El Estructuralismo, la producción de la CEPAL y sus raíces teóricas y políticas. El pensamiento de Aldo Ferrer y sus influencias en política económica durante la segunda ISI. Discusión de la teoría de la dependencia, y de los aportes de Theotonio dos Santos.
Bibliografía obligatoria:
36. Bielschowsky, R. (1998), “Evolución de la ideas de la CEPAL,” Revista de la CEPAL , Nro. Extraordinario, Santiago de Chile, octubre. Disponible en http://www.cepal.org/publicaciones/xml/3/19373/bielchow.htm
37. Rougier, M. y Odisio, J., Del dicho al hecho: El "modelo integrado y abierto" de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda posguerra. Am. Lat. Hist. Econ [online]. 2012, vol.19, n.1, pp. 99-130. ISSN 2007-3496. Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_pdf&pid=S1405-22532012000100005&lng=es&nrm=iso&tlng=es
38. Martins, Carlos Eduardo (2011), Prólogo a Imperialismo y Dependencia, de Theotonio dos Santos. Disponible en: www.ehu.es/Jarriola/Docencia/EcoInt/.../theotonio%20dos%20santos.pdf
Fuentes:
39. Selección de Aldo Ferrer, La economía argentina.
40. Prebisch, R. (1950), “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas,” Desarrollo Económico, 26(103), (Oct.-Dec., 1986), pp. 479-502.
41. Selección de Dos Santos, Theotonio, Imperialismo y dependencia (1978), disponible en: www.ehu.es/Jarriola/Docencia/EcoInt/.../theotonio%20dos%20santos.pdf
Contribuciones para el taller
Aporte de Gonzalo:
La selección de textos para esta clase intenta
dar cuenta del desarrollo del pensamiento estructuralista institucionalizado a
partir de la CEPAL, haciendo énfasis no sólo en la producción académica sino
también en el análisis de sus raíces teóricas y políticas como en su aplicación
práctica. En relación a esto último, el texto de Rougier y Odisio (2012) busca
vincular el desarrollo intelectual de Aldo Ferrer con su aplicabilidad
práctica, al momento que fue designado como Ministro de Obras y Servicios
Públicos y luego de Economía y Trabajo durante el gobierno de facto de
Levingston. A su vez dentro de la bibliografía de la presente clase se incluye
el debate de la Teoría de la Dependencia a partir de los aportes de Theothonio
Dos Santos. El presente informe toma como eje principal al texto de Ricardo
Bielschowsky (1998) que analiza la evolución del pensamiento estructuralista en
la región, para luego ir vinculando los aportes del resto de los autores de la
bibliografía.
La trayectoria del pensamiento estructuralista se
expresa a partir del escrito de Ricardo Bielschowsky[1], Evolución de las ideas de la CEPAL de
1998 el cual se publicó en un número extraordinario de la Revista de la CEPAL
que conmemoraba los 50 años de la institución y que tenía como objetivo
reflexionar acerca de las perspectivas de desarrollo de América Latina. El
autor identifica cinco etapas en la obra cepalina que aproximadamente duraron
un decenio cada una, las cuales siguieron de cerca la evolución histórica de la
región. Según el autor la sistematización que propone se ve facilitada por el
hecho de que el enfoque metodológico[2] no
cambia a lo largo de las etapas, lo que se modifica es la historia real del
objeto de estudio como el contexto ideológico en donde se genera. Sostiene
también que dicha sistematización se ve beneficiada por el hecho de que en cada
etapa existe un “mensaje” transformador que responde a las condiciones
estructurales de cada momento.
Las etapas que identifica son las siguientes:
“Industrialización” (1948-1960), “Reformas para desobstruir la
industrialización” (década del ’60), “Reorientación de los estilos de
desarrollo hacia lo homogeneización social y hacia la diversificación pro
exportadora” (década del ’70), “Ajuste con crecimiento” (década del ’80) y
“Transformación productiva con equidad” (década del ’90). Resulta interesante
destacar que el autor en todo momento busca explicitar que los cambios que se
perciben en la trayectoria de las ideas estructuralistas, no implican una falta
de unidad en las mismas, es decir que no hacen referencia a una falta de
coherencia político-ideológica, sino que el propio método
histórico-estructuralista (de carácter inductivo) tiene la capacidad de
adaptarse a la evolución de los acontecimientos. Es más en parte de las
investigaciones cepalinas se realiza una reflexión crítica de forma
introspectiva de los desarrollos analíticos anteriores. La riqueza del método radica
en la interacción entre el método inductivo y la abstracción teórica
originalmente formulada por Prebisch.
El periodo de “industrialización” fue inaugurado
a partir de la publicación de El
desarrollo económico de América Latina y algunos de sus principales problemas en
1950 por Prebisch, conocido como el “manifiesto latinoamericano” denominación
introducida por Hirchsman. Dicho trabajo se gestó durante el periodo de
posguerra donde en la región se profundizaban los procesos de industrialización
y urbanización, los cuales promovían un rápido crecimiento económico, sumado a
la importancia que adquiría en la teoría económica la problemática del
desarrollo. En este sentido la teorización cepalina sería la versión regional
de la teoría del desarrollo.
El principal problema que afecta al desarrollo de
los países periféricos radica en las falencias que tienen estas economías en
apropiarse del progreso tecnológico. Al igual que los neoclásicos y keynesianos
Prebisch concebía al desarrollo como un proceso de acumulación de capital,
donde los frutos del progreso técnico se expresaban en mayores niveles de
productividad que aumentaban el nivel general de vida de las masas y permitían
una mayor capitalización del ahorro, generándose un círculo virtuoso. Justamente
el observaba que en el sistema económico mundial la periferia no era capaz de
apropiarse de los frutos del progreso técnico, en este sentido criticaba la
concepción ricardiana sobre la división internacional del trabajo. Al observar
que la mayor lentitud de los avances técnicos de los productos primarios en
relación con los industriales no promovían un encarecimiento de los primeros
respectos de los últimos, sino todo lo contrario.
La incapacidad en la apropiación de los frutos
del progreso técnico respondía a las condiciones de la estructura interna de
los países periféricos. La existencia de niveles de productividad
distintos entre las actividades económicas y la especialización productiva en
pocas o en una actividad (generalmente de escasa generación de valor agregado)
provocaba, a diferencia de lo que ocurría en el centro[3],
que los frutos del progreso técnico sean apropiados sólo por los sectores
dinámicos.
A
su vez, Prebisch reconoce una serie de limitantes que actúan en contra del
proceso de acumulación en las economías periféricas. El consumo imitativo del
centro, por parte de las clases altas y medias periféricas, que reduce el
excedente destinado al capital reproductivo. La succión del excedente generado
en la periferia por parte del centro que se da a través de dos mecanismos: la
remisión de utilidades por parte de las empresas transnacionales hacia sus
casas matrices y la existencia de un deterioro secular de los términos de
intercambio.
Este
segundo mecanismo, denominado la tesis Prebisch-Singer, se debe a que los
productos ofrecidos por los países periféricos poseen una muy reducida
elasticidad ingreso de demanda, mientras que con las manufacturas sucede lo
contrario. La transferencia hacia la periferia de tecnologías que impliquen
graduales incrementos de la productividad (con el mismo perfil de inserción en
el comercio internacional) y, por consiguiente, mejoras en el ingreso, no trae
más que un alza en la demanda de los productos provenientes del centro que no
sería igual de compensada con incrementos de la demanda allí de productos
primarios. A su vez, cualquier incremento de productividad que se produzca en
una actividad de baja productividad (como la agropecuaria) no repercutiría en
incrementos salariales, mientras que los incrementos de productividad en el
centro sí lo implican. Si los productores de estos países trasladan dichas
mejoras al precio del producto, las manufacturas tenderán a incrementar su
precio frente a los estancados productos primarios. Este mecanismo implica
entonces el goce en el centro de las mejoras de productividad de la periferia. Por
tal motivo, Prebisch destacaba que la industrialización no era un fin en sí
mismo, sino el único medio de que dispone la periferia de captar parte de los
frutos del progreso técnico.
Durante
el segundo lustro de los años cincuenta los procesos industrialistas se
enfrentaron a agudas restricciones externas y elevadas presiones
inflacionarias. Bielschowsky
destaca que en los análisis cepalinos de la época se pone mayor énfasis en la
redistribución del ingreso, especialmente a través de la reforma agraria, y se
reconocen limitantes en el proceso de industrialización, destacando la
importancia de estimular una salida exportadora. Paralelamente en la región se
gestaba una nueva corriente de pensamiento denominada “dependentista”, que si
bien tuvo gran influencia del estructuralismo junto
con la teoría imperialista de Lenin y Luxemburgo y corrientes sociológicas de
raigambre marxista, sus análisis resultaban críticos del proceso de
industrialización gestado. Según Bambirra
(1983) el programa de la CEPAL había expresado las aspiraciones de las
burguesías latinoamericanas a un desarrollo nacional autónomo. Pero a partir de
la década del ‘60, cuando una burguesía había establecido una relación de
dependencia con los capitales extranjeros, ese programa había dejado de
corresponder a los intereses propios de la clase que buscaba orientar y pasaba
a corresponder a un sueño utópico pequeñoburgués. De esta manera, se generaba
una mayor descapitalización, déficits externos, crecimiento de deudas y más
dependencia.
El gran aporte dependentista
constó en vincular los procesos de crecimiento con los comportamientos de las
clases sociales y las estructuras de poder. En particular, utilizaron ese tipo
de argumentación para afirmar su rechazo a la tesis desarrollista. Además
brindaron grandes aportes a la teoría económica vinculados al rol que cumplen
los países de la periferia en el funcionamiento del capitalismo global. Los
trabajos de Theotonio Dos Santos (en especial Imperialismo y dependencia de 1978) se inscriben dentro de la
vertiente marxista de la dependencia[4],
integrada por Ruy Mauro Marini, Vaina Bambirra y André Gunder Frank,
entre otros. Dicha vertiente afirma que la dependencia no tiene que ver con el
grado de autonomía de las elites, sino que se relaciona con los vínculos de las
economías periféricas con las leyes de acumulación de capital global, en donde
cumplen un rol determinado. En este sentido, concordaban en avanzar sobre
propuestas socialistas en toda América Latina, ante la imposibilidad de lograr
un desarrollo capitalista periférico como proponía el estructuralismo o la
vertiente menos “radical” de la dependencia liderada por Fernando Enrique
Cardos y Enzo Faletto.
En lo que respecta a la obra
de Imperialismo y dependencia en el
prólogo, Eduardo Martins analiza la trayectoria de vida y pensamiento de
Theotonio Dos Santos. Destaca que existen 3 grandes etapas: la primera, que se
constituye entre finales de los años 50, el golpe de Estado de 1964 y la
clandestinidad en Brasil; la segunda, que se configura en los exilios chileno y
mexicano; y la tercera, a partir de su regreso a Brasil. Durante la primera
etapa Dos Santos se forma académicamente obteniendo su título de grado en
Sociología, Política y Administración y posteriormente obtiene el título de Magister
en Ciencias Políticas. Estudia sistemáticamente el marxismo y sus
investigaciones se orientan principalmente al análisis de la formación social
brasileña, destacando el papel del capital extranjero en la génesis de la
estructura social.
La segunda etapa se inicia en
1966 en su exilio en Chile donde se incorporó como investigador del Centro de
Estudios Socioeconómicos (CESO) compartiendo ámbitos de discusión con Bambirra,
Marini y Frank entre otros. El CESO se constituyó en uno de los principales
centros de elaboración del pensamiento dependentista en los años 60’ y 70’. En
este contexto, Dos Santos madura las bases de la teoría de la dependencia, al
dejar de verla únicamente de forma regional para percibirla en clave mundial
(donde la formación de una economía mundial monopólica y jerarquizada resulta
de base material para los procesos de acumulación de los países periféricos).
La destrucción del CESO implicó que Dos Santos continúe su exilio en México, donde
retoma sus actividades profesionales en 1974 en el Instituto de Investigaciones
Económicas de la Universidad Autónoma de México (UNAM). En este ámbito se
dedica a la elaboración de una teoría del sistema mundial que vislumbra como
producto y fase superior a la teoría de la dependencia. Es en esta etapa donde
se inserta Imperialismo y dependencia.
En su regreso a Brasil el
autor profundiza las anteriores líneas de investigación a la luz de los
desarrollos de la coyuntura internacional. Así analiza la globalización como
articulada a una nueva etapa de desarrollo de la revolución científico-técnica
que se mundializa. La victoria del neoliberalismo, decidiendo en favor del
capital los conflictos planteados en los años ‘70, es vista por el autor como una
solución regresiva que profundiza de manera brutal la potencialidad de sus
conflictos. Incrementa las debilidades estructurales de la hegemonía
estadounidense, vulnera de forma crítica su balanza de pagos, su legitimidad
ideológica y de las instituciones que dirige. El neoliberalismo fue eficiente
para promover el establecimiento de un nuevo ciclo que se inicia en la economía
mundial a partir de 1994, al reducir salarios, ampliar mercados e impulsar la desvalorización
del capital constante.
Retomando el análisis
“etapista” de Bielschowsky, durante la
década del ’70 el pensamiento cepalino comenzó a darle mayor importancia a los
análisis macroeconómicos, en especial al endeudamiento post crisis petroleras,
y a la necesidad de darle una salida más exportadora a los bienes industriales.
Se reconocía que si bien la redistribución del ingreso y la reforma agraria
resultaban la base social para un crecimiento homogéneo y justo, no era el
único estilo de crecimiento viable. En este sentido se percibe como la cuestión
“social”, que adquiere importancia en la década anterior, pasa a un segundo
plano. Existía un reconocimiento de que las economías latinoamericanas podían
ser dinámicas a pesar de contar con una estructura social regresiva (es decir
que la concentración del ingreso era funcional al crecimiento económico), en
este sentido la industrialización no había eliminado las diferencias sino
cambiado y profundizado su formato. Dentro del diagnóstico cepalino la
problemática central giraba en torno a lograr una mayor eficiencia del aparato
productivo y a solucionar la restricción externa. Por tal motivo se le daba
mayor importancia a la salida exportadora de bienes industriales y se
reconocían los riesgos del endeudamiento externo. Es en este contexto donde se
circunscriben los análisis de Aldo Ferrer[5] para
la economía argentina, en especial el desarrollo de su “Modelo Integrado y
Abierto” (MIA) como estrategia principal para superar el subdesarrollo y la
dependencia con los centros industriales.
En Del
dicho al hecho. El “Modelo Integrado y Abierto” de Aldo Ferrer y la política
económica en la Argentina de la segunda posguerra de 2012, Rougier y Odissio[6]
analizan la “praxis” de Ferrer al recorrer su formación académica, su
producción teórica y su posterior experiencia gubernamental. Destacan que en
sus comienzos Ferrer tuvo gran influencia de Prebisch, a tal punto que tomó
gran parte del enfoque centro-periferia y su entusiasmo por el keynesianismo,
que posteriormente se plasmarían en sus desarrollos teóricos. Ya hacia finales
de los cuarenta manifestaba su preocupación acerca de los limitantes del
proyecto económico peronista, jaqueado por la restricción externa. Durante esa
época entra en contacto con distinguidos economistas (Kalecki, Furtado, Singer,
entre otros) que influirán en el desarrollo de su cuerpo teórico.
Particularmente utilizó el abordaje por etapas históricas que empleó Furtado
para el caso de la economía brasilera[7] a los
efectos de analizar la trayectoria de la economía argentina. Dicho estudio se
plasmó en su obra más emblemática La
economía argentina de 1963 (que posteriormente tuvo varias reediciones).
El estudio de Ferrer culminaba con el análisis de
la situación de la economía hacia 1962, donde identificaba las causas del
estrangulamiento externo y las consecuencias que tenía por sobre el crecimiento
económico. En este sentido sostenía que el proceso inaugurado a partir de 1930,
denominado como “economía semiindustrial dependiente”, tuvo un escaso
despliegue de las industrias de base (caracterizadas por tener un efecto
dinámico o impulsor), lo que trajo aparejado problemas en el sector externo y
en el posterior desarrollo de la estructura productiva. Para romper con el
carácter dependiente Ferrer sostenía que se debía profundizar el cambio
estructural, alentando al desarrollo de las industrias dinámicas. En este
sentido el papel del Estado resultaba clave para lograr impulsar a dichas
industrias. De este modo, Ferrer pasaba de considerar un modelo de crecimiento
equilibrado (como lo proponía en El Estado
y el desarrollo económico de 1956) a uno desequilibrado a lo Hirchsman.
Hacia fines de la década del ’60 el MIA había
madurado en el pensamiento de Ferrer. La persistencia de los ciclos de “stop
and go” era el tema central en los debates económicos del momento, a tal punto
que existía un pleno consenso en que debía redefinirse la estrategia de
industrialización, poniendo especial énfasis en las exportaciones de bienes
manufacturados. De este modo, Ferrer sostenía que la integración vertical industrial[8]
resultaba necesaria para poder desarrollar las industrias de base y más
tecnificadas, al ser ellas las “usinas” del progreso tecnológico e innovativo
(aumentando progresivamente la presencia de capitales nacionales en ellas). Por
otra parte, permitía aumentar la gama de productos exportables hacia bienes de
mayor complejidad, que poseen una demanda internacional más dinámica,
brindándole una mayor flexibilidad a la estructura productiva. No sólo se
buscaba aumentar la escala de producción y los niveles de eficiencia (variable
central en el pensamiento de Ferrer), sino que la salida exportadora de bienes
industriales resultaba fundamental para superar los “clásicos” problemas de
restricción externa. Es en este sentido que se pasaría de un “modelo integrado y
autárquico” a uno “integrado y abierto”.
El fallido intento por parte de la gestión de
Onganía de racionalizar y volver más eficiente el aparato productivo local, a
través de una elevada represión hacia los trabajadores, provocó que en el seno
de las fuerzas armadas se dé un viraje hacia un mayor nacionalismo siendo el
Estado, la burguesía nacional y los grandes sindicatos actores centrales. En
este sentido, el basamento teórico del MIA de Ferrer coincidía con las ideas
del nuevo gobierno (de facto) de Levingston. A penas llegado al Ministerio de
Obras y Servicios Públicos Ferrer desarrolló una intensa política de impulso
hacia la infraestructura (mediante la canalización de ahorro interno e
inversión pública) que tenía como fin, en el mediano plazo, generar una demanda
más estable para favorecer la inversión privada. Las crecientes presiones
sociales e inflacionarias llevaron a Levingston a profundizar las ideas de
Ferrer a punto tal que lo puso a cargo del Ministerio de Economía y Trabajo.
Los nuevos lineamientos económicos se basaban en
incrementar y reorientar al ahorro interno (a través de la creación del nuevo
Banco Nacional de Desarrollo), y fomentar el desarrollo tecnológico propio y la
promoción de industria pesada mediante el favorecimiento de empresas nacionales
(lo que traería como consecuencia una concentración sectorial en pocas grandes).
A grandes rasgos, la política de Ferrer (que se sistematiza en el Plan de
Desarrollo y Seguridad, 1971-1975) se distanció de los objetivos “puramente
eficientistas” de la gestión anterior, dándole mayor importancia al
mejoramiento de la calidad de vida de la población y al desarrollo de una
estructura industrial más competitiva. La falta de apoyo político por parte de
las grandes empresas y de los sindicatos peronistas, en un contexto
inflacionario con desequilibrios externos recurrentes y elevados niveles de
conflictividad social, sentenció la gestión de Levingston. Dentro del seno de
las fuerzas armadas el interés giraba en torno a recuperar la institucionalidad
democrática, promoviendo una salida que no fuese perjudicial para ellos,
abandonando al desarrollo económico
como objetivo primordial. La asunción de Lanusse y el posterior
desmantelamiento del Ministerio de Economía y Trabajo terminaron con la gestión
de Ferrer.
Por último, siguiendo el análisis de Bielschowsky
se percibe ya en cómo nombra a las etapas del pensamiento cepalino (durante la
década del ’80 y ’90) la pérdida de importancia que tiene la industria como eje
dinamizador del proceso de acumulación del capital en la región. En un contexto
donde se produce una “financiarización” de la economía mundial (en términos de
Chesnais), una fragmentación e internacionalización de los procesos productivos
(hacia el sudeste asiático) con la intención de restaurar los niveles de
rentabilidad de los países centrales y, particularmente en nuestra región, un
periodo (los ochenta) de gran convulsión política, económica y social. En este
marco la producción de la CEPAL se basó en discutir (con los acreedores externos
y organismos internacionales) en cómo implementar el ajuste en la región.
Durante la década del ’90 se desarrolló la noción de “transformación productiva
con equidad social” de la mano de los estudios realizados por Fernando
Fajnzylber, que posteriormente recibiría el nombre de “neoestructuralismo”.
El objetivo de este nuevo enfoque consiste en
aumentar la competitividad de las economías de la región a partir de la
incorporación deliberada y sistemática del progreso tecnológico. La industria
permanece como eje de transformación, pero se destacan los vínculos que posee
con la actividad primaria y con los servicios. Aparece un nuevo elemento que
antes no estaba en las consideraciones de la CEPAL, la apertura externa como
forma de introducir el progreso técnico y el incremento en el nivel de
productividad. La política de apertura debe gestionarse de tal modo que no
existan incentivos en torno a la producción interna o la exportación, tratando
de garantizar un equilibrio externo (la política cambiaria debe pensarse en ese
sentido). Según Bielschowsky, el gran problema que posee este nuevo enfoque radica
en la vinculación entre crecimiento, empleo y equidad, en un contexto signado
por elevados niveles de desempleo y pobreza y donde se mostraron los efectos
perversos que posee el progreso técnico sobre el volumen del empleo formal y
las desigualdades salariales.
