucho menor al descenso de salarios. Así, durante la baja cíclica las ganancias que se habían obtenido en la periferia durante el período de auge vía exportación de productos primaria eran recapturadas por el centro. Los centros cíclicos, retienen los beneficios del progreso técnico industrial, y, a su vez, captan una fracción del progreso técnico periférico. Prebisch detalla cómo opera esta tendencia y la diferencia de la tendencia anterior, especificando el comportamiento cíclico con centro en Gran Bretaña del nuevo comportamiento que se da con centro en EEUU.
En el texto de Bielschowsky, se agrega una segunda versión de esta perspectiva, donde la inmovilidad de la mano de obra excedente implicaba una tendencia al deterioro de los precios agrícolas, en tanto el crecimiento de la demanda no se correspondía adecuadamente con un encarecimiento de los precios relativos de los productos exportados.
Bajo este esquema resultaba más conveniente invertir en una industria de productividad por debajo de las industrias centrales, pero por encima de la agricultura, sesgada tendencialmente hacia la baja. Esto justificaba el recurso proteccionista. Sin embargo, se resalta que el proceso industrializante no atenuaría la vulnerabilidad externa, por la relación entre las actividades exportadoras proveedoras de divisas y las necesidades importadoras del desarrollo industrial: habría una renovación constante del problema de la insuficiencia de divisas. Esto implicaba que la estimulación de la exportación fuera absolutamente necesaria, y que, por ende, los planes de desarrollo deberían armonizar estos factores y especificar su acción sobre determinados sectores industriales. El sector agrícola proporcionaba divisas, y, a su vez, contenía una proporción elevada de renta del suelo que no tenía costo colectivo alguno.
Esta estrangulación permanente en la balanza de pagos implicaba también tendencias estructurales hacia la inflación, que se sumaba a la rigidez de la oferta agrícola. Así, la emisión, en vez de ser causa de la inflación, es simplemente el síntoma provocado por las alzas de precios de origen estructural.
La insuficiencia del ahorro interno para encarar la transformación en forma integral, la heterogeneidad estructural de la estructura productiva, y su especialización primaria, implicaban tendencias que estarían permanentemente presentes: poca diversificación exportadora y por ende baja elasticidad a la demanda, inflación por una industrialización insuficiente, desempleo por incapacidad de absorción de mano de obra de la actividad primaria y de una industria subdesarrollada. Por otro lado, implica la necesidad (al menos momentánea) del capital extranjero, debido a la incapacidad de ahorro estructural.
Estos factores implicaban una acción muy específica del estado, y en los años cincuenta se insistió en el desarrollo de las competencias básicas de los funcionarios del estado y el registro estadístico suficiente para poder realizar una planificación sobre bases informativas reales. Además, este imperativo se relacionaba, como menciona Ferrer citado por Odisio, a que el desarrollo sólo puede lograrse mediante la acción estatal, ya que sólo este actor puede generar las condiciones básicas para que los privados crezcan y aporten al progreso económico y social.