Bibliografía obligatoria:
Bielschowsky, R. (1998), “Evolución de la
ideas de la CEPAL,” Revista de la CEPAL , Nro. Extraordinario, Santiago de Chile,
octubre. Disponible en http://www.cepal.org/publicaciones/xml/3/19373/bielchow.htm
Rougier, M. y
Odisio, J., Del dicho al hecho: El "modelo integrado y
abierto" de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la
segunda posguerra. Am. Lat. Hist. Econ [online]. 2012, vol.19, n.1, pp. 99-130.
ISSN 2007-3496. Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_pdf&pid=S1405-22532012000100005&lng=es&nrm=iso&tlng=es
.
Martins, Carlos Eduardo (2011), Prólogo a
Imperialismo y Dependencia, de Theotonio dos Santos. Disponible en: www.ehu.es/Jarriola/Docencia/EcoInt/.../theotonio%20dos%20santos.pdf
.
Bibliografía obligatoria:
Bambirra, V. 1983 (1978). “Teoría de la
dependencia: una anticrítica”. México D.F. Editorial.
Blomstrom, M. y Hettne, E. B. (1984). La
teoría del desarrollo en transición. México D.F: Fondo de Cultura Económica.
Nahón, C., Schorr, M. y Rodríguez, C.
(2006). El pensamiento latinoamericano en el campo del desarrollo del
subdesarrollo: trayectoria, rupturas y continuidades. CLACSO, Buenos Aires.
Palma, G. (1973). “Dependencia y desarrollo: una
visión crítica”, World Development, vol 6, núm 7-8. 801-924.
Fuentes:
39. Selección de Aldo Ferrer, La economía
argentina.
40. Prebisch, R. (1950), “El desarrollo
económico de la América
Latina y algunos de sus principales problemas,” Desarrollo
Económico, 26(103), (Oct.-Dec., 1986), pp. 479-502.
41. Selección de Dos Santos, Theotonio,
Imperialismo y dependencia (1978), disponible en: www.ehu.es/Jarriola/Docencia/EcoInt/.../theotonio%20dos%20santos.pdf
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[1]
Doctor en Economía por la Universidad de Leicester. Oficial de Asuntos
Económicos de la Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL). Ha ejercido
la docencia en la Universidade Federal do Rio de Janeiro. Es autor de numerosos
libros y artículos sobre el Brasil y sobre América Latina, en temas
relacionados con el desarrollo económico, historia de las ideas económicas,
pensamiento de la CEPAL, crecimiento e inversión, y desarrollo y política
tecnológica. Entre sus principales obras destacan O pensamento econômico
brasileiro (1930-1964) – o ciclo ideológico do desenvolvimentismo y Cincuenta
años de pensamiento en la CEPAL.
[2]
Existen rasgos analíticos que son comunes a todas las etapas: el enfoque
histórico-estructuralista (basado en la noción de centro-periferia), el
análisis de la inserción internacional, el análisis de los condicionamientos
internos del crecimiento y del progreso técnico, y las posibilidades de acción
estatal.
[3]
Las economías centrales se caracterizan por ser altamente diversificadas y con
niveles de productividad parejos en todas las actividades económicas, lo que
implica que los frutos del progreso técnico se distribuyan de forma pareja
entre los distintos sectores.
[4] Autores
como Palma (1973) y Blomstrom y Hettne (1984) destacan que la dependencia no
pudo integrar una teoría acabada ya que sus integrantes tenían interpretaciones
discordantes entre sí en puntos significativos. Este hecho era destacado, a su
vez, por autores del propio seno dependentistas (Cardoso y Dos Santos). En este
sentido es posible identificar tres grandes grupos. La característica esencial
del primero es el intento de elaborar una teoría del subdesarrollo en el cual
el carácter dependiente de esas economías generaría ciertos procesos que tienen
una relación causal con su estado de subdesarrollo. Dentro de este grupo se
destaca a André Gunder Frank, Theotonio Dos Santos, Ruy Mauro Marini y Vaina
Bambirra. El segundo grupo se caracteriza por el intento de reformular los
análisis de la CEPAL desde una perspectiva crítica hacia el desarrol1o
nacional, destacándose a Celso Furtado, Osvaldo Sunkel, Anibal Pinto y Aldo
Ferrer. Es importante resaltar, que este intento de reformulación no sólo se
basa en la agregación de nuevos elementos políticos y sociales a los análisis
previos de la CEPAL, sino que es una forma sistemática de superar dicho
análisis. Por último, se caracteriza al último grupo a partir del análisis de
situaciones concretas de dependencia, evitando el desarrol1o de una teoría
mecánico-formal. Loa autores relevantes de este enfoque son Fernando Henrique
Cardoso y Enzo Faletto quienes proponen qué se estudien las formas concretas en
que se desarrollan las relaciones de dependencia, es decir el modo especifico
en el que la economía y la política de las naciones periféricas se articulan
con las de las naciones centrales. Adicionalmente, se podría identificar una
cuarta corriente con un desarrollo teórico con importantes puntos de contacto
con el de la Corriente de la Dependencia. Se trata de la escuela del
sistema-mundo fundada por Immanuel Wallerstein, con notable influencia en los
países anglosajones, en particular en EE.UU. Algunos autores asimilan a esta
vertiente de la sociología crítica con la primera corriente dentro de la
escuela de la dependencia, aquella encabezada por Gunder Frank (Nahón et.,
2006).
[5]
Economista y político argentino. Doctor en Ciencias Económicas recibido en la
Universidad de Buenos Aires en 1953 con su tesis doctoral "El Estado y el
Desarrollo Económico" publicada en 1956. Ha sido profesor de economía en
la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad de Buenos Aires. Funcionario
de la Secretaría de las Naciones Unidas (1950-1953) y agregado económico de su
país en la embajada de Londres en 1956, fue Ministro de Economía y Hacienda de
la Provincia de Buenos Aires, 1958-1960. Coordinador de la Comisión
Organizadora del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, (1965-1967) y
primer Secretario Ejecutivo de C.L.A.C.S.O. (1967-1970) fue nombrado Ministro
de Obras y Servicios Públicos de la Nación y posteriormente Ministro de
Economía y Trabajo de la Nación durante la presidencia de Roberto Marcelo
Levingston. En el ejercicio de dicho cargo elaboró un plan de desarrollo que
habría de ser implantado durante el quinquenio 1971-1975. Asimismo, hizo frente
a las difíciles circunstancias por las que atravesaba su país (déficit fiscal y
exterior, e inflación) con una política económica radical que originó malestar
social. Tras ser destituido Levingston en 1971, Ferrer fue mantenido al frente
del Ministerio por el gabinete del nuevo presidente de la República, Alejandro
Agustín Lanusse. Posteriormente presidió el Banco de la Provincia de Buenos
Aires, 1983-1987.
[6] Marcelo Rougier
Voilláz es Doctor en Historia por la Universidad de San Andrés, 2003.
Investigador adjunto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (Conicet) y profesor titular de la cátedra Historia Económica y Social
Argentina en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos
Aires. Dirige el proyecto de investigación Estado, Políticas de Promoción y
Estrategias Empresariales en la Argentina, 1940-1990, que se desarrolla en la
Universidad de Buenos Aires; es editor y director de H-industria, Revista de
Historia de la Industria, los Servicios y las Empresas en América Latina. Ha
publicado, además de numerosos artículos en revistas especializadas en
Argentina y el extranjero, Industria, finanzas e instituciones. La experiencia
del Banco Nacional de Desarrollo (Buenos Aires, 2004); en colaboración con
Jorge Schvarzer, Las grandes empresas no mueren de pie. El ocaso de siam
(Buenos Aires, 2006), y en colaboración con James Brennan, The Politics of
National Capitalism. Peronism and the Argentine Bourgeoisie, 1946–1976
(Pensilvania, 2009), entre otros libros.
Juan Carlos Odisio es Licenciado en
Economía por la Universidad de Buenos Aires, 2005. Becario de posgrado del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y docente
de Historia Económica y Social Argentina en la Facultad de Ciencias Económicas
de la Universidad de Buenos Aires. Participa del proyecto de investigación
Estado, Políticas de Promoción y Estrategias Empresariales en la Argentina,
1940-1990, dirigido por el doctor Marcelo N. Rougier Voilláz, y del proyecto de
investigación plurianual del Conicet El Estado Empresario en la Argentina en el
Siglo xx. Origen, Expansión y Crisis, a cargo del doctor Andrés Regalsky.
Recientemente ha publicado artículos y capítulos de libros sobre la segunda
etapa de industrialización por sustitución de importaciones y el Estado
empresario argentino.
[7] Nos referimos a “Formación económica de Brasil” de
1959.
[8]
Esta noción era criticada por Guido Di Tella quien proponía desarrollar un
esquema industrial-exportador especializado de acuerdo a ventajas comparativas
(“estáticas”), ya que argumentaba que era imposible lograr eficiencia
internacional en todos los sectores.
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Aporte de Emilio:
Bielschowsky, R. (1998) “Evolución de la ideas de la CEPAL,” Revista de la
CEPAL, Nro. Extraordinario, Santiago de Chile.
Brasileño.
Doctor en Economía por la Universidad de Leicester. Master Economía Universidad
Brasilia. Economista UFRJ. Oficial de Asuntos Económicos de la Comisión para
América Latina y el Caribe (CEPAL). Profesor UFRJ.
El texto
sintetiza la evolución del pensamiento de la CEPAL y lo clasifica en
etapas históricas. En el marco introductorio resalta que su principal aporte al
campo económico es brindar un cuerpo analítico específico aplicable a
condiciones históricas propias de la periferia latinoamericana, basado en el
método histórico e inductivo, y bajo la teoría estructuralista del sub
desarrollo periférico latinoamericano. A su vez indica que su “principio
normativo” es que el Estado contribuya en el desarrollo de las economías
latinoamericanas.
Asimismo aclara que en sus principios dado
que los referentes hacían política económica y pensaban la teoría al mismo
tiempo, sus ideas no contaban con un cuerpo escrito formalizado. Luego, con el
paso del tiempo se fue logrando gracias al trabajo de sus integrantes.
El núcleo del texto se dedica a analizar el
pensamiento cepalino a partir de una clasificación temporal que se divide en
cinco etapas de una década cada una. La primera es “Orígenes y años cincuenta:
industrialización”; la segunda “años sesenta: reformas para desobstruir la
industrialización”; luego sigue con la etapa “años setenta: reorientación de
los estilos de desarrollo hacia la hegemonización social y hacia la
diversificación pro exportadora”; la cuarta es “los años 80: superación del
problema de endeudamiento externo mediante el ajuste con crecimiento”; la
última trata sobre los “años 90: transformación productiva con equidad”.
Asimismo destaca el método histórico
estructuralista que utiliza la CEPAL para analizar las distintas fases de la
economía de los países subdesarrollados de América. Afirma que en “el análisis
económico cepalino el estructuralismo es esencialmente orientado por la búsqueda
de relaciones diacrónicas, históricas y comparativas que se presta más al
método inductivo”. De allí provienen los cimientos de la construcción teórica
de la CEPAL: las estructuras subdesarrolladas de la periferia latinoamericana
condicionan comportamientos específicos, de trayectoria desconocida a priori. Debido a su complejidad el
análisis precisa incorporar las especificidades regionales e históricas en
lugar de categorías universales de teoría económica.
Dada la flexibilidad de su marco analítico
el pensamiento cepalino tiene la capacidad de adaptarse a la evolución
histórica. Según el autor las interpretaciones económicas son revisadas
periódicamente sin perder coherencia analítica o ideológica. El foco primordial
de su teoría se concentra en el concepto de centro-periferia. Las economías
periféricas poseen una estructura poco diversificada y tecnológimente
heterogénea mientras que en los países centrales el aparato productivo es
diversificado, tiene una productividad
homogénea y mecanismos de creación y difusión tecnológica, que redundan
positivamente en la sociedad.
En resumen,
esta publicación realiza una buena descripción marcada por una subjetividad
coincidente con la evolución de la CEPAL. A pesar de que en las conclusiones
realiza algunos cuestionamientos del análisis económico de la institución en
los años 90, a mi entender precisaría mayor rigurosidad en la crítica. Por otra
parte, entiendo que sobrevalora el aporte de la CEPAL en la política económica
latinoamericana. A modo de ejemplo, en un párrafo dice: “Su auditorio está
formado por los responsables de formular la política de América latina”. Pienso
que la política económica de América Latina hoy en día, al menos en Argentina,
no está determinada por los intelectuales-investigadores de la institución como
quizá pudo haber sucedido en décadas pasadas.
Rougier, M. y Odisio, J., Del dicho al hecho: El
"modelo integrado y abierto" de Aldo Ferrer y la política económica
en la Argentina de la segunda posguerra. Am. Lat. Hist. Econ [online]. 2012,
vol.19, n.1, pp. 99-130.
Marcelo Rougier
Doctor
en Historia UdeSA. Magister en Historia Económica UBA. Investigador Conicet.
Profesor titular de Historia Económica y Social Argentina FCE-UBA. Director del
Área de Estudios sobre la Industria Argentina y Latinoamericana (CEEED-FCE-UBA)
Juan Carlos Odisio
Doctor
de la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Sociales. Magister en Historia
Económica UBA. Licenciado en Economía UBA. Becario CONICET. Docente Historia
Económica y Social FCE-UBA.
El artículo de Rougier y
Odisio reflexiona sobre los aportes de Aldo Ferrer al pensamiento económico
latinoamericano y el efecto que surtieron sus ideas al ser parte de la política
económica nacional en el período 1970-71 como Ministro de Economía y Trabajo.
Los autores focalizan su
análisis en el Modelo Integrado y Abierto
(MIA) propuesto por Ferrer para superar el estado de sub desarrollo y
dependencia que presentan las economías periféricas. Para ello, primero revisan
los antecedentes previos de Ferrer respecto a las problemáticas productivas e
industriales de la economía argentina y en segundo lugar analizan más
detenidamente las variables de su propuesta. Seguidamente, se presentan las
críticas y discusiones que surgieron con sus postulados y por último se observa
el impacto sucedido con su modelo.
Brevemente, el MIA
proponía lograr mayor integración económica, a través del desarrollo de las
industrias de base y de la descentralización regional, estimulando en paralelo
las exportaciones industriales. Para ello, los recursos nacionales y el ahorro
interno-externo debían canalizarse hacia industrias dinámicas (química, petroquímica,
mecánica eléctrica, siderurgia, maquinaria) de capital nacional en lugar de
favorecer a las subsidiarias extranjeras que operaban en el territorio
nacional.
El texto tiene
como elemento destacado la posibilidad de analizar un trabajo teórico y su
vínculo al momento de su aplicación desde el
ejecutivo nacional. Las características del caso no son habituales, y en
consecuencia tornan aún más interesante a esta publicación.
Martins, Carlos Eduardo (2011), Prólogo a Imperialismo y
Dependencia, de Theotonio dos Santos.
Brasileño.
Doctor en Sociología USP. Master en Administración Pública FGV-RJ. Graduado en
Sociología y Política UCA-RJ. Profesor Adjunto y Jefe Departamento de Ciencia
Política UFRJ. Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Estacao
de Sá, Brasil.
El
autor prologa la reconocida obra “Imperialismo y Dependencia” de Theotonio dos
Santos. En este inicio Martins contextualiza el espacio y tiempo en que se
ubicaba dos Santos a la hora de desarrollar la Teoría de la Dependencia, eje
principal del libro y al mismo tiempo recorre su actividad intelectual y
política.
Para
ello divide la producción teórica de dos Santos en tres etapas: 1) fines de los
50’, golpe de Estado brasileño de 1964 y clandestinidad en Brasil; 2) exilio en
Chile y México; 3) regreso a Brasil.
En la
primera parte describe que Theotonio se gradúa como licenciado en Sociología,
Política y Administración Pública y luego como Master en Ciencia Política.
Comienza su carrera como profesor universitario y se vincula con el marxismo
primero a través de la lectura comprensiva de EL Capital y luego en la
fundación de la agrupación política “Organización Revolucionaria
Marxista/Política Operaria” que articula los movimientos estudiantiles, de
favela y campesinos. Como producción teórica lanzó en esta etapa Cuáles son los enemigos del pueblo?
inspirado en su tesis de maestría.
En la
segunda etapa relata el exilio de dos Santos en Chile en el período 1966-74
donde consolida la formulación de la Teoría de la Dependencia desde el Centro de Estudios Socioeconómicos, uno
de los principales centros del pensamiento latinoamericano de la época, y
luego, con la irrupción de la dictadura pinochetista, parte a México dónde se
incorpora activamente en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM,
y da forma final a Imperialismo y Dependencia. En esta obra no solamente se presenta
en detalle la teoría de la dependencia sino que también la enlaza con una
teoría del sistema mundial.
Ya de
vuelta en Brasil, sus líneas de trabajo teórico serán profundizadas y puestas
en debate frente a los cambios contextuales de fines de los 70 en adelante: la
globalización y la economía mundial integrada en procesos productivos internacionales.
Martins logra en pocas hojas atraer al lector con la
descripción de la vida profesional de dos Santos y pone en contexto la
elaboración, consolidación y seguimiento de esta obra con una introducción que
invita convincentemente a continuar con la lectura.
Selección de Aldo Ferrer, La economía argentina.
Doctor
en Ciencias Económicas UBA (1953). Contador público UBA. Profesor en UBA y
UNLP. Coordinador de la Comisión Organizadora del Consejo Latinoamericano de
Ciencias Sociales, (1965-1967) y primer Secretario Ejecutivo de C.L.A.C.S.O.
(1967-1970). Ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación. Ministro de
Economía y Trabajo de la Nación 1970-71 (presidencia Levingston). Presidente
Banco de la Provincia de Buenos Aires (1983-1987). Integrante Grupo Fénix.
Embajador argentino en Francia (2011-2013).
En esta
selección se utilizaron tres capítulos de un ambicioso libro de Aldo Ferrer que
contiene24 apartados que analizan la economía argentina en etapas históricas y
describe la temática desde diversos enfoques como economías regionales, estructura
productiva, integración comercial, poder económico, población, política
económica, entre otros elementos. La parte elegida toma dos capítulos del ciclo
exportador de 1860 a 1930, y un tercer capítulo, que es el primero de la fase
de industrialización inconclusa que va de 1930 a 1976.
En los
dos primeros capítulos de la selección se destacan las fases de la economía
primaria exportadora. Allí se describe la dependencia nacional del nivel de
actividad económica de los países centrales, demandantes de alimentos y
materias primas. De esta manera el país quedaba fuertemente vinculado a los
ciclos de prosperidad y decrecimiento de la economía internacional.
Como
bien observa Ferrer las fases de evolución de la economía afectan los volúmenes
y precios. Los valores de las materia primas son más volátiles que los
productos industriales, sin embargo es notoriamente más difícil ajustar el
volumen en el corto plazo a diferencia de las manufacturas. En las etapas de depresión económica del
comercio internacional la interacción de los factores mencionados afectó
fuertemente la economía exportadora argentina. En síntesis, para el autor, el
volumen, los precios y el poder de compra de las exportaciones argentinas
estuvieron en toda esta etapa determinados por los ciclos económicos de los
países centrales industrializados.
En el
tercer capítulo Ferrer introduce el período entre guerras y la crisis del 30,
que evidenciaron las problemáticas del orden económico mundial y sus fuerzas
integradoras. En este contexto también surgieron nuevas ideas económicas, con
el keynesianismo como mayor
exponente. La depresión del 30’ hizo caer fuertemente las importaciones de los
países centrales y con ello el volumen y precio de los productos del comercio
internacional. También incrementaron sus barreras de protección.
Esta
situación modificó drásticamente los indicadores de la economía internacional e
impactó notoriamente sobre los países periféricos. No obstante, Ferrer entiende
que este nuevo escenario planteaba para la Argentina una oportunidad y un
desafío para reacomodarse con un rol más activo e independiente dentro del
sistema económico mundial.
El
autor llama a este nuevo sistema internacional, que se impulsa a partir de
1945, como tercer orden mundial, en un contexto de globalización y nuevas
técnicas de desarrollo. El progreso tecnológico abarata los bienes industriales
y de servicio e impacta a su vez en los precios de los alimentos. La
importancia de las manufacturas en el comercio internacional se acrecienta y le
quita dinamismo al sector primario.
Estos
hechos conformaron una nueva división del trabajo entre los países
industriales. El comercio de manufacturas entre los países centrales se realiza
dentro de las mismas ramas industriales, máxime las industrias intensivas y
dinámicas. A este fenómeno Ferrer lo denomina especialización intraindustrial. En consecuencia, la expansión del
comercio internacional se sustentó principalmente en las exportaciones de
manufacturas entre los países industrializados y las inversiones de las
relucientes compañías multinacionales se concentraron en estos enclaves
también.
Según
el autor, esta nueva dinámica del comercio internacional marginó a los países
de la periferia, salvo aquellos que lograron adaptarse eficientemente a las
nuevas tendencias. A su vez, el crecimiento de la periferia en industrias menos
desarrolladas aunque demandantes de bienes de capital, generó défict en la
balanza de pagos ya que las exportaciones primarias no lograban en esta etapa
cubrir el nivel de importaciones. De esta manera, se inició el novedoso
estrangulamiento externo por no disponer de las divisas necesarias para lograr
una industrialización genuina y al mismo tiempo, debido a este contexto, se inició
la etapa de endeudamiento externo para financiar el desequilibrio externo
crónico.
Personalmente considero que este capítulo describe de
manera muy clara el contexto y los principales determinantes que hacen a la
etapa 1945-76, que es el eje de de la bibliografía de esta clase. Ferrer
remarca conceptos tales como centro-periferia, orden mundial, especialización
intraindustial, y restricción externa que son fundamentales para comprender la
respuesta de la corriente estructuralista ante el escenario de la economía
internacional.
Selección de Dos Santos, Theotonio, Imperialismo y
dependencia (1978).
Doctor en Economía
FACE/UFMG. Master en Ciencia Política UNB. Licenciado en Sociología, Política y
Administración Pública FACE/UFMG. Profesor titular Universidad Federal
Fluminense. Coordinador de la Cátedra y Red UNESCO – Universidad de las
Naciones Unidas sobre Economía Global y Desarrollo Sostenible. Ha sido:
Director del Centro de Estudios Socio-Económicos de la Universidad de Chile
(CESO); Director en la División de Postgrado de Economía de la UNAM (México);
Secretario de Asuntos Internacionales del Gobierno del Estado de Rio de
Janeiro.
Theotonio dos Santos
cristaliza en este libro la Teoría de la Dependencia que ya venía trabajando en
textos anteriores. De esta manera, se convierte en el fundador y mayor
exponente de esta escuela de pensamiento latinoamericano, que luego ampliará
hacia una teoría del sistema mundial.
Esta teoría parte de una
economía mundial monopólica como base indispensable para la acumulación de
capital. Según el autor está constituida por el vínculo entre las burguesías de
los países centrales y periféricos, que inciden de distinto modo en función del
poder económico de cada región y sus relaciones de competitividad y de acuerdos
comerciales. Asimismo estos supuestos redefinen la teoría del imperialismo y
permite analizar la crisis de hegemonía. A su vez profundiza los análisis
políticos-económicos del pensamiento latinoamericano.
En sentido estricto, el
capítulo de “La corporación multinacional y la economía mundial” centra su
análisis en uno de los cambios resonantes en la economía de la posguerra: el
crecimiento y consolidación de las compañías multinacionales. Allí refleja la
cadena de producción internacional que realiza una sola empresa entre sus
filiales internacionales. En este sentido, dos Santos observa que su
crecimiento fue logrado en buena parte gracias a los beneficios otorgados por
los Estados Nacionales tales como exenciones, préstamos, subsidios, entre
otros. El autor remarca que curiosamente el desarrollo del comercio
internacional, monopolizado por las transnacionales, se produjo a través de la
intervención estatal.
A partir de esta nueva
división del trabajo los países periféricos o del tercer mundo recibirían las
inversiones de capitales extranjeros a cambio de producción industrial con mano
de obra barata con el objetivo de exportarlos desde ahí a Estados Unidos y
otros países de altos ingresos. De esta manera, en los países subdesarrollados se
genera un aumento del subempleo al producir un crecimiento económico basado en
tecnologías ahorradoras de mano de obra y al destruir, al mismo tiempo, la
vieja economía agraria produciendo un enorme excedente de trabajadores rurales que
se desplazan a la ciudad.
En esta sección dos
Santos también acude al déficit de la balanza comercial estadounidense producto
del incremento en los gastos de guerra y de importaciones de bienes y servicios
de sus filiales en el extranjero. En paralelo, debido al avance tecnológico,
los trabajadores industriales pierden lugar frente al incremento de los empleo
en servicios. El ahorro de mano de obra industrial y el alto grado de
desarrollo tecnológico hacen que Estados Unidos se incline por especializarse
en la producción y exportación de productos altamente tecnificados.
En paralelo, el autor remarca el control del dólar en el
exterior por parte de las multinacionales. Esta disponibilidad de divisas significa
para dos Santos un factor de potencial inestabilidad para Europa y Japón en
caso de que Estados Unidos quisiera imponer diferentes ingenierías financieras
que impactaran por ejemplo en devaluaciones, crisis monetarias, o shocks sobre
la economía real.
Prebisch, R. (1950), “El desarrollo económico de la América
Latina y algunos de sus principales problemas,” Desarrollo Económico, 26(103),
(Oct.-Dec., 1986), pp. 479-502.
Contador
Público UBA (1921). Profesor FCE-UBA. Secretario Ejecutivo de la Comisión
Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (1950-1963).
Funcionario Sub Secretaría de Ministerio de Economía, Banco Nación y BCRA
(1930-1943). Secretario General de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Prebisch
escribió este texto en 1948 a pedido de la CEPAL y desde entonces es
considerado uno de los pilares de la teoría de desarrollo económico
latinoamericano y obra fundamental del pensamiento cepalino.
En su
contenido se presentan los conceptos de centro-periferia, donde América Latina
cumple el rol de proveedor de materias primas hacia los países centrales,
quienes en cambio producen manufacturas de considerable valor tecnológico. De
allí se plantean las asimetrías entre ambas regiones y se exhiben potenciales
ideas para escapar de esta dinámica.
Aquella
división internacional del trabajo profundizaba las diferencias entre el centro
y la periferia y por ello era preciso impulsar un plan industrializador
latinoamericano, que se venía desarrollando por las oportunidades que se habían
generado en los períodos entre guerras, con una fuerte intervención del Estado
a la hora de administrar el comercio interior y exterior, como también las
variables de inversión, ahorro, gasto y consumo.
Prebisch
observa que la periferia para esa época no contaba aún con los niveles de
productividad que manifestaban las naciones industrializadas y evidenciaba los
desequilibrios en el comercio internacional. Por lo tanto, era imprescindible
para el autor la industrialización de los países nuevos. A su vez planteaba, a
diferencia de otros autores contemporáneos, que la industrialización en América
Latina no era incompatible con el desarrollo eficaz de la producción primaria.
Para
lograr un grado de avance en la capacidad productiva industrial el autor
reflexiona acerca de qué tipo de inversiones se precisarían. Es decir, si es
proveniente del ahorro interno o externo y hacia qué sectores debía ser
canalizado. Aquí enfatiza que es prioritario atender aquellas producciones
locales que reduzcan las importaciones (Industrialización por sustitución de
importaciones) y lograr así mayor disponibilidad de dólares para afrontar
servicios financieros que se dirigirían a otro tipo de inversiones.
Asimismo
resalta que el Estado debe procurar la acumulación de capital a partir del
ahorro interno. Para lograrlo subraya que debe administrarse las modalidades de
consumo, es decir, administrar el comercio interno y externo a favor de las
inversiones de capital. Igualmente, Prebisch pone reparos a la hora de
incrementar el bienestar de la sociedad porque podría desactivar la
productividad industrial, elemento que parecería ser central para él a la hora
de industrializarse.
Menciona
también la necesidad de complementar las producciones industriales entre el
centro y la periferia. Luego, se enfoca largamente en la necesidad de aplicar
políticas anti cíclicas en los ciclos de expansión (creciente) y contracción
(menguante). Recomienda que el Estado ahorre y tenga un rol menos preponderante
en la primera fase mientras que en la otra etapa sugiere que debe volcar los
ahorros, productos del crecimiento previo, en inversión.
Del
mismo modo, entiende que ante situaciones de restricción externa es posible
recurrir a financiamiento externo o a las reservas monetarias, productos del
ahorro, que serán útiles para sortear estos contextos adversos.
En
resumen, Prebisch pone en escrito aquellos elementos comunes que le sucedieron
en su época de funcionario en el ejecutivo argentino y presenta una serie de
ideas generales para salir de la relación asimétrica entre centro y periferia.
Indudablemente, fue un texto disruptivo y novedoso para aquella época, ya que
presentaba una tesis económica para el desarrollo latinoamericano. A partir de
este texto Prebisch constituyó una larga carrera dentro de la CEPAL y sentó las
bases para construir el pensamiento económico latinoamericano.
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Aporte de David:
Ricardo Bielschowsky “Evolución de las ideas de la CEPAL”
(1998)
El autor se propone
realizar una caracterización de la CEPAL a lo largo de la evolución de su
historia como institución incubadora y difusora del pensamiento estructuralista
latinoamericano. Se destaca la contribución de Prebisch a la formación de la
CEPAL y como implementador de la visión histórico estructuralista dentro de la
institución. Es con este autor que se empieza a implementar el término
centro-periferia, en donde se caracteriza a estas últimas economías con
estructuras productivas poco diversificadas y tecnológicamente heterogéneas.
La principal
contribución de la CEPAL es haber creado un marco teórico histórico propio de
las economías subdesarrolladas de Latinoamérica, e incorporar en su análisis la
especificidad histórico-social y estructural de la economía. Dentro de este
marco teórico el problema de las economías latinoamericanas residirá en su
estructura y la forma ella incide en los procesos de acumulación e inserción al
mundo, y se ubicará al Estado como articulador del desarrollo económico en la
periferia del centro desarrollado.
La CEPAL se crea en
plena posguerra y se impregna de las ideas que empezaban a cobrar fuerza en ese
momento, y que marcan la década del 50, las cuales tenían a la industria como
pilar de desarrollo económico y a la planificación como instrumento para lograr
la industrialización. La década siguiente se puede caracterizar como una
continuación de esas ideas, pero buscando superar los limitantes macroeconómicos
que presentan los procesos de industrialización en América Latina,
principalmente la inflación y la restricción externa. En este contexto aparecen
importantes visiones de inflación estructural (Sunkel) y falta de inversión por
la insuficiencia de ahorro generada por el consumo suntuario (Prebisch), por
distintos caminos y fines, ambos autores arriban a la misma tesis de la reforma
agraria. De esta forma la institución buscaba modificar la distribución del
ingreso, la estructura económica y el proceso de acumulación. Por esos años
también aparece la tesis de la teoría de la dependencia (Cardozo y Faletto) que
incorpora las ventajas absolutas del comercio internacional desde una
perspectiva marxista.
Los últimos apartados
del trabajo que refieren a los años ochenta y noventa el autor muestra como la
CEPAL va relegando su visión tradicional industrialista en un contexto signado
por el auge del neoliberalismo, de la globalización y de los servicios, al
punto de que la impronta que adopta en los noventa se alinea bajo los preceptos
aperturistas de la década.
Prebisch “El desarrollo económico de la América Latina y
algunos de sus principales problemas”
El documento (año 1950)
refiere al desarrollo económico dentro de un nuevo esquema de centro y
periferia signado por el fin de los modelos agroexportadores en América Latina.
El trabajo busca discutir con la teoría ricardiana de las ventajas comparativas
para poder dar cuenta que el librecambio es favorable para el centro y
perjudicial para la periferia. La razón porque esto sucede es por el Deterioro
de los Términos del Intercambio (DTI), sin embargo al igual que otras autores
nacionalistas críticos del librecambio e impulsores de la industria como
mecanismo de desarrollo, sostiene que el comercio internacional es un
instrumento necesario para lograr la industrialización. En una primera
instancia es necesaria la importación de equipos y maquinarias con tecnología
avanzada, y las divisas necesarias para ello deben ser obtenidas de la
exportación agrícola. Sin embargo, contemplará factible para todos los estadios
de desarrollo que la industria local se desarrolle en base a las divisas que
proporcionará el campo, es decir basará su concepción teórica en una primera
ISI (y lo considera armonioso).
El DTI lo muestra a
través de la comparación del incremento de la productividad de la industria y
del agro a lo largo de las últimas décadas de su análisis, al haberse
incrementado más la productividad de la industria deberían reducirse más sus
precios que los del agro, y ello no ha sido así, generando una mayor
apropiación de excedente de la periferia por parte de los centros. El DTI lo
explica por los ciclos de la economía: los precios agrícolas son más volátiles
que los industriales. La razón de ello reside en la desorganización de los
sindicatos de la periferia que no pueden mantener las conquistas salariales
logradas como sí lo hacen en el centro, por ende la presión cíclica recae con
más fuerza en la periferia, ya que al no mantener los niveles salariales bajan
los precios e incluso deben contemplar la no disminución del centro, generando
en DTI.
Si bien está a favor
de la industrialización no profundiza en su análisis cómo instrumentar dicho
proceso, salvo la importación de maquinarias e insumos y la exportación de
materias primas, es decir la primera ISI. Respecto al control de cambios como
instrumento industrialista, tiene posiciones desencontradas, en un lado lo
critica diciendo que es ineficaz y que solo se ha llegado a eso por necesidad
de la guerra, pero luego dice que puede ser útil para suprimir artículos de
bienes suntuarios, que reducen la capacidad de ahorro. En cuanto al rol del
capital extranjero, para el autor es positivo, ya que permitirá suplantar al
exiguo ahorro interno de estas economías, y permitirá generar inversión.
Rougier y Odisio “Del Dicho al hecho: El modelo integrado y
abierto de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda
posguerra”
El trabajo se centra
en el Modelo Integrado y Abierto (MIA) de Ferrer. Lo interesante es que estructuran
el trabajo en 3 partes, en la primera rescatan la formación del Aldo y sus
influencias, luego desarrollan teóricamente el MIA, para luego analizar su
aplicación política, ya que Ferrer llegó a ejercer sus ideas dentro de la
política económica del país como Ministro. Ferrer se forma influido por las
ideas de Prebisch y partiendo de la concepción de centro-periferia empieza a
desarrollar sus ideas en el marco de los desequilibrios macroeconómicos de la
primera ISI. De esta forma adopta la idea de estructura productiva
desequilibrada, al tiempo que introduce el término Stop and Go, que se genera
por la rigidez de los productos exportables contra la inelasticidad de los
insumos y bienes de capital importados durante los ciclos alcistas. Sus ideas
en torno al MIA van a establecer el marco teórico de la segunda ISI.
El MIA sostendrá que
existen dos tipos de industrias las pasivas y dinámicas, y que serán estas
últimas las que difundirán el desarrollo tecnológico y el progreso técnico al
conjunto del sistema económico. Además estas industrias permitirán al país
lograr exportar manufacturas por fuera de los alimentos, y superar así la
restricción externa. En cambio las livianas son las que generan la dependencia
de los insumos y equipos importados, generando la restricción externa del Stop
and Go. Ferrer veía que el Estado tenía un rol clave para desarrollar esas
industrias donde el capital privado (ya sea por montos de inversión y búsqueda
de rentabilidad a corto plazo) no ingresaba. Estos son los casos de los grandes
proyectos de conglomerados industriales, que formarán los grandes grupos
concentrados. Respecto a la concentración económica Ferrer la veía como un
aspecto positivo, para generar así economías de escala que permitan
competitividad para abastecer al mercado interno de insumos y exportar,
superando así el ciclo corto característico del ISI. El grueso de los proyectos
maduran una vez que irrumpe la valorización financiera, por lo que su finalidad
se ve totalmente distorsionada. El MIA se completaba con su visión crítica a la
industrialización autárquica, en donde el proteccionismo a ultranza sin
selectividad no generaba una industria competitiva que permita superar los
desequilibrios macroeconómicos.
Aldo Ferrer “La economía Argentina”
La Economía Argentina
es un libro que abarca todos los períodos económicos de nuestra historia, desde
el período hispánico hasta la actualidad. En el libro se muestra como el MAE a
pesar de ser un modelo de acumulación con fuerte crecimiento no ha llevado
consigo un crecimiento inclusivo, ni ha implicado desarrollo económico, ya que
no ha generado cohesión ni movilidad social, sino que ha sido un modelo basado
en la concentración del ingreso y la propiedad, y de fuerte vulnerabilidad
externa. Los pilares del crecimiento se centraban en la expansión de la
frontera agrícola para lograr el incremento de producción agropecuaria
destinada al mercado externo y el endeudamiento externo cíclico, lo cual
facilitaba de las divisas para garantizar el consumo suntuario de las clases altas.
La vulnerabilidad del sistema se evidenció con la Primera Guerra y culminó con
la Gran Crisis: era un modelo directamente dependiente del ciclo del centro, ya
que estos países (principalmente Inglaterra) demandaba la producción del país,
que al no existir mercado interno no encontraba otro destino. El ciclo alcista
del centro estimulaba la demanda de productos agropampeanos, generando ingreso
de divisas para las importaciones de productos industriales, los movimientos de
capitales se tornaban favorables permitiendo endeudamiento, a la vez que se
generaba un efecto multiplicador sobre el nivel de los servicios internos para
la clase alta. En los ciclos bajistas, cuando cesaba la demanda del centro
todos los fenómenos repercutían negativamente, generando incluso ceses de pagos
externo. El período que abarca desde 1930-1970 Ferrer lo caracteriza como
“industrialización inconclusa” y se caracteriza por una modificación tanto en
el plano local de acumulación como en el plano mundial. Desde 1870 a 1940 el
comercio internacional agropecuario va perdiendo participación frente al
industrial, sector que se va posicionando como el centro dinámico del
capitalismo a través de la química y la mecánica. La tendencia se consolida con
el paso de los años, en 1930 el comercio mundial agropecuario representaba el
66%, el 46% en 1960 para luego representar el 35% en 1970.
Ferrer destaca un
punto similar a dos Santos en lo que respecta al comportamiento de las
multinacionales, quienes incrementan significativamente el comercio intrafirma
e intrapaís desarrollado. De esta forma la periferia pasa a estar relegada
tanto de los movimientos internacionales de capital como del comercio mundial.
Otro punto interesante con los restantes autores su visión respecto a la
declinación de la categorización tradicional centro-periferia: sostiene que a
partir de la posguerra se fue modificando la clásica estructura del centro
industrial frente a la periferia productora de alimentos. De esta forma aparece
un nuevo esquema en la DIT, caracterizado por el comercio interindustrial entre
los países desarrollados. Paralelamente la periferia relegada, inicia un
proceso de industrialización básica, en donde reduce su demanda de productos
finales pero incrementa su demanda de bienes de capital e insumos, al tiempo
que se caracterizan por sus exportaciones primarias o de escaso valor agregado,
generando así los déficits crónicos.
Carlos Martins: Prólogo a Imperialismo y Dependencia de
Theotonio dos Santos.
Dos Santos considera
que existen dos grandes formaciones a nivel mundial, el centro y la
dependencia. La principal diferencia con la visión estructuralista de centro y
periferia es la profundización de las condiciones que llevan a la dependencia
desde el plano teórico marxista. En este sentido, la teoría de la dependencia
habla de la acumulación originaria de la colonización para establecer el
mercado mundial a través de la DIT y permitir la consolidación de la revolución
industrial De esta forma se crea un bloque en donde confluyen las actividades
de mayor intensidad tecnológica y las periferias con fuerzas productivas
subordinadas. En el subdesarrollo, o la periferia, se da una mayor explotación
del trabajo que en el centro y por ende es allí donde se generarán las condiciones
para dar paso al socialismo.
Es uno de los
principales exponentes de la teoría de la dependencia, dentro de esta escuela
es crítico del capital extranjero (y esta es una de las grandes diferencias con
Prebisch) y su rol dentro de las economías latinoamericanas por su doble rol:
por un lado dinamizador al tiempo que es descapitalizador de la economía,
generando inestabilidad política. Esto se produce ya que ese capital acentúa
los ciclos, en los períodos de auge los movimientos de capital son favorables
mejorando la situación de la balanza de pagos, pero en períodos de crisis,
profundizan los ciclos a la baja. Al mismo tiempo, la tecnología que trae
consigo el capital extranjero no se difunde a toda la economía, se generan así
estructuras heterogéneas donde las filiales multinacionales crean su propia
estructura vertical integrada con sus filiales en el mundo imposibilitando así
la consolidación de los eslabonamientos productivos tecnológicos locales. Esto
genera que los sectores con ventajas comparativas terminen siendo los sectores
con inserción internacional creando las condiciones de inestabilidad de la ISI.
Otra diferencia con el estructuralismo, es que en este último el paso de la
periferia al centro se debe realizar a través de la industrialización, para
esta visión la única forma de superar la dependencia es a través del
socialismo.
Theotonio Dos Santos “Imperialismo y Dependencia”
Imperialismo y
Dependencia (1978), se va a centrar en el período de la decadencia del
keynesianismo y auge del neoliberalismo. En esta nueva fase del capitalismo (y
esto coincide con Ferrer) el autor sostiene que se produce una nueva división
internacional del trabajo, impulsada por las corporaciones multinacionales y su
integración vertical en el comercio mundial. De esta forma empieza una fase del
capitalismo regido por un incremento del comercio intrafirma, (65% de las
exportaciones de Estados Unidos son intra firma en 1978). Asimismo se conforma
una nueva periferia ya no productora de alimentos, sino de productos industriales
con bajo agregado tecnológico, con destino de su producción a su casa matriz que
resguardan la producción de punta en los países centrales. Sin embargo esto no
podría ser posible por el rol activo del estado para consolidar la hegemonía
mundial de las empresas y dominación estadounidense, generando gastos militares
excesivos, garantías para la expansión de estas empresas, en una época donde se
rompe con los acuerdos de Bretton Woods, y el dólar se consolida como moneda
mundial. De esta forma la expansión hacia el mundo de la economía dominante se
vislumbra en que las multinacionales controlan para esos años el 41% de los
dólares en el exterior y las filiales de los bancos estadounidenses el 23%,
llegando entre ambos al 65% de los dólares en el mundo.