En relación a esto, Prebisch analiza primero el origen de las nuevas políticas como reacción a la crisis de los años 30: depreciación monetaria, control de cambios, elevación de aranceles y cuotas de importación. Ahora bien, Prebisch critica el uso indiscriminado de estos instrumentos, en especial del control de cambios, o en la selección de productos para restringir la importación, resaltando los casos en los que no se utilizaban la limitada capacidad importadora exclusivamente en base a necesidades de industrialización o de mecanización agrícola.  En este sentido, para Prebisch los instrumentos de la política económica pueden ser utilizados para bien o para mal y no son problemáticos per se. La política anti cíclica es un complemento necesario de la política industrializadora. Si es necesario un aumento de la productividad, que permita el desplazamiento del trabajo agrícola hacia actividades con mayor productividad, como la industria y hacia la plena ocupación, esto también debe protegerse de las oscilaciones cíclicas propias de la economía latinoamericana. Prebisch reclama una política anti cíclica específica para los países latinoamericanos, diferenciándola de la que se da en países centrales, donde la inversión es el elemento dinámico, mientras que en la periferia lo serían las exportaciones. En el ciclo periférico, el estado debería acumular fondos y recursos en la parte alcista del ciclo, para poder utilizarlos en la parte a la baja del mismo y así morigerar sus efectos. Por otro lado, la importación de bienes durables y de capital, deberían modularse de acuerdo a la etapa del ciclo en la que se encuentra el país. Lo que también podría ocurrir con los bienes de consumo no esenciales. Así, las importaciones esenciales serían las que sirvan a las necesidades corrientes (crecientemente sustituidas si el proceso de industrialización es correcto) y a la manutención del máximo de ocupación en un contexto de mínima exportación. A esto podría agregarse la tesis de Ferrer de que, como se vió en el caso argentino, existía una doble presión importadora que se da por la necesidad de importar bienes de capital y, por otro lado, por el incremento de consumo de bienes importados, por el aumento del ingreso per capta.
Prebisch también resalta que la expansión del circulante, si bien no es inflacionaria per se, debe tener relación a la política anti cíclica, en tanto la sobre estimulación económica (en consonancia con las hipótesis keynesianas) implicaba una presión inflacionaria adicional, que al ampliar el requisito importador sobrepasa la capacidad exportadora y por ende lleva al estrangulamiento por escasez de divisas.
La cuestión de cómo incidir en el desarrollo toma un giro en la propuesta de Ferrer acerca de la necesidad de desarrollar industrias dinámicas, en vez de industrias pasivas. Para Ferrer, existían actividades industriales que eran promotoras del progreso técnico e implicaban aumentos de productividad a lo largo de todo el sistema económico: demandaban la expansión del transporte, comunicaciones, generación de energía, posibilitando indirectamente una suba de eficiencia en el resto de las actividades. Estas industrias además, tenían capacidad exportadora, en tanto sus productos eran los de demanda más activa en el mercado mundial. A su vez, las pasivas avanzaban sólo por consecuencia de asimilar las nuevas maquinarias y equipos de las activas. Así,            contra la tesis inicial de Prebisch y de la CEPAL, no bastaba con impulsar la industrialización en sectores pasivos o dirigidos a “necesidades corrientes de la población”, sino que se debía impulsar un profundo cambio estructural donde las industrias dinámicas fueran el motor del crecimiento. A su vez, Ferrer resalta la necesidad de argentinizar la industria más avanzada, y garantizar que una proporción apreciable del control sobre el aparato industrial y la tecno estructura se halle en manos nacionales para apuntalar las posibilidades exportadoras de la industria local. En esta cuestión, el sector estatal sería fundamental, en tanto podría ser no sólo inversor, sino sobre todo demandante y orientador de esta producción industrial. Esto se vería en su idea del modelo integrado y abierto, y en su propia gestión ministerial.
El debate sobre la necesidad de privilegiar la exportación industrial, es ubicado por Bielschowsky, para los cepalinos, en los años setenta en el marco de la necesidad de incrementar la exportación industrial para superar las dificultades de la inserción internacional. Sin embargo, ya desde la primera mitad de los años sesenta, Ferrer desarrolló estas ideas (las que también fueron planteadas por Prebisch en 1963 en su texto “Hacia una dinámica del desarrollo latinoamericano”).