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Aporte de Fernando:
36. Ricardo Bielschowsky, “Evolución de las ideas
de la CEPAL”:
El autor es
un economista brasileño doctorado en Economía por la Universidad de Leicester.
Escribió numerosos textos relacionados con el desarrollo económico, la historia
de las ideas económicas y el pensamiento de la CEPAL, de la que es Oficial en
Asuntos Económicos.
Este
trabajo se publicó en la revista de la CEPAL en Octubre de 1998, en honor al 50
aniversario de la Comisión. En él, Bielschowsky hace un repaso del pensamiento
de la CEPAL a lo largo de esos 50 años, identificando las ideas-fuerza que lo
definieron en cada una de las décadas y destacando cuatro rasgos comunes a lo
largo de este medio siglo: el enfoque histórico estructuralista basado en la
idea de la relación centro periferia, el análisis de la inserción
internacional, el análisis de los condicionantes estructurales internos del
crecimiento y del progreso técnico y su relación con el empleo y la
distribución del ingreso; y el análisis de las posibilidades de acción estatal.
Hace
especial énfasis a las discusiones desarrollistas entre las décadas del
cincuenta y el setenta. Destaca el debate acerca del desequilibrio externo
estructural, donde la industrialización no resuelve la insuficiencia de divisas
ya que si bien aliviaba la demanda de algunas importaciones, por otro lado
imponía nuevas importaciones vinculadas a la nueva estructura productiva.
De los años
sesenta, resalta el nuevo argumento redistributivo desarrollado por Prebisch y
su propuesta de una reforma agraria que posibilite incrementar la productividad
agrícola y mejorar el uso del excedente.
Por otro
lado, el autor diferencia la interpretación acerca del significado político
ideológico en torno a la teoría de la dependencia entre corrientes
revolucionarias y la posición de la CEPAL, que entendía que la condición de
periferia no significaba una fuente de explotación insuperable que implicara la
necesidad de romper con el capitalismo.
37. Marcelo Rougier y Juan Carlos Odisio,
Del dicho al hecho. El “modelo integrado y abierto” de Aldo Ferrer y la
política económica en la Argentina de la segunda posguerra:
Marcelo
Rougier es Doctor en Historia y Magister en Historia Económica. Juan Carlos
Odisio es Doctor en Ciencias Sociales y también Magister en Historia Económica.
Ambos son investigadores del CONICET donde han escrito numerosos textos sobre
la Industria Argentina y Latinoamericana.
En este
artículo, reflexionan sobre las ideas de Aldo Ferrer y los impactos que
tuvieron cuando las puso en práctica como funcionario del gobierno de facto de
Roberto Levingston.
Según los
autores, frente a la persistencia del estrangulamiento externo, Ferrer pugnó
por una estrategia de industrialización que apuntó a pasar de un “modelo
integrado y autárquico” a uno “integrado y abierto” con capacidad de exportar una
diversa gama de productos manufactureros, promoviendo el desarrollo de las
industrias de base y la descentralización regional.
Como
Ministro de Obras y Servicios Públicos, desarrolló una fuerte política de
inversión en infraestructura a base del ahorro interno, en la que se destacó el
complejo ferro-vial Zárate-Brazo Largo, las represas de Salto Grande, Yacyretá,
El Chocón-Cerros Colorados, la construcción del gasoducto del sur, la autopista
Buenos Aires-La Plata y la electrificación del ferrocarril General Roca.
Ya al mando
del Ministerio de Economía, buscó reorientar el crédito a través de un nuevo
Banco Nacional de Desarrollo. Al mismo tiempo, fomentó el desarrollo
tecnológico propio y la promoción de la industria pesada mediante un papel muy
activo del Estado utilizando estratégicamente su poder de compra y apoyando a
las empresas nacionales, las cuales cobraron una importancia inédita en la
matriz manufacturera local. Esto permitió diversificar la matriz exportadora
del país y lograr una desconcentración regional de la actividad económica tal como
contemplaba su modelo.
Los autores
sostienen que Ferrer incorporó como un objetivo de la política económica
mejorar la calidad de vida de la población, cosa que no se vio reflejada en la
creciente conflictividad social de la época. A su vez, sostienen que los
resultados de su corta gestión se prolongaron por mucho tiempo e incluso
sirvieron de base para el programa “Argentina potencia” del tercer gobierno
peronista. Parecería que los autores le otorgan un rédito exacerbado a la obra
de Ferrer como funcionario público. Es difícil creer que los resultados
obtenidos se vinculen más al brillante desempeño de un Ministro que a un
proceso de fuertes políticas industriales aplicadas durante largos años, donde
el Estado ejerció un rol preponderante.
38. Carlos Eduardo Martins, Prólogo a “Imperialismo
y dependencia”, de Theotonio dos Santos:
En este
prólogo de uno de los clásicos de las ciencias sociales latinoamericanas,
Martins, brasileño y Doctor en Sociología, hace un repaso de la trayectoria y
las ideas de Theotonio dos Santos.
Destaca como
un aporte esencial de Dos Santos, el análisis del papel del capital extranjero
en la génesis de la estructura de clases de la sociedad brasileña de la
posguerra. Según él, las limitaciones de la hegemonía de la burguesía industrial
brasileña se manifestaron en primer lugar, al no romper con la dependencia
tecnológica y depender de la fuente de divisas del latifundio agroexportador, y
por otro lado, al abandonar sus débiles banderas nacional-democráticas
subordinándose al capital industrial foráneo. El liderazgo de este último, a su
vez, provoca una inestabilidad política fruto de la insuficiencia del populismo
como mecanismo de contención de las masas y la tendencia a su sustitución por
soluciones dictatoriales y fascistas, hecho que Martins ve reflejado en el
Golpe de Estado de 1964.
39. Selección de Aldo Ferrer, La economía argentina:
Ferrer es
uno de los economistas estructuralistas más destacados de Argentina. En 1948 cursó la
asignatura Dinámica Económica que dictaba Raúl Prebisch y sus ideas lo marcaron
fuertemente. Fue Ministro de Obras y Servicios Públicos y luego de Economía y Trabajo, durante
el gobierno de facto de Roberto Levingston.
En este
libro, su obra más reconocida cuya primera edición data de 1963, hace un
análisis del desempeño económico del país desde sus orígenes. Destaca una clara
diferencia entre dos períodos: hasta 1930 uno de fuerte crecimiento pero
dependiente de los precios de los productos primarios, de la constante
expansión de la superficie explotada y del arribo de nuevas inversiones
externas y otro de ahí en adelante que pasó a depender de la expansión de la
demanda interna y de la diversificación de las exportaciones industriales. Cuando
el primer modelo se agoto en la crisis del 30 debido a la pérdida de
significación de los productos agropecuarios en el comercio mundial, el país se
vio inmerso en un fuerte desafío de cambiar su rumbo de forma obligada.
A partir de
ahí se tornaba indispensable para Ferrer lograr un desarrollo fundado en
incorporar tecnología en el tejido productivo y social, incluir valor agregado
y manufacturas a las exportaciones cerrando la brecha tecnológica del comercio
exterior y generar procesos ininterrumpidos de acumulación de capital,
conocimientos y capacidad de gestión. Para el autor esto quedó inconcluso y no
se pudo concretar plenamente. Es para destacar que Ferrer omite cualquier
referencia a la cuestión imperialista tan debatida en las corrientes de
pensamiento del período y sólo hace hincapié en la resolución de la falta de
industrialización desde una óptica de la propia voluntad y planificación
nacional.
40. Raúl Prebisch, “El desarrollo económico de la
América Latina y algunos de sus principales problemas”.
Prebisch
fue uno de los más destacados economistas argentinos. Fue funcionario de los
gobiernos de la “Década Infame” y Secretario Ejecutivo de la CEPAL entre 1950 y
1963.
En
esta obra, también conocida como “el manifiesto latinoamericano”, Prebisch
establece la necesidad industrializadora como motor del crecimiento, pero sin
sacrificar la exportación primaria dado que aporta las divisas que financian
las importaciones necesarias y que la renta del suelo no implica costo
colectivo alguno.
Una de las
ideas que trabaja con mayor profundidad es la imposibilidad de la periferia de
retener los frutos de su progreso técnico producto de su estructura
subdesarrollada de producción y empleo. A diferencia de esta, los países del
centro no sólo se caracterizaron por retener el fruto de las innovaciones
técnicas de su industria, sino que además recibieron parte de de los frutos de
la periferia. Esto se producía por la capacidad organizativa de la clase
trabajadora del centro y su poder de resistencia a la baja de salarios. De esta manera, lograban
impedir la caída nominal de los precios de los bienes industriales durante la etapa
cíclica de caída, compensando las ganancias que la periferia obtenía con los
bienes primarios en su etapa de auge.
Las ideas
del autor se contradicen con su actuación como funcionario público o asesor del
gobierno argentino, dónde se caracterizó por recomendar inmensas transferencias
de ingresos al sector agropecuario y atentar contra la demanda interna que era
el motor de la industria nacional.
41. Selección de Theotonio Dos Santos, Imperialismo
y dependencia:
Dos Santos
es Licenciado en Sociología, Política y Administración Pública por la Facultad
de Ciencias Económicas de la Universidad Federal de Minas Gerais y es Magister
en Ciencias Políticas por la Universidad de Brasilia.
De
formación marxista, este sociólogo brasileño es fundador de la teoría de la
dependencia, una escuela de pensamiento que tiene como uno de sus clásicos al
presente texto que fue publicado en México en 1978, durante el exilio político
de su autor.
En él,
describe el gran crecimiento de las corporaciones multinacionales y los cambios
que provocó en la economía mundial al reducir el comercio casi completamente al
intercambio intraempresa a escala internacional.
Por otro lado,
Dos Santos augura una pérdida de la hegemonía norteamericana a raíz de la caída
de la participación de sus exportaciones y del producto nacional bruto con
relación al resto del mundo, de una baja de las reservas monetarias
internacionales de Estados Unidos y una mayor dependencia hacia los productos
importados.
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Aporte de Federico:
Texto 36:
Bielschowsky, R. (1998), “Evolución de las ideas de la CEPAL”.
Ricardo Bielschowsky es un economista de Brasil, graduado de
Economista en la Universidad Federal de Río de Janerio, tiene una Maestría en
la Universidad de Brasilia y un Doctorado de la Universidad de Leicester
(Inglaterra). Actualmente trabaja para la CEPAL.
A lo largo de todo el texto el autor hace un recorrido de las
principales ideas de la CEPAL desde la década de los 50´hasta los 90´.
Identifica cuatro rasgos analíticos comunes en los cinco decenios: enfoque
histórico-estructuralista, basado en la idea de la relación centro-periferia;
análisis de la inserción internacional; análisis de los condicionamientos
estructurales internos del crecimiento y del progreso técnico, y de las
relaciones entre ellos, el empleo y la distribución del ingreso; y el análisis
de las posibilidades de acción estatal.
También identifica cinco etapas en la obra de la CEPAL: la
industrialización, en los años cincuenta; las reformas para desobstruir a
industrialización, en los sesenta; la reorientación de los “estilos” de
desarrollo hacia la homogeneización social y hacia la diversificación pro
exportador, en los años setenta; la superación del problema del endeudamiento
externo mediante el “ajuste con crecimiento”, en los años ochenta; y la
transformación productiva con equidad, en los años noventa.
Conceptos e ideas son reiteradamente explicados a lo largo del
texto: la idea central de centro-periferia; la tendencia al deterioro de los
términos de intercambio; la preocupación por el desequilibrio externo.
Se pudo observar que las ideas cepalinas estuvieron muy
condicionadas al contexto político-económico de cada momento histórico, más
allá de sostener ideas centrales como el problema de la restricción externa.
Esto se puede observar con simpleza en las ideas de la CEPAL, de la década de
los 90´. Bielschowsky argumenta: “En los
textos cepalinos de los años noventa, inspirados en Fajnzylber, la estrategia
incluirá una política de apertura comercial que no se encuentra en la CEPAL de
antes. El objetivo fundamental era evitar el aislamiento tecnológico”. Hacia el final del texto el autor afirma,
“Sim embargo, durante os años noventas la existencia de altos niveles de
subempleo y las pruebas sobre los efectos perversos que el progreso técnico
tiene sobre el volumen de empleo formal y sobre las desigualdades salariales
constituyen elementos generadores de genuinos temores y perplejidades. Este es
seguramente un campo en que la CEPAL tiene aún mucho que aportar. Si bien se
reconoce que para alcanzar la meta de la equidad a través del aumento simultaneo
de la productividad y los salarios es necesario acelerar mucho más el
crecimiento actual, el estado actual del discurso deja mucho que desear.”
Texto 37. Rougier,
M. y Odisio, J., Del dicho al hecho: El “modelo integrado y abierto” de Aldo
Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda posguerra.
Marcelo Rougier es doctor en Historia por la Universidad de
San Andrés, investigador del CONICET y profesor titular de la Catedra Historia
Económica y Social Argentina en la UBA. Juan Carlos Odisio en Licenciado en
Economía por la UBA, becario del CONICET, y docente de Historia Económica y
Social Argentina en la UBA.
El texto empieza con un extenso recorrido sobre la vida de
Aldo Ferrer. Sus inicios se remontan cuando se recibe de contador en la UBA y
luego se recibe de doctor en Economía. Es en 1948 cuando cursa la asignatura
Dinámica Económica que dictaba Raúl Prebish, donde lo estimuló a estudiar
Keynes y comenzó a empaparse del enfoque centro-periferia, que lo llevaría a
publicar su primer artículo en 1950.
Ferrer ocupo cargos importantes como el de Ministro de Economía
y Hacienda de la Provincia de Buenos Aires, durante la gobernación de Oscar
Alende, en 1958. Desde esa plataforma creó la Junta de Planificación, que
comenzaría a publicar la revista Desarrollo Económico. También se desempeña
como Ministro de Obras Públicas y Ministro de Economía durante gobierno de
facto de Roberto Levington.
Los autores argumentan que Ferrer había sido muy
influenciado sobre las ideas del economista Perroux. En la Argentina el
desarrollo manufacturero se había concentrado básicamente en las industrias
pasivas o impulsadas (la textil, cueros, alimentos) mientras que el escaso
avance de la industria dinámica (la química, la petroquímica, la mecánica
eléctrica, entre otras) provocaba la dependencia de las importaciones de quipos
e insumos
En el debate de los años sesenta, Ferrer pugnaba por una
estrategia de industrialización que apuntaba a pasar de un “modelo integrado y
autárquico” a uno “integrado y abierto (MIA)”, esto es, con capacidad de
exportar productos en diversas fases del ciclo manufacturero.
En la cartera económica de Levington, Ferrer crea el nuevo
Banco Nacional de Desarrollo. Los otros objetivos que permitirían materializar
el MIA, pasaban por el fomento del desarrollo tecnológico propio y la promoción
de la industria pesada mediante el favorecimiento de las empresas nacionales,
en conjunción con un papel estratégico para el Estado mediante el
direccionamiento de su poder de compra.
Texto 38. Martins, Carlos Eduardo (2011),
Prólogo a Imperialismo y Dependencia
Carlos Eduardo Martins es Doctor en Sociología, master en
Administración Pública y profesor de Relaciones Internacionales en la
Universidad de Estacao de Sá, Brasil.
En el prólogo del “Imperialismo y Dependencia”, Martins
comienza con exponer la trayectoria de Theotonio dos Santos. Graduado como
Licenciado en Sociología, Política y Administración Púbica en la Facultad de
Ciencias Económicas de la Universidad Federal de Minas. Entre 1960 – 1964
Theotonio estudia sistemática al marxismo a través de seminarios de lectura del
El Capital. En el exilio chileno, que se inicia en 1966, se incorpora como
investigador del Centro de Estudios Socioeconómicos (CESO) de la Facultad de
Economía de la Universidad de Chile. Es así, que el CESO, se constituyó en uno
de los principales centros de elaboración del pensamiento latinoamericano en
los años 60 y 70.
En este contexto, Dos Santos madura las bases de la teoría
de la dependencia. Esta teoría no se reduce a una interpretación regionalizada,
relativa al capitalismos de las periferias. Ella parte metodológicamente de la
formación de una economía mundial monopólica, jerarquizada y competitiva como
una dimensión indispensable de la base material de la acumulación de capital y
punto de partida para la compresión de los distintos capitalismos nacionales.
La teoría de la dependencia redefine la teoría del
imperialismo y da lugar a amplios estudios sobre la hegemonía y sus crisis,
bien como sobre la formación y las perspectivas de desarrollo de los países
socialistas. Aunque Dos Santos va a centrar su énfasis en una problemática
regional y latinoamericana, argumenta Martins, la teoría de la dependencia
anticipa la teoría del sistema mundial, al destacar la existencia de una
economía mundial en expansión como el elemento central de la acumulación de
capital y situar el mundo como objeto de análisis condicionante para cualquier
investigación regional o nacional.
Texto 39. Selección de Aldo Ferrer, La
Economía Argentina.
Su primera edición fue a principios de 1963. Durante todo el
libro Ferrer realiza un exhaustivo análisis de la historia economía argentina.
A partir de la selección propuesta por la materia, se destacan los siguientes
conceptos e ideas:
-
Es de destacar como, a través de las diferentes
ediciones del libro, Ferrer define varias veces la etapa iniciada en 1930. Las
definiciones siguen una lógica muy clara al contexto político-económico en que
se elaboraban. De definirla como la “economía industrial no integrada” a
definirla como la ”economía semiindustrial dependiente” en la edición de 1973.
-
El concepto de Densidad Nacional.
-
El concepto del deterioro de los términos de
intercambio.
Texto 41. Selección
de Dos Santos, Theotonio, Imperialismo y Dependencia (1978).
El autor argumenta que el crecimiento de las corporaciones
multinacionales provocó cambios en la economía mundial, al reducir enormemente
el área del libre comercio, al grado de excluirlo casi completamente del
intercambio internacional. También argumenta que esas corporaciones no lograron
sin embargo sustituir al Estado como factor principal de centralización del
comercio mundial. Por el contrario, han buscado dirigir esta nueva etapa de
concentración del comercio internacional aumentando la participación estatal sea
para proteger la producción local controlada por esas empresas, sea para que se
les concedan exenciones, préstamos o ayudas, sea para regular y garantizar la
compra de ciertos productos. Es así, que lo contradictorio es que gran parte
del crecimiento del comercio mundial se hizo a través del aumento de la
intervención estatal.
Dos Santos expresa que el capital internacional pretende
promover una nueva etapa de la división internacional del trabajo, en la cual
se desplazará, de manera más masiva hacia países del Tercer Mundo, gran parte
de los productos industriales que utilizan relativamente más mano de obra con
el objetivo de exportarlos desde ahí a Estados Unidos y otros países de altos
ingresos.
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Aporte de Alejandro:
Bielschowsky, R. (1998), “Evolución de las ideas de la CEPAL”.
Bielchowsky es un economista
Brasilero de la Universidad Federal de Río de Janeiro, con un doctorado de la
Universidad de Leicester en Inglaterra. Es oficial de Asuntos Económicos de la
CEPAL.
El autor aclara que las ideas de
la CEPAL son un cuerpo analítico de carácter específico, de características
aplicables a las condiciones históricas propias de la periferia
latinoamericana. Ello aporta una explicación a que cuando se buscan referencias
al pensamiento cepalino en libros de historia económica, se hace referencia a
escasos pintos, como ser el deterioro en los términos de intercambio o la
explicación analítica de la inflación. Así mismo, aclara que el pensamiento
cepalino tiene como objeto los “sistemas de economía política”, con un
principio normativo claro, que es la necesidad de que el Estado contribuya al
ordenamiento del desarrollo económico en la periferia latinoamericana.
Pasando al núcleo de análisis del
texto, se destacan cuatro rasgos analíticos comunes en el pensamiento cepalino,
más allá del paso del tiempo: el primero de ellos se refiere al enfoque
estructuralista basado en la idea de la relación centro periferia, el segundo
lo constituye el análisis de la inserción internacional, el cuarto, el análisis
de los condicionantes estructurales internos del crecimiento y el progreso
técnico y la relación entre ellos y el empleo junto con la distribución del
ingreso, y el análisis de las
posibilidad de acción estatal. Con este núcleo, identifica ideas
“históricamente determinadas”, pudiendo verse cuatro etapas de las ideas de la
CEPAL.
La primera etapa se inaugura en
los años cincuenta, y en ella se legitima y orienta la industrialización. La
industrialización continuaba en la posguerra, pero con una especie de “vacio de
pensamiento”. La teorización cepalina vendría a llenar ese vacío. El primer
factum es la publicación de “El desarrollo económico de América Latina y
algunos de sus principales problemas “ en 1949 por parte de Raúl Prebisch. En
este y en documentos subsiguientes se delinearían los elementos que serían de
referencia obligatoria para los desarrollistas latinoaméricanos, a saber: La
inserción internacional, vista en la expresión “países perifericos”, en un principio,
para analizar las vulnerabilidad latinoamericanas a las crisis cíclicas y las
recomendaciones al respecto (Como se verá en las fuentes se progonaban las
exportaciones con el objeto de obtener divisas para capitalizar la economía).