Para los años sesenta, Bielschowsky resalta como núcleos de análisis principales: la incapacidad de la industrialización para incorporar a la mayoría de la población a los beneficios, el hecho de que la industrialización no había eliminado la vulnerabilidad externa y la dependencia, y la idea de que estos dos factores eran un problema para el desarrollo. En este contexto, el texto ya mencionado de Prebisch de 1963, sirve para resaltar algunas de las cuestiones planteadas: era necesario alterar la estructura social y redistribuir el ingreso, en especial a través de la reforma agraria. La redistribución de la tierra permitiría utilizar el excedente mayormente en inversión, y se tendería a una elevación de la productividad agrícola. A su vez, Bielschowsky resalta la aparición de las tesis de la “dependencia” y la de “heterogeneidad estructural”.  La primera demandó la integración al análisis de las relaciones históricas entre la estructura social y económica interna (y el comportamiento de las clases sociales y la forma de constitución de los grupos sociales internos) y el poder económico y político del resto del mundo. Bajo esta óptica, en la que Bielschowsky resalta la influencia marxista,  la industrialización latinoamericana respondía a una nueva modalidad de explotación impuesta por el imperialismo a los trabajadores de países sub desarrollados. Desde la CEPAL, esta noción sistémica también era resaltada en Sunkel, donde la economía mundial estaba completamente integrada, a través de la expansión del capital transnacional, y que bajo este modelo apenas se lograba una integración minoritaria de los trabajadores, mientras que en el centro, la integración era general. En cuanto a la segunda, tesis de la heterogeneidad estructural, fue desarrollada por Pinto, y planteaba que los beneficios del progreso técnico no eran repartidos en forma igualitaria entre clases y entre regiones de un mismo país. Es decir, en ambas conceptualizaciones, el desarrollo industrial, a pesar de avanzar, no solucionaba el sub desarrollo.
En cuanto a la producción de los años setenta, Bielschowsky resalta que el período implicó el reconocimiento de que el crecimiento podía asentarse en esquemas “malignos”, en el sentido de que las economías pueden ser dinámicas a pesar de una elevada concentración del ingreso; como sucedió en Chile y Brasil, donde , según los trabajos de Conceicao y Serra, la concentración del ingreso era funcional al crecimiento; y a su vez, esta lectura en muchos casos implicó dudas respecto a la factibilidad de orientar el desarrollo hacia una mayor homogeneidad social.
A su vez, se destaca la noción de estilos de desarrollo, que básicamente tiene como premisa incorporar a la lectura de los modelos económicos la interacción entre la estructura productiva y la distribución del ingreso. Así, dominó una perspectiva de “desarrollo integral” en el período,  que implicó la interacción con otras disciplinas para ampliar la lectura de las problemáticas económicas. Así, la sociología aportó en dos sentidos: por un lado, una definición integral del concepto de estilos, que permita la orientación histórica multidisciplinar al mismo. Era necesario reconocer analíticamente la existencia de estructuras de poder y de dominación, y sus remotas relaciones de viabilidad con la distribución del ingreso, y así incorporar la noción de conflictos para la generación de los estilos existentes y de los deseables. A su vez, se planteó, que es necesario relacionar los planteos instrumentalistas con la identificación de agentes capaces de vehiculizar el cambio y que se propongan estrategias que concuerden con los valores, intereses y capacidades de tales agentes. Por el vocabulario y el recetario, la lectura pareciera asentarse en una sociología de corte estructural-funcionalista, en especial porque requiere que la estrategia de desarrollo encaje perfectamente con la perspectiva de los agentes, cuando en realidad esto podría modificarse vía la acción estatal.