El segundo punto de referencia obligatoria lo marca el análisis de las
condiciones estructurales internas de los países latinoamericanos, en los que
se veían dos características: una base económica especializada en pocas
actividades de exportación y poco diversificados y una
baja productividad de todos los sectores, excepto el exportador; lo que se
traducía en insuficiencia de ahorro y de divisas. El tercer punto estaba dado
por el estudio de la planificación o la programación de políticas, en vistas
también, a reducir las insuficiencias técnicas de los gobiernos de la región.
La segunda etapa se enmarca en
los años sesenta, en la que los países tienen un fuerte crecimiento con
inestabilidad y restricciones a las importaciones, ello sumado a que continuaba
el proceso de industrialización y la revolución cubana como propuesta
revolucionaria de salida, marcarían esta década. Ello decantará en la
formulación de aportes como la teoría de la dependencia, vinculadas al análisis
de las estructuras de poder en las economías Latinoamericanas y la afirmación
de que la expansión capitalista actual no era más que una nueva forma de
explotación por parte del imperialismo.
En los años setenta, la CEPAL
abogaría por un cierto “estilo” de crecimiento con homogeneidad social y una
industrialización con perfil exportador. Por último, en los años ochenta, en el
contexto de una afirmación de la ortodoxia en el pensamiento económico, la
cuestión del desarrollo se correría y se impondría la agenda de investigación
ligada la cuestión de la deuda, el ajuste y la estabilización.
Martins, Carlos Eduardo (2011). Prologo a Imperialismo y dependencia.
Martins es Doctor en Sociología
de la Universidad de San Pablo y profesor de la y profesor de Relaciones
Internacionales en la Universidad Estacao de Sá en Brasil.
En el texto, Martins hace una
reseña de la biografía y trayectoria de Theotonio Dos Santos y como llega a
estudiar la economía de la dependencia, no ya como marco explicativo de las
economías latinoamericanas, sino como interpretación de la economía
“monopólica, jerarquizada y competitiva a nivel mundial” y su concepción de la
globalización como revolución científico-técnica de carácter global y una
economía mundialmente integrada.
Luego, pasa a un análisis más
especifico de Imperialismo y Dependencia. Destaca que en esta obra se analiza
la crisis y desintegración del periodo Imperialista de posguerra y sus
implicancias. Aquí, además incorpora elementos de crítica al keynesianismo,
como ser destacar el rol de los estados en la proyección de Estados Unidos en
la Economía Mundial en el contexto del proceso de concentración y
centralización del capital a nivel internacional. Al mismo tiempo, esto acarrea
a una nueva fase de la división internacional del trabajo, de las cuales las
corporaciones multinacionales son su célula principal. Todas las
contradicciones propias de un sistema hegemónico de estas características,
traerá aparejadas contradicciones en proceso de ampliación y la crisis de los
años 60s y 70s. Su superación implicaba (como fue) una nueva división
internacional del trabajo donde se lanzan tres grandes fuerzas sociales: el
multinacionalismo, que amplifica las contradicciones entre las empresas
multinacionales y la economía dominante; el socialismo que necesita la
unificación de sus distintas vertientes en los distintos países para formular
una esquema de superación al capitalismo;
y el fascismo que surgiría como reacción nacionalista y localizada al
neoliberalismo y con el objeto de
detener el avance de las izquierdas.
Este esquema de la economía
mundial, estimaba que genere las condiciones para procesos revolucionarios. En
los países dependientes, la interdependencia y la sobre explotación del trabajo
abriría el espacio para una ofensiva socialista que se extendería a nivel
regional. En los países centrales, la utilización del trabajo sobre explotado
de la periferia será un instrumento de reducción salarial, lo que reorientará
las bases de la nacionalidad, oponiendo a las multinacionales a los movimientos
sociales, con lo que el multinacionalismo se aproximará al fascismo como
alternativa para sustentar el neoliberalismo. Con los hechos dados
recientemente, las predicciones parecen acertadas en algunos puntos.
Rougier M. y Odisio J. (2007). Del dicho al hecho: “El modelo integrado
y abierto” de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de la segunda
posguerra.
Rougier es un Historiador,
Magíster en Historia Económica por la UBA y Doctor en Investigación Histórica
por la Universidad de San Andrés. Juan Carlos Odisio es Economista de la UBA,
Magíster en Historia Económica y Doctor en Ciencias Sociales.
En el artículo, los autores
recorren la trayectoria personal, académica y profesional de Ferrer. Todo ello
para arribar al desarrollo de las principales ideas del teórico y la formulación
del “Modelo Integrado y Abierto” que pregonaba. Entre algunos puntos altos,
destacan como Ferrer tomo las ideas de François Perroux, acerca de la
identificación de dos tipos de industrias, las dinámicas o propulsoras y las
pasivas o impulsadas. Las primeras, desempeñaban un papel clave en el proceso
de desarrollo como motor del progreso técnico, de capitalización y el aumento
de la productividad. Además, las industrias dinámicas fabricaban los productos
de demanda más activa. Al no tener desarrolladas esas industrias, los países en
desarrollo tenían necesidad de importar, lo que acarreaba a los desequilibrios
característicos, como ser la inflación, el estrangulamiento externo y otras
complicaciones económicas financieras. Todo decantaba de la falta de desarrollo
de estas industrias.
Todo lo dicho lo llevará a
formular el “Modelo integrado y abierto”, que consistía en una
industrialización con aumento en el énfasis de las exportaciones de bienes manufacturados.
Además de las formulaciones tomadas de Perroux, expondrá los límites de la
Industrialización “fácil “. Estas ideas las cristalizaría en una reunión
organizada por el Instituto Di Tella.
Luego, se destaca la aplicación
de las Ideas de Ferrer en su rol como funcionario del Gobierno de Levingston,
primero en Obras Públicas y luego en Economía. De esta etapa, los autores
reconocen que la breve aplicación de políticas de corte desarrollista, tuvo un
“tremendo impacto”.
Análisis de las Fuentes
El texto Prebisch, denominado
como “el manifiesto latinoamericano” destaca los principales puntos de las
ideas del autor. Allí, marca la importancia de la producción agropecuaria como
generadora de divisas dentro de su esquema de desarrollo. Remarca como el
aumento de la productividad en los países industriales, se traslada a un
aumento de los ingresos en los mismos, en lugar de tener como correlato un
aumento de los bienes primarios a largo plazo, lo que acarrea, que los países
en desarrollo no se vean beneficiados del progreso técnico. Todo consiste en un
traslado de la puja de costos del centro a la periferia. Marca además, la
importancia del concurso transitorio del capital extranjero, ante la ausencia
de ahorro interno insuficiente, entre otras cuestiones.
Dos Santos, marca en su texto,
como las corporaciones multinacionales necesitan del arbitrio de los Estados
par que las protejan a nivel local. Al
mismo tiempo, remarca como el capital trasnacional cambia su esquema de
funcionamiento, desplazándose masivamente al tercer mundo, para luego importar
productos fabricados allí (Con un menor costo de mano de obra) a Estados
Unidos. De allí deviene el cambio en la balanza comercial norteamericana hacia
la década del 70, la cual comienza a ser deficitaria. Estando estas
importaciones asociadas al poder de venta de las multinacionales. Destaca el
rol de la AFL-CIO, en su cambio de postura frente al libre comercio, empezando
a reclamar el cese de las importaciones y la salida de capitales. Se tienen
consecuencias sobre el centro hegemónico, entre las que figura el cambio en la
composición del PBN Estadounidense a favor de los servicios. Es así que
concluye que la integración lleva a la desintegración, es decir, a la
acentuación de las contradicciones interimperialistas, o de los países
imperialistas con los periféricos.
El texto de Aldo Ferrer, La
Economía Argentina, analiza el periodo 1860-1930. En este se aprecia claramente
el análisis estructural de autor sobre la Economía del país, poniendo foco en
la determinación de las exportaciones argentinas y sus precios por el centro,
la vulnerabilidad del sistema económico y el impacto que ellos acarrea sobre
las distintas variables: nivel de ocupación e ingresos, el balance de pagos,
etc.
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Aporte de Magdalena:
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Aporte de Magdalena:
Bibliografía obligatoria:
Bielschowsky, R. (1998), “Evolución de la ideas de la CEPAL,” Revista de la
CEPAL, Nro. Extraordinario, Santiago de Chile, octubre.[1]
Fuente:
Prebisch, R. (1950), “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de
sus principales problemas,” Desarrollo Económico, 26(103), (Oct.-Dec., 1986),
pp. 479-502. [2]
El documento de
Bielschowsky (1998) se realizó con motivo de conmemorar los "50 años de
pensamiento en la CEPAL” y se propone reconstruir la trayectoria intelectual de
la institución, el paradigma desarrollista latinoamericano, durante el período
1948-1998.
Bielschowsky sostiene
que se mantiene el mismo enfoque metodológico durante las distintas etapas
históricas de la CEPAL, instrumentalizado mediante la teoría estructuralista
del desarrollo periférico de Prebisch, y que se inscribe en la ideología
heterodoxa keynesiana.
En cuanto a
la inserción internacional de las economías periféricas, Prebisch sostenía la
tesis del deterioro de los términos de
intercambio en contraposición con las virtudes del libre comercio internacional que impulsaba lo ortodoxia; así como,
las ventajas comparativas de producción industrial en contraposición con las
desventajas de la producción de bienes primarios para la periferia. Al mismo
tiempo, advertía una solidaridad intrínseca entre la sustitución de
importaciones de la periferia y la expansión del comercio internacional.
En relación
al capital extranjero, la posición de Prebisch era en defensa del estímulo al
capital privado extranjero, aunque advertía del peligro de expandir el endeudamiento
externa.
Tal como
sostiene Bielschowsky, la vulnerabilidad externa aparece en la teoría
estructuralista cepalina a lo largo del período estudiado: en los años 60 mediante
la dependencia financiera y tecnológica, en los 70 a través del rol de las
empresas multinacionales, en los 80 debido a la asfixia que producía la deuda
externa, y en los 90 debido al endeudamiento externo y a la especialización
productiva y tecnológica.
Prebisch
sostenía que para sortear el problema de la “insuficiencia dinámica”, hacía
falta alterar la estructura social y redistribuir el ingreso, mediante una
reforma agraria, con la finalidad de potenciar el ahorro para financiar
inversión productiva (siendo el sector agropecuario el que generaba el
excedente). Bielschowsky resalta aquí que, para la CEPAL, la “condición
periférica” no implicaba una condición de explotación que involucrara la
necesidad de romper con el capitalismo, como sí lo sostenían otros economistas
latinoamericanos, que veían en la industrialización una nueva modalidad de
explotación del imperialismo, que era indisociable de la expansión capitalista
mundial.
Prebisch
publica en 1886, siendo la década del ochenta la que fue caracterizada por la CEPAL
como “década perdida” por el ajuste recesivo; se proponía en reemplazo un
ajuste expansivo, que suponía una renegociación de la deuda que aliviara el
estrangulamiento, junto con políticas de ingreso.
Bielschowsky sostiene
que la Cepal no se opuso a las reformas de los años 90, que incluían la
liberalización comercial y financiera, privatizaciones y la flexibilización
laboral entre muchas otras, sino que tendió a apoyarlas, impulsando una mayor
competitividad internacional de la región, basada en la incorporación del
progreso técnico. La apertura de la economía debía ser gradual y selectiva.
Bibliografía obligatoria:
Rougier, M.[3] y
Odisio, J.,[4]
Del dicho al hecho: El "modelo integrado y abierto" de Aldo Ferrer y
la política económica en la Argentina de la segunda posguerra. Am. Lat. Hist.
Econ [online]. 2012, vol.19, n.1, pp. 99-130.
Fuente:
Selección de Aldo Ferrer, La economía argentina.[5]
Rougier y
Odisio muestran que este Ferrer estuvo influenciado fuertemente por el
pensamiento estructuralista latinoamericano, principalmente por el de Raúl Prebisch.
Los autores
destacan que este autor advierte que la presencia del estrangulamiento externo
mostraba los límites de la sustitución de importaciones “fácil” y de la
estrategia desarrollista en sí misma. Desde este enfoque, Ferrer propone una
estrategia de industrialización que lograra pasar de un “modelo integrado y
autárquico” a uno “integrado y abierto”, esto es, con capacidad de exportar
productos en diversas fases del ciclo manufacturero.
Promovía el
desarrollo de las industrias dinámicas, ya que éstas fabrican los productos de
demanda más activa en el mercado mundial, lo que permitiría mayor
interdependencia de las diversas economías nacionales.
A diferencia
de los autores que pueden caracterizarse como “izquierda nacional” o “izquierda
tradicional”, Rougier y Odisio encuentran en Ferrer una mirada positiva en
relación con el crédito externo, ya
que entendía la necesidad de apoyo financiero técnico del exterior para
proyectos específicos. Los autores agregan que los instrumentos de apoyo en los
que pensaba Ferrer incluían créditos especiales, concesión de avales y otras
garantías, protección aduanera, desgravaciones impositivas, etc.
Asimismo, los
autores muestran la concepción sobre Estado
de Ferrer, quien entendía que el Estado debía cumplir el rol de Estado
empresario cuando la iniciativa privada no lo hiciera. Esto último se puso de
manifiesto durante el poco tiempo que se desempeñó como ministro de economía. Los
autores identifican también una perspectiva “nacional y estatal”, lo que llaman
la estrategia de “argentinización” de Ferrer, que tenía como objetivo
incrementar la participación estatal o nacional, para “…el ahorro interno y el
ahorro externo que se canaliza al país, en vez de volcarse (…) en las
industrias dinámicas a través de subsidiarias de empresas extranjeras, se fuera
volcando en empresas bajo control nacional”. Los autores muestran
también que había logrado acercamiento con los empresarios industriales
nacionales (vinculados a la Confederación General Económica) y también mantenía
diálogo estrecho con los sindicatos “participacionistas” de la Confederación
General del Trabajo.
Rougier y
Odisio advierten que Ferrer tenía una visión no tan pesimista en relación con
la presencia de las empresas extranjeras
multinacionales, ya que si bien sostenía que estas aceleraban los procesos de
concentración en la industria, introducían tecnologías modernas. En este
sentido, Ferrer identificaba como mayor problema el “aislamiento del resto del
mundo”, no tenía una perspectiva a favor del alto nivel de proteccionismo que había existido en los años 50, ya que había
estimulado el desarrollo industrial de las ramas productoras de bienes finales,
y el aislamiento de la competencia externa permitía la supervivencia de
sectores que producían con costos mayores a los internacionales.
Asimismo,
Rougier y Odisio destacan que Ferrer apoyaba la concentración económica en pos de logar una producción a gran
escala, ya que afirmaba que la reconversión industrial debía “…lograr la
concentración de empresas con vistas a establecer unidades productivas de
dimensión, tecnología y capitalización suficientes para producir
eficientemente”.
Bibliografía obligatoria:
Martins, Carlos Eduardo (2011), Prólogo a Imperialismo y Dependencia, de
Theotonio dos Santos.[6]
Fuente:
Selección de Dos Santos, Theotonio, Imperialismo y dependencia (1978).[7]
Tal como
destaca Martins, se puede apreciar que la obra de Theotonio Dos Santos tiene influencia
del marxismo.
Analizando la
obra de Dos Santos, Martins resalta que este autor sienta las bases de la
teoría de la dependencia, la cual no se reduce a una interpretación
regionalizada, sino que es una teoría del sistema mundial, que parte de la
economía mundial monopólica, jerarquizada y competitiva, como una dimensión
indispensable de la base material de la acumulación del capital y como punto de
partida para la comprensión de los distintos capitalismos nacionales.
Así, la
economía capitalista mundial crea dos grandes tipos de formaciones: las
centrales y las coloniales o dependientes. Los países centrales
combinan la asociación entre Estados y monopolios empresariales que articulan
la división internacional del trabajo, reservando para sí mismos las
actividades de mayor intensidad tecnológica y destinando las actividades
complementarias a las periferias. De esta forma, los países dependientes se
especializan en productos no competitivos con los de los países centrales, pero
las limitaciones de su mercado interno los impulsan a las exportaciones de
productos manufacturados, creando una superposición parcial con aquellos, lo
cual podría provocar contradicciones interimperialistas. La economía
dependiente, de acuerdo a Dos Santos, se basa en la sobreexplotación del
trabajo, en el alto grado de concentración interna de capitales y en la
acumulación externa de capitales.
Dos Santos
analiza en este libro las formas de dependencia que asume en América Latina en
el período de posguerra, bajo la hegemonía del imperialismo de los Estados
Unidos. En este enfoque, se destacan distintas etapas de desarrollo de la
dependencia: la colonial, la tecnológica-financiera (que corresponde al período
de Revolución Industrial) y la tecnológica-industrial (a partir de la posguerra).
También
analiza el rol contradictorio de la inversión extranjera sobre el desarrollo de
las economías dependientes. Aquí Martins señala la diferencia entre el
pensamiento del autor y el desarrollista, que consideraba el capital extranjero
como un ahorro externo que contribuía al desarrollo latinoamericano. Por el
contrario, Dos Santos demuestra que éste es orientado a proporcionar tasas de
ganancia positivas para los no residentes y se dirige a los países dependientes
para explotar de forma directa su fuerza de trabajo y transferir ganancias a
sus sedes nacionales y a las zonas más competitivas del mundo.
El capital
extranjero tiene un comportamiento cíclico: en los períodos de entrada
propician saltos tecnológicos, pero éstos son compensados por los períodos de
crisis. Entonces, el endeudamiento externo se utiliza para prolongar el período
de expansión, aunque provoca una tendencia a un endeudamiento externo creciente
y a un estancamiento económico. En este sentido, para retomar el crecimiento
deberá profundizarse la sobreexplotación del trabajo e incrementar la
desnacionalización. Desde esta perspectiva, esto provoca el debilitamiento del
capitalismo de Estado como alternativa independiente y la confrontación
creciente entre el neoliberalismo y el socialismo.
[1] Ricardo Bielschowsky es Doctor en Economía por la
Universidad de Leicester. Oficial de Asuntos Económicos de la Comisión para
América Latina y el Caribe (CEPAL). Ha ejercido la docencia en la Universidade
Federal do Rio de Janeiro. Es autor de numerosos libros y artículos sobre el
Brasil y sobre América Latina, en temas relacionados con el desarrollo
económico, historia de las ideas económicas, pensamiento de la CEPAL,
crecimiento e inversión, y desarrollo y política tecnológica. Entre sus
principales obras destacan O pensamento econômico brasileiro
(1930-1964) – o ciclo ideológico do desenvolvimentismo y Cincuenta años de
pensamiento en la CEPAL.
[2] Raúl
Federico Prébisch Linares (San Miguel de Tucumán, 17 de abril de 1901 –
Santiago de Chile, 29 de abril de 1986) fue un contador público y economista
argentino. Entre 1950 y 1963 fue Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica
de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL). Posteriormente,
ejerció el cargo de Secretario General de la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Junto con Hans Singer, es el creador de
la tesis de Prebisch-Singer.
[3] Marcelo Rougier es profesor de Historia,
especialista y magister en Historia económica, y doctor en Historia. Es
investigador Independiente del CONICET/IIEP-Baires y profesor titular de
Historia Económica y Social Argentina en la Facultad de Ciencias Económicas
(UBA), donde participa del Área de Estudios sobre la Industria Argentina y
Latinoamericana. Asimismo es editor de H-industria, revista de historia de la
industria argentina y latinoamericana y miembro del comité editorial o
académico de varias revistas especializadas nacionales e internacionales.
Escribió libros y publicaciones con Aldo Fererr, y realizó un programa de
Economía (Economía para todos) junto con este último también.
[4] Odisio Juan Carlos es profesor de HISTORIA EC. Y
SOCIAL ARGENTINA en la FCE-UBA. Doctor de la Universidad de Buenos Aires en
Ciencias Sociales. Magister de la Universidad de Buenos Aires en Historia
Económica y de las Políticas Económicas. Licenciado en Economía UBA. Becario en
CONICET.
[5] Aldo
Ferrer (Buenos Aires, Argentina, 15 de abril de 1927-ibídem, 8 de marzo de
2016) fue un contador público, economista y político argentino recibido en la
Universidad de Buenos Aires (UBA) y ligado políticamente a la Unión Cívica
Radical (UCR). Fue ministro de Economía y Hacienda de la provincia de Buenos
Aires entre 1958 y 1960. Entre 1967 y 1970 se desempeñó como primer Secretario
Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Durante
las presidencias de facto de Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Agustín
Lanusse (1970–1971) ocupó el Ministerio de Economía y Hacienda. Integró el
llamado Grupo Fénix, formado en el año 2000. Entre 2011 y 2013 fue embajador
argentino en Francia.
[6] Martins,
Carlos Eduardo: Doctor en Sociología (USP), master en Administración Pública
(FGV-RJ) y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Estacao de
Sá, Brasil.
[7] Theotonio
Dos Santos Junior es un científico social brasileño. Nació en Carangola, Minas
Gerais, en 11 de noviembre de 1936 y fue inscrito oficialmente en 11 de enero
de 1937. Es profesor emérito de la Universidade Federal Fluminense (UFF) y
Coordenador de la Cátedra y Red UNESCO-UNU de Economía Global y Desarrollo
Sustentable (REGGEN). Se considera uno de los creadores de la Teoría de la
dependencia.