Finalmente, es necesario profundizar en la noción de dependencia, ya que si bien Bielschowsky menciona el aporte marxista, al mencionar el aporte de Gunter Frank a la noción general, tal concepto implicó el desarrollo de un cuerpo teórico autónomo y muy diferenciado del de la CEPAL en muchísimos aspectos. En la Introducción a Imperialismo y Dependencia, Martins desarrolla los postulados generales de la perspectiva de Theotonio Dos Santos en su libro Imperialismo y Dependencia. La postura teórica de Dos Santos implica la ruptura con el regionalismo estricto de la CEPAL, en tanto implicó el desarrollo de un marco teórico y la construcción de una lectura histórica que exceda las limitantes estructurales de la región y permita la comprensión de la misma en el “sistema mundial”, y en tal sentido, se conceptualiza a la periferia como parte integral del desarrollo del capitalismo y la plantea como un polo necesario de su existencia, y por ende, no extinguible bajo una  continuidad capitalista. Así, Theotonio Dos Santos hace un recorrido histórico de los países dependientes que cristaliza en tres etapas: dependencia colonial, que establece la producción primaria exportadora como aporte de los países dependientes al sistema mundial, mediante el establecimiento de estructuras de poder internas que sustenten este rol; dependencia tecnológica financiera, donde se establece la hegemonía de las oligarquías rurales y comerciales de las filiales del gran capital internacional; y por último, la dependencia tecnológico industrial, que se estructura a partir de la segunda posguerra, donde se da una transferencia de tecnologías obsoletas para la industrialización parcial de los países periféricos. A su vez, aparte de la dicotomía centro-periferia, se analiza el sistema socialista.
Esta aproximación implica una crítica de postulados que son centrales al pensamiento cepalino, principalmente, los del keynesianismo. A diferencia del estructuralismo, la teoría de la dependencia desarrolla su marco teórico a partir de autores marxistas, entre los que podemos mencionar a Kondraiev (teoría del ciclo largo de actividad económica),  Gramsci (por el concepto de guerras de posición y hegemonía), Emmanuel (con su teoría del intercambio desigual, desarrollada en Argentina por Oscar Braun en su libro comercio internacional e imperialismo) y Wallerstein (teoría del sistema mundial). Bajo esta perspectiva,  entonces, la misión cepalina de dotar a la intervención estatal de un cuerpo teórico y de instrucciones prácticas que la guíen en el esfuerzo por el desarrollo, pierde sentido, dado que la vía para lograr un desarrollo real en los países dependientes es el socialismo, y por ende, las recomendaciones instrumentales son reemplazadas por las perspectivas que harían posible un cambio sistémico hacia el campo socialista, estableciéndose regímenes de transición. A este respecto, cabe preguntarse si la misión “instrumental” de la teoría cepalina no implicó a su vez, la resignación respecto a una construcción teórica más general que permita una interpretación más cabal de la naturaleza de los fenómenos por los que atravesaba la región en las diferentes etapas que caracteriza Bielschowsky, donde pareciera que los cepalinos aceptan en forma acrítica los preceptos que emanan de los centros, sin analizar ni criticar las transformaciones económicas y sociales a nivel mundial, ya que, al parecer, se los veía como factores “dados”. Aun así, que los teóricos de la dependencia hayan dejado de lado la aproximación instrumental, no quiere decir que no se haga un análisis concreto de las posibilidades de desarrollo bajo este esquema, ya que se tratan en profundidad los potenciales problemas del socialismo como opción para los países dependientes.
La dependencia está definida en forma más amplia que en los trabajos cepalinos y se expresa en tres niveles: una economía mundial dirigida por monopolios tecnológicos, financieros y comerciales capitalistas; relaciones económicas internacionales que impulsan la expansión monopólica y establecen una división internacional del trabajo; formación de estructuras internas en los países dependientes que asimilan positivamente los condicionamiento. Así, la dependencia está fundada en una situación de compromiso entre factores internos y externos. El gran capital internacional, establece marcos generales de este compromiso, el cual se redefine en relación a la estructura interna de los países dependientes, lo que aúna a las burguesías centrales y periféricas es la búsqueda de plusvalía extraordinaria. A su vez, esto implica una necesaria ruptura con las burguesías periféricas, que deben ser separadas del control del estado, y por ende, implica a su vez la superación de la estructura de poder interna. La estructura socio económica de los países dependientes está definida por la sobre explotación del trabajo, un alto grado de concentración interna de capitales y la acumulación externa de capitales. En este esquema, la sobre explotación del trabajo de los países periféricos se da en un primer nivel por los desvíos de valor en relación a los precios y la fuga vía remesas de ganancias, intereses y dividendos, y en segundo lugar, por la transferencia interna de las pérdidas de esta modalidad hacia las clases trabajadoras, para recuperar la tasa de ganancia interna.  Así, el alto grado de concentración es signo de la debilidad de las economías periféricas, donde la dependencia tecnológica, financiera y comercial implica, por un lado, la cristalización de una burguesía monopólica, y por otro, la correspondiente insuficiencia del mercado interno (por la sobre explotación) para guiar un proceso de desarrollo. Así, el sector productor de bienes de capital, nunca es internalizado en forma plena.