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Aporte de Celina:
El
Estructuralismo, la producción de la CEPAL y sus raíces teóricas y políticas.
El pensamiento de Aldo Ferrer y sus influencias en política económica durante
la segunda ISI. Discusión de la teoría de la dependencia, y de los aportes de
Theotonio dos Santos.
El
estructuralismo latinoamericano encuentra sus orígenes hacia 1949 al publicarse
el texto “El desarrollo económico de América Latina y algunos de sus
principales problemas”, escrito por el economista argentino Raúl Prebisch, al
asumir a la dirección de la recientemente fundada CEPAL. Esta corriente de
pensamiento, a través del análisis de las estructuras de los países subdesarrollados,
permitió conocer y comprender la realidad de la “periferia”. Se erigió como una
alternativa a las teorías de desarrollo ortodoxas.
Sobre la bibliografía:
Bielschowsky, R[1].
(1998), “Evolución de la ideas de la CEPAL,” Revista de la CEPAL, Nro. Extraordinario,
Santiago de Chile.
El autor analiza
aquí los cambios y la evolución que fue experimentando el pensamiento de la
CEPAL vinculada al desarrollo de América Latina. Para ello diferenció cinco
etapas, analizando el contexto internacional y las modificaciones del
pensamiento cepalino como respuesta a los cambios socioeconómicos globales.
Estas etapas poseen rasgos analíticos en común: un enfoque
histórico-estructuralista (relación centro-periferia), análisis de la inserción
internacional, análisis de los condicionamientos estructurales internos y
análisis de las posibilidades de acción estatal.
Primera etapa: “Origen en los años cincuenta:
legitimando y orientando la industrialización”.
El contexto de
los años cincuenta marcaba que las economías latinoamericanas estaban en pleno
proceso de industrialización que generó un importante crecimiento económico. En
esta primer etapa se establecen las primeras conceptualizaciones teóricas como
la de centro-periferia, elaborada por Raúl Prebisch, que jugó un doble papel
analítico: permitió afirmar que la periferia posee un patrón específico de
inserción en la economía global y que los procesos de crecimiento, empleo y
distribución del ingreso de la periferia son diferentes a los de los países
centrales. La expresión de “países periféricos” era anterior a la consolidación
de la CEPAL y hacía referencia a la vulnerabilidad de los países de América
Latina. Para los defensores del desarrollo a través de la industrialización,
existía un vacío teórico producto de la falta de instrumentalización analítica
y teórica que se adaptaran a las realidades económicas y sociales que se
pretendían transformar. La CEPAL viene a llenar ese vacío en América Latina,
siguiendo la ideología keynesiana y planteando la versión “regional” de la
teoría del desarrollo. En cuanto a la inserción internacional en esta etapa, se
defendió la estrategia industrialista y el proteccionismo adhiriendo a la tesis
del deterioro de los términos de intercambio y las “desventajas comparativas”.
“Aunque la eficiencia de la producción industrial fuera menor en la periferia,
era superior a la eficiencia de aplicar los recursos productivos en la
agricultura” (B. 1998. P. 26). Sin embargo, mientras no concluyera la
industrialización, se continuaría con la tendencia al desequilibrio estructural
del balance de pagos; debido a que la industrialización sustitutiva aplacaba la
demanda de importaciones, pero imponía nuevas exigencias derivadas de la nueva
estructura y la evolución del nivel de ingreso. Se renovaba, constantemente, el
problema de la escasez de divisas. De esta forma el desequilibrio estructural
del balance de pagos se vuelve central en el pensamiento cepalino, que
acompañará a las cinco etapas, lo cual la llevó a destacar constantemente la
importancia de estimular las importaciones. Además, sostiene que el continuo
estrangulamiento del balance de pagos es vital ante la inflación estructural,
que, sumado a la rigidez de la oferta agrícola, genera un proceso que se
retroalimenta debido a la respuesta de los bancos centrales de expandir la
moneda ante el incremento de los precios. Por último, son los recurrentes
estrangulamientos externos los que ponen nuevamente en agenda la conveniencia
(o no) de recurrir a la entrada de capitales extranjeros privados. En cuanto a
la estructura interna, la heterogeneidad estructural comprendía baja
productividad de todos los sectores (excepto el agropecuario), excedente de
mano de obra, bajas tasas de ahorro, la conducta de consumo suntuario
practicado por las clases de mayor poder económico y por lo tanto, caída en la
acumulación de capital y crecimiento. A partir del diagnóstico de las
problemáticas estructurales, el pensamiento cepalino plantea como salida la
intervención del Estado en apoyo ante los problemas de producción, empleo y
distribución del ingreso. Surge la idea de generar la inversión extranjera
directa (IED) para no quedar presos de la inversión estatal y el desequilibrio
externo llevó a proponer la diversificación de las exportaciones vía
intensificación del comercio intrarregional.
Segunda etapa: “Los años 60: redistribuir para crecer”
Los años sesenta
presentan tres elementos a destacar. El primero es el crecimiento de la mayoría
de los países de la región. El segundo es que el proceso de industrialización
seguía imponiéndose como tendencia histórica. Y tercero, el evento de enorme
peso político e histórico que fue la Revolución Cubana. Esta década, se
caracterizó por el análisis de la tendencia industrial de la región y a la
falta de logros para incorporar a gran parte de la población en el desarrollo;
la industrialización no eliminó la
brecha externa y la dependencia. Ambos procesos anteriores obstruyen el
desarrollo. Prebisch siguió marcando la agenda de discusión, haciendo énfasis
en una reforma agraria para romper con la vieja estructura social y
redistribuir los ingresos. Por otro lado persistía la idea de reorientar las
exportaciones vía programa de políticas industriales y comerciales. En este
contexto surge la Teoría de la Dependencia, comprendida en parte en el texto de
Cardozo y Faletto que, según Bielschowsky, se escribió en reacción teórica a la
tesis de que se estaba gestando en la región una burguesía nacional
comprometida con una alianza con la clase trabajadora y que podría constituirse
en hegemonía política. El autor sostiene además, que el concepto de dependencia
estuvo presente en la CEPAL desde su comienzo. La línea cepalina de la Dependencia fue
analizada por Sunkel y afirmaba que existía una sola economía capitalista a
nivel mundial y que estaba integrada. El problema es que en el “centro” todos
los asalariados estaban integrados al mercado, en la “periferia” solo una
pequeña fracción lo estaba. Por otro lado, Aníbal Pinto formuló la tesis de la
“heterogeneidad estructural” regional según la cual los frutos de progreso
técnico se concentraban por sectores y regiones, la industrialización no
elimina la heterogeneidad estructural sino que modifica su formato. Así, los
diagnósticos de esta etapa apuntaban a políticas reformistas.
Tercera etapa: “Los años setenta: por un “estilo” de
crecimiento con homogeneidad social y con intensificación de las exportaciones
industriales”
El contexto de
esta década fue complejo para los países latinoamericanos marcados por fuertes
endeudamientos externos y dictaduras militares. Algunos países de la región
continuaron con la estrategia de Industrialización con participación estatal,
otros tomaron el camino de la apertura comercial y financiera (Argentina).
Según Enrique Iglesias, Secretario Ejecutivo de la CEPAL, fue una etapa de
supervivencia a tales circunstancias. Entra en declinación la hegemonía
keynesiana, al mismo tiempo que la teoría del desarrollo, dando lugar a una
nueva ortodoxia. El eje central de discusión giró alrededor de los “estilos” de
crecimiento y surgía la necesidad de reorientar el proceso de
industrialización. Los autores brasileños Tavares y Serra hablaron de
crecimiento “maligno” de la economía del Brasil porque se expandía la demanda
de la estructura productiva existente, mejorando el consumo de las clases
medias y altas, elevando el excedente para financiar la acumulación. CEPAL
propuso reforzar la industrialización y diversificar las exportaciones y resaltó
los riesgos de la apertura comercial y financiera junto a la imposibilidad de
alcanzar un crecimiento prolongado con alto endeudamiento.
Cuarta etapa: Los años ochenta: “por un ajuste con
crecimiento”
Los años ochenta
estuvieron signados por la crisis de la deuda de los países latinoamericanos y
por mayores presiones por parte de los organismos de crédito internacional como
el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Se observan en la región
altos niveles de inflación y fuertes devaluaciones, junto a un Estado endeudado
en dólares. El lineamiento neoliberal atacó contra el Estado, sindicatos y
empresarios locales, responsabilizándolos de la ineficiencia del mercado. Estos
años serían recordados como la “década perdida”. El enfoque histórico y de
largo plazo central en el pensamiento de la CEPAL quedaría marginado hasta la
década del noventa. La escuela propone una política de ajuste expansivo con
crecimiento vía incorporación de nuevas exportaciones. Lo más importante era la
renegociación de la deuda y lograr eliminar barreras proteccionistas en los
países centrales. Sainz y Faletto (1985) advierten el creciente sometimiento de
la estructura productiva a la grades corporaciones financieras. Un texto de
Fajnzylber (1983 y 1990) comprueba que no se logró combinar el crecimiento con
la correcta distribución del ingreso. Comienza un reconocimiento que el modelo
industrializador, no distribuyó los frutos del progreso técnico y se vio
perjudicado por actitudes rentistas de los empresarios. Este enfoque se
denomina “Neoestructuralismo”.
Quinta etapa: Los años noventa: la agenda de la trasformación
productiva con equidad”.
Con sello
neoliberal, se inician en los procesos de estabilización y recuperación
económica, junto a reformas de apertura comercial - financiera, privatizaciones
y flexibilidad laboral. Los efectos llevaron a severas crisis en la región. El
Neoestructuralismo propuso una nueva forma de actuación del Estado, con una
apertura gradual y selectiva de la economía, que genere incrementos en
exportaciones e importaciones en función de la disponibilidad de divisas. En
1995 se advierten los efectos negativos derivados de la entrada de capitales irrestricta, y de no
utilizar los mismos hacia la inversión y mejora de competitividad. Se subraya
la peligrosidad la estabilización de precios que conlleva apreciación cambiaria
y desequilibrio de balanza comercial. El programa cepalino de los años noventa
se centra en las transformaciones
provocadas por otro cambio en el patrón de acumulación. “Este programa parte del reconocimiento de que las reformas
liberalizantes pueden ser buenas o malas, para el proceso de crecimiento; todo
depende del contenido y de la forma en que se apliquen” (Bielschowsky,
1998. P. 42).
Rougier, M.
y Odisio, J., Del dicho al hecho:
El "modelo integrado y abierto" de Aldo Ferrer y la política
económica en la Argentina de la segunda posguerra
Este trabajo pretende
dar cuenta de las principales ideas económicas de Aldo Ferrer, la influencia de
su pensamiento en Argentina y la región latinoamericana así como también los
impactos de las políticas llevadas a cabo por él mientras formó parte del
Ejecutivo Nacional en la década del sesenta. el texto pone especial énfasis en
el Modelo Integrado y Abierto (MIA) elaborado por Ferrer a mediados de los años
sesenta como la estrategia a seguir por Argentina para salir del subdesarrollo
y dependencia de los centros internacionales.
Aldo Ferrer
(1927-2016), economista estructuralista, egresó como perito mercantil en 1944 y
luego inició la carrera de Contador público en FCE-UBA, donde simultáneamente
cursó materias del doctorado en economía. En 1948 cursó Dinámica Económica,
donde se vinculó con Prebisch, quien lo estimuló a estudiar a Keynes. En 1947,
con la irrupción del peronismo, Ferrer se encontraba afiliado a la agrupación
Acción Reformista que lideraban los socialistas. En 1949, tras ganar un
concurso de Naciones Unidas para reclutar jóvenes profesionales e incorporarlos
al plantel permanente de la Secretaría General en Nueva York, entró en contacto
con distinguidos economistas como Michael Kalecki, Víctor Urquidi, Celso
Furtado, Horacio Flores de la Peña, Hans Singer y otros “pioneros” de las
modernas teorías del desarrollo y retomó el contacto con Prebish. En su primer
libro “El Estado y el desarrollo económico”, producto de su tesis doctoral
(1954) señalaba el estado incipiente del andamiaje teórico para comprender
problemas del crecimiento económico en los países latinoamericanos y la
importancia del rol del Estado como agente dinamizador del progreso económico. En
1959 siendo asesor de la UCR Y Ministro de Economía y Hacienda de la provincia
de Buenos Aires elaboró un informe llamado “El desarrollo económico de la
Argentina” donde explicó los problemas de estrangulamiento externo. Entre
1961-1962 escribió su obra más difundida, “La economía Argentina”, inspirado
por el estructuralismo latinoamericano, especialmente por Celso Furtado, donde
enfatizó el escaso desarrollo de la industria de Base, coincidiendo con Prebisch
quien en 1963 postuló la necesidad de avanzar en exportaciones industriales. En
1964 la influencia de las ideas de Perroux, quien distinguía la existencia de
industrias dinámicas o propulsoras o industrias pasivas o impulsadas, lo llevan
a reflexionar que el escaso avance de la industria dinámica provocaba la
dependencia de las importaciones de equipos e insumos, y su incorporación
dependía de la capacidad de importar que a largo plazo, tendía a estancarse
debido a la caída de las exportaciones agropecuarias. En definitiva, todos los
desequilibrios dependían del insuficiente desarrollo de las industrias
dinámicas. Para Ferrer, la única vía hacia el desarrollo estaba dada por un
profundo cambio estructural, en el cual las industrias dinámicas fuesen el motor
del crecimiento. El papel del Estado para impulsar tales industrias resultaba
clave. Hacia 1966 Ferrer delinea el denominado “Modelo Integrado y Abierto”.
Para ese entonces, el sector industrial tenía un papel importante en la
economía argentina y el persistente estrangulamiento externo ponía límites a la
sustitución de importaciones “fácil”. El ciclo de este modelo estaba
determinado por la rigidez en la oferta de productos exportables y por la
dependencia de la estructura industrial. Las fases expansivas se veían
estranguladas por la tendencia al desequilibrio del balance de pagos, donde las
importaciones crecían y se necesitaban divisas en un contexto descendiente de
saldos exportables. Así se forzaba a una devaluación, lo que provocaba un
ajuste recesivo. Para ser exitosa, la industrialización sustitutiva debía
lograr una reducción de importaciones. Esto ponía de manifiesto los límites de
la estrategia desarrollista mercado internista, ya que los requerimientos de
insumos y bienes de capital mantenían fuerte dependencia de provisión externa. Así
Ferrer mostró que la brecha externa era resultado de la relación entre sector
industrial y sector externo que caracterizaba a la ISI. Este desequilibrio
obstaculizaba la acumulación de capital en los sectores básicos de
Infraestructura, debido a la dificultad para importar maquinaria y equipos del
exterior. Esto a su vez generaba un creciente endeudamiento con el exterior.
Ferrer propuso así pasar de un modelo integrado y autárquico a uno integrado y
abierto, con capacidad de exportar productos en diversas fases del ciclo
manufacturero. El MIA permitía obtener las economías de escala en industrias
básicas. La estrategia llevada a cabo por Krieger Vasena, pasó a ser el aliento
a las exportaciones industriales, además de impulsar la producción local de
insumos intermedios y de bienes de capital con la idea de avanzar en la ISI.
Entre 1967 y 1970 se profundizaron proyectos de área siderúrgica, petroquímica,
papal, metalúrgica y química con apoyo del Estado. Estas medidas fueron
idénticas a las detalladas por Ferrer.
La llegada de
Ferrer al Ministerio de Obras Públicas y luego de Economía durante el gobierno
de Levingston merece ser destacada. En principio como Ministro de Obras y
Servicios Públicos desarrollando un fuerte impulso a la infraestructura, con
obras como Zarate-Brazo Largo, las represas de Salto y Yaciretá, entre otras.
En el Ministerio de Economía fomentó el desarrollo tecnológico propio y la promoción de la industria pesada e
impulsó medidas como la reorientación del crédito del BND. Dio un giro
“nacionalista” a la política económica
con un papel protagónico del Estado y las Fuerzas Armadas para promover el
desarrollo de la industria pesada. Implementó medidas como el “compre nacional”
a la vez que sumó la preocupación por mejorar la calidad de visa de los
trabajadores. La política de Ferrer implicaba abandonar los objetivos
“eficientistas”, postulados en la gestión de Krieger Vasena, incorporando la
preocupación por mejorar la calidad de vida de la población y avanzar hacia una
estructura industrial competitiva. La estrategia de nacionalista hizo que
firmas de capital nacional cobraron importancia en la integración de la matriz
manufacturera nacional: Aluar, Papel Prensa, Alto Paraná, Bagó Acindar etc. fueron
beneficiadas por el papel estratégico del Estado. La promoción sectorial
funcionó como promoción empresarial.
“Con todo, más
allá de las limitaciones que la dinámica política le impuso a la estrategia
desarrollada a finales de 1970, ella permitió la aparición de un grupo de
industrias nacionales de fuste que perdurarían en el tiempo; esos
emprendimientos incluso se ubicarían en un lugar central de la estructura
económica argentina durante el periodo siguiente, caracterizado por la
desindustrialización, si bien selectiva, de la economía. De todos modos, aun
cuando no deja de ser cierto que el Estado aportó todo lo necesario para forjar
esas empresas prácticamente desde la nada, frente a la postrer experiencia
argentina no puede menos que reconocerse el tremendo impacto que tuvo la
(corta) aplicación de las ideas desarrollistas de Ferrer, procurando avanzar
hacia la consolidación del MIA” (Rugier Voillaz y
Odisio, 2012, p. 122).
Martins, Carlos Eduardo[2]
(2011), Prólogo a Imperialismo y Dependencia, de Theotonio dos Santos.
En este prólogo,
Martins realiza un reconto de los aspectos centrales de la obra del brasilero
Theotonio Dos Santos. En una primera parte, el autor hace una recorrida sobre
los principales aportes teóricos de Dos Santos dividiendo en tres etapas su
carrera intelectual: la primera, entre finales de los años cincuenta, el golpe
de Estado del 64 y la clandestinidad en Brasil; la segunda, entre los exilios
chileno y mexicano; y la tercera, a partir de su regreso a Brasil. Durante su
trayectoria, Dos Santos se convierte en fundador y exponente de una escuela de
pensamiento con gran repercusión internacional: La Teoría de la Dependencia.
Durante el
primer periodo, profundizó sobre el papel dinámico, descapitalizador y cíclico
del capital extranjero en Brasil. Además de la inestabilidad política que
provocaba su liderazgo sobre los procesos de acumulación interna, la
insuficiencia del populismo como mecanismo de contención de las masas y la tendencia
a la sustitución por soluciones dictatoriales y fascistas. Martins destaca la
capacidad predictiva de sus trabajos manifiesta en la anticipación del Golpe de
1964 que Dos Santos explica como la incapacidad de las izquierdas de superar el
liderazgo de la burguesía nacional y a las dificultades de contención de los
movimientos populares.
En la segunda
etapa, que se inicia en 1966 con el exilio chileno, Dos Santos se incorpora al
CESO, uno de los principales centros de elaboración de pensamiento latinoamericano
(años 60 y 70). Es aquí donde comienza la formulación de la Teoría de La
Dependencia que redefine la teoría del imperialismo. Dos Santos introducen en
el análisis sobre el modelo político latinoamericano la actuación de los ciclos
de Kondratiev. La teoría de la
dependencia, a juicio del autor, no se reduce a la región sino que “anticipa la teoría del sistema mundial, al
destacar la existencia de una economía mundial en expansión como el elemento
central de la acumulación de capital y situar el mundo como objeto de análisis
condicionante para cualquier investigación regional o nacional” (Martins,
p. 13). Con la destrucción del CESO por parte de la Dictadura, Dos Santos,
exiliado en México, avanza en la teoría del sistema mundial como fase superior
a la de la dependencia y junto a Gunder Frank se constituye como el más
internacionalista de los teóricos de la dependencia. Su análisis de
sistema-mundo se articuló con la interpretación de las fuerzas productivas
contemporáneas. Esta se constituyeron en los años cuarenta con una nueva
revolución de los procesos productivos, destinada a sustituir las bases de la
revolución industrial y se denominó revolución científica –técnica. Estos
estudios maduraron en los años ochenta y noventa.
De regreso a
Brasil, analizó la globalización como una nueva etapa de desarrollo de la
revolución científico técnica que se mundializa. La economía mundial se
transforma en una economía planetaria, con estructuras de producción y procesos
de gestión mundialmente integrados.
Por último,
Martins señala las nuevas líneas de investigación desarrolladas por el autor. Ellas
se vinculan al papel de los BRICs en la organización de la contrahegemonía
norteamericana. “La liberación de A.
Latina de la ofensiva neoliberal cristaliza las luchas sociales e impulsa la aproximación entre los
movimientos sociales y ciertos segmentos del capitalismo de Estado, como base
de transición al socialismo” (Martins, p. 15).
Fuentes
Selección de Aldo Ferrer,
La economía argentina.
Aldo Ferrer en esta obra recorre las diferentes etapas por las que
atravesó la economía argentina en el marco de las transformaciones de la
economía global. Pone especial interés en el modelo agroexportador y la etapa
de industrialización por sustitución de importaciones (1930-1976).