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Aporte de Alejandro B.


Primer texto: “Evolucion de las ideas de CEPAL” publicado en la revista de la CEPAL en Chile – Octubre 1998.
Autor:  Ricardo Bielschowsky, Doctor en Economía por la Universidad de Leicester. Oficial de Asuntos Económicos de la Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL). Ha ejercido la docencia en la Universidade Federal do Rio de Janeiro. Es autor de numerosos libros y artículos sobre el Brasil y sobre América Latina, en temas relacionados con el desarrollo económico, historia de las ideas económicas, pensamiento de la CEPAL, crecimiento e inversión, y desarrollo y política tecnológica. Entre sus principales obras destacan O pensamento econômico brasileiro (1930-1964) – o ciclo ideológico do desenvolvimentismo y Cincuenta años de pensamiento en la CEPAL.Funcionario de la CEPAL, Brasilia.

El autor observa 5 etapas para describir la obra de la CEPAL durante 50 años, cada etapa duro aproximadamente un decenio. A su vez, identifica cuatro rasgos analíticos para describir cada etapa: 1) enfoque histórico-estructuralista, basado en la idea de la relación centro-periferia, 2) análisis de la inserción internacional, 3) análisis de los condicionantes estructurales internos del crecimiento y del progreso técnico, y de las relaciones entre ellos, el empleo y la distribución del ingreso; 4) análisis de las posibilidades de acción estatal.-
La riqueza del método cepalino reside en la interacción entre el método inductivo y la abstracción teórica formulada originalmente por Prebisch, la oposición entre centro y periferia ilustra este punto.
Los años 50: en la posguerra se difundía la idea de volver a las exportaciones tradicionales lo que estimulaba la restauración de la ideología liberal. Para los defensores del desarrollo mediante la industrialización había una especie de vacio teórico y la teorización cepalina cumpliría ese papel en América Latina. Los mayores intelectuales fueron Prebisch, Celso Furtado, Jose Medina Echavarria, Regino Botti, Jorge Ahumada, Juan Noyola Vasquez, Anibal Pinto, Osvaldo Sunkel y otros.
Defendía la economicidad de la industria y justificaba el proteccionismo; aunque la eficiencia de la producción industrial fuera menor en la periferia, era superior a la eficiencia de aplicar los recursos productivos en la agricultura. Señalaba que mientras el proceso de industrialización no concluyera enfrentaría siempre una tendencia al desequilibrio estructural del balance de pagos, ya que el proceso sustitutivo aliviaba la demanda de importaciones por un lado, imponía nuevas exigencias derivadas de la nueva estructura productiva y del crecimiento del ingreso que generaba.
El pensamiento cepalino abordara los diferentes aspectos que condicionan la estructura interna de las economías periféricas: la baja productividad, baja elasticidad de la demanda de sus exportaciones, tendencia a la inflación y desempleo.
Los años 60: existían tres elementos que incidieron en el pensamiento cepalino en estos años. El crecimiento persistente de la mayoría de los países en medio de una creciente inestabilidad macroeconómica, el proceso de industrialización seguía imponiéndose pero con dificultades en la absorción de la fuerza trabajadora empobreciendo la población y tugurizando las ciudades y la revolución cubana en 1959. La CEPAL reconoce un consenso inédito en la región en cuanto a la necesidad de planificar el desarrollo, profundizar la industrialización, redistribuir el ingreso y realizar la reforma agraria. En la región ocurrió una creciente polarización política e ideológica que en algunos países llevo al extremo del enfrentamiento.