Hasta 1930, el modelo agroexportador estuvo regulado prácticamente
por el comportamiento de las economías centrales, a través de su demanda de
productos agropecuarios que moviliza a las economías agroexportadoras
impulsando sus exportaciones. La vulnerabilidad a los vaivenes internacionales
producto de la dependencia de las exportaciones de materias primas es el rasgo
más visible de la obra respecto a este periodo. Según el autor, se trata de un
modelo cíclico, “en la fase ascendente
del ciclo económico, crecía la demanda de alimentos para satisfacer el consumo
creciente de la población y de las materias primas requeridas por la producción
interna y, en consecuencia, las importaciones de tales productos. En la descendente,
en cambio, la contracción del nivel de ocupación e ingresos provocaba una
disminución de la demanda efectiva y, consecuentemente de las importaciones de
productos primarios” (Ferrer, 2004, p. 159). Así, las variaciones del
comercio internacional estuvieron acompañadas de la modificación de los
términos de intercambios. La fluctuación del comerció afectaba precios y
cantidades, que incide más fuerte en los productos agropecuarios. La incidencia
de los servicios del capital extranjero sobre el oro y divisas del país,
provocó una situación crítica del Balance de Pagos y las Finanzas Públicas, a
la vez que el endeudamiento externo determinó el nivel de ingresos y ocupación
a nivel interno. El ajuste del sistema patrón-oro operaba en función de la
demandad mundial. El superávit del balance de pagos indicaba que los
productores agropecuarios tenían altos ingresos por exportaciones elevadas y al
crecer su gasto interno, se expandían la ocupación y los ingresos de los
sectores productores del mercado interno. Esto provocaba el encarecimiento de
exportaciones y productos internos, estimulando las importaciones en detrimento
de las exportaciones. Se producía una contracción y la desaparición del
superávit. Bajo el régimen de papel moneda inconvertible, donde la cantidad de
medios de pagos no estaba condicionada por la existencia de oro y divisas, el mecanismo de ajuste se daba a través de los
movimientos del tipo de cambio y en última instancia dependía de factores
externos al igual que durante el patrón oro. Otro rasgo distintivo del periodo
es que durante toda su vigencia no se adoptaron políticas compensatorias para
disminuir el impacto de estos factores externos sobre la ocupación y el ingreso
ni sorbe la balanza de pagos y las finanzas públicas. Esto llevó a que el
periodo se caracterizara por una gran concentración de la riqueza y del ingreso
generado por el régimen de propiedad de la tierra, la extranjerización de la
economía y un gran endeudamiento externo.
La segunda parte del escrito se refiere a la industrialización
inconclusa, periodo 1930-1976. Mientras que durante el periodo agroexportador
la economía argentina había sido regulada principalmente por los países
centrales, a partir de 1930, la economía local comienza a depender más del
mercado interno. Luego de la Segunda Guerra Mundial la etapa se caracteriza,
según el autor, por ser de industrialización inconclusa. El autor pone especial
énfasis en el contexto internacional y como influyeron Bretton Woods y el GATT.
Entre 1945 y 11970 la economía mundial entró en una periodo de expansión con
fuertes tasas de crecimiento “periodo dorado”, en el marco de la Guerra Fría. Las
nuevas condiciones mundiales pusieron límites al sistema primario exportador y
se produjo la pérdida de hegemonía del sector agropecuario de la región
pampeana, dando inicio a un nuevo periodo donde el mercado interno asumiría un
papel fundamental en el crecimiento.
Prebisch, R. (1950), “El
desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales
problemas,”
El punto inicial del análisis de Prebisch es la constatación de una
caída en los términos de intercambio de los precios internacionales de las
materias primas en relación a los correspondientes para los productos
industrializados. De esta forma, los países que se especializan en la producción
de materias primas se empobrecerán- relativa y absolutamente- respecto a los
especializados en manufacturas. Los centros son capaces de absorber y retener
el fruto del progreso técnico en detrimento de la periferia debido a que la
demanda de los productos primarios es más inelástica frente a los productos
industriales, la producción industrial se concentra en los países centrales y
el mayor poder de las masas, en los centros, para conquistar aumentos de
salarios durante la creciente y de defenderlos en la menguante y su capacidad
de trasladar la presión cíclica hacia la periferia obligando a comprimir sus
ingresos. “En ello está la clave del
fenómeno, según el cual, los grandes centros industriales no solo retienen para
sí el fruto de la aplicación de las innovaciones técnicas a su propia economía,
sino que están asimismo en posición favorable para captar una parte del que
surge en el progreso técnico de la periferia” (R. Prebisch, p. 485).
De esta forma el autor destaca como la división del trabajo y la
forma en que cada país participa de ella afectó negativamente a los países
latinoamericanos, debido a que sus condiciones iniciales de fuerte dotaciones
de recursos naturales y al no pertenecer a los países “centrales”, les
correspondió el rol de productores de materias primas proveedores de los
centros. Bajo estas circunstancias Prebisch sugiere impulsar la
industrialización de los países latinoamericanos desde la producción primaria. La
industrialización es el único camino para que la periferia latinoamericana
pueda aprovechar las ventajas del progreso técnico y dicha industrialización no
es incompatible con la producción primaria, por el contrario, aprovechar los
ingresos del comercio exterior para impulsar el desarrollo económico. No es
necesario sacrificar la exportación primaria para favorecer la industria
porque: suministra las divisas para importar e ingresa la renta del suelo. El
desequilibrio entre centros y periferias
se podría corregir incrementando la eficacia productora de la
agricultura por medio del progreso técnico, la industrialización y una adecuada
legislación social. La industrialización podría contribuir a solucionar los
problemas de estrangulamientos externos que se produce con la escasez de
dólares luego de un desarrollo maduro de las industrias. “Cuanto más activo sea el comercio exterior de América Latina, tanto
mayores serán las posibilidades de aumentar la productividad de su trabajo,
mediante la intensa formación de capitales. La solución no está en crecer a
expensas del comercio exterior, sino de saber extraer, de un comercio exterior
cada vez más grande, los elementos propulsores del desarrollo económico.”
Selección de Dos Santos, Theotonio, Imperialismo y
dependencia (1978)
El eje de esta obra
está en las empresas transnacionales/ multinacionales y su rol en el sistema
económico mundial. Estas empresas se erigieron como una característica esencial
del capitalismo luego de la Segunda Guerra Mundial. De esta forma, la
conformación de empresas multinacionales responde a un estadío del capitalismo
contemporáneo.
En el capítulo 3
referido a La Corporación Multinacional y la Economía Mundial el autor
manifiesta que las corporaciones multinacionales modificaron cualitativamente
la economía mundial reduciendo el área de libre comercio a la vez que se
incrementó el comercio intraempresa en escala internacional. Un rasgo
distintivo del comportamiento de estas corporaciones es la búsqueda de la
intervención estatal para proteger sus producciones a través de exenciones o ayudas
para regular y garantizar la compra de ciertos productos. El capitalismo de
estado tiene cada vez un papel más decisivo en la economía mundial.
La tesis de Dos
Santos es la pretensión por parte del capital internacional de promover una
nueva etapa de división internacional del trabajo donde de manera masiva se
desplace gran parte de los productos industriales que utilizan relativamente
más mano de obra a países del Tercer Mundo, para luego exportarlos de allí al
resto de países de altos ingresos. Esto trae aparejado un cambio en la distribución
de la mano de obra a nivel internacional. En los países subdesarrollados
aumenta el desempleo producto de la incorporación de tecnologías ahorradoras de
mano de obra (y al destruir la economía agraria). En los países desarrollados,
se produce un crecimiento de los trabajadores de servicios.
[1] Doctor en Economía por la Universidad de Leicester. Oficial de
Asuntos Económicos de la Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL). Ha
ejercido la docencia en la Universidade Federal do Rio de Janeiro. Es autor de
numerosos libros y artículos sobre el Brasil y sobre América Latina, en temas
relacionados con el desarrollo económico, historia de las ideas económicas,
pensamiento de la CEPAL, crecimiento e inversión, y desarrollo y política
tecnológica. Entre sus principales obras destacan O pensamento econômico
brasileiro (1930-1964) – o ciclo ideológico do desenvolvimentismo y Cincuenta
años de pensamiento en la CEPAL.
[2] Doctor en Sociología (USP), master en Administración Pública
(FGV-RJ) y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Estacao de
Sá, Brasil.
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Aporte de Nahuel:
El trabajo de Bielschowsky intenta periodizar la producción de la
CEPAL a lo largo de su historia, hasta los años noventa. Así, se sirve de
diferentes documentos paradigmáticos que sirven a su caracterización de cada
década desde los años cincuenta alrededor de algunos núcleos problemáticos que
habrían guiado cada etapa, resaltando sus conexiones a la historia real y la
evolución de la lógica interna del discurso de la CEPAL.
Además, define una serie de elementos que caracterizarían a esta
perspectiva metodológica y teórica. En este sentido, el principio normativo de
la escuela cepalina sería la necesidad de que el Estado contribuya al ordenamiento
del desarrollo económico. Por otro lado, el enfoque metodológico, según el
autor, se ha mantenido a lo largo del tiempo. Así, lo que se va modificando es
la realidad el objeto de análisis y su contexto ideológico, lo que implicó en
la CEPAL la adaptación de sus discursos. Así, los rasgos analíticos que destaca
Bielschowsky, son:
·
La relación centro periferia,
es decir, el enfoque histórico estructuralista. Que surge principalmente de la
intención de analizar el pasaje de un estado a otro de las economías
latinoamericanas en el cual tenían pesos factores del proceso precedente (la
estructura económica subdesarrollada heredada del modelo exportador) que
condicionaban los comportamientos de los agentes sociales y las instituciones.
Se trataba de introducir la perspectiva del desdoblamiento histórico singular
de la región, y separarla de una periodización universal del desarrollo
económico.
·
Análisis de la inserción
internacional.
·
Análisis de los condicionantes
estructurales internos al crecimiento al
progreso técnico, y su relación a la distribución del ingreso.
·
Posibilidades de acción
estatal.
Por cuestiones
de espacio y de pertinencia, daremos privilegio a su lectura para los años
cincuenta, sesenta y setenta. Para los años cincuenta, se resalta la necesidad
de un cuerpo teórico que permita guiar las políticas de industrialización, en
oposición al corpus liberal antes dominante. Rougier y Odisio resaltan, a su
vez, una mención idéntica de Ferrer en 1953. Ese papel sería el que asumiría el
pensamiento cepalino. Así, se destaca uno de los textos que integran el cuerpo
de fuentes de la unidad “El desarrollo económico de América Latina” de
Prebisch, entre otros documentos elaborados por el mismo autor, para
caracterizar los elementos que serían la referencia ideológica y analítica del
pensamiento cepalino: inserción internacional, condiciones estructurales
internas y planificación. En relación a la inserción internacional, en el texto
fuente mencionado se desarrollan los motivos por los cuales, según Prebisch, no
se cumplía el presagio de la teoría de las ventajas comparativas, y la
periferia no podía retener su parte de los frutos del progreso técnico,
básicamente por qué los precios agrícolas no se elevaban a pesar del desarrollo
técnico en la industria de los países centrales. En el centro, la organización
del trabajo no permitía un descenso de los precios de bienes industriales, por
lo que la presión a la baja se trasladaba a la periferia, donde la escasa
organización en los sectores del trabajo agrario oponía una resistencia mucho menor al descenso de salarios. Así,
durante la baja cíclica las ganancias que se habían obtenido en la periferia
durante el período de auge vía exportación de productos primaria eran
recapturadas por el centro. Los centros cíclicos, retienen los beneficios del
progreso técnico industrial, y, a su vez, captan una fracción del progreso
técnico periférico. Prebisch detalla cómo opera esta tendencia y la diferencia
de la tendencia anterior, especificando el comportamiento cíclico con centro en
Gran Bretaña del nuevo comportamiento que se da con centro en EEUU.
En el texto de Bielschowsky,
se agrega una segunda versión de esta perspectiva, donde la inmovilidad de la
mano de obra excedente implicaba una tendencia al deterioro de los precios
agrícolas, en tanto el crecimiento de la demanda no se correspondía
adecuadamente con un encarecimiento de los precios relativos de los productos
exportados.
Bajo este
esquema resultaba más conveniente invertir en una industria de productividad
por debajo de las industrias centrales, pero por encima de la agricultura,
sesgada tendencialmente hacia la baja. Esto justificaba el recurso
proteccionista. Sin embargo, se resalta que el proceso industrializante no
atenuaría la vulnerabilidad externa, por la relación entre las actividades
exportadoras proveedoras de divisas y las necesidades importadoras del desarrollo
industrial: habría una renovación constante del problema de la insuficiencia de
divisas. Esto implicaba que la estimulación de la exportación fuera
absolutamente necesaria, y que, por ende, los planes de desarrollo deberían
armonizar estos factores y especificar su acción sobre determinados sectores
industriales. El sector agrícola proporcionaba divisas, y, a su vez, contenía
una proporción elevada de renta del suelo que no tenía costo colectivo alguno.
Esta
estrangulación permanente en la balanza de pagos implicaba también tendencias
estructurales hacia la inflación, que se sumaba a la rigidez de la oferta
agrícola. Así, la emisión, en vez de ser causa de la inflación, es simplemente
el síntoma provocado por las alzas de precios de origen estructural.
La insuficiencia
del ahorro interno para encarar la transformación en forma integral, la
heterogeneidad estructural de la estructura productiva, y su especialización
primaria, implicaban tendencias que estarían permanentemente presentes: poca
diversificación exportadora y por ende baja elasticidad a la demanda, inflación
por una industrialización insuficiente, desempleo por incapacidad de absorción
de mano de obra de la actividad primaria y de una industria subdesarrollada. Por
otro lado, implica la necesidad (al menos momentánea) del capital extranjero,
debido a la incapacidad de ahorro estructural.
Estos factores
implicaban una acción muy específica del estado, y en los años cincuenta se
insistió en el desarrollo de las competencias básicas de los funcionarios del
estado y el registro estadístico suficiente para poder realizar una
planificación sobre bases informativas reales. Además, este imperativo se
relacionaba, como menciona Ferrer citado por Odisio, a que el desarrollo sólo
puede lograrse mediante la acción estatal, ya que sólo este actor puede generar
las condiciones básicas para que los privados crezcan y aporten al progreso
económico y social.
En relación a
esto, Prebisch analiza primero el origen de las nuevas políticas como reacción
a la crisis de los años 30: depreciación monetaria, control de cambios,
elevación de aranceles y cuotas de importación. Ahora bien, Prebisch critica el
uso indiscriminado de estos instrumentos, en especial del control de cambios, o
en la selección de productos para restringir la importación, resaltando los
casos en los que no se utilizaban la limitada capacidad importadora
exclusivamente en base a necesidades de industrialización o de mecanización
agrícola. En este sentido, para Prebisch
los instrumentos de la política económica pueden ser utilizados para bien o
para mal y no son problemáticos per se. La política anti cíclica es un
complemento necesario de la política industrializadora. Si es necesario un
aumento de la productividad, que permita el desplazamiento del trabajo agrícola
hacia actividades con mayor productividad, como la industria y hacia la plena
ocupación, esto también debe protegerse de las oscilaciones cíclicas propias de
la economía latinoamericana. Prebisch reclama una política anti cíclica
específica para los países latinoamericanos, diferenciándola de la que se da en
países centrales, donde la inversión es el elemento dinámico, mientras que en
la periferia lo serían las exportaciones. En el ciclo periférico, el estado
debería acumular fondos y recursos en la parte alcista del ciclo, para poder
utilizarlos en la parte a la baja del mismo y así morigerar sus efectos. Por
otro lado, la importación de bienes durables y de capital, deberían modularse
de acuerdo a la etapa del ciclo en la que se encuentra el país. Lo que también
podría ocurrir con los bienes de consumo no esenciales. Así, las importaciones
esenciales serían las que sirvan a las necesidades corrientes (crecientemente
sustituidas si el proceso de industrialización es correcto) y a la manutención
del máximo de ocupación en un contexto de mínima exportación. A esto podría
agregarse la tesis de Ferrer de que, como se vió en el caso argentino, existía
una doble presión importadora que se da por la necesidad de importar bienes de
capital y, por otro lado, por el incremento de consumo de bienes importados,
por el aumento del ingreso per capta.
Prebisch también
resalta que la expansión del circulante, si bien no es inflacionaria per se,
debe tener relación a la política anti cíclica, en tanto la sobre estimulación
económica (en consonancia con las hipótesis keynesianas) implicaba una presión
inflacionaria adicional, que al ampliar el requisito importador sobrepasa la
capacidad exportadora y por ende lleva al estrangulamiento por escasez de
divisas.
La cuestión de
cómo incidir en el desarrollo toma un giro en la propuesta de Ferrer acerca de
la necesidad de desarrollar industrias dinámicas, en vez de industrias pasivas.
Para Ferrer, existían actividades industriales que eran promotoras del progreso
técnico e implicaban aumentos de productividad a lo largo de todo el sistema
económico: demandaban la expansión del transporte, comunicaciones, generación
de energía, posibilitando indirectamente una suba de eficiencia en el resto de
las actividades. Estas industrias además, tenían capacidad exportadora, en
tanto sus productos eran los de demanda más activa en el mercado mundial. A su
vez, las pasivas avanzaban sólo por consecuencia de asimilar las nuevas
maquinarias y equipos de las activas. Así, contra
la tesis inicial de Prebisch y de la CEPAL, no bastaba con impulsar la
industrialización en sectores pasivos o dirigidos a “necesidades corrientes de
la población”, sino que se debía impulsar un profundo cambio estructural donde
las industrias dinámicas fueran el motor del crecimiento. A su vez, Ferrer
resalta la necesidad de argentinizar la industria más avanzada, y garantizar
que una proporción apreciable del control sobre el aparato industrial y la
tecno estructura se halle en manos nacionales para apuntalar las posibilidades
exportadoras de la industria local. En esta cuestión, el sector estatal sería
fundamental, en tanto podría ser no sólo inversor, sino sobre todo demandante y
orientador de esta producción industrial. Esto se vería en su idea del modelo integrado
y abierto, y en su propia gestión ministerial.
El debate sobre
la necesidad de privilegiar la exportación industrial, es ubicado por Bielschowsky,
para los cepalinos, en los años setenta en el marco de la necesidad de
incrementar la exportación industrial para superar las dificultades de la
inserción internacional. Sin embargo, ya desde la primera mitad de los años
sesenta, Ferrer desarrolló estas ideas (las que también fueron planteadas por
Prebisch en 1963 en su texto “Hacia una dinámica del desarrollo latinoamericano”).
Para los años
sesenta, Bielschowsky resalta como núcleos de análisis principales: la
incapacidad de la industrialización para incorporar a la mayoría de la
población a los beneficios, el hecho de que la industrialización no había
eliminado la vulnerabilidad externa y la dependencia, y la idea de que estos
dos factores eran un problema para el desarrollo. En este contexto, el texto ya
mencionado de Prebisch de 1963, sirve para resaltar algunas de las cuestiones
planteadas: era necesario alterar la estructura social y redistribuir el
ingreso, en especial a través de la reforma agraria. La redistribución de la tierra
permitiría utilizar el excedente mayormente en inversión, y se tendería a una
elevación de la productividad agrícola. A su vez, Bielschowsky resalta la
aparición de las tesis de la “dependencia” y la de “heterogeneidad
estructural”. La primera demandó la
integración al análisis de las relaciones históricas entre la estructura social
y económica interna (y el comportamiento de las clases sociales y la forma de
constitución de los grupos sociales internos) y el poder económico y político del
resto del mundo. Bajo esta óptica, en la que Bielschowsky resalta la influencia
marxista, la industrialización
latinoamericana respondía a una nueva modalidad de explotación impuesta por el
imperialismo a los trabajadores de países sub desarrollados. Desde la CEPAL,
esta noción sistémica también era resaltada en Sunkel, donde la economía
mundial estaba completamente integrada, a través de la expansión del capital
transnacional, y que bajo este modelo apenas se lograba una integración
minoritaria de los trabajadores, mientras que en el centro, la integración era
general. En cuanto a la segunda, tesis de la heterogeneidad estructural, fue
desarrollada por Pinto, y planteaba que los beneficios del progreso técnico no
eran repartidos en forma igualitaria entre clases y entre regiones de un mismo
país. Es decir, en ambas conceptualizaciones, el desarrollo industrial, a pesar
de avanzar, no solucionaba el sub desarrollo.
En cuanto a la
producción de los años setenta, Bielschowsky resalta que el período implicó el
reconocimiento de que el crecimiento podía asentarse en esquemas “malignos”, en
el sentido de que las economías pueden ser dinámicas a pesar de una elevada
concentración del ingreso; como sucedió en Chile y Brasil, donde , según los
trabajos de Conceicao y Serra, la concentración del ingreso era funcional al
crecimiento; y a su vez, esta lectura en muchos casos implicó dudas respecto a
la factibilidad de orientar el desarrollo hacia una mayor homogeneidad social.
A su vez, se
destaca la noción de estilos de desarrollo, que básicamente tiene como premisa
incorporar a la lectura de los modelos económicos la interacción entre la
estructura productiva y la distribución del ingreso. Así, dominó una
perspectiva de “desarrollo integral” en el período, que implicó la interacción con otras
disciplinas para ampliar la lectura de las problemáticas económicas. Así, la
sociología aportó en dos sentidos: por un lado, una definición integral del
concepto de estilos, que permita la orientación histórica multidisciplinar al
mismo. Era necesario reconocer analíticamente la existencia de estructuras de
poder y de dominación, y sus remotas relaciones de viabilidad con la
distribución del ingreso, y así incorporar la noción de conflictos para la
generación de los estilos existentes y de los deseables. A su vez, se planteó,
que es necesario relacionar los planteos instrumentalistas con la
identificación de agentes capaces de vehiculizar el cambio y que se propongan
estrategias que concuerden con los valores, intereses y capacidades de tales
agentes. Por el vocabulario y el recetario, la lectura pareciera asentarse en
una sociología de corte estructural-funcionalista, en especial porque requiere
que la estrategia de desarrollo encaje perfectamente con la perspectiva de los
agentes, cuando en realidad esto podría modificarse vía la acción estatal.
Finalmente, es
necesario profundizar en la noción de dependencia, ya que si bien Bielschowsky
menciona el aporte marxista, al mencionar el aporte de Gunter Frank a la noción
general, tal concepto implicó el desarrollo de un cuerpo teórico autónomo y muy
diferenciado del de la CEPAL en muchísimos aspectos. En la Introducción a
Imperialismo y Dependencia, Martins desarrolla los postulados generales de la
perspectiva de Theotonio Dos Santos en su libro Imperialismo y Dependencia. La
postura teórica de Dos Santos implica la ruptura con el regionalismo estricto
de la CEPAL, en tanto implicó el desarrollo de un marco teórico y la
construcción de una lectura histórica que exceda las limitantes estructurales
de la región y permita la comprensión de la misma en el “sistema mundial”, y en
tal sentido, se conceptualiza a la periferia como parte integral del desarrollo
del capitalismo y la plantea como un polo necesario de su existencia, y por
ende, no extinguible bajo una continuidad capitalista. Así, Theotonio Dos
Santos hace un recorrido histórico de los países dependientes que cristaliza en
tres etapas: dependencia colonial, que establece la producción primaria
exportadora como aporte de los países dependientes al sistema mundial, mediante
el establecimiento de estructuras de poder internas que sustenten este rol;
dependencia tecnológica financiera, donde se establece la hegemonía de las
oligarquías rurales y comerciales de las filiales del gran capital
internacional; y por último, la dependencia tecnológico industrial, que se
estructura a partir de la segunda posguerra, donde se da una transferencia de
tecnologías obsoletas para la industrialización parcial de los países
periféricos. A su vez, aparte de la dicotomía centro-periferia, se analiza el
sistema socialista.
Esta
aproximación implica una crítica de postulados que son centrales al pensamiento
cepalino, principalmente, los del keynesianismo. A diferencia del
estructuralismo, la teoría de la dependencia desarrolla su marco teórico a
partir de autores marxistas, entre los que podemos mencionar a Kondraiev
(teoría del ciclo largo de actividad económica), Gramsci (por el concepto de guerras de
posición y hegemonía), Emmanuel (con su teoría del intercambio desigual,
desarrollada en Argentina por Oscar Braun en su libro comercio internacional e
imperialismo) y Wallerstein (teoría del sistema mundial). Bajo esta
perspectiva, entonces, la misión
cepalina de dotar a la intervención estatal de un cuerpo teórico y de
instrucciones prácticas que la guíen en el esfuerzo por el desarrollo, pierde
sentido, dado que la vía para lograr un desarrollo real en los países
dependientes es el socialismo, y por ende, las recomendaciones instrumentales
son reemplazadas por las perspectivas que harían posible un cambio sistémico
hacia el campo socialista, estableciéndose regímenes de transición. A este
respecto, cabe preguntarse si la misión “instrumental” de la teoría cepalina no
implicó a su vez, la resignación respecto a una construcción teórica más
general que permita una interpretación más cabal de la naturaleza de los
fenómenos por los que atravesaba la región en las diferentes etapas que caracteriza
Bielschowsky, donde pareciera que los cepalinos aceptan en forma acrítica los
preceptos que emanan de los centros, sin analizar ni criticar las
transformaciones económicas y sociales a nivel mundial, ya que, al parecer, se
los veía como factores “dados”. Aun así, que los teóricos de la dependencia
hayan dejado de lado la aproximación instrumental, no quiere decir que no se
haga un análisis concreto de las posibilidades de desarrollo bajo este esquema,
ya que se tratan en profundidad los potenciales problemas del socialismo como
opción para los países dependientes.
La dependencia
está definida en forma más amplia que en los trabajos cepalinos y se expresa en
tres niveles: una economía mundial dirigida por monopolios tecnológicos,
financieros y comerciales capitalistas; relaciones económicas internacionales
que impulsan la expansión monopólica y establecen una división internacional
del trabajo; formación de estructuras internas en los países dependientes que
asimilan positivamente los condicionamiento. Así, la dependencia está fundada
en una situación de compromiso entre factores internos y externos. El gran
capital internacional, establece marcos generales de este compromiso, el cual
se redefine en relación a la estructura interna de los países dependientes, lo
que aúna a las burguesías centrales y periféricas es la búsqueda de plusvalía
extraordinaria. A su vez, esto implica una necesaria ruptura con las burguesías
periféricas, que deben ser separadas del control del estado, y por ende,
implica a su vez la superación de la estructura de poder interna. La estructura
socio económica de los países dependientes está definida por la sobre
explotación del trabajo, un alto grado de concentración interna de capitales y
la acumulación externa de capitales. En este esquema, la sobre explotación del
trabajo de los países periféricos se da en un primer nivel por los desvíos de
valor en relación a los precios y la fuga vía remesas de ganancias, intereses y
dividendos, y en segundo lugar, por la transferencia interna de las pérdidas de
esta modalidad hacia las clases trabajadoras, para recuperar la tasa de
ganancia interna. Así, el alto grado de
concentración es signo de la debilidad de las economías periféricas, donde la
dependencia tecnológica, financiera y comercial implica, por un lado, la
cristalización de una burguesía monopólica, y por otro, la correspondiente
insuficiencia del mercado interno (por la sobre explotación) para guiar un
proceso de desarrollo. Así, el sector productor de bienes de capital, nunca es
internalizado en forma plena.
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Aporte de Alejandro B.
Primer texto: “Evolucion de las ideas de CEPAL” publicado en la revista de
la CEPAL en Chile – Octubre 1998.
Autor: Ricardo Bielschowsky, Doctor en
Economía por la Universidad de Leicester. Oficial de Asuntos Económicos de la
Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL). Ha ejercido la docencia en la
Universidade Federal do Rio de Janeiro. Es autor de numerosos libros y
artículos sobre el Brasil y sobre América Latina, en temas relacionados con el
desarrollo económico, historia de las ideas económicas, pensamiento de la
CEPAL, crecimiento e inversión, y desarrollo y política tecnológica. Entre sus
principales obras destacan O pensamento econômico brasileiro
(1930-1964) – o ciclo ideológico do desenvolvimentismo y Cincuenta años de
pensamiento en la CEPAL.Funcionario de la CEPAL, Brasilia.
El
autor observa 5 etapas para describir la obra de la CEPAL durante 50 años, cada
etapa duro aproximadamente un decenio. A su vez, identifica cuatro rasgos
analíticos para describir cada etapa: 1) enfoque histórico-estructuralista,
basado en la idea de la relación centro-periferia, 2) análisis de la inserción
internacional, 3) análisis de los condicionantes estructurales internos del
crecimiento y del progreso técnico, y de las relaciones entre ellos, el empleo
y la distribución del ingreso; 4) análisis de las posibilidades de acción
estatal.-
La
riqueza del método cepalino reside en la interacción entre el método inductivo
y la abstracción teórica formulada originalmente por Prebisch, la oposición
entre centro y periferia ilustra este punto.
Los
años 50: en la posguerra se difundía la idea de volver a las exportaciones
tradicionales lo que estimulaba la restauración de la ideología liberal. Para
los defensores del desarrollo mediante la industrialización había una especie
de vacio teórico y la teorización cepalina cumpliría ese papel en América
Latina. Los mayores intelectuales fueron Prebisch, Celso Furtado, Jose Medina
Echavarria, Regino Botti, Jorge Ahumada, Juan Noyola Vasquez, Anibal Pinto,
Osvaldo Sunkel y otros.
Defendía
la economicidad de la industria y justificaba el proteccionismo; aunque la
eficiencia de la producción industrial fuera menor en la periferia, era
superior a la eficiencia de aplicar los recursos productivos en la agricultura.
Señalaba que mientras el proceso de industrialización no concluyera enfrentaría
siempre una tendencia al desequilibrio estructural del balance de pagos, ya que
el proceso sustitutivo aliviaba la demanda de importaciones por un lado,
imponía nuevas exigencias derivadas de la nueva estructura productiva y del
crecimiento del ingreso que generaba.
El
pensamiento cepalino abordara los diferentes aspectos que condicionan la
estructura interna de las economías periféricas: la baja productividad, baja
elasticidad de la demanda de sus exportaciones, tendencia a la inflación y
desempleo.
Los
años 60: existían tres elementos que incidieron en el pensamiento cepalino en
estos años. El crecimiento persistente de la mayoría de los países en medio de
una creciente inestabilidad macroeconómica, el proceso de industrialización
seguía imponiéndose pero con dificultades en la absorción de la fuerza
trabajadora empobreciendo la población y tugurizando las ciudades y la
revolución cubana en 1959. La CEPAL reconoce un consenso inédito en la región
en cuanto a la necesidad de planificar el desarrollo, profundizar la
industrialización, redistribuir el ingreso y realizar la reforma agraria. En la
región ocurrió una creciente polarización política e ideológica que en algunos
países llevo al extremo del enfrentamiento.
Los
diagnósticos cepalinos de “insuficiencia dinámica” “dependencia” y
“heterogeneidad estructural” apuntaban a agendas políticas reformistas, es
decir, que el desarrollo económico tendría que modificarse mediante una mejor
redistribución del ingreso y de profundas reformas, a saber, agraria, patrimonial,
financiera, tributaria, educacional y tecnológica. Mientras la extrema
izquierda predicaba como única salida la revolución, la CEPAL afinaba su cuadro
conceptual para orientarlo en beneficio de la defensa de “estilos” mas justos
de crecimiento económico en el contexto del sistema vigente. Este sería el tema
central de la década siguiente.
Los
años 70: La reacción de América Latina a la recesión mundial que siguió a la
crisis petrolera de 1973 fue endeudarse para sostener el crecimiento o bien
para estabilizar la economía. Los países optaron por estrategias bien
distintas, por un lado Brasil y México continuaron la estrategia de
industrialización con diversificación de las exportaciones mediante la
protección y fuerte participación estatal; por otro, Argentina, Chile y Uruguay
abrían completamente su comercio exterior y sus finanzas al libre movimiento de
bienes y servicios. La CEPAL entraba en una nueva etapa de “supervivencia” en
la cual su capacidad de influir se veía
restringida en parte por la tecnocracia estatal que había creado excelentes
centros académicos y por otra parte por la irrupción de las dictaduras.
Los
años 80: Los casos de crisis cambiaria se fueron sucediendo en buena parte de América
Latina y obliga a sus economías a profundos ajustes recesivos. El clima ideológico
internacional era de creciente predominio de la ortodoxia liberal y desemboca
en el recetario neoliberal del Consenso de Washington. Enrique Iglesias en 1984
simboliza la postura cepelina en ese periodo y argumento proyecciones sombrías
y correctas proyectando para la región una “década perdida”. La crisis de los
años 80 desplazaría finalmente a un segundo plano la producción desarrollista y
se privilegiaron las cuestiones inmediatas ligadas a la deuda, el ajuste y la
estabilización.
Los
años 90: La mayoría de los países de la región solo saldría de la crisis con la
renegociación de deuda, financiamiento internacional con reducción radical de
los tipos de interés a partir de 1991. Hubo una recuperación económica
acompañada de una estabilización de los precios. La estabilización se acompaño
con una desfavorable ampliación del déficit en cuenta corriente del balance de
pagos producto de la apreciación del tipo de cambio debido a la afluencia
considerable de capital extranjero en parte dirigido a la privatización. El
proceso reformista incluyo apertura comercial, financiera y flexibilización
laboral.
La
CEPAL logro tomar posición entre los dos extremos, no se opuso a las reformas pero
subordino su apreciación al criterio de la existencia de una estrategia
reformista que pudiera maximizar sus beneficios y minimizar sus deficiencias a
mediano y largo plazo.
Segundo Texto: Del dicho al hecho. El
“Modelo integrado y abierto” de Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina
de la segunda posguerra.
Publicado
en el año 2012
Autores:
·
Marcelo N.Rougier: Es profesor de Historia, especialista y
magister en Historia económica, y doctor en Historia. Es investigador
Independiente del CONICET/IIEP-Baires y profesor titular de Historia Económica
y Social Argentina en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA), donde participa
del Área de Estudios sobre la Industria Argentina y Latinoamericana. Asimismo
es editor de H-industria, revista de historia de la industria argentina
y latinoamericana y miembro del comité editorial o académico de varias
revistas especializadas nacionales e internacionales.
·
Juan Carlos Odisio: Doctor de la Universidad de Buenos Aires
en Ciencias Sociales Magister de la Universidad de Buenos Aires en Historia
Económica y de las Políticas Económicas Licenciado en economía
El texto realiza un recorrido de la
trayectoria de Aldo Ferrer desde sus orígenes, pasando por su formación,
trayectoria y finalmente las medidas desarrolladas cuando tuvo la oportunidad
de ser designado ministro en el 1970. Se analiza el “modelo integrado y
abierto” (MIA) que Ferrer elaboro en los sesenta como la estrategia para
superar el subdesarrollo y la dependencia de Argentina. Los autores comienzan
presentando la evolución de sus ideas sobre los problemas de la economía
Argentina (en particular industrias) luego analizan la propuesta que ofrece
para solucionar o más bien superar los obstáculos que impiden el desarrollo.
La rigidez de la oferta de bienes
exportables fue identificada como un grave lastre para el desarrollo económico.
Para ser exitosa la industrialización sustitutiva tenía que lograr una
reducción progresiva del nivel de impetraciones pero a medida que avanzaba el
proceso de producción local de bienes requería una alta intensidad de
importaciones que contrarrestaba la reducción obtenida inicialmente con la
sustitución generando una fuerte dependencia respecto a su provisión externa.
Ferrer apuntaba a pasar de un modelo integrado y autárquico a uno integrado y
abierto. La consigna era además de incrementar las escalas de producción y los
niveles de eficiencia, había que ampliar el espectro manufacturero.
El arribo de Aldo Ferrer como
funcionario del gobierno propondría un rumbo nacionalista para la política
económica con el basamento teórico del MIA. Las líneas de gobierno del régimen
militar se modificaron, perdiendo sus rasgos autoritarios frente a la elevada
movilización social. Ferrer primero fue designado en el Ministerio de Obras y
Servicios Públicos donde desarrollo un
fuerte política de impulso de la infraestructura básica, desplegando grandes
obras que procuraban establecer un círculo virtuoso de crecimiento
autosustentado. Las crecientes presiones sociales e inflacionarias llevaron a
un asentamiento de la estrategia de Levingston que llevo a Ferrer a la cartera
económica. Las ideas de Ferrer alcanzaron a verse sistematizadas en el plan de
desarrollo y seguridad de 1971-1975 y su complemento, la ley 18875 de “compre
nacional” abandonando los objetivos puramente eficientitas de la gestión
anterior e incorporaba la preocupación por mejorar la calidad de vida de la
población. El fin de la experiencia de Levingston se produjo porque
políticamente el gobierno no logro ganar el apoyo de los sindicatos peronistas
ni el de las grandes empresas.
Para lograr los objetivos planteados
por Ferrer se necesitaban recursos políticos que el gobierno de Levingston de
había logrado cosechar. Más allá de las limitaciones, permitió la aparición de un
grupo de industriales nacionales que perdurarían en el tiempo.
Tercer Texto: Imperialismo y dependencia (2011)
Autor: Carlos Eduardo Martins - Doctor
de la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Sociales - Magister de la
Universidad de Buenos Aires en Historia Económica y de las Políticas Económicas
- Licenciado en Economía
La
obra de Theotonio dos Santos podemos dividirla en tres etapas: La primera desde
finales de los 50 , el golpe de estado de 1964 y la clandestinidad en Brasil,
la segunda en los exilios chileno y mexicano y la tercera a partir de su regreso a Brasil. Theotonio,
además de la reinterpretación de la economía colonial y de la modernización
agroexportadora, sus estudios destacan el papel central del capital extranjero
en la formación de la estructura de clases de la sociedad brasileña. En el
exilio Chileno en 1966 se incorpora como investigador al CESO, del cual pasara
a ser profesor titular en 1968 y en 1972 asume la dirección general. Dos Santos
madura las bases de la teoría de la dependencia. Con la destrucción del CESO
por la dictadura chilena se desplaza a México en 1974 e integra la UNAM.
Contribuye en forma decisiva en la comprensión del funcionamiento de la
economía mundial en expansión como el elemento central de la acumulación de
capital y situar el mundo como objeto de análisis condicionante para cualquier
investigación regional o nacional.
Luego
de regreso en Brasil, analiza la globalización como articulada a una nueva
etapa de desarrollo y lanza un desafío de largo alcance: la transformación de
la economía mundial en una economía planetaria fundada en estructuras
productivas y procesos de gestión mundialmente integrados que imponga la
cooperación sobre la competencia.
Cuarto
texto: La Economia Argentina
Autor: Aldo Ferrer -
Economista y político argentino. Doctor en Ciencias Económicas recibido en la
Universidad de Buenos Aires en 1953 con su tesis doctoral "El
Estado y el Desarrollo Económico" publicada en 1956. Ha sido
profesor de economía en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad
de Buenos Aires. Funcionario de la Secretaría de las Naciones Unidas
(1950-1953) y agregado económico de su país en la embajada de Londres en 1956,
fue Ministro de Economía y Hacienda de la Provincia de Buenos Aires, 1958-1960.
La
selección de textos incluye los capituos XII, XIII y parte del capitulo XI de
la tercera parte del libro. Durante el desarrollo de los mismos describe el
crecimiento y los límitantes del sistema económico Argentino. Realiza un
recorrido por el ciclo económico, describiendo la vulnerabilidad exterior y el
obligado proceso de ajuste para compensar el desequilibrio externo.
De
la cuarta parte del libro, vemos el capitulo XIV y la primer parte del XV. En
esta parte realiza un recorrido por la economía mundial desde la gran depresión
de 1930 y la segunda guerra mundial al período dorado. Caracteriza los
conceptos de centro – periferia y busca explicar los limitantes y determinar las nuevas condiciones para
alcanzar el desarrollo económico.
Quinto
texto: Imperialismo y dependencia (2011) – La corporación Multinacional
Autor:
Theotonio Dos Santos - es un científico social brasileño. Nació en
Carangola, Minas Gerais, en 11 de noviembre de 1936 y fue inscrito oficialmente en 11 de enero de 1937. Es profesor emérito de la Universidade Federal Fluminense (UFF)
y Coordenador de la Cátedray Red UNESCO-UNU de Economía Global y Desarrollo
Sustentable (REGGEN).
Lo
mas sorprendente del texto resulta ser el trabajo realizado por el autor para
describir la concentración económica y el desarrollo del monopolio a nivel
global ejercido por las grandes empresas. La capacidad de operar en muchos
países, con una organización centralizada es un producto del proceso de
internacionalización del capital que se realizo a fines de siglo XIX y a
comienzos del siglo XX. Dicho proceso pudo profundizarse durante la primera
guerra mundial y asimilo el desarrollo
tecnológico y de las comunicaciones como consecuencia de la segunda guerra
mundial. Existe una correlación directa entre el multinacionalismo, el monopolio y la gran
empresa.
Las
corporaciones Multinacionales surgen como consecuencia del proceso de
internacionalización del capital, que se profundiza en la posguerra, y pasan a
constituir la unidad básica productiva dentro del sistema capitalista mundial.
Un
grupo no superior a 300 o 400 empresas controla hoy en día gran parte de la
producción mundial.
Sexto
texto: El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus
principales problemas.- 1950
Autor:
Raúl Prebisch - (San Miguel de
Tucumán, 17 de abril de 1901 – Santiago de Chile, 29 de abril de 1986) fue un contador público y economista argentino. Entre 1950 y 1963 fue Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica de
las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL). Posteriormente, ejerció el cargo de Secretario General de
la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Junto con Hans
Singer, es el creador de la tesis de
Prebisch-Singer.
Lo
más destacable del texto es la claridad con la que el autor expresa el esquema
centro y periferia que permite interpretar la complejidad de las relaciones
económicas y comprender el agotamiento del modelo agroexportador. Revela las consecuencias
desfavorables para la periferia de los términos de intercambio y como el
librecambio favorece a los países centrales ocasionando una brecha cada vez mayor entre los diferentes sistemas
económicos.-
Sostiene
que la industrialización es necesaria para alcanzar el crecimiento sostenido y
que debe realizarse sin resignar la explotación primaria fuente necesaria de
divisas para financiar las inversiones de capital. Asimismo, ve conveniente
recurrir al financiamiento externo o utilizar reservas monetarias para
contrarrestar los periodos desfavorables para sostener el crecimiento.
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