Los diagnósticos cepalinos de “insuficiencia dinámica” “dependencia” y “heterogeneidad estructural” apuntaban a agendas políticas reformistas, es decir, que el desarrollo económico tendría que modificarse mediante una mejor redistribución del ingreso y de profundas reformas, a saber, agraria, patrimonial, financiera, tributaria, educacional y tecnológica. Mientras la extrema izquierda predicaba como única salida la revolución, la CEPAL afinaba su cuadro conceptual para orientarlo en beneficio de la defensa de “estilos” mas justos de crecimiento económico en el contexto del sistema vigente. Este sería el tema central de la década siguiente.
Los años 70: La reacción de América Latina a la recesión mundial que siguió a la crisis petrolera de 1973 fue endeudarse para sostener el crecimiento o bien para estabilizar la economía. Los países optaron por estrategias bien distintas, por un lado Brasil y México continuaron la estrategia de industrialización con diversificación de las exportaciones mediante la protección y fuerte participación estatal; por otro, Argentina, Chile y Uruguay abrían completamente su comercio exterior y sus finanzas al libre movimiento de bienes y servicios. La CEPAL entraba en una nueva etapa de “supervivencia” en la cual  su capacidad de influir se veía restringida en parte por la tecnocracia estatal que había creado excelentes centros académicos y por otra parte por la irrupción de las dictaduras.
Los años 80: Los casos de crisis cambiaria se fueron sucediendo en buena parte de América Latina y obliga a sus economías a profundos ajustes recesivos. El clima ideológico internacional era de creciente predominio de la ortodoxia liberal y desemboca en el recetario neoliberal del Consenso de Washington. Enrique Iglesias en 1984 simboliza la postura cepelina en ese periodo y argumento proyecciones sombrías y correctas proyectando para la región una “década perdida”. La crisis de los años 80 desplazaría finalmente a un segundo plano la producción desarrollista y se privilegiaron las cuestiones inmediatas ligadas a la deuda, el ajuste y la estabilización.
Los años 90: La mayoría de los países de la región solo saldría de la crisis con la renegociación de deuda, financiamiento internacional con reducción radical de los tipos de interés a partir de 1991. Hubo una recuperación económica acompañada de una estabilización de los precios. La estabilización se acompaño con una desfavorable ampliación del déficit en cuenta corriente del balance de pagos producto de la apreciación del tipo de cambio debido a la afluencia considerable de capital extranjero en parte dirigido a la privatización. El proceso reformista incluyo apertura comercial, financiera y flexibilización laboral.
La CEPAL logro tomar posición entre los dos extremos, no se opuso a las reformas pero subordino su apreciación al criterio de la existencia de una estrategia reformista que pudiera maximizar sus beneficios y minimizar sus deficiencias a mediano y largo plazo.

 Segundo Texto: Del dicho al hecho. El “Modelo integrado y abierto” de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda posguerra.
Publicado en el año 2012
Autores:
·        Marcelo N.Rougier: Es profesor de Historia, especialista y magister en Historia económica, y doctor en Historia. Es investigador Independiente del CONICET/IIEP-Baires y profesor titular de Historia Económica y Social Argentina en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA), donde participa del Área de Estudios sobre la Industria Argentina y Latinoamericana. Asimismo es editor de H-industria, revista de historia de la industria argentina y latinoamericana y miembro del comité editorial o académico de varias revistas especializadas nacionales e internacionales.


·        Juan Carlos Odisio: Doctor de la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Sociales Magister de la Universidad de Buenos Aires en Historia Económica y de las Políticas Económicas Licenciado en economía
El texto realiza un recorrido de la trayectoria de Aldo Ferrer desde sus orígenes, pasando por su formación, trayectoria y finalmente las medidas desarrolladas cuando tuvo la oportunidad de ser designado ministro en el 1970. Se analiza el “modelo integrado y abierto” (MIA) que Ferrer elaboro en los sesenta como la estrategia para superar el subdesarrollo y la dependencia de Argentina. Los autores comienzan presentando la evolución de sus ideas sobre los problemas de la economía Argentina (en particular industrias) luego analizan la propuesta que ofrece para solucionar o más bien superar los obstáculos que impiden el desarrollo.  
La rigidez de la oferta de bienes exportables fue identificada como un grave lastre para el desarrollo económico. Para ser exitosa la industrialización sustitutiva tenía que lograr una reducción progresiva del nivel de impetraciones pero a medida que avanzaba el proceso de producción local de bienes requería una alta intensidad de importaciones que contrarrestaba la reducción obtenida inicialmente con la sustitución generando una fuerte dependencia respecto a su provisión externa. Ferrer apuntaba a pasar de un modelo integrado y autárquico a uno integrado y abierto. La consigna era además de incrementar las escalas de producción y los niveles de eficiencia, había que ampliar el espectro manufacturero.
El arribo de Aldo Ferrer como funcionario del gobierno propondría un rumbo nacionalista para la política económica con el basamento teórico del MIA. Las líneas de gobierno del régimen militar se modificaron, perdiendo sus rasgos autoritarios frente a la elevada movilización social. Ferrer primero fue designado en el Ministerio de Obras y Servicios Públicos  donde desarrollo un fuerte política de impulso de la infraestructura básica, desplegando grandes obras que procuraban establecer un círculo virtuoso de crecimiento autosustentado. Las crecientes presiones sociales e inflacionarias llevaron a un asentamiento de la estrategia de Levingston que llevo a Ferrer a la cartera económica. Las ideas de Ferrer alcanzaron a verse sistematizadas en el plan de desarrollo y seguridad de 1971-1975 y su complemento, la ley 18875 de “compre nacional” abandonando los objetivos puramente eficientitas de la gestión anterior e incorporaba la preocupación por mejorar la calidad de vida de la población. El fin de la experiencia de Levingston se produjo porque políticamente el gobierno no logro ganar el apoyo de los sindicatos peronistas ni el de las grandes empresas.
Para lograr los objetivos planteados por Ferrer se necesitaban recursos políticos que el gobierno de Levingston de había logrado cosechar. Más allá de las limitaciones, permitió la aparición de un grupo de industriales nacionales que perdurarían en el tiempo.

Tercer Texto: Imperialismo y dependencia (2011)
Autor:  Carlos Eduardo Martins - Doctor de la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Sociales - Magister de la Universidad de Buenos Aires en Historia Económica y de las Políticas Económicas - Licenciado en Economía

La obra de Theotonio dos Santos podemos dividirla en tres etapas: La primera desde finales de los 50 , el golpe de estado de 1964 y la clandestinidad en Brasil, la segunda en los exilios chileno y mexicano y la tercera a  partir de su regreso a Brasil. Theotonio, además de la reinterpretación de la economía colonial y de la modernización agroexportadora, sus estudios destacan el papel central del capital extranjero en la formación de la estructura de clases de la sociedad brasileña. En el exilio Chileno en 1966 se incorpora como investigador al CESO, del cual pasara a ser profesor titular en 1968 y en 1972 asume la dirección general. Dos Santos madura las bases de la teoría de la dependencia. Con la destrucción del CESO por la dictadura chilena se desplaza a México en 1974 e integra la UNAM. Contribuye en forma decisiva en la comprensión del funcionamiento de la economía mundial en expansión como el elemento central de la acumulación de capital y situar el mundo como objeto de análisis condicionante para cualquier investigación regional o nacional.
Luego de regreso en Brasil, analiza la globalización como articulada a una nueva etapa de desarrollo y lanza un desafío de largo alcance: la transformación de la economía mundial en una economía planetaria fundada en estructuras productivas y procesos de gestión mundialmente integrados que imponga la cooperación sobre la competencia.

Cuarto texto: La Economia Argentina
Autor: Aldo Ferrer - Economista y político argentino. Doctor en Ciencias Económicas recibido en la Universidad de Buenos Aires en 1953 con su tesis doctoral "El Estado y el Desarrollo Económico" publicada en 1956. Ha sido profesor de economía en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad de Buenos Aires. Funcionario de la Secretaría de las Naciones Unidas (1950-1953) y agregado económico de su país en la embajada de Londres en 1956, fue Ministro de Economía y Hacienda de la Provincia de Buenos Aires, 1958-1960.
La selección de textos incluye los capituos XII, XIII y parte del capitulo XI de la tercera parte del libro. Durante el desarrollo de los mismos describe el crecimiento y los límitantes del sistema económico Argentino. Realiza un recorrido por el ciclo económico, describiendo la vulnerabilidad exterior y el obligado proceso de ajuste para compensar el desequilibrio externo.
De la cuarta parte del libro, vemos el capitulo XIV y la primer parte del XV. En esta parte realiza un recorrido por la economía mundial desde la gran depresión de 1930 y la segunda guerra mundial al período dorado. Caracteriza los conceptos de centro – periferia y busca explicar los limitantes y  determinar las nuevas condiciones para alcanzar el desarrollo económico.

Quinto texto: Imperialismo y dependencia (2011) – La corporación Multinacional
Autor: Theotonio Dos Santos - es un científico social brasileño. Nació en Carangola, Minas Gerais, en 11 de noviembre de 1936 y fue inscrito oficialmente en 11 de enero de 1937. Es profesor emérito de la Universidade Federal Fluminense (UFF) y Coordenador de la Cátedray Red UNESCO-UNU de Economía Global y Desarrollo Sustentable (REGGEN).
Lo mas sorprendente del texto resulta ser el trabajo realizado por el autor para describir la concentración económica y el desarrollo del monopolio a nivel global ejercido por las grandes empresas. La capacidad de operar en muchos países, con una organización centralizada es un producto del proceso de internacionalización del capital que se realizo a fines de siglo XIX y a comienzos del siglo XX. Dicho proceso pudo profundizarse durante la primera guerra mundial  y asimilo el desarrollo tecnológico y de las comunicaciones como consecuencia de la segunda guerra mundial. Existe una correlación directa entre el  multinacionalismo, el monopolio y la gran empresa.
Las corporaciones Multinacionales surgen como consecuencia del proceso de internacionalización del capital, que se profundiza en la posguerra, y pasan a constituir la unidad básica productiva dentro del sistema capitalista mundial.
Un grupo no superior a 300 o 400 empresas controla hoy en día gran parte de la producción mundial.

Sexto texto: El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas.- 1950
Autor: Raúl Prebisch - (San Miguel de Tucumán17 de abril de 1901 – Santiago de Chile29 de abril de 1986) fue un contador público y economista argentino. Entre 1950 y 1963 fue Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL). Posteriormente, ejerció el cargo de Secretario General de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Junto con Hans Singer, es el creador de la tesis de Prebisch-Singer.
Lo más destacable del texto es la claridad con la que el autor expresa el esquema centro y periferia que permite interpretar la complejidad de las relaciones económicas y comprender el agotamiento del modelo  agroexportador. Revela las consecuencias desfavorables para la periferia de los términos de intercambio y como el librecambio favorece a los países centrales ocasionando una brecha  cada vez mayor entre los diferentes sistemas económicos.-

Sostiene que la industrialización es necesaria para alcanzar el crecimiento sostenido y que debe realizarse sin resignar la explotación primaria fuente necesaria de divisas para financiar las inversiones de capital. Asimismo, ve conveniente recurrir al financiamiento externo o utilizar reservas monetarias para contrarrestar los periodos desfavorables para sostener el crecimiento. 

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